Una tarde aburrida

Salió a ligar... pero nada de nada, o al menos eso es lo que pensaba.

Aquella noche había salido como otras muchas yo sólo. La verdad es que no ligaba nada, ni ligo nada, pero aquella vez no pude quedarme cortado como siempre y me decidí. Llevaba rato en aquel local y estaba mirándola descaradamente. Era una rubia muy guapa (me gustaba mucho y eso que a mí lo que me pierde son las morenas), alta, yo diría que de un metro setenta al menos, sino más y unos 24 años. Llevaba un vestido negro muy ceñido y se podía apreciar una figura estupenda, unos pechos perfectos y unas piernas que... con unos zapatos de tacón alto que modelaban sus pantorrillas.

Me acerque a ella y le dije:

-¡Hola! ¿Que tal? Llevo rato admirándote y ahora lo quiero hacer de cerca... no puedo evitarlo.

Ella me miró con cara de pocos amigos, pero de repente sonrío y me dijo:

-Tengo novio y lo estoy esperando.

-Pues yo si fuese tu novio estaría ahora contigo.

Casi acabadas mis palabras se acercó una chica.

-Hola, ya estoy aquí.

La rubia me dijo:

-Me tengo que ir con mi amiga, lo siento.

-Bueno toma, te doy mi teléfono... por si me quieres llamar- le dije, mientras apuntaba en un papel que ya había buscado en mis bolsillos.

Ella lo cogió haciendo un gesto de desgana como queriendo decir "ni te lo creas". Se marcharon.

Me quedé como siempre, solo, pero esta vez aun con mayor sensación de derrota y pensando que no llamaría y que probablemente "ese novio" que esperaba era la otra chica... lesbianas.

Pasaron bastantes días, algo así como tres semanas. Ya habían llegado los primeros días calurosos del verano, aquella tarde estaba aburrido en casa sin otra cosa mejor que hacer que ver la tele y beber algo fresquito, cuando de repente sonó el móvil. Miré el número que salía en la pantalla pero no lo conocía, estuve a punto de rechazar la llamada pero un impulso me hizo descolgar.

-¿Si?

-Hola, no sé si te acordarás de mí- me decía una voz femenina -soy aquella chica a la que le diste tu teléfono... rubia con el pelo largo...

Yo estaba emocionado, la recordaba perfectamente pero intentaba parecer desinteresado -¡ummhh! Creo que ya me acuerdo. Bueno y ¿qué es lo que quieres?- le pregunté, contento pero intentando que no se me notara.

-Te llamaba porque quiero que nos veamos.

-Me parece bien- dije, -¿hoy?

-Sí claro- me dijo, -Te doy mi dirección y vienes primero aquí... ¿vale?

-Perfecto- contesté, nervioso como un adolescente escribí en un papel lo que me decía.

Me arregle todo lo que pude y salí de casa como un desesperado que estaba con dirección a aquel sitio.

En una media hora estaba frente a la puerta llamando al timbre. Se abrió y allí estaba la rubia, pero estaba en bata y zapatillas. Pensé que tendría que esperar mucho rato hasta que se arreglara.

-Hola- me dijo, -soy Ana, adelante, entra.

-Luis, encantado- y me acerque a sus mejillas para darle dos besos que ella aceptó. Pude percibir que llevaba un perfume muy agradable y que exaltaba mis pensamientos. La seguí hasta lo que era el salón. Mientras caminábamos hacía allí creí oír unos ligeros golpes y una especie de gemidos, pero eran tan suaves que pensé que quizá eran imaginaciones mías o que había algún animal en la casa tipo gato o algo así. Una vez en el salón me preguntó:

-¿Quieres algo de beber?

-Bueno, sí, un refresco cualquiera me da igual, el que quieras.

Ella se fue y mientras salía me fije en lo que la bata dejaba ver de sus piernas, llevaba unas medias negras de esas que llevan una costura por detrás.

Seguía oyendo de vez en cuando esos ruidos de antes pero tan levemente que aunque me intrigaban pensé que era una tontería preguntarle a Ana por ellos.

Volvió con una limonada de lata y un vaso, los puso muy suavemente sobre una pequeña mesa delante del sofá y me dijo:

-Te he llamado porque quería que vinieras a ver una película conmigo, ya la tengo puesta- y diciendo esto cogió el mando a distancia de la tele y la encendió. Casi de forma instantánea me extrañó que no pusiera en marcha otro aparato como un video o algo así, pero este rápido pensamiento se me fue cuando vi la imagen que había en la tele. Se veía una gran cama y sobre esta una mujer muy guapa, morena, le estaba mamando la verga a un hombre mientras otro la penetraba desde atrás con furia. Las embestidas del hombre eran muy fuertes y con ellas las tetas de la mujer se balanceaban salvajemente mientras el otro la sujetaba con fuerza la cabeza para que la polla no saliese de la boca. Los gemidos de la mujer eran ahogados por el gran trozo de polla que tenía dentro de su boca. Con la visión de aquel espectáculo no pude evitar que mi polla comenzara a ponerse dura abultando mi pantalón, pero al mismo tiempo me puse colorado y mire a Ana con sorpresa. Ella entonces sonrió de forma pícara y me dijo:

-¿te gusta lo que ves? Va dime la verdad.

-Sí claro, pero...

Aún no había dicho más palabras cuando ella se puso de pie frente a mí diciéndome -veo que tu polla tiene ganas de algo- y se abrió la bata. Me quedé alucinado y aun más dura se me puso la polla... Llevaba un sujetador rojo que le levantaba las tetas dejando ver sus pezones que parecían decirme "chúpanos", un ligero negro que sujetaba aquellas medias y unas braguitas, también rojas, muy pequeñitas que en lo más interior de mí ya estaba deseando quitarle. Estaban ya mojadas por la mancha de humedad que se podía ver sobre su coñito.

Ella mirándome el bulto de entre mis piernas y luego a la cara me dijo:

-¡venga! Fuera esa ropa- y sin dejarme levantar me quitó la camisa rápidamente y me bajó los pantalones, dejando solo mi calzoncillo abultado por la fuerza de mi verga que quería salir de allí. Me acarició y tocó con ganas el paquete por encima de la tela como intentando aumentar más mi deseo y de repente con furia me lo quito, diciendo con sorpresa y vicio -¡Guau! Estas depilado... como a mí más me gustan las pollas-. Agarró con afán mi polla, la peló y diciéndome lascivamente -cuando te vayas a correr dímelo- la comenzó a mamar. Se la metía toda en la boca, llegaba hasta su garganta y la sacaba, esto lo repetía mientras me acariciaba las pelotas. Rodeaba y acogía con placer todo mi capullo y lo chupaba succionando con pasión. Esto me volvía loco, mientras aprovechaba para mirar la tele y ver como iba el trío. Estaban ya los dos tíos sobre la cara de la mujer meneándoselas mientras ella les daba chupadas a una y otra polla. Llegaron al orgasmo y empezaron a echar sus cremas calientes y espesas sobre la cara de la mujer. En ese momento y muy rápidamente Ana levantó la cara de mi polla diciendo -haz como esos dos tíos, dame..., suelta toda tu leche- aplicándose otra vez a mi polla y chupando como una viciosa.

Vi como los tíos se vistieron y salieron del plano de visión, entonces oí el ruido de una puerta de alguna habitación y luego el de la puerta del piso, deduje que se habían ido. Pensaba que aquello que había visto había ocurrido en una habitación de al lado y aun me excitaba más. Ana mientras, se recreaba en la mamada a mi polla, lo hacía con suavidad como intentando que aquello durara el mayor tiempo posible. La mujer de la tele se levantó de la cama y la tele se apagó. No pregunté porque, la verdad en aquel momento me daba igual. Oí otra vez una puerta y apareció ante la entrada del salón la mujer. Era muy guapa, morena, con ojos azules, debía tener unos 45 años y aun así conservaba una figura estupenda, como una de 30. Ana se levantó de mi polla y dijo:

-Hola mamá, ¿qué tal lo has pasado?

-Muy bien cariño, me he corrido cuatro veces, llevo el coño empapado. Ya veo que tú también te lo estas pasando bien... parece buena esa polla.

-¡Oh! Sí, está muy jugosa.

Entonces la que resulto ser su madre, dirigiéndose a mí me dijo:

-¡Ala! No te cortes, no tengas vergüenza, y disfruta. Suelta toda tu leche. ¿Te gusta como te mama la polla mi niña?- Mientras Ana sonreía complacida y volvía a su trabajo sobre mi polla dura, yo con voz entrecortada y entre gemidos contesté:

-¡Síiiii!

La mamá dirigiéndose otra vez a su hija quien no parecía hacerle mucho caso le dijo:

-Me doy una ducha muy rápida.

Y Ana sin levantar su cara de mi polla, girando sobre ella, y dentro de su boca la miro asintiendo con los ojos, aquel giro me dio más gusto y no pude evitar gemir con fuerza. Ella al darse cuenta de eso empezó a repetirlo mas veces.

Alternó aquellas mamadas con movimientos de sus manos pajeándome e intentando que no me corriera todavía.

Llegó un momento en que ya no pude aguantar más y dándome cuenta le dije, mientras salía del baño volviendo frente a nosotros su madre, -me corro, me corro- esperaba que entonces ella se apartara pero no lo hacía y asentía con los ojos como queriendo decir "ya lo sé". Su madre entonces preguntaba ilusionada -¿se corre? ¿Ya?- , pero Ana no contestaba tenía la polla en la boca y yo le contesté:

-¡Sí me voy... Aaahhhh!

Su madre bajo hacia la cara de Ana mirando entusiasmada mientras yo sentía como estaba soltando toda mi leche y Ana la recibía en su boca tragándola. La madre que se daba cuenta de que estaba dándole mi crema caliente me decía cariñosamente mientras me acariciaba el pecho -suelta toda tu leche, amor.

Acabé de soltar toda, Ana alzó la cabeza con la cara sonriente y sin decir nada reteniendo parte de mi leche en su boca y mirando a su madre que le preguntó -¿no te la has tragado toda verdad?- , a lo que Ana contestó negando con la cabeza. La madre se acercó a Ana y se dieron un morreo en el que yo adivine que se estaban pasando la leche de una boca a otra. Estuvieron unos segundos y se separaron. La madre dijo:

-¡que buena esta, calentita y espesa!

Ana añadía -sí, está muy rica- mientras me volvía a coger la polla y me chupaba la punta intentando recoger y tragar todas las posibles gotas de esperma que me quedaran. La madre seguía degustando mi caliente fluído y cuando parecía que había ya tragado todo, miró a su hija que al darse cuenta de que la miraba le ofreció mi polla -va mamá, cómesela un poco aun sacarás algunas gotitas de su rica leche.

Ella se metió la polla y chupó con furia para conseguir de mí todo mi semen, me daba algo de gusto pero en ese momento tenía la polla insensible y la visión de aquello me hacía dejar que hiciera.

Ana le decía -¿esta buena la polla eh Mamá?- , la madre se separó ya de mí contestándole -sí, está muy rica, ahora entiendo que te hayas querido tragar su leche- y ella le contestó -ya, pero te he guardado una poquita para ti.

Las dos demostraban una gran complicidad, me daba la sensación de que no era la primera vez que lo hacían.

Sonia, que me acababa de decir Ana como se llamaba su madre, me dijo:

- Deberías estar orgulloso, no te creas que se come la leche de cualquiera. Ahora quiero que le des las gracias como se merece a mi niña.

Ana se puso en pie, Sonia le bajó, quito las bragas y pasó un dedo por su coño untándolo de los jugos, lo chupó un poco y dejó parte que me ofreció a mí para que los probara.

-¿Te gusta su juguito?- mientras Ana se ponía en el sofá sentada, boca arriba y con las piernas muy abiertas poniendo su coño bien a la vista.

-Vamos, cómele el coño- me decía -pero hasta que no se corra no dejes de comértelo, que se corra en tu boca.

Yo me acerque hasta su jugoso coño y pasando los brazos por debajo de sus piernas, poniendo mis manos sobre su vientre y sobandole las tetas, me puse con ganas locas a chupar. Abrí la boca todo lo que pude y abarque toda su rica vulva succionando con furia, me vino a la boca una gran cantidad de sus jugos que brotaban sin cesar y tragué. Sonia que no paraba de mirar me decía -¡qué bueno está eh! Chupa, chupa, que ese jugo es para ti. Métele la lengua dentro de la vagina ¡vamos!, Ese clítoris chupalo, lámelo- de forma insistente pero amable. Ella mientras me decía esto había pasado su mano por detrás de mí, me acariciaba y apretujaba dulcemente mi polla y las pelotas, intentando que se me pusiera otra vez dura. Ahora me decía -que se te ponga ya dura cariño que mientras le comes el chochito a mi niña yo me quiero comer otra ración de tu crema para mí sola.

Yo obediente cumplía mis órdenes, la verdad es que la estaba gozando, con la punta de mi lengua dura abría los labios de su chocho y recorría toda la raja de abajo a arriba hasta llegar a su clítoris que lamía y chupaba con pasión. Ante los chupetones que ofrecía a su perla, Ana tenía unas convulsiones en sus caderas que la hacían temblar de forma desenfrenada y era en ese momento cuando con dos de mis dedos frotaba y hacía saltar sobre su músculo aquella preciosa perla mientras introducía mi lengua en lo más íntimo de ella lamiendo rápidamente, vibrando y sacando hacia fuera más cantidad de su rico jugo que yo podía saborear. Entonces, fue cuando Sonia estaba diciendo con picardía y viciosamente -ahora que ya la tienes dura, te la voy a comer y veras... Ana, cariño, voy a hacer que goce tanto que te va a comer todavía mejor.

No había acabado de decir esto y mientras Ana suplicaba -cómemelo, chupa, chupa- ya estaba notando como mi polla llegaba hasta la garganta de Sonia. Me recorría toda la longitud de mi verga y succionaba la punta como si de una golosina se tratara. Aquello me estaba poniendo a cien, y mi pasión por el coño de Ana iba en aumento. Los espasmos de sus caderas comenzaron a ser más frecuentes, cada vez brotaba de su coñito mas cantidad de jugo. En un momento determinado en el que con mi boca abarque toda su raja y chupaba con fuerza, Ana dio un grito y temblando violentamente decía - me corro, me corro, me corro-. Yo lamía con mi lengua su clítoris a la vez que empecé a recibir un flujo mas espeso en mi boca. Al oír el grito y las palabras, Sonia se levanto diciendo -ya se corre mi niña- con muestras de estar orgullosa. Yo que notaba un flujo más espeso me separé solo el tiempo para ver, al igual que Sonia, un fluido viscoso y blanquecino que lentamente salía sin parar, mientras Sonia me decía -vamos, comételo, ay que rico debe estar. Es el jugo de su orgasmo, una ambrosia- . Yo inmediatamente continué chupando, lamiéndole el clítoris y como no, comiendo ese jugo que contra más lo probaba más me gustaba. Sonia volvió a trabajar ansiosa a mi polla, mientras Ana empezaba a tener ya cada vez menos temblores y se iba quedando tranquila, su orgasmo había acabado. Sin embargo, yo seguía ahora con más dulzura lamiendo toda su hendidura y recogiendo ese zumo que aun brotaba.

Entonces me preguntó -¿te ha gustado como me he corrido? ¿Estaba bueno mi zumo?- , yo que empezaba a llegar al principio de no retorno no pude hablar pero asentí con la cabeza. Estaba descargando toda mi leche en su madre, que la tragaba sin cesar, cuando Ana se incorporó un poco para, mirando desde el sofá, ver como su madre tragaba y diciéndole con cariño -¡ Ah! Toda una ración de su leche para ti- . Ana se pasó dos dedos por todo el coño, que yo ya no chupaba, mojando en sus jugos para luego llevarlos a la boca y probarlos.

-¡Que bueno! Ya veo que te ha gustado.

Su madre que había acabado con mi verga y con toda mi leche, se levantó deprisa y se puso a chupar un poco el coñito de Ana, que se recostó y abrió mas las piernas. Intentaba recoger y saborear lo poco que yo había dejado sin comer.

-¡ Oh! Que maravilla, y tú te lo has comido todo... ¡avaricioso!- me decía con tono amistoso.

Ana se puso en pie y mirando a su madre le preguntó:

-¿Por qué no nos vamos a tu cuarto?- con gesto travieso, juguetón y un brillo en sus ojitos de pícara.

-Claro, venga vamos.

Se dirigió primero Sonia, luego Ana que me cogió de la mano y me hizo un gesto con la cara como diciendo no sabes como lo vamos a pasar.

Al entrar, Sonia ya estaba tumbada con las piernas muy abiertas. Aquella visión me calentó tanto que mi polla se estaba poniendo dura otra vez, cosa que yo no me podía creer a estas alturas. Ana que se daba cuenta de aquello me decía con lujuria -te gusta el coño de mi madre ¿verdad?... Mamá, la tiene dura otra vez... ¡ Vamos, follale el coñito a mi mamá!

Los dos subimos a la cama y yo me aproximé hacia Sonia pero Ana dijo de pronto -¡ no! Así no, quiero verte a cuatro patas mamá- y a mí me ordenaba con suavidad -móntala, metesela así hasta el fondo .

Su madre se puso en posición mientras Ana separaba bien las piernas y el culo para que la vulva se viera bien. Puse la punta de mi polla, ya durísima por la estupenda visión de lo que me aguardaba, cerca de la raja y Ana poniéndose detrás de mí me agarraba la polla dirigiéndola, ayudando a que entrara en el jugoso agujero y me empujó bruscamente para que penetrara. Se oyó como un chasquido y un grito de Sonia que decía con la voz entrecortada -fóllame ya .

La empecé a embestir con lentitud pero con fuerza y siempre profundamente llegando hasta su útero. Cada uno de mis empujes iba acompañado de un largo gemido de Sonia, mientras, Ana había puesto su cara debajo de nosotros para ir chupando la parte de mi verga que, untada de jugos, salía del coño.

-Mamá... ¡qué bueno esta tu coño!- le decía a Sonia que no se preocupaba más que de gemir.

En esa situación se oyó la puerta de la calle, me asusté un poco, pero continuaba con mi faena. Apareció ante nosotros un hombre sonriendo y saludándonos, que llevaba en la mano una pequeña maleta. Ana me decía rápidamente -no pares, fóllala- , ya que yo me había cortado un poco e inmediatamente dijo:

-Hola papá.

- Hola cariño, ya veo que lo pasáis bien, he venido sólo a por un par de camisas .

-¿Otra vez te vas cariño?- le decía Sonia entre gemido y gemido, mientras él asentía con gesto de pena y resignación.

-Mira, papá, como se folla a mamá.

-Ya veo... ¿y a ti te ha follado ya?

-No

-Venga métesela hasta el fondo- me animaba a mí el hombre, -fóllamelas bien, en tu polla lo dejo.

Se despidió y se fue tan rápido como llegó.

Aumentaba la velocidad de mis empujes y no tardé en empezar a correrme. Cosa que observó Ana mientras me sujetaba desde atrás para que no saliese del coño y diciéndome:

-Échale la leche bien al fondo, llénala.

-Me gusta, la noto caliente dentro de mí- decía como loca Sonia que aumentaba el movimiento de sus caderas con la intención de que dejara toda mi carga.

La saqué toda pringada de la mezcla de mi leche y su jugo, por lo que ellas dos a la vez empezaron a lamerla, limpiando y saboreando todos los fluidos.

Me dejaron descansar un rato, esperando que mi polla se repusiese, mientras ellas se hicieron delante de mí un 69 magnífico. Ana chupaba con fuerza el coño de su madre intentando recuperar parte de la leche que había dejado dentro de aquel jugoso chocho. Llegaron al orgasmo, tardaron lo suficiente para que yo volviera a excitarme y tuviese mi polla lista para la acción.

Sonia decidió que me tumbase boca arriba porque ahora me iban a follar ellas a mí. Obedecí muy gustoso, tumbado mi polla parecía un mástil de un velero apuntando al cielo. Sonia se agachó, separando las piernas y abriéndose el coño con la mano, se empaló. Bajó tan bruscamente que hasta a mí me hizo algo de daño, pero era un dolor estupendo. Cabalgaba como una amazona poseída y realizaba unos movimientos con la pelvis que frotaban la entrada de su útero sobre mi glande haciéndome volver loco. Ana que miraba entusiasmada, le decía con tono de niña pequeña -¡ala! Mamá déjame ahora a mí .

Sonia se levantó dejando mi polla al aire libre, la sujetaba esperando encararla hacia el coño de Ana, al tiempo que le indicaba como quería que me montase.

Ana cabalgaba sobre mí dándome la espalda y su madre la dejó hacer mientras me decía:

-¿Te gustaría comerme la rajita?

-Claro que sí, ponme el coño en la boca.

No hubo que decirlo más veces... me puso todo su coño, que se abría con dos dedos, en la boca. Me encantó aquel olor a coño que "venía de la guerra", jugoso, del que salían ricos fluidos que caían directamente a mi boca. Ana que oía mis exclamaciones de lo bueno que estaba y los gemidos de su madre, no lo pudo evitar y se giro hacia nosotros pero sin sacarse mi polla. Así estuvimos unos minutos, no faltaba mucho para que le hubiese echado toda mi leche a Ana cuando Sonia dijo:

-Cariño, quiero ver como te la mete en ese agujero de tu culito... ¿quieres?

A lo que Ana contestó afirmativamente y enseguida estaba a cuatro patas como una perrita en celo.

Entre Sonia y yo, por turnos, lamíamos su coño llevando jugos hasta su estrecho agujerito. Entonces, metió profundamente dos dedos en su vagina y sacando una gran cantidad de jugo, lo llevó a su culo penetrándola con un dedo y lubricándolo bien. Me dijo:

-Va cielo, aquí tienes ese rico agujero preparado para ti, métesela.

Yo fui loco por entrar allí y situando mi punta de polla en la entrada, a lo que Ana ya respondió con un gemido, la penetre con furia metiendo hasta el ultimo centímetro de mi verga. Un grito de dolor llenó el ambiente mientras Sonia decía -ya la tienes dentro cariño, ves que bien.

-Me duele- decía Ana, a lo que su madre contestaba:

-Tranquila, ahora en que te lo empiece a follar verás como te gustara.

-Vamos, muévete, dale bien en ese culo- me ordenaba.

Empecé dándole despacio y poco a poco aumentando el ritmo, intentaba en algunos momentos pensar en otra cosa para no correrme muy pronto. El agujerito era estrecho y suave a la vez, me daba un gustazo enorme al tiempo que los gritos de dolor de Ana se habían convertido en gemidos salvajes de placer que me pedían más.

-Jodeme, así... así... me gusta.

Sonia estaba debajo comiéndose el coño de su hija y chupando su clítoris.

Comencé a eyacular mientras Ana suplicaba - dentro, dentro... toda tu leche dentro.

Sonia aumentó el trabajo sobre la dulce perla de su hija. Entre eso y la sensación de mi caliente leche dentro de ella se corrió bestialmente. Yo para que lo pasara bien, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano, no paraba de embestirla intentando que su orgasmo fuera lo mas largo posible.

La dejamos tumbada boca abajo, casi dormida, mientras Sonia y yo nos besábamos dulcemente con la sensación del deber cumplido.

Nos fuimos a preparar algo para cenar... ya eran las 12:30. Al volver a la habitación con algo de comer en unas bandejas vimos a Ana que estaba en sus frenéticos trabajos. Se estaba masturbando con una gran polla de goma que se metía y sacaba a toda velocidad de su rajita.

-¡No, no! ¿Qué es eso, teniendo aquí esta polla de verdad tan rica?- decía Sonia señalando mi verga que se había vuelto a poner dura.

-Ana, separa bien las piernas- le ordenaba a su hija, para después decirme:

-Venga Luis, cariño, fóllala... ¿tienes ganas de follarla verdad? Llena ese coñito con tu crema calentita-, mientras ponía las bandejas en el suelo lejos de la cama.

Yo me acerqué hasta el coño hambriento y poniéndome en posición se la metí toda de una sola estocada.

-Así me gusta, folla, córrete dentro de ella.

-¡Ohh! Síii! Más fuerte- me animaba Ana.

Sonia, para dejar que yo me centrara en la buena follada, puso sus dedos sobre el clítoris frotándolo con energía. Esto hacía gemir todavía más fuerte a Ana que empezó con movimientos descontrolados de sus piernas y sus caderas. Esto me estaba haciendo perder la cabeza, empujaba salvajemente y gozaba cantidad.

-Entra suave ¿verdad? Es que ahora tiene el coño muy jugoso- decía Sonia.

Me empecé a correr, llenaba aquel caliente agujero de mi leche que notaba Ana y decía:

-Así, así, quiero tu leche dentro de mí.

-Hazle caso cariño y dásela toda- me indicaba Sonia, mientras con su mano libre me empujaba del culo, siguiendo mis ya entrecortados movimientos, para que la penetrara bien.

Ya casi estaba parando cuando los gritos de Ana, que seguía recibiendo masaje en su botoncito, nos indicaba que se estaba corriendo. Yo intente, aunque con gran esfuerzo, seguir empujando. Sus flujos llenaban ahora su coño y cada vez que yo me retiraba salía una gran cantidad mojando toda mi verga y goteando la cama.

El flujo que brotaba y bajaba hasta la raja de su culo producía un ruido, como de chapoteo en el agua, con cada una de mis arremetidas.

La saqué empapada por lo que Sonia no pudo resistirse, comenzó a chuparme la verga comiendo y gozando los restos de mi semen y el flujo de su niña. Cuando terminó de limpiarme todo el paquete, empezó a comerse el coñito recién follado. Se puso como un bebe a mamar de aquella caliente vagina y comer todo el flujo que podía.

Después mientras cenábamos nos contó lo bien que lo paso comiendo todo aquel coño recién follado.

-¡Que bueno tienes el coño y su zumo! Cariño- le decía a Ana, que sonreía complacida y satisfecha.

Sonia nos dijo que después del café quería volver a la cama y abusar de mí las dos juntas toda la noche.

Pasaron como unas dos horas, cenando, tomando los postres, el café y hablando de como había ido todo, de lo que le había gustado más a cada una, de lo que a mí me gustaba... vamos poniéndonos, al menos yo, muy calientes de nuevo.

Volvimos a la cama, ellas llegaron antes que yo y me las encontré esperándome, de rodillas y mirándome. Subí y me cerque a ellas de pie... Sonia se abalanzó sobre mi verga dura y comenzó a chupar y chupar, lamía toda mi longitud. Con la punta de mi polla dentro de su caliente boca y succionando me masturbaba con la mano, era una maravilla. En un momento dado dejó de hacerlo, liberó mi instrumento de la cálida y acogedora prisión de su boca y se la ofreció a Ana que miraba ilusionada como su madre me trabajaba.

-Va cielo, cómesela un poquito. Esta muy dura ahora.

Ana no dijo palabra solo asintió mientras la cogía con sus manos y comenzaba a gozar de aquel polo de carne.

No tardaron en aplicarse las dos a mi verga... una por cada lado lamía y chupaba, mientras se turnaban por chupar la parte que más parecía gustarles... la punta. Era tal el placer que me daban que mi excitación subía por segundos y no tardé nada en correrme. Eyaculé la mayor cantidad que jamás había visto salir de mí y con ella rocíe sus caras y sus bocas. Ellas se relamían intentando recoger todo lo que podían y se lamían la una la otra para no desperdiciar nada.

Parecía haberles gustado y como agradecimiento me besaban y daban dulces chupetones en la punta de mi polla, mientras me decían:

-Así chico, así... queremos toda la leche para nosotras.

A la vista de sus palabras, todavía no me creía bien lo que me esperaba durante el sábado y domingo... un fin de semana formidable.

Repetimos más veces esos fines de semana.