Una vida nueva (Libro 2º - Capítulo 09)

Declaración de amor y maravillas de Miel......... Arturo, se enamora perdidamente de Miel y se deja llevar por sus encantos y fantasías. Máxime cuándo su hermano pequeño le dice que cede a su chica, para el amor entre los dos. Miel se siente identificada ya con Arturo, al que adora y desea darle todo de todo. Arturo, sabe que ha encontrado a su amor eterno y ya no la dejará. Aún sucederán muchas cosas, pero el amor está bien cimentado, entre Arturo y Miel, que siguen contando con las fantasías más diversas. Un beso para (Alex) TR, HombreFX, Breo, Irina, Malossi, Marthyn y mis lectores y lectoras. === FELIZ AÑO NUEVO 2009 === para todo TR y mis hermanos y hermanas en todo el MUNDO....... Sandra Raquel.

Una vida nueva ( Libro 2º - Capítulo 09)

Declaración de amor y maravillas de Miel

Obrien cenaba ese plato con las manos. Y se las limpiaba en el cuerpo de Miel, sin que a ella le importase lo más mínimo, aunque soltaba una pequeña exclamación si restregaba los dedos sobre algunos de los finos costurones, dejados por las cadenillas. Pero no cesaba de mirarle y verle comer. Se sentía maravillada de estar así, junto a su amor.

Obrien, deseaba ir a China. Tenía negocios allí y debía atenderlos un poco más de cerca. Esperaría el momento oportuno, para decírselo a Miel. Quizás ella quisiera acompañarle. La encantaría ese mundo.

Obrien, comía sin dejar de admirar el cuerpo desnudo de su amada y único amor. Pensó en Marthyn y se sintió un poco extraño y triste. Cómo le diría que deseaba para toda la vida a Miel?. Ella parecía sentir también cosas positivas hacia él, aunque en el caso de Miel, sentía esas cosas por cuántos había pasado. Pero su mirada era clara y cálida. Estaba atada y azotada, desnuda y amordazada y su mirada seguía siendo limpia, a pesar del dolor que debería estar sintiendo en esos instantes.

Miel era muy especial para él. Y no deseaba cederla a nadie. Pero su hermano menor Marthyn era quién tenía verdadero derecho a ella, salvo que ella se decantase por uno u otro. Algo, que posiblemente Miel no haría jamás.

Miel, Miel, Miel.............Todo era Miel para él. Su comida era miel, el cuerpo que tenía ante él, era miel. Sus pensamientos eran miel.

Obrien, pensó que se volvería loco, sí le faltase su miel.

Obrien, volvió a mirar esos ojos que no cesaban de mirarle. Eran los ojos de su diosa, de su amor. Una mirada fresca y ardiente al mismo tiempo. Algo incomparable en toda su vida. Amaba profundamente a Miel. La azotaría, la torturaría, la expondría y hasta la humillaría ante los demás, pero nunca jamás podría dejarla de amar.

Sí finalmente Marthyn se quedara con ella, al menos sabía que muchas horas podría disfrutar con ella, de su compañía, de su mirada y quién sabe de cuántas cosas más. Pero cuánto daría en ese momento, por tener a su Miel, para él sólo.

Sabía que Miel tenía que sentir algo especial por él, ya que no dejaba de mirarle, mientras sus tetas subían y bajaban en una respiración sosegada. Cuánto le gustaba tenerla así.

Terminó de comer y se levantó, sin que la mirada de Miel dejara de seguirle. Al final, la quitó la mordaza y la dió un apasionado y largo beso en sus labios, llenos de las babas de ella. Miel correspondió al beso con excitación y pasión, aunque apenas pudo mover más que su lengua.

Obrien sabía que Miel le amaba y le dió fuerzas para intentar pedirle a Marthyn que se la cediera para siempre, si Miel acepataba.

Terminó de besarla y pasó sus dedos por el cuerpo desnudo de Miel. Sus dedos pasaron por encima de muchas rayas rojizas, pero Miel sólo respiró más profundamente, sin dejar de mirarle un sólo instante. Al final, la desancló las tobilleras y la besó en su sexo expuesto. Y terminó por desanclar también sus pulseras. Miel ya liberada, mantuvo la postura esperando una orden de su amor.

Obrien, la ayudó a levantarse y poner los pies en el suelo. Al final la costó trabajo, pues se sentía entumecida de la postura continuada, pero poco a poco pudo caminar con normalidad y se dejó abrazar por Obrien, mientras salían del gran salón.

  • Arturo, perdóname.......pero estoy enamorada de tí. Lo siento, no supe evitar decir éso. Azótame o lo que quieras.

Obrien, se quedó seco, sin saber que decir o hacer.

Miel interpretó que había dado un paso desacertado y sus párpados bajaron en señal de sumisión, cuando sintió que unos brazos enormes y poderosos la rodeaban y un rostro con lágrimas, se acercaba hasta su cara y una boca la besaba, tierna, larga y profundamente.

Miel, se sintió extraña, pero muy feliz de repente y se dejó besar apasionadamente por el ser que amaba. Pocos minutos después ella misma se abrazaba a su amor y continuaban un beso profundo y largo. Sintió toda la fuerza de la vida dentro de sí. Y supo que su amor era correspondido totalmente por Arturo. Y ya no sintió miedo alguno. Acababa de encontrar su otra mitad.

Obrien sabía que Marthyn llamaría en breve y aún no sabía cómo iba a decírselo.

Y sonó la llamada de Marthyn. Obrien se quedó algo nervioso, pero mirando a Miel, se armó de valor y la atendió.

  • Hola hermanito, qué tal el viaje?.

  • Un poco aburrido, sobre todo pensando en lo que habrás hecho tú con Miel.

  • No te creas que tanto, pero sí, la verdad es que me hace sentirme distinto y especial.

  • No me digas que te has enamorado de ella?.

  • Pues sinceramente, sí......así ha sido.

  • Y ella de tí?....te ha dado algún signo a favor?.

  • Sí, Marthyn, lo hizo.

  • Noto tu voz triste y deberías estar alegre. Qué te sucede hermano?.

  • Espera, te lo diré más en privado y alejado de ella, deseo comentarte cosas.

Obrien, se alejó de Miel, que estaba viendo una película de dibujos animados en el tema sadomaso.

  • Marthyn, estoy enamorado de Miel. Sé qué es tu chica, pero te digo la verdad. Ella me ha declarado su amor, hace menos de una hora. Y no sé que hacer. Además, quizás ya sea un enemigo para tí, por siempre.

  • Arturo, eres ya adulto.....lo sabes verdad?. Eres mi hermano mayor. Siempre te he admirado. Se te declara una chica y tú que la amas no sabes que hacer?.

  • Marthyn, no es exactamente éso. Es por no desear ofenderte.

  • Hermano, disdruta de esa mujer hasta el final de los días. Sí ella te ama, nada será comparable ya. Ah, pero espero que me dejes estar con ella alguna vez. Además, sí todo va hacia un final cierto, quiero ser el padrino de todos los acontecimientos.

  • Jo, me has dejado de piedra. Pensé que te cabrearías o peor, te enfadarías conmigo.

  • Nada de éso, hermano. Cuando ví lo que hizo con Breno (mi perro), supe que era demasiado especial y qué cuando encontrase lo que buscaba, se quedaría para siempre. Así qué espero ser el cuñado más allegado.

  • Gracias Marthyn, sabes qué siempre has sido muy allegado. En este caso lo serás más aún. Además ella te admira y te ama, estoy seguro de ello.

  • Bien reúnete con ella. Ah, viajad a China, porque hay que controlar cosas allí. Y otra cosa más, dala unos azotes de mi parte, sí se deja. Un beso hermano...ciao.......

Cuando la comunicación se cortó, Obrien volvió a la sala de estar en donde Miel, seguía viendo esa película de dibujos animados de sadomaso.

  • Miel, tengo que ir a China y me gustaría que me acompañaras. Me siento feliz, pués Marthyn estará encantado de que estemos juntos.

Miel dejó lo que estaba viendo y se volvió sorprendida y emocionada. Se colocó de rodillas sobre el sofá y abrazándolo, le besó fuertemente.

Mientras le besaba se acordó de XuanXin, pero se lo diría después. Un beso de ese calibre emocional, no era detestable en absoluto.

Cuándo se separaron, sus ojos mostraban complicidad para todos los eventos que aguardaban aún.

  • Arturo, lo que me has dicho sobre China, tengo un problema emocional que desearía comentarte.

  • Adelante, dílo.

  • Cuando dependía de Breo, XuanXin me enseñó el arte de la defensa personal...pero al margen de éso, me dijo que iría a su país, que es China y yo le dije que me gustaría acompañarle. El me contestó que se sentiría muy honorable si yo iba en su viaje y que me presentaría a su futura y próxima esposa.

  • Y?.

  • Nada más, que intentaría ir con él.

  • Miel, tranquila. Hablaré con Breo mañana. Iremos los tres, aunque te reúnas conmigo más adelante. Así, XuanXin se sentirá honorable y yo también, pues irás en calidad de futura esposa de Mr. Obrien. Te parece adecuada la idea?.

  • Jo, es genial amor. Te quiero.

  • No te pongas sentimental, adivina que vamos a hacer ahora.

  • Creo que me vas a follar.

  • Muy equivocada estás, amor. Te voy a administrar el líquido reparador, para después azotarte de nuevo. Qué te parece mi idea?.

  • Me gusta.....sí....aunque había pensado que desearías follar antes.

  • Estás muy marcada de las cadenillas y quiero divertirme antes de follarte a lo bestia. Así que antes hay que dejarte virgen.

Asentí y le sonreí. Supe que me esperaba una hora de tormento, en picores y escozores. Posiblemente otra hora más de latigazos, que me agradaban más, para terminar con una sesión de sexo total.

  • Mientras, me tomo una buena copa, tu te irás regenerando de esas marcas. Te deseo virgen, para después jugar contigo. Antes sírveme un ballantine con hielo y tráeme un buen puro de mi caja especial. Y ponte la mordaza ya. No hablarás más hasta dentro de una hora.

Le sonreí y le llevé el whisky con los hielos. Después le pasé su caja de puros y él tomó uno, para fumárselo mientras yo sufría delante de él. Me encantaba la idea de que me viera sufrir, sobre todo por estar desnuda, atada y amordazada ante su presencia.

Me coloqué la mordaza y esperé a que él, se levantara, me atara y me huntase con el líquido mortificador y al tiempo, reparador.

Estaba decidida a sufrir lo que fuese. Estaba muy emocionada de cómo había acontecido el día, a pesar de mis sufrimientos.

Obrien se levantó y me ancló las pulseras y las tobilleras. Me ajustó más la mordaza y me retorció los pezones, hasta que mis lágrimas cayeron sobre mis tetas. Acto seguido me cacheteó las tetas, hasta dejármelas muy doloridas y sensibilizadas. Me dió un fuerte pellizco en mi vagina, que me hizo estremecer. Y por último me aplicó el líquido por todo el cuerpo.

Se sentó y sorbió un trago de su copa, para después encender el puro, al tiempo que me contemplaba. Le ví sonreir ante mis primeros estremecimientos, por el picor brutal en todo mi cuerpo.

El rigor curativo de aquella sustancia, me enervaba, pero sabía defenderme de esas sensaciones pensando en él. Iba a ser su esposa. Eso le había dicho a Breo. Y Arturo no tenía necesidad de mentir, porque el controlaba todo un amplio espectro de situaciones y personas, la mía incluída.

Me gustaba que me mirase, mientras me debatía en los picores brutales en todo mi cuerpo, pero sobre todo en la vagina y el ano, que me hacían temblar muchas veces.

Tenía ganas ya de que terminasen los picores, para después poder estar con él, aunque antes me azotase de nuevo.

En esta ocasión esperaba que no fuese con cadenillas, para poder estar más viva ante él.

Los picores fueron disminuyendo rápidamente y a los pocos minutos ya sentía un frescor maravilloso en todo mi cuerpo. Me serené de mis estremecimientos anteriores y me dí cuenta de que Arturo, se levantaba y avanzaba hacia mí.

  • Mi pequeña Miel, ya está curada, verdad?.

Asentí, sin dejar de mirarle a los ojos. Mi cuerpo ya apenas se convulsionaba y me sentía serena y animada.

Primero me quitó la mordaza y mi boca se disparó hacia la suya, para besarle. Fallé en el cálculo, pero él, recogiendo mi cabeza, aceptó ese beso que deseaba darle.

Fué un beso magnífico. Algo que recordar, como muchísimas otras cosas más. Me sentía pletórica y con ganas de vivir mucho más aún.

Me acarició los pezones con sus dedos, muy suavemente, para después besármelos repetidas veces. Pasó sus manos por mis axilas y recorrió mis costados, sin dejar de mirarme o besarme.

Me sentía volar en un paraíso construído exclusivamente para mí.

Me encantaba estar desnuda y atada para él, mientras sus manos transitaban por todo mi cuerpo y sus ojos me hipnotizaban.

Después me desancló de las cadenas que me mantenían alejada de él y me volvió a besar, mientras mis brazos le rodeaban y le entregaba mi ansiedad y todo el amor que había reúnido para quien me hiciera suya para siempre. Mis besos fueron suaves y profundos, prometedores de lo que le aguardaba al Amo de mi Amor.

  • Miel, tu mirada, tus besos, tu forma de entrega y tu forma de amar, me llenan de una profunda sensación de bienestar. Lo que oíste cuando hablaba con Breo, es verdad. Y así deseo que sea, pero espero que no te impida mantener mis negocios, cómo estaban pensados, al menos hasta que vayas a ser mamá.

  • Arturo, nunca te arrepentirás de mí. Y procuraré poner todo de mí, para que quedes altamente gratificado con mis gestiones y con mi sumisión y amor total hacia tí.

  • Amor, me gratifican brutalmente tus palabras y fíjate cómo me ponen. Creo que tendré que correrme antes de ir a más cosas.

  • Amor, espera un segundo, te ayudaré de un modo que nunca los has tenido conmigo.

Miel, salió disparada hacia el muble bar y cogió un plato y una cuchara.

  • Ahora, mi Arturo de Amor, penétrame en la boca sin miramientos, sólo sé consciente de sentír placer y cuando te vayas a derramar échalo sobre el plato y después de dejarte la polla limpia, me comeré tu lechada delante de tí.

Obrien, enarcó mucho las cejas y sintió un algo especial, que prometía un futuro completo para los dos. Miraba con los ojos turbios ya, a la que sería su esposa en breve tiempo. Y veía una diosa, alguien sensible al otro y entregada totalmente a las delicias del amor, del sexo, de la vida y de los juegos.

Obrien, metió su polla en la ardiente y ansiosa boca jugosa de Miel, para arrearla achuchones fuertes y profundos, que la horadaban la garganta. Se sentía a punto de reventar, pues llevaba más de una hora admirando ese cuerpo desnudo y esos ojos llenos de vicio de amor.

Cuándo sintió que eyacularía, sacó la polla de la boca de Miel y dejó que su flujo seminal, aterrizase en el plato. Miel le ayudaba con movimientos de sus manos en la polla palpitante.

Obrien, no cesaba de generar fluido seminal que iba cayendo sobre el plato a borbotones, mientras Miel inflamaba su polla de nuevo para que se volviera a correr.

Obrien, descargó una tercera descarga de semen sobre el plato, que ya tenía un dedo de espesor de fluído seminal.

Cuando su polla flaqueó, Miel se encargó de meterla de nuevo en su boca y succionó los restos seminales que había en su interior.

Obrien, tuvo que tomar asiento, demasiado flojo para aguantar en pie.

  • Amor, fíjate que platazo de esperma tengo para mí solita. Te atreverías a dármelo a comer cómo si fuese una cría?.

Obrien, pensó que Miel en sus fantasías, era ideal para cualquier cosa. Incluso lo que le pedía le encantaba hacerlo. Lo había intentado tiempo atrás con una de sus chicas y ella había vomitado. Sin embargo con Miel, todo era diferente y normal, al mismo tiempo.

  • Vale, lo intentaré, pero tengo el pulso un poco fatal. Lo que se caiga lo recogeré con la cuchara y lo tomarás, vale?.

  • Amor, da de comer a tu niña el maravilloso producto de alguien enardecido y lleno de amor. Su niña será buena y se lo comerá todo, porque si nó será enviada al cuarto oscuro.

  • Miel, ven y siéntate sobre mis piernas. Hay que comerse la papilla o papá te castigará, entendiste?.

Miel se sentó, sobre las piernas de Arturo, quién mantenía el plato en su mano izquierda y la cuchara en la derecha.

Obrien, se fijó en el engrudo que había soltado por su polla y pensaba que Miel vomitaría también. Pero se aprestó a darla de comer rápidamente, pues el semen se iba solidificando.

La primera cucharada, entró en la boca de Miel, mientras ella la aceptaba y la degustaba, mirándole con los ojos encendidos y sonriente.

La segunda cucharada, también la tragó bien, restregándose los labios con la lengua para no dejar nada.

La tercera cucharada estaba ya un poco reseca y la costó más trabajo rebañarla bien.

  • Miel, ésto se está apelmazando, habrá que humedecerlo un poco.

Miel miró el plato y asintió.

  • Arturo, podrías orinar un poco sobre el semen, así se hablandaría un poco.

  • Pretendes tragarte también parte de mis meadas?.

  • Bueno, sólo un chorrito, para que pueda tragarlo, cada vez está más seco.

  • Vale, cómo tienes que ir a ducharte, podré mearte el resto en tu cuerpo, verdad?.

  • Claro que sí, mi amor, pero déjame beber algo, que estoy sequita.

Obrien, alucinaba con su amor. Era capaz de todo por él. Echaría un buen chorro sobre el plato y después la mearía la cara y el cuerpo. Y si quedaba algo que se lo bebiese. Pero encontró su vaso de licor vacío y arrojando el agua helada sobre el cuerpo de Miel, se le ocurrió una idea más depravada aún.

Mearía en el plato y después en el vaso y Miel se lo comería todo y bebería su meada caliente y espumosa.

Y así lo hizo. Primero soltó un primer chorro sobre el plato, que Miel se encargaba de ir removiendo, hasta cambiar del blanco al amarillento y acto seguido, cogió el vaso y lo llenó de un líquido amarillo claro y muy espumoso. El resto lo soltó sobre la cara y el cuerpo de Miel.

  • Venga, a seguir comiendo que se enfría.

Y la siguió dando de comer aquel caldo especial. Miel tragaba, sin ascos y de vez en cuando Obrien la daba a beber su meada en el vaso, que Miel bebía a sorbitos agradecida, para bajar la esperma que se le resecaba en la garganta.

Cuándo terminó de comerse todo y tras beber el último trago largo, su boca apestaba, pero Obrien no lo notaba. Estaba atónito de la capacidad de asimilación de Miel.

  • Bueno, ahora vete a mear o cagar. Y después date una ducha a conciencia. Lávate el pelo y sécatelo. También lávate la boca. Te espero dentro de una hora.

Miel salió disparada, contenta, mientras algunas gotas de los restos de orina de Obrien, goteaban sobre el suelo.

Entró al baño y orinó abundantemente. Después se metió en la ducha y se lavó a conciencia, incluyendo su melena negra.

Miel pensaba, que él la rechazaría por haber tomado su esperma y orina, cómo si nada. Pero no podía hacer ya nada por remediarlo.

Cuándo terminó de secarse el pelo y lavarse la boca, salió del baño rumbo a donde estaba su amor.