Una traición que cambió mi vida

Una traición un punto de vista diferente.

Una traición que cambio mi vida

Me llamo Sara y me consideraba un alma libre, estaba convencida de ser incapaz de ser fiel a ninguna de mis parejas. Por eso jamás tuve una relación que pasara de follamigo, de esa manera no hacía daño a nadie y nadie me hacía daño a mí. No puedo asegurar que nunca terminara engañando a nadie de forma involuntaria, cuando tenía alguna sospecha de que eso estaba ocurriendo contrataba cualquier relación con esa persona.

En mi familia éramos tres personas, mi madre, mi padre y yo, Mi madre y yo no teníamos la mejor de las relaciones. Con mi padre era distinto, él se desvivió por mí desde el mismo día de mi nacimiento. Tengo que decirlo, el día de la semana que más me gustaba, era el día que íbamos al campo a ver a su equipo preferido. A mí el fútbol no me gustaba, pero verlo disfrutar y más importante pasar tiempo con él lo compensaba con creces.

Los amigos de mi padre eran la monda, me hartaba de reír con ellos, creo que en los años que llevaba acudiendo a ver fútbol con mi padre y sus amigos. Jamás puse atención al partido, siempre atenta a los gestos, pero sobre todo a la sonrisa del hombre que más feliz me hacía en este mundo. Ganara o perdiera el equipo de mi padre siempre salía con una sonrisa del campo, para él lo más importante era el tiempo que pasaba a mi lado.

Empecé a quedar con uno de los nuevos amigos de mi padre, en realidad el amigo era su abuelo. Este había hederado su asiento cuando su abuelo no pudo volver a ir por una enfermedad, en algunos descansos tuvimos nuestros momentos. Alguna vez le comí la polla y él me comió mi encharcado coñito, no fue siempre y pronto me di cuenta de que no me convenía. Le empezó a molestar que abrazara a los demás amigos de mi padre, que me cogieran de la cintura para celebrar un gol que ni siquiera había visto. Empezó a creerse con derecho de decirme lo que tenía que hacer y lo que no.

Le corté rápido.

• Tú quien te crees que eres – le espete enfadada.

• Ahora estas conmigo y te prohíbo acercarte a otros.

• ¿Qué me prohíbes?, ¡tú de que caverna has salido!

En un momento dado sé mal entono e hizo el amago de darme un tortazo, entonces apareció mi padre con sus amigos. Todos tenían una cara muy seria y se dirigieron al chico.

• Sara lleva viniendo a ver los partidos con nosotros desde que era una niña, por eso todos nos creemos un poco su padre – dijo un amigo de mi padre.

• Si tu abuelo se entera de esto se decepcionara mucho, espero que sea la última vez que apareces con nosotros – dijo otro amigo.

• Si mi vista no me engaña has intentado levantar la mano sobre mi hija, has cometido dos errores, el primero cabrearme y el segundo cabrearla a ella.

El chaval se giró para mirarme y lo único que vio y sintió fue mi mano golpeándole la cara, se quedó sentado en el suelo tocándose la cara mientras yo volvía con los demás a la grada. Su abuelo se enteró y lo primero que hizo fue llamarme para pedirme perdón, además para pedirnos una cosa a mi padre y a mí. Que de vez en cuando fuéramos a su casa a ver los partidos con él, yo le dije que encantada, adoraba a ese hombre que me trato como si fuera su nieta desde la primera vez que me vio.

Los meses iban pasando y notaba que mi padre se iba deteriorando poco a poco, algo le pasaba que no nos quería contar a mama y a mí, también note que papa había dejado de sonreír en casa. Algo sabía y tenía que averiguarlo, el problema era que mi padre era más hermético que la puerta de un submarino. Llego otro fin de semana y volvimos al campo a ver el fútbol, mi padre no tenía buena cara y a la mitad del tiempo les dijo a sus amigos que se marchaba a casa.

• Sara tú quédate, alguno de estos degenerados te acercará a casa.

• No papa yo me voy contigo, ¡cómo me voy a quedar! – dije muy enfadada.

• Este degenerado os acercará a casa, además el partido hoy está muy aburrido – dijo un amigo de mi padre.

Papa no habló en todo el viaje de vuelta, como si se esperara encontrar algo desagradable al llegar a casa. Yo estaba muy preocupada, cuando el amigo de papa nos dejó en casa. Papa abrió la puerta sin hacer ningún ruido, parecíamos ladrones en nuestra propia casa. Nosotros no hicimos ruido, los ruidos se escuchaban dentro de casa, reconocí esos ruidos enseguida vi como la cara da papa se iba transformando en pura furia.

Nuestra casa tiene dos pisos, en el de abajo está un baño pequeño, la sala y la cocina, en el de arriba está el baño grande y las habitaciones. Subimos las escaleras con cuidado de no ser descubiertos, al llegar arriba papa intento abrir la puerta, pero le temblaba la mano. A mí no me temblaba nada y decidí abrir la puerta de una patada. Lo que vi en su interior me heló la sangre, mi madre estaba atada de manos y pies y un hombre que no conocía de nada tenía a mi madre ensartada.

Por lo que pude comprobar mi padre y ese hombre sí que se conocían, mi padre se le quedó mirando fijamente y apretó los puños con tanta fuerza que el crujido me asusto hasta a mí, aquel hombre levanto la cabeza y al ver a papa se quedó blanco. Mama estaba tan extasiada con la polla de ese hombre en su interior que no se dio cuenta de nada, de repente noto como aquel hombre se desacoplaba de ella, entonces vimos donde tenía ensartada la polla. En el culo de mama, mama se quejó y al levantar la cabeza y vernos se quedó como si le hubiera dado un síncope, no decía nada. Una estatua tenía más vida que ella.

El hombre empezó a balbucear disculpas, de repente mi padre tuvo que sujetarse al marco de la puerta. Ese hombre aprovechó para coger su ropa y huir, papa cayó desplomado al suelo. Mama no se movía ni un centímetro, parecía petrificada. Cogí el móvil y llamé a una ambulancia, al llegar al hospital, le hicieron pruebas a mi padre. Según los doctores le había dado un ictus que le había afectado al lado izquierdo de su cuerpo y necesitaría rehabilitación.

Lo ingresaron en el hospital, yo bajé a casa a coger ropa para él. No sabía como reaccionaria si veía a mi madre, si no nos llevábamos muy bien esto destruyo nuestra relación para siempre. Al llegar me di cuenta de que mi madre se había duchado y estaba haciendo una maleta.

• ¿Qué haces mama? – dije muy enfadada.

• Recojo mis cosas hija, me marcho – dijo con un tono frió y distante.

• ¿Piensas abandonar a papa ahora que más te necesita? – dije más enfadada aun.

• Ya no amo a tu padre, el día que naciste tú, solo tuvo ojos para ti.

• Que me estás diciendo, ¡papa se desvive por esta familia siempre lo ha hecho!

Mama no dijo nada más, cerro la maleta y se dispuso a salir por la puerta, la pare agarrándole del brazo y le dije.

• Piensa bien lo que haces, si nos abandonas en el momento que más te necesita, olvídate de nosotros para siempre.

• Eso ya lo hice hace tiempo, solo he esperado a que mi amante se decidiera divorciarse para irse conmigo.

• Quien, ese cobarde que salió huyendo – dije riéndome.

Mama me miro con cara de odio, pero no dijo nada, después me dijo que nos haría llegar los papeles del divorcio y que esperaba que papa los firmara si podía hacerlo. Después de escuchar eso de no haber sido mi madre le abría partido la cara, por fin cerro la puerta y salió de nuestras vidas para siempre. Yo recogí la ropa de papa y me senté en la cama a llorar, ayer a la tarde era la mujer más feliz del mundo y a las horas mi perfecta vida se había roto en pedazos.

No solo fue mi vida, sino mi forma de vivir la vida, solo que en ese momento no era consciente de eso. Me duche, me cambie de ropa y me subí al hospital. Mi padre estaba despierto, al ver mi cara se dio cuenta de que algo había pasado, con dificultad me pregunto.

• ¿Qué ha ocurrido Sara?

• Papa, no quiero hablar de eso – dije serio y con la intención de cortar la conversación.

• ¿Tu madre nos ha dejado verdad? – insistía.

• ¡Que no quiero hablar! – grita.

• Contéstame – grito más fuerte mi padre.

Al final le conté lo que había hablado con mama, yo pensé que eso lo hundiría, pero en su mirada vi una resolución que no había visto en mi vida.

• No pasa nada pequeña, nos tenemos el uno al otro – dijo intentando sonreír.

Mi padre que tenía medio cuerpo paralizado, era el que me estaba dando ánimos a mí. Eso me animo y yo también sonreí, los meses siguientes fueron muy duros. Le dieron el alta y tres veces por semana venía una ambulancia para llevarlo al hospital para hacer la rehabilitación, en casa era yo quien lo duchaba, lo vestía. Comer lo hacía él con mi ayuda.

Al principio fue muy incómodo ver a mi propio padre desnudo, pero poco a poco me fui acostumbrando y al final lo veía como algo normal. Su rehabilitación estaba en manos de un hombre llamado Víctor, la primera vez que lo vi me quede prendada de él. No tenía nada especial, pero no podía evitar mirarle todo el tiempo. No entendía que me estaba pasando, había estado con hombres mucho más guapos y buenos que él, pero ese hombre despertaba en mí un sentimiento que ningún otro había conseguido despertar. Un sentimiento que me era desconocido, la verdad es que Víctor trataba muy bien a papa y enseguida hicieron buenas migas.

Mientras papa estaba en la sesión de rehabilitación, yo solía estar en una sala de espera bebiendo café y leyendo un libro, hasta que terminaba y preparaban la ambulancia para bajarnos a casa otra vez, en esa ocasión el café se enfrió y yo me perdí mirando por la ventana y entre mis pensamientos. Entonces noté como una mano se posaba en mi hombro y una voz que me preguntaba si me encontraba bien.

Al darme la vuelta pude comprobar que era el mismo Víctor, de cerca ganaba mucho, con esa barba de cuatro días y esos ojos grisáceos. Me fue a preguntar y le contesté que sabía que se llamaba Víctor.

• ¿Cómo lo has sabido? – pregunto Víctor.

• Lo pone en la placa que tienes en el bolsillo del pecho.

Víctor se llevó la mano hacia la placa y le dio un ataque de risa, verlo reírse me hizo sentir bien, desprendía una calidez y una bondad que me envolvían. Cada vez que llegaba el día que teníamos que subir a rehabilitación yo estaba deseando de subir, mi padre por el contrario no le hacía gracia. Tengo entendido que Víctor le daba caña, según le decía que al finalizar la rehabilitación saldría andando del hospital.

Una de las veces mi padre fue requerido para una pruebas que le había programado su doctora, yo me quede en la sala de espera. Al rato apareció Víctor y se sentó a mi lado, poniendo un café recién sacado de la máquina. El mío se había quedado frió, en ese momento estaba pensando como me lo montaría. La excedencia que había pedido en el trabajo para poder cuidar de mi padre estaba por terminar y no sabía como me lo montaría para no dejar a papa en casa solo tantas horas.

Víctor vio mi cara de preocupación y me dijo.

• Te invito a la cafetería de enfrente, allí el café está bueno, no como este que menos café parece cualquier cosa.

Yo sonreí y acepté encantada la invitación, la verdad que el café estaba buenísimo, me agarro de la mano y me pregunto.

• ¿Qué te ocurre Sara?

• ¿Cómo sabes mi nombre? – nunca se lo había dicho.

• Llevo torturando a tu padre meses, ya tengo toda la información sobre ti.

• Mucho interés veo de ti hacia mí – dije coqueteando.

• Todo el interés del mundo – también coqueteaba.

Víctor me resulto un hombre interesante, era fisioterapeuta, pero por las noches estudiaba para ser enfermero. Según me contó esa era su verdadera vocación, yo le conté que era funcionaria del ayuntamiento, pero que la excedencia que había pedido se estaba terminando y no sabía como arreglármelas, para no dejar a mi padre tantas horas solo.

• ¿En qué trabajaba tu padre, si no es una indiscreción? – pregunto Víctor.

• Era administrativo en una oficina, ¿por qué me lo preguntas?

• Porque en el hospital ahí una vacante de administración y a los que trabajan ahí, le hace falta aprender a reír como el respirar.

Los dos nos echamos a reír, Víctor movió algunos hilos y al final le consiguió un periodo de prueba a papa, lo paso holgadamente y tener la mente ocupada hizo que su humor mejorara y por ende el de los demás. Cada día me encontraba más a gusto al lado de ese hombre, mi padre lo llamaba amor y se reía, amor, si hombre yo no me había enamorado en mi vida.

Todo cambio cuando me invito a cenar, era viernes y mi padre había quedado con sus amigos para jugar al póquer en casa, más bien para hacerse trampas los unos a los otros, yo me puse de gala. Tanto fue así que todos los que estaban en la mesa con las cartas en la mano, dejaron lo que estaban haciendo para decirme lo guapa que iba.

Cando Víctor paso a recogerme, papa lo hizo pasar para presentárselo a sus amigos, todos le amenazaron en tono de broma, Victos se lo tomo a bien y terminaron riéndose. Me llevo a un restaurante que regentaba una tía suya. El restaurante no era muy grande, pero que mano tenía esa mujer para cocinar, deje los platos que no hacían falta ni fregarlos. Víctor se pasó toda la velada riéndose y eso me hizo muy feliz, después para bajar la comida me lo llevé a un local de moda a bailar.

En ese local me encontré con todos mis amigos, desde que ocurrió lo de papa que no nos habíamos visto en persona, hablaba con ellos por teléfono. Pude notar que Víctor hizo buenas migas con las chicas, el problema vino con los chicos. Fue verlo a él y todos cambiaron su expresión, eso me molesto mucho.

• ¿Quién es este? – pregunto uno de mis ex follamigos.

• Mi novio – me salió tan natural que me ruborice y todo.

Lo oyeron todos, las chicas nos felicitaron, pero los chicos decidieron mirar de mala manera a Víctor e ir a la barra a pedir algo, ese comportamiento me avergonzó. Me despedí de las chicas y cogiendo del brazo a Víctor le dije que tomáramos la última en su apartamento. De camino a él, le mandé un mensaje a papa diciendo que iba a tomar la última copa a casa de Víctor y que no se preocupara.

Papa me deseo suerte, ya me lo imaginaba riéndose a mandíbula partida. Al llegar, su apartamento era pequeño, pero muy acogedor. Lo tenía impoluto, ya podía aprender papa llegué a pensar. Víctor me sirvió la copa y puso música lenta para que bailáramos, poco a poco nos fuimos acercando hasta que nuestros labios se juntaron en un apasionado beso.

Para cuando me di cuenta me encontraba sentada sobre él encima del sofá y con las bragas por el tobillo. Hasta ahora había follado con bastantes hombres, pero no se podía comparar cuando lo haces con uno por el que sientes amor. Cuanto me costaba decir esa palabra, normalmente a los demás los hacía que me follaran a cuatro, o yo apoyada contra la pared. Intentaba tener el mínimo contacto con ellos.

Con Víctor la cosa fue muy diferente, quería el máximo contacto entre nuestros cuerpos, terminamos en el suelo, yo tumbada boca arriba. Mientras Víctor me hacía el amor con todo el cariño del mundo mientras nuestras manos se entrelazaban y nuestros labios se besaban. Nos llegó el orgasmo a los dos, abrace fuertemente a Víctor y este se corrió en mi interior.

No le deje salirse y después de taparnos con una manta nos dormimos en esa misma postura, a la mañana siguiente un olor a café recién hecho me despertó y cuando aparecí en la cocina con su camisa como única prenda. Él estaba preparando el desayuno, yo estaba nerviosa. Mi cuerpo me pedía una relación, pero yo tenía miedo a cagarla, Víctor se dio cuenta y me dijo.

• ¿Qué te ocurre Sara?

• Víctor me gustas mucho, y me gustaría una relación contigo, pero yo he sido un espíritu libre y tengo miedo a cagarla.

• Probemos, todo lo que he visto de ti hasta ahora me hace confiar en que nuestra relación podría funcionar.

Esas palabras me dieron fuerzas, estaba tan seguro que me contagio a mí y en ese mismo instante, empezamos a salir. Mi padre se alegró mucho y mis amigas también, mis amigos me felicitaron pero con poco entusiasmo. Llevábamos un mes saliendo y mis amigas me invitaron a una fiesta como las que solía ir antes de que ocurriera lo de papa y conocer a Víctor, yo no quería, fue Víctor quien me convenció.

• Sara ve a esa fiesta, yo iré al hospital a estudiar un poco, por las noches el hospital se está tranquilo y eso me ayuda a concentrarme.

Al final llame a mis amigas y acepte la invitación, cuando llegue a la fiesta esta me trajo viejos recuerdos. Lo que pasa es que ahora los veía desde un prisma diferente, también note que algo se cocía y que yo estaba en mitad de la pomada. Vi como una de mis amigas discutía con uno de mi ex follamigos, este se me quedo mirando y señalo la parte de arriba.

Él se adelantó y yo no pude resistirme a subir también, vi como entraba en una habitación, yo luchaba entre la yo de antes con la yo de ahora. Al abrir la puerta, vi a cinco hombres totalmente desnudos dispuestos a follar conmigo. En ese momento me acordé de Víctor y me di cuenta de que follar con esos tíos no era lo que más me apetecía, cerré la puerta y baje para despedirme de mis amigas.

Había grabado toda la escena con mi móvil para ahorrarme malos entendidos en el fututo, después pase por el restaurante de la tía de Víctor y le pedí que me preparara cena para llevar. Pensaba darle una sorpresa y lo conseguí, Víctor utilizaba un despacho que estaba vacío para estudiar. Toque la puerta y cuando me vio, su sonrisa fue de oreja a oreja.

Mientras cenábamos le conté lo que había pasado en esa casa, le enseñe el video. No le hizo gracia, pero se alegró de que le hubiera preferido a él. Además que la comida preparada por su tía ayudo a mitigar el enfado, esa noche folle e hice el amor con el único hombre que quería de verdad.

Mi madre nos traicionó y esa traición rompió todos mis esquemas y me hizo ver la vida de otra manera, hoy en día soy muy feliz teniendo una relación con Víctor y lo será más cuando se entere de que estoy embarazada.

EPILOGO

Nos casamos a los seis meses de mi embarazo, nunca he visto a mi padre llorar tanto, lo dicho por Víctor se cumplió y mi padre termino la rehabilitación andando, con ayuda de un bastón que sus amigos han tuneado, a los nueve meses nació nuestra pequeña Nadia y no sé cuál de los dos está más feliz con ella en brazos.

Mi padre sale con una compañera de trabajo, ha vuelto a ser el padre que yo conocí y ha vuelto a ir a ver los partidos, ahora algunas veces se llevan a Víctor. Este es como yo, el fútbol no le importa, pero se lo pasa pipa con los amigos de papa.

Han pasado unos cuantos años, Nadia ha crecido y todos nos preparamos para ir a ver el derbi entre los dos equipos de la ciudad, papa ha comprado la bufanda de su equipo a su nieta y esta feliz en brazos de su abuelo, al entrar al campo no puede evitar mirarlo todo, Víctor está sentado a mi lado y los dos estamos mirando lo bien que se lo pasan Nieta y abuelo y lo mucho que le vacilan sus amigos, papa y yo volvemos a ser felices gracias a Víctor, Nadia y a la no novia de papa como él la llama cariñosamente.

Lo último que supimos de mama fue que su amante al poco de empezar a salir le hizo lo mismo que ella hizo a papa y la dejo en la calle con una mano delante y otra detrás, por lo menos tuvo la decencia de no venir a pedirnos ayuda, ella decidió traicionar y largarse con su amante cuando más la necesitábamos, ahora nosotros teníamos una familia donde ella no tenía cabida.

Ahora mismo estoy mirando una foto que he sacado con el móvil donde aparecen papa con Nadia en brazos gritando el gol, mientras Víctor y yo no podemos contener las lágrimas de alegría.

FIN