Una + una = tres (i)

Por hacer un favor me encuentro en un situación alucinante

Un amigo de la familia, que tiene un centro de estudios privado en Valencia, me metió en un compromiso, porque me tomó la palabra que le di un día. Esas típicas cosas que se dicen sin pensar, “Si un día necesitas algo, me lo dices” y un día apareció pidiéndome un favor. Quería que durante una semana o dos, diera unas clases en sustitución de una profesora que iba a estar de baja ese tiempo. Quise escaparme y al final no pude, lo cuadramos para que fuera por las tardes. Me paso los temarios y me santigüe. Estuve hasta altas horas de la noche preparándome todo y preparándome pequeños resúmenes. Como si no tuviera cosas que hacer y me enrollo con esto y altruistamente. Al llegar al centro, muy pijo por cierto, me pasaron el listado de los alumnos y alumnas, las edades eran entre los 18 y los 20 años. Dos de 18 la mayoría de 19 y 4 de 20. Más de dos tercios eran chicas. Al entrar al aula, las hormonas se palpaban en el ambiente. Enseguida me di cuenta quienes eran las “listas” y eran las dos que tenían los mejores cuerpazos. La clase acabó bien y fue menos complicada de lo que había previsto. Al acabar me fui a tomar algo con mi amigo. Que mi amigo, mas bien de mi familia, ya había pasado con ganas los 50.

Como me pasa siempre cuando me encuentro con alguien del pueblo, que hablamos del pueblo. Nos sentamos en la terraza y llegaron varias alumnas del centro. Entre ellas las dos líderes. Se sentaron en tres mesas separadas y cuando se quitaron las mascarillas las dos eran dos chicas preciosas. Una tenía 18 y otra 19. La de 18 Silvia (1,65 – castaña oscura, ojos oscuros, labios gruesos, melena larga) y la de 19 Carmen (1, 68 – castaña tirando a rubia, labios normales, melena corta). Como mi amigo quedaba a espaldas de ellas, estas me vacilaban, eran unas provocadoras. Me gustaba la provocación. Después de la tercera clase nos quedamos hablando un grupito y al final nos quedamos ellas dos y yo. No se cortaban para nada y no dejaban un segundo de provocarme, hasta que les dije para que cesaran en sus provocaciones… “Os libráis de que esté dándoos clase que si no, me ibais a conocer bien” nos reímos y me marché. En las siguientes clases evite estar con ellas, no quería meter en un compromiso a mi amigo. termine mis clases, me despedí de todos y ellas me alcanzaron a la salida, me pasaron un papel con sus móviles. Me lo metí en el bolsillo y ni los mire. No quise caer en la tentación y me olvidé de ellas. A los días me llego un mensaje no de wasap, un mensaje de texto, de esos que ya nada mas usan para la publicidad y de hecho pensé que era publicidad hasta que en un momento lo leí. Era un mensaje de ellas. No sabía cómo se hicieron con mi móvil.

Eran mayores de edad y no podía tener problemas pero aun así quería evitarlas, hasta que se decidieron a llamarme por móvil. El mensaje era una provocación por lo que les había dicho y si es que un tío como yo, le daban miedo dos chicas jovencitas. Cuando me llamaron eran risas y provocaciones, las di cuerda y después de un buen rato las deje sin conseguir ellas lo que querían. Eran graciosas, presumidas, fanfarronas y a esta mezcla había que añadir una pizca de frivolidad, lo que las hacía ser jovencitas muy “putas” y que emanaban mucha sexualidad. No me importaría tener algo con alguna de ellas, pero la verdad que tampoco tenía una necesidad imperiosa por tener sexo, porque no estaba tan necesitado, en ese aspecto la vida me iba muy bien y tenía en puertas un encuentro con una mujer, una cita a ciegas, aunque no era tan a ciegas, porque a la mujer en cuestión la conocía de oídas y nunca mejor dicho. Solo había tenido relación con esa mujer por móvil. Una relación profesional. Habíamos estado hablando más de dos años y un día medio en broma ella me dijo por un favor que me hizo, “me debes una copa o un café, que lo sepas” y no dudé, “si te atreves cuando quieras, que ya es hora de que nos conozcamos” de ella solo sabía que ya había llegado a los 40, que estaba casada, que tenía hijos y del resto nada de nada. Porque en su estado de wasap siempre tenía puesto fotos de niños, de lugares, etc. nunca de una mujer sola. Al final quedé con Maite que así se llamaba para comer. Venía de fuera de Valencia, pero de un sitio cercano. Estaba mejor de lo que pensaba, 1,62, melena ondulada, color caoba, cara fina, delgada y poco pecho. La comida estuvo llena de indirectas y de intimidad.

--- Por fin nos conocemos, aunque ya había visto tus estados de wasap y algo en las RR.SS.

--- Pues tú como solo colocas niños.

--- Niños no, MIS NIÑOS. Jajajajajaja.

--- Pues que sepas que estás mucho mejor de lo que me imaginaba.

--- Gracias, tú tampoco estás nada mal, pero te veo menos “valiente” ahora que me tienes cara a cara.

--- Es que soy muy “respetuoso” con las mujeres casadas.

--- Jajajajaja, no sé porque me da que tú tienes poco de eso.

--- Más bien lo justo, es que no tengo prejuicios con que una mujer esté casada.

--- Jajajajajaja.

--- Qué excusa le has puesto a tu marido para venir a Valencia. (esto se lo pregunte porque sabía que los dos compartían el mismo negocio)

--- Muy fácil. Él sabe lo que hablamos, porque muchas veces mientras hablábamos él estaba a un metro, no me escondo y le dije que me habías invitado a comer y aquí estoy, lo único que me ha dicho que cuidado con lo de las 10 de la noche. No me vayan a multar.

--- Esa es su única precaución?

--- Si solo esa.

--- Pues sí que confía en ti.

--- Confía porque sabe que entre tu y yo no pasara nada sin estar él de alguna manera.

--- Quieres decir que sois una pareja abierta?

--- No. En mi pareja no hay sitio para mujeres, solo hombres.

No quedó nada sin decir que lo dejamos todo muy claro y como le mostré mi interés por estar con ella, me dijo que ella también. Cuando llegó el postre dijo que tomáramos café en algún sitio más discreto. Vimos una cafetería con terraza exterior y como el tiempo era desapacible, no había nadie a esa hora y nos sentamos, después de que nos sirvieran los cafés, llamó a su marido y dejó puesto para que pudiera escuchar, “Manuel, aquí estoy con Pelayo y te escuchamos los dos, que estamos de acuerdo y que si te apetece te vienes y ya sabes” me gustaba esa mujer, decidida, sabiendo lo que quiere y como lo quiere, no se anda con zarandajas, “hola Pelayo, pues más o menos en una hora estoy en Valencia, en terminar con unos pedidos. Dónde nos encontramos?” estaba claro, ella había venido de expedición y según lo que viera era quien decidiría y él se fiaba del gusto de ella. Como el día se estaba poniendo peor, les propuse ir a mi casa y esperar allí. No pusieron pegas y así lo hicimos. En casa otro café y a seguir hablando para conocernos mejor.

--- Ya que tenemos todo claro, cuéntame más de vosotros y sobre todo de tu marido que a ti ya te conozco algo.

--- Manuel es muy bueno. Es muy simple, que no quiero decir que sea tonto, simple porque no tiene maldad. Siempre quiere lo mejor para mí y yo soy un poco casquivana jajajajajaja.

--- Ya, pero como os gustan estos momentos, como soléis hacer.

--- Jajajajajaja, no te lo vas a creer, pero las veces anteriores han sido “problemáticas” no han resultado como queríamos.

--- Cuéntame algo más, porque con eso no sé qué pensar.

--- La primera vez, los nervios pudieron con nosotros y con el otro, que era principiante también. Las siguientes veces, no encajamos con lo que queríamos, vamos al final algún manoseo y poco más. Y con quien mas feeling tuvimos que fue con dos, uno tenía micro pene, más pequeño que el de Manuel, que es muy normalito y el otro cuando se enteró que Manuel era bisexual salió corriendo. A ti te importa que sea bisexual?

--- A mí me da igual, que cada uno sea lo que quiera ser.

--- Es pasivo y se amolda a todo. A ti te importaría nos sé, que te la chupáramos los dos?

--- Jajajajajaja, sí que eres directa. Según el momento. Y qué es eso de que se amolda a todo?

--- En nuestros juegos, hace sin rechistar todo lo que le mandó. Nunca le he visto chupársela a nadie pero solo de imaginármelo me pongo muy “guarrilla”

Ya había pasado la hora de sobra. Tenía ganas de follarme a Maite, porque no la veía guarrilla como ella se decía, la veía muy “guarrona” quise ver si quería empezar antes de que llegara su marido, pero su contestación fue “si va bien esta primera vez, la próxima puede, pero ahora espero a mi marido” y no es que fuera brusca, lo tenía claro. Más de una hora y media y llegó. Manuel era un tipo no muy alto, 1,68, la cabeza afeitada y físicamente potente, bien cuidado. Maite le reprendió con gracia por lo que había tardado, explicó que un cliente que dijo y que ella conocía también, apareció a última hora y ella lo único que le dijo, “con lo pesado que es” por eso se puso a hablar de su negocio. Tenía relación con ellos de mi trabajo anterior y ahora de nuevo. Porque eran muy responsables y serios a la hora de trabajar. Nos enfrascamos en esa conversación y Maite dijo que tenía que ir al aseo, quise acompañarla y me dijo que no me molestara, le indique donde estaba. Al dejarnos solos Manuel cambió de conversación.

--- Que, como te parece Maite, ya habéis hecho algo?

--- Nada, no ha habido manera, porque decía que mientras tu no estuvieras que imposible.

--- Como es mi niña y con lo caliente que es.

--- Ya me ha dicho que no os ha ido muy bien que dijéramos en estos encuentros. De quién partió la idea?

--- Ha sido poco real, los encuentros han sido un pequeño desastre, pero no nos hemos rendido, que rendirse es de cobardes y partió de los dos, a raíz de un programa que había en un canal de pago, un reality de parejas que hacían intercambios. Tu has tenido más encuentros parecidos? Porque con tanta prisa poco sabemos de ti en situaciones iguales, si es que se te han dado.

--- Si he tenido bastantes encuentros y se me han dado bien. Cómo os gusta que empiece?

--- Si quieres lleva tú la iniciativa, así nos vendrá mejor. Ya me entiendes. Para que Maite se corte menos.

Y seguimos hablando de gustos, de alguna “condición” no obligatoria y apareció Maite, con una sola prenda puesta. Llevaba un tanga muy pequeño de color blanco. La tripa la tenía como una tabla, delgada pero fibrosa, tenía marcas suaves de musculatura. Los brazos fuertes y las tetas pequeñas, que hacían que sus pezones parecieran mayores a lo que eran. Que se le veían bien empitonados y no se había quitado los zapatos con tacón. Mi expresión debió de llamar la atención en su marido, que estaba de espaldas a la puerta y cuando giro la cabeza soltó, “menudo tesoro que tengo, ¿verdad? y que puta que es” y era verdad su cara había cambiado, tenía cara de cachonda y como decía antes cara de guarrona. Silencio y la continuación a ese silencio fue que se acercó a donde estaba sentado y nos enrollamos sin más. Después de morrearnos durante un buen rato, quería comerle el coño, que se lo había tocado y estaba mojadísimo, ella decía que quería comprobar antes algo diciéndome que ella era vegetariana. Me acarició suavemente la entrepierna y dijo, “esto debe ser una broma, no puede ser, tengo dudas de seguir siendo vegetariana o pasarme a la carne” y su marido que se le notaba cachondo, preguntaba que pasaba.

No le contestó, no sé si porque no le escucho o porque estaba a lo suyo. Porque mientras decía eso, pasó de tocar suavemente a agarrarme bien agarrado el rabo. Lo siguiente me desabrocho el pantalón, le costó algo y saco mi rabo, que en sus manos que eran pequeñas destacaba más. Se agachó y se puso a besarlo, luego a lamerlo y a mamarlo. Su marido se movió un poco y miraba a su mujer como “trabajaba” era muy buena, sabía muy bien que era tener un rabo en la boca. Indique a su marido que le quitara el tanga a su mujer y entendió perfectamente, se lo quitó y se puso a comerle el culo a su mujer y el coño. Lo hacía tan bien que Maite cambió la forma de comerse mi rabo, el cambio de muy bueno a superior. No me quise esperar, me levanté y me desnude, su marido hizo lo mismo. Comprobé que tenía un rabo bastante normalito, entendía lo que su mujer me dijo. Desde el primer momento su mujer actuaba de forma libre y espontánea, ningún complejo por estar su marido junto a ella, a él si le veía más acomplejado, menos decidido y bastante perdido. Maite se corrió con la comida de coño que le hizo su marido. Su cara era de satisfacción. Sonriendo “me duele la mandíbula ya, así que ahora comportaros como hombres y follarme los dos a la vez” por mi encantado de la vida, no quiso que la follara hizo a su marido sentarse donde estaba ella, le hizo ponerse un condón y luego se sentó sobre él. Me había colocado un condón y Maite dejándose caer sobre su marido, quedándose apoyada de manera obscena pero cachonda, abrió sus nalgas y me dijo que era todo para mí.

Me indicó que no me pusiera lubricante ni nada, que le gustaba sentir como entraba. Una vez que metí el capullo en el culo, soltó sus nalgas, respiró ruidosamente y se agarró al cuello de su marido, “esto si que es que me follen el culo, sigue Pelayo, que lo note este cabrón, que note como me entra” y le decía varias cosas a su marido, sobre todo le iba contando cómo sentía la penetración y él le decía que lo notaba también. Ya mi rabo ocupaba todo su culo y aunque era nuestra primera vez, me refiero a la de Manuel conmigo, fuimos muy rítmicos. Hasta que Maite se “enfado” y no sabía el motivo, no tardé en darme cuenta, porque el rabo de su marido se le salió, se había corrido. Hizo que se quitara y le decía, “aprende de este que es más joven que tú y mira como aguanta” estaba apoyada en el sillón y cada vez la embestía más violentamente y no protestaba, todo lo contrario se ponía mas cachonda. Deje de ver a su marido, creía que había ido al aseo, hasta que siento que lo tengo detrás y que se agacha a comerme los cojones. Se lo cuento a su mujer que se pone mas guarrona y se quejaba de no poder verle. Le cuesta pero se coloca esta vez de tal manera que podía lamer a su mujer y a mí.

Maite inicia una corrida que resulta larguísima, de las corridas más largas o la más larga que he visto y vivido. Saqué mi rabo de su culo y su marido miraba y él decía que le ponía cachondo verlo tan abierto. Que era para hacerle una foto y que lo viera. Ella dice que sí y no le dejo, me quito el condón y les digo, “vamos mis putitas, a comerse el rabo de vuestro hombre” y me gusto que fueran tan obedientes. La verdad que ella le dejó más protagonismo a su marido. Eso sí, cuando me iba a correr la glotona fue Maite que se llevó todo mi lechazo en su boca, Manuel relamió lo que dejó y luego se morrearon bien a gusto los dos. Ya iba siendo muy tarde, nos pusimos a hablar de repetir otro día pero más temprano. Como seguía cachondo, les ofrecí quedarse toda la noche. Manuel miró a su mujer y esta dijo que sí. Luego hizo un comentario, “si lo llego a saber te follo sin condón” por lo que se ve, ella no quería que se corriera dentro, para no ir luego todo el camino escurriendo, es como lo dijo. Saque unas pizzas congeladas y nos las zampamos, el sexo me abre el apetito.

Terminamos de cenar y me llamó la atención que Manuel se pusiera a ver la TV. Me lo aclaró ella cuando me agarró de la mano y me dijo que fuéramos a mi habitación. Mientras íbamos y en un tono de voz normal me lo contó, “a el le cuesta mucho recuperar y ya se lo había dicho, que si la cosa iba a más contigo, quería pasar la noche sin estar pendiente de nada más y lo único que la puerta tiene que estar abierta” no me pareció extraño, porque no era la primera vez de una situación igual. Follamos de forma escandalosa, porque ella era escandalosa y no es que lo hiciera para que su marido la oyera, es que desde el principio fue así. Nos compenetramos tanto que no paramos de follar y azote su culo todo lo que quise y como quise. Hasta que a las tres de la mañana me pidió descansar un poco. Se quedó dormida y fui al salón donde se oía la TV, su marido estaba también dormido. Le puse encima una manta de viaje y me fui a dormir.

Me desperté con una mamada que me hacía Maite y me puse a hacer un 69 con ella. Cuando estábamos de lo más a gusto oímos a su marido que decía, “todavía seguís dándole? Que maquinas” pasamos de hablar y no paramos de darnos gusto. Me lleno la boca con sus abundantes flujos cuando se corrió. Manuel nos gritaba que el desayuno ya estaba. Me quede a medias, desayunamos e invite a Maite a ducharnos juntos. Nos duchamos tranquilamente sin sobresaltos, a pesar de que ella me estuvo incitando y me hice el duro, empecé a marcar mi territorio, para próximas veces, si las había. Al salir de la ducha la apoye y ahora sí, empecé a follármela y su marido nos veía desde la puerta, pasó al baño y se sentó sobre el water, azote a su mujer “venga puta cómele el rabo a tu marido” y Manuel se sacó su rabo, ella se agacho y no deje de follármela, hasta que se corrió primero su marido, luego ella y yo, prácticamente a la vez. Todos coincidimos que lo habíamos pasado muy bien pero que si nos volvemos a ver lo pasaremos mucho mejor.