Una tesis muy concienzuda (1: El trabajo de campo)

Selina investiga para preparar su tesis, pero ya se sabe que la curiosidad...

Hacía mucho frío en Madrid, y la sensación se potenciaba por el hecho de que estaba totalmente desnuda y colgada por mis muñecas de una argolla que colgaba del techo, en una posición mucho más descansada que la que había tenido que soportar horas antes.

Y mientras esperaba que el látigo devolviera el "calor" a mi cuerpo, pensaba en qué diablos me había llevado a estar en esta deseada situación...

Tres meses antes...

1.

Me llamo Selina y acabo de terminar mi licenciatura en Sociología. Tenía muy claro que quería doctorarme, y que mi tesis tenía que ser muy especial. Especial y excéntrica, ya que el tema estaba decidido desde casi el inicio de mi carrera.

Con 18 años, un amigo me mostró por primera vez lo que era el sexo en vivo y en directo, y el mundo de las páginas porno. Allí veía todo tipo de cosas, algunas supuestamente normales y otras más extrañas, pero la especialidad que más llamaba mi atención era el mundo de la D/s. Pero no sólo desde el punto de vista sexual, sino a nivel sociológico. Era una sociedad con sus reglas, sus grupos y sus habitantes.

Así que comencé a documentarme, pero la presión de las asignaturas y el reto de aprobar mi licenciatura en fecha hizo que tuviera que tirar de elementos teóricos antes de hacer un estudio en toda regla.

Cuando le comenté al director de mi tesis que el título iba a ser "El sadomasoquismo y el comportamiento del consumidor", pensaba que se lo decía de cachondeo, pero al final tuvo que aceptar que iba muy en serio y aceptó la dirección de un trabajo que seguro iba a traer cola en el departamento, pero por el que sentía una curiosidad que excedía lo académico.

Tenía ya todas las bendiciones para empezar mi investigación: un director lo suficientemente solvente para avalar mi tesis, una licenciatura de marco de honor, y muchas ganas por ver qué me iba a encontrar. Sólo me hacía faltaba empezar...

Rafa era el rollete de mi amiga Sonia, y el ser más buitre que podía echarme a la cara. Pero tenía experiencia en sitios raros y diferentes, así que fue el primero en ser "interrogado" para mi tesis:

- Seguro que Sonia te ha contado que me estoy documentando para mi tesis, y necesito entrar en ambientes muy privados... puedes ayudarme?

- Club "HPleasure". Pregunta por Paddy, seguro que te echa una mano aunque al principio se descojone de ti.

Así que los dados de mi particular Juego de la Oca se habían puesto en movimiento, y tocaba mover ficha, por lo que pensé que un Miércoles podía ser bueno para hacer una primera incursión y explorar el terreno, para lo que había que vestirse para la ocasión, aunque tampoco quería llamar en exceso la atención.

Mientras me miraba delante del espejo, notaba que la situación me estaba alterando más de lo que podía asumir. Mi cara aniñada, de tez clara al igual que el resto de mi cuerpo, se sonrosaba suavemente, como si estuviera realizando una travesura.

La genética no había sido demasiado mala conmigo, así que a este rostro se unía un largo pelo rubio y un cuerpo en forma pero con curvas, que adorné con un bonito vestido negro que encajaba perfectamente en mi anatomía, acompañado por unos zapatos de tacón más alto del que solía utilizar habitualmente.

Cogí el bolso y me encaminé al HPleasure, con el ánimo muy alto y ganas de hacer pesquisas. Total, no era más que un bar...

2.

El club me recordaba a cierto lugar de infausto recuerdo en el que cogí la peor borrachera de mi vida. A ese bar también había que llamar a una pequeña puerta, estilo Chicago años 20, pero el que te abría no era un gorila tatuado, sino un señor cincuentón con cara de poca guasa.

-Preguntaba por Paddy... me ha dado la referencia Rafa, el del Baileys.

-Ah, la estudiante... pasa, pasa.

Tras dejar atrás la puerta, no vi más que un club muy bien puesto y escasa clientela. Los taburetes, de cuero negro, se repartían entre la barra y unas mesas altas para apoyar las posibles copas. Las botellas se repartían en unas baldas de cristal, sobre una pared de color bronce.

En la barra se encontraba una joven de aspecto eslavo que sacaba los vasos con esmero y delicadeza. Lo primero que me llamó la atención fue el collar que llevaba sobre el cuello, una cinta de cuero con una gran argolla.

- Rafa me dijo que te llamabas Selina. Bonito y extraño nombre

-Yo siempre pienso que mis padres leían demasiado cómics de Batman, pero al final ya me he acostumbrado al nombre. Tiene personalidad, respondí con fuerza y convicción

-No lo dudo, al igual que la dueña, me contestó muy zalamero el dueño del bar.

Paddy me contó que era americano, que llevaba 20 años en la ciudad pero cuando llegó no había encontrado ningún lugar para los practicantes de la D/s. Así que aplicó el dicho de Mahoma: Si la montaña no viene...

La verdad es que era un tipo curioso, hasta insinuándose era bastante diferente a lo que yo estaba acostumbrada, pero me mantuve muy profesional tomando notas sobre el tema: cómo se configura la relación Am@/sumis@, la sociedad que rodea esta relación, su aplicación al mundo real... un tema altamente interesante si apartas prejuicios y aprovechados que utilizan las necesidades de los demás en beneficio propio.

Durante el rato que estuve hablando con Paddy, no dejó de entrar clientela: parejas de diferente o mismo sexo, hombres y mujeres solos pero conocidos del local, algún novato buscando nuevos retos... hasta que me fijé que un par de ojos estaban clavados en mi espalda desde casi mi llegada.

Estaba sentado en una de las mesas centrales, bebiendo un coctel con mucha tranquilidad. Era conocido del lugar, o al menos popular. Paddy advirtió mi curiosidad y me hizo un rápido sumario del tipo.

-Ese es Miguel. Lleva viniendo casi 5 años, aunque es raro verle solo. Lógicamente, por la forma que tiene de mirarte sabrás perfectamente qué rol encarna, me comentó Paddy de manera divertida.

-Pues entonces va a ser mi primera víctima... si no lo ves mal, contesté solicitando aprobación, no quería parecer descortés

-No, va a ser divertido. A ver cómo acabas la noche.

Y se echó a reír mientras entraba tras la barra del bar y le comentaba algo a la muchacha, que también sonreía con disimulo.

El tipo, ese tal Miguel, tenía unos 5 años más que yo. Era guapo, al menos para mi gusto, con un cuerpo bastante compensado, pelo moreno muy corto y manos bonitas, que decían de él que era alguien preocupado por su imagen.

Me tomé un trago del cóctel que Paddy me había dado nada mas entrar en el lugar, y tomé fuerzas para abordar a la primera "víctima"...

-¿Te importa que me siente contigo? Soy nueva en el lugar y me ha dicho Paddy que eres habitual del bar, dije con mi mejor sonrisa

-Dile a Paddy que el día de los inocentes aún no ha llegado y es un feo detalle mofarse de un buen cliente, comentó casi sin apartar los ojos de la bebida

-No, en serio, no es una broma. Soy nueva y estoy aprendiendo cómo son las relaciones sociales aquí. Me llamo Selina.

Tras un leve suspiro, levantó la vista y sonrió levemente. Me tendió la mano para auparme al taburete de la mesa.

-Yo soy Miguel, aunque seguro que Paddy ya te ha contado toda mi historia en el local. Y eso de nueva... ¿cómo has conseguido la aprobación de nuestro ilustre anfitrión?

-Bueno, tengo un amigo que es el rey de la juerga nocturna y todo lo que necesites, él te lo consigue. Desde un pase vip para Gabanna, un local para una fiesta rave o un permiso para un club D/s... al tío le deben favores todo el mundo.

-No es fácil entrar aquí... Como empezarás a ver, esto es un mundo privado, y así debe ser... aunque tu tesis lo haga más público de lo que a mí me gustaría. - comentó Miguel sonriente.

-¿Cómo sabes tú eso?, dije visiblemente enfadada.

-Jajaja, no te enfades, Paddy me contó lo de tu visita y que a lo mejor hablarías con alguien del local para tener información de primera mano sobre el horrible mundo de los sadomasoquistas. Ya ves, terrible: dos tomando una copa, otros jugando a las cartas y los de allí contándose las últimas vacaciones. Depravación y lujuria por todos los costados

Tras la bromita de Miguel, empezamos a conversar y me contó su historia. Era arquitecto, con estudio propio y gente a su cargo, aunque era ciertamente joven y suponía que de familia acomodada. Él empezó en el mundo del D/s en la adolescencia, con cómics en los que la heroína estaba atada y secuestrada por malvados que querían hacer con ella a saber qué.

Me contó lo difícil que fue salir al exterior y explicar a sus parejas lo que le gustaba. Unas salieron corriendo; las otras duraron lo que la novedad. Pero no le faltaba acción, o al menos eso decía Paddy.

-Y bien, Selina, ¿cómo una recién licenciada se decanta por un tema tan escabroso como este? Podrías haber elegido algo más sencillo, esto es un mundo opaco para los visitantes.

-Ya se lo comenté a Paddy, me interesa como comunidad de individuos y las relaciones sociológicas. Esto voy a extrapolarlo a la sociedad "normal" y ver que no estamos demasiado alejados en términos de consumo. Somos esclavos de nuestras compras y a su vez amos del consumo. Puede parecer sencillo, pero creo que va a quedar una tesis muy interesante - asentí tras ofrecer una explicación bien estructurada y seria, a pesar de que por dentro empezaba a recorrerme un calor insospechado gracias a las miraditas de Miguel.

-Pues creo que el siguiente paso es ver las herramientas de convicción de los entes sociales. ¿Te ves con fuerzas de entrar en la cámara de tortura? - respondió Miguel con ojos inquisitivos y media sonrisa.

-Yo soy un elemento neutral, es decir, miro pero no toco... o toquen - zanjé antes de que la situación se me fuera de las manos.

-Selina, relájate mujer... esto es solo para que te documentes.

Y seguí la risa de Miguel hasta una puerta negra que conducía a saber dónde.

3.

La habitación era enorme, con diversas instalaciones realmente llamativas que hacían del lugar más un museo que una supuesta mazmorra. Miguel cerró la puerta tras de mí, y ahí comencé a inquietarme.

-Miguel, ¿por qué la puerta tiene ese acolchado negro?

-Así se amortiguan los gritos de piedad y auxilio...- al ver mi cara de horror, Miguel sonrió y añadió: efectivamente, es un amortiguador, pero es más por los vecinos que otra cosa. No te preocupes, que Paddy te está viendo por la cámara de seguridad y si en algún momento no te sientes segura, no tienes más que hacerle señas y entrará a rescatarte de mis garras.

Y sí, la cámara seguía nuestros movimientos por la sala. Miguel me explicaba el origen y utilización de los utensilios que allí se encontraban, y mi piel se erizaba visiblemente no sé si fruto del miedo o el deseo.

-... y esto es el vulgarmente conocido como "látigo de indiana jones", o bullwhip. Para utilizarlo bien hay que practicar mucho... ya sabes, la práctica te hace experto. Y no sabes qué puede sacar un maestro del bullwhip de una dulce e indefensa joven de piel clara... , me decía mientras enrollaba el látigo en sus manos.

-Muy graciosa la bromita. Anda, sigue contándome para que sirve esa equis ahí plantada.

-Ah, la dama gusta de emociones fuertes. Esto es una cruz de San Andrés, y adivina qué tipo de cosas se pueden hacer con alguien sujeto a ese trozo de madera. Sean las cosas que sean, no tienen por qué ser dolorosas.

-Y no es demasiada parafernalia para algo muy simple?, repliqué yo, mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho

-Bueno, como bien dices, es una sociedad con reglas y hábitos. Y atar a los sujetos a cruces y a... por ejemplo, el cepo que tienes enfrente. Es mi sitio preferido para sodomizar a una esclava, y si no se porta bien, pues utilizas la vara hasta corregir su comportamiento. Porque tú sabes lo que significa sodomizar, ¿no?

No sabía si matarle, largarme o empezar la ristra de insultos que pugnaban por salir de mi interior. Pero no podía perder la calma, que era lo que Miguel deseaba.

-Si, sé lo que significa, pero si tú tienes dudas, podemos buscar un diccionario, comenté sin darle la mayor importancia.

La cara de Miguel no demostró sentimiento alguno, aunque pude intuir que no le había hecho mucha gracia mi respuesta.

-Ten cuidado con la altivez, Selina. A ver si vas a encontrar más de lo que pensabas con tu trabajo de campo.

Terminamos la visita enfrente de un extraño artefacto, parecido a una máquina de remo del gimnasio, con dos brazos articulados y acabados en su extremo por dos dildos, uno de tamaño normal y otro enorme. Era la primera vez en mi vida que veía algo tan extraño

-Miguel, ¿y esto qué diantres es? no se parece en nada al resto del "instrumental"

Sonrió y se colocó al lado de los brazos articulados.

-Ah, la dama sigue en su búsqueda del "más difícil todavía". Pues esto es una "fucking machine", es decir, una máquina de follar. Se coloca a la dama en cuestión, y los brazos funcionan según el programa que determines. Aún recuerdo el cabreo de Laura cuando la dejé aquí mientras me iba a jugar mi partido de paddel semanal...

Me imaginé a la pobre chica, siendo penetrada por los dos dildos, a saber con qué cadencia y fuerza, mientras el gracioso de Miguel golpeaba pelotas de tenis y se reía con sus amigos... y en ese momento, salí de mi ensoñación con una suave caricia en mi hombro.

-Mujer, siéntate que creo que han sido demasiadas emociones para hoy. Y no me tomes tan en serio. Esto no deja de ser un decorado, con el que disfrutar y divertirse. La verdadera relación D/s se mantiene con la mente, no con un dildo a velocidad máxima.

Mi boca soltó una carcajada y, en ese mismo momento, sus manos tomaron mis mejillas y me besó con una pasión que no conocía... y lo admito, le devolví el beso con igual intensidad.

Soltó mis mejillas, atusó mi cabello, y mientras su boca dibujaba una sonrisa sincera, me soltó:

-Si quieres conocer más, pásate el lunes y continuamos esta conversación. Suelo llegar sobre las nueve. Que tengas una buena noche.

Y me dejó plantada en aquel extraño lugar mientras dejaba abierta la puerta del extraño acolchado, alejándose mientras canturreaba una canción que me sonaba a victoria.