Una tarde que lo cambió todo 2
Intento pasar página tras lo sucedido, pero el destino hace que volvamos a vernos.
Aquella noche antes de irme a dormir me hubiera gustado hablar con Melania, pero no le había pedido su número de teléfono y pensándolo detenidamente tras nuestra despedida ambos habíamos dejado las cosas bien claras.
A la mañana siguiente volví a pensar en lo sucedido: Había estado a las puertas de una infidelidad, pero quizás la sangre fría que tuve en aquel probador ayudó a que la cosa no pasará a mayores.
Aquella tarde al regresar a casa, Esther me comentó que había hablado con Melania y que se lo había contado todo. Ahora lo que preguntaba yo era que significaba la palabra "todo". Por un instante pensé en que en un arrebato de sinceridad y lloros se lo había contado todo.
A- ¿Que te ha explicado Melania? -estaba intrigado-.
E- Que se ha sorprendido mucho contigo: que eres muy buena persona y que la tarde que estuvo contigo fue perfecta.
A- ¿Y eso?
E- No sé qué le has dado, pero me ha dicho que eres una persona encantadora y que tengo una suerte inmensa de compartir mi vida contigo.
Estaba sorprendido con lo que me comentaba Esther y a la vez aliviado.
A- La tarde fue mejor de lo yo me esperaba.
E- ¡A ver si me va a robar al marido!
A- Que cosas dices -aquella conversación estaba subiendo de tono-.
E- Aunque no creo que tuviera que preocuparme y espero que no te moleste lo que te voy a decir: pero tú nunca has tenido mucho tirón entre las mujeres...seamos sinceros.
Vaya ostia que me había dado Esther, yo sabía que no era nada del otro mundo, pero a nadie le gusta oír estas palabras (sea del sexo que sea).
En parte mi esposa tenía razón ya que ella a diferencia de mi sí que destacaba por su belleza: 1,70 de alto, ojos azules, sin apenas un centímetro de grasa. Su 91 de pecho y todo lo anterior provocaban que su cuerpo fuera lo más cercano a la perfección. Las horas de gimnasio y de tratamientos de belleza (su melena rubia oscura, era perfecta a todas horas) a los que sometía suponían un auténtico dispendio de dinero, que se veían reflejados en su cuerpo.
Su comentario me había molestado ya que con Melania sí que había tenido algo, pero quizás había sido dado por sus problemas de matrimonio, más que por algo afectivo.
Tras las primeras 24 horas decidí dejar de pensar en Melania y programar nuestra salida para el sábado dónde disfrutaríamos visitando alguna ciudad cercana, pero aquellos planes no tardarían en cambiar tras una llamada de Esther.
E- Amor mío espero que no te enfades. Mañana no podremos salir a pasar el día fuera.
A- ¿Y esto?
E- Pues tengo una cena de empresa en la que podemos cerrar un trato muy importante y necesito que me acompañes.
A- ¿Y no puedes ir sola?
E- Ya sabes que si es entre semana no pasa nada, pero en sábado no quedaría bien. Piensa que la cena la paga la empresa.
A- De acuerdo iré-a regañadientes-.
E- Gracias cariño.
Vaya planazo que me esperaba y es que aún recordaba la última cena a la que había asistido y es que al salir pensé que me darían los papeles para la jubilación. Sabía que tocaría ponerse traje y que Esther se pasaría toda la mañana en la peluquería.
Lo hacía por Esther y por la importancia que tenía para ella, pero a la vez sabía que me encaminaba hacía un lugar dónde el ingrediente principal sería: el aburrimiento.
Para tal ocasión Esther eligió un vestido de color fucsia, que tenía un amplio corte en la pierna derecha y rematado con dos tirantes que aún hacían lucir más su estilizada figura y para rematar el conjunto unos zapatos de tacón de aguja que hacían juego con el vestido. Parecía que íbamos a una boda y no a una cena de empresa (debía ser algo muy importante).
Al llegar al restaurante vi que era el típico lugar dónde comeríamos poco, pero donde la empresa abonaría una buena cantidad de dinero. Tras cruzar la puerta que daba acceso al local, vimos a varias personas, pero yo sólo pude fijarme en una: Melania.
Lo primero que pude observar es que llevaba aquel magnífico vestido que yo le había acompañado a comprar. En la tienda estaba preciosa, pero allí parecía una princesa de cuento: llevaba varios tirabuzones en el pelo, aunque a la vez su melena estaba perfectamente alisada. Al verla sentí que mi corazón se aceleraba y cómo un acto reflejo, cogí la mano de Esther con todas mis fuerzas. Era la forma de auto decirme, que yo amaba a mi esposa y que por ningún motivo deseaba que se repitiera lo de aquella tarde.
E- Buenas noches, que guapa estás Melania.
M- Tú también estás espectacular.
E- Pero este vestido que llevas es precioso.
M- Me acompaño una amiga a comprarlo y también los zapatos-mirándome fijamente-.
E- Pues me la tendrás que presentar ya que tanto el vestido como los zapatos son preciosos.
M- Gracias por tus halagos.
E- Si nos disculpáis Jorge y yo tenemos que hablar de negocios con varios compañeros.
A- Tranquila, no pasa nada.
Ahora que nos habíamos quedado a solas, parecía que ninguno de los dos sabía cómo arrancar la conversación.
A- ¿Cómo estás? -mirándola a los ojos-.
M- Bien, ¿por qué me lo preguntas?
A- El otro día salí con muchas dudas tras despedirnos.
M- ¿Dudas?
A- De que hubiera pasado si tú y yo...
M- No pienses más en ello. Fue un momento de bajón personal, y tú no quisiste aprovecharte de la situación, mejor dejarlo así.
A- Tienes razón y por cierto me ha sorprendido mucho encontrarte aquí ¿Tú sabías que yo vendría hoy?
M- Anoche Jorge me comentó que tendría que acompañarlo a una cena de la empresa, me sorprendió que me lo pidiera, pero acepté ya que sería hacer algo diferente. Esta mañana me comentó que vendría Esther con su marido y entonces pensé que habría alguien con quién poder hablar. Esther en más de una ocasión me ha dicho que este tipo de cenas son aburridas.
A- Te ha contado la verdad al cien por cien.
M- ¿En serio que son tan aburridas?
A- Son infumables, pero estando tú en ella al menos nos lo pasaremos bien, aunque no será comparable a aquella tarde.
Me había dejado llevar por mi corazón y por un momento pensé que se enfadaría por el comentario que acababa de realizar.
M- Me lo pasé muy bien aquella tarde.
A- Así me lo hizo saber Esther.
M- Lo que le dije era cierto, aquella tarde la recordaré para siempre.
Por extraño que fuera aquellas dos palabras: "para siempre" y la forma en que sonaron a través de sus labios, le daban un valor diferente...no sé.
Después de nuestra conversación, decidimos unirnos a aquella "reunión" dónde no pintábamos nada. Ambos parecíamos los extras de una película de serie B. Esther y Jorge (que tipo más prepotente), no paraban de reírse y no lograba comprender que le había visto Melania a un tipo que estaba encantado de conocerse a él mismo.
La cena que nos sirvieron fue de lujo (aunque escasa). Tras los cafés, Melania y yo empezamos a dar síntomas de un profundo aburrimiento. Por si fuera poco, al sentarnos en la mesa habíamos quedado bastante lejos el uno del otro, con lo cual mantener una conversación era totalmente imposible. El tiempo en aquella mesa se hacía eterno y es que habíamos llegado cerca de las nueve de la noche y ya eran cerca de las once y media. Mi cara lo decía todo y la de Melania parecía ir a juego con la mía. Esther sin duda se dio cuenta de ello y me habló al oído.
E- Cariño sé que has hecho un gran esfuerzo al venir hoy, pero veo que tanto Melania como tú os estáis aburriendo. Podríais ir a tomar algo a algún lado y es que nosotros aún tenemos para rato, ya que seguramente acabaremos a las tantas de la noche y seguro que os lo pasaréis mejor que aquí.
A- Me parece una buena idea, pero no sé si Melania querrá venir conmigo-haciéndome el tonto-.
E- Ahora se lo comento.
Esther vi que se lo comentaba y que ambas sonreían, sabía que Melania había aceptado y que mi esposa me traía la confirmación que yo imaginaba.
E- Le parece una buena idea, aunque dice que primero tiene que ir un momento al baño y por cierto no temas por llegar tarde a casa.
F- De acuerdo y ¿tú cómo volverás?
E- Ya me traerá Jorge.
Al salir del baño vi que Melania se había retocado un poco su maquillaje. Antes de despedirnos (me parece que muchos de los presentes les importo un bledo si nos íbamos) le di un beso a Esther y lo que más me sorprendió es que Jorge no hizo ningún gesto ante la marcha de Melania.
Salimos de allí y justo al cruzar la puerta los dos empezamos hablar casi a la vez.
M- Vaya noche más aburrida.
A- Ahora me crees.
M- Sin ningún tipo de duda y gracias a dios que tu mujer me ha venido a salvar y es que tú también hacías una cara de aburrimiento total.
A- Sólo me faltaba que me dieran una almohada y me echaba a dormir.
M- Yo estaba haciendo todo tipo de esfuerzos para no quedarme dormida-riéndose-.
Gracias a Esther habíamos podido abandonar aquella cena y la idea de ir a tomar algo con Melania no me desagradaba en absoluto, pero quería tener la mente fría a pesar de todo.
M- ¿Dónde tienes el coche?
A- En el parking que hay aquí delante.
Tardamos apenas cinco minutos en llegar al estacionamiento. Cuando me la miraba veía que no era un bellezón como Esther, pero Melania tenía algo que me estaba empezando a provocar fuertes dudas dentro de mi ser, las cuáles quería evitar a toda costa.
A- Ya hemos llegado
M- Es bastante pequeño, si lo comparamos con el mío-mirándose el coche de Esther que era un Mini Countryman-.
A- ¿Y dónde habéis aparcado vosotros?
M- Es aquel todo terreno que hay en la esquina, que es de Jorge. La monovolumen ni la toca...cómo otras cosas.
Su respuesta me dejo pensando, pero esta vez decidí no contestarle. No quería que nada enturbiará aquella noche. Haber abandonado aquella cena había sido lo mejor que nos había podido suceder y sólo quería disfrutar de su compañía, cómo dos buenos amigos que salen de fiesta, solo esto.
Ahora que ya estábamos sentados en el coche, tocaba pensar a dónde podíamos ir.
A- ¿Dónde te apetecería ir a tomar algo? Yo no conozco muchos sitios y si alguna vez salimos, acabamos en un local que es propiedad de unos primos de Esther.
M- Mi marido y yo no vamos a ningún sitio. Mis únicas salidas, son un par de veces al año con unas amigas de cuándo estudiaba y cómo muy tarde a las dos de la madrugada ya estoy en casa.
A- Esto quiere decir que Jorge disfruta de las niñas.
Entonces ella me miró y su cara parecía decirme: "que me estás contando".
M- Cuándo el otro día te comenté de qué a veces parece que las niñas son mías y no de él, es algo bien cierto. Piensa que solo salgo dos veces en todo el año y en estas dos ocasiones se las ingenia para decirme que él también ha quedado. Al final acaban durmiendo en casa de mis padres o en la de mi suegra.
A- Por cierto, me imagino que dos niñas de esta edad deben ser un terremoto, pero que a la vez debe ser bonito ver en ellas esa mezcla de ingenuidad y sabelotodo.
M- Piensa que cada día te salen con una ocurrencia diferente. Andrea es más despierta que Carla, pero ambas son muy cariñosas, las quiero con delirio y es que yo no contemplo mi vida sin ellas.
A- A lo mejor ahora te gustaría estar con ellas y lo comprendería.
M- Yo tengo todo el tiempo del mundo para estar con ellas, pero esta noche quiero disfrutarla y además mis padres están encantados de quedárselas. Tú sabes que eres una persona muy especial y esta noche quiero pasármelo bien.
A- Lo intentaremos ¿pero a dónde vamos?
M- Ahora recuerdo que me comentaron de un local dónde ponen música que va desde los años 70, 80 y 90. Está a una media hora de aquí si mal no recuerdo. Si no tienes ganas de conducir tan lejos no me enfado.
A- Que va mujer, me encanta conducir y por esto no tienes que temer.
Durante el trayecto comentamos lo aburrida que había sido la cena y que solo se salvaba por la calidad de la comida (no por la cantidad). Cuando me comentó algo que me sorprendió por su espontaneidad.
M- Si no te molesta me voy a quitar los zapatos que me están matando.
A- Molestar para nada, pero ¿Hice una mala elección?
M- La elección fue perfecta. El problema es que casi nunca me pongo zapatos de tacón ya que siempre voy en plan sport. Si dejo mis pies descansar un rato estaré preparada para bailar toda la noche. ¿A ti te gusta bailar?
A- Soy bastante patoso para bailar, aunque si la persona que me acompaña me lo hace pasar bien entonces sacó la mejor versión de mí.
M- Pues entonces no tengo ninguna duda que nos lo pasaremos bien. Yo cuando tenía veinte años salía a bailar cada fin de semana...pero de esto parece que ya han pasado muchos años-la vi como melancólica-.
A- Hoy será una noche única, te lo prometo.
M- Creo que lo será.
Mientras conducía me la miraba de reojo y aún no comprendía, cómo ella sacaba mi lado más sensible y es que los hombres también tenemos sentimientos.
El local estaba algo alejado del centro y encontrar estacionamiento fue algo más complicado de lo esperado. Tras caminar cerca de quince minutos llegamos a la puerta del local y ella ya me había dejado a entender de que me haría bailar y eso me aterraba (para que negarlo). Tuvimos que hacer cola durante unos cinco minutos y cuándo entramos la primera canción que oímos fue un auténtico clásico de Donna Summer: "MacArthur Park". Melania había acertado con el local. Un lugar con buena música y dónde no hacía falta chillarse para hablar entre dos personas y eso era algo que no me desagradaba en absoluto. Nos acercamos a la barra para pedir algo.
A- ¿Que te apetece tomar?
M- Un Wodka con naranja y espera que te invito yo.
A- Yo soy un caballero y te invito yo.
M- Gracias caballero-y se río-.
Encontré un hueco en la barra y pedí su wodka con naranja y mí Martini con limonada.
M- Seguro que no te debo nada.
A- Segurísimo.
La música disco no paraba de sonar, pero lo que más me sorprendió (gratamente) es que a ella le encantará este tipo de música tanto como a mí. Como si fuéramos dos "jovencitos" nos pusimos en un rincón de la pista, dónde me di cuenta de sus grandes dotes para bailar y lo más extraño es que había conseguido hacerme bailar a mí también.
Me sentía libre con ella allí y bailándolo todo: desde Sylvester hasta música de Bananarama. Tras aquella primera consumición le siguieron dos más y creo que el alcohol estaba empezando a hacer mella en ambos. El tiempo a su lado se pasaba volando y al mirar el reloj vi que eran cerca de la una de la noche. Fue entonces que vi cómo la intensidad de las luces bajaba y cómo empezó a sonar una canción: "Take my breath away" de Berlín.
Vi como varias parejas se acercaban entre ellas y Melania hizo lo mismo. Noté como sus manos se entrelazaban en mi espalda, mientras su cabeza se apoyaba sobre mi hombro al ritmo de la canción. En aquel preciso momento me sentía como si flotará, notaba su cuerpo junto al mío y podía sentir casi perfectamente su respiración. Aquella situación me estaba superando por momentos. Lentamente fue separando su cabeza de mi hombro y al mirarnos a los ojos deseaba que sucediera (no sé si era el ambiente, la canción o el alcohol).
Acercó su rostro al mío y nos besamos. En aquel momento, me importaba poco si alguien me veía. Era un beso dulce y con su lengua acariciando la mía, mientras mis manos se deslizaban por su espalda. Notaba su pecho junto al mío y me sentía como si tuviera quince años y fuera aquel mi primer beso. En aquel momento me olvidé de todo y solo deseaba continuar besando a Melania, aunque sabía que lo que estaba haciendo no era lo correcto.
Al estar con los ojos cerrados y disfrutando de aquel maravilloso beso, no nos dimos ni cuenta de que la canción ya había finalizado, cuándo notamos que una pareja nos dio un golpe sin querer y de que ahora sonaba: "Sussudio" de Phil Collins.
Decidimos apartarnos de la pista y ahora ambos nos mirábamos de forma extraña, lo que había sucedido no entraba en nuestros planes...en aquel momento yo me sentía confundido, pero otra parte de mi deseaba besarla ¿qué me estaba ocurriendo?
M- Sabes, me ha encantado bailar esta canción contigo.
A- ¿Y eso?
M- Siempre quise que alguien especial me besará con esta canción y es que jamás me hubiera imaginado disfrutarla de esta forma.
A- Esta canción es una de mis preferidas y todo ha sido muy especial a tu lado, pero aún no sé cómo hemos llegado a lo del beso y quería disculparme, lo siento.
M- No tienes que disculparte. Yo lo he disfrutado y sé que también, sé que no es correcto lo que hemos hecho, pero lo que he sentido ha sido precioso.
No podía negar que aquel beso me había revitalizado por completo. Queríamos mantener una buena amistad, pero aquel beso en el que yo no había opuesto ninguna resistencia me empezaba a asustar.
El tiempo pasaba volando y es que a su lado, me lo estaba pasando de fábula y es que aparte del beso, tener gustos musicales similares era algo que me hacía conectar más con ella. Mi mayor problema es que yo no deseaba ir hacía terrenos pantanosos, el beso ya era una infidelidad y cruzar ciertas líneas podían llevarnos a un punto de no retorno.
Se notaba que ella se lo estaba pasando bien cuándo me dijo:
M- Venga va tomemos la última.
A- Pero quizás mejor en otro sitio, que aquí está bastante abarrotado.
M- Antes me he fijado al entrar que indicaba una terraza y allí a lo mejor podemos estar más tranquilos.
A- Me parece una buena idea.
Mientras subíamos por las escaleras que daban acceso a la terraza, no paraba de darle vueltas a lo del beso, mientras observaba aquel bonito vestido. Cuando llegamos arriba, vimos que el ambiente era totalmente diferente y mucho más relajado.
En esta ocasión fue ella la que me invitó y como tenía que conducir decidimos tomarnos unos Mojitos (el mío sin alcohol). No dejaba de observarla mientras sorbía aquella pajita que tenía entre sus labios. Cada instante que pasaba a su lado aún era mejor que el anterior: era la amiga perfecta.
A- Antes de nada, quería disculparme por haber mirado el reloj. Esta noche a tu lado está siendo genial, pero padezco por ti de que no llegues tarde a casa y es que a lo mejor Jorge te está esperando.
M- ¿Padecer? este seguro que ni estará. Si no es mucho preguntar ¿a qué hora llega Esther a casa después de una cena?
A- Depende de la cena, pero siempre llega sobre las doce, aunque alguna vez, llega sobre las dos de la madrugada y si es así me avisa para que lo sepa.
M- Vaya suerte que tienes, Jorge siempre llega sobre las cuatro de la madrugada...mínimo.
A- ¿Cómo puede ser que llegue tan tarde?
M- Pues no lo sé...y no es para repetirme, pero como te comenté, parece que en esta relación hago de padre y madre a la vez. Ahora te explicaré una situación que me ocurrió cuándo las gemelas tenían tres años, tuve que coger el coche e irme al hospital sola, por qué ambas estaban a cuarenta de fiebre. Le estuve llamando durante una hora y no me contestó, piensa que aquella noche medité de pedirle el divorcio, pero pensé que mis hijas no se merecían crecer en un hogar roto. Un par de horas más tarde regresamos a casa y Jorge ya estaba en la cama. Te juro que lo hubiera matado y cuándo le desperté para decirle lo que había sucedido encima me soltó una de las suyas.
A- ¿Qué te dijo?
M- Que sus negocios mantenían aquella familia y no sus hijas.
La paciencia de Melania parecía infinita y aparte comprendía su actitud conmigo. Durante la cena Jorge me pareció un tío pedante a más no poder. Debía ser muy trabajador, pero como padre y marido no era precisamente un ejemplo a seguir. Me daba miedo decírselo, pero viendo el comportamiento de Jorge, seguro que compartía su cariño con otras mujeres (deseaba equivocarme).
A- Aún no acabo de comprender su comportamiento, pero aunque él tenga este desapego, las niñas tendrán muchas ganas de jugar con su padre.
M- Ellas quieren jugar a todas horas, pero yo noto su desapego hacía ellas y llego a pensar de qué quizás ellas en un futuro no quieran estar con su padre...no sé qué hacer.
Que Melania fuera ninguneada por su marido era algo que me molestaba, pero que pasará de sus hijas como la mierda aquello sí que enervaba mis nervios, pero ahora lo único que quería era que ella estuviera contenta.
Allí sentados disfrutábamos igualmente de la música (Queen, Depeche Mode, Duran Duran, Oasis, Blur y muchos hits más).
Me sentía tan bien a su lado, que no me hubiera molestado quedarme toda la noche sentado allí junto a ella.
M- Será mejor que nos vayamos, ya que Esther no es cómo Jorge y seguramente ya habrá llegado a casa, ha sido una noche muy bonita, pero creo que va siendo hora de que acabe.
A- De acuerdo-con cara de resignación-.
No me podía quejar de la noche que ambos habíamos vivido. Ella había vuelto a sentirse joven y cómo si tuviera de nuevo veinte años, sin duda alguna aquella noche había sido perfecta, estando a su lado y quizás era el momento idóneo para irse ya que yo tenía una mujer de bandera esperándome en casa (seguramente) a la que amaba...pero la forma de ser de Melania y todos sus problemas estaban provocando que mi cabeza sé fuera llenando de muchas dudas: ¿Me abalanzaba sobre ella y le hacía el amor?, ¿Acababa mi noche si dar ningún paso?. Eran demasiadas cuestiones que se agolpaban dentro de mi cerebro.
Al salir a la calle ambos estábamos sudados debido a que no paramos de bailar (no recordaba haber bailado tanto en mi vida) y de todas las emociones que había sentido junto a ella. El mayor problema es que teníamos el coche dónde Dios había perdido la alpargata y tendríamos cierto rato de trayecto.
Mientras andábamos no dejaba de observar aquel bonito vestido que parecía tener un efecto hipnótico en mí y cómo por él casi había consumado una infidelidad. Me hubiera costado poco caer rendido ante sus brazos, pero en parte entendía lo que le había empujado a hacer todo aquello.
Cada vez sentía mayor confianza al estar a su lado y al final me decidí a hacerle una cuestión a la cuál no sabía si ella me contestaría...al final me atreví a preguntárselo.
A- ¿Es cierto lo que me contaste de que tu marido no te tocaba? -lo había soltado como la bomba de Hiroshima-.
M- No te mentí en ningún momento sobre mí.
A- Por más que lo pienso, no lo logro comprender. Eres un auténtico bellezón y una madre de familia Si alguien tendría que avergonzarse de su comportamiento es él.
M- Me gusta todo lo que me dices, pero las cosas son como son y lo único que puedo hacer es darte las gracias por regalarme una noche fantástica a tu lado.
A- Compartirla a tu lado ha sido lo más bonito que me ha podido pasar, pero ya es hora de ir terminando cómo bien has dicho y recordarla como algo bonito.
M- Yo también opino lo mismo.
Cuando ya divisábamos el coche se puso a llover de una forma casi torrencial. Lo primero que hice fue despojarme de mi americana para que ella no se mojará. Tras correr y con el agua que nos mojaba los pies, (en su caso aún no sé cómo podía caminar), llegamos al coche dónde nos podíamos refugiar de lo que parecía el auténtico diluvio universal. Estaba cayendo la de dios y habíamos tenido la inmensa suerte de que no había pillado casi al llegar al coche.
Aunque nos habíamos dado prisa en resguardarnos, ambos estábamos totalmente empapados.
M- Un poco más y no llegamos.
A- De qué manera se ha puesto a llover.
M- Pero tú estás totalmente empapado y lo de prestarme la americana ha sido un bonito gesto de tu parte. Eres un auténtico caballero.
A- Era lo mínimo que podía hacer por ti.
M- Gracias.
Habíamos salido del local para ir cada uno a su casa, pero cada vez llovía con más insistencia y parecía que no tenía intención de amainar. Viendo cómo llovía miré en mi móvil la aplicación del tiempo (a veces fallan más que una escopeta de feria), que decía que había lluvia para dar y vender. Después de mirarla se la mostré a ella para que viera la que estaba cayendo (aunque lo veíamos en directo). En cuestión de minutos aquel lugar parecía un lago y no tenía ganas de jugármela a salir, pero quería escuchar la opinión de ella.
A- ¿Qué quieres hacer?
M- Si fuera yo esperaba a que amainara, no creo que venga de un rato más.
Allí estábamos con el cristal totalmente empañado por la lluvia. La tenía a mi lado mientras yo intentaba sacarme de la cabeza pensamientos impuros y es que no lograba comprender lo que me estaba sucediendo. Mientras intentaba ordenar mis pensamientos, Melania miraba por la ventanilla cómo caía la lluvia. En aquel momento yo tenía cada vez más dudas: Yo amaba a mi esposa y no quería que aquello fuera a más, pero también veía cómo sufría por culpa del cabrón de su marido. Estaba hecho un auténtico lío, haberla besado había sido bonito, pero sabía que no había sido lo correcto (nuevamente).
Allí a solas ninguno de los dos parecía querer molestar al otro. Ambos aprovechamos para mirar nuestros móviles, cuándo vi que ella lo guardó en su bolso y yo hice lo mismo para querer dejarlo en la consola central y al dejarlo cayó a la altura de sus pies desnudos (se había vuelto a quitar sus zapatos). Al recogerlo nuestras miradas se encontraron y ahora me di cuenta de que ella me miraba de forma diferente. La forma en que ambos nos mirábamos me hacía sentir que ahora lo único que deseaba era tenerla entre mis brazos.
Estaba muy seguro de lo que iba a hacer, pero a veces las palabras no salen como uno quiere.
A- Perdón que te lo diga, pero estás preciosa con el pelo mojado.
M- Yo soy normalita y no un bellezón como Esther.
A- Eres preciosa y lo sabes.
M- Mira Álex, lo veo en tu mirada de que tu deseas algo. Sé que eres una buena persona, pero no quiero destrozar tú matrimonio y por mucho que lo deseará no quiero que ocurra nada entre nosotros dos.
A- En el probador me demostraste que deseabas algo de mí y después de todo lo que me has comentado comprendo todo lo que ha sucedido. Yo tengo muchas dudas en este momento, pero deseo hacer el amor contigo y estoy decidido a hacerlo por ti.
M- Tengo miedo de que tú no disfrutes conmigo y que yo no sea lo que tu busques.
A- Si te he besado es por algo y lo que no entiendo es cómo tu marido no te toca desde hace tanto tiempo.
M- Quizás será por algo y a lo mejor tengo la culpa yo.
A- Tú no tienes ninguna culpa, tú marido no sabe lo que tiene a su lado: una mujer guapa y que quiere a sus hijas con locura, tú vales mucho más de lo que tú crees.
Yo lo único que deseaba en aquel preciso momento, era tenerla entre mis brazos, yo deseaba hacer el amor con ella por qué había tocado algo dentro de mí, pero también sabía que lo que iba a ocurrir en aquel coche no solucionaría todos sus problemas. Lo que yo estaba dispuesto a hacer por ella, acarrearía consecuencias para mí, pero lo único que quería era que por una noche sus penas se alejarán.
Estaba decidido: Me acerqué a ella y la besé efusivamente, pero ella se separó de mí con cierta brusquedad.
M- No Álex, paremos esto cuánto antes, yo me arrepiento de haberte incitado con mis besos, tú tienes a Esther que te ama.
A- Yo también la amo, pero olvidémonos de nuestros matrimonios y de tus hijas. Lo único que te pido es que pienses en que somos dos personas que se han conocido por primera vez y que quieren pasar una noche única.
M- Es muy bonito lo que me dices y la forma en que me haces sentir. Sé que no estamos haciendo lo correcto, pero necesito sentirte a mi lado esta noche, por mucho que yo intente negarlo.
Tras aquellas palabras, ella se acercó hacia mí y me beso con una gran efusividad. Notaba cómo su lengua buscaba desesperadamente la mía. Ese beso no se parecía para nada con los anteriores e incluso tenía ciertos visos de lujuria. Mi miembro gracias a tal beso se estaba despertando, mientras yo acariciaba su muslo. Deseaba hacerlo con mucho tacto por mi parte, pero yo notaba que ella iba como un cohete a reacción y que con el tiempo que llevaba sin sentirse realizada como mujer quizás no estaría para muchos preliminares.
Aquel beso me iba a dejar casi sin aire, gracias a dios que me dio un poco de tregua.
M- Me encanta cómo besas y hace años que no me sentía cachonda con un simpe beso.
A- No lo digas por decir.
M- Disfruto de tu forma de besarme y la forma en que me acaricias, pero necesito más aunque no sé si te lo pasarás bien conmigo y a lo mejor te defraudo.
A- No digas más tonterías por favor. Eres preciosa y no me defraudarás y a lo mejor soy yo el que te defraude.
M- Esto no sucederá y por cierto que coche más pequeño para hacer ciertas cosas, si lo llego a saber me traigo el mío-se echó a reír-.
A- En esto tienes razón, el tuyo hubiera sido más amplio.
Sabiendo que necesitaríamos espacio tiré el asiento hacía atrás y recosté el asiento, para dejar el máximo sitio posible para estar más cómodos. Aún no sabía cómo lo haríamos allí dentro, pero notaba que deseaba empezar cuánto antes. Entendía que ella lo deseaba, pero que en parte le daba miedo cruzar aquella línea que habíamos marcado con nuestros besos.
M- Lo siento no aguanto más y necesito sentirte dentro de mí.
Me desabrochó mi pantalón, y al bajarme mis slips vio que mi pene ya estaba totalmente empalmado. Allí tenía mi herramienta totalmente preparada, cuándo vi que ella se quitaba sus bragas para dejarlas en el suelo. Su nivel de excitación iba en aumento y algo me decía, que ella no estaba para muchos preliminares. Yo iba a dejar que ella tomará las riendas de la situación y que lo disfrutará, pero yo por mucho que lo negará tenía dudas de hacer lo correcto.
A- ¿Estás segura de lo que vamos a hacer? -le pregunté aun sabiendo la respuesta-
M- Si estoy segura y sé que tú deseas que suceda.
Esta última respuesta me dejó sin argumentos para continuar con mi dialéctica, ahora utilizaríamos otro tipo de discurso en el que las palabras ya no entraban en juego.
Mientras afuera no paraba de llorar de forma insistente, yo sentía dentro de mí una extraña mezcla de sentimientos: estaba excitado, pero a la vez nervioso. Ambos nos encontrábamos a escasos segundos de confirmar nuestra infidelidad mutua. Tras algún que otro inconveniente para encontrar la posición perfecta, noté cómo su cuerpo se iba asentando encima del mío y como mi polla iba acomodándose dentro de ella. Lo que sentí en aquel preciso momento, no había ninguna palabra en el mundo que lo pudiera definir.
En aquel momento por extraño que fuera, no sabía cómo hacerlo ¿lento, rápido? Tras unos leves movimientos todas aquellas dudas se disiparon al instante.
El ritmo con el que empezó a mover su cuerpo me empezó a asustar. Notaba cómo cabalgaba mi miembro, el cual se clavaba hasta el fondo de su vagina. Esta parte de su anatomía la notaba un pelín diferente de la de Esther y debía ser debido al parto de las gemelas. Quizás comprendía que este era uno de los supuestos miedos de Melania, pero para mí ese detalle carecía de importancia e incluso diría que era una absoluta nimiedad.
Yo no paraba de mirármela mientras se movía y notando sus manos apoyadas en mi pecho. Melania era la que marcaba el ritmo en todo momento, mientras que yo por mi parte parecía un mero espectador. No podía negar que lo que estaba sucediendo me gustaba, pero una parte de mí esperaba disfrutarlo de otra forma. Notaba cómo sus pechos luchaban por salir de aquel vestido debido a los movimientos que ejercía su cuerpo.
M- Ohhhh dios, dios que bien...me encanta así...así...Me..me.
Su forma de decir aquellas últimas palabras y los movimientos casi frenéticos que mi mástil producían dentro de ella, me indicaban que estaba a punto de correrse. Noté un par de movimientos más fuertes hasta que lo logró, no me había fijado en el tiempo que llevábamos, pero este parecía que se había pasado volando. En su rostro se reflejaba un gesto de liberación. Ella se había quedado satisfecha, pero yo me sentía algo insatisfecho, ya que yo quería disfrutar más de su cuerpo, pero viendo que con aquel orgasmo había disfrutado de una forma única, se me antojaba complicado que ella tuviera más ganas de disfrutar de aquella situación.
Al abrir los ojos me miró a la cara y me sorprendió lo que me comentó.
M- Lo siento mucho.
A- ¿El qué?
M- Que yo solo he pensado en mi propio placer y tenía que ser algo más especial. No sé qué me ha pasado.
A- No tienes por qué disculparte, comprendo que tanto tiempo sin...pues que lo hayas disfrutado.
M- Siempre dicen que los hombres buscan su propio placer y en este caso la que lo ha buscado he sido yo. Lo siento
A- Tranquila Melania, no le des más vueltas y no te disculpes tanto.
M- Si que pasa Álex y lo vamos a remediar.
La forma en que sonaron sus palabras me daba a entender que quizás aquello no era el fin aún. Melania pego su cuerpo junto al mío e intentando no perder la postura (aquel jodido coche era horrible para ciertas cosas). Acercó su rostro al mío y volvió a besarme, aunque en esta ocasión con una mayor dulzura, mientras yo acariciaba su cuerpo llevando mis manos hasta su bonito trasero. Mi polla (la cuál había perdido algo de erección) volvió a recuperar su firmeza debido a forma en que me estaba besando y las caricias que ambos compartíamos.
Ahora sabía que aquel primer orgasmo, había sido una auténtica liberación para ella. Ahora Melania movía su cuerpo de una forma totalmente distinta, con una mayor delicadeza y ahora sí que ambos lo estábamos disfrutando.
A pesar de todo se lo pregunte para que me lo confirmarán.
A- ¿Estás bien Melania?
M- Si...me gusta mucho, me encanta.
Tras estas palabras puso sus dedos encima de mis labios y sabía que aquel era el momento perfecto. Tenerla entre mis brazos era una auténtica delicia.
Melania y yo, estábamos siendo infieles a nuestras respectivas parejas, pero lo que estaba sintiendo con ella era algo que nunca había sentido con ninguna mujer. Ella quizás tenía miedo al principio de no ser una mujer perfecta, pero a veces la belleza no lo es todo y es qué en aquel momento, eran demasiados sentimientos los que se mezclaban dentro de mí.
Tras conseguir ahora sí un buen ritmo en la penetración, ella se separó nuevamente de mí y decidí acercar mis manos hacía sus pechos, pero en aquel instante noté cómo si la magia del momento empezará a desvanecerse.
M- No por favor, mis pechos no los toques por favor.
A- Lo siento, no era mi intención.
Viendo que a ella le desagradaba aquella situación, acerqué mis manos hacía sus caderas. Esto pareció gustarle más y se acercó nuevamente besándome de una forma más pasional. Aquel beso me dio el empujón que necesitaba y empecé a marcar un mete-saca dónde dejé a un lado mis buenas formas. Ahora ambos estábamos disfrutando al máximo de aquel momento y Melania volvió a besarme de una forma más pasional. Notaba como su coño no paraba de mojarse y quede sorprendido nuevamente de que en cuestión de minutos logrará un nuevo orgasmo. Ahora me sentía mejor ya que ambos habíamos disfrutado de llegar a él.
A- ¿Quieres que continué de esta forma?
M- Me encanta cómo lo haces, de forma rápida y a la vez lenta, pero por favor no pares.
Las palabras que me agradaron y mucho. Yo no me podía quejar de que el sexo con mi esposa era muy satisfactorio, pero las sensaciones que sentía con Melania eran totalmente diferentes.
Hacía ya un buen rato que había dejado de llover ya que las gotas de lluvia ya no impactaban contra el cristal. Las ventanillas del vehículo estaban totalmente empañadas debido al calor que generaban nuestros cuerpos, pero yo no quería que aquello se acabará (aunque aquellos malditos asientos me estaban quitando las ganas de continuar).
Los gemidos de ambos eran constantes y las palabras que ambos nos dedicábamos aún hacían que aquello fuera mejor.
M- Ohhh...si Álex que bien que lo haces, no pares por favor...ohhh.
No tuvo tiempo de decir nada más cuándo noté cómo su coño parecía que fuera un corazón que latía fuertemente y no lo podía comprender cómo había vuelto a correrse. Aunque pensándolo bien tampoco me extrañaba ya que su marido la había relegado en el plano sexual, convirtiéndola en un simple mueble.
M- Así me gusta, no pares fóllame y no te preocupes en correrte dentro.
A- ¿Estás segura?
M- No temas, llevo un diu y no pasará nada, pero fóllame por favor, no pares.
Yo deseaba continuando sintiéndola dentro de mí, pero mi polla ya estaba al límite.
A- Lo siento Melania...ohhh..no puedo más.
M- Tranquilo...así...así, quiero sentirla dentro.
Vi cómo tumbaba su cuerpo hacía atrás y cómo ambos nos mirábamos en aquellos momentos de intimidad.
A- Me corro...
Fueron las últimas palabras que salieron de mi boca, antes de que un torrente de leche inundará todo su interior. En aquellos momentos me di cuenta de que su cuerpo se tensaba mientras eyaculaba dentro de ella. Notaba mi respiración totalmente entrecortada debido al esfuerzo realizado y pensando que quizás la había defraudado.
A- Lo siento no he podido aguantar más-intentándome justificar-.
M- No te tienes que justificar, me ha encantado.
Notaba perfectamente cómo nuestros flujos se mezclaban. Ambos habíamos llegado al final de todo aquello de una forma casi perfecta.
Tras aquellos momentos de pasión que ambos habíamos vivido, me di cuenta de que la pasión había nublado nuestra mente y que no habíamos hecho lo correcto. Le había sido infiel a mi esposa con una mujer casada y con hijos que no recibía el cariño que ella se merecía. Me arrepentía de lo que había hecho, pero lo que había sentido con Melania aquella noche había rozado casi la perfección absoluta y eso me asustaba.
Tarde o temprano tendríamos que hablar de lo que había sucedido y de las consecuencias que podría traer todo aquello. Ahora el problema era separarse de cómo estábamos ya que parecíamos un puto tetris metidos dentro de aquel coche.
M- Estoy molida.
A- ¿Lo dices por el coche?
M- Pues sí, pero me parece que tú has estado peor que yo.
A- No te lo quería decir, pero este maldito asiento se me ha clavado en toda la espalda.
Aquellas palabras ayudaron a quitarle cierta tensión a todo lo vivido. Yo me daba cuenta de que para Melania todo aquello había sido cómo una válvula de escape a sus problemas maritales ¿pero para mí que era? No tuve tiempo de volver a pensar en nada más cuándo se acercó y me beso de nuevo en mis labios, pero fueron las palabras que dijo las que me turbaron.
M- Eres mucho más especial de lo que pensaba.
En aquel momento no supe que contestar y es qué si decía algo fuera de lugar, podía arruinar aquella magnífica velada.
La prueba más fehaciente de nuestra infidelidad, era el olor a sexo que se respiraba dentro de aquel coche. Yo notaba cómo mi miembro ya había perdido toda su erección y ahora era el momento de que cada uno se sentará en su asiento (eso si haciendo auténticos juegos malabares). Ahora que habíamos acabado no sabía que hacer: ¿ir a casa?, ¿hablar con Melania? No lo sabía, mientras ambos aprovechamos para vestirnos y me fijé en algo que me sorprendió.
A- ¿Y tú ropa interior no te la pones?
M- Cuándo llegué a casa no habrá nadie y él ni se fijaría en este detalle.
A- ¿Cómo estás tan seguro de ello?
M- Te lo comenté, él llegará muy tarde.
A- Pero no logró comprender su comportamiento, por más que lo intento.
M- Yo tampoco lo comprendo, pero al centrarme en mis hijas me ayuda a olvidarme de ciertos problemas. Yo sé que tú has hecho un sacrificio mayor que el mío y que ambos hemos sido infieles a nuestras respectivas parejas.
A- Sé que hemos obrado mal, pero a tú lado me he sentido diferente.
M- Lo que he sentido entre tus brazos ha sido muy bonito, aunque también es justo que todo acabé aquí y que guardemos el recuerdo de esta noche en el fondo de nuestro corazón y que sigamos adelante con nuestras vidas.
A- Es justo que lo dejemos aquí, pero desearía quedar algún día para quedar a tomar algo como buenos amigos...solo te pido esto.
M- Me parece perfecto, pero no tiene que volver a ocurrir nada más entre nosotros. Hoy me has hecho sentir como si tuviera veinte años y nadie me había hecho sentir nunca de la forma que tú lo has hecho.
A- Yo también he sentido una conexión especial contigo, pero a la vez me siento arrepiento de haberle sido infiel a mi esposa, pero no de haber disfrutado lo que hemos hecho ambos.
M- Tu frase lo resume perfectamente y ahora será mejor que me acompañes a casa, no quiero que Esther sospeché nada de lo que ha ocurrido entre nosotros.
Arrancamos el coche y durante el trayecto hacía su casa, el silencio fue el único que hizo acto de presencia en aquel lugar. Ambos sabíamos que todo aquello nos traería consecuencias insospechadas si algún día todo salía a la luz. Aquellos treinta minutos de trayecto finalizaron al llegar a la puerta de su casa. No soportaba más aquel incómodo silencio y decidí decirle todo lo que pensaba sin tapujo alguno.
A- Melania, esta noche me lo he pasado muy bien contigo y no sólo por lo que ha sucedido entre nosotros dentro de este coche. Me ha encantado hablar contigo, bailar y disfrutar de cada uno de los momentos que me has regalado durante toda esta noche, eres una persona única y bella tanto por fuera como por dentro...eres única.
M- Tú has sabido comportarte ante mí en cada momento vivido esta noche. Hacía tiempo que no me hacía sentir nada de esta forma y que además logrará hacerme reír...sé que Esther es una mujer afortunada al tenerte a su lado.
Aquellas palabras eran la confirmación de que aquella noche había tocado a su fin. Yo quería demostrarle que podía ser su amigo y no un simple polvo de una noche. Yo sabía que podríamos pasar horas y horas juntos sin que el sexo interfiriera para ello.
A- No quiero ser pesado, pero para lo que necesites, tendrás un buen amigo a tu lado, siempre que lo desees.
M- Si necesito algo te llamaré y me gusta que valores una buena amistad por encima de otras cosas. Sé que lo que hemos hecho esta noche ha estado mal.
A- Ya lo sé Melania, pero yo sé que tu necesitabas sentirte liberada de todos tus problemas en tú matrimonio. Lo único que deseo de ti en estos momentos es tú amistad...no te pido más.
Noté que ella me miraba con cara de haberle comentado algo extraño, y es que habíamos sido amantes en la oscuridad de aquella noche y ahora le pedía ser su simple amigo.
M- Estoy de acuerdo en que es lo correcto y en que sólo tenemos que ser amigos y nada más...eso si envíame un mensaje cuándo llegues a casa, para saber que estás bien.
A- Lo haré.
Cuando iba a bajarse del coche vi que se giró e hizo algo que no me esperaba. Acercó su rostro al mío y me dio un beso en mi mejilla.
M- No corras por favor.
Esperé a que entrará en el portal y entonces inicié la marcha. Mientras regresaba a casa empecé a pensar en que sin querer había empezado a romper mi matrimonio de una forma lenta. Era una grieta muy pequeña y aunque era imperceptible, sabía que estaba allí.
Al estacionar el coche borré todo rastro de mi infidelidad con Melania. En el coche de Esther no tenía que quedar ningún rastro de lo que había sucedido.
Al entrar en casa vi que las llaves de Esther estaban en la entrada, y aquel era el momento adecuado para enviarle un mensaje a Melania: "Ya estoy en casa y Esther también" y a los pocos segundos me contestó: "Descansa y tienes mucha suerte de tenerla, el mío aún no ha llegado a casa. Buenas noches".
Mientras andaba por el pasillo vi que la luz de nuestra habitación se encendía.
E- ¿Cariño os ha pillado el chaparrón?
A- Si, saliendo de un local al que habíamos ido a tomar algo y hasta que no lo hemos visto claro, no hemos vuelto.
E- Ya habéis hecho bien.
A- Ahora si no te sabe mal me iré a duchar, estoy empapado.
E- Ve tranquilo que yo me vuelvo a dormir.
Me fui hacía la ducha y notaba como cada poro de mi piel rezumaba al olor de Melania, aunque también notaba lo que acarreaba todo ello y es que le había faltado el respeto a mi esposa, ese peso lo tendría que llevar toda mi vida encima y para mi Melania sería una buena amiga y nada más.
Tras pegarme una buena ducha, lo primer que hice al meterme en la cama, fue abrazar a mi esposa. Esther me regaló un beso antes de dormirse. Ahora me sentía mal por lo que había hecho, pero ya no podía volver hacía atrás. Me costó mucho dormirme y es que en mi mente solo aparecía la imagen de Melania, pero como habíamos acordado seríamos sólo amigos y nada más, aunque se me hacía complicado.
PD: Ya veís que he tardado bastante tiempo, pero es bastante complicado cuándo tu pareja desea que te alejes de este mundo y no quiere que frecuentes lugares eróticos o de temática sexual, por esto creo que tardaré bastante tiempo en volver a publicar, intentaré hacerlo en el menor tiempo posible, pero lo dudo. Como siempre son bienvenidos vuestros comentarios y valoraciones.
Saludos.