Una vida nueva (Libro 3º - Capítulo 11)
==== El primer infierno de Miel ==== .........Miel atiende a las peticiones del falso Obispo, pero rechaza sus proposiciones, por lo que Miel es condenada a sufrir un suplicio angustioso y superior. ............. Miel, no puede sustraerse de la presencia de ellos, por el temor a las represalias de esos falsos fraíles con sus amigos. ............. Miel debe seguirles el juego, aunque para ella será un infierno total......desde construir su lecho de ardor, hasta preparar su propio calvario............. Estos últimos capítulos del libro 3º son bastante crueles, pero tienen su punto, para lo que vendrá en el libro 4º. .............Espero que os agrade, esta lectura.......... ..........Un beso para (Alex) TR, para Malossi, HombreFX, Gataenpatines, Brug, Irina y Breo y también para Adyfly, teto2000, Moonlight y mis lectores y lectoras............. ........... Sandra Raquel.
Una vida nueva ( Libro 3º - Capítulo 11)
El primer infierno de Miel
Miel, sabía que algo deseaban los frailes, para que le mostraran esos horrores. Tenía que ser y estar fuerte, para lo que se le venía encima. El suplicio estaba a muy corto plazo para ella. No sabía si mirar o rebelarse.
Optó por mirar, sintiéndose cada vez más simple y endeble. Y preparándose para algo mucho peor que lo que veía con María.
Bien, Miel. Imagino que estarás desecha, verdad?.
Sí, Padre. Porqué todo ésto, Padre?.
Hija mía, primero porque nos divierte torturaros y segundo, porque esperamos algo especial de tí. Muy especial, aunque antes sufrirás tormentos maravillosos. El hermano Tonino, te tiene preparadas sorpresas estupendas. Más adelante, te diré lo que esperamos de tí. Ahora es el momento de hacer tu cama, para que descanses después de haber sido azotada y atormentada. Ya sabes, algo de un par de horas, para que grites y chilles y así te sientas mejor.
Miel miró al Obispo, con ojos extravíados. Le hubiese encantado estrangularle allí mismo, pero alejó ese pensamiento, al saber que María y Arturo estaban prisioneros también, por aquella secta de miserables y depravados.
Miel, hay una opción para no ser torturada, quieres saberla?.
Sí, Padre. Haré lo que sea necesario. Pero no les hagan daño a ellos, por favor Padre mío.
Muy bien hija mía, si realizas lo que te vamos a pedir, ellos ya no volverán a sufrir de nuestras manos. Prometido, dulce Miel.
Miel, se animó un poco y esperó, lo qué el Obispo la propondría, que esperaba que aunque fuese peligroso, no fuese cruento.
Muy bien, para librarte tú y librar a ellos de nuestros tormentos, deberás bajar ahí desnuda y flagelar a Obrien, hasta qué nosotros te digamos. Lo harás?.
Es Ud un sádico, Padre. Nunca haría algo así. Le tenía afecto y me lo ha arrebatado. Le aborrezco Obispo.
Muy bien, hermanos, nuestra dulce Miel elige el suplicio. Pero antes, deberá montar su propio colchón, que la dé calor en la madrugada. Hermano Tonino, indique a esta pequeña y dulce zorra, lo que debe llevar. Y llevarlo sin intentar nada o su amiga perderá las tetas y quizás algo más. Miel, está entendido por tu parte?.
Miel, estuvo a punto de escupirle, pero al final asintió. Nada podía hacer, sino obedecer y ajustarse a sus planes sádicos.
Andrés la quitó el vestido metálico y la entregó a Tonino.
- Es tuya Tonino, ya están cortadas. Ahora que ella las apile y las vaya trayendo poco a poco. No hay prisa, pero sí necesidad de verla sufrir, así que sé rígido, a más dolor, mayor diversión para nosotros.
Miel, no llegaba a comprender aquellas frases, pero cuando salió al exterior y vió aquella noche infernal de viento y lluvia, se imaginó que sería atada desnuda.
Pero nó, se trataba de algo peor aún. Tenía que llevar manojos enormes de cardos silvestres hasta la casa, entre sus brazos y sus tetas, para montar su colchón de la madrugada.
Miel, suplicó piedad. Tonino, cogió un tallo enorme de cardos y la azotó, los costados, sin piedad.
Miel, llorando y retorciéndose de sensaciones muy dolorosas tuvo que recoger entre sus brazos y tetas el primer gran bloque de cardos y transportarlos hasta dentro de la casa, entre enormes pinchazos y laceraciones de los espinos en sus carnes empapadas.
Está preciosa, así, verdad Andrés?.
En efecto, Padre. Es una delicia verla sufrir de este modo.
Miel volvió a por otro montón, seguida por Tonino, que de vez en cuando la asestaba un fuerte latigazo, para que no se detuviera.
Tonino, la ayudaba a llevar más cardos cada vez, mientras ella lloraba de horror al sentir cómo se clavaban en sus carnes tiernas.
Cuando entraba de nuevo, el Obispo se acercó hasta ella acariciando su rostro empapado y la dijo.......:
He pensado que tu hermanita, también va a necesitar un lecho cálido, así que tendrás que trabajar a destajo.
No, Padre, por favor a ella no.
Anda, me vuelves a llamar Padre. Antes, dijiste Obispo.
Lo siento Padre, es que estoy muy asustada.
Mejor entonces. Montarás tu misma el lecho de tu hermana, para que pueda ser acostada bocabajo. Deberá tener una gran cantidad de fuertes cardos y bien puntiagudos. Tu hermana, se merece lo mejor, verdad hermanos?............jajajajajajaaja.
Miel, se sintió vacía. Nada podría hacer para evitar ese tormento a María. Y ella lo sufriría igual o peor.
Aunque se me está ocurriendo una idea más cruel aún. No sé, no sé. Me la reservaré por si es necesario. Tonino, deja el látigo y que Miel sea avivada con el mismo espino que va a portar.
Sí, Padre, así será. Esta zorra dulce, merece miramientos especiales.
No podía dar crédito a cuánto me estaba sucediendo. Días antes me había sentido de maravilla junto a ellos. Y ahora, sufría un suplicio atroz de ellos.
Y lo qué peor y más preocupada me tenía, era la situación de tormento de Arturo y María. Sabía que algo me pedirían que realizase. Y estaba segura de que sería muy especial y peligroso, cómo para atreverse a secuestrar a Obrien, quién era demasiado conocido y querido por amplios sectores de políticos y empresas fuertes.
Tonino, me volvió a sacar a la tempestuosa noche. Ahora el viento era más fuerte y la lluvia arreciaba más aún. El suelo estaba ya encharcado y había barrizales por los que caminaba yo, seguida de Tonino, cubierto con un impermeable largo, mientras en su mano derecha, enguantada sujetaba una gran mata de espino puntiagudo y largo, con la que me incordiaba de vez en cuando, sobre todo en mis costados y entre los muslos, por lo que procuraba caminar con las piernas muy juntas.
El pelo empapado, cubría a veces mi rostro y me hacía dificultosa la visión.
Tonino, ya no me llevó de vuelta por la entrada principal, sino por la que daba acceso a los sótanos, para llenar una especie de pesebre, con dichas matas de espino, muy duras y de largas púas. Sabía, que estaban destinadas a María, pero nada podía hacer para evitarlo.
Después de 10 viajes agotadores, capturé ya plantas de púas aceradas para ser destinadas a mi lecho de terror.
Apenas sentía ya, las laceraciones que probocaba el espino al clavarse en mis tetas y brazos. Sangraba ligeramente por multitud de puntos y con el agua, daba pavor contemplarme.
Cuándo completé el décimo viaje, estaba agotada síquica y físicamente.
- Muy bien. Una cama perfecta para nuestra dulce Miel. Me gusta cómo ha quedado de elevada. Ahora, querida Miel, te acostaremos de espaldas y te ataremos en aspa, para que sientas tu cálido lecho. El hermano Andrés, te colocará electrodos en los pezones, mientras el hermano Tonino prepara un combinado de productos altamente picantes, para tu vagina y ano. Pero éso lo utilizará, antes de darte la vuelta y que sientas el calor en tus tetas y vientre. Además tenemos una bebida especial para tí, a base de nuestros orines y espermas derramados, que tragarás mediante un embudo. Algo digno de ver, preciosa Miel. Qué te parece el panorama?.
Ni siquiera pestañeé, aunque Tonino, me azotó con el espino las tetas y las axilas, mientras me hacía mantener los brazos en cruz.
- Bien hermanos, proceded a tumbar a esta zorra en su cálido y dulce lecho, elaborado con amor y pasión, por ella misma.
Miel se dejó coger de las muñecas y de los pies, sin resistirse porque sus fuerzas eran ya muy exiguas y además porque no valdría para nada, rebelarse.
Cuándo sintió el roce de las púas, sobre sus nalgas, sus lágrimas saltaron de sus ojos, pero cuando la dejaron caer sobre el lecho de púas y clavarse sin piedad en sus carnes, soltó un alarido agudo y prolongado, mientras sus muñecas y tobillos eran sujetados a las esquinas de su lecho de terror.
Apenas respiraba, mientras gritaba y resoplaba, entre espasmos de dolor insoportable. Pero pocos minutos después, respirando entrecortadamente, su cuerpo se calmó ligeramente.
Andrés, la colocó dos pinzas de cocodrilo, que mordieron sus pezones sin piedad y probó ciertas corrientes, que la hicieron removerse y sentír nuevas sensaciones a cuál más odiosas en su espalda, nalgas y tetas.
Padre, la zorra está preparada para los siguientes episodios.
Gracias hermano Andrés. Coloquemos el embudo en su boca y que se deleite con nuestros fluídos. Será divertido observar cómo traga todo ese engrudo.......jajajajaja. Andrés, si observas que no traga, la envías un recadito. Tonino se encargará de verter el fluído sobre el embudo.
Miel se sentía tan alucinada, cómo agotada. Ese tormento superaba todos sus niveles de respuesta y no creía posible, poder soportarlo. Pero el Obispo pareció darse cuenta del estado semi vegetativo de ella y le aplicó una inyección especial en el vientre. A los pocos segundos, Miel recobraba todos los sentidos y se sentía con más fuerzas para recibir nuevos tormentos.
Su cuerpo palpitaba y temblaba de sensaciones lacerantes diversas. De sus ojos ya no salían apenas lágrimas y sentía su garganta rota de tanto gritar.
Tonino, la puso el embudo dentro de su boca y vertió un poco del engrudo, tras agitarlo suavemente.
Miel, sintió llegar aquel líquidó áspero y pastoso a su garganta y tragó un poco, sintiéndose descompuesta. Pero una descarga alta de voltaje en sus pezones, la hizo tragar todo.
Tonino, vertió la jarra hasta llenar el embudo, mientras Miel tragaba poco a poco, para no ahogarse. Se imaginó que era una papilla especial y así fue tragando y tragando, hasta sorber aire por su boca.
Miel, recibió un nuevo llenado del embudo y tragó, sin pensar en nada más. Poco a poco el engrudo se iba menguando del embudo, por lo que Tonino echó más cantidad, con el fin de que Miel no dejase de tragar.
Miel, tragaba cómo una autómata y así se evitaba las fuertes descargas en sus pezones. Pero sentía hinchado su vientre, además de una rasposidad en su garganta. Aún así, Miel fue capaz de lograr tragar algo más de dos litros de orines y esperma combinados.
El Obispo, estaba maravillado con su pequeña y dulce zorra, como a él le gustaba llamarla.
Bueno, nuestra dulce zorra ha cenado de maravilla, habrá que voltearla para que no tenga gases. Aunque antes, creo que la vendrían muy bien unos mensajillos en sus tetas, además de algunos calambrazos extras.
Padre, sí me lo permite. La zorra, a pesar de la inyección no tiene demasiadas fuerzas, sería mejor completar el trabajo y dejar las descargas, para otra sesión. Además, sí vomitara puesta bocabajo, sus estertores haría que las púas entraran de mil formas distintas en sus carnes. Y si añadimos la crema urticante del hermano Tonino, será altamente gratificante, Padre.
Hablas sabiamente hermano Andrés. Dazla la vuelta y que después el hermano Tonino, la aplique ese mejunje, tengo ganas de divertirme con esta zorra.
Esa palabras, llegaban a Miel cómo muy lejanas. Pero cuándo logró entender el significado, fué cuando comenzaban a darla la vuelta, trás ser desatada.
No se andaron con miramiento alguno y Miel, soportó los más crueles efectos de aquellas púas malditas que se clavaban en su carne trémula y joven.
Miel, entre alaridos enormes y contorsiones indescriptibles, fué colocada bocabajo y vuelta a atar, mientras sus lágrimas se desbordaban de sus ojos al compás de sus gritos desgarradores.
Tonino, se acercó entonces a ella y poniendo un pie sobre su espalda, para que no se moviese tanto, logró un nuevo calvario para la pobre Miel, que sentía como nuevas púas traspasaban sus tejidos más sensibles y tiernos. Untó, la vagina y el ano, por dentro y separó su pesado pie de su espalda.
Las contorsiones, no se hicieron esperar. Miel ardía por dentro, entre picores y escozores irresistibles, mientras su cuerpo temblaba y se clavaban nuevas púas en su cuerpo excesivamente torturado.
Durante algo más de media hora, luchó contra los dos infiernos, hasta que por fin el cielo, la echó una mano y se desvaneció.
Miel, ya no temblaba, pero su cuerpo mostraba los crueles efectos de aquel juego sádico.
Aprovecharon para desatarla y después curar las heridas con el líquido reparador. Después fué bajada a una celda especial, para condenadas. Y la dejaron atada con grilletes a la pared.
Cuando Miel, despertó, se sintió débil. Y una tiritona la tenía afligida. Sin embargo, no sentía dolor alguno. En aquella celda, no sabía sí era de día o de noche. La luz estaba apagada, lo qué la sometía a miedos internos, añadidos.
Miel, no sentía dolor alguno. Tan sólo la incomodidad de estar encadenada a aquella pared. Su mente estaba clara, sus pensamientos negros, su vitalidad adormecida, casi moribunda.
Pero Miel, no lograba entender todo aquello. No era posible, que un ser que la había, casi reverenciado, la estuviese haciendo aquellas salvajadas. Algo no cuadraba en las leyes humanas.
Dejó resbalar su espalda por la pared y sus nalgas tocaron el suelo, sin que estuviera muy estirada por los brazos. Al menos, la permitiría reposar sentada y dormitar algo más.
Su mente no cesaba de girar, vertiginosamente, por cuánto estaba sucediendo.
Recordó días anteriores y se sintió alegre, para pasar a la tristeza más absoluta. No era posible que el Obispo, estuviese actuando de aquel modo. Aunque ya sabía que los hermanos, no eran tales, lo cual la confundía más aún.
Algo, no cuadraba. Fueron sus últimos pensamientos, antes de dormirse, con los brazos extendidos hacia arriba.
El sueño fue reparador, aunque sus vivencias fueron aniquilantes en un principio, alguien lleno de luz, venía a socorrerla. Y ambos huían de aquella vorágine de horror.
En los sueños se veía cómo una heroína, capturada y salvada por su ángel protector y a la vez amor, de sus torturadores y enemigos.
Cuando era liberada, llegaba a ver a lo lejos a una Diosa, que todos y todas llamaban Morgana. Era oscura y a la vez resplandeciente. Pero era alguien que la llamaba a su morada y la ayudaba a superar sus penalidades pasadas.
El sueño se fue diluyendo, hasta encontrar un incendio y el movimiento de la tierra.
Me aferré a lo que me sujetaba, hasta que abrí los ojos y fuí consciente de mi realidad.
Mis verdugos estaban ante mí.
Mi mundo irreal volvió a sumirse en la niebla y volví a sentir miedo y terror de aquellos seres que no deseaban nada bueno hacia mí.
- Cómo se despierta nuestra puta favorita?.
Ni siquiera, le miré.
Me atizó una bofetada que estuvo a punto de hacerme perder el conocimiento. Sin embargo, soporté el rigor de la misma, pero sin mirarle.
Esta puta, precisa un castigo ejemplar hermano Tonino, no te parece?.
Sí hermano Andrés. Nuestra zorra tiene un despertar dulce y debemos hacérselo agrio y doloroso.
Antes de comenzar con los rituales, la pondremos una inyección de combinados de comida y resistencia. Así ganamos más de una hora. Y se lo comunicamos al Hermano Obispo, para que esté tranquilo.
Muy bien, hermano Andrés. Pínchala las tetas, me encanta la cara de zorra que pone.
Miel se dió cuenta, de qué ellos estaban suplantándoles. Era el momento peligroso para ella y también para los frailes verdaderos, qué a saber donde estarían. Por lo qué había que seguirles el juego.
Miel, se dejó pinchar 2 veces en las tetas, sin oponer resistencia alguna. Sabía que sería un día muy crudo y duro.
Fue desenganchada de sus argollas y la pusieron en pie, aunque le temblaban las piernas por la cantidad de horas en la misma postura.
Ignoraron sus dolores y temblores y la hicieron caminar fuera de ese antro, hasta la luz del día. Miel quedó cegada por la luz y caminó a trompicones, hasta que sus ojos se fueron adaptando a la fuerte luz del día.
El Obispo, estaba sentado en el exterior, debajo de un techado pajizo. Desayunaba semidesnudo y comía ansiosamente, con pocos modales. Algo que a Miel no le impactó, pués ya sabía que no eran frailes, sin embargo usó su método simple, para evitar males mayores.
- Miel, adelante hija mía, siéntate a mi lado y desayuna junto a mí. Hoy va a ser un día muy largo para todos y deseo comentarte en que va a consistir.
Me senté a su lado, en la mesa y acepté comer parte de lo que él me pasaba, pues estaba desfallecida. Comía con las manos, igual que él y le prestaba atención en todo instante, aunque estuviese masticando.
Miel, este día será muy agobiante. Fíjate el calor que hace ya. Y aún no estamos en el mediodía. Por cierto, sigues tan preciosa como siempre, hija mía. Bien, a lo qué vamos. Al anochecer serás crucificada, sin clavos naturalmente. Y permanecerás en la cruz hasta el amanecer. Para después retomar otro día de nuevas actividades. Algo, qué decir, Miel?.
No Padre, por ahora no deseo preguntar nada, Padre.
Muy bien, hija mía. La cruz será clavada en aquella señal que ves detrás de mí, marcada con una gran X blanca. Tendrás que hacer el hoyo, para que después entre el poste de la cruz. Todo lo construirás tu solita. Buscarás los materiales necesarios y los irás montando, para que una vez se ponga el sol, te crucifiquemos y pongamos el poste en el hoyo. También, deberás construir tu propia cruz, teniendo en cuenta, que tus pies deberán quedar a una altura de unos 60 cm del suelo. También, deberás construir una especie de caballete, donde te azotaremos y violaremos previamente. Todos los elementos, los encontrarás en un radio de 1 km a la redonda. A las cuatro de la tarde, harás un descanso, a la sombra, para comer y reposar. A las cinco de la tarde, reiniciarás los trabajos que te falten. Y a las ocho de la tarde, deberás haber terminado para que nosotros abusemos de tu cuerpo. Y después crucificarte. Así que ya sabes cuál es tu tarea. Y cuánto peor construyas los aparatos, más perjuicios te causarás. Aunque sé que lo harás de maravilla. Ahora termina de desayunar.
Asentí, en cada palabra que él me dijo y ya imaginé todas las tareas que debería hacer. La primera, darme un largo paseo, explorando los alrededores a la residencia, a fin de encontrar lo necesario.