Una violación

Violaron a mi chica delante mío, sin poder hacer nada...

La boca seca, las piernas tensas, el corazón apunto de salirse por la garganta. La carrera por las calles era frenética. No veía más que la acera pasar volando bajo mis pies. Cojida de mi mano estaba Silvia, su paso nos retrasaba de manera desesperante. Sus jadeos daban muestra que ya no podía correr más. Su cara era de agotamiento, su mirada al suelo procurando no tropezar con sus propios pasos, ya patosos por el esfuerzo.

Nos iban atrapar.

-Corre, Silvia Correee!!! – ella no podía ni responder, lo estaba dando todo.

Intentaba estirarla del brazo para ayudarla a avanzar más rápido, buscando con la mirada a alguien que nos pudiera echar una mano, pero las calles estaban desiertas. Las piernas me quemaban, me había puesto las bambas sin los calcetines y eso hacía que las uñas se me hundieran en la carne. No nos había dado tiempo ni de vestirnos. Llevábamos el pijama bajo nuestros abrigos, ni siquiera habíamos cojido las llaves del piso. Ya no podríamos volver. Sabían donde vivíamos.

-Vamos Silvia, un poco más…..- ni siquiera yo me creía mis propias palabras. Al girarme para verle la cara la vi apunto de darlo todo por perdido. Quería rendirse.

Seguí tirando de ella. Nuestros perseguidores estaban a poco más de 8 metros. Estábamos perdidos. Ella empezó a aminorar el paso, intentaba arreastrarla pero solo conseguía frenarme a mi mismo.

Vamos vamoooooos!!!.

Demasiado tarde, el primero de los tres hombre ya se avalanzaba sobre nosotros. Me frené para hacerle frente, ella se agachó agotada. Tenía los ojos nublados por el cansancio, las venas parecían que me iban a estallar en la frente. Me faltaba el aire, me faltaban los reflejos, esperé la carga intentando recuperar algo de aire. Se avalanzó blandiendo una porra que apenas me dio tiempo a ver. Fue como si mi frente estallara. Caí.

Mientras el mundo se me iba de los ojos lo único que sentí era un líquido caliente correr por mi cara y unos gritos….. los gritos de Silvia.


Frío, estaba tiritando de arriba abajo.

Despierta! – dijo una voz.

De repente un golpe helado me hizo gritar. Me acababan de torrente de agua. Del susto intenté ponerme en pie pero no pude, tenía los brazos atados a la espalda. No era solo eso, estaba atado a una silla. Miré alrededor y me encontraba delante ante un tipo con un cubo de agua. Había otro sentado en una caja de madera a unos pasos de allí. Un tercero estaba cojiendo algo del suelo.

Por fin te despertaste princesita, creíamos que te habías desangrado demasiado.

Me lo quedé mirando con cara de no entender de lo que me hablaba. Me encontraba desnudo, tenía toda la piel de gallina y no paraba de tiritar. Miré a mi estómago y tenía todo el torso lleno de sangre. El pelo lo tenía pegajoso, poco a poco empecé a recordar y contra más lo hacía más dolor me causaba la cabeza. Dios era como un punzón apretándome la frente. Había un ruido de fondo que no me dejaba pensar con claridad, era muy molesto. El hombre del cubo sonreía al ver mi perplejidad, lanzó el cubo con fuerza lejos de nosotros y me di cuenta que estábamos en un gran parking sin apenas coches. El ruido de fondo me incomodaba de sobremanera, hacía que mi dolor de cabeza aumentara.

Bien amigo, las cosas están así. Dónde está el dinero, dímelo y te dejaremos marchar.- el dinero, sabía que aquello solo me traería problemas. Tuve que decir que no en el momento de plantearse la idea de robar aquella jodida maleta llena de billetes. – Y bien?

No la tengo, se lo quedó… Lucas. Aún no nos había dado tiempo a repartirlo.

Y dónde está Lucas?

Me importaba una mierda destapar a aquél cabrón. La idea había sido suya, y nos había jodido a todos llevándose el dinero de quien no debía. Pensaba delatarlo y desentenderme del tema lo antes posible. Desaparecer con Silvia……. Silvia!!!!! Diós!!! Dónde estaba? Miré desesperado a mi alrededor y se me cayó el alma a los pies al ver a cuatro tipos agachados en el suelo forcejeando con una chica, mi chica…… Silvia. Que he hecho?

Un bofetón devolvió mi atención al hombre que me había hablado.

Te he hecho una pregunta, jodido idiota.

Dejarla marchar, ella no tiene nada que ver. – mi voz temblaba de miedo, rabia, odio. Las lágrimas recorrían mi rostro.

Tranquilo, enseguida la dejaremos ir- dijo con una sonrisa.- Lucas, dónde está?

El forcejeo no era a más de unos 8 metros de donde estábamos, el ruido de fondo eran sus chillidos desgarradores, de desesperación. Salían de su garganta que parecía que iba a estallar. Entre chillido y chillido se oían las risas de los tipos que tenía alrededor. Mantenía un continuo forcejeo con sus piernas y brazos pero era demasiado debil para hacer frente a aquellos gorilas.

Se me encojió el alma al ver a uno de los hombres arremeterle hasta cuatro veces con el puño en la cara con una fuerza descomunal. A cada golpe levantaba el codo por encima de su cabeza, mientras decía "Cállate zorra". Y los chillidos cesaron, vi caer su rsotro hacía mi, le chorreba sangre de la nariz y tenía la mitad de la cara magullada. Abrió los ojos repetidas veces, como si quisiera despertarse y entonces me vió. Fue una mirada llena de lágrimas, de desesperación, de

PLAM!!! Un golpe me hizo tambalearme de la silla, el hombre que antes había visto buscando algo me acababa de reventar el brazo con un bate de béisbol.

Dónde coño está Lucas?-

BLAM! Este me fue directo a la cara. Noté como varios dientes se me colaban a ambos lado de la lengua, del dolor no podía ni escupirlos.

BLAM, BLAM!!! Dos golpes en el pecho que me quitaron la respiración. No tener aire es una sensación que hace que pienses que el tiempo se ha parado. Intentaba dar bocanadas pero no podía, intentaba replegarme en mi mismo pero era inútil. Quería contestar antes de que me volvieran a golpear pero otro golpe desde abajo hizo que mi cabeza diera bandazos. Todo era confuso.

Será mejor que hables, nosotros no tenemos prisa.

Intenté pronunciar alguna palabra desesperadamente y lo notaron. Gracias a Dios.

Mmm, eerrrrrr, criiiiggg.- entre el aire que me faltaba y los dientes que no estaba era como si hablara a través de un muñeco de trapo.- Cale Geona, cae geona, úmero eintiseis.

Calle Gerona número 26? Es eso lo que dices?

Iiiiiii. – afirmaba con la cabeza de manera desesperada y con los ojos cerrados, deseando que se dieran por satisfechos.

Comprenderás que no me fíe de ti.- el miedo me hizo cerrar la boca y partierme un diente que tenía suelto.

Iiiiiiiiiiiiiii.- grité gimoteando.- eg egaaaa. Eg egaaaaa. Po favo, po favo.

Está bien, lo comprobaremos.- hizo una seña al hombre que estaba sentado en la caja, se levantó, se arreglo el traje y se fue.- Vosotros, traedla aquí que todos queremos disfrutar, joder.

Noooo, og dije lo e eríaisss, po favo, deadnos, po favo.- no podía parar de tambalearme hacía delante y atrás babeando sangre.

El hombre se me acercó y me susurró:

Después de la carrera que nos hemos pegado te crees que nos iremos así, tan campantes? Nos merecemos algo más. Vamos coño!- dijo girándose hacía los cuatro tipos que estaban con Silvia.

La cojieron entre dos y la llevaron como si fuera un saco de patatas. Su cabeza pendía inerte barriendo el suelo con su pelo. La tiraron delante de mí y sin perder un momento dos de ellos, cada uno a un lado, le sujetaron pies y brazos sin mucho esfuerzo.

Ya verás como te va a gustar, zorra- el que hablaba ya se estaba bajando la cremallera desesperadamente mientras la baba se le caía en el cuello de Silvia.

Así recostado sobre ella se la empezó a meter violentamente. Yo no quería mirarla, mis mejillas no paraban de humedecerse por las lágrimas que corrían por ellas. La repulsa de ver a aquél cabrón empujando y empujando me daban náuseas. Gimoteando levanté la vista poco a poco hasta mirarla a la cara. La tenía ladeada hacia mi pero su mirada la tenía fija en el suelo, como absente. De vez en cuanto hacía un gesto de dolor pero enseguida retornaba a su expresión inanimada.

Dale fuerte, eso eso. Que disfrute la guarra.

Los graznidos del que la estaba montando eran asquerosos. Estaba gordo y las gotas de sudor le resbalaban por la frente. Finalmente se quedó muy quieto mientras tenía sus espamos y se corría dentro

.

Venga coño, ahora me toca a mi- digo el que la estaba sujetando delante mío.

Y una mierda – dijo el del otro lado- ahora me la follo yo. Y sin tiempo a que el otro reaccionara se puso entre las piernas de ella, se bajó a la cremallera y se la metió de un golpe.

Los pechos de Silvia subían y bajaban mientras se la metía una y otra vez. Su cabeza se arrastraba por el suelo a cada envestida pero ella seguí teniendo la mirada vacía. El tipo que se la estaba tirando sonreía y le cojió de la cara preguntándole:

Te gusta eh, perra? Seguro que tu novio nunca te ha follado duro.

Al ver que ella no decía nada le obligó a miarle sujetándola de la mandíbula.

  • No dices nada? Ahora verás – y empezó a clavársela de manera exagerada, moviendo todo su cuerpo adelante y atrás, intentándosela meter lo mas hondo posible.

Lo único que arrancó de ella fue un débil gemido de dolor y después se corrió dando un largo suspiro.

Ahora sí que me toca. – dijo el único que aun la sujetaba.

Se puso encima de ella y se la empezó a follar. Ella ni siquiera se resistía, se hacía la muerta. No hacía falta que nadie la sujetara, acaso podía servir de algo resistirse? Se la siguieron follando un buen rato delante de mí uno tras otro, incluso hubo alguno que repitió antes de que todos se la hubieran follado. Parecían una jauría de lobos.

Lo más desesperante de todo fue que el del bate de béisbol tenía una polla casi tan gorda como su arma, además de larga. Le debería medir al menos 24 cm. El tipo era un armario.

Te gusta que se jodan a tu novia? Es lo que pasa cuando se intenta joder a quien no debes

Mientras decía esto, el primer tipo, el del cubo de agua, trajo un barril de hierro de esos típicos de las obras. Lo puso tumbado y entre 3 la levantaron, ella parecía haber despertado de su ostracismo y volvía a forcejear, la pusieron boca abajo encima del barril. Uno de ellos le sujetó los brazos por encima de su cabeza y otros dos ambas piernas, dejándola espatarrada al aire. El del Bate se puso sin prisa en medio de ambos, se bajó el pantalón y se la clavó de un solo golpe. El grito que salió de la boca de Silvia resonó en mi cabeza. Lloraba y chillaba a cada embestida de aquel hijo de puta.

Jajaja le está encantando créeme- me decía mientras me miraba.

Estuvo dándole un buen rato, mucho más de lo que habían estado dándole cualquiera de los otros. A cada embestida el barril se movía de un lado a otro, los 3 tipos tenían que hacer esfuerzos para que Silvia no se cayera. A ella ya apenas le quedaban fuerzas para gritar. De repente el tipo se paró en seco, se iba a correr y cuando lo hizo se la iba clavando durísimo a cada espasmo que le venía. Mi novia volvió a chillar con gritos de dolor levantando la cabeza. Aquel cabrón la tenía bien cojida de las caderas y se la clavaba hondo como si fuera una palanca. Cuando acabó, rápido le sustituyó otro y así estuvieron lo que me pasó como si fuera toda la noche.

Finalmente llegó el tipo que se había marchado a comprobar la calle de Lucas. Habló brevemente con el que me había interrogado y éste mandó a los demás largarse.

Bueno chico, tu y tu novia habéis sido de gran entretenimiento. Ahora debemos marcharnos - dijo el del bate mientras se abrochaba el pantalón.

Se agachó para coger su arma y me propinó un último golpe que me hizo olvidarme de todo el dolor.

Antes de cerrar los ojos vi a Silvia inerte encima del barril, no sabría decir si estaba viva o muerta. Su cuerpo magullado, sus brazos colgando a lado y lado de la cabeza, las rodillas apoyadas en el suelo…. nada parecía real. Aquellos cabrones…..Estaba demasiado cansado para mantenerme despierto. Cerré los ojos y no quise ver más.