Una vieja ilusión cumplida (2)
Nuestro segundo encuentro en su propia casa
Capítulo 2
Han pasado varios días desde que me reencontré con mi vecina Regina. Aquel día nos tomamos tiempo para dar forma a mi fantasía de adolescente y a la suya de yacer con un hombre joven y ardiente como lo soy yo en la actualidad.
Disfrutamos de una tarde memorable follando como dos desesperados que creen que el mundo va a acabar de forma inminente. Cuando nos despedíamos, intercambiamos números de teléfono con la promesa de llamarnos para así poder quedar otro día.
He tratado de contactar con ella muchas veces, y nunca me ha cogido el teléfono ni respondido a los mensajes de voz que le he dejado. Yo estaba convencido que se iban a repetir los encuentros muchas veces, si yo me corrí una par de veces, mi querida Regina lo hizo el doble. Nunca había estado con una mujer tan dulce y tan ardiente a la vez.
Me usó como quiso, me pidió lo que las mujeres jóvenes con las que voy no se atreven a pedir, grito y gimió, fue sumisa … y también domina…todo junto, en una sola mujer y durante una sola tarde de desenfreno.
Yo fui su objeto de deseo, también su “castigador”… di rienda suelta a mi fantasía e hice todo lo que de adolescente soñé que se podía hacer con una mujer tan hermosa como Regina. Me quede totalmente satisfecho y exhausto…aunque con un deseo en la cabeza… esto había que repetirlo muchas más veces.
Mi madre me recibe en el hogar familiar con suma alegría. Hacia mucho tiempo que no me dejaba caer por allí alegando cualquier excusa, mucho trabajo…fin de semana fuera…etc. Ahora tuve que poner una excusa para ir… necesitaba buscar unos papeles de un cursillo que hice hace varios años. Como es natural me quede a comer uno de los platos de receta casera que mi madre sabe que me encanta.
En la sobremesa sale el tema recurrente: y una novia formal ¿para cuándo?. Yo tratando de esquivar la pregunta le cuento a mi padres algo que no les desagrade demasiado. Una cosa lleva a la otra y mi madre hace la sugerencia definitiva:
— ¿Te acuerdas de Merceditas? La hija de la señora Regina…si hombre…como no te vas a acordar, si era una niñita preciosa que quería ser tu novia cuando tenías diecisiete o así—
— Pues resulta que está estudiando veterinaria y hoy está aquí con sus padres, ¿la quieres ver? A ella seguro le encanta encontrarte después de tantos años—
— No mamá, no me líes— le respondo.
— No se hable más, ahora llamo a Regina y le digo que ya vamos a su casa— dice mi mamá convencida que me está haciendo un gran favor al favorecer el reencuentro.
Al final veo que no es tan mala idea…es una excusa perfecta para presentarnos en casa de mi adorada vecina, y esta vez seguro que no me puede rechazar. Acepto la propuesta de mi madre y allá vamos los dos sin avisarle de nuestra visita…¡hay confianza entre vecinas de toda la vida!
Regina abre la puerta con la confianza de saber que mi madre está detrás de la puerta pues así se ha dado a conocer tras pulsar el timbre. Cuando me ve le cambia la cara y se la nota sorprendida y contrariada. No esperaba encontrarme allí. Ella que es coqueta, se mira y se avergüenza, no es como le hubiera gustado que la encontrase. Sin embargo, yo la encuentro deliciosamente natural, tal como la recordaba cuando me pasaba horas espiando desde mi ventana sus actividades cotidianas.
Mi madre habla con ella, aparece su hija jovencita, les cuenta lo buen chico que soy, que no tengo novia conocida y que tengo unas ganas enormes por salir a pasear con la nena, que por cierto se llama Joana. Al rato, nos echan literalmente a la calle para que nos conozcamos mejor, y ellas se quedan charlando de sus planes.
Tras un par de horas, volvemos a casa y nos preguntan por las “novedades”. Todo ha ido bien. En un momento en que puedo hablar a solas con Regina, le digo en voz baja:
— Si tengo que empezar a salir con Joana para estar cerca de ti…lo haré encantado. No me puedes alejar…soy tuyo y tú eres mía—
— Deja a mi hija…es muy joven…está todavía estudiando…además no necesitas obligarme...yo también lo estoy deseando… no sabía cómo decírmelo a mí misma—
— He decidido que me quedan algunas cosas que hacer y con mi marido es imposible—
— Ven mañana por la mañana, estaré sola en casa.. — me dice muy convencida.
Me invento una excusa para mi madre, me quedo a dormir en su casa, en la habitación de mi adolescencia. Mañana, llegaré tarde al trabajo porque antes de ir me pasaré por casa de Regina. Esta noche miraré por la ventana, igual que hacía por aquel entonces.
La idea de repetir el encuentro con Regina me acompaña hasta el filo de los sueños y me golpea con fuerza en la cabeza. Dejo volar mi imaginación divagando entre las posibles alternativas y noto como algo se va endureciendo entre mis piernas.
No insisto, me dejo ir hasta dormirme plácidamente, mañana quiero estar en plena forma. Sobre las ocho treinta me presento en su casa. Su marido y su hija hace un rato que se fueron.
Me abre la puerta y me cuelo rápido y con sigilo. Ya a solas nos fundimos en el beso apasionado entre dos amantes que se desean.
— Anda ven…vamos al dormitorio — dice al tiempo que me coge de la mano y me arrastra por el pasillo detrás de ella.
Al llegar al dormitorio, me da un beso rápido de bienvenida, un bocadito en el mentón, para acto seguido desbotonarme la camisa, poner sus manos sobre mi pecho y tocarme con su yo fuera un autentico regalo para ella. Con la camisa fuera, me deshace el cinturón, me hace bajar los pantalones, yo me quito rápidamente los zapatos y calcetines y me quedo en calzoncillos delante de ella.
No puede resistir la tentación…me agarra un cachete para comprobar que esta bien tenso, luego pone una mano encima del paquete.
— ¡Ay! mi pichoncito que buena verga tiene… se la vas a dar toda a tu mami, ¿verdad? —
Yo cada vez estoy más alucinado, quien iba a sospechar que una respetable señora de cincuenta años, con marido y familia se iba a comportar así con un joven como yo.Es caso es que no se la ve nada cortada y que sabe muy bien lo que quiere hacer conmigo.
Para desatar mi locura, se hinca de rodillas delante de mi, me baja el calzón dejando que mi polla de un respingo enorme y quede apuntando al techo. Regina está emocionada, no aparta la mirada de mi verga que luce gorda y tiesa como en sus mejores momentos.
Con gula acerca su cabeza, abre la boca y la engulle poco a poco. Cualquiera diría que quiere metérsela toda, hasta la campanilla. A mi me parece imposible, sin embargo poco a poco se la va metiendo en la boca hasta hacerla casi desaparecer. Mueve la cabeza adelante y atrás dos o tres veces, como si quisiera que le folle la garganta. La penetración es tan profunda que le viene una arcada que le hace retirar la boca rápidamente.
Saca de su boca un salivajo grande y espeso que deja caer sobre mi polla, luego con la mano lo extiende restregando con su mano por toda la polla y los huevos. Uffff, que cosa!
— ¡Regina, Regina…vas a hacer que me corra antes de empezar — le digo para que sea consciente que si sigue así me va a reventar los huevos.
— ¡Jejeje… no te preocupes querido…yo sé lo que me hago y estas en buenas manos —
(días mas tarde me confesó que llevaba bastante tiempo practicando con un dildo de goma, que le encantaba practicar la garganta profunda y que había estado esperando la ocasión de encontrar a alguien con quien practicar…no con su marido que estas cosas no le llamaban la atención, ni tampoco un desconocido. Yo había aparecido en el momento preciso. Di gracias al cielo por ello)
— ¡Que ganas tenia de comerme un buen mocito como tu!... con una buena polla…bien dura y llena de lechecita para mi! — exclama dejándome totalmente fuera de juego pues no me esperaba de mi recatada vecina.
— Háblame sucio… quiero ser como una puta…disfrutar como una autentica guarra…quiero comer y que me comas… y sobre todo que me hables… que me digas cosas guarras —
— Toda la vida siendo buena…¿para que?... fóllame todo lo que quieras… estoy ansiosa por tener una buena verga dentro…muy adentro—
Mi antigua vecina hace que me acerque a la cama, me empuja hasta que me siento en el borde, con las piernas abiertas, los pies apoyados en el suelo, el cuerpo inclinado hacia atrás y apoyándome con ambas manos para mantener el equilibrio. Estoy cómodo, con la verga apuntando al cielo, ansioso porque continúe con la mamada.
Ella se sienta en el suelo sobre sus piernas, me pone de medio lado mirando hacia mi, me la toca…suave y lentamente, ¡uhmmm yo soy su regalo!
Baja el pellejo completamente para descubrir mi capullo por completo, le gusta lo que está viendo, de forma inconsciente se muerde los labios, entreabre la boca y saca un poco la lengua. Parece una gatita que se relame antes de darse un buen festín.
— Chúpamela… igual que si fueses un becerrito que quiere sacar la lechecita…— le digo al tiempo que le cojo la cabeza y se la dirijo para que encuentre mi polla justo delante de su boca.
Primero con reparos, y después con mucha lujuria, Regina va lamiendo una y otra vez mi troncho, desde la punta hasta la base, dejando gran cantidad de saliva que luego reparte con la mano. Me frota con energía haciendo saltar mis huevos una y otra vez. Alterna intensas lamidas sobre la roja seta en la que se ha convertido mi capullo.
— Así, así chúpala…mamona!, quiero que le saques toda la leche que llevo acumulada para ti— le digo mientras la sujeto por el pelo mientras se traga todo mi miembro acentuando mis palabras para complacer sus deseos
— ¡Qué buena pija tienes Raulito— me dice entre mamada y mamada.
Mientras me la menea se toca la entrepierna por encima de las bragas que todavía lleva puestas , aunque las lleva chorreando. Alterna el movimiento de sube y baja de su mano derecha, con intensas lamidas y aproximaciones profundas. De vez en cuando deja la boca a la distancia ideal para que mi glande roce con sus labios y su húmeda lengua. ¡uy , que rico, le repito una y otra vez
— Desnúdate…quiero verte las tetas mientras me la chupas… y echar mi leche por encima— le ordeno.
Regina me obedece de inmediato. Se coge las tetas por abajo y las levanta haciendo que los pezones casi se junten en el medio del pecho.
Ahora yo me pajeo violentamente haciendo que la punta del capullo roce con sus pezones una y otra vez. La toma entre sus pechos y me la acaricia con ellos. Agacha la cabeza y deja caer mas saliva sobre el capullo para que resbale mejor. Luego lo toma entre los labios y lo succiona profundamente.
Siento como mis huevos se arremolinan apretándose sobre la base del cipote antes de lanzar una fuerte andanada de semen que va a parar al cuello y al pecho de mi querida Regina.
Sigo meneándomela y va saliendo más lechecita que cae en sus labios y sobre sus pechos. La corrida es bestial y las piernas me tiemblan. Siento ganas de seguir meneándomela hasta sacar la ultima gota, pero algo me contiene.
— queridito, ya esta bien… me ha gustado mucho comerte la polla, pero no has guardado nada para mi, ya está bien, ¿no?.
— Oh, si…ha sido estupendo, no te preocupes que tenemos toda la mañana y tengo algunas sorpresas para ti que te van a encantar. Llevo muchos días deseando jugar contigo.
— Vamos a disfrutar hasta que caigamos rendidos, le digo.
Deverano.