Una tarde con mi amigo Xavi 3
Después de una cena con lo amigos, Xavi y yo vamos a su casa a hablar. Los dos acabaremos haciendo otras cosas en vez de hablar. Una vez desnudos, el destino nos une, y las erecciones, también. :)
¡Hola, chicos! Siento haber estado ausente, pero he estado un poco liado con otras cosas y me ha resultado imposible escribir, pero ya estoy de vuelta con más relatos. Este relato es un poco más largo que los anteriores, pero no quería dejarme ningún detalle. Aquí empieza 'Una NOCHE con mi amigo Xavi'.
No volví a hablar con Xavi hasta varias semanas después, cuando quedamos algunos amigos para cenar y celebrar el cumpleaños de nuestro amigo Roberto. Cenamos en casa de Robert, como le llamamos nosotros. Éramos unos 8 amigos y amigas y Xavi estaba sentado enfrente de mí, pero 3 sitios más a la derecha. Cuando acabamos de cenar, Robert sacó unas botellas de vodka, fanta de naranja y de limón y vasos para todos. Íbamos a hacer una especie de botellón.
-Va, esto es un poco aburrido. Vamos a hacerlo un poco más ameno. Juguemos al ‘’Yo nunca’’ – dijo Adrián. Y así lo hicimos. Jugamos un buen rato a este juego de adolescentes. No paraban de decir tonterías como ‘’yo nunca he respirado’’, ‘’yo nunca me he masturbado’’ y otras muchas. En otra noche me habría hecho gracia jugar a esto, pero esa noche y con la tensión que notaba entre Xavi y yo, solo quería irme y que acabara ese juego ya.
-Yo nunca he tenido sexo oral con algún amigo/amiga – dijo Xavi, mientras cogía el vaso de vodka rojo con fanta de naranja y me miraba disimuladamente. Obviamente tuve que beber, pero nadie más lo hizo y nadie se extrañó ni se inmutó de su frase.
-A mí nunca me han masturbado – dije yo como venganza a lo que había dicho Xavi, pues quería calentarlo y también desafiarlo. Nadie bebió, solo yo.
Seguimos un buen rato con el juego y descubrimos que una amiga, Marta, había tenido sexo anal y un trío con un chico y una chica. A eso de las 3 de la mañana recogimos todo, limpiamos y nos fuimos. Xavi y yo vivimos en dos calles que son vecinas, prácticamente, así que nosotros dos nos fuimos juntos y los otros amigos se fueron en otra dirección.
-Buenas noches, ¡a ver si nos volvemos a ver todos otra vez! – dijo Adrián.
-Sí, estaría bien – contesté yo mientras me despedía con la mano.
Al cabo de unos minutos de silencio me atreví a decir algo, pues era bastante incómodo ese silencio que había entre los dos.
-Con que nunca te han masturbado, eh… que cosas tiene la vida jajaja – dije yo con un tono un poco picarón y desenfadado.
-Oye, mira, lo que pasó fue un error. No soy gay. Fue un desliz o como quieras llamarlo. No quiero que estemos recordándolo cada 10 minutos, sabes? – dijo él con un tono zanjante.
-Ah o sea que ¿no te gustó? Entiendo que fuera un ‘’desliz’’ (hice las comillas con las manos), pero lo que pasó, pasó y negarlo no va a hacer que cambie. Puede que suene egoísta. Tranquilo, nadie lo sabrá, eso te lo aseguro – dije yo intentando calmar un poco el ambiente.
-Jajajajajajaja. Cómo eres. Era broma, tonto. Sólo quería saber cómo te lo tomarías si me enfadaba contigo, voy un poco contentillo por la bebida de antes – dijo Xavi con un tono muy inocente. Sí que es verdad que no quiero que se entere nadie y que fuera un desliz, pero como tú has dicho, lo que pasó, pasó y tampoco me arrepiento de nada – dijo.
-Entonces, ¿todo bien entre nosotros? – dije yo un poco confundido.
-¡¡Claro!! ¿Por qué íbamos a estar mal? – dijo él con un tono de como si nada hubiera pasado.
Andamos un poco y al llegar a su portal nos detuvimos y hablamos un rato. Luego decidimos dar una vuelta, pues ninguno de los dos tenía sueño. Al rato Xavi dijo:
-Buf, me estoy meando, ¿Dónde puedo hacerlo?
-Si te alejas un poco no se verá nada, pero si quieres vamos a tu casa, estamos al lado – dije yo
Y así lo hicimos. Subimos a su casa. No había nadie. Xavi es hijo único y sus padres estaban de viaje, así que tenía la casa para él solo.
-Qué bien vives. Solo en casa una semana. Qué guay. Puedes ir desnudo y todo jajaj – dije yo sin ninguna intención. La desnudez siempre ha estado presente en los dos, pues siempre hemos sido muy calurosos y hemos hablado más de una vez de ir a una playa nudista.
-Jajajajaja, la verdad es que sí. Mola. Ahora vuelvo, voy a mear – dijo él.
Yo esperé en el salón, que estaba justo al lado del baño. A los pocos minutos salió del baño con la polla fuera y cuando llegó al salón se la guardó y se abrochó los pantalones.
-Te has quitado los pelos. Parece todavía más grande – dije yo mientras él se sentaba a mi lado en el sofá.
-Sí, quería probar como es tenerla depilada. No paso tanto calor así – dijo él. Antes en la cena me he puesto un poco cachondo con todas las historias que han contado. Quería llegar a casa para poder pajearme – dijo él mientras movía el cojín que tenía en la espalda.
-Jajaja yo también, pero muy poco. Quería ir a casa, pero por otras cosas. Pero bueno ya ha acabado todo así que creo que voy a casa ya – dije yo mientras hacía amago de levantarme del sofá.
-¿Tienes prisa? A mí no me molestas y tampoco tengo sueño, podemos hablar un poco más si quieres – dijo él mientras me cogía del hombro para persuadirme y hacer que me quedara. Acepté y me quedé con él.
-Qué calor, ¿no? Voy a poner el aire, que si no nos vamos a morir aquí – dijo él mientras se levantaba y lo encendía. De aquí a que se refresque va a pasar un buen rato, voy a ponerme el pijama. Yo lo esperé en el sofá mirando el móvil. No sabía qué hacer y qué estaba pasando. ¿Por dónde va a salir esto?, ¿va a pasar algo?, pensaba yo mientras miraba el twitter. A los pocos minutos volvió al salón. Llevaba puesto unos pantalones de pijama viejos de color gris. Marcaba un buen paquete. Daba ganas de cogerlo con las manos, apretarlo y que saliera toda la leche.
-Al ponerme el pijama me he acordado de lo de la otra vez. El masaje. Es que llevo los mismos calzoncillos, es lo que me ha hecho pensarlo jajajaja – dijo él mientras se sentaba a mi lado.
-Ya veo, ya. Se te notan un poco – dije yo señalándole el paquete.
-Ups jajaja pensaba que se bajaría al rato –dijo él mientras se pasaba la mano por encima.
-Puedes bajarla después – dije yo, incitando a que se hiciera una paja cuando yo me fuera.
-Si me tengo que esperar, no me la haré – dijo él, con un tono de convicción.
-Pues tú sabrás lo que haces – dije yo de buen rollo.
En cuanto acabé de decir esas palabras, noté que su mano tocaba mi pierna izquierda.
-Tienes buenas piernas, y peludas – dijo él mientras seguía.
-Gracias, supongo. ¿Qué haces? Jajaja- dije yo.
-Nada. ¿No te gusta? Pues pararé - dijo él mientras paraba de tocarme la pierna. Segundos después, me empezó a tocar el paquete.
-Xavi… - dije yo al mismo tiempo que se me escapaba un pequeño gemido.
-Shh, relájate. Disfruta. Sé que te gusta – dijo él mientras intentaba bajarme los pantalones.
Me bajé los pantalones y me quité la camiseta. Me quedé en calzoncillos y con mis zapatillas puestas. Se agachó y me quitó las zapatillas y me arrancó los calcetines con la boca. Empezó a chuparme el dedo gordo del pie, mientras con una mano me seguía tocando el paquete.
-Veo que esto te gusta – dijo él, alzando la mirada y mirándome primero al paquete y luego a los ojos.
-Mmmm, ah – dije yo, con los ojos cerrados. Los abrí y lo miré. Nuestras miradas se cruzaron, lo que hizo que me pusiera más cachondo.
Ya la tenía dura. Se me notaba un gran bulto en los calzoncillos, y eso, que no la tengo grande. Me bajó los calzoncillos y mi polla dio un sobresalto. Estaba muy dura y salía un hilo de líquido preseminal que unía mi rabo con los calzones. Mi corazón iba a mil. Me iba a estallar el pecho. No me lo podía creer. Otra vez iba a pasar. Siguió chupándome los pies y me cogió el rabo con una mano. Dejó de hacerlo y me tocó los huevos. Yo seguía gimiendo, pero en voz muy baja.
-Uy, qué sucio está este rabo. Tendré que limpiarlo – dijo mientras se sacaba mi pie de la boca, me cogía con una mano el rabo y con la otra los huevos. Me bajó el prepucio y solo se metió mi capullo en la boca, para poder comerse todo el líquido preseminal que me había salido.
-Mucho mejor – dijo él mientras seguía pajeandome. Yo estaba nervioso, cachondo. No quería que aquello acabase. Mientras me pajeaba pude ver que se empezaba a tocar el culo. Se metió la mano por dentro de los calzoncillos y empezó a acariciar su nalga. Se bajó los calzones y los pantalones y empezó a darse cachetes. De repente, se la metió en la boca. Yo le cogí la cabeza para que se la tragase toda y cuando la sacó vi que su boca estaba llena de rico líquido preseminal. Se levantó y pude ver su gran cuerpo: unos pezones grandecillos, un poco de barriga (muy poca) y su polla dura y recta. Oh qué cuerpo, pensé. No tenía ni un pelo, ni si quiera en los huevos. Se lo había quitado todo, excepto el del culo, que vería más tarde.
-Me toca a… – dije yo, inclinándome hacia él, con intención de comérsela, pero antes de que acabara la frase, me cogió la cabeza y me llevó directo a su polla. Me la metió entera en la boca. No me soltó la cabeza. Me estaba follando la boca. Qué polla más dura y calentita, va a explotar, pensé. Mientras me follaba mi boca pequeña, pero que podía con aquel trabuco, le tocaba el culo con mis manos, e iba alternando con su torso, con esos pezones que tenía. Me cogió la mano y la dirigió a su culo, más concretamente a su ano, que yo empecé a acariciar. Él gemía y cuando le acariciaba el ano decidí meterle un dedo.
-AAAAAH, bfffffff – gimió él muy alto, con un tono de orgasmo. Me sacó la polla de la boca y me azotó con ella en los labios. Me empujó al sofá y me quedé sentado. Él se acercó y se sentó encima de mí, aplastándome un poco la polla. Yo hice un sonido de dolor en voz muy baja. El empezó a mover su culo peludo, que yo cogí con mis manos, como si le estuviera follando. Le azoté un poco y empezó a besarme el cuello. Yo gemí. Le cogí la polla y empecé a pajearle muy rápido, aunque me quitó la mano y empezó a restregarla por mi torso, a modo de masturbación, pues es el movimiento que hacia al mover su culo.
Le besé el cuello y le mordí un poco, ya que me pone muchísimo. Estaba a punto de correrme del calentón que tenía. Sonó su móvil y paró de repente, como asustado.
-Es el móvil. Será alguno de los amigos – le dije yo mientras le tocaba la cara. Levántate, no estoy muy cómodo – dije yo.
Se levantó y nos besamos. De pie. Desnudos. Nuestras pollas duras impedían que pudiéramos juntarnos. Esta vez lo empujé yo al sofá. Qué nervioso estaba en ese momento. Le cogí las piernas y empecé a besarle el ano. Luego se lo comí. Le metí la lengua y jugué con ella. Luego jugué con sus pelos.
-Aaaaah, aaaaaaah – gemía Xavi mientras me cogía la cabeza. Empezó a masturbarse. Mientras yo le comía el culo, lo miraba fijamente a los ojos. Ahí estaba él: con los ojos cerrados, muriendo de placer. Con una mano se pajeaba y con la otra se acariciaba el torso y los pezones, que luego pellizcó. Yo lo vi y paré de comerle el culo. Fui directo a morderle el pezón y luego le besé. Mi polla estaba a escasos milímetros de su ano.
-En el bolsillo derecho de mi pantalón hay un condón. Tráelo – me dijo mientras me acariciaba las mejillas con sus manos.
Me levanté y fui a por los condones. Me agaché y los cogí. Cuando lo tenía pude verlo, estirado en el sofá, con su polla dura, esperándome. Mientras me acercaba al sofá abría el condón y él se levantaba. Me lo puse en la punta y él lo desenrolló. Lo volví a empujar contra el sofá y levantó las piernas. Me metí dos dedos en la boca y cuando los saqué se los metí en su ano, para poder lubricarlo. Él gimió.
Yo estaba de pie y él tumbado en el sofá con su culito esperándome. Le metí la punta poco a poco y él gimió y gritó de dolor a la vez.
-AAAAAAH, AAAH – gritó Xavi. Con sus manos me tocó las piernas, insinuando que parase.
-Shh, relájate. Verás cómo te gusta – dije yo, metiéndole otra vez la punta y un poco de rabo. Él volvió a gemir, más fuerte todavía. Se le había puesto la piel de gallina. Sus pezones se habían encogido del escalofrío.
-Poco a poco. Es la primera vez, tío – dijo él. No dije nada y seguí metiéndole mi rabo. Lo miré a la cara y vi que empezaba a gustarle, pero aún le dolía un poco. Saqué mi rabo lentamente, mientras me chupaba dos dedos. Le metí los dedos en su ano y gimió. Me agaché y le escupí en el ano, para poder lubricarlo otra vez. Se la volví a meter. Lentamente. Mientras le miraba la cara.
-Ooooh, ahh, ooooooooooh – gemía Xavi mientras miraba al techo y luego a mí. Se la metí entera, hasta los huevos.
-Mmmmmmm noto tu matojo. Dame. DAME – dijo él con un tono de dominante cachondo que quería que lo reventara.
Empecé a moverme más rápido, mientras cogía sus piernas con mis manos. Mis huevos azotaban sus nalgas y mi matojo tocaba sus huevos, pequeños en ese momento. Me moví mucho más rápido y él gemía mucho más. Él se cogió las piernas y empecé a tocarle los huevos y la polla. Iba a explotar. Estaba muy dura. Paré de pajearle, me incliné y empecé a dar mucho más fuerte.
-AAAAAH, OOH, sigue, SIGUE, DAME, NO TE CORRAS – me exigía Xavi mientras los dos gemíamos. Le volví a coger la polla y le pajee, y a los pocos segundos se corrió.
-AH, ah, ah, ah – dijo él al correrse. Siguió gimiendo mientras le follaba el culo. Seguí así unos pocos minutos más. La corrida le llegó hasta la boca, manchó el sofá, mi mano y un poco mi pecho. Me puso muy cachondo. Le di más fuerte.
-Voy a correrme enseguida – dije yo, sudado y cansado de moverme.
-Relléname de leche – me dijo él con un tono de cachondo perdido. Esas palabras y la forma de decirlo me pusieron mucho más cachondo de lo que estaba.
-Aaaaaaaaah, aaaah, aaah, aah, ah – dije yo al correrme. Saqué mi polla de su culo, que estaba muy abierto y me quité el condón. Había echado mucha leche. Él se incorporó y se puso a cuatro patas. Me limpió la polla con su boca. Le dio dos mamadas y paró.
Nos sentamos en el sofá, desnudos, sudados y un poco avergonzados y confundidos por todo lo que había pasado.
-Ha estado bien. Mejor que la otra vez – dijo él mientras se tocaba la polla y cogía con su dedo la última gota de semen que quedaba en su capullo.
-Sí. Tengo que irme. Es tardísimo ya – dije yo mientras le acariciaba la pierna, como había hecho él antes. Nos levantamos y nos vestimos. Yo me puse la ropa y vi la hora en el móvil: las 6:30 de la mañana. Él se puso solo el pantalón y fue a la puerta a despedirme.
-Bueno, ya hablamos. No te digo buenas noches porque ya es de día prácticamente – dijo él mientras yo salía de su casa.
-Sí, a ver si nos vemos pronto, que casi no quedamos ni nada – dije yo esperando a que él hiciera algo. No hizo nada. Solo me dijo hasta luego, con un tono muy dulce y cerró la puerta.
Llegué a mi casa a los pocos minutos. Me quité la ropa y me tumbé en la cama. Ahí me di cuenta de una cosa: me había dejado los calcetines en su casa. Tendría que volver a por ellos. ¿Qué pasaría si vuelvo?, ¿otra vez lo mismo? Mi corazón empezó a latir más rápido e intenté dormir.