Una tarde cualquiera.
En realidad no...
**Nota previa
: el relato no contiene nombres ni descripciones físicas de los personajes, si os gusta comentadme como os los habéis imaginado.**
Le agarré la mano con viveza y delicadamente acercándole a mí. Él me miraba perplejo, no sabía ni qué estaba haciendo ni lo que quería, pero me siguió el juego tal como si se tratase de una simple broma. Pasaron segundos bajo un silencio sepulcral, estaba hasta yo mismo indeciso, de manera que seguí acariciándole la mano mientras una sonrisa pícara se dibujaba en mi cara.
- ¿Vas a limitarte a acariciarme la mano?, hay otras cosas que podemos hacer… - dijo mientras una leve risa se perdía en la muda habitación.
Un rubor subía desde mi estómago repartiéndose por el resto de mi cuerpo. De verdad que no sabía que hacer, tenía miedo a la reacción y la inmediata consecuencia que derivaría aquella acción.
Bajé la mano y deshice la unión de manos, había ido a pasarle unos simples apuntes, además, estaba convencido, al menos en gran parte, que no debía seguir. El calentón ya me lo bajaría más tarde yo solo en mi casa.
- Ya… ya te daré besitos luego, que supongo que tienes prisa por ver los apuntes- dije fingiendo parecer despreocupado- ¿dónde está tu ordenador?
- En mi habitación, esa habitación de ahí – respondió mientras se volteaba señalando detrás suya una habitación de la casa
Desde luego, tenía un cuerpo digno de desear y mirar… pero su mayor fuerte era lo guapo que era. Tras iniciar su marcha hacia la habitación, no me lo pensé dos veces y le empujé adelantándole para llegar antes que él a la habitación.
Abrí la puerta encontrándome con una habitación bastante desordenada pero a la par, el Sol que entraba por la ventana le confería alegría, me fijé que el ordenador estaba encendido… pero, de pronto sentí un placaje por detrás y acabé tumbado boca abajo en la cama con él encima.
- Si querías sexo haberlo pedido desde un principio tío… - bromeé
- Tú sabes que lo que quiero es violarte ese culito – respondió mientras se alzaba de la cama y le daba al botón de reiniciar rápidamente.
¡Qué raro! ¿Por qué habría reiniciado el ordenador tan de golpe mientras creía que no miraba?
- Bueno, dame el pen drive que me pase los apuntes. Maldito ordenador, se había bloqueado…
Inició sesión y se dispuso a copiar el archivo a su ordenador pero sonó el teléfono y tuvo que ir a atender la llamada.
Todo esto ocurría mientras yo estaba atento tumbado en su cama, pero la curiosidad pudo conmigo y me levanté para tratar de averiguar que supuestamente me ocultaba. Accedí al historial y entonces vi algo que me dejó perplejo… páginas porno, pero no comunes, eso no me habría asombrado en él, porno de… ¿lo adivináis? de temática gay.
Ante tal descubrimiento me limité a dejar el ordenador como estaba antes de mi incursión y volví a tumbarme en la cama mientras una gran duda se abría paso a gran velocidad en mi cabeza.
- ¿Me has echado de menos?, eran mis padres, dicen que volverán la semana que viene del pueblo.
Me limité a mirarle a los ojos, ¿era gay, bisexual o hetero?, no podía descartar nada, a fin de cuentas podría haber mirado casualmente por probar, podría haber utilizado el ordenador alguien de la casa… además, ser gay no implicaría que le gustase…
Navegaba en un mar de dudas elucubrando e hilvanando suposiciones.
- Mejor, así podremos jugar a algún videojuego sin que tus padres pongan pegas - comenté yo
- Bueno, esto ya está, gracias por los apuntes, me serán de gran ayuda.
Las dudas me perseguían, las propias de reconocer mi propia sexualidad (no muy clara, por cierto), se juntaron con las actuales en una vorágine que me absorbía y me hacía actuar cual autómata. Sin embargo, saqué fuerzas de algún lugar y conseguí decir:
- ¿Puedo quedarme a comer aquí?, luego vemos el partido de fútbol o algo.
- Claro, pensaba encargar algo en el restaurante de comida china de abajo – contestó tomando la iniciativa
- No tengo dinero ahora mismo… ¿me lo puedes prestar?
- Claro, pero te cobraré cierto interés especial – replicó guiñándome un ojo
No sabía si podría aguantar las bromas toda aquella tarde, pero el plan aun así sonaba muy interesante para divertirse y si se presentaba ocasión podría preguntarle directamente…
La comida fue bastante agradable tanto por los alimentos como por la compañía, transcurrió bajo una acalorada charla sobre amistades comunes.
Pasó el tiempo sin haber ningún acontecimiento de relevancia hasta que llego el turno de ver el partido. La televisión estaba en medio del salón y solo había un sofá, bastante grande pero conociéndonos lo ocuparíamos entero tumbándonos.
Empezó el partido, tenía mucha importancia el partido y la calidad de los dos equipos enfrentados auguraba un encuentro emocionante. Los jugadores realizarían toda una exhibición de técnicas y físico. Un recital de calidad.
Nos sentamos, cada uno tumbado en la parte que le correspondía y nos dispusimos a ver el partido.
El encuentro transcurrió con normalidad y pausa hasta el gol del equipo local
- ¡Joder! – gritó mi amigo – que asco… ¡vamos, joder, vamos!
- Tranquilo, ya verás como remontamos luego – dije yo casi sin creérmelo. Mi amigo era bastante impulsivo y vivo, además era todo un forofo.
El partido a partir del gol se encendió y paso a estar muy disputado, como si al equipo visitante le hubiese costado el gol encender la maquinaria. Los jugadores batallaban por el balón e intentaban a toda costa superar a sus oponentes.
Un gol del equipo visitante anunció el empate en el partido, con el que aumentarán aun más las revoluciones del partido.
- ¡Bien! ¡Joder! GOOOOOOOOOOOL GOOOOOOOOOOOOOLAZO – gritaba mi amigo sin control
Me abrazó por la emoción y seguimos viendo el partido esta vez más juntos.
El partido seguía a un ritmo desquiciante y agotador para los jugadores y de infarto para los espectadores. Sin embargo, el reloj indicaba que probablemente se acabaría en empate.
Último minuto, el equipo visitante logra mediante un tanto impresionante desde fuera del área remontar el partido y adelantarse en el marcador lo que significó la victoria de nuestro equipo.
El salón explotó de júbilo y, gritando y bailando de alegría, nos abrazamos celebrándolo… se respiraba victoria en el ambiente, tanta que me deje llevar y acabé besándole en la mejilla en un arrebato de felicidad.
- Vaya… eh… sí que te has dejado llevar ¿no? – comentó mi amigo
Se me hizo un nudo en el estómago, ¿qué demonios había hecho?, la había liado y mucho.
- Me… me he tropezado tío, lo siento - conseguí balbucear.
¿Qué he hecho?, nunca había hecho nada parecido en mi vida. ¿Qué pasaría ahora?... Joder… sentía el pulso cardíaco en la cabeza, como un prisionero esperando al verdugo para su ejecución.
- Preferiría un beso en otro sitio.
Sonrió y señaló con sus dedos sus labios mientras me miraba atentamente.
Simplemente me acerqué, coloque mis manos sobre sus brazos mientras me acercaba y deposité un beso en sus labios. El contacto fue fugaz y me aparte para ver su reacción. Sus ojos brillaban y se había ruborizado.
- Te quiero – dijo lentamente.
Acto seguido volví a la carga con más fuerza y abrazándole fuertemente me fusioné con él en un beso, mi lengua se entrelazaba con la suya. Mientras tanto, mis manos jugueteaban acariciándole el pelo y abrazándole sintiendo el calor que emanaba de su cuerpo.
Bajando la cabeza, dejó de besarme y pasó a besarme el cuello con lujuria, sentía como su lengua se deslizaba sobre mi piel mientras me estremecía de placer. Mis brazos rodeaban su espalda acercándolo más y más.
Hacia tiempo que habíamos dejado de ver la televisión. Mediante un ligero empujón nos recostamos sobre el sofá él encima de mí. Su lengua y sus abrazos reflejaban toda la excitación y viveza que había mostrado durante el partido. Me quitó la camiseta y fue bajando poco a poco hasta llegar a los pectorales. Con intensidad y pasión comenzó a lamer las aréolas repasándolas con movimientos circulares hasta que con rápidos movimientos con la lengua paso al pezón mordisqueándolo… me estaba poniendo a cien, pasando de un pezón a otro sin parar.
Ante tal excitación, rodeándole fuertemente en un abrazo por el cuello le empecé a mordisquear la oreja mientras él ahogaba gemidos contra mí.
De pronto, se levantó y empezó a quitarse la camiseta lentamente haciendo un striptease mientras sonreía maliciosamente, se desabrochó el cinturón y bajándose a las rodillas el pantalón.
- Ven aquí… te gustará… - me pidió susurrando pausadamente.
No tenía muy claro si me gustaría, pero estaba, para que engañarlo, cachondísimo. Así que me incorporé y arrodillándome en el suelo me situé al lado suyo. Podía sentir su respiración algo alterada como deseando que empezara la fiesta.
Con la mano palmeé el bulto obvio que se había formado bajo el slip, era un tacto curioso, caliente y duro, nunca antes había tocado otra que no fuera la mía.
Arrimé la cabeza y lamí sobre la ropa interior comenzando a masajear sobre la tela, bordeando su contorno. No pude resistirlo más y abordé la tela dejando al descubierto su miembro. Era muy grande y estaba totalmente erecto.
Rodeándolo con las dos manos le empecé a pajear mientras observaba como el glande aparecía y desaparecía ocultándolo con el prepucio. Le besé la punta y lamí toda su longitud por el lateral.
- Por favor… - dijo.
Dicho esto introduje parte de su longitud en mi boca y con la lengua y mis labios sucediendo a movimientos inexpertos pero cada vez dominando más la técnica.
Los gemidos aumentaban paulatinamente en frecuencia y periodicidad a la vez que en intensidad.
- Ahora te toca disfrutar a ti – dijo mientras me ayudaba a levantarme y nos tumbábamos los dos en el sofá antiparalelamente.
Mis pantalones y ropa interior volaron por el salón dejando al descubierto mi mástil, que sin miramientos introdujo en su boca. Estábamos haciendo todo un 69.
Sentía el calor y humedad de su boca y como la lengua se movía vigorosamente por toda la longitud de mi polla, era una sensación indescriptible. Mis gemidos eran transmitidos a su miembro aumentando la presión que hacía sobre él con mis labios. La respiración era agitada y totalmente desacompasada, era un frenesí de placer, no sabría decir cuánto tiempo podría durar pero me gustaría mantener esta sensación bastante, que fuese una meseta eterna.
Me ardía la cara y todo el cuerpo en general, sentía espasmos de placer que se multiplicaban al sentir como mi amigo me abrazaba cada vez más y más fuerte.
Estaba realmente poseído por esta marcha cuyo destino era el puro goce. Los gemidos se incrustaban en mi cabeza y se producían al unísono.
Sentía las contracciones de su glande en mi boca. Pronto llegó al clímax y sin apartarse, desbordó toda mi boca. Al notar este cambio en mi boca, me corrí irremediablemente yo también. Sentía como mis venas se estenosaban, mi cabeza me explotaba, mi corazón bombeaba sangre sin descanso, todo mi cuerpo estaba al máximo y se expresaba mediante gemidos.
Tras llegar al cénit, me separé de él y me puse en su misma posición frente a él tumbados en el sofá. Nos abrazamos mientras nos relajábamos de toda la tensión soportada anteriormente.
No hubo palabras, solo me aparté y me quedé mirándole a los ojos y él a los míos.
La modorra y cansancio pudo conmigo y me quedé totalmente dormido, saturado de tanta acción en tan poco tiempo. A lo lejos, se oía el sonido de la televisión que se difundía a lo largo de toda la habitación.
¡Menudo día…!