Una tarde perfecta para disfrutar
Una pareja es invitada a pasar unos días en un bello lugar y difrutar de un sueño hecho realidad.
Una tarde perfecta para disfrutar
La escena discurre en uno de los dormitorios de invitados del Palacio del jeque Ali Faisal al Tufaya, un personaje inmensamente rico, que ha tenido la gentileza de invitar a Roy y Angy unos días para que puedan disfrutar de un capricho imposible de conseguir en su país.
¡Pégale fuerte, Angy!
Le doy con todas mis fuerzas, Roy, le respondió.
De nuevo la caña golpeó sin piedad la tensa piel de las nalgas de la muchacha doblada por la cintura ante la mujer… Un gritó salió de su garganta y su cuerpo, estremecido por el dolor, tembló, pero consiguió mantener la posición en la que estaba, es decir, mirando al marido que se encontraba frente a ella, observándola… La muchacha seguía con las manos tocando las puntas de sus pies y sin doblar las rodillas.
No le pegas lo bastante fuerte, le volvió a decir Roy.
A ver ahora,… le respondió Angy, que con rabia, y apretando los dientes, golpeó de nuevo las nalgas de la desgraciada muchacha.
Y ahora, si… La chica no pudo evitar perder su postura, cayendo al suelo al doblarse sus rodillas, ni tampoco llevarse las manos a las nalgas para intentar aliviarse la nueva llaga que le había producido el golpe, gritando alocadamente.
Eso está mucho mejor, Angy.
Gracias, Roy.
Llorando con desespero, la muchacha volvió a erguirse y doblando su cintura, adoptó la posición inicial… Otra vez sus nalgas se tensaron preparadas para recibir un nuevo varazo.
- Quiero ese culo más arriba!!... ¡Más alto!, le dijo el hombre.
La caña silbó de nuevo… Una nueva llaga marcó sus nalgas y la chica cayó otra vez al suelo retorciéndose y gritando de dolor.
- ¡Arriba!... ¡Arriba!... ¡El culo bien arriba, perra!, le volvió a decir el hombre.
Sacando fuerzas de donde ya no existen, la atormentada chica se levantó otra vez y se inclinó hacia delante, con las nalgas alzadas y muy tensas… Ella sabe que es una esclava y debe obedecer cualquier orden porque desobedecer implica suplicios mayores a este.
La caña, manejada por Angy, vuelve a golpear duramente las nalgas de la infeliz, que vuelve a caer al suelo, revolcándose por él, presa de una enorme agonía, temblando y gritando con desespero.
¡Cómo estaban disfrutando el matrimonio Mac Gregor!… ¡Nunca se hubieran imaginado gozar de un placer como ese!... Habían sido invitados a pasar unos días en Qatar, en el palacio del jeque Ali Faisal, al que Roy le proporcionaba grandes beneficios en Europa y como agradecimiento los obsequió a ver cumplir sus sueños.
Cuando el matrimonio llegó y se instaló en sus aposentos, pidieron una esclava… Cualquier esclava serviría para lo que querían… Querían jugar con ella… Azotarla… Humillarla… Follarla… Las esclavas están para eso… Es la única razón por las que siguen con vida… Para entretener… Para divertir… Para dar placer… Y le enviaron a esta joven americana, que sin duda habría sido secuestrada y vendida al harem… Tendría sobre unos veinticinco años, rubia, con buenos pechos y gran culo… Estaba muy bien adiestrada, lo cual se consigue tras un durísimo entrenamiento de sumisión.
Quieres follarla, Roy, le preguntó su esposa.
No.
¿Estás seguro, cariño?, insistió ella.
Si… No me apetece por ahora… Sigue azotándola… Prefiero ver cómo le laceras el culo con la vara y se retuerce de dolor.
Como quieras, Roy… Realmente esto es muy emocionante para mi.
Pero para la esclava, con veinte años, todo lo ve muy distinto… Tiene las nalgas destrozadas por más de una docena de profundas llagas y sabe que no hay ninguna razón como para que no la sigan golpeando sin piedad y la marquen con otras dos docenas o más en lo que queda de tarde.
El matrimonio disfrutaba torturándola y contemplándola como se retorcía en el suelo después de descargar sobre sus nalgas un fuerte varazo… Y también, escuchando sus gritos de desesperación… Pero cuando más disfrutaban era viéndola levantarse, doblar su cintura, y ofrecer sus nalgas una y otra vez para recibir otro fuerte varazo… ¡Qué humillación y degradación le estaban proporcionado!... ¡Qué a gusto se sentían, sin inmutarse por el sufrimiento de la joven!
Tras muchos golpes de vara, Angy, preguntó:
¿Aún no te apetece joderla, Roy?
No… Me la follaré a la noche… Aún es muy pronto.
¿Demasiada bebida has tomado, cariño?
Quizás, si,… le respondió.
¿Quieres azotarla tú?
Vale… Esa si que es una buena idea… Además, creo que estas caliente y quieres tenerla entre tus piernas, no?
Si… Has acertado de pleno… Esta perra tiene una boca de lo más sensual y provocativa para lamer mi coño.
Roy se levantó del sillón donde se encontraba y empuño la caña que le ofrecía su esposa y se situó tras el culo que la desconocida y bonita muchacha que por la edad, podría ser su propia hija… Contempló un culo para hacer con él todo lo que le diera la gana… Un culo surcado ya por numerosas crueles llagas y que, en breve, iba a añadir más.
Esclava, si mantienes la postura, sólo te daré 12 varazos más, le dijo el hombre.
Gra,… Gracias… Mi… Amo,… dijo la muchacha sin poder contener el llanto.
Y mientras, fumando un cigarrillo, Angy observa como su marido comienza a infligir duros varazos en las nalgas a la desdichada muchacha, que soporta bramando con desespero, los golpes que está recibiendo de forma metódica y pausada… Ella se tiende en la cama con las piernas obscenamente abiertas esperando a que Roy termine con la esclava para “invitarla” a lamerle su coño durante horas… Sin prisas… Quizás hasta pase de cenar… Sabe que es una oportunidad que no volverá a tener y debe aprovecharla… Menudo regalo les ha hecho el jeque para pasar unos días de vacaciones inolvidables.
F I N