Una temporada en el paraiso (3)
Carlos y Laura deciden meterse en el juego y no les va tan mal...
Laura se levantó primero a la mañana siguiente. Era un poco tarde pero la escasez de sueño de Carlos lo había hecho olvidar de la hora de desayuno. Sin embargo, cuando Laura fue a despertarlo se encontró con una gran sorpresa. Debajo de la sábana que lo cubría había un gran bulto. Carlos estaba erecto en sueños. Sonriendo y dispuesta a no desperdiciarlo, se dispuso a destaparlo sigilosamente, sin despertarlo. Corrió la sábana de arriba de él y con mucha delicadeza abrió el pijama sacando el duro trofeo hacia afuera. Con su mano envolviéndolo subió y bajó por su contorno. Nunca le habían alcanzado los dedos para rodearlo, y eso la excitaba mucho.
Decidida a pasar un buen rato abrió su bata y mojándose sus dedos con saliva humedeció un poco mas su ya excitado sexo. Subida a su lado de la cama pasó una pierna por encima de él y mirándolo de frente fue bajando en cuclillas hasta sentirlo en la puerta de su sexo. Ayudada con sus manos lo acomodó y se dejó caer sobre él dando un suave gemido de placer al sentirlo caliente y abundante dentro de ella. Con sus rodillas a ambos lados de su cuerpo comenzó un movimiento vertical subiendo y bajando sobre ese mástil mientras sus dedos se enredaban en el vello del pecho de Carlos. Nunca lo había sentido tan sabroso y realmente lo estaba disfrutando mucho.
Al abrir los ojos, despertado por la potente sensación en su verga, y verla a Laura cabalgándolo con una lujuria increíble, Carlos sonrió. Llevando las manos a la cintura de ella acompañó sus movimientos mientras gemían y respiraban agitadamente. Los movimientos, cada vez mas violentos, no tardaron mucho en hacerlos explotar, y con los ojos brillantes de pasión se abrazaron en un orgasmo increíble.
-¡¡Waaaw!! ¡¡Que dulce despertar!!- sonrió Carlos
-Amor... no se con que estabas soñando, pero quiero que sueñes con eso todos los días... estabas delicioso.- rió ella.
Carlos sonrió. Si ella supiera que no era un sueño lo que había encendido sus deseos... Debía contárselo. ¿Pero como?. Dudó unos segundos mirándola a los ojos encendidos y por fin ella rompió el silencio.
-Esa mirada la conozco. ¿Me vas a contar o no me vas a contar?- le dijo ella poniéndose un poco mas seria
-¿Estas segura que querés que te cuente?- le preguntó el tontamente
-Por supuesto.- le respondió ella mientras se ponía de pie y se arreglaba un poco el cabello frente al espejo.
Carlos dudó unos segundos. No sabía bien cómo comenzar el tema. Finalmente decidió que comenzaría suavemente e iría tanteando el terreno.
-Amor... ¿te acordás la pareja que conocimos anoche?- le preguntó Carlos
-Si, claro... Roberto y Patricia.- respondió ella muy resuelta
-¿Y te gustó lo que hizo Patricia en el casino?- le preguntó
-Hmmm... creo que eso fue obra de los dos. Pero, la verdad, si... me calentó mucho.- le respondió
-Bueno... anoche, de madrugada, mientras que vos dormías, me llamó Roberto, quería hablar conmigo.- comenzó contándole
-¿Si? ¿Tan de madrugada?- preguntó ella extrañada mientras se vestía
-Si, y fui con él... estuvimos casi media hora hablando en el lobby.- le dijo él
-¿Que puede haber sido tan interesante a esa hora de la madrugada, y que encima te deje así de caliente?- preguntó ella acomodándose la cortísima falda que se había colocado
-Hablamos sobre Patricia, sobre un montón de cosas... pero, lo siento, no terminó allí.- continuó Carlos
A continuación, Carlos le contó con lujo de detalles toda la experiencia que había vivido esa noche. A medida que la iba contando se iba poniendo mas y mas nervioso. Tenía miedo que ella sintiera que lo había estado engañando. El rostro de Laura fue reflejando claramente sus reacciones. Primero una gran duda, luego la sorpresa, y por ultimo una gran calentura que le subía por todo el cuerpo. Carlos tuvo que admitir que le dio mucha vergüenza el haber tenido que admitir que Patricia lo había ordeñado, que literalmente le había extraído la leche como a los otros hombres, solo para su goce. Laura, al escucharlo, se sorprendió inicialmente, pero viendo el rostro sonrojado de Carlos al admitirlo, se relajó y no pudo menos que reírse al final.
-¡¡Te usó!! ¡¡ja ja ja ja ja ja!! - rió ella
-¡¡No te rías!!- le recriminó él muy seriamente
-Bueno... es solo una broma... - rió ella
-Lo disfrutaste mucho por lo que veo.- agregó
-Si... mucho.- comentó él
Un brillo asomó a los ojos de Carlos en ese momento. Laura se había terminado de vestir, no se había lavado después de la sesión de sexo que habían tenido. Su cuerpo olía a una dulce mezcla entre el aroma a sexo y su natural y seductor perfume.
-Bueno... vamos, que nos perderemos el desayuno- dijo ella empujándolo a que se vistiera
-¡¡Uyy!! ¡¡Tenes razón!!- dijo él vistiéndose apuradamente con sus pantalones y una camisa cualquiera
Caminando por los pasillos hacia el salón comedor a Carlos le pareció ver que su mujer se veía mas sensual que de costumbre. Sonreía a todo el mundo enfundada en ese vestido de faldas cortas que dejaba ver todas sus piernas y mucho de sus pechos.
Cuando por fin llegaron a la cubierta del salón comedor, uno de los meseros en la puerta les indicó que el horario de desayuno ya había concluido. Contrariado, Carlos intentó una protesta, pero el hombre se negó secamente mientras continuaba levantando las cosas de una mesa delante de ellos. Laura le guiñó un ojo a Carlos y este se quedó callado dejándola actuar a ella.
Con una sonrisa en sus labios Laura le pidió permiso para sentarse en esa mesa, ya que habían caminado desde el ultimo nivel y le dolían las piernas. El mesero accedió mientras llevaba la primera tanda de vajilla, habiendo dejado el resto sobre la mesa. Laura se sentó y de inmediato se agachó doblándose hacia adelante y llevando sus manos a sus pantorrillas, masajeándolas. Esperó un rato hasta que el hombre regresó, y que, tal como lo esperaba, se quedó paralizado observando sus pechos por detrás del escote de su vestido que, caído hacia adelante, los dejaba completamente libres. Laura no usaba sostén en ese momento, y sus pechos se bamboleaban con cada caricia de sus manos a sus muslos.
-Pppermiso señora.. Necesito continuar levantando esta mesa.- dijo él sin poder quitarle los ojos de los pechos.
-Levantá nomás... no me molesta.- dijo ella con una sonrisa manteniendo su posición.
Por mas que intentó de muchos modos con amagues, el hombre no llegaba a poder alcanzar las tazas en ese rincón de la mesa. Finalmente, tomando coraje acercó su cintura a la cabeza de Laura e intentó alcanzar las tazas. Deliberadamente, en ese momento Laura acercó aun mas la cabeza al pubis de él apoyándola justo sobre su pene, masajeándoselo. El hombre se sorprendió y casi deja caer la taza en ese momento, pero manteniendo la vista en la sonrisa de Carlos hizo como si nada sucediera y continuó con su tarea, ahora mas lentamente.
-Es una pena que no podamos desayunar... teníamos tanta ilusión con nuestro primer desayuno abordo.- dijo ella
-Lo siento señora... es que ya no me permiten servirles.- se excusó él gentilmente
En ese momento Laura hizo otra astuta maniobra, y sin que él se percatara, dejó caer una servilleta justo a sus pies.
-Uyy... lo siento.. se me cayó- dijo ella
-No se preocupe señora.- dijo él poniéndose en cuclillas delante de ella
Cuando el hombre se agachó, fue inevitable que sus ojos se detuvieran en las piernas expuestas de Laura. Ella tenía unas piernas y unos muslos preciosos, su piel muy cuidada, sus formas deliciosamente sensuales, pero por sobre todas las cosas, Laura conocía ese sutil arte de enloquecer a los hombres.
Cuando el hombre se agachó delante de ella, Laura abrió levemente las piernas. Sentía como el aire fresco estimulaba aun mas su calentura. Sabía que su bombacha blanca estaba empapada en los jugos y en los restos de semen de la sesión con Carlos. Apoyó sus manos sobre sus muslos mientras disfrutaba de los ojos brillantes del mesero.
-Voy a ver si puedo hablar con el cocinero y gestionar una excepción.- dijo sumamente nervioso
-Te lo voy a agradecer muchísimo.- dijo Laura mientras le sonreía a Carlos
Al rato, el hombre volvió con una bandeja repleta de cosas de desayuno y se acercó a la mesa. Sonriendo colocó todas las cosas y se quedó mirándolos mientras levantaba lentamente las otras mesas y los observaba mientras ellos desayunaban. Laura terminó antes que él y se recostó contra el asiento mirándolo. Carlos estaba muy excitado y no perdía detalle de lo que hacía Laura. Las miradas de ella y del hombre se cruzaron un par de veces. Esta vez frente a los ojos de él levantó la servilleta y la dejó caer al piso nuevamente. El rostro del el mesero se iluminó, y sin pensarlo dos veces se volvió a acercase a la mesa.
Oculto por la mesa, arrodillado, el hombre comenzó a deslizar su mano por las pantorrillas de Laura. Una sonrisa se dibujo en el rostro de Laura que gimió muy suavemente al sentir la mano caliente y desconocida recorriéndola. La mano subía y bajaba por sus piernas sin atreverse a acariciar sus muslos, pero los dedos de Laura sobre la mano de él la llevaron a sus muslos, sobre los que rápidamente él comenzó a jugar.
Laura estaba muy caliente. Los dedos de él recorriéndole el cuerpo, la escena ahí en el medio del bar, el bulto que se dibujaba en el pantalón de él, todo era muy excitante. Muy pronto la espalda de Laura se arqueó al sentir como la mano en su muslo tenía vida propia y la manoseaba sin reparo.
-Estoy en el baño, cielo.- dijo Carlos mientras se levantaba de la mesa.
En ese momento Laura aprovechó para acariciar el cabello del hombre con una mano y correr la entrepierna de su bombacha blanca. Muy caliente, y con restos de semen entre sus dedos el hombre comenzó a besar sus muslos y a acercarse a la entrepierna de Laura. En cuanto sus dedos toscos se hundieron dentro del sexo de ella, los ojos le parpadearon sintiendo la extraña y tosca invasión. Se sentía muy diferente de cuando Carlos la tocaba.
Las manos de Laura acariciaron el cuerpo de el hombre mientras continuaba excitándola con dos dedos muy dentro de ella. Los gemidos de Laura eran casi audibles en todo el salón, y su falda azul sobre su cintura eran muy evidentes de lo que estaban haciendo. Laura tomó de la mano al mozo y caminó hacia los baños parándose delante del baño de hombres. El empujó la puerta y se metieron ambos adentro
En cuanto entró al baño, las manos de Laura se movieron con agilidad hacia el cinturón del hombre y luego a los botones y el cierre hasta bajarle los pantalones. Ahí en el medio del baño de hombres Laura vio por primera vez el pene de el mesero.
-Hmmm.. abundante y sabroso.- dijo ella sonriendo mientras lo envolvía con sus dedos y comenzaba a bajar y subir su mano sobre el macizo de carne.
-ohhh- gimió el hombre como única respuesta
Sorprendida aun mas Laura sintió como a medida que iba moviendo su mano el pene del hombre se hacía mas grande y mas interesante. Sonriendo comenzó a arrodillarse delante de él, y cuando lo tuvo a la altura necesaria comenzó a besarlo y lamerlo. Los gemidos del hombre se triplicaron mientras se tomaba del toallero del baño para no caerse.
-Estas muy buena... ufff...sabrosa... eso.. sigue..chúpamela- dijo él tomándola de los hombros
Laura dejó de lamer y abriendo la boca todo cuanto pudo le dio una sensacional chupada que casi llegó hasta los testículos del hombre. Con todo el palpitante pene del hombre dentro de la boca chupó con fuerza, como queriendo sorberle los testículos por la punta del glande. Mientras hacia esto Laura desabrochaba su blusa hasta que finalmente la arrojó a un costado. No podía creer lo caliente que estaba. El hombre le acariciaba los cabellos rizándolos entre sus dedos, mirándola sin poder creer su suerte. Tomándola de los cabellos comenzó a sacar y meter su durísima verga de la boca de ella.
Cuando ella se apartó de él, su pene brillaba en la mezcla de saliva y de sus propios jugos. Laura entonces se inclinó sobre las mesadas de los lavabos y abrió sus piernas. Sin que supieran donde había estado Carlos apareció con dos sobres de profilácticos entre sus dedos que ofreció sin decirle palabra al mesero.
Pocos segundos tardó el muchacho en colocarse el profiláctico y ubicarse detrás de Laura. Acarició sus nalgas un par de veces y bajando hasta la entrepierna de ella pasó sus dedos por el empapadísimo sexo de Laura, sintiendo lo caliente que estaba. Laura giró la cabeza y miró a los ojos a Carlos, como preguntándole si estaba seguro que quería eso. Carlos le sonrió mientras se desabrochaba lentamente el cinturón.
Un gemido cortó la escena. Laura había sentido de repente como toda la carne del poderoso muchacho se hundió dentro de ella sin preguntar. De un solo empujón había recorrido todo su sexo hasta sentir el bailotear de los testículos contra su cuerpo. Laura tuvo que tomarse fuertemente de la mesada entreabriendo la boca y gimiendo lo menos que pudo. Le daba mucha vergüenza el tremendo placer que sentía dentro de su cuerpo, y sobre todo delante de Carlos. Pero el hombre detrás de ella no le tenía piedad. Tomándole la cintura con fuerza la estaba penetrando por detrás en un ritmo vertiginoso, salvaje, animal. Poco podía ella hacer por resistir esas sensaciones. Gemidos agudos y repentinos cada vez que el hombre cambiaba de ritmo y la taladraba como una máquina. El perverso y clásico sonido de sus cuerpos chocándose, un rítmico chasquido que solo ayudaba a marcar mas definidamente el ritmo de su excitación.
-¡¡¡Hmmm.. !!! ¡¡¡Hmmm !!! ¡¡¡Hmmm!!! - gemía ella entre dientes
-Te gusta mucho amor.- le dijo Carlos parado al lado de ella acariciándole el rostro
- Hmmm... uhhh...está delicioso.- dijo ella mirándolo con sus ojos de pasión y lujuria.
Tomado de la cintura de ella con firmeza, el muchacho continuaba metiendo y sacando su verga de su cuerpo. Ambos comenzaban a transpirar levemente en la excitación y el ejercicio. Tomándola de los cabellos Carlos guió su cabeza hasta su sexo desnudo. Laura deseaba tanto complacerlo que tomó la verga de su esposo y abriendo sus labios y sacando su lengua lo recorrió de punta a punta dándole mucho placer. Poco después, su boca se abría y sus labios tomaban su verga suavemente succionando levemente. Carlos, que ya estaba erecto desde antes con solo observar la escena sintió esa suave caricia y siseó de placer. Girando su cuerpo de costado Laura ya no se sostenía más del lavatorio. Se había tomado de la nalgas de Carlos, que sentía en el movimiento de ella los embates de la tremenda cogida que le estaban dando por atrás. Empujón tras empujón, la verga se fue hundiendo mas dentro de la boca de ella hasta llenarla por completo. Tomándola de la nuca Carlos empujó un poco mas y tras sentir el sonido gutural de Laura se hundió dentro de su garganta. El placer era increíble. Podía sentir la apretada garganta de su mujer acariciándole el pene. No pudo evitar mover su cadera y comenzar a usar su garganta sintiendo como sus narices se hundían sobre su pubis.
-Ohhh... Laura, esta deliciosooo.- gemía Carlos
Laura se sentía en el cielo. Penetrada por dos vergas calientes por ambos lados gozaba sintiéndose llena y excitada a la vez. Sus manos se tomaban de las nalgas de Carlos mientras sus pechos se bamboleaban con cada embestida por detrás. El hombre detrás de ella traspiraba copiosamente y ella sentía como cambiaba de ritmo para prolongar el placer.
Después de unos minutos en esa posición Carlos se salió de adentro de ella y se recostó en el piso boca arriba. Ella lo miró y comprendió de inmediato. Soltándose del otro hombre se acercó hasta él sentándose arriba de su pubis. Laura sintió el pene de Carlos cuando la penetraba y todo su cuerpo tembló. Luego, lentamente fue moviéndose hasta alcanzar un frenesí violento en el que todo su cuerpo se sacudía con furia sobre el de él. Los gemidos de Laura se escuchaban por todo el lugar mientras ella se deshacía en placer sobre él. Las manos de Carlos manoseaban y apretaban sus pechos dándole mas placer aún mientras que las delicadas manos de ella se entrelazaban detrás de su nuca exhibiendo y haciendo mas apetitosos los pechos.
Carlos estiró la boca premeditadamente pidiéndole un beso. Laura de inmediato accedió y las bocas de ambos se unieron en un beso largo y apasionado. Con sus rodillas sobre el suelo para poder mantener la posición Laura apoyó sus manos a ambos lados de Carlos. Con su otra mano él acariciaba su espalda pegando ambos cuerpos entre sí. Laura estaba perdida en tanto placer que no se dio cuenta cuando los dedos de él recogieron los abundantes excedentes de sus jugos vaginales y los untaron en la entrada de su ano. De repente sintió las manos del otro hombre acariciándole la cintura y entre los dos la inclinaron hacia adelante, sus pechos casi rozando el vello del pecho de Carlos. Laura se dio cuenta y mirando asustada a Carlos murmuró
-No amor... por el culito no...-
-Tranquila cielo.- respondió él
-Suave... despacito... por favooooorrr.- dijo ella al sentirlo hurgando en su trasero
-Relajate y dejalo que entre.- le pidió él
El hombre la había escuchado, y se tomó el asunto con mucha calma. Suavemente comenzó acariciando la zona del anillo anal de ella provocándole sensaciones que nunca había sentido en su cuerpo. Laura temblaba como una hoja y su sexo se contraía al ritmo de la excitación apretando deliciosamente a Carlos. Aun seguía algo tensa y giraba la cabeza tratando de observar lo que le hacían por detrás. Carlos la tomó de la barbilla y le giró el rostro hacia él.
-No quiero que mires. Mirame a los ojos.- le pidió
-Relajate. Solo quiero que sientas las sensaciones.- agregó
Laura fijó su vista en los ojos de Carlos. La mirada de él era firme y dulce a la vez. Penetrante y transparente de la tremenda excitación que sentía al entregarla para darle placer. Sus manos acariciaban sus mejillas mientras las bellísimas uñas rojo carmín de ella se enredaban en el cabello de él.
De repente comenzó a sentir los besos del hombre en su espalda. Una sensación eléctrica recorrió todo su cuerpo mientras que sentía como se erotizaba hasta el último poro de su piel. Sin darle respiro, y con sus manos firmemente colocadas en la cintura de ella, el hombre comenzó a bajar con los besos, lentamente acercándose a las nalgas de ella. Laura volaba de excitación y entrecerraba los ojos cuando no podía controlarse mas.
-Hmmm..- gimió
Las manos de él soltaron su cintura y atraparon sus perfectas nalgas apretándolas y masajeándolas suavemente. De repente Laura fue sorprendida nuevamente cuando el hombre abrió lentamente sus nalgas y recorrió la raya de su culo con la lengua. Una y otra vez lamió la zona humedeciéndola y excitando a Laura que temblaba como una hoja en el viento. Pero cuando el hombre posó su boca sobre el ano de Laura y comenzó a besarla y a meter su lengua dentro, Laura sintió que explotaba.
-¡¡Uhhh.. Dioossss.... !!- dijo abriendo los ojos como el dos de oro
Ahora era el ano el que le palpitaba con deseo. No podía creer lo que le pasaba. Deseaba ser penetrada por allí cuanto antes, su cuerpo se lo pedía. No aguantaría mucho mas sin rogar que se la metiera. Jamás le habían dado un beso negro en su vida, y ahora se arrepentía de no haberlo conocido antes.
-Meteme los dedos... meteme algo... por favooor.- rogaba ella
Como respuesta a sus plegarias, dos gruesos dedos de el hombre se hundieron en su recto. Al principio costó que entraran. Con alguna mueca de dolor sintió que la abrían y se metían adentro, pero cuando estuvieron totalmente adentro Laura gimió y apretó la cara contra la de Carlos dándole un profundo beso.
Sabía que era solo el comienzo. Escuchó al hombre detrás de ella mientras escupía y sintió la cálida saliva bajando por su recto hasta su culo. Se preparó, tomándose firmemente de los brazos de Carlos, casi clavándole sus uñas color carmín. El hombre detrás de ella abrió sus nalgas suavemente y presentó la punta de su verga sobre el ano.
-Despacio, por favor.- pidió Laura bajando la cabeza
El hombre se tomó de las caderas de Laura y apretando su verga contra el ano comenzó a intentar penetrarla. Laura sintió un agudo dolor al comienzo, pero pese a mencionarlo el hombre no se detuvo y continuó penetrándola hasta que las bolas le tocaron la vagina.
-Uhhh... despacio.. uuuyy.- grito Laura al sentirlo entrar
El hombre comenzó a sacar su verga y volverla a colocar, con movimientos salvajes y violentos. Laura se sacudía sobre la verga de Carlos mientras sentía como este hombre le estaba rompiendo el culo. Chillaba y lloraba a veces sintiendo como su ano se abría mas y mas. Sin embargo, la sensación que mas la volvía loca era la de plenitud. Sus dos orificios estaban siendo penetrados a la vez, y eso le daba un placer increíble.
- Ugg.. Diosss.. Dioss....- gemía ella desesperada
Los hombres tomaron ritmo. Uno debajo y el otro arriba. Sus vergas separadas apenas por las membranas de piel dentro de su cuerpo. Al momento de tomar ritmo ella comenzó a gemir como poseída. En el medio de ese sándwich humano Laura sentía como nunca había sentido. Las dos vergas se rozaban dentro de ella, solo las separaba una delgada membrana de carne. Se sentía llena, plena. Las sensaciones le recorrían todo su cuerpo. No podía escapar de su propio deseo y de los cuerpos calientes y vigorosos de esos hombres.
De repente, la explosión, como si fuera una luz brillante, enceguecedora. Un orgasmo único.. como nunca había sentido. Laura respiraba agitada y gemía desesperada, casi llorando con su cabeza apoyada sobre la frente de Carlos. El le sonreía y disfrutaba con las expresiones de su rostro. Los puños apretados de ella sobre el pecho de él, la sensación de un orgasmo violento que se iba, como la oleada del mar que promete volver. Luego la tremenda paz... y la relajación...
Pero los hombres no habían salido de dentro de ella. Luego de dejarla retomar el aire, volvieron a los movimientos suaves y sensuales. Laura no podía creerlo. No creía poder aguantarlo. Había tenido ya veces donde los orgasmos se sucedieran uno detrás de otro, pero nunca con la intensidad de este ultimo. El extraño calor volvía a crecer en su cuerpo. Desde su vientre, desde sus pechos, toda ella era un fuego que crecía.
-¡¡Ahh...!! ¡noo..! ¡otra vez no...! ¡Diossss!- balbuceó ella
Lo siguiente fue un grito de ella. Su cabeza arqueada hacia atrás, sus piernas y manos temblando, toda ella temblando mientras se deshacía y lloraba en un orgasmo mas fuerte aun que el anterior... un orgasmo que la dejaría exhausta y abrazada a Carlos.
-Dejala que descanse un poco.- sugirió Carlos-
-Seguro.- dijo el hombre detrás de ella
El hombre se quitó suavemente del culo de ella. Ella se quejó un poco, mas por la ausencia de esa sensación tan placentera que por dolor. Lentamente Carlos hizo lo mismo, y Laura quedó recostada sobre el piso mientras él le acariciaba el rostro. Sonriendo, ella estiró las manos y tomó las dos vergas aun duras de los hombres masajeándolas.
-Tengo que terminar esto. No me gusta dejar las cosas a medias.- dijo ella sonriendo
Las manos de ella acariciaban deliciosamente las brillantes vergas de los hombres, y lentamente las acercaba a ella. Con dulzura las acercó a sus pechos y comenzó a masajear sus pezones con ellas. Los hombres sentían delicioso ese contacto mientras algunos hilos de jugo sexual dejaban rastros brillantes sobre los pechos. Laura miró a Carlos a los ojos y sonrió. Sabía que cuanto mas perversas fueran las acciones que ella hiciera, mas lo excitaba a él. Suavemente tiro de la verga del otro hombre y la llevó a sus labios. No fue necesario mucho mas. Tremendamente excitado, el hombre metió toda su verga en la dulce y suave boca de ella. Aun mirándolo a Carlos a los ojos extendió su lengua y lamió toda la extensión de la verga del hombre, provocando temblores en el cuerpo del hombre.
Un rato después Laura empujaba la pelvis del otro hombre, y mirándolo a Carlos, sin decir palabra mantuvo su boca como un anillo abierto. Carlos comprendió de inmediato y colocando una rodilla a cada lado de la cara de ella hundió su verga en la boca de ella comenzando a mover su pelvis, como si le hiciera el amor por la boca. Muy poco tiempo después, la nariz de ella se hundía sobre el vello púbico de él. Algunos sonidos guturales de la garganta aseguraban lo profundo que había llegado, pero Laura no se acobardaba y continuaba comiéndose ese trozo de carne hasta el final. Algunas lágrimas, reacción instintiva por el esfuerzo de su garganta, corrían su maquillaje. Un viscoso fluido, mezcla de la lubricación del hombre y su abundante saliva desbordaban de sus abiertísimos labios y chorreaban por el cuello.
-¡¡Uggg...!! ¡¡Sii!! ¡¡Deliciosa!! - gemía desesperado Carlos
-Mostrale un poco a nuestro amigo.- pidió de repente quitándose de adentro de la boca
Sin cambiar absolutamente en nada Laura miró al hombre, le sonrió con su rostro húmedo y abriendo la boca comenzó a engullirlo de el mismo modo que a Carlos. Cuando el hombre sintió la forma en que ella lo estaba comiendo abrió los ojos de par en par y acercándole la mano al rostro se lo acarició mientras gemía de placer.
-¡¡Uggg!! ¡¡es muy.... ufff.... buena..!!- dijo entre gemidos
-¡¡Me... me va a... ufff... hmmm... exprimir!!- dijo sintiendo que perdía el control, que ella manejaba todo
Carlos sonrió y acarició una teta de ella. Sabía que ella estaba esperando que le dijera lo que él quería hacer. Sabía que ella se mojaba de solo pensar en el placer que le estaba dando a ese desconocido, a un hombre que apenas había conocido un momento atrás. Quizás en eso estaba el morbo mas importante que sentía.
Los ojos de Laura sonreían mientras buscaban la mirada de Carlos. Ambos sabían qué estaban haciendo y lo disfrutaban mucho. Era una comunicación sin palabras, un acuerdo tácito en el que ambos gozaban y hacían gozar.
-Es cierto, lo haces muy bien Laura.- sonrió él
-Apuesto a que no vas a desperdiciar una sola gota del regalo de nuestro amigo.- agregó sonriente
Laura sonrió. De inmediato supo lo que deseaba él. Con todas sus artes comenzó a darle un placer imposible de controlar al hombre en su boca. Tomándolo de sus nalgas lo apretó hasta hundir su nariz en su vello púbico y dejarla allí por un rato largo. Mientras tanto, su garganta acariciaba el pene dentro de ella. La cara del hombre se transformó. Sin poderse controlar, manejado por esa maquina sexual que prometía dejarlo sin una gota dentro suyo, se tomó de la cabeza de ella y miró hacia abajo observando la escena.
-¡¡Ahh... por favoooorr.... no podes ser tan sabrosa...!! - dijo él
Unos segundos después, todo su cuerpo temblaba. Con los ojos entrecerrados y las manos sobre la cabeza de Laura el hombre sintió como se derramaba dentro de la boca de ella. Al sentir el cálido líquido que llenaba el extremo del profiláctico en su boca Laura aumentó su succión, como queriendo extraer del pene de ese hombre hasta el último vestigio de semen. Sentía la presión del hombre casi metiéndose en su garganta y era feliz de poder darle tanto placer delante de Carlos.
Cuando el hombre terminó y se quitó de adentro de la boca de ella se sentó exhausto sobre el borde del lavatorio. Miraba con ojos brillantes y asombrados el rostro sonriente de Laura. La bella mujer se veía feliz con su trabajo mientras se acercaba a él, le besaba la mejilla y deslizando su mano por su ya algo flácido pene le quitaba el profiláctico lleno. Laura miró a los ojos a Carlos nuevamente, era como si buscara aprobación para lo que en su excitación deseaba en ese momento. La sonrisa de Carlos fue como un cheque en blanco. Confiaba en ella, y ella podía hacer cuanto quisiera sin que a él le cayera mal. Con una mirada perversa y mordiéndose el labio inferior en un tremendo placer Laura tomó el profiláctico de aquel hombre y girándolo lo volcó sobre su vientre, dejando correr todo el semen contenido por su panza hacia sus piernas. Lo sentía caliente y viscoso aun.
Muy excitada, Laura caminó hacia Carlos. Lo besó en la boca y acercándose a su oído le susurró dulcemente
-Ahora te toca a vos... te voy a dejar sequito, amor...-
Carlos sonrió y sintió como la erección crecía una vez mas. Lentamente su mástil comenzaba a subir otra vez mientras disfrutaba de las caricias de los dedos de Laura recorriéndole todo el cuerpo. Se acomodó sobre una de las paredes. Sabía que un rato mas sus piernas se doblarían. Conocía el placer que Laura le podía llegar a dar en días normales, pero hoy, los ojos encendidos de ella, la transformaban en una insaciable y viciosa ninfa, que prometía darle la mejor mamada de su vida.
Para cuando Laura comenzó a flexionar sus rodillas delante de Carlos, la excitación de él era mayúscula. Las caricias magistrales de ella, la imagen, el lugar, ese hombre observándolos sonriente, los restos de semen sobre el cuerpo de ella.... todo era muy excitante. Laura abrió su boca y con cuidado de proteger sus dientes para no lastimarlo comenzó a jugar con la punta de su verga. Carlos siseó de placer entrecerrando los ojos. Los labios de Laura parecían de fuego. Se movían con habilidad y deliciosa pasión a lo largo de su mástil, provocándole sensaciones imposibles de contener.
Sus miradas se entrelazaron cuando Laura levantó la mirada hacia los ojos de él. Los rostros expresaban un amor y una pasión que las palabras no llegaban a expresar. Sintiendo que ya no aguantaba mas Carlos acarició el cabello de Laura y se sintió explotar dentro de la cálida y absorbente boca de ella. Eyaculó una copiosa cantidad de semen que impactó directo sobre la garganta de ella en el primer disparo. Contrariamente a otros orgasmos que había tenido, esta vez éste no bajaba de intensidad. Llevado a la locura de placer continuaba sintiendo como Laura chupaba con fuerza su verga extrayéndole hasta la ultima gota de semen, manteniendo esa sensación orgásmica por casi el doble de tiempo del que normalmente la sentía. Se le aflojaban las rodillas y sentía su cuerpo flotar en el aire, hasta que finalmente, cuando no aguantaba mas apartó con su mano la cabeza de ella de su miembro. La boca de Laura, algo entreabierta, mostraba un gran lago del viscoso y cálido líquido blanco sobre su lengua, mientras una parte de él se derramaba por sus comisuras y su pera dándole un brillo especial a la sonrisa en su rostro.
Recostado sobre la pared, Carlos observó como Laura movía su lengua lentamente dentro del espeso líquido que le llenaba la boca. No conforme con eso, llevó uno de sus dedos, con sus uñas pintadas al rojo carmín, hasta su boca. Entre la punta de su uña y el labio formaba hilos de esperma que luego de un tiempo colapsaban sobre su cuello y sus pechos. Con una sonrisa en el rostro y un placer que lo había dejado rendido Carlos acarició el rostro de Laura.
-No lo tragues, amor. Quiero ver como te queda esa leche sobre tus pechos.- pidió Carlos
Laura sonrió una vez más, dispuesta a complacer a su esposo. Lentamente, con su lengua comenzó a empujar los restos de semen en su boca. Rápidamente estos desbordaron por sus labios y comisuras, y en poco tiempo todo el cuello de ella brillaba con la luz. Un rato después eran sus pechos los que presentaban las chorreadas por alrededor y frente de los mismos. Juntando los últimos restos Laura los escupió directo sobre sus pezones, en ambos pechos. Nuevamente con sus dedos comenzó a acariciar sus pezones, sintiendo como se endurecían y brillaban. Cuando ya no quedó mas en su boca recorrió sus labios con su lengua, relamiéndose como si de una gata se tratase.
-Hmmm... te queda precioso.- aseguró Carlos
Tomando la ropa de ella que había quedado desparramada por todo el baño, Carlos se la acercó. Ante la asombrada pero pícara mirada de ella comenzó a colocarle la pollera y la blusa. La falda no llegaba a cubrir los restos de jugos y semen chorreando por sus muslos. La blusa blanca se había adherido a su piel y mostraba sin tapujos sus pechos como si fuese casi transparente. Por un momento Laura se cuestionó si Carlos sería capaz de mostrarla así en los pasillos, pero lo vio tan decidido mientras se vestía que estuvo segura que así sería.
Ambos se despidieron del mesero. Laura se acercó a él y con todo su cuerpo oliendo a semen le dio un tierno beso en la mejilla. Luego de eso abrieron la puerta y se ambos se fueron caminando por los pasillos de regreso a las habitaciones. Iba a ser un largo camino, pero prometía ser excitante y divertido.