Una vida vacía 4

Mark tiene que ir a casa del señor Bordus a estudiar, pero ocurre algo por el camino. El señor Bordus no tiene paciencia, ¿Podrá Mark llegar a tiempo o...? No se lo pierdan.

Gracias a todos por el apoyo que le estáis dando a “Una vida vacía”. Debido a vuestro apoyo la serie puede continuar y puedo escribir más episodios. Tras mucho pensar qué debía pasar en este episodio, me he decidido por sacar algo que llevaba reservando desde el inicio de la serie. Espero que os guste.

Una vida vacía

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Un relato del Enterrador

Si desean, pueden comentar a través de email a la dirección de correo: latumbadelenterrador@gmail.com

Episodio 4: Elige bien a tu maestro...

El despertador sonó, y mis ojos se abrieron cansados, llevaba toda la noche sin dormir. No había podido dejar de pensar en Robert, ¿por qué sufría tanto por él? Era algo absurdo, si estaba enamorado de él, lo que más querría sería su felicidad, ¿no? Entonces... ¿Por qué me molestaba que fuera feliz? Supongo que... Yo lo que quería es que... Fuera feliz... Conmigo.

Fui al salón y le eché de comer al gato, que seguía durmiendo.

-(Menos mal que está frito, si llega a estar despierto, me araña entero. Maldito gato... ¿Por qué no lo he arrojado ya al camión de la basura? Supongo que soy un idiota....)-pensé para mí.

Miré la hora y me fui a prepararme para la clase con el señor Bordus. Me vestí con el uniforme escolar (el señor Bordus exigió que debía llevarlo en sus clases porque... “El hábito SÍ hace al monje”), preparé mi mochila, y salí a la calle tranquilo. Tenía tiempo, así que no tenía por qué correr. Prefería dar un paseo para despejarme las ideas.

Pasé junto al parque y vi que dentro había un montón de gente reunida. Decidí echar un vistazo, no en plan cotilla, sino para satisfacer mi “curiosidad científica”. Cuando entré vi que la zona estaba acordonada y la policía estaba hablando con la gente.

-(¿Eh? ¿Qué habrá pasado aquí? Igual investigan mi violación. A buenas horas, después de reconciliarme con mi violador... Dios, sueno como alguien con síndrome de Estocolmo. Qué asco doy...)-pensé mientras suspiraba.

-¡Le digo yo que estoy es por culpa de las maquinitas esas de los jóvenes!-gritaba una señora a un policía.

-Ya, ya, señora... Pero sigue sin decirme si usted vio algo o no...-dijo el policía cansado.

-Disculpe agente-dijo yo preocupado-¿Qué ha pasado?

-¡Qué falta de educación! ¡Joven! ¿No ves que estaba hablando yo?-dijo la señora escandalizada.

El agente suspiró y tras un silencio me miró.

-Anoche hubo una pelea aquí-dijo al fin.

-Claro, ahora con las maquinitas esas de matar todos los jóvenes son unos violentos-dijo la mujer orgullosa-Cuando yo era joven esto no pasaba...

-¿Pero esto no es excesivo? Han acordonado la zona... Espera, ¡¿ha ocurrido un asesinato?!-dije nervioso ignorando a la señora.

-No exactamente-dijo el policía pensativo.

-En mis tiempos la gente decía las cosas sin dudar, ¿qué es eso de “no exactamente”?-dijo la mujer molesta.

-¿Qué quiere decir, agente?-dije asustado.

-Un chaval ha entrado en coma-dijo el policía.

-¡¡¡¡MARTÍN!!!!-se oyó un grito ensordecedor.

Los tres nos giramos y un hombre gordo y canoso con uniforme de inspector apareció ante nosotros, tenía cara de malas pulgas y llevaba un puro en la boca. Se acercó con el ceño fruncido y le pegó una colleja al agente.

-¡No puedes dar información a los civiles!-dijo el hombre cabreado.

-L-lo siento, papá...-dijo el agente avergonzado.

-¡No me llames papá en horas de trabajo!-le dio otra colleja.

-(Ay... Vaya dos hostias, me han dolido hasta a mi...)-pensé para mí.

-¿Es hijo del inspector, agente?-dijo la mujer-Qué asco de tiempos, cuando yo era joven uno era policía por méritos, no por enchufe.

-(Me temo que esta señora cree que tiempo pasado fue mejor, así que las torturas de la Edad Media son mejores que la violación que yo sufrí...)-pensé suspirando.

-Vosotros, ¿visteis algo anoche?-dijo el inspector mirándonos mal.

-Qué educación...-dijo la mujer molesta-los hombres solían presentarse en mis tiem...

-¡Qué señora más cansina!-dijo el inspector-Soy el inspector Paco Poison. Ahora díganme, ¿vieron algo anoche?

-No... La verdad es que yo anoche estaba en casa (llorando mientras comía helado y el gato me arañaba los pies...)-dije avergonzado.

-Yo anoche estaba...-dijo la mujer cruzando los brazos-¿Dónde estaba? Mmm... ¡Ah, ya sé! Con mi marido foll...

-¡Aaaaagh!-dijo el agente-¡No quiero saber eso!

Recibió otra colleja de su padre y el señor nos señaló la salida del parque.

-Entonces lárguense de aquí, que molestan-dijo enfadado.

A la señora y a mi nos echaron. Cuando estábamos fuera, ella iba a hablarme, pero corrí como pude para que no me pusiera la cabeza como un bombo. Miré la hora en el reloj y me puse blanco. ¡Había perdido demasiado el tiempo! ¡IBA A LLEGAR TARDE! Corrí a toda velocidad a casa del señor Bordus.

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Llegué a la puerta y todo el cuerpo me temblaba, llegaba media hora tarde... Y dudo que mi padre le avisara, porque el problema era que me había entretenido en la calle... Tragué saliva y llamé al timbre. Tras un rato de profundo silencio, la puerta se abrió ante mí. Entré con miedo y cerré tras de mi. Llegué hasta el salón y el señor Bordus estaba en el sofá leyendo un libro.

-E-esto... Lo siento... ¡Muchísimo! ¡Lo siento muchísimo! ¡Perdóneme la vida, por favor!-dije nervioso.

En ese momento levantó la vista del libro y me echó una mirada fría como el hielo que hizo que se me pusieran los pelos de punta y que se me helara la sangre.

-¡N-no volverá a pasar! ¡Lo juro! ¡Lo juro! ¡Lo juro!-grité histérico.

Cerró el libro y se levantó del sofá dejándolo en la mesa. Se aflojó la corbata y me hizo un gesto para que me acercara. Tragué saliva de nuevo y me puse delante de él con mucho miedo.

-Has sido un niño malo, te mereces un castigo-dijo serio.

-¿Eh?-dije asustado-¿C-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c-c...?

-¡Castigo, sí!-dijo cogiéndome del brazo.

Me inmovilizó y me tiró sobre el sofá, colocándose encima de mi espalda. Me arrancó la mochila y la arrojó al suelo con desprecio.

-¡¿Q-qué hace?!-grité asustado-¡Esto es acoso sexual!

-Tu padre me dijo que podía hacerlo... Que podía “castigarte”-susurró en mi oído.

-(¡Odio mi vida! ¡Todo el mundo me viola! ¡A la mierda! ¡Después de esto me hago emo!)-pensé nervioso.

-Un chaval de 18 años siempre es apetitoso, así que te voy a devorar sin contemplaciones-dijo serio.

-¿P-pero... C-cuántos años t-tiene usted?-dije revolviéndome.

-35...-dijo sin expresión.

-(¡Es un viejo! ¡No quiero, no quiero!)-pensaba mientras intentaba zafarme de él.

-Basta de cháchara, empecemos...-dijo tocándome el culo.

Así de buenas a primeras me dio una cachetada en el culo que me tembló todo el cuerpo, no fue para nada suave, fue a mala hostia, para castigarme, para que aprendiera que el que mandaba era él. Que yo solo era un estúpido crío que debía obedecer.

-¡Aaaaagh! D-duele... ¿P-por qué me pega?-dije con las lágrimas saltadas por el dolor.

No respondió, simplemente me dio otra cachetada. Grité de dolor, pero eso no lo detuvo, se puso a pegarme una y otra vez. El dolor era inaguantable, y lo peor es que no me daba un respiro. Era una tras otra. Yo solo quería que parara aunque fuera un segundo, porque me dolía mucho.

-Debes aprender cual es tu posición-dijo serio-Yo soy el profesor y tú el alumno. No puedes hacerme esperar-dijo dándome más fuerte.

-L-lo siento-dijo llorando-¡Juro que no lo volveré a hacer!

-¡”Juro que no lo volveré a hacer, profesor”! ¡Dilo! ¡Llámame profesor!-gritó enfadado.

-¡A-agh! P-profesor...-dije entre gritos de dolor-J-juro que no lo v-volveré a hacer...

En ese momento me agarró de la cadera y me cogió en brazos. Yo intenté revolverme, pero él era mucho más fuerte que yo y no podía hacer nada. Solo lloraba y gritaba que me bajase, pero él me miraba con expresión fría. Me llevó al dormitorio y me tiró contra la cama, me agarró los brazos con una mano y con la otra abrió la mesita de noche y sacó cuerdas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-P-por favor...-supliqué mirándolo a los ojos-N-no...

-Me encanta ver cómo me suplicas...-dijo atándome los brazos a la cama-Pero más me va a gustar cuando grites mientras te devoro.

Me ató los brazos y las piernas a la cama, estaba totalmente a su merced. Aún llevaba el uniforme entero y no había hecho más que pegarme sin tocarme nada, pero sabía que eso cambiaría de un momento a otro...

Se quitó la camisa y trajo una fusta del armario. Se hizo el silencio.

-Ahora vas a aprender la lección, niño malo...-dijo lamiendo la fusta.

Se subió encima mía y me empezó a dar en la cara con la fusta, por el pecho, y por mis piernas. Mis ojos eran de absoluto temor. Me agarró de la corbata del uniforme e hizo que mi cara quedase a pocos centímetros de la mía.

-Tu profesor te va a follar, ¿algo que decir?-dijo sonriendo de forma arrogante.

Bajé la mirada y él me dio con la fusta en la mejilla muy fuerte.

-¡Tienes que decir: “si, profesor, fólleme, profesor”!-gritó furioso.

-S-si... P-profesor... Fo-fólleme, p-profesor...-dije asustado.

Me quitó la corbata y me abrió la chaqueta, comenzó a restregar la fusta por donde estaban mis pezones y me quitó la chaqueta mientras tanto, después me quitó la camisa y comenzó a pegarme en los pezones con la fusta.

-P-profesor... M-me duele...-dije dolorido.

-Ja... Suenas como toda una ramera-dijo desabrochándose el pantalón-Y las rameras comen polla...

Se sacó la polla y me la metió en la boca de repente. Mis ojos se abrieron como platos, y él comenzó a darme con la fusta en el pecho para que chupara. Sin darme cuenta, empecé a saborear aquel trozo de carne. Su tamaño era superior incluso al de Emilio, 25 cm sin exagerar. Me parecía algo sobrehumano. Su sabor era salado, pero no tenía un regusto a orina como en las pollas que había probado hasta ahora. Se notaba que este hombre llevaba una higiene impecable, no como Robert y Emilio... Como un gilipollas, volví a caer en el hechizo de otro violador.

-¿Qué tenemos aquí?-dijo tocándome la polla por fuera del pantalón-Se te ha puesto tiesa...

Me puse rojo, pero seguí chupando sin más. Tenía miedo de que si le respondía hubiera represalias. Restregaba la fusta con mi polla dura por encima del pantalón, pero al ver que la velocidad de la mamada era bastante baja (por detalles como que estaba completamente inmovilizado...) cogió mi corbata y me la enredó a través de la parte de atrás del cuello. Entonces comenzó a tirar de ella hacia delante para que mi cuello se moviera y tragara mejor.

-Eso es... Trágatela bien-dijo frió.

Aún así, no podía con ella entera en mi garganta, era demasiado grande, mi boca no podía asimilarla. Sin embargo, mi cuerpo se estaba calentando más y más ante la forma en la que me trataba.

-P-profesor... Q-quiero su polla... En mi culo-dije rojo como un tomate.

El señor Bordus sonrió ampliamente y me desató.

-Ahora que estás completamente entregado a mi... Te daré lo que quieres...-dijo bajándome los pantalones y los calzoncillos.

Como ya os podréis imaginar, yo llevaba un calentón encima que ya no pensaba ni lo que hacía, así que solo gemía y le llamaba profesor para ponerle cachondo. Quería que me partiera en dos con esa monstruosa polla suya.

-P-profesor...-susurré gimiendo.

Me dio la vuelta y me empezó a restregar la fusta por el agujero del culo mientras yo gemía por la excitación de estar ansioso por que me la metiera.

-Te prepararé. Esta polla podría destrozarte, y luego tu padre se enfadaría...-sonrió.

Metió la fusta en mi interior de una sola vez. Mi cuerpo entero vibró, soltó un quejido de placer y de dolor, y, mientras movía la fusta dentro de mí me pegaba en el culo, el cual, por cierto, estaba rojo.

-P-profesor... N-no... Seré bueno, seré un niño bueno... No me pegue, por fa-favor...-dije dolorido y con las lágrimas saltadas.

-¡Silencio! ¡Acepta tu castigo como un hombre!-gritó enfadado el señor Bordus.

Él me pegaba cada vez más fuerte y yo no podía parar de gemir. Cuando mi culo se acostumbró a la fusta, la sacó de una vez y metió su polla sin más. Una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Noté un dolor extremadamente agudo en mi culo y empecé a gritar.

-¡Profesor! ¡Aaaagh! ¡D-duele mucho! ¡Sáquela, por favor, sáquela!-gritaba llorando yo.

-¡Silencio!-dijo dándome con la fusta en el culo-Si te duele, yo haré que te duelan más partes del cuerpo para que el dolor se distribuya.

-(Recupero la lucidez un segundo para decir que este tío se cree que soy tonto...)-pensé para mí.

Me embestía de manera brutal, y mi cuerpo se retorcía cada vez que con su enorme polla, rozaba mi próstata. Chocaba con ella una y otra vez, y eso aumentaba mi calor. Tanto, que apenas notaba el dolor, todo el dolor se convirtió en placer.

-Profesor, m-más fuerte... P-por favor...-gemí.

Me dio un golpe en la boca con la fusta furioso.

-Qué asco me das... Disfrutando de un castigo...-dijo con desprecio.

Mi cuerpo no aguantó más. Mi próstata cedió a sus embestidas, finalmente me corrí sobre su cama. Y al hacerlo, estreché el culo y ordeñé su polla, haciendo que se corriera en mi interior. Yo respiraba entrecortadamente y él se levantó y se fue al salón, sólo me habló para decirme una cosa.

-Te doy 5 minutos, después, empezaremos la clase. Ah, y limpia la sábana con la lengua. La has manchado con tus asquerosos fluidos-dijo encendiéndose un cigarrillo en el comedor.

Aún con la humillación en el cuerpo, lamí mi propio semen y me lo tragué como la asquerosa puta que soy...

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-Y esas son todas las obras de William Shakespeare-terminó de decir.

-Agh...-dije incomodisimo-S-si...

Después de haberme violado de una forma tan bestia, me estaba dando clase como si nada... Mi vida es surrealista, la gente me viola y luego sigue como si nada... ¿No debería denunciarlos a la policía? Suspiré y vi que ya era la hora de irme.

-Muchas gracias, profesor...-dije forzando una sonrisa-Ya vendré mañana otra vez (Media hora antes si hace falta para evitar que me mates...)

-¿Por qué andas así? ¿Pareces un pingüino?-dijo él levantando una ceja.

-(¡PORQUE ME HAS DADO DE HOSTIAS EN EL CULO!) Una manía mía, jeje...-sonreí.

-Bueno, y mañana llega pronto-dijo sonriendo-O...

-¡AAAAAAGH! ¡ LO HARÉ! ¡ESTARÉ AQUÍ A LA HORA!-dije con miedo.

Salí de esa casa lo más rápido que pude y me puse a andar hacia el parque. Quería ver si descubría algo sobre lo que pasó.

-(¿Quién será el chaval en coma? ¿Será Emilio…..? ¡¿Eeeeh?! ¡¿Y yo por qué rayos me preocupo por él?! Bah, da igual, lo dudo... Él y sus amigos pasan las tardes en el parque, pero no las noches. Y además, no es tan violento para entrar en una pelea...)-pensé para mí.

Entonces vi a Vanesa, la (asquerosa) novia de Robert salir de una tienda. Mi vena malvada me dijo que debía seguirla, a ver si descubría algo sucio y así podría convencer a Robert para que la dejara. ¡Un plan genial! Fui sigilosamente tras ella, hasta que llegó a una casa, y tocó el timbre. La puerta se abrió y alguien apareció al otro lado.

-¡Vanesa! Qué tarde llegas... En mis tiempos las chicas llegábamos a casa a las 16 de la tarde-dijo la mujer del parque cansada.

-(Definitivamente... Sus tiempos eran asquerosos...)-pensé para mí-(Pero eso da igual... ¿Ella... Es su madre? Es muy mayor...)

-Lo siento, abuela. Estaba comprándole un regalo a mi no...-se puso roja y se detuvo.

Sonreí con maldad.

-¿A tu no...?-dijo la señora-En mis tiempos las palabras tenían sentido.

-A mi tuno, ya sabes, el grupo de música-dijo nerviosa.

-No sabía que estabas en un grupo, en fin, entra en casa... ¡Y dile a tu hermano que salga de su cuarto, que lleva todo el día encerrado!-dijo la mujer de mal humor.

-Así que... Tienen que ocultar su relación... Qué romántico... Son como Romeo y Julieta. Pero me temo... Que acabarán igual que ellos... Separados y... Muertos. Bueno, lo de muertos no, pero separados si-dije sonriendo con maldad.

Un señor que paseaba con su perro se me quedó mirando.

-Cada vez hay más frikis...-suspiró.

Me puse rojo y le ignoré. Miré el buzón y leí lo siguiente:

“Familia Darky.

Muriel Darky

Joseph Darky

Vanesa Darky

Emilio Darky”

-(¿E-emilio...? ¿P-puede ser? Nah... No creo...)-pensé sorprendido.

-El friki está mirando el buzón de esta casa que no es suya, será mejor que llame a la policía-dijo el señor sacando el móvil.

Tuve que salir corriendo de allí antes de poder investigar si aquel era el Emilio que yo conocía... Pero de momento eso tenía que esperar, lo primero era trazar un plan. Un plan malvado...

-(Ahora que lo pienso, solo vive una mujer en esa casa aparte de Vanesa, según el buzón... ¿Su abuela? ¿Y su madre? Mmm...)-reflexioné pensativo.

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Mientras tanto, Robert estaba tumbado en su cama mirando al techo con una gran sonrisa. Y cuando estaba perdido en sus pensamientos, sonó su móvil.

-¿Si?-dijo descolgando.

-Soy yo-dijo la voz al otro lado con frialdad.

-¡Ah, suegro!-dijo sonriendo Robert.

-Te he dicho que no me llames así-dijo la voz.

-¿Eh? ¿Por qué? Qué cruel... Es que señor Cory me parece muy frío-dijo Robert ensanchando su sonrisa.

-Bah, ¿cómo va el juego?-dijo la voz con desprecio.

-Todo va a pedir de boca, tal como querías, suegro-dijo Robert tranquilo.

-Te lo dije, voy a ganar la apuesta-dijo la voz con un tono monótono.

-¿Quién sabe? El juego no ha terminado...-sonrió Robert-Aunque debo decirle que apostar sobre su hijo me parece algo muy feo.

-Mocoso arrogante, fue idea tuya...-dijo la voz de malas pulgas.

-Pobre Mark...-dijo Robert con una sonrisa sádica-Espero que no sufra mucho...

-Mantenme informado-dijo la voz.

-Con mucho gusto. Porque yo no hago trampa nunca en mis juegos...-dijo colgando el teléfono.

Robert se acomodó en la cama a gusto y siguió mirando al techo, cuando de repente, alguien tocó en la puerta de su habitación.

-¿Sí?-dijo Robert.

-¿Hermanito?-se oyó al otro lado-¿Puedo pasar?

-Claro, Yvon-dijo Robert suspirando.

La puerta se abrió y su hermana estaba colorada, tenía dos papeles en la mano y parecía nerviosa.

-¿Qué quieres?-dijo Robert sin prestar mucha atención.

-Es que... Tengo dos entradas para el nuevo concierto de Max Cool, “Fucking forever” y... Bueno...-dijo tímida.

-¿Qué? Suéltalo-dijo Robert.

-¿Crees que Mark querrá ir conmigo?-dijo Yvon nerviosísima.

La sonrisa de Robert volvió a aparecer, pero esta vez era una sonrisa sádica, una sonrisa sin sentimientos, una sonrisa de maldad. Miró a su hermana y le revolvió el pelo.

-Estoy seguro de que iría con una chica tan guapa como tú... Hermanita...-dijo Robert intentando esconder un poco la sonrisa.

-¿P-podrías... Preguntárselo t-tú...? A m-mi... Me da v-vergüenza...-dijo la chica apartando la mirada.

-Oh, yo se lo diré. Seguro que le encantará. Jeje...-se rió-No me cabe duda...

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Al llegar a casa vi que la puerta estaba abierta. Me puse nervioso, normalmente papá y mamá cerraban si venían. Automáticamente pensé que un ladrón se había colado en casa. El miedo recorrió mi ser, pero decidí entrar a investigar. Cogí un paraguas de la entrada por si tenía que usarlo como arma y llegué al salón.

-¿Doraemon? ¿Estás aquí?-dije nervioso.

No hubo respuesta. Aunque claro, si estaba tampoco me respondería. Busqué por toda la casa y no había ni rastro de Doraemon ni del ladrón. Aunque... Aún me faltaba un último lugar. Mi habitación.

Entreabrí la puerta y asomé la cabeza. La imagen que vi me heló la sangre. Emilio estaba tumbado en mi cama, jadeando, sin camisa, y con una raja enorme abierta en su pecho que no paraba de sangrar. El gato estaba tumbado a su lado, mirándole.

-¿E-emilio?-dije abriendo la puerta.

Alzó la mirada hacia donde yo estaba y vi como unas lágrimas brotaron de sus ojos.

-Ayúdame... Por favor-dijo casi sin voz.

-¡Dios! ¡¿Pero qué puedo hacer yo!? (¡No soy médicos sin fronteras!)-dije nervioso.

-Me duele... Mucho-dijo dolorido.

-¡Llamaré a una ambulancia!-dije decidido.

-¡No!-gritó deteniéndome-Si lo haces... Iré a la cárcel.

-¿C-cárcel?-dije nervioso-¿P-por qué? ¿Que has hecho?

Sin previo aviso, se desmayó ante mi. Pero dormido repetía una y otra vez “en coma...” “en coma...”. No sabía qué hacer, y decidí llamar a la única persona en la que confiaba a muerte. Robert. No quería hablar con él, no quería verla... Pero no tenía otra opción...

-¿Diga?-oí al otro lado del teléfono.

-¡Robert!-dije alarmado-¡Necesito que vengas inmediatamente!

-¿Te ha dado un calentón?-dijo con voz inocente-Ahora tengo novia, lo siento...

-¡No es eso para nada!-grité-¡Tú, ven! (¿Es que cada vez que hable con él me va a vacilar de novia?)

A los 10 minutos apareció en la puerta de casa, lo llevé a mi cuarto y le expliqué el problema (omitiendo violaciones y sexo depresivo, dije que me había hecho su amigo).

-La solución es sencilla: debe morir-dijo sonriendo.

-¡¿Q-quéeeee?!-dije sorprendido.

-Verás...-dijo poniéndose serio-Al igual que el mató a la madre de Sorat...

-¡Doraemon!-grité.

-Bueno, de Doraemon...-dijo suspirando-Al igual que mató a su madre, él debo morir, es lo justo, ¿no?

-P-pero...-dije yo nervioso.

-Es un monstruo sin corazón que no presenta ningún tipo de compasión-volvió a sonreír-No merece vivir.

-Él...-dije temblando.

-Es un asqueroso macarra que solo se preocupa por sí mismo-dijo dándole una patada en la cabeza.

-¡NO!-grité con todas mis fuerzas.

Su sonrisa se ensanchó y me miró con cara de sorpresa.

-¿No?-dijo divertido.

-¡NO! ¡Emilio no es así! ¡Él... Es buena persona! ¡Puede que haga algunas cosas malas, pero cuando realmente lo necesitas, está ahí!-grité enfadado.

-Oh... ¿Es tu nuevo follamigo?-dijo sonriendo con frialdad.

Alcé la cabeza furioso y le miré a los ojos con la mirada más fiera que tenía.

-¡¿Por qué te comportas así? ¡Tú no eres así!-dije furioso-¡Yo confío en t...!

Su expresión cambió a una cara de asco absoluta, me agarró por el cuello de la camisa y me miró fulminante.

-Ni se te ocurra decir que confías en mí-dijo serio-¡¿Y crees que me conoces?! ¡Tú no sabes nada!

Le miré asustado. Ese no era el Robert que yo conocía, ¿qué estaba pasando? De repente, se dio cuenta de cómo se había puesto y me soltó mientras se tranquilizaba.

-Lo siento...-dijo mirando al suelo-No sé qué me ha pasado.

-N-no importa...-dije mirando a otro lado-Pero yo... Le he perdonado. Y... Doraemon también. Porque está a su lado ahora.

Me miró durante algunas instantes y suspiró.

-Llamaré a una ambulancia-dijo sacando el móvil-Tú quédate cuidándole.

-Pero... L-la policía...-dije nervioso.

-¿Prefieres que muera?-dijo sin expresión.

Yo no dije nada y Robert salió a llamar. Abracé a Emilio como él me abrazó el día anterior y le susurré que todo iría bien. Que yo estaría a su lado. Yo... Se lo debía... El gato ronroneó y se acurrucó a mi lado. Un rato después, llegó la ambulancia. Y se lo llevaron al hospital.

CONTINUARÁ

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Quiero deciros una cosa porque veo que tenéis muchas conclusiones sacadas. Mark está enamorado de Robert, no está enamorado de Emilio, bien es cierto que tiene algunos sentimientos extraños, pero aún no sabe si son amor. Y lo mismo de Emilio hacia Mark, puede que sea amor o que no. Lo hago a propósito para jugar con vuestra mente. Y ahora un pequeño extra gatuno.

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Capítulo extra: Errar es humano, perdonar... ¿Felino?

Emilio apenas podía andar por la calle, se tambaleaba constantemente por el dolor de la herida que tenía en el pecho. A pesar de que la camiseta la tapaba, se cubría con los brazos la mancha de sangre, por si alguien por la calle lo veía.

-(¿A dónde puedo ir? Si voy a casa, me matarán... Si voy al hospital, me pillará la poli. Y si huyo a Rusia, según mis conocimientos de geografía, me asaré de calor...)-pensaba el chico mientras caminaba.

La gente iba a su aire sin preocuparse del chico, era un poco triste pensar que alguien herido fuera por la calle y nadie se diera ni cuenta.

-(¡Ya sé! ¡Iré a casa de él! Después de todo... Esto es culpa suya. Eso es, iré a ver a... A... A... ¿Cómo diablos se llama? No me ha dicho su nombre?)-dijo el chico nervioso.

Su corazón se encogió al pensar que no sabía el nombre de aquel chico, aunque él no entendía qué importancia tenía. Qué importaba su nombre, quimportaba él. Toda su vida se ha preocupado sólo de sí mismo. No entendía por qué ahora era diferente.

Delante suya vio aparecer a Doraemon, el pequeño gato que había adoptado Mark, el gato ni se percató de su presencia, pero el chico sí lo vio. Aunque prefería evitarlo, para evitar que le arañara o algo así. Iba a doblar la esquina, pero de repente vio un camión aparecer ante el gato. El gato se quedó observando. No se movía. El camión iba a atropellarlo.

-¡Mierda! ¡Muévete!-gritó Emilio.

Mas el gato no le hizo el menor caso. Emilio no tuvo otra opción, corrió todo lo que pudo en su desastrosa condición y se lanzó contra el gato para apartarlo de la trayectoria del camión. Todo ocurrió en una milésima de segundo. El salto, el rozar la piel del gato, el cogerlo en brazos, y el dar la voltereta para apartarse del camión.

-¡Hijo de putaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!-gritó el del camión al pasar.

-Coff, coff...-tosió Emilio-¡Cómeme la polla, subnormal!

Estaba enfadado, pero reaccionó y soltó al gato, puesto que éste le odiaba, sin embargo, el gato se quedó quieto a su lado.

-Tsk... ¡Idiota!-le gritó Emilio-¡Si ves un camión que viene hacia ti, te apartas! ¡Es de sentido común!

El gato maulló y le miró. Emilio suspiró y se tumbó en el suelo, era demasiado esfuerzo,  sin darse cuenta, se desmayó. Pero el gato empezó a lamerle la cara para despertarlo, pues en mitad de la calle corría peligro. Le avisaba con la patita y le lamía la cara. Al final Emilio reaccionó.

-¡QUE PUTO ASCO! ¡Me ha lamido el bicho este!-gritó furioso.

El gato maulló de nuevo y Emilio miró a su alrededor. Decidió perdonarle por esa vez, puesto que le había salvado de quedarse dormido en la calle. Medio cojeando y jadeando, llegó a casa de Mark, pero como tocó el timbre y nadie le abría, forzó la cerradura (truquillos de delincuente). Subió al cuarto y se tumbó en la cama porque no podía más. Al poco se durmió, y el gato se acurrucó a su lado, para protegerlo... Al igual que un rato antes él le había protegido.

FIN

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Pues aquí acaba este episodio. Siempre me han gustado los gatos, y siempre se ha dicho que los animales saben ver en el corazón de las personas, por eso me he querido poner algo tierno en este extra... Aunque los gatos de verdad... No todos son así, jaja. Hasta la próxima.

OS SALUDA

EL ENTERRADOR