Una vida nueva (Libro 1º - Capítulo 03)

Miel recibe en su cuerpo, las primeras caricias de Breo, que firma en su piel un anticipo de lo que será su nueva vida, desde ese momento en adelante. Miel, lo acepta, mientras Hell lo asume cómo normal y anima a su amada. Un beso fuerte para TR y mis lectores/as. Sandra Raquel.

Una vida nueva ( Libro 1º - Capítulo 03)

La firma de Breo

Miré desesperadamente a Hell, pero se limitó a dejarme elegir a mí.

  • Miel, ya supongo tu caos mental. No te ata a nada. Sólo si deseas llevar dos marcas mías, por esta noche tan gratificante, te las proporcionaré gustoso. Ello conlleva que nunca más desees verme, o por el contrario que te agrade mi compañía, con el máximo respeto para tu pareja. Sólo tú, debes decidirlo.

  • Duele mucho?.

  • Te picará a base de bien y te dolerá en el momento, pero se pasará pronto. Qué decides?.

  • Lo que Hell, diga.

  • Vale Breo, dale esas marquitas a mi chica preciosa, así las disfrutaremos mejor en casa.

  • Bien entonces, te haré probar otra postura, para que vayas aprendiendo de este mundo. Prometo, que sólo te daré 2 azotes por cada lado. Pero, estarás colgada de los tobillos. Túmbate en el suelo, para que engarce tus tobillos.

Le obedecí, un poco más asustada que excitada. Me ató juntos los dos tobillos y fue tirando de la cuerda, con lo que mi cuerpo se fue desplazando por el suelo, hasta que mis nalgas comenzaron a separarse del suelo y casi inmediatamente mi espalda y mi cabeza.

Me sentí flotante e ingrávida, por unos instantes. Una vez elevada mi cabeza a la altura de sus bultos tangibles, cogió mis manos y las ató juntas, con una cuerda, a una argolla camuflada en el suelo.

Me sentí impotente, pero excitada aún. Breo se colocó a mi espalda, dejándome ante la presencia de Hell que me miraba sonriente y complacido.

Sin previo avisó sentí un siseo y una descarga que me electrizó y tras unos instantes de no saber que pasaba, de mi garganta se escapó un corto grito, por el desgarro de dolor que surcaba por mis nervios. Y antes de que pudiese respirar, un nuevo trallazo que no escuché venir por mis jadeos, rompió literalmente la parte alta de mis nalgas, dejando escapar un grito seco y profundo.

Mientras me removía en lo poco que me permitían mis ataduras, Breo se plantó ante mí y me mostró la fusta fina ante mis ojos, para después pasarla suavemente por mis pezones, mientras me debatía en un terrible picor en mis caderas.

Se separó un metro y esta vez sí pude ver su primera descarga sobre mi vientre, que me hizo gritar como una loca. Y que mientras las primeras lágrimas saltaban de mis ojos me asestó un nuevo latigazo en la misma zona, haciéndome redoblar mis estremecimientos y gritos de dolor.

Me dejaron así durante el tiempo en que me contorsionaba, jadeaba y a veces dejaba escapar gritos, hasta que me fui serenando, aunque con una quemazón brutal por delante y por detrás.

Unos minutos después, el mismo Breo me soltaba las manos y hacia descender la cuerda que sujetaban mis tobillos, aunque Hell me había cogido el cuerpo para que no tacase el suelo.

Una vez liberada y altamente escocida, aún con mis lágrimas brotando de mis ojos, Breo se acercó a mí y me dijo....:

  • Si no me guardas rencor, o bien te ha gustado, indistintamente, bésame con lengua, pero con las manos detrás de tu cabeza.

No pude pedir ayuda a Hell, pues estaba recogiendo mi tanga y mis sandalias del suelo. Así que puse mis manos detrás de mi cabeza y le besé con lengua enfurecida. Me la mordíó variadas veces, mientras sus manos sobaban mis tetas, hasta que por fín se separó de mí.

  • Hell, esta chica vale mucho. Gracias por haberla traído y confío en que vengáis más a menudo. En cuanto a tí, Miel, gracias por ser noble contigo misma. No te arrepentirás.

Entonces, bajé la mirada y ví 2 finas rayas coloradas en mi vientre, que se abultaban un poco.

Cogí el tanga que me daba Hell y me lo puse. Después me calcé las sandalias y por último cogí el vestido y me lo puse, dejándomelo atar por Breo.

  • Breo, nos vamos ya. Gracias por la velada. Y te aseguro que Miel se va contenta.

Asentí, ligeramente sofocada.

  • Espero veros pronto por aquí, aún queda pendiente de que Miel conozca a tus amigos. A mí ya me conoce, aunque creo que me admitirá en su círculo, no estaría yo tan seguro con los demás.

  • Jajajajajaja, Breo........los demás no se atreverán a tanto como tú.

Ni rechisté. Debí de poner cara de tonta o alelada, porque Breo me sonrió y nos acompañó hasta las estancias de los guardarropas.

Una vez dentro del guardarropa, me quité el vestido y me puse el mono de carretera. Guardé el vestido en la mochila y esperé a que Hell, se ataviara convenientemente.

El viaje a casa fue visto y no visto. Evidentemente, pasaría la noche con Hell y esperaba poder follar con él, porque estaba salida de excitación.

Una vez estuvimos dentro de la casa, me quité el mono de carretera y me tumbé en el sofá, para relajarme. Me quité la tanga y las sandalias y me desperecé, momento en que apareció Hell tan desnudo como yo lo estaba y se acercó hasta mí.

Unas miradas directas, dieron paso al inicio del sexo, ansiado, deseado y necesitado.

Me gustaba Hell en su totalidad, pero desnudo era otro ser completamente distinto y mucho más excitante.

Tomé su polla entre mis manos y oprimí su glande, al tiempo que mi lengua surcaba sus venillas inflamadas. Le escuché jadear y chupeteé su polla hasta que comenzó a hacerse mas rígida y dura.

Le miré a los ojos y supe, que esa noche, por fín sería follada de verdad.

Me erguí, le tomé de la polla con mi mano derecha, masturbándosela suavemente, mientras le conducía a la habitación.

Una vez en la misma, le hice tumbar en la cama y me contorsioné ante él, antes de acercar mis labios lujuriosos a esa enorme polla que se alzaba rígida cual mástil o palo mayor.

Pasé mi lengua suavemente por toda la polla, besándola en repetidas ocasiones, para al final abrir mis labios y dar cabida a semejante elemento.

El efecto que sentí fue un disparador en mi interior. La sentía caliente y enervada. Comencé con un suave masaje de sube baja, sin ayuda de mis manos.

Le escuché jadear de placer y como su polla anunciaba la guerra total.

Me sentía, quizás, más excitada aún que él y deseaba que me follara sin cuartel.

Mi boca se deslizaba por su polla, sobre mis babas lubricantes, que hacían el tránsito más suave y a la vez gratificante.

Hell me agarró las tetas y me retorcía los pezones, algo que a mí me agradaba en aquellos instantes, mientras mi cabeza subía y bajaba cómo un émbolo sobre su polla, cada vez más tiesa y palpitante. Supe que se correría en mi boca si no cesaba aquel masaje y me retiré.

Me tumbé sobre él y le besé en los labios. El me correspondió con un beso de lengua total y bebió mis jugos bucales.

Acto seguido, me volteó y quedó sobre mí, sentándose sobre mi vientre mientras me retorcía los pezones y me palmeaba las tetas repetidas veces.

Me seguía gustando el juego y mi excitación corría ya pareja a la suya.

Se separó un poco y me penetró en la vagina, de un sólo empujón. Sentí, una especie de choque que me dejó alucinada, pero duró poco tiempo, pues comenzó a salir y entrar con gran ímpetu, sin dejarme de retorcer los pezones y besarme en repetidas ocasiones.

Me sentía sublimada y ayudaba con mis jadeos, a subir el ritmo de su excitación.

Sus penetraciones en mi interior eran cada vez más fuertes y vigorosas. Y me hacían estremecer en cada acometida.

De repente, se separó y me hizo voltear, dejando mi conducto anal a su posible penetración. Me relajé lo que pude en mi excitación total y sentí el glande en la entrada de la cueva.

Y antes de que pudiese reaccionar, se clavó dentro de mí de un sólo empujón.

Quedé paralizada. Sentí mi cuerpo abrirse en dos partes, al tiempo que grandes sensaciones desconocidas invadían todo mi cuerpo. Me era imposible moverme. Era cómo si me hubiese partido en dos.

Pero poco a poco, mi cuerpo reaccionó y se adaptó a la nueva estructura y entonces fui consciente de que él entraba y salía de mi ano.

Sentía dolor y placer al mismo tiempo, pero la polla no dejaba de penetrarme, cada vez con más insistencia y ritmo.

Por fin, mi ano reaccionó y soltó sus efluvios que lubricaron el roce desmesurado y así pasaron unos minutos entres mis gritos y jadeos, hasta que por fin se retiró y volteándome de nuevo, metió su polla en mi boca para seguir la penetración.

Pensé que me ahogaría antes de recibir el orgasmo, pero mi boca y garganta se adaptaron al nuevo inquilino y pude aguantar sus entradas y salidas frenéticas.

Se volvió a retirar de mi boca y me la volvió a clavar en la vagina, mientras me abofeteaba, tanto la cara como las tetas, sin cesar de entrar y salir de un modo poseso.

Al final, se quedó rígido durante unos instantes y soltó su ponzoña dentro de mi cuerpo, entre enormes gritos y jadeos espantosos.

Sentí el fluído caliente en mi vagína abrasada por el roce y una convulsión inesperada, se transformó en un orgasmo fuerte y total, jadeando y rugiendo de placer.

Poco a poco, nuestros cuerpos se fueron serenando y se juntaron humedecidos por el sudor de ambos, para seguir disfrutando de ese momento mágico.

Cuando todo estuvo tranquilo, él sacó su polla de mi cuerpo y yo le abracé y le besé. Dulce, suave y tiernamente. Me gustaba escuchar su respiración, mientras se iba adecuando al descanso.

Antes de que terminase por dormirse, me erguí y con mi boca fundida con su polla salvajemente herida y a punto de desvanecerse, succioné sus flujos hasta dejarla limpia y preparada para el reposo.

Subí de nuevo hasta su lado y me recosté en su brazo izquierdo, me apretó contra sí y se durmió placenteramente.

Yo me sentía de maravilla y llena de dulces deseos.

Un poco más adelante y sin que él se percatara, subí la colcha para taparnos los dos y me dormí abrazada a él.

Al amanecer, Hell despertó y miró mis ojos abiertos junto a su mirada maravillosa.

  • Miel, que guapa estás, mi amor.

  • Gracias Hell, pero debe apestar mi boca. No quise levantarme antes por no despertarte. Espera, que me enjuago un poco y vuelvo.

Asintió y salí disparada al baño para hacer un pis y enjuagarme la boca.

Mientras hacía mis buches de elixir, apareció él en el baño y meó en el inodoro. Me sequé la boca y aguardé a que terminase la enorme y larga meada.

  • Que tal has dormido, amor?.

  • Miel, no he soñado todo lo que ha sucedido, verdad?.

  • No, no lo has soñado. Me siento plena y feliz y con ganas de más marcha.

  • Oye recuerda que soy un macho, no una máquina.

  • Vale, vale.....sólo era un decir.

  • Pero la verdad es que mira mi polla cómo se está poniendo.

Miré su polla y ya pivotaba y se iba haciendo dura.

  • Uy.....creo que al final tendrás que cansarla o reventará.

  • Eso mismo estoy pensando yo. O la clavo de nuevo o me explotará.

  • Pues tienes agujeros para elegir. Mi boca, mi coño o mi ano.

  • Vaya, pues creo que será mejor tu culo. Me gustó anoche.

  • Mi culo es tuyo, todo tuyo. Haz con él lo que quieras. Lo hacemos aquí o en la habitación?.

  • Aquí, ésto se está poniendo muy duro, Miel.

Me agarré al lavabo y colocó su polla en la entrada de mi ano.

Y empujó y empujó, hasta que se coló de nuevo dentro de mí.

Entraba y salía como un poseso, mientras mis tetas y mi cuerpo se zarandeaban con cada una de sus acometidas. Cuando más álgida estaba la cosa, sonó el teléfono, pero Hell seguía follándome y al final, respondí yo desde el aparato inalámbrico que había por toda la casa.

  • Diii....ga!.

  • Miel?........estás bien?.

  • Sí, uyy.........si, si.

  • Está Hell?........Se puede poner?.

  • A...hora no.......llamará más tarde.....uufff. Perdón.

  • Comprendo........esperaré su llamada.

Cuando colgó, seguí sintiendo cada acometida de mi Hell, cada vez más intensa y agresiva. Por el espejo le veía lleno de un frenesí indescriptible.

Hasta que por fín, se quedó rígido y sentí una lechada de esperma ardiente, dentro de mi conducto anal, totalmente escocido por la penetración reiterada.

Cuando se serenó y se retiró, me dí la vuelta y metiendo su polla semi fláccida en mi boca sorbí sus jugos restantes, tragándolos con gran deleite y placer.

  • Quién era, Miel?.

  • Breo, que le llames en cuanto puedas. Cómo te sientes?.

  • Uffff, parece que me hubiese arrollado un tren. Eres una salvaje, amor. Le llamaré ahora mismo, en cuanto logre coger la respiración.

Hell marcó el número de Breo y éste lo cogió al instante.

  • Sí?.

  • Hola Breo, me llamaste hace un rato, verdad?.

  • Si, te lo ha pasado tu secretaria verdad?.

  • Si, eso es.......mi secretaria que vino pronto hoy.

  • Hell, necesito hablar contigo, pero mejor en algún lugar tranquilo. Podría ser en mi casa, pero prefiero que sea en el cobertizo antiguo.

  • Tan importante es?.

  • Si, Hell........es muy importante, pero ya te lo contaré. Pasaré a recogeros sobre el mediodía, Miel es mejor que lo sepa, porque si nó, hará muchas preguntas que no podría responderlas.

  • Vale, estaremos preparados para cuando vengas.

Hell, colgó el teléfono y le noté ligeramente aturdido. Y me acerqué a él y abrazándole, le dije....:

  • Qué sucede amor?.

  • Nada, de momento nada, pero podría ser grave......todo dependerá de lo que nos comunique Breo, que viene para aquí, así que pégate una buena ducha y maquíllate un poquitín, que iremos de comida por ahí.

  • Vale, voy volando a la ducha. Uy....se me han olvidao las alas.......jajajajaja.

Hell, tuvo que reirse por las ocurrencias de su chica. Sabía que Miel debería pasar unos cuantos días sola, así que lo mejor sería con Breo. Aunque no estaba seguro, de que ella desease pasar esos días junto a su amigo.