Una tarde de cine (4: el año que viene...)

Una tarde de cine entre estos dos amantes del sexo.

Llegó el verano y con él las vacaciones. Una amiga de Elena vivía en la misma ciudad de Iván e iba a ir de vacaciones fuera del país, a ella, se le ocurrió coger 15 días de sus vacaciones e irse a casa de su amiga para estar cerca de él.

A Iván le encantó tenerla tan cerca, así podría tenerla cada día, aunque fuera un rato, llegar a su casa con la esperanza que al día siguiente, la volvería a ver, sentir y amar. Y a ella, saber que estaba bajo el mismo techo, le era suficiente, podría estar allí, pasear sola, pensar en sus cosas y estar con él, el plan era magnífico.

La primera tarde quedaron en un cine a la hora que él salía de trabajar. Era una de esas películas independientes y subtituladas que nadie iba a ver, el cine estaba vacío, a penas diez personas más iban a ver se tormento. Ella esperaba dentro, estaban en su ciudad y debía ser precavidos. Cuando se sentaron y las luces se apagaron, él la abrazó y la besó tiernamente, durante un largo rato, acarició por encima de su ropa sus pechos, su pelo, enredando su mano en él, tocando su cara, era ella, su Elena, estaba allí con él y estaría muchos días.

Ella le correspondía a los besos, sentía su calor, su olor tan característico a él, ese perfume suave que solo pertenecía a su hombre, de nuevo juntos desde aquella última vez en la casa de campo, donde él no quiso follarla sino quererla, ahora, de nuevo juntos como adolescentes, envueltos en la oscuridad de un cine desatando se pasión en silencio.

Iván bajó su mano y buscó su cintura, Elena llevaba un pantalón vaquero. Se libró de su botón y escondió su mano allí, ella se resbaló un poco para que el pantalón cediera lo suficiente para que Iván pudiera meter la mano cómodamente. Y así lo hizo.

Comenzó a acariciarla suavemente encontrando su deseo por él. Ella inspiró profundamente, él, apoyado en su hombro, la besaba por el cuello haciendo que ella se estremeciera y suspirara. El estar allí en el cine, a oscuras y en silencio, la excitaba aún más, sentir su aliento tan cerca, notar su respiración en su cuello, sus labios, su lengua…Sus dedos acariciando su botón más apreciado, de arriba abajo, sin prisas, sin pausas, su piel… Como le deseaba y el deseo desbocó en un orgasmo que la obligó morderse los labios para no gritar, apretando la mano de él con sus muslos prietos. Cuando Iván retiró de allí su mano, la besó en los labios profundamente, mordiéndoselos, invadiendo con su lengua la suya, sintiendo su pasión por él.

La película continuaba y ahora ella, abrazada en su brazo, reposaba su cabeza sobre su hombro, como cualquier pareja que va a l cine, solo que se antojó meterle mano, igual que él había hecho con ella.

Cuando la depositó sobre su sexo, estaba ya dura, ella se cercó a su oído y le preguntó si le gustaba la película, él no pudo reprimir una carcajada. Bajó la bragueta y sacó a su preciosa arma de placer del pantalón. La cogió delicadamente con su mano, descubriéndola para ella, y, ni corta ni perezosa, se inclinó sobre ella para mamarla a gusto.

La polla de Iván en su boca latiendo, era algo que le encantaba, la hacía sentir muy deseada y eso la encendía más. Bajaba y subía la boca muy despacio, saboreándola como si fuera a ser la última vez en la vida que se la metía en la boca, acariciaba el glande con sus labios jugosos, lo besaba, jugaba con su lengua en torno a él, podría pasarse así toda la película, toda la vida si le fuera posible, en aquel entonces se le ocurrió pensar que ese hombre la había hechizado.

Iván la llamó muy despacito, le pidió que parara, que no podría aguantar mucho más, pero ella, lejos de hacerle caso, comenzó a succionarla hacia fuera fuerte y a tragársela hasta el fondo hasta que unas palpitaciones le avisaba que el final estaba por venir. Iván la agarró de la cabeza en el momento de correse, allí en su boca caliente, en su garganta profunda, ella no la sacó hasta que él se vació por completo tragándoselo todo sin contemplaciones.

El suspiró fuerte, tuvo que sentir el orgasmo sin poder expresarlo pero fue fantástico.

Poco después acabó la película y él la acompañó a la casa pero sin subir. Mañana, muy temprano vendría, antes de ir a trabajar para darle se regalito que tanto ansiaba darle y lo cierto es que, dejarla allí sola, toda una noche desperdiciada le ponía de los nervios, pero, no podía hacer otra cosa así que la recompensaría tanto que olvidaría esa noche solitaria en su ciudad.