Una tarde tonta
Una pareja decide follar para no teneruna tarde aburrida y rutinaria.
Acababa de salir del trabajo y llegar a casa. Esta súper cansada, la verdad es que era uno de esos días que no se te apetece nada, excepto darte una ducha y tirarte en el sofá para no ver nada en la tele...
Dejé la ropa en mi habitación y me dirigí al baño. Abrí el grifo de la ducha para que corriera el agua corriente. Acabé de desnudarme y me metí en ella. Cerré la mampara tras de mi y apoyé mis manos en la pared, dejando que el chorro de agua caliente se deslizara por mi cabeza y el resto del cuerpo, relajándome de toda la tensión acumulada, era un sensación muy agradable, pero entonces, escuché la mampara abrirse.
Simulé no haberla escuchado. Iván había llegado a casa, pero no le había escuchado. Yo, seguía apoyando mis manos en la pared, con la cabeza baja, sintiendo el agua resbalar por mi piel. Volví a escuchar la mampara, cerrándose, y le sentí a él.
Colocó sus manos por mi cintura. Mi espalda, por mi cintura, por mis pechos. El tacto del jabón, el calor del agua, el vapor Menudo clímax se creó en un momento y sin decir una palabra.
Sus labios en mi nuca, sentir su lengua sobre mi piel, mezclándose con el agua de la ducha. Una combinación perfecta.
Puso jabón en sus manos y comenzó a acariciarme y enjabonarme con él por todo mi cuerpo. Muy suavemente, dando pequeños círculos, me iba enjabonando la espalda, los hombros, los pechos, con esto se llevó un poco mas de rato. Iván estaba detrás de mí, y sus manos abarcaban mis pechos que con mucha suavidad, me los acariciaba, me los agarraba con poco éxito, pues el jabón y el agua se lo impedían. Se me acabó el cansancio en un momento, de pronto, quería más y mi hombre, me leyó el pensamiento. Agarró una de mis piernas y la apoyó en el borde de la bañera, entonces sentí su polla apretándome, sabía lo que venia ahora y me encantaba Entonces él, se abrió camino en mí hundiendo su polla dentro de mí.
Sus manos en mis caderas, hacía que yo saliera y entrara a su antojo. El agua cayéndonos a los dos desde arriba.
La respiración a mil.
Su mano en mi cara, girándome hacia él para besarme en la boca.
¡Dios, que polvazo!
Cuando terminamos nos reímos, aquello fue una manera muy improvisada de darle a una tarde aburrida, un toque de frescura y diversión.
Me gustó tanto que me hizo desearle durante todo el día así que al poco rato, mientras él terminaba unas gestiones en el ordenador, yo, sin decirle nada, le aparté un poquito y me coloqué entre sus piernas.
El me dijo, "estas loca", yo le contesté, "si, por ti", y se la saqué para hacerle una fantástica mamada, de esas que de vez en cuando hacemos las mujeres cuando estamos agradecidas con nuestros hombres por ago.
Yo lo estaba con él porque era un amante fantástico y mejor compañero, así que se la hacía desaparecer en mi garganta y la sacaba para darle pequeños besitos alrededor de su glande, intercalando estas caricias con otras hasta llevarle al clímax de nuevo y dejarle que se corriera en mi boca.
Desde luego que, aquella tarde fue fantástica.