Una vida nueva (Libro 3º - Capítulo 07)

==== Miel, el Obispo y sus diseños de moda ==== .......... Miel logra competir con el Obispo y ya sin dejarse ganar, le saca un tercio de largo. También logra, lo que nadie había logrado con él, mamarle debajo del agua y hacer que se corra dentro de su boca. El Obispo, no sabe cómo llevar ya a Miel, porque cualquier cosa que desee, la tiene de ella de inmediato. Al final habrá que vestirla para la cena.....Y el Obispo diseña un vestido para la ocasión...... La cena, se anuncia feliz y llena de ardor.......... ........... Espero que os guste a todos.........porque me siento bien en mi personaje y se lo deseo dedicar a quienes han soñado con lo imposible, muchas veces. .......... Un beso para (Alex) TR, para Malossi, HombreFX, , Gataenpatines, Brug, Irina y Breo y también para Adyfly, teto2000, Moonlight y mis lectores y lectoras............. ........... Sandra Raquel.

Una vida nueva ( Libro 3º - Capítulo 07)

Miel, el Obispo y sus diseños de moda

Cuándo el Obispo logró tocar el bordillo, Miel aún estaba terminando el último tramo.

  • Miel, estás haciendo trampa. Tengo entendido que eres una especie de sirena en el agua.

  • Padre, son exageraciones. Pero sí estaba haciendo trampa, es verdad. Deseaba mamársela de nuevo antes de irme a casa.

  • Y yo deseaba acariciarte con mi boca, mis manos y la lengua el centro de tu paraíso.

  • Vaya, no había caído en eso. Bien, echemos una nueva carrera, sin trampas. Yo te debo una mamada que te la voy a hacer dentro del agua, aunque nunca lo he logrado del todo, hoy lo intentaré. Y después tú, sí es que gano, me comerás el coño, te parece bien?.

  • Me parece de maravilla, pero cómo demonios me vas a hacer una mamada debajo del agua?.

  • Es muy sencillo padre, consiste en lograr la excitación alterna. Es decir, que subas y bajes en sensaciones, hasta que al final eyacules. Pero no lo he logrado aún, Padre.

  • Vale, echemos la carrera, pués.

Se colocaron en el bordillo y el Obispo nadó con fuerza e ímpetu, pero Miel ya llegaba a la otra parte, mientras el Obispo acababa de superar los tres cuartos del recorrido.

Cuando el Obispo se dió cuenta, se paró y se acercó más lentamente, hasta llegar a ella.

  • En efecto nadas rápidamente, Miel. Lo miraré después por las grabaciones y seguramente veré una maravilla increíble.

  • Está siendo grabado ésto, Padre?.

  • Sí, mi pequeña Miel. Toda tu estancia ha sido grabada, estuvieras en donde estuvieras.

  • Vale, Padre agárrese fuerte al borde, porque comenzaré yo. Espero lograrlo y sobre todo que lo disfrutes, Padre.

Miel se sumergió y el Obispo notó algo cálido sobre su polla, sabía que Miel ya estaba en servicio. Unas lengüetadas y Miel emergía, tomando aire para volver a la acción.

El Obispo, se sentía en los altos y bajos que le había dicho Miel, pocos minutos antes.

Miel chupaba unos segundos y lamía con la lengua, ascendía, cogía aire nuevo y se sumergía para seguir con su actividad.

Durante 10 minutos estuvo actuando de ese modo y cuando Miel fue a bajar la vigésima vez, nada más tocar la polla del Obispo, este se corrió ante su cara. Miel aguantó la respiración, hasta ver concluída la primera eyaculación. Ascendió a tomar aire nuevo y volvió para masajear con sus labios, la polla del Obispo.

Y en el siguiente descenso y nada más tener la polla entre sus labios, el Obispo eyaculó de nuevo.

Miel, le besó la polla y emergió ante su cara descompuesta de placer. Y le besó suave y dulcemente.

El obispo se serenó más rápidamente que horas antes en la cama.

Salieron del agua y el Obispo se dispuso a acariciar con su boca y lengua, el coño de Miel.

Lo intentó durante unos cuantos minutos, pero estaban demasiado agotados para lograr ya algo de provecho.

  • Miel, creo que no funcionamos bien, ninguno de los dos. Qué te parece si lo aplazamos a una nueva cita?.......Porque volverás alguna a vez a visitarme, verdad?.

  • Creo que sí, qué mejor lo dejamos. Lo de visitarte, es algo que no depende de mí, Padre. Pero, sí es por ganas, sí, me gustaría visitarte de nuevo.

  • Lo hablaré con Obrien. Por cierto, te gustaría casarte de blanco y legalmente?.

  • Claro que sí, Padre. Pero no vá a poder ser.

  • Bueno, déjame enredar a mí y veremos que sucede. Ahora son las 8 de la mañana. Aún tenemos tiempo de dormir un poco más. Esta vez los dos, porque me caígo de sueño.

Miel entró en el baño para secarse el pelo, mientras hacía sus necesidades el Obispo, sin la más mínima vergüenza por parte de cada uno.

El Obispo se lavó las manos, desplazando el cuerpo desnudo de Miel, cómo si hubiese sido lo habitual de muchos años.

  • No tardes, Miel. No te peines, sólo sécalo. Y ven prontito a la cama.

  • No tardaré, Padre. En dos minutos ésto estará seco.

Y en efecto, a los pocos minutos Miel salió del baño y se encontró con el cuerpo desnudo del Obispo, durmiendo apaciblemente.

Miel, se metió en la cama y subió la colcha, tapando el cuerpo de él. Le pasó un brazo por debajo de su cuello y le hizo reposar su cara sobre una de sus tetas, mientras le hacía poner una mano en la otra. Se estrechó junto a él y se quedó dormida sin apenas darse cuenta.

Durmieron, sin apenas moverse y menos separarse uno del otro.

Sus cuerpos agotados dieron cuenta de las 4 horas que estuvieron durmiendo, hasta qué el hermano Andrés se interesó por los dos y los descubrió abrazados y durmiendo plácidamente.

Miel despertó a medias y vió a Andrés que la sonreía. Despertó con mucho mimo al Obispo, que se arrebujó más aún contra su cuerpo desnudo. Al final, abrió un ojo y vió a Andrés.

  • Qué haces aquí, hijo mío?.

  • Padre, son más de las 12 del mediodía y debía saber si os encontrábais bien.

  • Pasado ya, el mediodía?. Uy, Obrien se va poner como una furia conmigo.

  • Tranquilo Padre, ya he hablado esta mañana con el Señor Obrien y me dijo que le llevásemos a Miel al anochecer, que tenía una entrevista muy especial.

  • Ah, vale.......bueno en ese caso.........jo, me duele la cabeza. O sea que nuestra Miel se queda a comer, verdad?.

  • En efecto, Padre. Por éso no vine antes. Ya no había prisa alguna.

  • Muy bien, ordena que preparen mesa para cuatro personas.

  • Para cuatro, Padre?.

  • Sí, Andrés. Además de tí estará Tonino. Miel ya no recuerda casi nada de todo lo que sucedió, pero sólo me fío de tí y de él, así que mesa para cuatro.

  • Entendido, Padre. Cámaras secas y además sistemas parasitarios. Estará dispuesto ahora mismo. Además montaré un control de seguimiento de amenazas o escuchas.

Cuándo Andrés se fué, el Obispo se volvió a acostar junto al cuerpo de Miel, pero esta vez la apretó contra sí, para besarla.

Miel se dejó besar y correspondió con besos suyos, hasta que decidieron levantarse y bañarse cómo el día anterior.

Esta vez, el Obispo llenó la bañera, mientras Miel hacía sus necesidades delante de él. No se sentía incómoda para nada delante de él, aunque la mirase mientras lo hacía. Miel se limpió el culito y después limpió mediante la cisterna y la escobilla el inodoro.

El Obispo ya la esperaba en la bañera y ella accedió a la misma y se sentó a su lado, reposando y relajándose paulatinamente.

Cuándo el agua se empezaba a quedar fría, se pasaron la ducha entre los dos y salieron para secarse.

  • Miel, necesitamos hacerte un vestido, para la comida. Otro visillo, quizás?.

  • Vale, pero esta vez procura recortar mejor, aunque me dejes mucho escote, vale?.

El vestido, quedó de pena, cómo cabía pensar. Un superescote por delante que apenas la tapaban las tetas, aunque esta vez el largo le llegaba a medio muslo. Las hombreras se caían con sólo mirarlas, descubriéndo la teta correspondiente.

  • Padre, realmente eres el mejor diseñador de ropa erótica, menos mal que ellos ya me han visto desnuda. En otro caso sería un caos.

  • Tampoco está tan mal. Un poquillo escotado sí, pero me gusta, cómo ha quedado.

  • Pues, si a tí te gusta, yo me sentiré orgullosa de lucirlo.

Salieron al salón privado en el patio interior y allí estaban ya Tonino y Andrés, quienes quedaron de nuevo impresionados al ver mi modelito.

Ambos me besaron en la boca, cómo ya era habitual en casa del Obispo y me admiraron variadas veces.

  • Anda Miel, prepara algunas bebidas para los hermanos y para mí. Y para tí, si lo deseas.

  • Vale, Padre. Que deseáis tomar, hermanos?.

Eligieron un whisky con hielo, los tres. Y Miel preparó los tres vasos. Y se los entregó a cada uno.

  • Y tú, no tomas?.

  • Nó, beberé un sorbito de éste,

El Obispo se hinchó de orgullo, de ver a su chica, elegir su vaso.

  • Padre, realmente eres un diseñador de ropa de mucho futuro. Fíjate en el pequeño detalle de Miel al agacharse a dejarnos las bebidas. Sus tetas se salen solitas del vestido, provocando miradas especiales entre los asistentes. A mí, me encanta, la verdad. Y a tí, Andrés?.

  • Casi prefiero no ampliar la respuesta tuya, Tonino. Ver a Miel es una maravilla, pero verla con los diseños del Padre, es que se me revuelven las órbitas.

  • Qué exagerados sóis. Acaso preferiríais verla desnuda?.

  • No sé que decirte, Padre. Nos encanta verla desnuda, pero habrá que tener un poco de respeto por ella, verdad, Andrés?.

  • Estoy con el hermano Tonino. Miel está preciosa desnuda, pero la debemos nuestro respeto y el incipiente amor que nace en nuestros corazones hacia ella.

Miel se sentía acalorada, ante tantos comentarios en favor de ella y sentándose en el sofá junto al Obispo, sorbió un poquito de su whisky, acto que no pasó desapercibido, por ninguno de los tres.

  • Hermanos, nuestra Miel es especial, esté como esté, aunque creo que me he pasado un poco en el escote, es verdad. A nada que se mueva se le salen las tetas, que por cierto son maravillosas, además de otras partes de su cuerpo.

Todos rieron y Miel cada vez más sofocada y colorada, volvió a sorber un poquito del vaso del Obispo, quién la abrazó contra sí, hasta que su hombrera izquierda se deslizó por su brazo y mostrando desnuda su teta izquierda, sin que ojo alguno, dejase de mirar esa semidesnudez.

  • Padre, sé que este vestido va a provocar más extravíos que sí estoy desnuda. No me importa estar desnuda ante los hermanos Tonino y Andrés, Padre.

  • Muy bien pequeña Miel. Quítatelo pues y tengamos una vista serena de tu hermosura.

Miel, se acercó más al Obispo y le dió un fuerte y sonoro beso en los labios, para después quitarse ese vestido horrible.

Todos parecieron relajarse, al ver el cuerpo desnudo de Miel.

Tonino, le ofreció su vaso para que diera un sorbito, por el acaloramiento. Miel, lo aceptó y todos sonrieron.

  • Padre, ya que estamos sólos y aislados y faltando una hora para comer, pienso que si a Miel no la desagrada, podríamos tener un poquito de sexo, del que fuimos privados anoche.

  • Hermanos, no creéis que debería ser nuestra hermana, quién dijese algo al respecto?.

Todas las miradas se concentraron en Miel, que no sabía qué decir, aunque no la disgustaba nada esa idea.

  • Jo, me estoy poniendo colorada, verdad?. No sé que deciros. Pero ante mis hermanos no tengo temores y tampoco me provocan rechazo, aunque de Tonino no sé que sucedió, no lo recuerdo, pero de lo que recuerdo, no le guardo rencor. Es más, me parece muy agradable.

  • Toma un traguito más, pero ésta vez del mío. Y después, si me lo permites, me gustaría poderte penetrar Miel. Ardo en deseos desde hace ya muchas horas.

Miel, miró a Andrés y sorbió un poco de su vaso, para después besarle en la boca y levantarse para que la penetrase. Se sentía encantada con todos allí viéndola desnuda y excitada ante proposiciones de aquel calibre.

Andrés, se desnudó al tiempo que su descomunal polla se alzaba magestuosa, esperando el ansiado coño de Miel, quién ya se ponía casi encima de él.

La polla de Andrés era algo menos gruesa que la del Obispo, así que podría entrar bien, dentro de ella con sus fluidos lubricantes iniciales.

Todas las miradas, estaban en ellos dos. Miel sabía como trabajar una buena polla y se preparó para ofrecerles un espectáculo salvaje y altamente erótico al mismo tiempo.

Andrés, estaba frenético cuando apuntaló su polla dentro de la vagina de Miel. Pensaba que se correría en cuánto la penetrase, pero Miel no se lo permitió. Sabía cómo trabajar ese aparato y el Obispo sonreía recordando sus horas pegado a Miel.

Miel, logró pararle la eyaculación, mediante un pequeño giro de su vagina, contra la polla que ya estaba dentro, casi del todo. Y comenzó a cabalgarle lentamente, hasta lograr de nuevo que se hiciera fuerte.

Subió y bajó, cambiando el ritmo, mientras Andrés resoplaba de sensaciones increíbles, aunque sin dejar de tener placer.

El Obispo, sonreía y sabía que Andrés aún no conocía nada del placer especial que le aguardaba en unos segundos.

Miel ascendía, lentamente y cuando Andrés casi la miraba agradecido y suplicante, dejó caer todo el peso de su cuerpo, sobre la polla de Andrés, quién dió un fuerte grito de placer angustioso.

Miel, volvió a ascender despacio, hasta llegar arriba, sin que el glande saliese del todo.

El sudor y los jadeos en Andrés se iban haciendo más visibles a cada instante.

Tonino por su parte, ya ni siquiera se masturbaba, totalmente absorto en lo que veía hacer a Miel, qué en ese preciso instante, volvía a dejarse caer, sobre la polla de Andrés, haciéndole gritar de nuevo. Y comenzó un rítmico arriba abajo, que hizo enervar a Andrés hasta quedar en tensión. Ascendió lentamente de nuevo y se dejó caer con todas sus fuerzas y se quedó clavada, sintiendo los testículos de Andrés pegados a sus labios vaginales, mientras él se quedaba rígido y en menos de 10 segundos, gritaba enloquecido, mientras lanzaba chorros calientes de esperma, dentro de la vagina de Miel.

Andrés se retorcía en espasmos brutales de placer, mientras Miel pasaba sus dedos suaves por el rostro y los labios de Andrés, quién volvía a eyacular de nuevo, sin poderse contener.

Cuándo al final, todo hubo pasado y mientras recuperaba su respiración, Miel estaba abrazada a él, susurrándole palabras preciosas y suaves.

Cuando Andrés ya pudo respirar, besó en los labios a Miel, con una devoción tan profunda, que hasta el mismo Obispo, sintió celos de su hermano.

  • Miel, muchas gracias, por haber dado a este hermano, algo que jamás había experimentado, ni en sus más procaces fantasías.

Miel, se retiró de Andrés, mientras por sus muslos corrían flujos de semen.

Tonino, se sentía asustado de ver a Miel, casi tan fresca cómo antes de empezar. El Obispo, sonreía y bebía entusiasmado.

  • Hermano Tonino, sí lo deseas puedo adoptar otra postura que te satisfaga más.

Tonino, estaba viajando y no respondía. Cuando despertó de su sueño, prefirió hacerlo en su boca, pues dijo que no soportaría demasiado tiempo.

Miel, sonriente se acercó hasta él y le besó en la boca, con lengua, para después ponerse entre sus piernas y lametear la polla que en efecto estaba a punto de dispararse.

Miel, mordió una parte del glande y la polla dejó de temblar, sin que Tonino dejase de sentir las mismas sensaciones.

La polla de Tonino, más estrecha que las del Obispo y Andrés, era mucho más manejable en la boca y por tanto le podría llevar a un mundo de placeres inimaginables.

Miel, sabía cómo cortar la eyaculación, sin dejar que la polla se apagase y así lo hizo durante diez minutos, con Tonino, mientras éste aullaba de placer y se removía inquieto en su sillón.

Cuándo Miel, le sintió ya irremediablemente en su recta final, forzó que la polla le penetrase la garganta y esperó a que explotara Tonino, quién ya estaba rígido total y temblando ante una explosión de esperma en la boca de Miel.

Su eyaculación, fué más escandalosa aún que la de Andrés, quien ya se había vuelto a empalmar de ver cómo Miel trabajaba la polla de su hermano Tonino.

Tonino, escupió esperma a espuertas, que corrían por las comisuras de los labios de Miel, mientras ella seguía tragando y lamiendo la polla convulsa.

Cuándo logró apaciguarle, Tonino cayó roto sobre el sillón y Miel se relamió los labios, limpiándose los restos de esperma.

Se retiró y subió para besarle en la frente, pero Tonino, cogió su cara entre las manos y la besó larga y profundamente, sin importarle para nada los flujos de los dos.

  • Muy bien, pequeña Miel. Ahora saben nuestros hermanos, ante quién se encuentran. Verdad Hermanos Tonino y Andrés?.

Ambos asintieron perplejos ante lo que habían vivido y disfrutado. Miel era ya para ellos sagrada, al igual que lo era para el Obispo.