Una visita al ginecólogo

El ginecólogo no es cualquier ginecólogo. Las clientes... bueno no son unas clientes cualquiera. ¿Hasta dónde llegarías si fueras dominada? Esta historia recuerda en algo a P. Reage

UNA VISITA AL GINECÓLOGO

Original en Inglés – Anónimo

El teléfono sonó, e inmediatamente reconocí la voz de mi Ama, Erica R. Me dijo que me recogería en dos horas y que debía tomar un baño, asegurándome de que todos mis agujeros estuvieran limpios, y arreglara mi cabello. Debía ponerme la mini falda de terciopelo rojo y la blusa de satín blanco que ella me había comprado ayer. Agregó que sería castigada si me ponía un sostén o panties.

Estaba revisando por tercera vez mi maquillaje cuando escuche la bocina del auto. Una vez en el carro se me ordenó levantarme la falda y separar las piernas. Mi Ama se estiró y empezó a acariciar mi raja con un dedo diciendo "Querida, si me avergüenzas hoy desobedeciendo mis órdenes te Castigaré muy fuerte, ¿me entiendes, Esclava?" "¡SÍ, AMA!, pero, ¿a dónde vamos?" dije en un jadeo. Sus caricias habían hecho que mi conejo empezara a llenarse de jugos. Mi ama quitó su mano de mi empapado coño y colocó sus dedos relucientes ante mis labios diciéndome que los lamiera. Al chupar sus dedos limpiándolos del jugo de mi conejo dijo que yo tenía una cita con su ginecólogo en unos minutos.

Me alivió el que no hubieran pacientes esperando ni una recepcionista en la oficina del doctor, porque antes de dejar el auto mi Ama me había puesto un collar y un lazo alrededor del cuello. Ahora me conducía por un corredor. Mi ama habló en voz muy alta "¡Tracy! ¿estás aquí?" "Sí, Erica, por favor ve a la sala de examen y estaré allí en un minuto", respondió una voz femenina. Le pregunté a mi Ama si era una ginecóloga mientras me llevaba al cuarto de examen. "Desde luego es una mujer, Lori. Sabes que no permitiría que un hombre me tocara y mucho menos examinara mis pechos o vagina. El simple pensamiento de un macho tocando mi coño me pone enferma", fue su respuesta. Aún sosteniendo el lazo mi Ama me ordenó ponerme de rodillas con mis dedos en el piso a su lado. Al entrar la doctora, me impresionó su juventud y belleza; era casi tan hermosa como mi Ama. La doctora besó y abrazó a Erica haciéndome sentir un espasmo de celos. La doctora se sentó en un pequeño escritorio y sacó algunas formas. Luego me miró por primera vez diciendo "Erica, ¡me mentiste! Esta criatura es divina, más linda de lo que me dijiste. Así como está arrodillada con el collar y el lazo, es el sueño húmedo de una Dominadora. Acabemos con lo de las preguntas rápidamente para poderla ver desnuda, ¿está bien?". Me sonrojé al escuchar su comentario. Al parecer mi Ama le había dicho de mi sumisión a ella que había ocurrido apenas hace unos cuantos días. Erica me había dado trabajo y me sedujo, todo en el mismo día. Erica me mostró los caminos del amor lésbico, y la experiencia que recordaría por siempre.

Estuve bajo su hechizo de inmediato y cuando me dijo que era una dominatriz y quería que yo fuera su esclava, entendí realmente lo que era ser sumiso. Todo lo que sabía era que Erica me hacía cosas que hacían que mi cuerpo temblara de deseo. Estuve de acuerdo con hacerme su Esclava porque algo muy dentro de mí, que no puedo explicar, me decía que esta hermosa mujer me amaba y si se lo permitía me protegería y me daría lo que nadie más en el mundo podía. Era realmente humillante saber que otra persona sabía de mi sumisión a Erica. Mi Ama hablaba ahora "Sí, Lori, es muy linda, su entrenamiento apenas ha empezado. Tiene mucho que aprender sobre complacerme y volverse más sumisa antes que logre el Estatus completo de Esclava". La doctora me pidió levantarme. Observé a mi Ama y ella afirmó con la cabeza. Rápidamente me puse de pie, aliviado por la disminución de la presión en mis dedos. La doctora me pidió quitarme la blusa, y de nuevo volteé a ver a mi Ama buscando su aprobación.

Mi Ama me dijo que obedeciera las órdenes de la doctora o sería castigada. Mis manos temblaron mientras desabotonaba y retiraba lentamente mi blusa. La puse en la esquina del escritorio. Instintivamente empecé a cubrir mi busto pero luego deje que mis brazos cayeran a lado y lado de mi cuerpo. Mi Ama me ordenó entrelazar mis manos tras mi cabeza y mantener mis codos derechos diciéndome "Muestra tus pechos con orgullo, Lori". Obedecí, y la doctora y Erica observaron atentamente mis tetas por unos cuantos momentos antes que la doctora me dice que dé la vuelta. Luego habló a Erica, diciéndole "Pienso que tienes razón, amor, sus pechos no son grandes, pero parecen tan firmes como para ir sin sostén sin ningún problema, los brassieres a media copa que mostrarían las aureolas y pezones son otra posibilidad". Los comentarios de la doctora me hicieron poner roja y agachar la cabeza. Siempre me he sentido muy consciente de mis senos, especialmente de los pezones. Para mí son horribles, pero mi Ama dice que son adorables. El pecho y pezones de Erica son perfectos y saben deliciosos. Tras recolectar algo de información como mi edad, nombre completo y demás, la doctora empezó una serie de Preguntas que me hicieron bajar los ojos y sonrojarme de vergüenza y humillación:

Pregunta– Erica me dice que es tan solo la segunda persona que te ha tocado de manera sexual.

Respuesta– "Sí", dije casi murmurando.

Mi Ama se me colocó al frente, y levantando mi quijada con sus dedos alzó mi cabeza. Se empezaban a formar lágrimas en mis ojos cuando me dijo "Lori, dulzura, le he contado a Tracy de nosotras y nuestra relación especial y ella entiende. Así que responde sus preguntas y no omitas nada. Es importante que sepa esas cosas. ¿De acuerdo, amor?" Moví la cabeza asintiendo y la doctora sonriendo volvió a empezar.

P– Entiendo que tuviste relaciones sexuales con tu tío.

R– Sí.

P– ¿Follaban a menudo?

R– No, sólo me violó una vez cuando cumplí dieciséis.

P– ¿Tuviste un orgasmo durante la violación?

R– Por Dios, no. Todo lo que sentía era dolor y degradación.

P– ¿Qué del intercurso anal? ¿Te lo metió por tu hoyito rosa o penetró tu ano con su dedo u otras cosas?

R– No. Me fui antes que pudiera contaminarme de esa forma.

P– ¿Qué del sexo oral? ¿Le chupaste el pene y, si lo hiciste, qué tan frecuentemente?

R– Sólo me obligó a hacerlo una vez. No quería pero me golpeó y me forzó a hacerlo.

P– ¿Te tragaste su esperma?

R– Intenté no hacerlo pero el empujó su horrible cosa maloliente hasta mi garganta.

P– ¿Tu tío te dominó?

R– No. Después de la violación intentaba agarrarme y palparme cuando mi tía no lo veía. Intenté alejarme de él y nunca estar con él a solas. La única vez que me golpeó fue durante la violación y cuando me forzó a chuparle a polla.

P– ¿Has tenido sexo con otros chicos u hombres?

R– No. Nunca me dejaron salir con chicos y tras la violación decidí que si esa era la forma en que los hombres trataban a las mujeres era mejor no tener nade que ver con ellos.

P– ¿Qué de las mujeres? Erica me dice que fue la primera en mostrarte que dos mujeres podían darse placer mutuamente.

R– Sí. Lo que hicimos fue celestial. La amo y la adoro y me ha prometido enseñarme todo lo que debo saber sobre ser lesbiana.

"Una lesbiana sumisa es lo que vas a ser Lori". Interrumpió mi Ama. Respondí, bajando la mirada, "Lo siento Ama Erica. Quería decir que me iba a entrenar para ser una lesbiana sumisa. Una que ame su sumisión y crezca con la nueva humillación. Una lesbiana que exista sólo para dar placer a su Ama". Mi Ama limpió una lágrima de mi mejilla y habló a la doctora "¿No es una joya, querida Tracy?" La doctora dijo que la envidiaba y luego hizo otras cuantas preguntas.

P– ¿Te llevó Erica a alcanzar un orgasmo?

R– Ohhhh Sí. Tantos que perdí la cuenta. La manera en que mi Ama Erica me tocó me enloqueció de deseo.

P– ¿Hiciste que Erica se corriera? ¿Disfrutaste acariciando, besando y chupando su bello coño?

R– Sí. Fue increíble la forma en que su cuerpo respondió a mis labios, dedos y lengua. Me vine la primera vez que saboreé sus deliciosos jugos vaginales.

P– ¿Algún problema cuando te penetra con los dedos?

R– No.

P– ¿Te han puesto alguna vez un enema?

R– No puedo recordarlo, aunque pude haber recibido uno cuando era pequeña.

P– ¿Cuándo fue tu último periodo?

R– Hace dos semanas.

P– ¿Usas tampones o toallas durante tu periodo?

R– Tampones.

P– ¿Revisas tus pechos por si hay quistes?

R– No periódicamente.

P– ¿Tus pechos son sensibles al tacto?

R– Sí, especialmente durante el periodo.

P– ¿Te masturbas?

R– Sólo cuando tengo permiso. Mi Ama Erica me ha prohibido jugar conmigo misma a menos que me diga que puedo.

P– Antes de ser la Esclava de Erica, ¿qué tan a menudo te masturbabas?

R– Casi a diario, algunas ocasiones dos o tres veces al día.

P– ¿Cómo te masturbabas?

R– Usaba principalmente mis dedos.

P– ¿Cuándo fue tu último examen pélvico?

R– Nunca me he hecho ninguno. Mi tío nunca me dejó ver un ginecólogo.

P– ¿Te depilas o has depilado el vello púbico?

R– No, nunca. Tiene un significado muy especial para mí.

La doctora deja de escribir y me dice que me quite mis zapatos y falda y me ponga en la mesa de examen. Una vez que me senté allí con las piernas juntas, la doctora vino y se plantó a mi lado. Me explica que va a revisar mis pechos y luego va a llevar a cabo una prueba de sensibilidad sexual para ver qué tan responsivas son mis tetas. Sentí sus manos frías en mi pecho derecho. La observé palpar cada pecho. Usó sus pulgares para presionar cada pezón profundamente hacia dentro de cada pecho. Me dijo que me acostara. Obedezco y de nuevo la siento dentro de mis tetas.

Me ordena poner mis brazos por detrás de mi cabeza. Al hacerlo, mi Ama se acerca y usa el lazo para asegurar mis muñecas a la mesa, acaricia suavemente mi mejilla y cabello diciendo "Esa es mi niña buena, sólo cierra los ojos y relájate Lori. ¡No hemos llegado aún a la parte buena del examen!" Cierro mis ojos, y siento que dedos empiezan a trazar con suavidad círculos alrededor de mis pezones. Reconozco el tacto de la mano de mi Ama: las dos mujeres juegan ahora con mis tetas. Pude sentir mis pezones crecer y ponerse erectos. Intenté permanecer en perfecto silencio pero no pude ahogar el gemido que se escapó de mis labios, y mis caderas empezaron a sacudirse y mi coño empezó a lubricar. Abrí mis ojos, las dos mujeres me sonrieron. Mi ama se inclinó y me besó poniendo su lengua en mi boca, pasándola por mis dientes y jugando a las escondidillas con mi propia lengua.

Estoy sin respiración. La doctora ha atrapado el pezón de mi pecho derecho entre su pulgar y su índice y empieza a retorcerlo. Pellizca mi pezón halando el pecho hacia arriba para soltarlo, hace esto varias veces. Su lengua caliente y húmeda se desliza alrededor de mi aureola antes de cerrar los labios sobre el pezón y empezar a chuparlo con un fuerte ritmo. Gimo en la boca de mi Ama. Tras chuparme las tetas por unos minutos la doctora pregunta "Erica, ¿es ésta la máxima extensión de los pezones de Lori?". Mi ama se mueve hacia abajo y toma mi pezón izquierdo con su boca usando suavemente los dientes para apresar y morder mis pezones ahora endurecidos. Le dice a la doctora que mis pezones se encuentran tan duros como los ha visto siempre. La doctora pone su mano en el bolsillo de su bata de laboratorio blanca y saca un par de pinzas para pezón ante mis ojos y dice "¿Ha puesto Erica pinzas en tus senos antes, Lori?" Afirmo con la cabeza y la doctora me dice "y apuesto que hicieron que tu conejito se pusiera húmedo y resbaloso, ¿o no, preciosa?". Giré mi cabeza hacia un lado, cerrando los ojos, y susurré "¡Sí!". Cuando el metal mordió cada pezón mis caderas se rebulleron salvajemente. Sentía que mis jugos brotaban de mi coño, se deslizaban por mi apretado ano e inundaban el espacio entre mis glúteos. Mi Ama vuelve a besarme como antes mientras la doctora se dirige hacia el final de la mesa.

La escucho sacar los estribos de la mesa de examen, tomarme por las caderas y deslizarme algunos centímetros hasta el final de la mesa de examen. La doctora levantó cada pierna doblándola en la rodilla y colocó mis talones en los estribos. Mis muslo están abiertos a su máxima extensión. Ahora podía ver mi vagina y ano. Estoy completamente expuesta y sé que la doctora puede ver los jugos que relucen en mi vello púbico y en mi raja. Ella hala mis labios separándolos para verificar que de hecho estoy anhelando un orgasmo. Puso su mano en mi monte de Venus y dijo: "Erica, ¡este vello debe irse! Si quieres puede usar una crema depilatoria, es más rápida que afeitar y el vello no vuelve a crecer tan rápido. Una vez que se vaya este amigo toda su concha estará sensibilizada. Responderá más rápido porque cada toque o lengüetazo puede sentirse más fácil en su sensible piel desnuda". Rompí el beso gritando "¡No! ¡Por favor, no! No me quite mi vello púbico Ama, ¡Por favor!". Mi Ama me haló el cabello con fuerza y me dijo "¿Porqué no, esclava? Me pertenece a mí, ¡¿o no?!". "Sí, Ama, te pertenece pero desde que nació y me cubrió el coño ha sido algo así como un símbolo. Era la prueba de que era una mujer adulta y no una niñita. ¡Por favor, no me quite mi vello! ¡Por favor, se lo imploro!" Mi Ama observa a la doctora y sonríe ampliamente. "Si tener el chocho calvo la hace sentirse como una niña pequeña entonces será mi bebé especial. Quítale el vello del coño, Tracy", fue su respuesta. Cerré mis ojos y empecé a llorar suavemente.

Mientras la doctora esperaba que la crema depilatoria hiciera su trabajo dijo: "Si decides ponerle pañales, Erica, me gustaría hacer de niñera alguna vez. Podría darle pecho por ti, e incluso darle palmadas en el culito cuando se haga pis en los pañales". Lloré aún más fuerte al oír esto. Mientras la doctora usaba una toalla para secarme entre los muslos, mi Ama desató mis manos y me ayudó a levantarme. Besó las lágrimas de mis ojos y me dijo susurrando "Abre tus ojos bebé Lori, mira lo bonita que te ha dejado la doctora". Cuando los abrí la doctora sostenía un espejo. Estaba realmente como una bebé, ni siquiera un pelo salía de mi coño. La doctora había usado la crema incluso alrededor de mi ano. Mi Ama dijo "Debes mantener tu chochito depilado Lori, hasta que yo diga lo contrario. ¡Te recordará constantemente que me perteneces!". Entonces la doctora puso talco para bebés en mi pubis y empezó a acariciarme el coño lentamente diciendo que cuando me afeitara debía tener cuidado de no cortarme los labios vaginales y que era mejor esparcirme aceite de bebés en el coño para que la piel no se secara. Levantando la mirada dijo: "Hay otra ventaja en hacer que tu Esclava permanezca depilada, Erica. Si alguna vez latigas su coño podrás ver mejor en dónde poner tus golpes. Un conejo desnudo y con marcas de azotes es algo que una Esclava recordará por mucho, mucho tiempo. Es sinceramente un bonito paisaje. Eso si no es tu conejo el que es golpeado. Sé que la pequeña Lori nunca sería tan desobediente como para arriesgarse a que su tierna conchita fuera disciplinada, ¿o sí, Esclava?" "¡¡¡OOOH, DIOS!!!", grité rápidamente. Recordé el terrible dolor y agonía cuando Erica había golpeado mi tierno chochito apenas hacía un par de días por mentirle. Erica me puso un dedo en los labios y me dijo "Chist, Lori. Sé que nunca me volverás a mentir y obedecerás cada orden. Te doy concesiones por tus dudas al cumplir mis órdenes ahora, porque apenas has empezado tu entrenamiento como mi esclava. Pero si te opones ante una orden directa de hacer algo que yo realmente quisiera que hagas, no dudaría en azotar tu coño otra vez". Viendo a la doctora, Erica le dice que fui recién castigada por mentirle.

Me acarició el cabello con gentileza y me dijo que me tendiera en silencio para que la doctora me pudiera examinar mi hermoso conejo. Entonces la doctora insertó un par de dedos en mi vagina y empezó a presionarlos alrededor para sentir mis órganos internos. Una vez que sacó los dedos de mi hoyo lubricado, abrió los labios internos con una mano mientras con la otra empezó a rozar mi húmedo clítoris. Mientras mi coño regaba más y más jugos se dobló y me dio un par de soplidos en el clítoris, haciéndome temblar. Estaba cerca de correrme. Se podía oler el aroma de mis jugos ahora, y la doctora quitó sus dedos repentinamente. Lamió sus dedos enguantados diciendo "sabes fantástico, Lori, y hueles igual de bien". Grité un "¡Por favor, termine! ¡No me deje así, ya casi me vengo!". Mi Ama detiene el movimiento de mi cabeza y me mira a los ojos. Dice, "¡¡NO!! Esclava, yo decido cuándo tienes un orgasmo; debes aprender Lori que me perteneces ahora y yo soy quien dice si puedes tener un clímax. Confía en mi bebé, sé qué es lo mejor para ti. Ahora acuéstate y relájate, Tracy te traerá una compota cuando te hayas calmado".

Al reposar allí respirando profundamente, me di cuenta que Erica tenía la razón. Me conocía mejor que yo misma. Tenía la razón cuando dijo que tenía un profundo deseo silencioso y no colmado de ser una esclava. Sólo que nunca lo admitiría, ni siquiera para mí misma hasta que Erica apareció para liberarme. Cuando regresaron a la mesa besé la mano a Erica y le dije que sentía lo que había hecho. Se inclinó y besó uno de mis pechos y me dijo, "Está bien, bebé, aún estás aprendiendo. Recuerda que una esclava pide permiso para todo especialmente para un orgasmo". Me sostuvo la mano y acarició mi cabello mientras la doctora empezó a lubricar un instrumento que llamaba espéculo. Al deslizarlo dentro de mi vagina y abirlo, mi coño se volvió un hueco vacío. La doctora pregunto a Erica si le gustaría ver mi cérvix. Mi Ama fue a ver por sobre el hombro de la doctora usaba un poco de gasa para tomar una muestra de la parte de atrás de mi coño. Una vez que removió el instrumento, la doctora se puso un guante quirúrgico de goma, y sonrió al pedirme levantarme y doblarme sobre la mesa.

Una vez que lo hice paso su mano sin guante por mi trasero repetidamente mientras decía que tenía una piel exquisita. Preguntó a Erica si yo mostraba marcas en mi trasero rápidamente al azotarme y le advirtió que si la piel se rompía repetidamente perdería su tacto de satín. Ella dijo que debería ser azotada en el interior de los muslos, el lugar que dolía más y que mientras más cerca al coño se me azotara más rápidamente estaría de acuerdo con cualquier demanda. Entonces sumergió sus dedos en una jarra de ungüento que estaba justo al lado de mi rostro y me dijo "Lori, amor, quiero que con las manos separes tus glúteos para mí, de manera que pueda llegar a ese huequito rosado que tienes". Con las manos temblorosas llegué a mi trasero e hice lo que me ordenaba. Ella empezó a esparcir el ungüento alrededor de mi ano y tan pronto sentí su dedo deslizarse dentro me dejé ir y me cubría los ojo mientras empezaba a llorar de nuevo en silencio. Metió y sacó sus dedos de mi trasero cuatro o cinco veces antes de que me dijera que usara mis músculos para presionar su dedo. Lo hice varias veces antes que sacara sus dedos y me diera una palmada en el culo diciendo "Erica, este trasero fue hecho para que lo follaran. Si no tienes un consolador anal, tengo muchos que la estirarán de buena manera sin hacerle ningún daño". Di las gracias al escuchar a mi Ama responder "Tal vez otro día, Tracy. ¿Hay algo más que le debas hacer a mi pequeña bebé?". "Sólo una pequeña muestra de orina" fue toda la respuesta de la doctora, mientras usaba una tela para secarme entre los glúteos. Una botella de muestras estaba junto a mi cabeza. La tomé al levantarme y empecé a caminar hacia lo que pensé era un baño cuando mi Ama me dio la vuelta. Me dijo "Ponte en cuclillas y hazlo aquí, Lori.

La doctora necesita ver el control de tu vejiga". Doblé mi cabeza y empecé a sollozar en voz alta. Mi ama puso sus manos sobre mis hombros y suavemente me empujó hacia abajo diciéndome "Haz pipí para la doctora ahora como una buena bebé, Lori". Al agacharme allí aguantando las lágrimas mi Ama gritó "ORINA PERRA Y YA". Me incliné y separé mis labios vaginales con una mano mientras que con la otra sostenía la botella y con un quejido empecé a orinar. La doctora me ordenó empezar y detener el flujo. Las lágrimas caían ahora sobre mis pechos y estaba temblando tanto que temía no acertar a la botella y orinar en el piso. Logré llenar media botella con orina y luego me levanté y se la di a la doctora. Esta la pasó bajo su nariz, y la sostuvo contra la luz como si estudiara su color. Me aterraba que me fuera a obligar a beber mi propia orina pero finalmente puso la botella en la mesa. Se levantó y me tomó en sus brazos y empezó a besarme metiendo su lengua en mi boca mientras acariciaba mi trasero. Le devolví el beso por entero, chupé con pasión su lengua a la vez que coloqué mi pubis sobres su pierna mientras nos besábamos.

La doctora le habló a Erica, diciéndole: "Amor, si puedo ayudarte de cualquier manera con el entrenamiento de esclava de Lori, déjame saberlo. Siempre estoy dispuesta a ayudar a alguna Ama amiga". Entonces volvió a mí, agregando "Y tú, dulce putita sumisa, ¡la próxima vez te voy a mamar el coño hasta que explote!". Pasé mis brazos alrededor del cuello de la doctora y le dije que cuando estuviera completamente entrenada esperaba que mi Ama me permitiera servirle alguna vez. La doctora rió diciendo "¡Así es como cobro mis honorarios! Pero ten cuidado Lori, soy un Ama más dura que Erica. ¡Puedes esperar derramar tantas lágrimas y mostrar tantas marcas de azotes en tu fabuloso chochito en tanto sea tu Ama!".

Erica hizo que Tracy se sentara al borde del escritorio y me ordenó arrodillarme. Una vez que lo hice Erica levantó la bata de laboratorio y la falda por sobre la cintura de la doctora. Vestía un par de panties bikini de seda negra y un portaligas negro. Erica colocó su mano en la parte de atrás de mi cabeza y la empuja adelante, diciéndome "Lori, dale a la buena doctora un poco de pago de tu cuenta. Cómetela hasta que te diga que pares". Al tocar mis labios la entrepierna mojada de sus panties, besé su coño a través de estos sintiendo su sabor. Me doblé y observé a mi Ama trabajando el pecho de Tracy a través de su blusa mientras la besaba en la boca. Al descender sus panties lancé un gemido por hallarla tan calva como yo. Su conejo está tan desnudo como el mío. Los labios están ocultos y ligeramente separados. Rápidamente me adelanté y le planté una serie de rápidos besos arriba y abajo de su rosada intimidad. Separé los labios y lamí la longitud completa de su raja.

Mi lengua encontró su clítoris erecto y caliente y empecé a lanzar mi lengua sobre este con rapidez. Las caderas de la doctora se dispararon hacia adelante y enrolló sus piernas alrededor de mí, inundando mi cara con sus jugos. Continué lamiéndola mientras duró su orgasmo. Se mueve y saca mi rostro de su entrepierna y me dice "Suficiente por ahora putita. Puedo ver que Erica te entrena bien, pero cuando me deje una semana contigo te enseñaré otros truquitos perra cachonda". Mi Ama me ordenó vestime y dejamos la oficina.