Una tarde-noche de placer
Tres en un sofá y yo disfrutando de las caricias
Soy una mujer de 44 años. Casada. Para que se hagan una idea mido 1,56, peso 73 kg. Soy de cabello castaño con media melena y ojos marrones. Soy de las que se dicen mujer con volumen por todos los sitios. Vivo con mi marido y mi hijo que tiene 5 años. Es por eso, por el niño, que a veces pedimos ayuda a mi suegro, que está viudo, para que se haga cargo del niño cuando por diversos motivos yo no puedo encargarme de él durante algunas horas.
Mi relación con mi suegro siempre ha sido muy buena. Siempre con un trato muy paternal y cercano. Me ha tratado de un modo muy similar a como trataría a una hija y eso es de agradecer. El es un hombre de 1,77 de unos 95 kg. Bastante corpulento. Mi marido siempre ha dicho que era un hombre bastante autoritario pero yo no había visto nunca esa faceta en él.
Una noche después de una reunión y de estar toda la tarde fuera llegue a casa y me los encontré a los dos, mi hijo y suegro jugando. Les di un beso a los dos y me fui a cambiar para estar más cómoda. Me puse un pijama de pantalón corto y me dispuse a hacer la cena. Cuando acabe les llamé y nos pusimos a cenar ya que mi marido llegaría más tarde y cenaría a después. Mi suegro y mi hijo son de horarios más fijos y yo ya estaba cansada y con hambre.
Al terminar la cena mande a mi hijo a lavar los dientes, lavarse, ponerse el pijama y lo acosté después de leerle un cuento. Mi suegro, entre tanto se echó en un chaise longue de los que los asientos e se estiran hacia afuera y se convierten en un ancho casi como el de una cama. Cuando dejé al niño dormido bajé hasta el salón donde estaba mi suegro tumbado viendo la tele. -estoy muerta- le comenté, -y encima casi todo el día en tacones altos que me destrozan los pies, estoy que no los siento- le dije. -anda, tumbarte aquí a mi lado y pone los pies aquí que te doy un masaje en ellos- dijo amablemente. Estaba tan adolorida que no me negué y me tumbe a su lado pero al revés , es decir, con los pies sobre su pecho. Comenzó a presionarme las plantas de los pies desde los talones hacia los dedos haciendo especial hincapié en la zona donde se forman los juanetes y realizando caricias suaves en las plantas de los pies, consiguiendo que me relajase completamente. De vez en cuando ascendía a las pantorrillas ejerciendo un masaje ascendente para reactivar la circulación. De tanto que me relaja a me iba escurriendo hacia abajo acercando más mis piernas a su fácil acceso.
Justo después de acabar , y manteniéndonos acostados en el chaise longue, llegó mi marido con cara de cansado. Nos saludó y se fue a la cocina a cenar. Cuando acabo volvió al salón donde seguíamos acostados mi suegro y yo, en la misma posición que quedamos después del masaje de pies. Mi marido se acostó también al lado y en la misma orientación que mi suegro. Es decir, a mis pies, ellos cada uno a mi lado y yo entre ellos, y nos quedamos así viendo la tele.
En un momento note como la mano de mi marido se posaba sobre mi muslo y comenzaba unas caricias ascendentes desde la rodilla hacia arriba subiendo y bajando, por lo que separe ligeramente las piernas y las flexione Unos grados para permitir sus caricias sin molestar a mi suegro.
Su mano ascendía ligera pero continuamente desde la parte interna de mis muslos hasta el borde de mi pantalón corto. Yo mantenía los Ojos cerrados sólo dedicándome a sentir sus manos. Más arriba consiguió acceder a mi pubis sobre las Braguitas y a rozar mi rajita con un dedo. Recorriéndola de arriba a abajo, ejerciendo una ligera presión para marcar mi sexo entre la tela. De repente bajó un poquito y metió su mano por debajo de La tela, la aparto hacia un lado y con sus dedos separo mis labios mientras realizaba un recorrido en su longitud, cada vez presionando más e introduciendo un dedo que se deslizaba fácilmente por mi humedad. Yo, me mordía los labios para no gemir y que mi suegro no notase esa invasión de mi intimidad. Esa situación de sentir placer y tener que retenerlo por que alguien descubra lo que sientes es algo tremendamente excitante. Tres de sus dedos se deslizaban por mi vulva hasta que un dedo de introdujo en mi interior, giro su mano y comenzó a hacer gancho dentro rozándome con la yema de sus dedos en mi punto G (Supongo que será eso porque me da un placer inmenso) provocándome un placer enorme. Aceleró los movimientos de mano mientras yo inundaba su mano de fluidos. Con su dedo gordo frotaba mi clítoris. Luego pasaba sus dedos acercando mis fluidos hacia abajo humedeciendo mi ano, lo que me sobresaltó, pues nunca jugado en esa zona jamas durante nuestro matrimonio, nunca jugamos con mi zona anal. Me dejé hacer. La sensación era deliciosa. Mientras tenía un dedo en el coño otro resbala y me presionaba el ano llevándome a un órgasmo intenso que tuve que apagar agarrando me a la tela del sofá con los ojos cerrados. Cuando paso esa sensación de clímax abrí los ojos y busqué la mirada cómplice de mi marido. Tenía los ojos cerrados, la boca semiabierta y producía un ligero ruido de garganta al respirar. Rápidamente gira la cara mirando a mi suegro para descubrír como llevaba su mano a la boca e introducía sus tres dedos en ella chupandolos mientras me miraba y sonreía....