Una tarde domingo en el cine
Una tarde de domingo unos amigos van al cine a ver una película porno. Uno de ellos se lleva una auténtica sorpresa al verla.
La historia que voy a contar transcurrió hace bastantes años, cuando yo tenía unos 18 años.
En aquella época salíamos un grupo de amigos de la misma edad y compañeros de estudios.
Recuerdo especialmente una tarde de domingo que cinco de nosotros, todos chicos, estábamos dando una vuelta por el centro de la ciudad sin nada especial que hacer, solamente pasando el tiempo para olvidar que al día siguiente teníamos que volver a clase.
A mi amigo Jorge se le ocurrió la idea de ver una película en aquella época clasificada “S” a un cine del centro de la ciudad.
Aunque habíamos ido más de una vez, muy de tarde en tarde, no éramos muy asiduos a esos locales, posiblemente por la gente que los frecuentaba, porque eran muy cutres y porque andábamos muy justos de dinero.
Ante la falta de otros planes y la insistencia de Jorge, que decía que le habían dicho que la película era una de las mejores para calentarnos, optamos por entrar.
La sala tenía las paredes empapeladas de rojo con bastantes manchas de humedad. Los asientos estaban bastante gastados y antes de sentarnos miramos si nuestro asiento no estaba manchado de esperma o algo similar.
Había unos dos o tres hombres diseminados por la sala, seguramente para poder masturbarse a gusto.
La luz se apagó y la película comenzó.
Algún hombre entró más en los primeros quince minutos de la película, seguramente no les importaba perderse el argumento.
La película transcurría entre diálogos que no interesaban lo más mínimo, desnudos y algún que otro polvete, escaso en mi opinión.
Cuando la película llevaba casi una hora pegue un bote en el asiento, mis ojos se salían de las órbitas. Mi interés por la película se hizo máximo.
Apareció de pronto mi madre en la película.
Era mucho más joven, no tendría más de 20 años, más delgada, pero, bajo el uniforme de criada que llevaba, lucía unas tetas de impresión que parecía que iban a reventarlo.
Mi amigo Jorge me miraba con una sonrisa de oreja a oreja.
¡El muy cabrón ya había visto la película y, como alguna vez había visto a mi madre, la había reconocido!.
Me quedé pegado a la silla viendo la película.
Las escenas de la película transcurrieron, con mi madre como protagonista, de la siguiente forma:
- Mi madre está de criada en la casa.
- Lleva un uniforme muy ajustado, con una minifalda que sube hasta sus bragas y zapatos de tacón.
- Entra en un dormitorio.
- La cama de matrimonio está sin hacer, con todas la ropa de la cama arrugada y descolocada.
- Ella se pone a hacerla.
- Se la ven las tetas por el escote, incluso un poco la aureola oscura y los pezones. No lleva sostén. Las tetas se bambolean como flanes listos para comérselos.
- Me doy cuenta que tiene un pequeño lunar en la parte superior de una teta, cerca del omoplato.
- ¡Ya no hay duda, es ella, es mi madre!
- Enfocando desde su espalda, se la ve un tanga blanco muy pequeño que desaparece entre sus dos nalgas respingonas y macizas. Las nalgas no dejan de moverse por sus movimientos. La cámara se acerca más y más hasta que su culo inunda toda la pantalla durante unos segundos.
- Hay un hombre en la puerta detrás de ella.
- Es de pelo castaño, delgado, con un mostacho bastante importante, tiene mucho pelo en el pecho y está bastante delgado.
- Está desnudo y de una buena mata de pelo sale una polla muy larga, gruesa y erguida, apuntando casi al techo.
- Se queda observándola el culo de mi madre durante un rato.
- Entra sigilosamente en el dormitorio y se acerca a ella.
- La mete mano bajo la falda por detrás, directamente al conejito.
- Ella abre mucho los ojos y la boca por la sorpresa, grita.
- Se abalanza sobre mi madre, y caen sobre la cama.
- Forcejean encima de la cama, ruedan por ella y se caen al suelo.
- En la caída mi madre se queda encima, logra levantarse, pero el hombre la sujeta con una mano su uniforme y tira de él, haciendo saltar todos los botones.
- Sus tetas quedan expuestas totalmente. Enormes y erguidas con aureolas oscuras de las que salen pezones como pitones de toros preparados para embestir.
- Se quita el vestido, se sube a la cama y sale brincando encima de ella. Sus tetas botan como pelotas de baloncesto.
- Solamente lleva el tanga microscópico casi transparente que, más que tapar, incita a que se lo arranquen.
- Baja de un salto de la cama y se va hacia la puerta del dormitorio, pero el hombre se interpone.
- Con grititos y moviendo mucho el culo y las tetas, cambia de dirección y se mete en el cuarto de baño, cierra la puerta y echa rápidamente el cerrojo.
- El se abalanza contra la puerta y la abre de un golpe.
- Mi madre está subida sobre la taza del inodoro y quiere meterse por un agujero del techo.
- Salta y se queda colgada del agujero, medio cuerpo dentro y medio fuera.
- El hombre la coge las piernas, ella chilla.
- Con una mano la baja el tanga hasta las rodillas y la meta mano entre las piernas.
- Ella no se suelta, sigue colgada del agujero.
- El hombre la está ahora lamiendo el conejito.
- Ella hace esfuerzos para subir y con las piernas intenta soltarse.
- Su tanga cae al suelo.
- De pronto, mi madre se suelta y cae de culo sobre una toalla bastante tupida que está en el suelo.
- La cámara enfoca a su conejito, que está abierto de para en par, y con el zoom hace que inunde toda la pantalla durante unos instantes.
- Mi madre chilla y se tapa el conejito con las dos manos.
- Él tiene el tanga de mi madre en la mano y empieza a masturbarse con él, mientras no deja de mirarla la entrepierna.
- Mi madre se levanta del suelo y sale corriendo del baño.
- Se acerca con las tetas botando a la cama, la rodea y coge su uniforme del suelo.
- Gira e intenta salir por la puerta del dormitorio, pero el hombre se vuelve a interponer.
- Mi madre corre hacia la ventana que da a una terracita, tira la ropa fuera, y se encarama a la ventana para salir.
- Él la coge por detrás de las piernas y tira de ella.
- Mi madre cae tumbada boca abajo sobre el pollo de la ventana, intentando mover las piernas y patearle para soltarse.
- Él no cede y continúa tirando de ella hacia dentro del dormitorio.
- Ella va poco a poco cediendo, se la ve en su cara que intenta parecer angustiada.
- La acaba de meter dentro del dormitorio, y la tira boca arriba sobre la cama.
- Ella se voltea e intenta escapar.
- Él la sujeta las piernas y tira de ella.
- Ella da grititos y se agarra al colchón y a la cama para huir. Ahora está a cuatro patas, lo que aprovecha el hombre para tumbarse sobre ella y poniéndola el culo en pompa se la mete en el conejo por detrás.
- Se la oye como si la faltara aire, y la cámara la enfoca a la cara que tiene los ojos y la boca muy abiertos. Luego enfoca a su culo y a su conejito, en el que se ve una polla enorme dentro que lo tapa todo y que aparece y desaparece, parece y desaparece. Se la está follando.
En ese momento miro a mis compañeros y están todos muy atentos a la pantalla.
Jorge me mira triunfante, con una sonrisa de oreja a oreja.
Vuelvo a centrar la atención en la película:
- Después de un rato de follársela, saca la polla y pone boca arriba a mi madre.
- Una nueva visión de sus tetas cubre la pantalla.
- Tira de sus piernas hasta el borde la cama, y vuelve a metérsela, poniendo una pierna encima de la cama para empujar más.
- Cada vez la folla como más fuerza y más rapidez.
- Mi madre sube y baja por los empujones que la da. Sus tetas están desbocadas, esparciéndose por todas partes.
- Mi madre está vencida, ya no se resiste, incluso está gozando por la cara que pone.
- El hombre vuelve a sacarla la polla, se tumba boca arriba en la cama al lado de ella, y tira de mi madre y la obliga a que se ponga a horcajadas sobre él.
- Desde atrás la cámara enfoca como la mete por tercera vez la polla y comienza otra vez a follársela.
- Ahora es su culo el que llena la pantalla, con las pelotas peludas del hombre debajo y su polla enorme entrando y saliendo una y otra vez.
Vuelvo a mirar a mis compañeros y tienen todos la polla fuera y se están masturbando.
Jorge continúa sonriendo y me hace un gesto con la cabeza como hacia mi polla.
Entiendo su mensaje, me la saco también, está tiesa y dura como una piedra, y comienzo a masturbarme con fuerza, sin quitar mi vista de la pantalla.
Algo me moja la cara, las manos, no es mío. Un olor fuerte a esperma me inunda. En ese momento tengo un fuerte orgasmo, uno de los mayores que recuerdo. Mi esperma fluye como nunca.
En la pantalla la película continúa.
- Él también ha acabado. Saca la polla y un montón de esperma blanquecino la cubre toda.
- También está empapado el conejo de mi madre que gotea con insistencia.
- Mi madre se levanta de la cama, está exhausta, se acerca despacio a la ventana y sale por ella.
- Se la ve bajando desnuda por una barra vertical.
La película está acabando y los hombres solitarios de la sala aprovechan para salir antes de que se encienda la luz y los vean.
Nosotros hacemos lo mismo.
Ya en la calle, Jorge no para de decirnos lo buena que estaba la morena, sus tetazas, su coño, su culo, como se la movía todo, y el polvazo que la han echado, que la habíamos echado todos. Por qué habían sido, no uno, sino seis polvazos los que se ha llevado en el coño, ¡la muy puta!, porque los nuestros también contaban.
¡El cabrón se refería a mi madre!
Pero no solamente Jorge hacía estos comentarios, sino también los otros. Y yo, para no ser menos y no ser sospechoso, también aportaba mis comentarios. Y Jorge me miraba sobre todo a mi, riéndose y añadiendo detalles a mis comentarios, complementándolos. La de polvos que la echaríamos por todas partes, lo que la haríamos, y así hasta que nos separamos para ir a casa.
No fue la única vez que vi la película, la vi varias veces, siempre solo, hasta que la quitaron y cada vez que iba me hacía al menos una paja mientras veía a mi madre, como se la follaban. Durante años estuve buscando la película para comprármela, hasta que al final la encontré, pero eso ya es otra historia.
Recuerdo el título de la película, pero no la cometo por razones obvias al menos para mi.
A Jorge le estuve soportando durante algún tiempo, y mi madre con mayor razón.