Una teoría compleja para un amor eterno, 5
Sobre mitos, tácticas e ideas "bomber"
CAPITULO IX
HISTORIAS DE BARES . Episodio 2
Julián.-
Una vez conocí a un norteamericano que me dijo que entre los camareros de su país corre la leyenda de que el diablo se toma una noche al año de descanso. Esa noche acude a un bar a tomar una copa y poder relajarse de su ardua tarea. Me contó también que siempre era conveniente tener un bol de pretzels salados porque es el aperitivo favorito del demonio, de tal manera que si venía a tu establecimiento y le servías unos pretzels salados con la consumición que te solicitara, podrías obtener con un poco de suerte el deseo que le pidieras.
Siempre he pensado que esa historia no era más que una tomadura de pelo de un extranjero que vino a mi bar de copas y no le gustó que no tuviera ese aperitivo. No obstante, me precio de ser previsor y, desde ese día, siempre tengo un pequeño bol de pretzels a disposición del cliente, por si las moscas. Uno nunca sabe bien qué te puede ocurrir en este bendito negocio.
Recuerdo muy bien aquella noche del 6 al 7 de octubre de 2002, un día de mierda que finalizó con una noche de mierda, lluviosa y fría, desapacible. Me disponía a cerrar el bar tras darme cuenta que había sido un domingo un tanto flojo. Normalmente en un Bar de Copas de base rockera los días fuertes suelen ser viernes y sábados pero algunos domingos pueden darte una grata sorpresa.
Ese domingo no fue uno de ellos. No se había dado mal, si tengo que ser sincero, pero confiaba que, al menos hasta la 1:00 el local estaría más o menos decente. Muy al contrario, a las 23:30 el garito estaba vacío.
Me gusta ver el lado bueno de las cosas y por ello pensé que, después de todo, no me venía nada mal cerrar un poco antes por lo que me dispuse a limpiar la barra, recoger las sillas y barrer el serrín, el gran aliado de un bar de copas.
Una vez tomada la decisión de iniciar la limpieza y recogida del local no me gusta que me interrumpan y me jode especialmente que entre algún parroquiano a tomar una copa, por lo que apagué el equipo de música para desanimar a cualquiera que quisiera entrar. Iba a encender las luces y echar el cierre del local hasta la mitad cuando vi esa silueta en la puerta de la entrada del local.
¡Mierda!, pensé, el jodido plasta de última hora que no me apetecía atender. Seguramente vendría tocado de otros bares y querría echarse un último trago antes de volver a su casa. El fulano dio dos pasos y entró en el local con un andar que dejaba bien claro que no venía bebido.
-Voy a cerrar, grité desde la barra mientras le daba la espalda al tipo para dirigirme al cajetín de luces y encenderlas.
-Ya, pero todavía no has cerrado ¿verdad?
Estaba sentado justo detrás de mí, separados solo por la barra recién limpiada. ¿Cómo lo había hecho tan rápidamente? No le podía haber dado tiempo a recorrer la distancia y sentarse ahí, era prácticamente imposible.
Se me encendieron las alertas de mi cerebro y decidí no prestarle mayor importancia a ese hecho, resignándome a que me tocaría aguantar al pesado de turno.
-No, por favor, no enciendas las luces, -me pidió ese extraño personaje- me gusta la oscuridad, es más íntima y favorece el intercambio de opiniones. Ya sabes cómo funciona esto, yo hablo, tú escuchas, tú enseñas y yo aprendo, lo que viene a ser la relación entre un camarero y un cliente.
-Por supuesto que sí, caballero, dígame ¿qué va a tomar?
-Déjame pensar, Juli, me apetece una buena cerveza, ¿no tendrás Estrella de Galicia, verdad?
-La verdad es que sí aunque aquí somos más de Mahou.
-Sí, pero solo te quedan cuatro tercios de esa marca, Juli, resérvalas, las vas a necesitar antes de que eches el cierre hoy.
Decididamente, esto colmaba el vaso. ¿Quién era ese menda? ¿Por qué tenía esa familiaridad conmigo? Me estaba enfureciendo, pero algo me alertaba contra él, todo mi ser pedía a gritos que me alejara. Aun así, me atreví a preguntarle
-¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre?
-¿Tu nombre? , hombre tu nombre es fácil ¿no?, lo pone ahí fuera “El Juli”, un poco egocéntrico en mi opinión pero, al fin y al cabo, es tu dinero y es tu negocio, en cuanto a ¿quién soy?, bueno, no soy nadie importante, ya ves la hora que es.
-Por lo que veo, terminas tarde de trabajar.
-Qué perspicaz eres para ser camarero. ¿Me pones esa Estrella de Galicia o sigues haciéndome el censo? Tengo dinero para gastar ¿sabes?
-Sí, sí, por supuesto – tomé un tercio de esa cerveza y se la serví mientras sacaba del congelador una copa para verter la cerveza en ella-
-No, déjalo –me interrumpió- la cerveza está fresca y me gusta beber a gollete.
-Como quieras-asentí mientras comenzaba a sonar la canción Sweat Leaf de Black Sabbath-
-Me gustan los Sabbath, me gusta ese sonido pesado, sucio, primitivo –parecía que saboreaba la canción mientras me miraba fijamente y sonreía- tienen algo especial, algo que me remite a la oscuridad que hay en todos nosotros –siguió disertando mientras le dio el primer trago a la cerveza. Un trago largo, de tal manera que la mitad del contenido desapareció en un única degustación .
Le miré a los ojos, unos ojos negros, con una pupila grande, extraordinariamente grande y una sonrisa extraña, antigua, diría que primordial.
-No está mal Black Sabbath, aunque yo soy más de Deep Purple, Yes, Grand Funk Railroad, Rainbow –quise aportar algo a ese monólogo, para demostrar que también controlaba de música.
-Oye, ¿no pones tapa?, tengo entendido que en Madrid la copa siempre viene con tapa.
- Sí, claro que sí, perdona, se me había pasado –viendo como estaba el ambiente decidí ser precavido y arriesgué poniendo un cuenco de pretzels salados- aquí tienes.
-Qué buen aperitivo amigo mío y encima son de calidad, buen servicio posadero.
-Posadero, es la primera vez que alguien me llama así
-También es la primera vez que vengo, Juli, aunque me da la sensación de que voy a volver a este local, me ha gustado el servicio y aquí hay negocio. ¿Me pones otra?
- Muchas gracias por el halago, toma, bien fresquita, ¿quieres otro aperitivo?
-No, está bien así – me respondió, y comenzó a sonar el “Sympathy for the devil” de los Rolling Stones- ¿te gustan los Stones? –me preguntó-
-Bueno, no están nada mal, me gusta ese rollo que llevan cantando un rock demasiado básico y un blues demasiado blanco, y sí, entre los Rolling y los Beatles, me quedo con los Rolling.
-Bien dicho, hombre, se nota que eres un hombre de mundo y de gusto.
-Gracias, otra vez. Y a todo esto, ¿a qué te dedicas? Si no es indiscreción
-Te ha costado preguntármelo, ¿verdad, posadero? Me dedico a hacer feliz a la gente, aunque suene un poco raro oírlo.
-Sí, sí que es raro, ¿podrías especificar más? –y supe que me había propasado-
-Especificar implica diferenciar, querido amigo y yo no soy de distinguir a unos de otros, para mí todos son iguales. Me dedico al mercado de valores, pero a un mercado muy privado, muy exquisito, donde se juegan unos valores que no todos estiman de la misma manera.
En el fondo, lo que hago es comprar y vender y ahí está la jugada, comprar lo caro a bajo precio y vender lo barato a un precio más alto. Por supuesto, yo me llevo la comisión.
-No sé si te entiendo muy bien
-Verás, Oscar Wilde decía que “Hoy en día la gente conoce el precio de todo y el valor de nada” y tenía toda la razón, cualquier comercial que se precie debe saber esta premisa básica. El truco está en saber mostrar al potencial cliente que lo que tiene es una bagatela y que lo que yo tengo es maravilloso.
La gente ya no tiene valores, Juli. Vivimos en un mundo en el que los principios brillan por su ausencia, molestan, entorpecen y dificultan el día a día pero qué te voy a contar a ti ¿eh, pequeño cabroncete? –sus pupilas se hicieron más grandes, más oscuras, hasta abarcar la totalidad del iris y hacer desaparecer prácticamente la esclerótica-
-No, no, no sé a qué te refieres –me miraba, ese hombre, vistiendo un traje blanco, con camisa roja y corbata negra, me miraba, y sonreía. Os juro que tenía la sonrisa que imagino debería tener un gato cuando juega con el ratón antes de devorarlo y yo me sentía un ratón, pero él no se detuvo ahí-
-Sí hombre, Juli, no me digas que ya te has olvidado, ¿o es que estás asustado?, no deberías, amigo mío, después de todo me caes estupendamente. Eres todo un producto de tu época, coherente contigo mismo y consecuente.
Y es que vivimos en un mundo difícil ¿verdad? y esta vida es muy complicada aun para los que han sido cuidados con excesivo esmero, los privilegiados. No te ofendas, me caes bien, de hecho gozan de mi simpatía los que caen. Yo digo que hay que descender para luego poder volver a emerger. Hay que pensar siempre en uno mismo, y eso se te da muy bien, querido Julián.
Todo un golpe de efecto apuntarte al voluntariado en aquél centro de desintoxicación. Joder qué bien te lo montaste ¿a cuántas drogadictas te follaste a cambio de metadona? ¿diez, quince? ¿y a cuántas amiguitas de universidad convenciste? ¿seis, siete? ¿cuál fue la mejor de ellas? ¿Fran?
Sí, señor, eres todo un fenómeno.
-Yo no, yo no…
-Tranquilo, Juli, tranquilo, estás tartamudeando. ¿Me pones otro tercio?
-Cla-claro que sí –había perdido totalmente los nervios y ya solo me importaba sobrevivir, ¿cómo podía saber todo aquello? ¿acaso quería chantajearme?-
-¿Chantajearte, Julián? ¿de veras crees que quiero chantajearte? ¿para qué? ¿qué puedes tener tú que me pueda interesar a mí? – ¡me había leído el pensamiento!, estaba claro, ese ser veía a través de mí-
-¿Cómo, cómo sabe eso?
-Verás, querido camarero, en mi trabajo hay que saber valorar a la gente y yo tengo muy buen olfato para detectar la debilidad, ver las pequeñas grietas que tienen las personas. En tu caso, tu pecado es la soberbia. Crees que eres mejor que los demás, que estás a otro nivel y actúas como tal. Por eso eres tan egoísta, por eso eres incapaz de perdonar una ofensa o de dar una oportunidad a una relación. Tú eres el que maneja el carro, el que dirige su destino. Eres todo un líder, amigo mío, pero, claro, los líderes caen cuando la oscuridad les posee y tú nunca has sido de respetar las normas.
- Yo no soy así, eso es mentira –grité ofendido-
-No es necesario que seas tan rudo, oh, escanciador de Estrella de Galicia, decía que no te gusta que te impongan ningún precepto, tú eres más de infringir, de romper con lo establecido y eso está bien, está muy bien. Alterar el orden preestablecido, siempre le he dicho a mi jefe que para que haya luz es necesaria una oscuridad.
Personalmente he aprendido que es un desperdicio toda esa energía que se gasta en luchar contra algo que es inevitable. La naturaleza te hace de una manera para que aportes conforme te ha hecho. Así, si eres débil es porque tu función en este relato precisa que seas débil. Eso no quiere decir, por supuesto, que tengas que ser siempre débil. De vez en cuando hay que ser fuerte y, claro está, a nadie se le escapa que hay que prosperar en la vida, pero para lograr ese objetivo hay que pisar a tu prójimo. A eso le llamo oscuridad.
Luego están esos hipócritas repletos de falsa humildad. Me recuerdan al cura de “El árbol de la ciencia” de Pío Baroja. ¿Has leído “El árbol de la ciencia”, Juli? Creo que te lo mandaron leer en segundo de bachiller ¿no?
Andrés Hurtado, siendo interno en un hospital, visitaba al cura, Don Juan , que siempre tenía su dependencia abierta y los internos de guardia acudían a ella para comer algo, porque el hospital no les daba comida. Andrés dejó de ir porque detectó un placer antinatural en ese cura, no daba la comida por altruismo sino por un perverso placer.
Hay gente así, pretenden ser una especie de emisarios de la luz, siempre ayudando, aconsejando, poniendo la otra mejilla, pero para su provecho. Nunca es gratuito, siempre hay una contraprestación, un favor a deber, un “gracias” que dar, algo que te obliga a bajar la mirada.
No te lo dicen, no, pero lo saben perfectamente. Y uno se cansa de agachar la testuz ¿verdad?, valientes hipocritillas – me aleccionaba mientras sonaba “Rata” de Guadalupe Plata- los seres luminosos, de alma quasi pura, siempre remando, siempre luchando, siempre escalando y ¿para qué?, ja, ja, ja, esto es lo más curioso de todo, para pecar de soberbia también. Para considerarse mejor que uno.
El círculo se cierra, ¿eh, Juli? ¿eh, eh?
-El círculo se cierra, sí señor –me quedé pensando-
-En fin, Juli, me tengo que ir, se me hace tarde, o temprano, no sé qué decirte, la verdad, ¿qué más da?
-Tómate otra, te invito, estooo ¿cómo te llamas?
-Benjamín Linares Álvarez, para servirte, estimado mesero. Y no, no me tomo otra.
-Tómate otra, hombre, la última, bueno, la última no, la penúltima, ja,ja.
-Lamento declinar tu oferta, pero tengo que marchar, además, viene alguien y no me apetece cruzarme con él, ya sabes, la competencia, demasiada luz para mis delicados ojos, si sabes a lo que me refiero.
-Bueno, eso se arregla fácilmente. No hay desavenencia que no se diluya con un buen trago de cerveza.
-He-dicho-No- Juli. No lo repetiré otra vez, adiós, saldré por esa salida secreta que tienes justo ahí, detrás de las cajas de cerveza. ¡Ah! Una última cosa: elige bien, piensa bien antes de decidir o nos veremos de nuevo más pronto que tarde.
-Está bien, está bien, no insistiré más, pasa un buen día libre, amigo
-¿Quién te ha dicho que hoy he librado? Ja, ja, ja, pobre Juli, te queda tanto por aprender.
Se fue. Desapareció y nadie me iba a creer cuando lo contara. Ni siquiera “Puertas” que estaba entrando al local.
-Joder, tío, ¿qué haces con la luz encendida y la música apagada? ¿y esta peste?
-¿Te apetece una Mahou, Albert?
-¿Después de la noche viene el día, Juli? Qué pregunta más tonta.
-Pues toma, te invito a una.
-Joder, gracias, pero tómate tú otra y vete preparando que la próxima la pago yo.
-Magnífico
-Venga, va, que te echo una mano para recoger
-Albert…
-¿Sí?
-¿Te creerías que ha venido el diablo a tomarse algo?
-¿Hoy?, ja, ja, tú estás tonto, el día libre del diablo sería el 6 de junio aunque no tengo muy claro si a las 00:06 o a las 00:00:06 dependiendo si quieres contabilizar los segundos, claro. Ya sabes que el diablo siempre juega con cartas marcadas
Y así acabó ese día tan extraño, un día que acabé olvidando y que no recordaría hasta justo 17 años después. Si lo hubiera recordado antes habría caído en que el equipo de música estaba apagado, que yo no tenía música de Black Sabbath y que Guadalupe Plata no sacó esa canción hasta el 2013.
CAPÍTULO X
TÁCTICAS DE NEGOCIACIÓN, TÁCTICAS DE EMPRESA, TÁCTICAS DE MIERDA
Viernes, 9 de octubre de 2015
10:30
“El término “Protopunk” no describe a un movimiento musical sino a un grupo de bandas que serían clasificadas de esta manera bastante tiempo después del surgimiento del “Punk” momento en que esta catalogación se empieza a usar retrospectivamente para unir bajo una sola palabra a todas estas bandas. Hasta este momento no había nada que uniera a las bandas lo suficiente.
Así grupos como The Stooges,New York Dolls, los peruanos Saicos presentaron un sonido y letras desafiantes para las modas y tendencias de su época completamente opuestos al utopismo y optimismo del movimiento hippie lo que provocó que fueran llevadas a un lugar marginal dentro de la escena y la industria.
Ahora, en honor a esa marginalidad, a esa reivindicación de la realidad por dura que fuera, escucharemos “1969” de Stooges, “Personality Crisis” de New York Dolls y “Demolición” de Los Saicos. Estás escuchando “La última onda” y yo soy Julián López Alcántara retransmitiendo desde la trinchera”.
Amaia.-
El problema era cómo podría acercarme a Julián. ¿Qué excusa idearía para poder coincidir con él? ¿Cómo acercarme a una persona a quien hice tanto daño?
Escuchaba ese programa de radio y concebí un plan tan sencillo que no pude evitar felicitarme. Contrataría los servicios de la emisora de radio para que publicitara mi academia. Pero no podía hacerlo yo sola, no. Para lograr mis objetivos necesitaría la ayuda de mi nuevo flamante abogado y de mi queridísima amiga de la juventud, la “adorable” Lucía.
Ella sería la que representara a mi empresa para contratar unas cuñas publicitarias en la radio. Pondría como condición inexcusable que la voz que debería oírse en los anuncios fuera la de Julián. Albert se encargaría de todo el papeleo legal y de localizar a los representantes de la emisora.
Una vez firmado el contrato y cuando se procediera a la grabación de los anuncios, justo en el momento de dar el visto bueno a la campaña de publicidad, aparecería como la administradora única de la empresa y me presentaría ante Julián.
Por supuesto, Julián sospecharía, después de todo no era tonto, pero en el peor de los casos él se daría cuenta de que había hecho un enorme esfuerzo por lograr un acercamiento. Conocía perfectamente a ese hombre, sabía que valoraría todo lo que había hecho y podría ser un buen comienzo para retomar un amor que había sido roto, una pasión destruida por tres idiotas: Lucía, Juan Carlos y yo.
No podía eludir mi responsabilidad, tenía que reconocer que yo tuve mucha culpa en que lo nuestro se desvaneciera. No supe estar a la altura y Julián pagó el estropicio. Solo podía imaginar el dolor tan feroz que tuvo que haber sentido, la enorme decepción que tuve que suponer para él. Jamás podía haber imaginado que Juan Carlos y Luis agredieran de manera tan brutal a mi novio. Según me confesó Fran, debía dar las gracias a Albert y a su amigo por haber evitado que la cosa fuera a peor.
Qué extraño me resultaba cómo la vida había dado una vuelta de timón de 180 grados, todas esas personas que yo despreciaba de una manera tan eficiente resulta que fueron las que tenían valores de verdad. Todo en lo que yo creía, lo que yo pensaba que era el rumbo adecuado, el ideal perfecto de vida resultaba ser algo grotesco e hipócrita, desleal, cruel y violento, mientras que Fran, Albert, Jose y Julián eran los que poseían unas convicciones fuertes y firmes.
Tendría que volver a entrevistarme con Albert y con Lucía con sensaciones encontradas. Lo digo porque me apetecía volver a reunirme con Albert (y no solo por tocarle la moral a mi amiga Fran, eso sí, sin maldad, solo por molestar) en cambio, me desagradaba tener que llamar a Lucía, estaba segura de que se daría cuenta de mi jugada y de que, propio de ella, lo divulgaría a los cuatro vientos. No sabía cómo enfocarlo, si con un enfoque directo o de una manera indirecta, lo más seguro es que se lo dijera sin tapujos, un contrato es un contrato, si rompía la confidencialidad simplemente la arruinaría en los tribunales. Lucia tendría que elegir entre ganar dinero o enfrentarse a una serie de procedimientos legales.
No pude evitar sonreír mientras pensaba lo irónico que resultaría que Albert demandara a Lucía en un juzgado. Sería el escarnio absoluto que Lucía tuviera que enfrentarse a quien consideró tan despreciable en su día, con un resultado devastador para ella. Sería una buena venganza por mi parte. Devolver la traición sufrida y que la mano que empuñara la daga que acabara con la poca dignidad que le quedaba fuera la de Albert.
Sí, decididamente debía tener en consideración esa idea, dejar que madurara y no olvidarla.
Me dirigí al despacho de Albert para ultimar una serie de detalles con él.
Una Cura de humildad.-
Soy una persona de tomar decisiones precipitadas y de no consultarlas con nadie. Por supuesto, esta manera de actuar suele conllevarme problemas. Muchos problemas cuando doy con personas de carácter fuerte. Albert tenía un carácter de mil demonios y, entre nosotros, me encantaba cabrearle. Era la segunda vez que le veía pero sabía que lo podía sacar de sus casillas.
-Buenos días, quería hablar contigo un momento si no tienes nada que hacer
-Buenos días, ¿teníamos cita?
-No, ¿es eso importante?
-Lo es. Por lo que a mí respecta, lo es. Es más, diría que es una falta de consideración no solo a mi persona, sino también a mis clientes.
-¿Qué clientes? No veo que haya nadie ahora mismo –dije, mientras veía de reojo que Álvaro esbozaba una sonrisa-
-Vamos a ver, Amaia, no sé cuál es tu concepto de la vida, aunque empiezo a intuirlo pero aquí, en este despacho, se viene con cita previa. Ayer no te lo dije por respeto, por educación, pero esto no puede volver a repetirse.
-Si te das cuenta, querido Albert, estamos perdiendo un tiempo precioso discutiendo cuando podríamos estar charlando sobre lo que quiero proponerte. Es de vital importancia…
-Un momento, un momento, me parece que no oyes o, no quieres oír, te he dicho que sin cita previa no se viene a este despacho. ¿Quién te crees que eres?
-Soy tu cliente, una cliente que además paga muy bien y al instante. Soy una empresaria que quiere máxima eficacia, máxima atención y máxima diligencia. No puedo estar sometida a que me concedas una cita previa, en el mundo en que yo vivo …
-El mundo en el que tú vives no tiene nada que ver con mi mundo. No eres nada, eras nada para mí antes del día de ayer y serás nada el día que no te vea, he vivido sin ti 44 años, puedo vivir perfectamente otros 44 años sin ti.
-Es la segunda vez que me interrumpes. No me gusta que me interrumpan. –Había empezado como un juego, pero estaba empezando a cargarme seriamente este abogado de tres al cuarto-
-Álvaro, hazme el favor, tráeme el expediente de esta señora, si eres tan amable
-¿Ves, Alberto? Tampoco es tan difícil –me calmé ante su nueva actitud-
-Tome usted. Su expediente. Aquí están los números de teléfono de los dos locales que le interesaban, el contrato de arrendamiento está preparado y listo para ser firmado. He conseguido que el propietario no le cobre los dos primeros meses de arrendamiento. Las obras de acondicionamiento que usted efectúe en los locales quedarán a beneficio de la propiedad, por supuesto. La duración del contrato será de diez años aunque con la posibilidad de que pueda usted resolverlos con anterioridad, sin ninguna penalización y únicamente con un preaviso de dos mensualidades que podrá usted compensar con la fianza.
-No he venido a hablar de eso, aunque me ha sorprendido mucho la celeridad que te has tomado… -estaba totalmente impresionada, con la diligencia y rapidez con la que se había solventado mi encargo-
-Como iba diciendo, aquí tiene usted su expediente. Y ahora, salga de mi despacho.
-¿Perdón? –no me lo podía creer, aquél abogaducho de barrio me estaba largando-
-¿Problemas de audición? Lo puedo decir más alto pero no más claro.
-¿Me estás echando?
-Su dinero aquí no vale, usted no es bienvenida. Llévese su expediente y, por favor, no vuelva. No llame, no moleste. Piérdase. Hay muchos abogados en Madrid que estarán encantados de atenderla y de hacer negocios con usted.
-Vamos a ver… -aquello no me estaba gustando, no sé de qué manera, pero todo se había torcido-
-¿No ha oído usted a mi compañero? –preguntó su compañera Isabel desde la puerta del despacho con una sonrisa dibujada en su cara- le ha dicho que se vaya.
-Pero yo les he contratado –opuse sin mucho convencimiento-
-Y yo le digo que mi compañero ha dicho que se vaya. Va a ser verdad que tiene problemas de audición, Alberto
-Lo siento –dije, no pretendía ofender-
-Mira, mona –empezó a decir Isabel mientras Álvaro contemplaba desde su mesa toda la escena con una sonrisa- aquí se viene con educación. Alberto no te ha llamado, Álvaro no te ha llamado, yo no te he llamado. Has sido tú quien ha decidido solicitar nuestros servicios. Solicitar, Amaia, ¿sabes lo que significa solicitar? Yo te lo explico, solicitar es pedir una cosa siguiendo un procedimiento preestablecido. Aquí el procedimiento es pedir cita previa. ¿Sabes por qué?, porque esto es un despacho de abogados, no un jardín de infancia, ni una discoteca, ni un parque de atracciones. Aquí resolvemos problemas, tus problemas. Cuando aprendas eso, vuelves.
-No era mi intención ofender –susurré totalmente avergonzada- solamente quería hablar con Albert.
-Me parece a mí que te hace falta una pequeña lección de etiqueta –respondió nuevamente Isabel-
-Me he disculpado –alegué- he pedido perdón
-No me corresponde a mí, aceptar esa disculpa –respondió Isabel- ¿cómo lo ves, Alberto? ¿crees que podrás atenderla?
-Está bien, está bien –dijo Albert- solo quería dejar las cosas claras. Pasemos al despacho y me cuenta usted.
- ¿Me vas a tratar de usted, Albert? Porque si va a ser así, entonces me voy.
-Eso depende de ti, Amaia. No abuses de nuestra confianza. Aquí la premisa no es el dinero, sino el respeto. Pasa dentro y charlamos.
No podía objetar nada. Mi comportamiento había sido altanero y de niña consentida. Simplemente no había sabido valorar debidamente a Albert ni a sus compañeros. Menuda leona era la tal Isabel, me había leído la cartilla y me tocaba apechugar con mi metedura de pata. Sorprendentemente no me sentía abochornada, muy al contrario, valoré mucho esa actitud de firmeza, de orgullo por su profesión y por su imagen. Me habían dejado muy claro que el dinero no sería la clave para tratar con ese despacho. Empecé a mirar con otros ojos a esos tres abogados de barrio, y especialmente a Albert. Si me había impresionado con su inteligencia la entrevista anterior, el carácter mostrado en este envite terminó por convencerme de que había efectuado la elección correcta.
Me levanté de la silla, devolví el expediente a Albert y seguí sus pasos hasta el pequeño despacho donde me atendió el día anterior.
- Deseaba pedirle que iniciara una gestión, Albert. –Si él me iba a tratar de usted, yo no iba a ser menos-
- Usted dirá.
- Me gustaría hacer una cuña publicitaria de la academia en la radio. El otro día sintonicé una emisora local donde ponían muy buena música. Cuando oí la voz del locutor, me encantó. Me gustaría que ese hombre, Julián creo que se llama, fuera el que grabara el anuncio. Estoy dispuesta a pagar lo que me pida, dentro de unos límites de cordura, por supuesto.
- No hay problema señora. Creo saber de quién habla y, precisamente, es amigo mío desde hace muchos años.
- ¡Fenomenal! ¡Qué ojo he tenido para elegir!- seguro que fue azar- Pues en ese caso, póngase en contacto con él y lo prepara todo para hacer la cuña publicitaria.
- Delo por hecho- dijo Albert en tono militar.
- Bueno, eso es todo. Llámeme cuando necesite algo de mí.
- Descuide, está en buenas manos.
- Lo sé, pero a pesar de todo le pondré en contacto con una empleada mía que colaborará con usted para llevar a buen puerto el tema de la publicidad. Sé que es usted muy bueno en su trabajo pero la publicidad conlleva una serie de especificaciones que esta persona podrá llevar adecuadamente. Ya sabe, todo el lío que supone una campaña publicitaria, no solo legal sino también artístico.
- Estaré encantado de colaborar con la persona que usted envíe.
- Así lo espero. En fin, tengo que marchar, la vida de una empresaria nunca se detiene, ha sido un placer haber podido resolver cualquier diferencia entre nosotros Alberto, se lo agradezco –dije, mientras me dirigía a la salida del despacho- nos volveremos a ver.
- Eso, espero, Amaia, aún quedan muchas cuestiones por realizar. La iré avisando puntualmente.
Salí a la calle bastante relajada, había conseguido salvar la jornada a pesar de mi inicial torpeza. Supongo que algunas cosas no cambian pero me di cuenta de que estaba tratando ante iguales y que ni toda mi clase social, ni toda mi educación clasista valdría nada la próxima vez que metiera la pata. Anoté mentalmente una cita en mi cabeza: Siempre pedir cita previa.
Joder con el marido de Fran.
Entrevista con Lucía.-
Una vez en la calle, llamé a Lucía
-¿Lucía? ¿Estás ahí?
- Sí, sí ¿quién eres’
-Soy Amaia, ¿puedo hablar contigo?
-Unnnh, sí, sí dime ¿qué pasa?
-¿Te pasa algo?
-Ahhmmm, no, no, ¿por?
-Chica, te veo apurada
-Es que he venido corriendo, y estoy recuperando el aliento, Maya, cariño
-Si eso te llamo más tarde
…
…
-No, no, dime qué es lo que necesitas-dijo Lucía más calmada-
-Quiero quedar contigo para contratarte. Me gustaría que llevaras la campaña de publicidad de mi Academia en la radio, he pensado en una cuñas publicitarias que podrías diseñar pero como comprenderás no podemos hacerlo por teléfono. ¿Te parece que quedemos para almorzar en la misma cafetería del otro día?
-Sí, uffff, sí, Amaia, desde luego que sí, qué alegría me acabas de dar, muchísimas gracias, cariño.
-No hay por qué darlas. Nos vemos entonces para almorzar. Ciao, y cuídate mucho que parece que te vas a ahogar.
-Pffffff, ja, ja, ja, desde luego qué cosas tienes, Maya. Hasta luego, cielo.
Tras terminar la conversación pensé, “esta muchacha debería apuntarse a un gimnasio, está totalmente desfondada”.
Lucía.-
Me encanta follar. Mentiría si dijera lo contrario, para mí el sexo es algo tan natural como cualquier otra función vital, como correr, dormir, comer. He follado muchísimo y no me arrepiento en absoluto de haber sido promiscua, activa y putón. He comido pollas por el placer de ver a un hombre correrse con mis caricias. Me atrae todo el proceso de darle placer a un semental, el intercambio de líquidos entre dos personas, las diferentes posturas que se pueden adoptar en un combate carnal.
Me resulta fascinante la fusión entre hombre y mujer, la búsqueda del gozo y de la libertad que solo se puede obtener con el sexo. Todo el juego que conlleva y el siempre excitante final.
Siempre me ha gustado y siempre me gustará. Una mujer como yo, necesita un compañero afín para esta actividad. Alguien que te comprenda, que sea similar a ti, que no te juzgue, ni se aproveche de ti, alguien comprometido con esta búsqueda y compenetrado contigo. Un cómplice.
Juan Carlos era mi compañero ideal en todos los sentidos. A ambos nos gustaba follar, sin mayores pretensiones, sin mayores compromisos, simplemente buscar nuestro placer y a base de muchos polvos conseguimos llegar a una sincronización perfecta para conseguir nuestros orgasmos. Nadie conocía mi cuerpo como él, nadie manejaba los resortes de mi deleite como Juan Carlos.
Sí, lo digo orgullosa, nos entendíamos a la perfección y de ese conocimiento mutuo surgió un profundo respeto entre nosotros y de ahí a una amistad que conllevaba una fascinación recíproca. Yo le respetaba, él me obedecía cuando le requería algo.
Nunca dejamos de vernos. Ni cuando él se casó con Amaia, y mucho menos cuando me desposé con su amigo Luis. Siempre estuvimos follando y supongo que siempre follaremos pase lo que pase.
No es de extrañar entonces que cuando me llamó Amaia yo estuviera siendo follada a destajo por su ex marido. Sentía su enorme polla presionando mis labios vaginales mientras me percutía rítmicamente, con una cadencia armoniosa, lenta, casi romántica. Sentía su enorme miembro entrar y salir, una y otra vez por mi sexo mientras me acariciaba mi pecho derecho, con maestría, pellizcando brevemente mi pezón, sin detener su compás, gozando en definitiva, despacito, más despacito, deteniéndose, sacándola poco a poco y volviendo a introducirlo mientras mis paredes vaginales presionaban sobre su pene, una sinfonía de polla, coño y fluidos, sintiendo cada bombeo de ese glande que tan bien conocía, sabía que aún le faltaba para correrse.
Sigue hablando, Luci –me susurraba- no cuelgues, sigue hablando, quiero comprobar si puedes mantener una conversación mientras te follo, cielo, quiero ver si puedo evitar que articules palabras, que tengas que detener la charla porque te estés corriendo –continuaba en voz baja, justo en mi oído derecho, mientras seguía entrando y saliendo, empujando, empujando, y pellizcando mi pezón- sí, cariño, sigue, sigue, estoy a punto de correrme, Lucía, te voy a llenar el coño de leche golfilla mía
-Es que he venido corriendo, y estoy recuperando el aliento, Maya, cariño
…
…
-No, no, dime qué es lo que necesitas
Intentaba, absurdamente, continuar con esa conversación tan importante para mi futuro profesional mientras mi amante llenaba de carne toda mi intimidad, sintiendo como mordía mi lóbulo derecho, chupando, lamiendo, uffff
-Sí, uffff, sí, Amaia, desde luego que sí, qué alegría me acabas de dar, muchísimas gracias, cariño.
Y, por fin, llegó nuestro orgasmo. Semen introduciéndose en mi útero, y descargando todo el flujo que podía soltar, totalmente desbaratada, no pude hacer otra cosa que reírme.
-Pffffff, ja, ja, ja, desde luego qué cosas tienes, Maya. Hasta luego, cielo.
Y colgué.
-¿Quién era?
Y ahí fue cuando metí la pata como la estúpida idiota que soy.
-Tu queridísima “ex” –le respondí-
-¿Amaia?, ¿y qué quería?
-Al parecer follarse a Julián
-¿Cómo?
-Como si no la conociera. Esa oyó el otro día a Julián en la radio y se ha propuesto volver con él. Menuda pamplinada lo de hacer una campaña publicitaria.
-No entiendo. ¿Me estás diciendo que Amaia va a contratar a Julián para que haga publicidad de su negocio aquí, en Madrid?
-Ya veremos si prospera esa “campaña”, ja, ja, lo que quiere es retomar su relación con Julián pero, sin problemas, mientras que me pague me da lo mismo. Mira por donde puede ser una buena oportunidad para desarrollarme profesionalmente y sacarme un buen dinero.
-Eso no va a pasar, Lucía
-¿Cómo que no va a pasar?
-Lo que oyes. No va a pasar
-Pero a ti, ¿qué más te da?
-No consentiré que Amaia acabe con ese desgraciado. No lo voy a permitir, no me va a humillar, Lucía, no voy a tolerarlo y mucho menos en Madrid. Se congelará el infierno antes de que yo trague con eso.
-Pero si estáis divorciados, no puedes meterte en su vida.
-Estamos divorciados, pero te digo ya que no lo voy a consentir.
-Mira, Juan Carlos, la vas a dejar en paz. Ya está bien. La has estado jodiendo desde ese maldito cumpleaños. Te casaste con ella para evitar que se acercara a Julián, nunca la has amado, siempre te has acostado conmigo y con otras. Lo sabes, la has humillado toda su vida. Ya está bien.
-No es por ella Lucía, te lo juro. Es por Julián, se la debo, siempre se la deberé, y siempre le haré pagar a ese estúpido. Me quemó el coche joder, se rió de mí, siempre se ha burlado de nosotros y yo le voy a joder la vida tantas veces como sea necesario.
-No, Juan Carlos, no lo voy a permitir.
-¿Qué tú no lo vas a permitir?, no me hagas reír, Lucía. ¿Qué piensas hacer, impedirlo a base de mamadas?, ja, ja,ja, además de puta, tonta.
-Buscaré la forma, Juan Carlos, te lo juro. Yo no podré hacer nada pero encontraré quien pueda.
-Nadie puede, idiota. Aquí soy simplemente intocable. Mis contactos, mis influencias, mis amistades, mi dinero, todo está a mi disposición, puedo hundir a quien quiera.
-Te lo aviso, Juan Carlos, encontraré a quien te detenga, pero no dejaré que le jodas más la vida a Amaia y a Julián, tienen derecho a ser felices. Ya les hemos jodido bastante la vida.
-Harás lo que yo te diga, Lucía, o también estarás en mi punto de mira.
-Ya veremos, Juan Carlos, ya veremos.
-Te he avisado, Lucía, y el que avisa no es traidor.
No volvió a hablar, se vistió rápidamente, ni siquiera se duchó, encendió su móvil y empezó a hacer llamadas mientras se iba de mi chalet. Ni siquiera se despidió. Me dejó sola, duchándome deprisa para poder llegar a tiempo a la cita.
¿A quién podría encontrar para oponerse a lo que estuviera pasando por su cabeza?
¿Quién podría tener la inteligencia, contactos y valor para enfrentarse a alguien tan poderoso como el ex esposo de Amaia?
Y de repente surgió en mi mente un nombre … Albert.
NOTA: Este relato continúa narrado por Fran.