Una vida... Y mil mas si es necesario Cap. 6

Gracias por leerme... Espero les agrade es el semi-final de la historia.

Fue como un flashback para Sarah, se sentía tan bien besando a Ceci y Ceci correspondía su beso… Tuvieron que separarse, ya que escucharon a un vecino.

Vecino: Señoritas, déjenme pasar, llevo un buen rato diciendo esto—las dos chavas se separaron y con un rubor en sus mejillas.

Las dos: Lo sentimos, no nos dimos cuenta—el vecino paso rápidamente y ellas se miraron y comenzaron a reír, cuando pararon de reír Sarah le pidió a Ceci que fuera con ella de regreso a su departamento, pero Ceci se negó, dijo que no podía y salió casi corriendo de ahí… ¿Por qué lo hizo? Aun no lo sabía, pero debía aclarar su mente y Sarah también.

Sarah estaba a punto de seguirla, pero decidió regresar a su departamento sabía que si en este momento iba tras ella podía echarse para atrás y no quería apresurar todo, así que decidió subir y pensar en que haría para poder aprovechar esa oportunidad que le estaba dando esta nueva vida que tenía.

Ceci llego a su casa feliz por lo que había pasado, se sentía distinta, la vida le sonreía, por fin la persona que amaba y que aviva todas esas emociones en ella, tal vez la había regado en irse, pero sabía que las dos necesitaba tiempo… al besarla sintió que la vida volvía a ella, que no hay nadie más para ella que Sarah.

Los primeros días fue muy difícil, ya que se veían en la escuela y en el trabajo, por suerte para ambas tenían pocas oportunidades de verse… Sarah estaba planeando algo para pedirle a Ceci que estuviera con el ella resto de su vida pero tenía que ser algo especial y perfecto, pero no se le ocurría que podía hacer.


Ceci: Papa, extraño mucho a Sarah.

Papa: Bueno hija eso es normal, pero pronto volverán a hablar solo necesitas que se calmen las cosas.

Ceci: ¿Tú crees que se me ame?

Papa: No lo sé hija, solo sé que quiero que seas feliz y para ser sincero, cuando las veo a las dos juntas las veo felices.

Ceci: Creo que a mi mama le dará un infarto cuando se entere.

Papa: No lo creo hija—recordando que justamente su esposa fue quien le dijo que Ceci sentía más que amistad por Sarah hace tiempo y le costó mucho trabajo aceptarlo.

Ceci: Algo me dice que mi madre ya lo sabe—viendo a los ojos a su padre.

Papa: Siendo sincero contigo hija, tu madre lo sabe antes que yo.

Ceci: ¿Pero cómo?—decía sorprendida.

Papa: Pues hija el cómo te pones cuando la vez, el como la tratas, creo que cualquiera pudo haber notado el amor que le tienes.

Ceci: Papa!!—decía Ceci un poco apenada, jamás creyó que podría hablar como si nada con su padre del amor que le tenía a Sarah, cuando meses antes ni siquiera se dirigían la palabra más que para presionarla por empezar a trabajar en la empresa que tenía.


Mariana: Sarah necesito hablar contigo, ábreme sé que vives aquí tus padres me dieron la dirección.

Sarah: ¿Qué necesitas Mariana?—abriendo la puerta y dejándola pasar.

Mariana: Sarah, necesitamos hablar, es importante.

Sarah: Ya no hay nada que hablar Mariana—lo decía de la forma más calmada posible.

Mariana: ¿Nada? ¿Y nuestro amor?—acercándose a ella he intentado besarla, pero Sarah la rechazo—acaso ya no te importa mi amor Sarah.

Sarah: Tu y yo no podemos estar juntas Mariana, me lo dijiste hace poco ¿Ya se te olvido?, porque a mí no, yo quiero ser feliz y mi felicidad no es contigo.

Mariana: ¿Estas segura de eso?—decía Mariana con lágrimas en los ojos—Porque créeme que no encontraras a nadie como yo jamás, nadie que te bese como yo, que te amé como yo, que te haga sentir lo que yo te hago sentir.

Sarah: Lo se Mariana, todos somos distintos y el amor que se siente es diferente, y no hay nadie como tú o como yo en este mundo, no hay nadie igual—lo único que quería es que Mariana se fuera para ir a buscar a Ceci.

Mariana: No me puedes hacer esto Sarah, yo te amo.

Sarah: No te estoy haciendo nada Mariana, tu primero terminaste conmigo, me rompiste el corazón, y ahora vienes a pedirme… ni siquiera sé que vienes a pedir Mariana, hace mucho que no estoy contigo—agarrando su mano—te quiero muchísimo como amiga, y estoy para lo que necesites pero necesitamos tiempo, realmente necesitamos superar esto Mariana, no puedes jugar más conmigo… te di todo lo que podía darte y me olvide de mí, así como me dijiste una vez, si realmente sentiste amor por mí, aceptaras esta decisión, aunque duela.

Mariana: Pero nos amamos Sarah—soltando la mano de Sarah.

Sarah: ¿Estas segura de ello?—decía Sarah molesta.

Mariana: Yo sé que te hice mucho daño, pero te amo y quiero estar contigo.

Sarah: Lo siento pero eso no pasara de nuevo—sabía que era chantaje lo que iba a hacer pero en ese momento era lo que se le ocurría—si me amas como dices amarme, aceptaras que cada quien viva su vida por separado sin un lazo más allá de la amistad, dices amarme, haz lo que nunca has hecho por mí, déjame ser feliz con alguien más. Ahora necesito que te vayas Mariana, por favor.

Mariana: Pero Sarah—tratando de ver inseguridad en ella, pero por primera vez en lo que la conocía había visto seguridad completa en ella—está bien, lo hare, pero te amo Sarah, no lo olvides—y salió del apartamento de Sarah.

Sarah sentía que se quitaba aun peso de encima, tal vez sonaba mal, pero por fin se había liberado de ese amor que tanto daño le causaba y le impedía estar con su alma gemela, Ceci y ya no quería perder más tiempo lejos de ella. Así que salió corriendo a casa de sus padres, para pedirle que dejaran de meterse en la relación que mantenía con Mariana, que la principal razón por la que se había mudado era porque Mariana se la pasaba todo el tiempo en su casa y quería alejarse de ella, ser feliz, poder dejar todo atrás.