Una tarde de verano (2)
Un joven descubre el sexo y el placer de la mano de un hombre mayor y su esposa
UNA TARDE DE VERANO (2)
Al otro día fue una mañana muy calurosa y la tarde sería un infierno de verano, a media mañana me di un ducha y me cambié, me puse el short más corto que encontré, la remera más ajustada y cometí una locura, le saqué una bombacha negra a mi hermana y me la puse, me iba apretada y aunque era bastante ancha se me metía en la raya del culo y tenía la sensación de cómo si estuvieran apretándome.
Casi no almorcé de los nervios que tenía y salí de casa mucho antes de la hora convenida y con casi media hora de anticipación me paré en la puerta del bar, pero a los diez minutos vi que llegaba Tito, mi Tito, cuando me vio apareció una enorme sonrisa en su cara, los dos demostrábamos la ansiedad por vernos y habíamos llegado temprano, me dio un suave abrazo y un beso en la mejilla, y me dijo “son tres cuadras hasta casa y Marta nos está esperando”.
Caminamos las tres cuadras, casi sin hablar, cada tanto nos mirábamos y sonreíamos, al cabo de pocos minutos llegamos a la puerta de un pequeño chalet, pintado de blanco y con tejas rojas, Tito abrió la puerta y me hizo pasar empujándome levemente con su mano puesta un poco mas debajo de su cintura, adentro todo estaba en penumbras y bastante más fresco que el agobiante calor de esa tarde, de pronto apareció Marta, era una mujer con su años muy bien llevados, era un poco más alta que yo y que Tito, con el pelo teñido de rojo, sin maquillaje y con unos ojos azules muy claros, en la cara y en sus manos daba cuenta de su edad, pero su cuerpo y la forma de moverse eran de una persona más joven.
Tenía puesto una especie de enagua color rosa y podía darme cuenta que dos grandes pechos se bamboleaban sin corpiño, se acerco a mí y me besó suavemente en los labios, de inmediato la tomé de la cintura y fuertemente la atraje hacia mí y le apoyé la pija que estaba dura como una piedra, intenté besarla y entrar con la lengua en su boca, entonces me apartó y con voz suave me dijo “despacio”. Dejó caer la enagua y quedó solamente con una pequeña tanga negra, me quedé extasiado a ver sus hermosas tetas la piel era muy blanca y tersa, casi traslúcida, tenía un poco de panza y el cuerpo no era muy firme, y su culo era chato, pero sus tetas eran maravillosas, se acercó a mí y comenzó a sacarme la remera, sentí que tito por detrás me bajaba el short y ambos se sonrieron cuando me vieron en bombacha, ella se acercó y empezó a besarme suavemente en la cara, el cuello, las tetitas y sentí que tito me bajaba la bombacha y empezaba a acariciarme también y cuando su dedo comenzó a masajear mi ano, entendí que era la felicidad.
Tito se desnudó sentí el calor de su panza peluda sobre mi espalda y sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, deteniéndose sobre todo en el orificio de mi culo, tomó mi mano y la dirigió a sus huevos, quedé maravillado por la tibieza de esos hermosos testículos peludos e hinchados, que parecían a punto de reventar, comencé a acariciarlos y pronto me encaminé a su pija, era un instrumento maravilloso, sentía algo duro, no muy largo, pero si ancho y venoso que se angostaba hacia la cabeza, por primera vez en mi vida tenía la pija de un hombre en mis manos y esta me parecía maravillosa. Estaba en el mejor de los mundos allí parado desnudo entre dos personas que me besaban, me acariciaban, me chupaban y recorrían todo mi cuerpo sin cesar, de pronto Marta se arrodilló y comenzó a pasar su lengua por la cabeza de mi miembro no necesito chuparlo y en segundos le llené la cara de leche, se chupó hasta la última gota, me tomó de la mano y los tres nos dirigimos al dormitorio.
Marta se tiró en la cama boca arriba y abrió totalmente sus piernas, con sus manos corrió los labios de su vagina y lo que vi me asombró, por primera vez veía el clítoris de una mujer pero lo que Marta se acariciaba era como una pequeña pija de unos tras centímetros de largo y del que sobresalía una pequeña cabeza, Marta me dijo “chupame acá” y se señaló su pequeña pija, me puse en cuatro patas y comencé a pasar la lengua por su clítoris y literalmente a comérmelo, casi lo masticaba y la señora comenzó a gemir por no decir gritar de placer, estaba en esta tarea cuando sentí que Tito abría mis nalgas y comenzaba a chupara el agujero de mi orto, la punta de su lengua trataba de penetrarme y un hilo de saliva corría por mi raya y humedecía mis huevos, era una máquina, cada vez chupaba más fuerte y su lengua era un ariete y no pude hacer otra que dejarme llevar por el placer que me estaban dando. De pronto sentí que Tito dejaba de chupar y comenzaba lentamente a penetrarme con un dedo, al principio sentí una cierta molestia y algo de dolor, el dedo comenzó a moverse a un ritmo pausado y en cada movimiento llegaba un poco más adentro y de pronto el dolor comenzó a dar paso a una sensación increíble que hacía que mi cuerpo temblara como una hoja y un calor enorme me invadía por completo, era la sensación más placentera que sentí en toda mi corta vida, me di vuelta y con una voz que ni siquiera yo reconocí, le dije a Tito, “meteme la pija”.
Tito me abrió las nalgas y apoyó su miembro en mi agujero mientras me llamaba “mi putita”, me metió la cabeza y la sacó y comenzó a meterla y sacarla, una dos, tres,………, diez veces y yo creía que mi cabeza iba a estallar, de pronto no la sacó mas y comenzó a penetrarme hasta el final y cuando sentí todo dentro mío ese maravilloso trozo de carne, me di cuenta que había nacido para ser cogido. Tito estuvo cerca de diez minutos serruchándome mientras me cacheteaba las nalgas que se me ponían coloradas como un tomate, Marta no existía, era como si no estuviera en esa misma cama y no tuvo más remedio que ponerse a jugar con un enorme consolador de vidrio que envaselinó y comenzó a metérselo sin piedad por el culo, mientras con su mano libre se masajeaba y apretaba las tetas o se masturbaba apretando el clítoris entre sus dedos.
No acabó, a esa edad aprendí que un hombre puede acabar una o dos veces a lo sumo y por lo tanto prolonga la cogida para acabar después de cogerte por un buen rato y eso es lo que hacía Tito, me cogía lenta y profundamente, sus huevos chocaban con mis nalgas acompasadamente y yo no quería que eso acabara jamás, Tito me tomó por la cintura y me puso de costado en la cama y empezó a cogerme cucharita, esto hizo que Marta se acomodara delante de mí enfocara su culo sobre mi pija y con un simple empujón hizo que la penetrara hasta los huevos, eso culo lleno de vaselina no ofreció ninguna resistencia y allí estaba yo, inmóvil en el centro mientras Tito me clavaba cada vez más fuerte y Marta presionaba con su orto sobre mi verga y se la hundía todo lo que podía.
Mi culo estaba totalmente dilatado y se adaptaba como un guante a la pija de mi hombre, no tardé mucho y acabé en el culo de Marta, ella se metía los dedos en el orto y chupaba todo el semen que podía rescatar, en ese momento Tito me dijo, “te acabo nene” y un rio caliente invadió mis entrañas, fue la sensación más maravillosa que alguna vez haya sentido, inmediatamente me atrapó un cansancio demoledor y los tres nos quedamos por un buen rato dormitando en la cama.
Se había hecho tarde y debía volver a mi casa me despedí de ambos con un beso y la promesa de mi próxima visita, cuando iba caminando sentía varias cosas, una sensación de vacío dentro mío, como si mi cuerpo extrañara la pija de tito, cierto dolor que parecía crecer a medida que caminaba y una sensación de felicidad, de haber encontrado algo que sin yo saberlo, había estado buscando.