Una tarde de verano (1)

Una tarde de verano un joven descubre su iniciación al sexo con un hombre mayor, todo se inicia en la oscuridad de un cine.

UNA TARDE DE VERANO (1)

Era una calurosa tarde de Enero de los años 60.  Aburrido, con poca gente en la calle, decidí ir a pasar el rato al cine del barrio. El programa era el tradicional de esos años, 3 películas en continuado, generalmente eran una de cowboys, una de piratas y otra de romanos. Cuando entré, me di cuenta, que si bien adentro hacía calor, la oscuridad y algunos ventiladores mejoraban un poco el bochorno externo. A los catorce años uno está en esa zona ambigua que va de la niñez a la adolescencia y si bien yo ya tenía pelo en las piernas y en el resto oculto de mi cuerpo, mi vestimenta podría asimilarse a la de cualquier niño, o sea pantalón corto, camiseta sin mangas y zapatillas sin cordones.  En la actualidad he crecido bastante y eso me hizo adelgazar, pero de niño he sido gordito y por ello, aunque más delgado, mantengo unas prominentes tetitas, que me dan un poco de vergüenza cuando estoy en traje de baño.

Cuando entré al cine vi que estaba casi vacío, era una sala bastante larga de unas cuarenta filas y solo había tres o cuatro personas distribuidas aquí y allá, muy poca gente, hecho comprensible al tratarse de un día laborable pasado el mediodía, el acomodador me llevó pasando la mitad de la sala y por la izquierda, le entregué unas monedas y me dio un programa que contenía por lo general el nombre de las películas, los horarios de proyección y una gran cantidad de publicidad de negocios barriales.  A los diez minutos mis pupilas se habían acostumbrado a la penumbra y me dispuse a tratar de entender que pasaba en la película de vikingos que ya había comenzado.

Me puse cómodo y me estiré en la butaca, estuve a punto de poner los pies sobre la butaca de adelante, pero no me pareció apropiado a pesar de que la sala estaba casi vacía.

No había pasado media hora cuando de pronto sentí que alguien se sentaba a mi lado, sentí que de forma firme y con su codo se apoderaba del apoyabrazos izquierdo, no supe que hacer cedí terreno ante el impulso de su codo y me crucé de brazos, estaba con mucha bronca y pensaba que tenía toda la sala vacía y se viene a sentar justo a mi lado, instintivamente me di vuelta para ver quién era y vi a un hombre mayor de unos 70 años, pelado, barrigón con la camisa abierta casi hasta la cintura y por esa abertura sobresalía el frondoso vello del pecho y la panza y que me sonreía, me di vuelta de inmediato  y traté de concentrarme en la película.

Estaba muy nervioso pensaba que me tenía que ir a otra butaca y otra fila, pero me sentía como inmovilizado y odiaba a ese hombre por haberse sentado allí y privarme de mi tranquila tarde de cine, no tenía que estar preocupado o molesto pero lo estaba.

Traté de concentrarme en la película, pero no habían pasado diez minutos cuando sentí su pierna que se apoyaba sobre la mía, como un reflejo me corrí y dejé espacio suficiente para que no hubiera ningún contacto, pero al cabo de cinco minutos sentí nuevamente su pierna esta vez con una mayor presión, volví a correrme todo lo que pude apretándome sobre el lado derecho de mi butaca, dejando nuevamente espacio entre él y yo. ¿Porque no me iba?, por un lado pensaba que debía hacerlo de inmediato y por otro, sentía que no debía moverme, a todo esto los nervios prácticamente me hacían temblar  y comenzaba a tener una erección  que me confundía más aún. ¿Qué me estaba pasando? Me volví a sobresaltar cuando de pronto sentí su codo que avanzaba sobre mi costado izquierdo y simultáneamente su pierna volvía a presionar la mía, no tenía ya donde correrme pero yo tampoco quería hacerlo, mantuve mi pierna firme y sentí cada vez más presión, no pude evitar el deseo de volver a mirar a esta anciano y lo que vi fue nuevamente su sonrisa, pero esta vez su lengua comenzó a recorrer sus labios y allí me di cuenta que mi temblor no era por  miedo y que mi erección no solo era completa, sino que era tan grande que en un punto sentía dolor.

Inmediatamente sentí la punta de sus dedos sobre mi pierna y una ola de calor inundó mi cuerpo, una vez que me tocó comenzaron las caricias y los apretones de su mano sobre mi muslo, sentía que giraba su cuerpo de manera de darle mayor alcance a su brazo y me decía cosas por lo bajo que yo no entendía, solamente podía escuchar una voz grave y pegajosa que hacía latir mi corazón como si fuera a explotar, debo decir que lo que me estaba pasando me gustaba cada vez mas  y decididamente acerqué mi cuerpo al suyo y abrí las piernas.

De inmediato su mano se dirigió a mi entrepierna y sentí su inevitable suspiro cuando advirtió lo dura que la tenía, mis pantaloncitos cortos tenían un elástico en la cintura y no fue ningún problema para este buen señor meter su mano hasta mis huevos que comenzó a acariciar mientras me seguía hablando, yo entrecerré mis ojos y sentía que el placer me inundaba y hasta se me paraban los pezones de mis tetitas, de pronto su mano se apoderó de mi pija y comenzó a irar hacia atrás descubriendo la cabeza que estaba hinchada, roja y lubricada, sentía que el líquido preseminal se escapaba de mi, estaba por eyacular cuando sentí un fuerte tirón hacia atrás y una terrible puntada en mi frenillo, de pronto el placer se transformó en dolor, me levanté y me fui.

Rápidamente me dirigí al baño, en cuanto llegué corrí la piel de mi miembro hacia delante y el dolor disminuyó, tenía muchas ganas de orinar lo que hice de inmediato y así el dolor y la tensión casi desaparecieron, me quedé un rato en el baño sin saber qué hacer, me calmé y volví a la sala.

Me quedé parado a fondo para acostumbrar mis ojos nuevamente a la penumbra, al cabo de unos minutos distinguía toda la sala, estaban las mismas personas que antes viendo la película y algunos dormitando, los vikingos seguían en plena batalla, y la persona que me interesaba seguía sentada en el mismo lugar, me acerqué a la fila y me quedé parado un instante allí, de inmediato advirtió mi presencia y se quedó mirándome, en sus ojos advertía una especie de ruego, su rostro estaba serio y como apesadumbrado, me senté a su lado y ahora si entendí lo que me decía “¿porqué volviste?”, “por vos” contesté, inmediatamente apoyó su mano sobre la mía, “me voy al baño” le dije, me levanté y me fui.

Llegué al baño y entré al cuarto con inodoro y dejé la puerta abierta, de inmediato sentí que se abría la puerta del baño y en segundos vi su figura en la puerta, yo había bajado la tapa del inodoro y me había sentado, entró, me tomó por los hombros, me paró y me abrazó fuerte, sentía su panza sobre mi estómago y sus pelos sobre mi pecho, se quedó mirándome fijamente con una sonrisa en los labios y acercó su boca a la mía y comenzó a besarme, yo respondía suavemente pero no sabía muy bien que hacer, por eso adopté una posición pasiva, me dejaba llevar lo dejaba hacer y trataba de aprender rápidamente, imitaba lo que él hacía y me sentía feliz, a los catorce años nunca había estado con una mujer y ahora estaba con un hombre y me gustaba lo que me pasaba, me gustaban sus manos recorriéndome y apretándome, sus labios besándome, sus pelos, su olor, su transpiración, todo en su conjunto me enloquecía y me gustaba, ¡dios como me gustaba! .

De pronto sentí su lengua haciendo presión e ingresando dentro de mi boca, mientras sus manos me bajaban el short y el calzoncillo y se apoderaban de mis nalgas y un dedo comenzaba a frotar mi ojetito y el placer se desató dentro mío con una furia insospechada, de pronto amaba a ese hombre del que ni siquiera sabía su nombre, que podía ser mi abuelo y que me daba algo que no conocía y que nunca más quería perder, sentía por momentos que me desmayaba y de pronto eyaculé un rio de semen.

Esto era diferente era real placer, era mucho mejor que una masturbación, yo no me hacía nada, me lo estaban haciendo, ese hombre mayor de alguna manera con sus manos y con sus labios me poseía y yo  deseaba que me poseyera, quería todo lo que me daba y más.

Comenzó a morderme y chuparme los pezones y las tetitas, ese baño era el lugar perfecto en el mundo, de pronto me apartó y me miró a los ojos, me abrazó y me dio un prolongado y profundo beso de lengua, sentía su lengua casi en mi garganta y yo respondía con todo mi ser apreté mi cuerpo al suyo y me entregué por completo a ese hombre, permanecimos algunos minutos abrazados y en silencio, y por fin se apartó y me dijo que fuéramos a un bar que quería charlar conmigo.

Había un bar en la esquina, nos sentamos, el pidió un café y yo una coca cola, aproveché porque en casa únicamente se compraba para alguna fiesta,  me miró un rato largo y por fin me preguntó como me llamaba, le dije que me decían “Tito”, sonrió y me preguntó cuantos años tenía, mentí 16  y puso un gesto de preocupación, “sos menor y no quiero tener problemas”, le dije que no se preocupara que yo no le iba a dar problemas, volvió a sonreir y dijo que los problemas pueden venir de cualquier lado, pero que yo le gustaba mucho, que quería verme desnudo y enseñarme muchas cosas, le dije que el también me gustaba y que si me prometía que me iba a tratar bien , yo tenía muchas ganas de aprender, volvió a sonreir.

Le pregunté cuantos años tenía, me contó que tenía 72 años, que estaba casado y que vivía con su mujer de 65 años, a pocas cuadras de allí y que a ella también le gustaría conocerme, me dijo que si prometía mantener nuestra relación en secreto, me invitaba a conocer a su casa y sobre todo a su mujer, que alguna veces llevaba a chicos jóvenes a su casa y ese encuentro era disfrutado tanto por él como por su esposa, que quería llevarme a su casa porque nunca había visto un nene tan lindo y con tan hermosas tetitas y culito como los que yo tenía, que quería  desnudarme y que me acostara en la cama entre él y su mujer, no solo prometí mantener el secreto, sino que jure y recontra juré mantenerlo por todo lo que se les pueda ocurrir, pagó, nos levantamos y salimos, le prometí  que al otro día nos encontraríamos en ese mismo lugar después del mediodía, antes de despedirnos me dijo “a mí también me dicen Tito”.