Una tarde de primera

Como mi amante me preparo las mejor experiencia sexual que he tenido con su amiga.

Una tarde primera

A mis 37 años tengo que reconocer que soy una persona muy activa sexualmente hablando, de hecho mi mujer siempre me reprocha que estoy obsesionado con el sexo. Es algo que siempre he necesitado desde muy joven, siempre he aprovechado mi físico, no es que sea un hombre guapo, no más que guapo encajo más en la categoría de hombre morboso y con cierto atractivo, 1.75 cm, de anchos hombros, cuerpo fuerte, ojos negros, cara expresiva y con cierta connotación viciosa. Para ser sincero tengo que reconocer que cierta obsesión con el sexo sí que tengo, pero se ha reducido siempre a cosas consideradas normales en el sexo en pareja y con mi mujer. Mi vida transcurría en la más absoluta normalidad, estaba casado y con hijos, mi trabajo como director  de Operaciones me permitía una situación económica desahogada. La vida sencilla y rutinaria tenía el efecto de convertir mi existencia en un lago plácido y sin demasiados sobresaltos.

Todo esto comenzó a cambiar de una forma imprevisible cuando conocí a Lola, la madre de una de las amigas de mi hija, el conocer a Lola fue un hecho totalmente casual y tengo que reconocer con una alta dosis de suerte. La conocí en una reunión de padres y el hecho de que ella tuviera muchos problemas con su pareja lo facilito, su marido un hombre frio, religioso profundamente conservador, convertía a Lola en una mujer muy necesitada de sexo.

Lola era una mujer ardiente, presumida y coqueta. Su físico era realmente lujurioso, rubia, pelo ondulado, labios carnosos, ojos verdes, no muy alta, con una figura sinuosa, piel clara y tersa, unos pechos puntiagudos, no muy grandes y rematados con grandes pezones, piernas bonitas y bien torneadas.

Su cuerpo trabajado en el gimnasio está bien cuidado, sin grasa pero con curvas, sin llegar a ser musculoso.

Desde el primer encuentro con Lola mi vida se volvió más ajetreada, no había nada que me negara y eso me permitía por otro lado estar más sosegado con mi mujer, en fin que todo iba sobre ruedas. Lola era un terreno sembrado, estaba fascinada por el sexo, paso de no conocer casi nada del sexo a tener un nuevo mundo de posibilidades conmigo. Nuestros encuentros eran ardientes, y profundamente variados.

Un día Lola me dijo que si podíamos vernos en un centro comercial y tomar un café. No era lo que tenía en mente pero después de lo que estaba disfrutando con ella como negárselo. Al llegar al café vi a Lola que hablaba de forma animada con otra mujer. No era lo que me esperaba precisamente, esto me hizo sentirme inseguro, uno no va por ahí haciendo vida social con su amante. Me senté algo incomodo  y Lola paso a presentarme a su amiguísima Sandra. Sandra era en muchos aspectos lo opuesto a Lola, una mujer morena, ojos almendrados, de curvas contundentes y rotundas, cinturita estrecha,  grandes pechos, una mujer muy guapa de las que no pasan desapercibidas precisamente y además muy alta.

Charlamos y nos fuimos conociendo, poco a poco el ambiente se fue haciendo más distendido y cordial. Yo no podía dejar de mirar aquellas dos mujeres, mis vista pasaba nerviosa, de las magnificas piernas que Lola tenia, al fabuloso escote de Sandra. La forma en la que iban vestidas no ayudaba mucho, aunque las dos iban tremendamente sexi no caían en lo ordinario, ni en lo indecente.  Después de tomar el café, Sandra se disculpó y nos dejo en el café solos. Yo me sentía un poco disgustado, no por conocer a Sandra, en realidad era un mujer muy interesante, si no por el hecho que en nuestra situación debíamos ser especialmente discretos si no queríamos que la cosa se fuera de madre. Lola le quito hierro al asunto comentándome que era su mejor amiga y entre ellas no existía secretos, que con Sandra no habría ningún problema. Yo seguía contrariado, Lola se acerco a mí y con mirada picara me susurro al oído.

–No te enfades que te tengo reservada una sorpresita de las que tanto te gustan. Me cogió la mano y disimuladamente sin que nadie se percatara de ello me la bajo hasta su sexo, estaba húmeda y sin tanga. Eso me puso caliente, al instante me apresure a mirar para los lados para ver si podíamos ser vistos, pero la posición de la mesa en el café lo hacía totalmente imposible.

Lola me volvió a susurrar en el oído.

– Paga y sígueme. Yo me apresure por pagar mientras ella me tomaba ventaja en la salida del café, la vi como movía el culo de forma lasciva mientras andaba y con ese cimbreante movimiento que tienen las mujeres al llevar zapatos de tacón alto.

La seguí con discreción dejando unos metros de separación entre ella y yo.  La falda gris y ceñida le marcaba su maravilloso culo y la chaquetita color rosa le daban un aire sofisticado que tanto me gusta en las mujeres.

-Que culo, dios como lo mueve, joder como sabe ponerme a tono. Pensé mientras nos dirigíamos al parking  del centro comercial. Nos dirigimos hacia una salida poco habitual al Parking. Estaba en un pasillo bastante escondido de aquel centro comercial. Al llegar a la puerta del ascensor, estábamos solos en el pasillo. Lola hecho un rápido vistazo a su alrededor y al comprobar que estábamos solos, con una sonrisa deslizo su mano al borde de la falda, subiéndosela, dejándome ver su maravilloso culo y el conjunto de medias y liguero que llevaba puesto.

Sentí como mi polla se hinchaba en mi pantalón. Le di un cachete en el culo. Estaba excitado, con la garganta seca y deseoso de poder follarmela. La puerta del ascensor se abrió y entramos apresuradamente, ella apretó al -3.

Se cerró la puerta y me abalancé sobre ella besándola, ella respondía a mi ardor con su lengua y acariciando mi polla por encima del pantalón. Mis manos pasaron por debajo de su falda encontrando su coño mojadito y comencé a masturbarla. Acariciaba su clítoris con dos dedos y luego los metía al interior de su mojado chumino.

Llegamos al parking y la puerta del ascensor se abrió, nos recompusimos para que nadie se encontrara con un espectáculo inesperado, pero no había nadie en el parking, solo estaba aparcado el coche de Lola en aquella planta o en lo que se veía de aquella planta.

Salimos del ascensor, ella me bajo la cremallera y saco mi polla fuera, la sentía ardiendo y dura. Ella dejo de besarme para mirar como descapullaba mi pene brillante y morado de puro deseo.  Yo seguía magreando su pecho mientras no paraba de frotar y meter mis dedos en su coñito.

– Vamos al coche. Me sugirió lola y cogiéndome de la mano me llevo a su todoterreno, lo abrió y nos sentamos en los asientos de atrás que tenían los cristales tintados. Al mismo cerrar la puerta del todoterreno ella se puso de rodillas sobre el asiento, comenzó a lamer mi glande mientras me miraba con absoluta lujuria. Yo levante su falda hasta la cintura y seguí follandomela con mis dedos. Note como comenzó a mover las caderas de forma felina, el gusto la recorría y ella lo hacía notar.

–Quiero tu polla en mi boquita de zorra. Me dijo y luego se metió mi polla todo lo que pudo y comenzó a chupármela como una posesa, mientras acariciaba mis huevos y ano con sus manos. Con los pantalones en mis pies y con mi polla ardiendo en su boca, le saque una teta con la mano libre y comencé a estirar su pezón mientras aumentaba el ritmo y la profundad de mis caricias en su coño. De vez en cuando uno de los dedos con la que masturbaba su coño se introducía en su culo, provocándome más morbo y ella respondía metiéndosela más en su garganta y apretando sus manos sobre mis atribulados huevos.

Sin dejar de chuparme, uno de sus dedos se metió en mi ano, eso me sorprendió y intenté retirarme, pero ella comenzó a meter y sacar mí pene en su boca con rapidez, lo que impidió mi huida ya que el placer me cegaba. Yo notaba que estaba al borde del orgasmo y se lo dije.

–Me voy a correr zorrita, no lo aguanto más, sí no te quitas te llenaré de semen. Acerté a decir. A mi mujer la idea de que me corriera en su boca la desagradaba por lo que supuse que a Lola también, pero ella respondió moviendo su culo de forma más frenética y poniéndola más caliente de lo que estaba. Le estaba llegando el placer del orgasmo y se lo note, así que la folle con mis dedos a lo bestia.

Sentí como una holeada de placer que partía desde su dedo en el interior de mi culo a mi glande, sentía un gran hormigueo en mis huevos. De repente la primera sacudida de semen salió, llenando la garganta de Lola y ella comenzó a balbucear su orgasmo. Ya que  con mi polla en su boca no eran gemidos sino balbuceos y suspiros. Los movimientos de su cadera eran descontrolados y con cada uno de mis chorros de semen su placer se intensificaba hasta que por fin nos quedamos quietos, exhaustos y profundamente satisfechos.

Como comprenderéis después de semejante sorpresa, el enfado con Lola se me olvido completamente. Me acerco al coche con su todo terreno, ya que el mío estaba dos plantas más arriba.

–Sabes cuál es la fantasía de Sandra. Me soltó mientras me subía.

–Que le follen el culo y se lo llenen de semen. Dijo riéndose.

-y el soso de su marido dice que eso es antigénico y antinatural. Como dices tú dios le da nueces a quien no tiene dientes.

  • De veras. Le respondí yo, imaginando a esa rotunda hembra, a cuatro patas recibiendo una buena enculada.

-Sí definitivamente Dios le da nueces a quien no tiene dientes.

-Sabes, le has gustado mucho a Sandra. Lola me miró de reojo para captar mi reacción y esto no paso desapercibido para mí.

-Sí? Pero si es una chica muy alta. Siempre he pensado que a las mujeres les gustan los hombres más grandes que ellas.

  • Valiente tontería, a las mujeres lo que nos gustan son los hombres, hombres y con buenas herramientas, ya sean grandes o pequeños. Respondió riéndose.

Quedamos en vernos en su casa tres días después, estaría sola en casa y su marido de viaje. Tendría que buscarme una escusa para salir esa mañana del trabajo. Los días pasaron rápidos, pero la conversación con Lola seguía rondando por mi cabeza. El imaginarme a Sandra enculada por mí, me ponía muy cachondo.

Llego el día esperado y comente en la oficina que tenía que ver a un cliente y con esa escusa me dirigí a la casa de Lola. Ella me estaba esperando con un  vestido ceñido negro de escote pronunciado. El vestido era de lo más sexi, el escote generoso estaba unido por una  fina y plateada cadena y en cada lado de sus caderas el vestido no tenía tela, dejando así al aire la maravillosa piel de las caderas de Lola.

Nos dirigimos a su habitación entre besos y magreos. Ella me tumbo en la cama y comenzó a desnudarme, mientras yo me recreaba, observando el excitante cuerpo de Lola. Cuando estaba desnudo, ella comenzó a desnudarse para mí mientras se tocaba de forma lasciva y me lanzaba besos.

Inoportunamente sonó el timbre de la calle, Lola al ver cómo reaccionaba con alarma me tranquilizo.

-No es mi marido, el tiene llave, voy a echar un vistazo por la ventana a ver quién es. Me quede tumbado desnudo esperando el regreso de Lola. Al cabo de un momento entro Lola.

-Es Sandra, voy a ver que quiere, solo tardaré unos minutos. Se puso la bata y salió rápidamente.

Sandra, las imágenes creadas por mi imaginación enculando a su amiga, surgieron en mi mente, como si solo pronunciar su nombre despertara esos ocultos deseos.  El tiempo pasaba lentamente y por fin entro Lola.

Se abalanzó sobre mí, comenzó a masturbarme mientras me besaba con ardor, al poco tiempo comencé a disfrutar del cuerpo de Lola y al cabo de unos momentos más solo existía Lola en mi mente. Mi polla se puso dura y arrogante. Ella me puso su coño en mi boca, siendo este el preludio de un excelente 69. Ella me chupaba  lentamente, chupando con la punta de su lengua la base de mi glande y deslizándola por el tronco de mi pene a mis huevos.

Yo recorría primero los labios de su coño, luego comencé a saborear su néctar en el clítoris, mientras mis dedos jugueteaban con la entrada de su ano. Finalmente le succioné su botón arrebatado por el deseo y la más obscena lujuria.

Lola no resistió mucho aquella forma de comerle su delicioso sexo y subió encima de mi polla dispuesta cabalgarme de forma salvaje. Lentamente sé la metió, moviendo su culo de forma frenética una vez dentro. Lola estaba arrebatada, era presa del un loco deseo, se veía como la pasión y el deseo la dominaban. Yo la cogí de las caderas con mis manos y trayéndola  hacia mí, la ayude  a clavarse más mi palpitante pene.

–Te gustaría follarte a Sandra?  Seguro que te has imaginado con ella, clavándosela en su culo virgen. A que sí? A que sí? Repetía mientras me cabalgaba frenéticamente. Yo cachondo como estaba al verla cabalgarme de aquella manera, fruto de la lujuria, le respondía que debía de esta delicioso follarme el culo virginal de su amiga.  Lola moviendo las caderas de forma circular puso sus manos sobre mi pecho y acercando su cabeza a la mía me susurro.

– Has visto que par de tetazas tiene la golfa? Con ellas te podría hacer una cubanita. Te imaginas.

Y claro que imaginaba y sentía. Me estaba poniendo la polla como un clavo ardiente, su coño se contraía y con los movimientos de sus caderas, me estaba volviendo loco.

-Sandra por qué no entras y dejas que veamos lo golfa que eres? Dijo Lola en alto. Oí un suspiro procedente de la puerta de la habitación  y al mirar en esa dirección, pude ver a Sandra con un corsé  y medias negras.  Estaba magreando sus grandes tetas con una mano, mientras la otra se perdía en su coñito. Dios! Lola debía de haber dejado la puerta abierta y Sandra nos había estado observando todo el rato.

Ella comenzó a entrar tímidamente ante la invitación de Lola y se tumbo en la cama nuestro lado.  Eso me permitió observar a aquella excitante mujer.

Lola me descabalgó y yo me giré en la dirección de nuestra invitada. Que tetas tenia, la golfa. Comencé a magrearle las tetas y a besarla. Lola cogió de su mesilla un vibrador y le abrió las piernas a su amiga mientras comenzaba a deslizarlo  por su coño.  Sentí como las manos de las dos mujeres confluían en mi ardiente herramienta y como se repartían su botín. Mientras una agarraba mi pene otra acariciaba mis testículos alternándose, en su enloquecedor  manoseo.

Lola tomó la iniciativa y sin muchos  preámbulos se sentó sobre mi boca. Atrajo a Sandra para que tomara posesión de mi polla. Sandra comenzó a mover sus caderas de forma circular procurando que su coño se frotara todo lo posible conmigo y clavándose mi polla lo más profundamente que pudo.

La situación me tenía enloquecido, solo veía el coño de lola, que chupaba con desesperación y sentía el coño bien lubrificado de Sandra en su alucinante baile. El imaginar aquellas dos mujeres sobre mí, no me ayudaba a recuperar el control y si no le recuperaba pronto me correría.

-Has visto que polla más rica tiene? Le pregunto Lola a Sandra entre jadeos.

-Sí que es rica. Le respondió  Sandra terminando la frase con un gemido.

-Tenias que ver cómo me está chupando el condenado. Lo hace de locura Sandra. Mas, chupa más mi semental que estas dos hembras te vamos a dejar sequito.

-Pruébala. Pudo decir  como loca entre gemidos y las dos mujeres intercambiaron su posición. Mis ojos se posaron por fin en el abierto y rojo coño de Sandra. Tenía con unos labios abultados y estaba rematado con un gran clítoris al que comencé agasajar con una arrebatada pasión.

Tenía que pensar algo porque así iba a durar muy poco. Decidí tomar la iniciativa y las baje de encima de mí.

-Así que lo teníais todo pensado? Les dije. Pero va ser como yo quiera, zorritas. Le solté mientras continuaba sobando las tetas de Sandra. Ahora os vais hacer un 69 para mí.

Sandra me miró un poco aturdida, esto no debía de entrar en sus planes, pero al mirar a Lola vio como esta asentía, mientras le guiñaba un ojo. Se pusieron en la citada posición, Lola arriba y Sandra a bajo. Comenzaron a chuparse tímidamente y entonces descargue un azote en el culo de Lola y le dije:

-Con vicio, lamer con vicio. Lola se puso manos a la obra y Sandra aunque más lentamente  fue entrando en el juego. Yo mientras observaba como dos hembras fantásticas se comían en coño, y aprovechaba para calmarme un poco.

Aquel espectáculo me sacaba el lado más oscuro y vicioso. Me levanté y como lola tenía en culo cerca del borde de la cama, comencé a follarme su coño mientras Sandra le lamia el clítoris, de vez en cuando sacaba la polla y la metía en la boca de Sandra.

Aquello era enloquecedor y  las sensaciones eran desconocidas, hasta se me erizaban el pelo de los brazos.  El ver como Lola le comía el coño a su amiga, mientras le metía el vibrador, me ponía descontrolado de deseo, obligándome hacer grandes esfuerzos por controlarme.

Le dije que ahora le tocaba a su amiga, que alternaran su posición. Lo hicieron obedientemente, Lola le pasó el vibrador a su amiga y se puso a bajo mientras Sandra, me ofrecía su coño. El culo de Sandra era espectacular y como todo en Sandra era rotundo. Era una autentica jaca.

Se la metí de golpe y comencé a bombearle el coño profundamente, oía sus jadeos y sentía la lengua de Lola que alternaba el clítoris de su amiga y mis huevos. Sandra entre gemido y gemido le succionaba el coño a Lola como una auténtica posesa.  En esto Lola con la voz ronca del placer, paro un instante y dijo:

-El culo, cabrón mío, rómpele el culo, pero recuerda que es virgen por ahí y con un gemido intenso volvió a su quehacer.

Me ensalive el dedo índice y comencé a meterlo por el culo de Sandra mientras me la follaba. Sentí una pequeña resistencia al principio por lo que me dedique a acariciarle su ano hasta que la vi relajarse y entonces comencé a meterle el dedo. Notaba como iba entrando y la piel flexible de su culo se pegaba como una funda a mi dedo. Una vez dentro, la deje unos instantes para que se adaptara a él. Ella comenzó a mover otra vez sus caderas y comencé a follarme su ano con mi dedo muy lentamente.  Cuando su estrechito culo se había dilatado suficiente pasé a meterle dos dedos. Después de unos instantes así, ella estaba como loca y no me lo pensé más, saque mi polla, la encaré en su culo, la cogí de las caderas e introduje la cabeza de mi pene. Su agujero era estrechito y costo un poco. Lola le chupaba el coño, mientras ella soltaba suaves quejidos.

-Sigue, clávamela entera. Al oír estas palabras de Sandra, continúe metiéndosela sin pausa. Una vez toda dentro aguarde aquel ano pudiera adaptarse a mi polla que ardía. Sandra comenzó a moverse para sacar y meter mi pene en su culo y sus gemidos eran sonoros y profundos. Yo la deje hacer y cuando la cogí de las caderas para  bombearle bien el culo, le llegó el orgasmo a Lola de forma escandalosa, entre profundos jadeos y pequeños gritos.

Me la estaba follando por el culo con fuerza y ya no me andaba con contemplaciones, se la metía de forma profunda en su estrecho culo. Ella, ya con su boca libre del coño de Lola después de su escandalosa corrida, había incorporado su cuerpo lo que me permitía follarmela más duramente y oírla como gemía. Yo, ya no podía mas mi polla nunca había estado tan hinchada, así con las pocas palabras que me salían se lo dije.

-Espera un poco que me está llegando y es bestial, espera, espera. Creí oírla decirme entre jadeos, gemidos y lamentos gozosos.

Y fue Lola la que de verdad tuvo el merito de que no me corriera, por que cuando me disponía hacerlo, sentí como ponía una goma que apretaba la base de mis huevos, la apretaba bien. Esto impedía que me corriera  pero no que gozara como un loco.

El cuerpo de Sandra comenzó a estremecerse  y ella a gritar un repetido sí. Y Lola libero mis huevos, aquello fue indescriptible, una corriente eléctrica de placer paso por todo mi cuerpo y con cada chorro de esperma se repetía, apenas lograba coordinar mis movimientos y Sandra seguía con su orgasmo, moviendo la cabeza a uno y otro lado, agitando la melena entre  sonoros sis. Cuando me tumbe en la cama exhausto, no podía ni respirar. Aquel día, luego entre risas lo bautizamos como el  día de la primera, era mí primera vez con dos mujeres, su primera vez con una mujer, su primer orgasmo anal, su primer orgasmo con una mujer, un sinfín de primeras para una tarde de primera. En fin que a quien le amarga un dulce.