Una Venganza que llegó sola!

Y de pronto un dedo dentro de mi vagina puso mi mente en blanco. Él no pudo contener un gemido al sentir los labios de mi vagina y mi clítoris tan hinchados y mojados, mi respiración agitada y mis gemidos al compas del movimiento de su dedo medio me hizo pedir más!.

Miro mi celular de reojo nuevamente… y era él, mi esposo…no sé cuantas veces me habría llamado!....

Queridos lectores, es mi primera experiencia como escritora en Todorelatos y quiero comenzar a adentrarme en este fascinante mundo con una historia que me sucedió casi toda en la realidad.

Mi nombre acá será Maite, soy profesional, casada desde hace mas de 10 años con un marido al que adoro pero que en más de una ocasión me ha jugado sucio, así que llegó un momento en que decidí que le tenía que pagar con la misma moneda; eso sí, sin que él lo supiera!

Tengo 31 años, mido 1.74 y soy rubia, cabello castaño, de ojos verdes y buen cuerpo, senos pequeños y un buen trasero, no soy un estereotipo de belleza pero tengo mi encanto y trato de luchar con la inclemencia del pasar de los años, aunque confieso que a esta edad me siento mucho más mujer que a los 21 y es así como veo que a muchos colegas abogados se les va la baba admirándome en los pasillos de los tribunales y más de uno sé que me hace miradas morbosas desnudándome con la mirada.

El año pasado mi esposo y yo nos fuimos de viaje con sus padres, ya que iban a operar en una clínica de la ciudad de Valencia a su papá y era menester trasladarse hasta allá y hospedarse cerca de la clínica. El día de la operación llegó y todo transcurrió de lo más normal….todo….hasta que ella apareció:

¡¡La enfermera!!. Leidis era de lo más simpática, se mostró muy amable y se ofreció a estar a la orden en todo lo que tuviese a su alcance… Por qué ese instinto de mujer no te falla?. En ese momento me arrepentí de pensar mal, de ver que la mirada de ella y la de mi esposo se cruzaron y lo peor de todo: que yo tenía que regresar a casa y mí en mi mente se cruzó un mal presagio. Ella y él?....era inevitable pensar que allí hubo complicidad de miradas, algo que te hace que pienses mal, más sin embargo yo trataba de ubicarme en el panorama de la operación y la recuperación de mi suegro tratando de convencerme de que no iba a pasar nada, de que mi mente imaginativa y malpensada me jugaba una mala pasada; y así fue como regresé y él se quedó al cuidado de mi suegro junto con mi suegra.

Solía llamarme diariamente desde el hotel donde se hospedaban pero esa noche ya pasada las 9:00 pm no lo había hecho y decidí llamarle a su celular:

-  Hola amor, cómo estás?

- Hola Maite, como estas mi amor?....estaba por llamarte.

- Donde te encuentras?

- Mmmm, estoy en el hotel cenando en la terraza.

- En la terraza? Ok mi amor, te extraño sabes?. Vamos a hacer algo, llámame de la habitación en cuanto subas si?

- Ok, te llamo luego.

Mi corazón latía cada vez más acelerado, mi sangre quería salirse de mis venas, las lágrimas ya dejaban asomarse, otra vez me engañaba!...lo que no sabía en ese momento fue que antes de llamarle, yo había hablado con mi suegra y a ella no le quedó más opción que contarme que decirme que su hijo no estaba, que había salido a llevar a la Señorita Leidis, la enfermera, que había estado allí en hotel –como todas las tardes desde que fue dado de alta- haciéndole la cura a mi suegro y que había salido a llevarla a su casa.

Mil pensamientos corrieron por mi mente: ellos revolcándose en una cama o tal vez en el carro, él acariciando lascivamente sus senos, penetrándola salvajemente, besándola….Ella  respondiendo a sus caricias…andaría con su uniforme?....quiero matarlo! Quiero vengarme!

- Maite mi amor, por qué no me dijiste que habías llamado a mi madre?

-  Yo sólo andaba llevándola a su casa y la invite al cine, eso fue todo mi amor, no pienses mal, andábamos con una amiga de ella y su bebé.

-  Sabes que ella es de nuestra ciudad? No te enojes amor, yo mismo te la presentaré en su momento.

-  Me estás escuchando Maite??

-  Leidis es hermana de la secretaria de la compañía agrícola amor, si yo anduviese en algo con ella no te comentara nada.

-  Aló aló!!!

No quise contestarle, mis lágrimas bañaban mi rostro, un nudo en la garganta me prohibía emitir palabra alguna. Sólo quería pagarle con traición. A estas alturas de la vida en la que te has entregado en cuerpo y alma a un hombre, en la que has sido esposa, amante, madre y amiga, ya no quieres permitir más humillaciones.

El mismo destino se encargó de que ese momento llegara. Fue así como conocí a Rubén, ese chico apuesto, tan jovial, algo más joven que yo (5 años para ser exactos), de cuerpo más o menos atlético, alto, moreno claro, con esos ojos color miel que sentían que me desnudaban dentro de tanto trato protocolar.

Rubén era taxista y un día en que dejé lavando mi carro fue quien pasó por el lugar donde me encontraba y fue así como me llevó a la oficina. Su trato amable me llevo a pedirle su número ya que no pocas veces decidía andar en taxi por la premura y por no andar lidiando con encontrar estacionamiento. No pocas fueron las carreras que me hizo y así con el pasar de los días nos fuimos conociendo. Había algo, una química, un coqueteo, una conversación amena….una conversación que no sé porque nos llevó a mi oficina y fue así como me entero que por cosas del destino era el marido de la secretaria de la empresa agrícola.

El cuñado de la enfermera?????? Sí por Dios, él jamás se imagino que por mi mente cruzó en ese preciso instante el deseo más grande de vengarme de mi esposo y quién más apropiado que Rubén?? O era la excusa de que algo realmente pasaría entre nosotros dos?

La confianza entre los dos se fue haciendo cada vez más intima y una tarde con la excusa de revisar un correo fue a mi oficina y al tratar de levantarme para cederle mi silla allí estaba él tocando mis hombros…Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, cerré los ojos y me dejé llevar porque yo sabía que el momento había llegado.

-  Estas muy estresada!

-  La verdad sí Rubén, ese masaje me queda muy bien.

-  Déjate llevar corazón que necesitas relajarte.

- No me hagas daño Rubén. Sabes mi situación personal.

-  Yo jamás te haría daño señora hermosa.

….Sus manos se fueron abriendo paso entre mis hombros y mi cuello haciendo que mi cuerpo se estremeciera. Él ganó camino por debajo de mi blusa y comenzó a acariciar mi pecho al mismo tiempo que se acercó y comenzó a besar mi cuello. Mi respiración se hacía cada vez agitada y sin querer se me escapó un pequeño gemido.

En ese instante volteó la silla y me hizo levantar. Nos encontramos de frente, los labios que muchas veces veía en el espejo de su retrovisor y que pícaramente yo había imaginado cómo sería besarlos, ahora estaban a centímetros de los míos, en un plano real, ahora acercándose a los míos, sintiendo su respiración mezclarse con la mía y fue como nos entregamos en un beso tan apasionado como desesperante, como si el mundo se fuera a terminar, como queriendo no despegarnos jamás, como si desde el primer momento nos hubiésemos deseado. Su lengua se encontraba con la mía, sus labios carnosos sabían a gloria….y a venganza!!!!

Sus manos ahora en mi cabello y en mi cara, sujetándome con pasión, yo con mis manos en su espalda, reteniéndolo porque quería sentir cada parte de su cuerpo junto al mío. Mis senos estallaban de placer, estaban tan duros que el sostén los delataba y pedían a gritos liberarse, sus manos agitadas se volcaron a desabrochar la delicada blusa de encajes y el pequeño sostén para dejar ver mis senos con esos rosados y duros pezones.

En una maniobra me sentó sobre el escritorio y comenzó a lamer mis senos, los chupaba, los succionaba, los acariciaba. Era como si supiera que estaban guardados para él, subió para besarme nuevamente y yo abrí mis piernas para atraparlo con ellas sintiendo su pene erecto restregándose con mi pantalón. No pude evitar pensar en ese momento que el paquete de mi esposo era más grande, pero a la vez el morbo me incitaba a atraerlo hacia mí para desabrochar su pantalón y tocar su pene, él me facilitó las cosas y en un abrir y cerrar de ojos estaba sin su franela y con el pantalón abierto y no sé cómo pero lo cierto es que allí se estaba consumando mi venganza.

Era el turno de mi pantalón de vestir, el que ocultaba una panti totalmente inundada de fluidos vaginales que se dejaban escurrir de mis adentros. No había mojado tanto en años, mi excitación era brutal, mi cuerpo ya pedía a gritos desahogarse, mi vagina palpitaba y se contraía, ella sola quería estallar en un orgasmo de sólo caricias y besos apasionados y aún así quería acabar como si fuese la penetración más rica que me hubiese hecho mi esposo, o por qué no Rubén?...supe en ese instante que no estaba preparada pero aún así no echaría a perder ese momento.

Pero compararlos era inevitable y aun y todo sucediendo tan rápido mi mente no dejaba de pensar en el por qué con Rubén estaba tan mojada y con mi esposo muchas veces costaba tanto?...Sí Maite! Ya sabes que es el momento, la excitación de lo prohibido, las mieles del deseo, la consumación de una venganza…

Y de pronto un dedo dentro de mi vagina puso mi mente en blanco. Él no pudo contener un gemido al sentir los labios de mi vagina y mi clítoris tan hinchados y mojados, mi respiración agitada y mis gemidos al compas del movimiento de su dedo medio me hizo pedir más!. En ese momento me aferré a él y en sentí como una bocanada de placer descendía desde mi cerebro primitivo bajando por mis pezones y terminando en un tembloroso y espectacular orgasmo haciendo que mi espalda se arqueara y mis uñas se clavaran en su espalda a la vez que sentía cómo las oleadas de flujo caliente eran recibidas por su dedo terminando también mojando algo de su mano.

Rubén me contuvo en sus brazos y me abrazó fuertemente, se sintió satisfecho de hacerme sentir mujer y sólo se dedicó a besarme cariñosamente.

-   Ha sido extraordinario verte disfrutar tanto Maite, no sabía que una mujer fuese capaz de recibir tanto placer, placer que me has dado a mí, señora hermosa y aunque sé que no estás preparada aún para esto, también te digo que tendré toda la paciencia que sea necesaria para que llegue el momento en que hagamos el amor. Sé que nuestras vidas están comprometidas pero ya conseguiremos el tiempo para ser sólo nosotros dos.

-   Rubén!

-   Shhhh no digas nada Maite, yo sabré esperar y te digo que a partir de hoy no estoy dispuesto a dejarte ir.

….De reojo miré mi celular que estaba en modo silencioso… y era él, mi esposo…no sé cuantas veces me habría llamado!