Una tarde con mi amo

Allí estábamos los dos, en esa barra del bar. Un bar oscuro, lleno de gente, con un ligero olor a rancio. La media de edad que nos rodeaba rondaba los treinta y...

Yo vestía unos vaqueros finos y bien ajustados de color azul claro, una camisa larga que alcanzaba el medio muslo y unas botas de tacón, ambos de color caqui. La blusa era holgada, amplía pero a la vez, resaltaba mi figura, tenía un ligero tono trasparente que con el exceso de luz dejaba traslucir el sujetador de media copa que me había regalado el, mi amo, a juego con el culot. Por último, y como prenda indispensable estaba aquel precioso collar que rodeaba mi cuello, era negro de cuero con pequeños adornos de metal y una plaquita colgando de el que ponía claramente, “ Lidia, propiedad de AMO JORGE”, eso era, su perra. El estaba ahí, junto a mi...con sus vaqueros ajustados y camisa blanca, mirándome como si de un trozo de carne se tratara. En ese momento, me di cuenta de que todo el bar estaba lleno de hombres, o al menos en su mayoría, y todos me miraban lujuriosamente.

Mientras observaba cada mirada clavada en cualquier parte de mi cuerpo, oí:

  • Mira Perra, ya tienes caliente a todo el bar. Vamos a jugar.
  • ¿A que quiere jugar, amo?
  • Coge un hielo, chúpalo sensualmente, calentándolos como tu sabes. Haz lo que sea necesario, pero quiero que al menos uno te intente meter mano, que coño.. Que te meta mano perra.

Entonces apoyándome en la barra para alcanzar el otro lado, levantando ligeramente los pies del suelo, poniendo el culo en pompa y ofreciéndole la perfecta vista de mi escote al camarero cogí un hielo de una cubitera tras la barra. Mientras estaba aún así, sentí una fuerte palmada cayendo sobre mi culo con fuerza, reconocía esos golpes, era mi amo, le sonreí al camarero, baje de la barra y comencé a chupar el hielo, repasando lentamente a todo el bar con la mirada.

  • Que cara de guarra tienes perra, ya estas pensando en todas esas pollas verdad puta?

Seguí chupando el hielo, comencé a sobar una de mis tetas,. Baje el hielo por mi cuello desnudo hasta alcanzar la camisa, y así como estaba, por encima de la tela comencé a restregar el hielo por mis pezones poniéndose duros y provocando que la camisa trasparentase lo ligeramente oscuro de mi aureola. Entonces, por un segundo me distraje mirando a mi Amo, y entonces note como una mano extraña cogía mi pecho con fuerza y pellizcaba mi pezón.

  • Felicidades, perra. Ve al baño y traeme tu ropa interior, toda. En la mano.
  • Si, Amo.
  • Y por supuesto no te toques puta, que se que ya lo estas deseando – gritó entre la gente cuando yo ya me dirigía al baño.

Tal cual lo dijo, agache la cabeza encaminándome hacia el baño. Entré, cerré la puerta tras de mi y comencé a desnudarme para quitar la ropa interior como él me había ordenado. No tardé siquiera un minuto cuando salía del baño con mi ropa interior de encaje en la mano, que ya hacía rato estaba empapada de mis flujos.

  • Tome amo- dije
  • Muy bien mi perra – dijo mientras revolvía mi pelo como quién realmente felicita a un animal – ahora, alguno de vosotros quiere la húmeda ropa interior de esta puta?, mirad esta empapada – dijo mientras se la daba al hombre más cercano. Un cincuentón, que me miraba lujuriosamente.

Los dejó ahí muy entretenidos jugando con mis braguitas, de repente su mirada bajo a mi entrepierna, los ajustados vaqueros se introducían ligeramente en mi rajita dejando que la humedad traspasara a la tela.

  • Vamos, mira como te has puesto, no eres mas que una guarra

Tiro de mi para que andase, me llevo a su coche y me dijo:

  • Quitate los pantalones, vamos a pasear perra.
  • Si mi Amo

Estuvimos andando un largo rato, estaba atardeciendo. Yo sentía como me mojaba por momentos, de mi coño caían gotas que se deslizaban por el interior de mis muslos dejando ver lo puta que era. Mi Amo se dio cuenta, en una de las calles donde apenas había gente, me tiro cayendo yo de rodillas, momento que aprovecho para unir ese collar que me identificaba como de su propiedad a mi correa. Lo miraba anonadada, nunca me había exhibido así como una autentica perra. Tiro de mi, hasta que a cuatro patas lo seguía a medio paso por detrás de él.

  • Oh! Lidia como eres tan asquerosa, mirate todas las piernas llenas de flujo... ¿no será que te estas meando perra? Será eso... MEA -gritó.

Me quede paralizada, mirándole... entonces note como su mirada comenzaba a hervir de la rabia y una vez mas gritó:

  • PUTA PERRA DE MIERDA, ¿NO SABES NI MEAR? APROVECHA PUTA, EN CASA NO PODRÁS HACERLO...

Tímidamente comencé a hacerlo, hasta que por fin salió de mi un chorro considerable. En ese momento pasó un hombre a mi lado, miraba con cara de curiosidad, y yo no podía parar, cuando lo hice oí...

  • ¿Le gusta mi perra? - dijo mi Amo mientras me acariciaba la cabeza
  • Sí, preciosa. - dijo el hombre
  • ¿Le gustaría probarla?, es obediente hará lo que le ordene.
  • Mmmm... ¿una mamada?
  • Por supuesto, hombre. Vamos puta, a que esperas..

Me puse de rodillas, me encare contra la cremallera del pantalón de aquel hombre y antes de que me dise cuenta, su polla estaba tiesa y entrando de golpe en mi boca. Me agarró del pelo y comenzó a mover mi cabeza adelante y atrás, no podía respirar, me ahogaba. Mientras mi Amo, sujetaba mi correa y se acariciaba el paquete mientras miraba como su perra se la comía aquel desconocido.

  • Correte en su cara...

Y así lo hizo, la saco de golpe y tirando de mi pelo hacia atrás comenzó a golpearme con su polla en la cara y de repente note el el primer chorro de leche caliente golpeando mi cara. Automáticamente, mi cabeza y lengua fueron buscando la leche, pues quería beberla. Así y antes de darme cuenta la leche de mi Amo también golpeaba mi cara.

Con la prohibición de mi Amo para limpiarme y a cuatro patas como la perra que soy, volvimos al coche. Me puse de nuevo los pantalones bajo sus ordenes y nos fuimos a una cena con nuestros amigos, y por su puesto con la cara llena de leche. Tarde o temprano tendrían que descubrirlo, que su amiga no es mas que eso, una puta y una perra.