Una visita a mi trabajo

Esta el la historia de cuando recibí una visita muy especial en la casa de citas donde trabajo...

A pesar de que tuve una infancia feliz, siempre fui una chica rebelde. Mis papás formaban un matrimonio sólido, sin ningún tipo de pleitos. Mi papá tenía un muy buen puesto de trabajo y económicamente nos iba muy bien. Mi hermano era uno de los mejores de su clase, muy serio y formal, y desde muy joven obtuvo una beca para estudiar en una de las mejores universidades del país. Sin embargo, yo fui la oveja negra de la familia. Siempre me gustó ser libre, no cumplir con los convencionalismos que regían a mi familia.

Cuando tenía 17 años mis papás me mandaron a uno de los colegios más exclusivos del país. Lo hicieron para ver si corregía mi comportamiento. Pero no fue así, nada más sirvió para hacerme más rebelde. Es por eso que apenas cumplí los dieciocho, me escapé del colegio e hice mi vida independiente en otra región del país, muy muy lejos de mi familia.

Empecé trabajando como camarera de un club nocturno, luego en una sala de masajes, y conforme fui creciendo, fui adquiriendo trabajos con más "categoría".

Actualmente tengo veinticinco años. Soy una chica rubia, mido 1.75, ojos grises, cabello largo y lacio, una cara bonita, boca grande, labios carnosos. Tengo un cuerpo, que no es porque lo diga yo, pero es precioso. Unos senos copa C, cintura de 62 cm., y unas nalgas carnosas, como le gustan a la mayoría de los hombres con los que trabajo.

Hace ya un año empecé a trabajar en una casa de citas muy elegante, a donde solamente acuden los hombres más adinerados de la región, o bien, hombres de negocios que desean pasar un rato muy agradable. Está ubicada en el centro de la ciudad de M, en un edificio de varios niveles. Nosotros ocupamos por completo el primer nivel. Un piso completo para nuestra casa del placer. Para tener acceso a dicha casa, es requisito indispensable ir por medio del elevador, el cual está equipado con cámaras de seguridad para vigilar bien a nuestros posibles clientes. Madame Fesse, la dueña del negocio, es la que se encarga de recibir a las visitas y de canalizarlos con alguna de nosotras. Por seguridad, tiene un archivo con las fotos de nuestros familiares y novios, para evitar que nos encontremos en la casa y nos lleve a una situación bochornosa. Yo nunca le di las fotos de ninguno de mis familiares, ya que ellos nunca iban a esa región del país y tampoco de mi novio, ya que en ese momento no tenía.

Un día llegó un grupo muy importante de ejecutivos a visitarnos. Como es costumbre, nos reunimos todas las muchachas disponibles en ese momento en el recibidor. Ahí nos poníamos en fila con nuestra lencería más sexy, para que los caballeros elijan con cual quieren pasar un rato agradable. Yo tenía puesto un bustier negro, de encaje muy fino, casi por completo transparente.

Ya estábamos en el recibidor cuando de repente, noto que entre uno de los caballeros se encuentra mi hermano. ¡Cual fue mi sorpresa al verlo, ya que hacía más de diez años que no lo veía! La sorpresa de él no fue menor. Y nadie más que nosotros dos nos dimos cuenta de lo que sucedía, ya que él y yo no nos parecemos físicamente. Él algunos años mayor que yo, mide 1.80, delgado, moreno de ojos negros, cabello negro y ondulado, es lo opuesto a mí. En ese preciso momento, y sin ningún tipo de presentación ni ceremonia, me arrastró hacía el primer cuarto que estaba vacío. Madame Fesse comenzó a reírse pensando que era cuestión de excitación por parte de él, ni se imaginaba lo que estaba pasando.

Una vez en el cuarto, mi hermano me arrojó hacia la cama. En su cara podía yo ver una furia tremenda. ¡Nunca lo había visto tan molesto en toda mi vida!

"Así que a esto es a lo que te dedicas, después de toda la educación que nuestros padres te brindaron, después del buen ejemplo que nos dieron, ¿así es como les pagas?" Me dijo. "Eres una perra cochina". Yo estaba tan sorprendida por su actitud que no pude hablar.

"Pero esto no se va a quedar así, te voy a dar lo que te mereces" Y dicho esto, se abrió el cierre del pantalón y sacó su pene. Y sin más me separó las piernas, rasgó la ropa interior y me lo metió. Así, sin preparación. Sentí como si me estuviera atravesando un cuchillo, me ardía la carne por el contacto. Y lo metió tan fuerte y profundo como pudo. Y he de decir que era muy grande y grueso, estaba muy muy caliente. Y comenzó a bombearme, a meterla una y otra vez. Yo traté de zafarme, pero él me abofeteó. ¡Era mi hermano, cómo me hacía eso! Sus manos me pellizcaban los pezones, los cuales ya se había puesto duros, y luego me los mordió, causándome dolor. Pero poco a poco comencé a sentir el placer de lo que estaba pasando, comencé a sentir los espasmos de mi vagina, mientras el me metía una y otra vez su pene. El placer que me daba con su boca en mis pezones, mientras sus dedos me penetraban por el ano. Era delicioso, a pesar de la violencia con lo que lo estaba haciendo. Él estaba jadeando mientras decía "perra malagradecida, cochina, asquerosa", mientras me penetraba más y más rápido cada vez. Y sin ningún tipo de preparación, sentí que se venía dentro de mí, su leche caliente se derramó en mi interior. Y ahí mismo tuve un orgasmo, el más intenso que he sentido en toda mi vida.

Entonces, me lo sacó. "Límpiamelo, perra asquerosa. Límpialo con tu boca sucia". Y sin más me lo metió a la boca, haciendo que yo lo lamiera y lo chupara, para quitarle todo rastro de semen que hubiera quedado. Y una vez hecho esto se dio la vuelta y salió del cuarto.

Yo estaba sumamente sorprendida por lo que acababa de pasar. ¡Fui violada por mi hermano, y a mi me gustó! Jamás me imaginé que estuviera tan grande. Hacía ya diez años que no lo veía, cuando apenas era un jovencito.

Como era costumbre, me fui al bidet y me lavé. Me cambié de conjunto y me arreglé y salí al recibidor. Mi hermano ya había pagado la cuenta, y se había ido.

Algunos días más tarde, regresó mi hermano a la casa de citas. Yo no le había mencionado a nadie lo que había sucedido. Regresó y pidió verme. Como yo estaba disponible, nos fuimos a mi cuarto. Se le veía un poco apesadumbrado, como si estuviera triste o algo. Se sentó en la cama y se tapó la cara con las manos. "Jamás me imaginé que esto iba a pasar así, que yo sería capaz de cometer semejante locura" dijo. "Hace años que no sabemos de ti, y mira, venir a encontrarte en este lugar, fue muy impactante para mi"

"Pues mira que impacto te produjo, que fuiste capaz de violarme" le respondí. "Perdóname, no pude contenerme". Y por su puesto que lo perdoné, a final de cuentas es mi hermano.

Platicamos de todas las cosas que habían pasado durante mi ausencia. Me contó que mis papás seguían siendo tan aburridos como siempre, que él hacía ya algunos años que se había casado y que al igual que mis papás, llevaba una bastante aburrida vida. Me contó que el sexo con su esposa era bastante soso, porque a ella no le gustaba experimentar nada nuevo, así que por eso recurría a los burdeles.

"Déjame sacarte de esto" me dijo, "no puedo permitir que sigas aquí".

"Pues la única manera de salirme de este negocio es como la querida de algún hombre rico, pues es la única manera que tengo de mantener el estilo de vida al que estoy acostumbrada" Le contesté.

Después de meditarlo un rato, sonrió, con aquella sonrisa maliciosa de cuando hacía travesuras de niño… "Entonces sé mi querida. Tengo mucho dinero, y el sexo entre nosotros será fabuloso, lo prometo. Además, a nuestros papás les daría gusto saber que estas bien, viviendo cómodamente, y bajo la vigilancia de tu hermano. Viajo constantemente a esta ciudad, así que nos veríamos seguido"

Entonces… acepté.

Bueno, por ahora es todo lo que les voy a contar, pero esperen el siguiente relato en el que les contaré como fueron las experiencias en el burdel, otras como la amante de mi hermano, y posiblemente también de una visita que me hicieron a mi nuevo departamento.

Axeli