Una vida nueva (Libro 2º - Capítulo 07)

Mr. Obrien y Miel............ Cuando Marthyn se vá, Obrien se queda con las dos. Sanea de sus marcas a Irina y se queda junto a Miel, quién le dará algo más de lo esperado por él. Obrien, se siente subyugado por Miel, a quién termina adorando...... Un beso para (Alex) TR, HombreFX, Irina, Marthyn y mis lectores y lectoras. === FELIZ NAVIDAD 2008 === para todo TR y mis hermanos y hermanas en todo el MUNDO....... Sandra Raquel.

Una vida nueva ( Libro 2º - Capítulo 07)

Mr. Obrien y Miel

Fueron despertadas con manotazos por Obrien. Marthyn ya se había marchado después de reponerse y tomar un buen baño.

Irina, fue la primera en despertar y movió a Miel, apoyando las manos en sus tetas, hasta que Miel se despertó. Se quedaron las dos sentadas en la cama, un poco confundidas y algo asustadas y ruborizadas por el estado que presentaban.

  • Arriba gandulas. Qué ya es de día. Lleváis más de 14 horas juntas. Y tú Irina, tienes que marcharte dentro de dos, así que será el momento ideal para quitarte esas marcas y después una ducha, un buen desayuno y a casa. Miel estará junto a tí, pero la pondré un correctivo por holgazana. Pero éso, será después. Ahora sólo la sujetaré las manos a la parte trasera del collarín, para que vea todo, pero no pueda tocarte más.

Miel calculaba en silencio sus días de suplicio. Si cada día era castigada 12 horas, tendría para más de tres semanas. No quería ni pensarlo, mientras caminaba al lado de Obrien, que abrazaba a Irina, mientras ella caminaba sóla y con las pulseras atadas a su collarín. Casí deseaba ser maltratada y humillada ya, por las manos de Obrien. Pero sabía que todo sería cruel y largo.

Irina fue atada en aspa, mientras yo miraba cómo Obrien la aplicaba el líquido reparador con una brocha.

Me quedé mirando cómo Irina se debatía entre estertores y convulsiones, mientras el picor la inundaba y la hacía llorar delante de mí, sin que pudiese hacer nada por consolarla.

Cuando Irina fue saneada por completo, Obrien la desató y la dejó que se despidiese de mí, besándome y acariciándome. Luego se alejaron y me quedé sola en aquella estancia.

Irina regresaba a casa de Breo. Yo me quedaba en la casa de mi verdugo. Estaba destinada a ser usada y maltratada sin cesar.

Me arrodillé y lloré profundamente. Casi no me importaba ya el calvario que me esperaba, pero recordaba que hacía unos días disfrutaba de paz y felicidad.

Una hora más tarde, se abrió la puerta con un estruendoso ruido.

Era Obrien, venía desnudo y armado de cadenillas. Su polla estaba tiesa, así que debía esperar lo peor. Me levanté y me quedé con la mirada baja ante él.

  • Miel, desde hoy me llamarás Señor o Amo en la intimidad. En público me deberás nombrar cómo Señor o Señor Obrien. Está entendido?.

  • Si Amo, está entendido, Señor.

  • Muy bien, zorra. Ahora te voy a azotar por lo que me has hecho pasar. Túmbate en el suelo, voy a colgarte de las tobilleras y serás azotada con sumo rigor.

Obedecí, sin decir palabra alguna y Obrien, me cogió de una tobillera y me arrastró hasta donde había cadenas qué descendían desde el techo.

Engarzó una tobillera a la cadena. Después, la otra y conectó el motor que izaba las cadenas. Mi cuerpo se arrastró por el suelo, hasta que mis nalgas se despegaron del frío suelo y poco después mi cabeza colgaba inerte, a la altura de su polla.

Tenía una polla enorme y potente, al menos por lo que mis ojos podían ver. Al menos tendría polla de calidad.

  • Estás asustada?.

  • Un poco sí, Amo.

  • Tampoco es para tanto, Miel. Irina y tú os habéis azotado salvajemente. Has sido consciente de éllo, verdad?.

  • Sí, Amo. Era consciente de los azotes que la daba. Sabía que debía hacerlo así para hacerla vibrar, Señor.

  • Bueno, me gusta que reconozcas los hechos. Mi situación es similar a la tuya con tu esposa. Imagino que te estará gustando mi polla, verdad?.

  • Sí, Amo. Me gusta contemplarla así, Señor.

  • Y entenderás que para avivar tu fuego, te flagele las zonas más sensibles de tu cuerpo, verdad Miel?.

  • Sí, Amo. Lo entiendo completamente justificado, Señor.

  • Estoy de los nervios, de verte desnuda. Me dan ganas de locuras. Sí te azoto la vagina, crees que podrás follar después?.

  • No lo sé, Amo. Pero si Ud. así lo desea, haría el esfuerzo Señor.

  • Bien, en ese caso unos azotes testimoniales y subimos a mi suite, para que me enseñes lo que sabes hacer. No quiero un sólo grito, entendido?.

  • Sí, Amo. No gritaré, Señor.

Se separó un poco de mí y me lanzó las cadenillas a los muslos, de un modo suave, para hacerlos entrar en calor.

Comencé a jadear, pues aunque los azotes eran suaves, picaban bastante y generaban sensaciones un poco más fuertes que el látigo.

Temblaba a veces y mis tetas subían y bajaban rítmicamente, cuando sentí las cadenillas surcar entre mis labios vaginales. Noté un pinchazo y un fuego abrasador. Contuve la respiración, para no soltar un alarido. Y cuando estaba asimilándolo, un nuevo azote en la misma zona, me hizo soltar lágrimas y un jadeo contenido y prolongado, pero sin llegar a gritar.

  • Bueno, habrá tiempo para otros momentos de terror. Mira cómo esta mi polla. Tienes que ayudarme, Miel.

Según me hablaba, me hacía descender, hasta que quedé tendida sobre el frío suelo. Me hizo levantar y seguirle casi a la carrera hasta salir de la sala y subir hasta su suite.

Una vez en su suite, que ya conocía yo de horas antes, Mr. Obrien me desancló las pulseras del collarín. Y poniéndose ante mí, me pasó suavemente sus dedos por mis tetas y después por mi boca, para entreabrirla y besarla después.

Sentí cosas muy extrañas, pues su beso no era posesivo y sí, más de un amor muy especial y sensible.

Me dejé besar, sin acompañar al principio. Pero al final, terminé por atender su lengua que horadaba mi boca, con una suavidad que me enloquecía. Le cedí mi lengua y el beso se prolongó varios minutos, mientras él sólo me besaba, sin tocarme parte alguna de mi cuerpo.

Me sentía desconcertada. Aquél bárbaro, desnudo y con polla erizada que me deseaba martirizar, ahora era el ser más tierno que hubiese podido imaginar alguna vez.

Sabía que algún truco había en este cambio de actitud, pero desconocía a que se debería ese cambio, cuando podía hacer conmigo lo que quisiese.

Cuando se separó de mí, me acarició el pelo con las manos y me condujo hasta la cama. Imaginé que era una maniobra para que yo fuera más ardiente y dispuesta a hacerle disfrutar.

Volví a equivocarme. Se acercó hasta mí y besó con suavidad, cada uno de mis pezones. También el pubis. Pero sobre todo mi boca, sin rozarme con sus manos. Sólo sus labios rozaban mi piel. Y se tumbó al lado mío, pasando su brazo derecho por detrás de mi cuello.

  • Miel, pensarás que guardo una maniobra especial, verdad?.

  • Si, Amo..........así lo he pensado, Señor.

  • Es muy lógico Miel. Un ser no puede ser de dos modos distintos. No puede ser un animal y persona a la vez. Yo tampoco puedo ser animal y persona. Quiero y deseo ser persona, pero tengo unos vicios, que son lo que me ha hecho encumbrarme a este tipo de bienestar. Lo entiendes hasta aquí, verdad?.

  • Sí, Amo.

  • Miel, escucha atentamente lo que te voy a contar. Jamás se lo he dicho a alguien, pero sé que en tí permanecerá en mi secreto.

  • Amo, puedo decir algo?.

  • Sí, Miel, puedes hacerlo.

  • Amo, desea contarme un secreto o varios de su vida y yo soy sólo una sometida por y para Ud, Señor.

  • Ciertamente es tu situación actual, es verdad. Sabes tú el don que tienes con los perros de hermanarlos?....Sabes a qué se debe?.

  • Cómo se ha enterado de éso, Señor?.

  • No importa, pero me lo dijo Marthyn. Miel, todo el mundo tenemos poderes ocultos. Algunos salen al exterior y sí somos avispados nos valdrán para nuestros fines positivos. Tú eres capaz de amansar a una fiera y hacerla tu familia. Yo soy tu fiera nueva y resultado, estoy a tu lado, hablándote de mí. Y lo mejor de todo, sé que jamás me traicionarás.

  • Eso es verdad, Señor. Jamás traicionaré a alguien con quien haya estado. Porque traicionar, significa ir en contra de lo establecido, Señor.

  • Efectivamente Miel. Eso es lo que te hace ser distinta, diferente y maravillosa. Te escuece la vagina?.

  • Sí, Señor.....bastante, la verdad.

  • Bien, vamos a remediar esa parte. Quieres que te quite todas las marcas o sólo esas?.

  • Preferiría que de momento sólo esas, para poder seguir hablando y escuchando, mi Señor. Pero por favor, áteme las manos y los pies. Eso pica mucho, Señor.

  • Te parece bien las manos atadas al cabecero y los muslos separados por una minibarra?.

  • Sí, Amo, me parecería ideal, Señor.

Fui atada al cabecero. Después colocó un plástico debajo de mis nalgas y me aplicó unos brochazos en mi vagina y ano. A continuación, me ató los muslos a la barra separadora y se quedó apoyado en su codo derecho conversando junto a mí.

Cuando los picores, se hicieron irresistibles y jadeaba y resoplaba, pegó su boca a la mía y me sentí bien. Sus besos seguían siendo cálidos y me dejé llevar de las emociones de estar ante alguien que era mi verdugo, mi Amo y mi amante a la vez.

Era algo que mi mente aún no asimilaba, pero que hervía en deseos de lograrlo.

Esta vez si le correspondí más activamente y mi lengua se enganchó a la suya, sin dar ya importancia al terrible picor en mi vagina y ano.

Se separó un poco de mí y nuestras miradas coincidieron unos instantes, para después nuestras bocas volver a unirse, ya con algo más de pasión y ardor.

Después de un buen rato de morreos, se retiró un poco y miró el estado de mi vagina.

  • Miel, sientes picores aún?.

  • No, Amo....ahora siento frescor en esa zona, Señor.

  • Miel, olvídate de lo que te dije antes. Llámame Arturo o Arthur, según pefieras. Es mi nombre de pila y me gustaría ser nombrado así en la intimidad, Miel.

  • Vale, Arturo.....gracias.

  • Muy bien, te desataré y después decidirás si nos unimos para follar o bien nos bañamos.

  • Desátame, sí...........pero tu polla está colérica y deseo amansarla y enfurecerla más aún. Después si quieres me dejaré bañar por tí........o.........o ser azotada.

  • Vale, te desato ya mismo. Quiero sentir esas maravillas de tu boca y de todo tu cuerpo. Luego te bañaré e iremos a comer, si no te importa, tan desnuda y marcada cómo lo estás ahora.

  • Vale, amor. Lo que tú desees, a mí me hará sentir bien.

  • Me has llamado amor. Te has dado cuenta, Miel?.

  • Lo siento, Arturo, se me escapó.

  • Pero sí me has llamado así, es que lo sientes?....o bien es una forma de atraer a tus acompañantes.

  • No, nunca atraigo a mis acompañantes con esa palabra. La solté, sin saber porqué, pero sí sé que hay algo que me lleva hacia tí. Y también sé que voy a ser torturada, azotada, follada y humillada para tu divertimento. Sin embargo, me atraes. Me gusta estar contigo, siento algo que me lleva a tu destino, sin saber qué es.

  • Me has convencido, amor. Admitiré esa palabra siempre en la intimidad, Miel. Y muchas gracias por tan noble gesto.

Le sonreí y ya desatada, me erguí y le besé en la boca, mientras le abrazaba. Me correspondió, de un modo que no me dejó lugar a dudas de su deseo total hacia mí.

Le volteé sobre la cama y me quedé sobre su pecho, con mi mirada ardiente y picarona, al tiempo que mi vagina abierta se mostraba abierta ante sus ojos.

Avancé mi coño hasta su boca y lo restregué contra su cara.

Me retiré inmediatamente, para lamerle los labios y atraer su lengua, mientras mi cuerpo iba reculando hasta que sentí su polla rozándome las nalgas. Con mis manos la acaricié llevándolas a la parte trasera de mi cuerpo y allí encontré la magnífica polla que tenía como premio de mi nuevo amor.

Rocé su polla con mis dedos, sin dejar de lametearle la boca, para después separme más y saltando por encima de su polla, comenzar a besar y lamer sus tetillas y cada poco soltando un beso en su boca.

Le sabía desconcertado y extraordinariamente excitado, pero seguí en mi juego de seducción sexual. Su polla palpitaba ahora sobre mi vientre y parecía furiosa, así que procedí a anular una posible eyaculación precoz, con un mordisco en una parte de su glande, sin que dejara de sentir placer.

Recordé muchos consejos de XuanXin, que me ayudaron en aquellos momentos. Arturo, se sentía algo descontrolado y hasta un poco extraño, pues sentía una fuerte sensación de preorgasmo en su polla fláccida.

Después de amasarle bien sus tetillas con mi lengua dulce y ardiente, descendí el sendero hasta su ombligo, en donde mi lengua actuó de un modo distinto, como queriendo penetrar en su cuerpo.

Su polla se erizó de golpe y sabía que ya no quedaba mucho tiempo, así que dejé caer mis babas sobre la punta del glande, para después con mi lengua recogerlas y beberlas.

Miré su cara y le vi entregado y descompuesto. Algunas veces acariciaba mis tetas y muchas, me tocaba los pezones.

Decidí que había llegado el momento de matar a la polla, pero mediante una lucha feroz. Elevé mi pubis hasta que la punta del glande rozó la entrada y la dejé que se fuese acoplando lentamente.

Sentía mis carnes desplazarse, por el ancho tamaño de la polla.

Y comencé a descender lentamente, mientras me invadían sensaciones a cual, más gratificante hasta llegar a chocar mis nalgas contra sus testículos. Y comencé a ascender, sintiendo el roce lubricado de la polla dentro de mí.

Antes de que se saliera, volví a descender lentamente, escuchando jadeos y resoplidos por parte de Arturo, que se removía angustiado de placer.

Logré llegar al final, hasta que sus testículos me contactaron de nuevo. Y volví a ascender muy lentamente, produciendo sensaciones increíbles en el cuerpo de Arturo. Y cuando llegué a lo más alto, me detuve. Sentía la tensión en la polla entre mis labios menores. Le miré a los ojos y supe que estaba preparado para el suplicio más placentero, así que me dejé caer a plomo, contra su vientre, sintiendo como el dardo se hundía en mis carnes. Contuve la respiración, para no orgasmar antes que él y ascendí lentamente, mientras veía sus ojos desviados de placer.

Nada más llegar arriba del todo y antes de que la polla quedara libre, dejé caerme de nuevo sobre la misma, sintiendo un fuego en mi interior que debía ser similar al que recibiera Arturo.

Le miré los ojos y supe que ya no le quedaba más de una embestida. Me acerqué a su cara y le pregunté si deseaba terminar en mi culo, en mi boca o en donde estaba. Y decidió que mi vagina era el mejor lugar. Así que subí de nuevo y me dejé caer con control sobre el cuerpo de su polla, para después comenzar a elevarme y descender a gran velocidad.

Estalló en gritos y apretones en mis tetas, mientras sentía su semen ardiente recorrerme el interior de mi cuerpo.

Durante medio minuto, estuvo eyaculando y removiéndose ferozmente. Una vez agarró una de mis tetas y la apretó como si fuera una manopla. Me sentí de maravilla, pues me hizo orgasmar en ese preciso instante, fundiéndose nuestros flujos.

Al cabo de unos minutos de jadeos y alaridos comunes, todo cesó y caí sobre su cuerpo cual si fuera un fardo. Me sostuvo y me acurrucó sobre su pecho cuya respiración era fuerte y entrecortada aún. Y así me quedé dormida.

Arturo Obrien se sentía extraño. Estaba con su esclava, socia, amiga, amante y ya desde ese momento amor recostada sobre su cuerpo desnudo y chorreante de sudor.

Jamás había tenido una experiencia así. Se acordó de Marthyn que estaría a estas horas sobrevolando el atlántico, cuando le repetía una y otra vez en lo bien que follaba Miel.

Sonrió así, mientras sentía la respiración de Miel. Se sintió de maravilla y aún eyaculó un poco de esperma más.

Miel era un tesoro, que había que cuidar. La trataría con amor y compañerismo, pero la expondría en reuniones propias, pues sabía que éso a ella la encantaba. Pero jamás la dejaría abandonada, pasara lo que pasara.

Cuando Miel despertó, se encontró ante la mirada atenta de Arturo.

  • Has dormido bien, amor?.

  • Uy, sí....lo siento, me pudo el cansancio, perdóname.

  • Nada que perdonar. Ahora a bañarte con cepillo de púas.

Por la cara que debí poner, Arturo se rió a carcajada limpia, mientras me daba cachetadas en las tetas.

  • Es una nueva idea......jajajajajaja. A mí me gusta pensar también.

Me levanté algo insegura de lo que me aguardaba, pero fuera lo que fuese, tendría que pasarlo de un modo u otro.

Recordaba en cómo había follado con Arturo. Supe que era una señal positiva. No me hubiese dejado dormir sobre su cuerpo si pensaba en mortificarme ahora, aunque estaba plenamente segura que lo haría muchas veces y en situaciones muy diversas.

El baño resultó ser placentero, aunque ante la atenta mirada de Arturo. Me sacó de la bañera y me secó todo el cuerpo.