Una tarde especial

Hay veces en que la calentura me domina. Es entonces cuando vivo tardes especiales con chicos cuyo nombre desconozco.

Estaba en casa trabajando en el ordenador cuando he recordado que alguien me había hablado de una página web en que se podían ver gratuitamente videos eróticos. He entrado en la página de inicio, donde están las novedades, y me he entretenido con un video de una chica que se desnudaba frente a una webcam y tenía buenos pechos aunque para mi gusto un poco grandes. Ya iba a salir, porque suelo cansarme pronto de ver tías en pelotas, que la novedad está bien, pero luego todo es lo mismo, cuando me he dado cuenta de que en la página había tres secciones: "view all content", "view straight content" y "view gay content".

He entrado por curiosidad en la tercera sección. Desde luego había donde elegir. Me he asegurado, antes de seguir adelante, de que mi mujer estaba colgada de la telenovela en la salita y con un poco de prevención, porque si me pilla mi mujer me muero de vergüenza, me he atrevido a picar un vídeo de tres minutos de un tío pajeándose. Confieso que enseguida se me ha puesto la polla dura. Joder, no podía quitar la vista de aquella tranca que el tipo masajeaba arriba y abajo cada vez más deprisa, y mirándola, me entraba una cosa por dentro que ojalá me hubiera entrado no una cosa, sino aquella polla hasta que se me hubiera estacado en el culo.

Son cosas del momento, yo no soy gay, la verdad es que le doy a todo y me van las tías cantidad, aunque reconozco que también me pone caliente pensar en pollas. Nunca me ha dado nadie por el culo, no me apetece ni me gustaría, lo que no quita para que me pajee a veces imaginando que un tío fuerte me la está metiendo, talmente como hace un rato con el vídeo, con aquella hermosura de rabo que debía dar gusto lamerlo y palparlo con la lengua y notarlo latir contra mi paladar, y que luego quisiera restregarse con mi cuerpo, que paseara por mí de arriba abajo, por delante y por detrás, que me arara, y explorara mis sobacos, y embistiera mis tetillas, dejando en ellas un hilillo de licor seminal, y chocara contra mi nabo empalmado –imagino que saltarían chispas-, y diera en mis huevos hasta lastimarme y luego se demorara en la raja de mi trasero y buscara entrarme y lo consiguiera de golpe hasta notar yo que se me iba a salir la punta de ese pollón bendito por la boca pero de dentro a fuera.

Pero ni me he presentado todavía. Me llamo Marcos y tengo treinta y tres años. Mido uno ochenta y cinco, soy moreno, algo pasado de kilos y trabajo en seguros. Llevo casado cuatro años y, esto hay que decirlo, estoy muy enamorado de Elisa, mi mujer, que me satisface plenamente en la cama, lo que pasa es que me gusta fantasear y a veces probar otras cosas y con eso creo que no hago daño a nadie. Los hombres no me gustan, las pollas sí, son lo que más me pone, es pensar en una y darme el corazón golpes en el pecho, como si quisiera salirse, pienso en pollas grandes en que se marcan las venas, la del vídeo estaba bien pero quería más, así que he seguido buscando, pero he tenido que cerrar la página porque mi mujer venía donde yo y he tenido que disimular lo empalmado que estaba, que con ella se me pone dura pero no tanto.

Por fin se ha ido y he podido volver a lo mío. He visto un montón de vídeos y casi me he corrido sin tocarme ni nada, solo de mirar. Me imaginaba a cada tipo con jeans y un bultazo en la bragueta de los que obligan a no apartar la vista y hubiera dado el sueldo del mes solo por tener aquello al alcance de mi mano y palparlo por encima de la tela del pantalón, y luego bajarle la cremallera y sacar la polla del slip para pajearla y comérmela, pero mi mujer ha estado de lo más pesada, iba, venía y no me dejaba disfrutar a gusto. Podía haberle pegado un polvo, que entonces se queda mansita y yo hubiera vuelto a lo que os cuento, pero lo que menos me apetecía era follarme a Elisa o a cualquier otra. Me encantan las mujeres y ligo con ellas todo lo que puedo, pero hay días en que los coños me sobran y lo que echo de menos es que me den de pollazos por el cuerpo y hoy ha sido uno de esos días.

A media tarde no he aguantado más, le he dicho a mi mujer que me apetecía dar una vuelta y he ido a un sex shop de ambiente que tiene arriba cabinas…y oscuridad. Por el camino iba mirando las braguetas de los tíos e imaginando como tendrían las pollas. Seguro que muchos de los que se cruzaban conmigo estarían tan desesperados como yo y se hubieran marcado un buen sesenta y nueve conmigo, pienso en eso cantidad de veces, es hasta indecente que disimulemos tanto los hombres, que se puede ser heterosexual y pasárselo de cine meneando o chupando una tranca, lo que ocurre es que, no sé por qué, muchos confunden ese gustazo con ser gay y claro, eso para bastante, pero a lo que iba, llego al sex shop, entro, voy arriba y no había un alma. Echo unas monedas en una cabina, dejando la puerta abierta para ver si viene alguien, me bajo la cremallera, saco la chorra y empiezo a darle jaleíto mirando como se lo montaban dos tíos en el vídeo.

A poco ha subido un chaval, me ha visto con la puerta abierta y dándole al manubrio, me ha mirado y se ha dirigido a los servicios. He saltado como un resorte y allá que me he ido detrás con la bragueta hecha balcón, aunque he tenido la prudencia de meter por el camino mi cosa en los gallumbos. El chico era joven y moreno y hacía como que meaba, pero no lo hacía, me he dado cuenta en cuanto le he mirado la polla. Se la tocaba despacito, se la acariciaba suave, todavía no había alcanzado todo su esplendor, pero prometía, claro que prometía, era una polla morcillona de lo más rica. Me he puesto a su lado igual que él, como meando, pero para mirar ya están los vídeos, así que le he echado mano a la tranca, que si no lo hago me quedo muerto allí mismo, y él feliz que feliz, de modo que nos hemos ido a una cabina y esta vez sí que hemos cerrado por dentro.

¡Hacía tanto que no me comía un rabo! Las pollas me vuelven loco, no sé si lo he dicho ya antes, así que me he arrodillado delante de mi nuevo amigo, que no hay mejor amigo aunque no sepas como se llama que quien te mete su pollón en la boca y te deja hacer, y este me ha dejado, vaya que sí. En estos casos se nota lo goloso de pollas que soy, no me canso de lamer, de tantear con la lengua ese cacho de carne hecho piedra caliente, no hay mejor ocupación en la vida, el cielo debe ser algo así, una polla tremenda que nunca se acaba y toda la eternidad para irla chupando, el chaval me agarraba del pelo y me aplastaba la cara contra su vientre, casi no podía respirar y la punta de su nabo me daba golpes en el fondo de la garganta. En eso el tipo me suelta: "Sácame toda la leche, cabronazo", y eso a mí me ha puesto a mil, que no estoy acostumbrado a que me digan cosas así de cachondas, notaba la polla como pulsaba, había crecido tanto que casi me desencajaba las mandíbulas, me he esforzado en acariciarla más y él se ha puesto a gemir y a llamarme cabrón y maricón, pero como a mí me gusta, estando de rodillas y con una tranca embutida en la boca , hasta que he notado como se estrellaba su leche, leche rica, leche caliente, contra mi garganta, ametrallándola, y yo queriendo más todavía, deseando sacarle todo el jugo, una polla empalmada es como un potro por domar, calmarla da sensación de poder; he sido yo quien ha podido con esa fuerza, con ese empuje, con ese todo.

Me he tragado hasta la última gota. Lo malo es que él, cuando se ha corrido, me ha apartado la cara, ha metido su cosa dentro del pantalón y se ha ido corriendo, sin dejarme siquiera su teléfono y sin decir palabra, como si huyera del lugar de un crimen. Yo estaba desesperado, satisfecho pero con un calentón de muerte, aunque no he querido pajearme, porque sé lo que pasa, que cuando estoy con un tío luego me coge remordimiento porque las que me gustan son las mujeres y solo una vez al mes o cosa así me dan estos ataques de comer polla. He preferido aguantar el calentón para ahora escribir este relato y mientras lo escribo tengo la polla en plan desespero pero ahora mismo me pajearé con otro vídeo de tíos e imaginando que me la meten por el trasero, y luego se me pasará la fiebre y ya no me acordaré del tema hasta que me vuelva a apretar el cuerpo.

Ahora mismo mando el relato de mi tarde especial, que si se me pasa la calentura ya no lo haría, y luego volveré a lo de siempre: a estar felizmente casado y a que las tías me molen cantidad.