Una tarde en el cine

El soltó mi verga y yo me la volvía a guardar, nos levantamos y salimos de la sala, por primera vez lo pude ver bien, era un hombre como de unos treinta y cinco años y de tez morena, delgado, y de cara agradable, alto como de 1.75 metros. Salimos a la calle y nos paramos justo en la esquina del cine a esperar el transporte.

Una tarde en el cine

Aburrido llamé a mis amigos pero ninguno se encontraba disponible, salí de casa y me encaminé por las calles sin un rumbo fijo, cerca de media hora después pasaba por una de las avenidas grandes que hay por aquí cerca. Seguí por las banquetas sin prestar mucha atención a la gente que pasaba.

A unos cien metros de donde caminaba se encuentra un cine en donde pasan películas pornográficas, me encaminé hasta el sitio y me detuve ante los carteles que anunciaban la película proyectada. Sin más que hacer me encaminé a la taquilla y compre un boleto, ingresé y desde qué pasé por la dulcería vi a varios hombres alineados a lo largo del pasillo, al verme solo varios de ellos me prestaron mayor atención pero sin decirme nada, entré en la sala y busqué en la parte alta un asiento; obviamente busqué la parte alta que es en donde se encuentra uno más solitario. En la parte de abajo algunos hombres solos y algunas parejas más platicaban en tanto comenzaba la función.

Las luces se comenzaron a apagar y varias sombras se precipitaron entonces a sus respectivos lugares, el aire acondicionado funcionaba muy bien y la sala estaba a una temperatura agradable. La película comenzó, claro, primero los cortes de las próximas películas y unos diez minutos después comenzaba la cinta anunciada. Habían transcurrido apenas unos quince minutos de la proyección cuando noté que un hombre solitario se sentaba en la misma fila que yo pero muy retirado aún. No presté atención y continué viendo la cinta. Se dio el intermedio y me levanté a comprar alguna golosina y para desaguar un poco mi vejiga. En el baño varios hombres se lavaban las manos o al menos fingían hacerlo, yo lo sabía, oriné y al momento de cada uno de mis lados se colocaron otros dos fingiendo orinar igualmente pero sin quitar de mí entrepierna la mirada. Me hice un poco para atrás dejándole a los curiosos una mejor vista de mi nabo y luego me sacudí y me fui a lavar las manos dejando a los dos curiosos allí. Salí de nuevo rumbo a la sala y volvía al mismo sitio donde me encontraba. Me senté y al poco las luces se volvieron a apagar.

Cinco minutos después alguien se sentaba pero tan solo a un par de butacas de donde yo me encontraba, como distraído me preguntó en que parte de la película nos encontrábamos y le contesté de buen modo que en la segunda. Al poco rato me volvió a preguntar, en esta ocasión la hora, le contesté con una sonrisa que no traía reloj y entonces me preguntó se si podía sentar a mi lado.

¡Claro!... no hay ningún problema. – contesté.

El hombre se pasó a mi lado derecho y continuamos viendo la película sin decir nada más, de pronto noté como su codo me rozaba el mío pero y lo dejé. Su mano entonces se comenzó a deslizar lentamente por mi entrepierna y palpó mi bulto ya erecto. Mi corazón palpitaba ya aceleradamente; dejé que él continuara moviendo su mano sobre mi barra y comenzó entonces a buscar la perilla del cierre. La jaló y buscó con su mano entre mi ropa interior, pronto se apoderó de mi maciza barra y la sacó de su prisión. Lentamente su mano se movió de arriba para debajo de mi tronco masturbándome lentamente durante unos cinco minutos.

¿Quieres que te la mamé? – preguntó.

¡No! – contesté secamente.

¿Seguro? – volvió a preguntar un poco desconcertado por mi contestación.

Mejor dime… ¿Tienes a donde ir?

¡Sí!... ¿Quieres?

Vamos

El soltó mi verga y yo me la volvía a guardar, nos levantamos y salimos de la sala, por primera vez lo pude ver bien, era un hombre como de unos treinta y cinco años y de tez morena, delgado, y de cara agradable, alto como de 1.75 metros. Salimos a la calle y nos paramos justo en la esquina del cine a esperar el transporte.

Mientras que esperábamos comenzamos a platicar, se llamaba Luis. Por fin llegó el autobús y subimos, continuamos platicando de cualquier cosa; apenas serían como las seis de la tarde. Luis me anunció que ya nos acercábamos a la parada donde debíamos de bajar y nos acercamos a la puerta, descendimos del autobús y nos adentramos por la calles de esa colonia. Llegamos por fin a un edificio y mi compañero sacó su llave para abrir la puerta, ingresamos y me condujo por el pasillo hasta las escaleras, lo seguí completamente excitado subimos hasta el tercer piso y allí nos detuvimos en el pasillo. Luis se giró.

Esta un amigo… ¿Te molesta?

¡No!... adelante.

Se acercó a mí y me comenzó a besar los labios, mi lengua salió para encontrarse con la suya y nos abrazamos, así permanecimos un par de minutos y luego nos separamos para que Luis abriera la puerta de su casa. Entramos y solo en uno de los cuartos se veía la luz de la televisión, Luis me dijo que lo esperara un momento y se encaminó hasta la recamara en donde se veía el resplandor. Todo estaba a oscuras, me senté en el sofá en lo que regresaba él, miraba los muebles y mi corazón no paraba de latir aceleradamente, pasaron unos cinco minutos interminables y por fin vi que regresaba Luis, venía solo; no le pregunte nada, se paró frente a mi e hizo que yo me levantara. Inmediatamente nos comenzamos a besar y acariciar a la vez que Luis me iba desnudando.

Quedé completamente desnudo ante el y separándose un poco de mí se comenzó a desnudar también. Nos volvimos a besar y dejé que me lamiera y acariciara todo el cuerpo; hincado delante de mí se introdujo me verga en la boca y me mamó delicadamente por un par de minutos, luego se levantó y me volvió a besar en los labios. Me hizo entonces sentarme en el sofá y colocándose frente a mí me ofreció su tranca erecta, se la mamé despacio disfrutando de su grosor y su dureza, poco después Luis me recostaba sobre el sofá y se colocaba entre mis piernas, sacó un condón y se lo puso para luego poner un poco de lubricante en mi ano y sobre el preservativo, tomó mis piernas y las colocó sobre sus hombros. Le sujete la verga con mi mano y la guié hasta mi entrada, empujó sus caderas y me comenzó a penetrar lentamente. Su gruesa verga se fue abriendo paso entre los pliegues de mi ano que poco a poco se la iba tragando, me la clavó completa y se comenzó a mover lentamente.

¡Que rico aprietas!... ¡Que bueno que nos hayamos encontrado!

¡Sí!

¿Te gusta mi verga?

¡Me encanta!... sigue.

Luis siguió moviéndose dentro de mi ano pausadamente sin prisa y así continuamos hasta que el comenzó a venirse entre gemidos de placer que no podía contener, durante todo ese tiempo su amigo no se apareció por allí y yo ya ni me acordaba de éste. Luis sacó su barra de mi culo y se quitó el condón, luz anudó y lo dejó sobre el respaldo del sofá.

Acompáñame

Desnudos como estábamos y tomados de la mano nos encaminamos hasta el cuarto en donde la televisión se encontraba encendida. Entré después de Luis y allí recostado en la cama se encontraba otro hombre que me sonrió, le devolví la sonrisa y luego Luis nos presentó. Juan era el compañero de Luis. Me invitaron ambos a subir a la cama y me acerque a el nuevo personaje, era agradable aunque de más edad que Luis. Me besó y acarició ambos tendidos en la cama, su mano se apoderó de mi dura herramientas y pude ver como Luis se masturbaba lentamente viéndome con su compañero. Así pasamos unos minutos y después Luis se recostó detrás de mí, Juan entonces se volvió dándome la espalda. Luis abrió un condón y me lo puso y el se colocó otro más. Inmediatamente comprendí de lo que se trataba y entonces ya con el preservativo puesto me acomodé detrás de Juan, guié con mi mano mi barra contra su ano y lo comencé a penetrar lentamente. Él me paraba más el culo facilitando mi labor y por fin la metí completamente, me quedé quieto y Luis hizo lo propio en mi ano. Después de que me penetró completamente nos comenzamos a mover los tres lentamente. Mi mano se apoderó entonces de la dura herramienta de Juan y lo masturbé al ritmo que nuestros cuerpos llevaban.

En ningún momento cambiamos de posición, no era necesario pues lo estábamos disfrutando plenamente. Fui yo el primero en comenzar a venirme y Luis lo hacía unos cuantos segundos después y Juan casi al mismo tiempo que el arrojaba su leche sobre las sabanas gracias a la masturbada que le estaba dando. Nos quedamos recostados unos minutos y luego me levanté anunciando que debería irme pues mis padres ya no tardarían en regresar a casa. Me encaminé a la sala y busqué mi ropa, me vestí y Luis hizo lo mismo; me despedí de Juan y salí junto con Luis del departamento, en el pasillo nos detuvimos y nos volvimos a besar. Luis me dio su número de teléfono y me acompaño hasta la parada del autobús que no tardó en llegar y subí. Lo vi de pie en la parada mientras que el autobús se alejaba y luego saqué de mi bolsa su número, lo hice bolita y lo arrojé al cesto de la basura… Sí, solo una aventura… Algo que se quedé en la mente pero que no se vuela a repetir… Algo que te elevé la excitación al máximo, lo desconocido… Llegué a casa satisfecho y aun un poco caliente, saludé a mis padres y a mi hermana y después de cenar me fui a mi cuarto, me masturbe hasta sacarme la leche una vez más pensando en lo que había sucedido esa tarde en el cine… Y también después.

FIN