Una vieja amiga

Retomo la relación de amistad con una vieja amiga con la que hubo algo.... y ese algo renace

Hola, aquí vuelvo con mi segundo relato, ya que vi que el anterior, El Concierto , os gustó. Para aquellos que no me conozcáis, me llamo David, tengo 29 años y soy de Barcelona, España. Y al igual que mi relato anterior, prometo que NO es ficción, es real. En mi opinión, por muy buena imaginación que nadie tenga, no tiene sentido inventar. La realidad siempre supera a la ficción, y no puede compararse una invención a un buen recuerdo, tanto como para el que escribe…como para el lector, espero. Así que lo único inventado son los nombres…y cierta aportación a los diálogos, que si bien existieron más o menos como los escribiré, evidentemente no tenía una grabadora…. Bueno…. Vamos a ello.

Desde hace casi dos años salgo con una chica, Carol, de 28 años. Puede parecer contradictorio lo que voy a decir, pero lo cierto es que la quiero muchísimo. Estoy enamorado de ella, en serio. Pero si hay algún tipo de problema en la relación, éste es el sexo. Y es un problema para mí, no para ella (¡o eso creo!).  El problema radica en que ella es muuuy clásica, y muy poco morbosa. Siempre las mismas posturas, siempre en la cama, nunca juegos nuevos, nada de sexo anal, nada de fantasías…. Y yo personalmente me considero una persona totalmente abierta en el sexo: me gusta probarlo todo, no cerrarme a nada. Y una vez probado algo, decidir si me gusta o no, y si voy a repetir o no. Y eso me lleva a que por muy enamorado que esté de Carol, busque fuera de nuestra relación aquello que en ella me falta, y trate de tener mis aventuras (creedme, muchas menos de las que querría).

Hace unos años estuve liado con una chica, Ana, tres años menor que yo (ahora tiene 26). Nunca llegamos a nada serio, no nos interesaba ya que veíamos que como pareja no podíamos funcionar, pero sí podíamos ser buenos amigos. Y la verdad es que con ella SÍ tenía buen sexo. El mejor que nunca he tenido. Así fue que durante nuestra amistad el sexo siempre estaba ahí. Era, lo que comúnmente se llama, una follamiga.

Pero Ana empezó a salir con un chico y ahí empezó a pararme los pies. Ya no me dejaba besarla, las caricias se convirtieron en roces…. Pero como cada vez que la veía yo intentaba liarme con ella, nuestra relación se fue enfriando, viéndonos cada vez menos, para no sentirnos tentados (básicamente ella…¡yo quería la tentación!).  Y durante casi un año perdimos bastante el contacto.

Pero hace unos meses reapareció en mi vida. Vía whatsup empezamos a contactar de nuevo, y finalmente un día volvimos a quedar, en su casa. Y no lo voy a negar, yo iba con las peores intenciones del mundo con ella (o mejores, según se mire).

Tras los dos besos de rigor cuando llegué nos pusimos a charlar, cerveza en mano, en el sofá de su casa. De cómo nos iba, que tal con el novio y la novia…. Lo típico. Y recordando viejos tiempos salió el tema del sexo. Yo fui sincero y le confesé que los mejores polvos de mi vida habían sido con ella, y que no iba bien a nivel sexual con Carol. Ella me dio el típico consejo de hablar con ella (ya lo he hecho, y nada), de poner yo la puntilla en la relación (no me deja…)… en fin.Y mientras íbamos hablando yo no voy a negar que me iba calentando, así que me fui recostando “como buen amigo” en ella, pasándole el brazo por los hombros, acariciando su nuca con la mano del mismo, y con la otra mano su brazo. Ella no se quejaba ni hizo ademán de apartarse. Así que aprovechando un momento de silencio le sonreí y le abracé

-       Gracias por escucharme

-       De nada

Pero no me separé del abrazo, y seguí masajeando su nuca.

-       No, en serio, gracias de nuevo – insistí.

Y le di un beso en la mejilla. Ella sonrió y le di otro más, ahora más cerca de su boca

-       Para, tonto! – se quejó ella

Pero en vez de parar acerqué mis labios a los suyos y le di un pico. Ella, aunque sin movimientos bruscos, se apartó de mi.

-       ¿Qué haces?

-       Pues… no lo sé, darte las gracias…

-       David, tienes novia.

-       Sí, pero ella no está aquí –contestó.

-       Y yo también tengo novio. No podemos.

-       ¿Por qué no? – pregunté.

-       David, no quiero hacer nada de lo que luego tú o yo podamos arrepentirnos.

-       Yo no me arrepentiré, seguro – le contesté.

-       Ya. Pero no puede ser.

Y se separó de mis brazos y se levantó para ir a la cocina a hacer vete tú a saber qué… es decir, simplemente, a escapar de mí. Cuando volvió se sentó en una silla, sin compartir ya conmigo el sofá, y entendí que no podría hacer nada. Charlamos un rato más, y me despedí de ella con la promesa de que no pasara tanto tiempo sin volver a vernos.

Al despedirnos sí me dejó darle un pico, durante el cual aproveché para acariciar su culo por encima del tejano. Ella sonrió, y yo me fui a casa, aunque con un calentón del quince encima….

Pasaron los días y continuaba el contacto por whatsup, a lo que luego sumamos, de nuevo después de tanto tiempo, el msn.

Por msn las cosas fueron cambiando. La relación se iba haciendo cada vez más fluida de nuevo, y aprovechando la conversación que habíamos tenido sobre Carol, a la mínima que podía sacaba el tema sexo. Cómo nos iba, qué hacía…. Y llegó el día en que la conversación subió de tono por completo. No llegamos al punto del cibersexo, pero sí una conversación muy picante con las posturas que a ella le gustan (como si no las supiera…), que le gusta estar a 4 patas y que le llamen perrita…. En fin, que la cosa acabó con ella, no lo sé, pero para mí, con una paja memorable. Y lo más importante: concretamos quedar a la semana siguiente.

Y llegó el día de quedar. De nuevo en su casa. Imaginaos cómo iba yo. En mi memoria ya no estaba el recuerdo del “platón” de la última vez, sino la conversación del msn. Y tenía claro que a la mínima debía atacar.

Me recibió con tejanos y camiseta. Es una combinación simple, sí, pero me encanta, pues ella es delgada y esos tejanos le marcaban el culo de una manera espectacular, así como la camiseta sus pechos.

Nos sentamos los dos en el sofá a hablar, de nuevo uno al lado del otro, mucho más distendidos que la última vez. Y en algún punto de la conversación mi mano acabó sobre su pierna, acariciándola. No hubo quejas, no se apartó… pintaba bien. Con la otra mano cogí la suya, como quien no quiere la cosa, y al poco ya estaba moviendo mis dedos, jugando con los suyos. Cuando de pronto…

-       Me haces cosquillas –me dijo.

-       ¡No! Eso no son cosquillas….¡son esto! –contesté.

Y me tiré encima suyo buscando sus costados para hacerle cosquillas, tumbándola sobre el sofá.  Todo eran carcajadas y continuos “¡para, para!”… y al final, cuando la tuve como buscaba, paré.

Paré estando encima suyo, con mi cabeza a la altura de la suya, y me la quedé mirando, sonriendo los dos como tontos.

Con mi mano empecé a acariciar su pelo, y bajé mi cabeza, para besar su mejilla. Volví a besarla, acercándome más a sus labios. Y a la tercera, besé sus labios. Me separé para ver su reacción pero seguía sonriendo, así que volví a besarla, esta vez más intensamente. Y con mi lengua, rocé sus labios, que ella abrió. Empezamos a besarnos. No fue un beso de locura. Fue un beso muy pausado, lento, cálido, repasando todos los rincones de esa boca que hacía tanto que no cataba, disfrutando del piercing que tiene en su lengua que tanto me gusta.

La mano que tenía en su pelo fue bajando por su cuello, acariciándolo, y siguió bajando hasta posarse en uno de sus pechos. Ella acomodó sus piernas, encajándome entre ellas, y yo presioné un poco más en sus pechos, sin dejar de besarla.

Hasta que paró ella.

-       David… no

-       No… ¿qué?

-       Que esto no está bien

-       ¿Por qué no? –contesté, quizá con pánico en mis ojos.- Tú estás disfrutando y yo también, ¿dónde está el problema?

-       Pues que tenemos pareja.

-       Me da igual

-       Piensa en Carol, ¿es que no te importa?

-       Si. Me importa, pero esto no quita que la quiera, esto es sólo sexo – contesté. Lo siento, pero siempre he sido muy directo.

-       Ya, pero, ¿A ti te gustaría que ella te engañara con otro? – contestó.

-       Lo que sé es que ella no está aquí, y ojos que no ven, corazón que no siente.

-       Ya, pero luego tendré remordimientos por ti y por ella.

-       ¿Y por tu novio?

-       Joder, David, también.

-       ¿Tú se lo vas a contar?, porque yo seguro que no, Ana. Aquí solo estamos tú y yo, y creo que los dos lo deseamos. ¿Dónde está el problema?

Y empecé a besar su cuello.

-       Que esto no está bien –contestó. Pero mientras contestaba movía su cabeza para que su cuello fuera más asequible para mi boca, y cerraba los ojos.

-       Tú déjate llevar.

-       No…

Pero era un “no” sin convicción en absoluto, así que bajé mi mano y la coloqué entre sus piernas, sobre su tejano, presionando su rajita. Ella gimió.

Ya estaba.

Volví a besarla, y esta vez ella rodeó mi cuerpo con sus brazos besándome apasionadamente, buscando mi lengua con la suya, respirando agitadamente, mientras mi mano acariciaba su coño sobre el pantalón. Subí la mano unos centímetros y desabroché el botón de éste, luego la cremallera, e introduje mi mano en él, acariciando sobre su ropa interior. Dios santo, estaba ardiendo, estaba mojadísima.

No dejaba de besarla salvo para repetirle continuamente lo mucho que la deseaba y lo mucho que echaba su cuerpo de menos. Le dije que nunca nadie me había follado como ella me había follado a mí. Mientras, no dejaba de acariciar su entrepierna, siempre sobre la ropa interior, mientras ella movía sus caderas buscando mi mano, besándome y suspirando.

Inesperadamente se separó de mí y me tumbó sobre el sofá, colocándose a horcajadas sobre mi. Lo había conseguido, Ana siempre había sido muy caliente en el sexo…. Y esa Ana estaba volviendo. Sin dudarlo se quitó la camiseta y casi en el mismo movimiento sus pechos libres. Unos grandes pechos con unos pezones increíbles, de aureola pequeña, pero grandes y puntiagudos como pocas veces he visto.

-       Te voy a follar, cabrón.

Fue todo lo que dijo antes de volver a lanzarse sobre mi boca, más que besándome, comiéndome la boca, a ratos creando saliva y pasándola directamente a mi boca. Era todo lujuria. Mientras, mis manos amasaban su culo mientras nos movíamos como follando, rozándonos, separados por nuestra ropa. Me incliné un poco y atrapé uno de sus pechos con mi boca, succionando, literalmente su pezón, mientras con la otra mano atrapaba su otro pecho. Ella gemía, y mi boca la devoraba, mientras la otra mano no se apartaba de su culo.

Pero no me dejó disfrutar mucho de sus pechos. Me empujó contra el sofá tumbándome de nuevo y con sus manos buscó mi camiseta para cogerla y empezar a quitármela. Le ayudé, y se lanzó a besar y lamer mi cuello…mmmm que gustazo!... empezó a bajar por mi pacho, apartando su pelvis de la mía, sin dejar de mirarme a los ojos, hasta que llegó a mi ombligo. Con su mano empezó a acariciar la tienda de campaña que tenía en mis pantalones, y al fin, empezó a desabrocharlos.

Cuando fue a tirar de ellos para quitármelos, le ayudé, levantando mis caderas, y en la misma tacada volaron también mis calzoncillos, quedando desnudo, totalmente empalmado delante suyo.

Se puso de pie un segundo y se quitó ella también sus pantalones y tanga, dándome por un momento una fugaz visión de su coño totalmente depilado, antes de volver a recostarse en el sofá, entre mis piernas, con la cabeza directamente sobre mi polla.

Con su mano derecha cogió mi polla y empezó a acariciarla lenta y suavemente, para finalmente cogerla y empezar a masturbarme. Yo estaba en la gloria… y más aún cuando ví que de sus labios salía una gotilla de saliva que dejó caer sobre mi capullo, lubricándome, y acto seguido, como bajaba su cabeza y sin ningún preámbulo se la introdujo en la boca. Mi polla entraba y salía de su boca, y de verdad, si nunca os la ha chupado una tía con un piercing en la lengua, tenéis que probarlo. Es espectacular. A ratos la sacaba del todo y la recorría en toda su extensión con su lengua, desde la cebecita hasta mis testículos, que se metía en la boca, para volver a subir y volver a tragársela, mientras cada dos por tres alzaba la mirada para mirar a mis ojos. En un momento determinado bajó su boca un poco más y me abrió de piernas para empezar a lamer la entrada de mi culo, comiéndomelo durante algunos momentos, primero rodeando la entrada con su lengua, y luego lamiendo sobre ella, para finalmente medio introducir en mi culo su lengua…mmmm…..espectacular…. y cuando volvió a mi polla noté como uno de sus dedos empezaba a masajear mi ano… entrando en él poco a poco, acda vez más, mientras su boca seguía tragando mi polla. Antes de darme cuenta su dedo entraba y salía de mi culo, follándome mientras me la chupaba. Seguro que muchos tíos os negaréis a probar esto, pero de verdad, no es ser gay (aunque tengo mi punto bisex, que en otro momento os contaré), simplemente es una gozada que algún día tenéis que probar. A los pocos minutos de estar chupándomela mientras su dedo seguía en mi culo le cogí la cabeza y le separé. Estaba a punto de correrme. Y no. No teníamos todo el tiempo del mundo, y no podría haber más que un polvo, así que le separé.

-       Para, que me corro…. – su respuesta fue una sonrisa lasciva -. Date la vuelta….

Ella se separó de mi y se colocó a 4 patas, dándome la espalda, dándome una maravillosa visión de ese culo que tanto adoro y que tanto echaba de menos. No lo dudé y empecé a acariciarlo y  masajearlo, acercando mi cabeza para notar el olor a sexo que despedía que tanto me gusta.

Mis dedos empezaron a bajar por su raya hasta llegar a su húmedo coño, que empecé a acariciar en todo su largo, deteniéndome a ratos en su clítoris, atrapándolo entre mis dedos, a ratos en su entrada, introduciendo un poco mis dedos. Ella gemía y movía acompasadamente su caderas, acompañando mis movimientos. Y cada vez éstos se movían más rápido al llegar a su clítoris, masajeándolo, buscando su orgasmo, hasta que ya no aguanté más y acerqué mi boca.

Primero fue sólo con la punta de mi lengua, como a mi me gusta, como catando, y esperando a que ella deseara más, recorriendo toda su rajita sin un solo pelo (no como  la de mi novia), y cuando sus movimientos y gemidos me lo indicaron pegué mi boca, por detrás, buscando su coño con mi lengua, besándolo, succionando, abriendo sus labios con mis manos y succionando su clítoris una y otra vez, combinando con pequeños mordisquitos. Ella siempre había sido de soltar muchos líquidos y por lo que veía eso no había cambiado. Y adoro el sabor de un coño. No dejaba de chupar y tragar, mientras que, al poco, introduje un dedo en ella…. Y luego un segundo, hasta el fondo. Y empecé a follarla con ellos mientras le comía el coño sin parar, moviendo mi lengua de un lado a otro.

Ella gemía y se arqueaba, pidiendo más, y por dios que iba a dárselo. Hacía tiempo que no tenía una mujer así para mí. Y llegó el momento en que ella se tensó entera, soltando un pequeño grito, y noté como un torrente de fluidos resudaban por las paredes de su coño, por lo que me desprendí de su clítoris para amorrarme a su entrada y poder tragar todo lo que saliera, dedicando ahora mis dedos a su clítoris para que éste no quedara desatendido….

Según volvía a relajarse empecé de nuevo con lamidas más pausadas y con caricias en su botoncito más lentas…. Para luego empezar a subir con mi boca, hasta llegar a la entrada de su culo, que empecé a lamer. Y os aseguro que es una gozada, pues ella está acostumbrada al sexo anal y con solo dos lamidas ya empezaba a estar abierto… introduje mi lengua, lamiendo si interior, follándole con ella, mientras ella gemía y se arqueaba… sin parar de masturbarla mientras le comía el culo, hasta que combiné las comidas con un dedo dentro de éste. ¡Qué fácil entró!... Así que vino un segundo y empecé a follarle el culo con mis dedos, acariciando sus paredes cuando mis dedos llegaban al fondo, para volver a salir, mientras mi otra mano seguía masturbando su coñito…

Ella estaba con la cabeza apoyada en el sofá, yo diría que en la gloria, y decidí que ya era el momento. Al fin y al cabo…. Yo no aguantaba más. Así que retiré mis manos de su coño y su culo y me coloqué en posición.

Empecé a recorrer su raja y su culo con mi polla, siguiendo todo el largo y lubricándola con sus propios fluidos, apoyándola un poco en la entrada de su coño, dejando que entrara un par de centímetros de vez en cuando, para luego volver a acariciar… hasta que por fin lo dijo.

-       Fóllame… venga, métemela ya…

Y lo cierto es que siempre he sido muy obediente. No me lo tuvo que decir dos veces. La coloqué en la entrada de su coño y poco a poco la fui metiendo. Se deslizaba como un cuchillo en mermelada caliente, pero yo estaba disfrutando del momento.

-       Fóllame ya….

Yo sonreía. La tenía a 100…. Y yo estaba a 1000, así que me dejé ya de juegos y empecé a bombear, cogiéndole de las caderas, al principio lentamente y cada vez más rápido, llegando con cada embestida hasta el fondo de su coño.

Ella gemía y movía sus caderas, cada vez más rápido para que la follara más rápido y fuerte, y a ello me puse. Era un ritmo constante, y sólo se oían sus gemidos y el choque de su piel con la mía. Deslicé uno de mis dedos por su culo y lo coloqué en la entrada de éste, y lo fui metiendo poco a poco, dándole una mínima doble penetración. Mi polla entraba y salía al ritmo de mi dedo en su culo, abierto y también lubricado por mi saliva de antes.

-       Me encanta que seas una perrita, que seas mi perrita -le dije recordando la conversación de msn.

Su única respuesta fue un gemido, y no dejar de follar, cada vez más rápido…. Hasta que volví a notar las señales… volvió a arquearse y a tensarse…

-       ¡Me corro… me corro!

Y vaya si se corrió, noté de nuevo todo ese torrente de fluídos, ahora sobre mi polla, y paré, dejándola en lo más profundo de su ser, para que disfrutara del momento. Tenía algún temblor, chillaba y gemía. Estaba en la gloria, y yo también. Cuando se relajó volví a empezar a follarla, más lentamente, notando como ahora mi polla resbalaba aun mejor que antes, y sin dejar de follar su culo…

-       Córrete…. –me pidió.

-       No, aún no….

Y junto a mi respuesta me incliné besando su espalda, y sacando lentamente mi polla de su coño… dirigiéndola a su culo. Saqué mi dedo y empecé a  acariciar la entrada de su culo con mi polla… ella segiró hacia mi con media sonrisa y un “mmm”…. Con una mano cogí una nalga, abriéndola un poco más, y con la otra tomé mi polla, ayudando a que, poco a poco, entrara.

Entraba muy fácil, primero por estar ella acostumbrada a ser enculada, y segundo, porque quiero pensar que mi trabajito oral y de mis dedos habían ayudado. Su respiración era entrecortada mientras arqueaba su espalda y con su pelvis ayudaba a que entrara mejor mi polla….  Hasta que estuvo al fondo. La dejé ahí unos segundos, para que su culo se adaptara bien, mientras ella gemía y se movía sensualmente… y pasados esos segundos empecé a follarle el culo.

Como si fuera su coño, primero poco a poco, para que se adaptara… y para que ambos pudiéramos disfrutar más del momento…. Y al poco más rápido, lo suficiente como para darle una (espero) buena follada, pero sin hacerle daño. Sus gemidos eran constantes y sus movimientos ayudaban mucho.

-       Soy tu perrita, cabrón, soy tu perrita, córrete…. –me dijo en algún momento.

Y yo estaba ya haciendo esfuerzos para no correrme, ya que lo estaba deseando. Me dio tiempo a 4 o 5 embestidas más…. Y la saqué rápidamente, a lo que ella dio un gritito de dolor… pero notó enseguida por qué la había sacado, ya que mi respiración lo daba a entender. Se dio la vuelta y se medio sentó en el sofá, tomando mi polla con su mano y llevándola a su boca. Empezó a chupar mi polla mezclada con sus fluídos vaginales y el aroma de su culo, mientras con la mano me pajeaba…. Y al fin estallé.

Ella se apartó un poco, de manera que pude ver perfectamente como mis chorros de leche caían en su boca y labios…resbalando por la comisura de éstos. Cuando al fin paré de correrme, se la introdujo en la boca, pero no limpiando, pues no había tragado, pero jugando con mi polla y mi lefa en su boca… al final la sacó, y me sonrió aún con toda mi leche. Yo también sonreí y se acercó para besarme.

Yo acepté, un largo y húmedo beso abrazados, mezclando nuestras lenguas, sus fluidos y mi leche, tragando ambos.

Cuando nos separamos no había remordimientos, estábamos felices. En mi opinión había sido un polvazo, lo habíamos disfrutado, y ambos sabíamos que podía haber más. Me fui al lavabo a limpiarme un poco y tras vestirme y charlar con un cigarro en la mano un poco más con ella nos despedimos con un largo beso… hasta la próxima vez.

Espero que os haya gustado. Podéis (y espero que lo hagáis), dejar vuestros comentarios aquí o en mi mail, o agregarme al msn, que es davidbcnn@hotmail.com