Una tarde de domingo en el cine 2 - Obsesiones
Segunda parte del relato Una tarde de domingo en el cine. Este relato fue publicado el pasado octubre con el título "El lunes siguiente: Obseciones y sueños" y fue borrado accidentalmente
Después de pasar una tarde de domingo que me resultó tan impactante en el cine, llegó a casa sumido en mis pensamientos en torno a mi madre, a Jorge y a mis compañeros de clase.
Tengo miedo de encontrarme con mis padres, especialmente con mi madre, ya que seguro que me nota raro, por lo que intentaré en lo posible evitarla, al menos hasta que me serene.
Por este motivo, al llegar a casa me limité a saludar nada más llegar para meterme a continuación en la cocina para coger algo de comer, con el fin de meterme inmediatamente a mi habitación.
Pero fue mi madre la que desbarató mis planes, apareciendo detrás de mí en la cocina. Me dio un vuelco el corazón, pero ella no debió notarlo ya que saludó muy alegre, dándome un beso en la mejilla.
Me preguntó si había tomado algo y si quería que me preparara algo, mientras me daba la espalda buscando algo en los armarios, inclinándose hacia adelante para coger la sartén de un cajón.
Mis ojos se fueron sin querer a su culo respingón y me la imaginé levantándola la falda por detrás, bajándola las bragas y metiéndosela por detrás.
Me estaba empalmando pero la dije que no tenía muchas ganas de cenar, que picaría algo de la nevera y me iría a la cama ya que estaba algo cansado.
Se levantó y me miró a los ojos. Algo extraño había notado en mí.
La di la espalda para que no notara mi erección y abrí la nevera, haciendo como si buscara algo para comer.
Me preguntó que tal lo había pasado, a donde había ido y preguntas similares, a las que respondía como podía, si es posible con monosílabos pero siempre dándola la espalda.
Ahora me preguntaba si estaba preocupado por algo, si quería comentárselo.
Me veía comentándola que la había visto desnuda follando en el cine, en compañía de un montón de compañeros de clase y que todos nos la habíamos estado cascando mientras tanto.
La respondí que nada importante que no pueda solucionar con mis compañeros.
Pensé que podía haber completado mi respuesta con la coletilla: “y la mejor solución es que te echemos unos buenos polvos”.
Como no lograba sacarme nada, me dijo que se iba a ver la televisión al salón con mi padre, y que tomara lo que quisiera.
Pensé en que lo único que ahora me apetecía tomar era a ella, a mi madre.
Me dio un beso en la nuca y marchó.
Se me había puesto la piel de gallina por el beso y me entraron ganas de agarrarla y besarla con pasión la boca, las tetas, todo.
Tomé algo rápido allí mismo en la cocina, de pies, y me fui a la cama.
Me costó bastante dormirme, recordando una y otra vez las escenas de la película donde aparecía ella, y me hice una buena paja que me ayudó a dormir.
Recuerdo un sueño que más o menos transcurría de la siguiente manera:
- Mi madre viste un uniforme de criada muy ajustado con la falda muy corta y la parte delantera del uniforme con varios botones sin abrochar que dejan ver casi todas las tetas.
- Tiene la edad que tiene ahora, 40 años, no la que tenía cuando trabajó en la película, pero está impresionante, con unas tetas enormes que amenazan con reventar el uniforme, y un culo respingón de escándalo.
- Tiene los ojos muy pintados de oscuro, así como los labios de un rojo muy vivo.
- Se agacha a hacer la cama, y se la sube la falda, enseñando todo el culo, ya que lleva un tanga microscópico que desaparece entre sus cachetes.
- El culo se le mueve al hacer la cama. Es como si lo tuviera bailando.
- Unas manos se acercan a su culo, son las mías.
- Detrás de las manos parece una polla enorme, ancha y larga, llena de venas, tiesa y dura, apuntando al centro de su culo. Es mi polla.
- Mis manos la soban su culo a placer, por todas partes, arriba y abajo.
- La abren los cachetes y allí está la tira del tanga.
- Lo aparto con los dedos y allí están sus gloriosos agujeros, los dos.
- Los acarició con mis dedos, arriba y abajo, derecha e izquierda.
- La meto un dedo, primero poco a poco, luego otro dedo y otro, los meto y los saco como si estuviera follándomela con los dedos, cada más más profundo.
- La oigo gemir, suspirar fuerte.
- Restriego también mi polla por sus cachetes, dentro de ellos, arriba y abajo.
- Gime cada vez con más fuerza.
- La sujeto por las caderas y la meto el pollón dentro del culo, hasta que desaparece todo.
- La oigo gritar de placer.
- Se la meto, se la saco. Me la estoy follando, cada vez con más fuerza.
- Grito de placer.
Y me despierto sentado en la cama, me he corrido y estoy empapado de sudor.
Cojo un pañuelo de papel para secarme el esperma que llena mi ropa.
La puerta se abre, es mi madre con un camisón corto y transparente.
¿Continúo soñando?
La he despertado gritando y ha venido por si me pasaba algo.
Lo que me pasa es que quiero follármela.
La tranquilizo y se marcha.
A la mañana siguiente, cojo cualquier cosa de la nevera y salgo hacia clase casi sin despedirme de mis padres.
En la entrada de clase, Jorge me saluda con una sonrisa cómplice, pero no hablamos nada más para entrar en clase.
A media mañana en un descanso que tenemos nos cuenta a los compañeros de cine que no ha parado de soñar toda la noche que se estaba follando a la morena de la película, y nos cuenta con detalle como lo ha hecho. Todos aportan cosas, y yo no voy a ser menos. Al fin y al cabo somos una pandilla y no puedo quedarme descolgado.
Pero también oyen nuestros comentarios otros estudiantes y alguno se queda incluso a escuchar.
Uno de los que nos escuchan es un matón bastante grande, repetidor de varios cursos, que se mete con todos y que ha pegado a más de uno, por lo que todo el mundo le teme.
Nos pregunta de que película se trata y donde la echan.
Cuando se lo decimos, nos dice:
- Seguro que es una película de maricones, como vosotros. Pero si me pajeo con la película, me acordaré de vuestras madres, mariquitas.
Y yo me imaginé a mi madre con este bestia. ¡Me entraron escalofríos de solo pensarlo!.
Cuando se marcha, uno de los compañeros nos dice:
- ¡Este, si se la mete a la morena, se la saca por la boca, el muy bestia!.
A lo que Jorge responde:
- ¡Mejor que no coja a nuestras madres!, ¿no?.
Y se ríe mientras me mira, el muy hijo de puta. ¿O soy yo realmente el hijo de puta?.
No pare en toda la mañana en pensar en mi madre.
Recordé que hoy mi madre iba a clases de sevillanas por lo que llegaría a casa más tarde que de costumbre y, como mi padre no solía llegar a casa antes de las diez de la noche, tomé la determinación de buscar en la casa algún artículo de mi madre con el que poder pajearme. Pero sobre todo lo que buscaba era alguna película en la que se follaran a mi madre.
Se me ocurrió que mi madre más que clases de sevillanas, lo que necesitaba eran sesiones intensivas de folleteo conmigo.
Me la imaginaba sin nada debajo del vestido de sevillanas, e incluso solamente con zapatos de tacón taconeando por toda la sala mientras yo la perseguía para follármela.
Al llegar a casa no encontré a nadie como estaba previsto y eche la cadena a la puerta de entrada a la casa.
Me puse rápidamente a buscar primero en el dormitorio de mis padres, teniendo mucho cuidado en dejar las cosas como las encontraba.
La lencería de mi madre me resultó muy sugerente, especialmente los tangas diminutos, muchos parecidos al que llevaba en la película, e incluso más pequeños, si eso era posible. Otros tenían una abertura para que se la follaran con el tanga puesto. Sostenes diminutos que cubrían solamente los pezones o que simplemente realzaban el busto sin tapar nada. También había medias, ligas y ligueros que solamente pensar a mi madre con ellos puestos me producían casi un orgasmo. Los vestidos, minifaldas y zapatos de tacón no desmerecían a la lencería.
Encontré un cajón cerrado con llave, que, con ayuda de un cuchillo de cocina, pude abrir sin dejar marcas apreciables, pero, para mi desilusión, no contenía ningún artículo que me motivara sexualmente.
En el estante superior del armario, después de quitar la ropa, encontré un panel que sonaba a hueco, logré abrirlo y me encontré un vibrador negro que imitaba a uno real pero de grandes proporciones, por lo que dudé incluso que pudiera entrar a mi madre.
También encontré esposas y ropa de látex muy brillante, como un vestido corto, un body y bragas.
No me imaginaba a mis padres jugando juntos con todo esto, pero solamente imaginarme a mi madre con esto puesto me ponía malo, enfermo de deseo.
Ya la estaba viendo desnuda, tumbada en la cama, con las manos esposadas a la cabecera, y yo con ese enorme vibrador metiéndosela una y otra vez.
Me daba cuenta que había aspectos de mi madre que eran totalmente desconocidos para mí, y me sentía abrumado. ¿Qué me podría encontrar?.
Como era casi la hora en que solía llegar mi madre de las sevillanas, coloque todo como estaba para que no notaran nada.
Solamente me faltaba por abrir la caja fuerte que estaba en la parte inferior del armario, camuflada en un cajón, pero no tenía la combinación. Ya veríamos si la podría conseguir.
Pero antes puse encima de la cama de matrimonio uno de los tangas diminutos de mi madre, el más parecido que encontré al que llevaba en la película, y me hice una buena paja imaginándome a mi madre.
A los pocos minutos llegó y esta vez si que pude disimular que no pasaba nada. Todo parecía de lo más normal.
Por la noche ya en la cama, agudice mi oído y me pareció oír a mis padres en su dormitorio. Y lo que nunca había hecho, acercarme sigilosamente por la terraza a la ventana de su dormitorio y mirar bajo la persiana casi bajada.
Allí estaba mi madre sobre la cama de espaldas a la ventana, desnuda, de rodillas sobre mi padre al que apenas veía, subiendo y bajando despacio, su culo blanco se movía arriba y abajo, arriba y abajo, sobre las pelotas de mi padre y con toda la polla dentro de su conejo.
Me dio una terrible envidia de mi padre, me hubiera gustado estar en su lugar follándome a mi madre, a ese culo macizo y respingón que movía sus músculos en cada movimiento, en cada subida y bajada.
Su culo subía y bajaba cada vez más rápido, así como los gemidos de mi madre, hasta que todo paró.
Me aleje hacia mi dormitorio sin hacerme notar.
Oí el agua del baño de mis padres, y me imaginé a mi madre desnuda bajo la ducha, masturbándose, ya que creó que fue mi padre el que tuvo el orgasmo.
Seguro que mi madre, al no tener un orgasmo, estaba aún deseosa de polla, de que se la metieran una y otra vez hasta la descarga final.
No entendía en ese momento que hacía mi madre con mi padre.
Ella tan excitante y él tan aburrido, solo pensando en el trabajo.
Supongo que sería el dinero que aportaba mi padre, pero ella debería tener alguna “motivación extra”: un amante.
Fue la primera vez que pensé que mi madre tenía un amante.
Esa noche volví a soñar con mi madre:
- La veía desnuda en la cama, de rodillas, encima de mí, con las piernas abiertas y mi polla dentro de su conejo.
- Subía y bajaba, subía y bajaba, me estaba follando.
- Sus tetas enormes, erguidas, se balanceaban en cada subida y bajada.
- Aureolas oscuras casi negras y pezones como pitones de los toros, apuntando al techo.
- Me sonríe.
- Está hermosa, nunca la había visto tan hermosa con su media melena, ojos oscuros brillantes, labios sonrosados y brillantes.
- La acarició las tetas, duras como piedras, los pezones. Luego bajo a las caderas, a sus nalgas. Noto sus músculos, sus carnes duras, como se mueven cuando ella sube y baja.
- Sube y baja despacio, para saborearlo mejor.
- Detrás de ella, hay una ventana con la persiana casi bajada y alguien mirándonos a hurtadillas por ella.
- Le veo la cabeza, ¡es mi padre!.
- Me quedo paralizado, horrorizado.
- Empieza a entrar por la ventana, sin hacer ruido, se acerca la cama, a nosotros.
- Mi madre continúa follando, como si no hubiera oído nada.
- La sombre de mi padre nos cubre.
- La cara de mi madre cambia, refleja miedo.
- Para, se empieza a girar.
- Mi padre la inclina la cabeza y el cuerpo hacia mí.
- Mi madre chilla.
- Mi padre se la ha metido por detrás, por el culo, y se mueve rápido, con energía, adelante y atrás.
- Sus manos la agarran las tetas, las manosean.
- La estamos follando los dos.
- Mi madre abre una boca enorme y chilla, chilla de dolor.
En ese momento me desperté, aterrado.
El placer se había convertido en una pesadilla.
Tardé en relajarme hasta que volví a dormirme, y recuerdo que volví a soñar con mi madre:
- Mi madre está tumbada en la cama, boca arriba.
- La veo sus tetas enormes, balanceándose.
- Estoy de pies a los pies de la cama y ella tumbada, totalmente desnuda, boca arriba, con sus piernas estiradas sobre mis hombros.
- Mi polla desaparece dentro de su conejo y vuelve a aparecer, desparece y aparece.
- Me la estoy follando.
- Me sonríe, está hermosa, nunca la había visto tan hermosa.
- Tiene los brazos estirados hacia la cabecera de la cama.
- Sus muñecas están esposadas a la cabecera de la cama.
- Sus tetas enormes, erguidas, se mueven adelante y atrás.
- Mis manos acarician sus tetas, se las soban más y más.
- Hay un espejo enorme, situado al lado de la cama.
- Me veo reflejado en él, como me muevo, como estoy follando, y a mi madre espléndida, con una piernas torneadas y largas encima de mis hombros.
- Me quedo un rato mirándolo.
- Luego vuelvo a mirarla, sus tetas, su cara.
- Hay otro espejo en la pared, en la cabecera de la cama.
- Miro y veo reflejada en el espejo ¡la cara de Jorge!, ¡se ríe!.
- ¡Es Jorge el que se la está follando, no yo!.
Me despierto sobresaltado.
El placer se ha vuelto a convertir en pesadilla.
Primero mi padre, y luego Jorge. Pero yo la quiero solamente para mí, para follármela yo solo sin que nadie me moleste.
Miro el despertador, es casi la hora.
Un nuevo día me espera. ¿Que sorpresas me esperan? ¿Y a mi madre?.