Una tarde a orillas del río

Salimos a pasear un día para ir a bañarnos al río, fue un viaje corto pero muy provechoso.

Habían pasado ya algunos días que Neto y yo habíamos iniciado una relación de amigos con derecho, la cosa no iba mal, me sentía bien con ello. Salíamos a menudo juntos o nos poníamos de acuerdo para vernos en algún lugar, nos la pasábamos muy bien. En ocasiones sentía que trataba de sobreprotegerme o lo notaba celoso por alguna mensaje llamada de algún amigo o conocido, pero no pasaba a más, de hecho, me gustaba verlo así.

-¡Hola! ¿Cómo amaneciste el día de hoy? -escuché al contestar su llamada.

-Bien... Ayudando a mamá a preparar el desayuno. ¿Y tú?

-Bien también. Oye, quiero invitarte mañana para ir a nadar al río, ¿Quieres ir?

-Pues estaría bien, mañana no estaré ocupada, la verdad no tenía planeado nada.

-¡Excelente! Paso por ti temprano, a eso de las... ¿Ocho?

-Ok, me parece bien.

-La comida lo vemos allá, podemos pasar a comprar algo en el camino.

-Entonces nos vemos mañana.

-Hasta mañana entonces.

Por la tarde estuve buscando mi traje de baño y lo que necesitaría para ir a nadar al río. Llevaría un traje de dos piezas de color fiusha, encima llevaría solo un short y una blusa. Esperaba poder pasar un buen rato lejos de la ciudad, siempre me parece divertido ir a nadar.

Al día siguiente, antes de la ocho, ya estaba lista, me había recogido el cabello, me hice una cola con la ayuda de una dona color rosa, ya tenía mi mochila lista con todas mis cosas dentro. Neto llegó puntual, bajo de la camioneta y tocó la puerta, mi mamá le abrió y lo hizo pasar a la sala. Bajé las escaleras y me despedí de ella.

-Cuida de mi niña. Te la encargó mucho -le dijo mi mamá antes de que saliéramos.

-No se preocupe señora, se la traeré de vuelta por la tarde.

-Te ves hermosa Citlali -me dijo mientras caminábamos a la camioneta.

-Gracias -le dije mientas me colocaba la cachucha

Subimos a la camioneta y nos dirigimos a nuestro destino. En el camino me comentó que le había pedido la camioneta a su papá, Don Camilo estaría todo el día en la tienda, no le había dicho que saldría conmigo y eso me pareció acertado.

El día estaba genial, el cielo estaba despejado y el clima se prestaba para pasar un día muy agradable nadando. Llegamos al sitio y estuvimos buscando un lugar para poder dejar la camioneta y en donde no hubiese muchas personas, Neto siguió conduciendo por la carretera que iba junto al río y para nuestra suerte eran pocas las personas que habían llegado a esa parte del río, que por lo general siempre está llena. Nos fuimos hacia un lugar que quedaba detrás de una curva cerrada en donde el río tenía una pequeña caída de agua en su trayecto, me pareció genial el lugar.

Bajamos la cosas de la camioneta y nos acercamos a unas piedras que estaban cerca de la orilla del río, eran enormes, me preguntaba cómo habían llegado hasta allí, acomodamos nuestras cosas sobre ellas y nos dispusimos a quitarnos la ropa para entrar a nadar.

Neto se quitó solo su playera y se quedó en su short de color azul que le llegaba un poco antes de la rodilla. Por mi parte, dejé mis sandalias sobre las piedras y me quité mi gorra, la blusa y el short, coloqué todo sobre mis sandalias, corrí a la orilla del río y metí mis pies en el agua, la sensación que producía la corriente del río en los dedos de mis pies era placentera.

-Ven, acompáñame, el agua está rica -le dije a Neto mientras le extendía la mano, invitándolo a acercarse.

Él se apresuró a quitarse sus sandalias de cuero que había llevado ese día, caminó hacia mí, lo tomé de la mano y nos sentamos un momento en la orilla mientras nuestro pies jugaban con la pequeñas piedras redondas que había en la arenilla. Me levanté y entré al río hasta que el agua alcanzo mis caderas, me zambullí y nadé un poco, la corriente no era muy fuerte, llegué hasta unas piedras que había a la mitad del río y en donde el agua me llegaba al pecho, en ese lugar se veía una pequeña cascada, la misma que había visto desde la camioneta.

Neto me miraba desde la orilla, así que tuve que llamarlo de nuevo. El se acercó y comenzamos a jugar, parecíamos unos chiquillos, retozábamos y nos divertíamos de nuestras ocurrencias por un buen rato. Decidimos regresar a la orilla para tomar algo de agua que él había llevado.

-¿Hacemos una carrera hasta la orilla? -le dije.

-Sin trampas. A la cuenta de tres, una… dos… y…

No le dí tiempo a terminar, me zambullí y di unas brazadas, pero no sirvió de mucho, él ya estaba a mi lado y se había adelantado. Llegó a la orilla y se detuvo para pararse, al salir del agua su short mojado me dejaba ver lo abultado de su pene. Me detuve a medio camino, me quité el sujetador, me paré sobre el fondo del río y mis pechos quedaron expuestos a los rayos del sol y al viento que los acariciaba y hacía que mis pezones crecieran con el frío que me producía.

-Neto… ¿quieres venir? -le dije y mientras se giraba hacia mí le lancé el sujetador a su cara.

Metió mi sujetador a la bolsa de su short y vino hacia mí, al llegar a mi lado colocó sus manos en mi cintura y comenzó a besarme con pasión, puse mis manos en sus hombros y le correspondía a cada beso que me daba. Sus manos bajaron a mi trasero y comenzó a acariciarlo, me apretó mis nalgas, eso me excitaba mucho. Sentí como ese bulto, que había visto hacia solo un momento, comenzaba a crecer y aponerse duro.

Bajo su cabeza a mis pechos y comenzó a chupar mi pezones, su lengua jugaba con ellos y eso me seguía poniendo bien caliente. Bajé mi mano al área de su ingle y comencé a tocarle ese pene que tanto me gustaba y por el cual comenzaba a mojarse mi vagina, se lo acaricié, lo apreté con suavidad, cuando sentí que estaba más duro, metí mi mano en short y comencé a bajarle su prepucio, mientras él seguía besando mis senos.

-Me gustas mucho -me dijo-, sabes que sí. Mira como me tienes, solo pienso en ti día y noche.

Le bajé su short y me dí la vuelta.

-Házmelo… quiero sentirte dentro de mí.

Hizo a un lado mi bikini y me empezó a meter esa rica verga que tanto me hacia mojarme, podía sentirla entrar en mi vagina que estaba pidiéndole a gritos ser penetrada. Me tomó por las caderas y comenzó a meterla y sacarla, el vaivén de sus cintura me tenía como loca, en cada estocada que me daba gemía de placer, me gustaba mucho sentirlo dentro de mí.

-¡Que rica estas! Me gusta tenerte así… ¡Aaah!... ¡Siií!

-¡Que rico se siente! Sigue así, no te detengas… ¡Aaay! ¡Siií!... ¡Que rico papi!

Sus arremetidas fueron haciéndose cada vez más rápidas y con mayor fuerza. Sus manos buscaron mis senos y comenzó a apretármelos, me tenía excitada, ya no podía más, sentí salir mis líquidos de mi vagina, me había venido mientras él me seguía penetrando. Las fuerzas en mis piernas me abandonaron por un momento.

-¡Siií! ¡Que rico!... Dame duro papi, no te detengas -le dije mientras giraba mi torso para poder mirarlo a la cara-, ¡Así papi!... ¡Aay!... ¡Mmm, que rico!

-Tienes un trasero muy rico, me encanta. ¡Aaah!... Lo aprietas bien rico.

La corriente del agua, aunque no era fuerte, me había cansado, supongo que también a él. Le pedí que fuéramos a la orilla. Me sacó su verga de la vagina y se la agarré para llevarlo a la orilla, su short le estorbaba un poco al caminar, pero aun así no dejé que se lo subiera. Llegamos y se acostó, me pidió que me subiera encima de él y que le colocara mi vulva sobre su boca, quería comérsela, le obedecí, pero igual me incliné para poder comerme esa rica verga, así estuvimos un rato, él pasaba su lengua en mi clítoris y chupa mi vulva, sentí que un par de dedos se deslizaron en mi vagina y comenzó a meterlos y sacarlos a un ritmo que me aumentaba el calor de mi cuerpo. Por mi parte, estuve chupándosela, pasaba mis labios por toda esa enorme y proporcionada verga, se la besa y me detenía en la punta para pasarle la lengua y luego meterle en mi boca, quería tragármela toda, pero no podía y seguí conformándome con metérmela lo más que podía, hilos de sus líquidos y mi saliva se formaban al sacármela de la boca.

Después de estar chupándosela, no aguantó más y se vino, toda su leche se quedó en mi boca, podía saborearla, estaba rica y espesita, como a mí me gusta.

-¡Aaah!... ¡Que bien lo chupas!... Haz hecho que me venga rápido amor.

-Que bien que te gusto… Me gusta escucharte decir eso -le dije después de haberme tragado su semen por completo.

-¿Te has venido?

-Sí -le dije al tiempo que le mostraba la mano y le enseñaba los dedos índice y medio de la mano derecha.

-¿Dos veces?... Vaya, andabas caliente.

Fue hacia las piedras, aun llevaba su verga por fuera del short, sacó un par de botellas con agua de la nevera que había traído, me acercó una y tomó unos tragos. Su verga aún estaba un poco rígida, me le quedé mirando.

-¿Quieres más? -me dijo al tiempo que se acercaba a mí.

-¿Aun puedes?

-Claro que sí, ven… ponte en cuatro mi amor.

Comenzó a mover la mano alrededor de su verga y ví como de nuevo fue poniéndose dura de nuevo. Me acomodé como el me había pedido y lo vía cercarse por detrás, hizo a un lado mi bikini para empezar a metérmela de nuevo, que sensación más rica. Su verga entraba y salía de nuevo en mi vagina.

-¡Asiií papi!... ¡Mmm! ... ¡Aaah!

-¡Que rico trasero tienes!... Dóblate más amor, quiero que te entre toda.

Bajé mi torso al suelo, mis senos descansaron en la pequeñas piedras y en la arenilla de la orilla del río, mi trasero había quedado en lo alto. Neto se acomodó de tal manera que solo doblaba sus rodillas para poder penetrarme, ya no se movía tanto, solo me tenía agarrada por las caderas y se agachaba un poco para poder ensartar su verga en mi vagina. Estuvo así hasta que me pidió que lo montara, se acostó de nuevo y me subía a horcajadas. Quedando de frente a él, me acomodé su verga en la entrada de mi vagina y me fui sentando hasta que me había entrado toda. Comencé a moverme sobre ella, luego me levanté un poco y me dejé caer para sentir como me entraba de golpe, comencé a cabalgar esa enorme y rica verga, no podía parar de hacerlo, de nuevo sentí que me venía con su verga dentro de mí, estaba muy excitada.

-¿Te has venido? Sentí que te has mojado todavía más.

-Sí… ¡Aaah!... ¡Que rico!

-Igual me voy a venir… ¿Dónde quieres que te la deje?

-Ahí donde está, no lo saques, lléname de leche… ¡Mmm!... Lléname de tu leche papi.

-Sí amor, te voy a llenar de leche… ¡Siií! -dijo al tiempo que sentía como descargaba la leche de sus bolas en mi vagina-, ¡Uff!

-¡Aaah!... Si papi, lléname de leche… ¡Mmm!... ¡Que rico se siente!

Termino de sacar toda su leche mientras me tenía ensartada, luego sacó su verga y me dió unos golpecitos en mi trasero. Había siso algo excitante y genial el haberlo hecho en ese lugar. Fue tanta mi excitación que olvidé por un momento que traía puesto aun mi bikini y no me percaté de que su leche me había manchado la parte de abajo al empezar escurrirse de mi vagina.

Le pedí mi sujetador y me lo puse de nuevo, entre al río y cuando el agua me llegó a la cintura, me saqué el bikini y comencé a enjuagarlo, para tratar de quitarle el semen, me lavé mi vulva y oriné un poquito dentro del agua, caminé hacia la orilla. Fui hacia mi mochila, me quité el sujetador y saqué mi toalla para secarme, luego me puse ropa seca, había llevado un calzón de algodón con encajes en las orillas, me coloqué el sostén, igual de color blanco, me puse mi short y mi blusa.

Cuando Neto estuvo listo, subimos todo de nuevo a la camioneta y nos dirigimos a un comedor turístico que habíamos visto a orillas de la carretera un par de kilómetros atrás. Almorzamos muy rico, el tiempo se nos fue volando, era tiempo de volver a casa.

Fue un excelente viaje, el lugar me había gustado mucho, el sexo había estado de maravilla, me quedé con un grato y excitante recuerdo de esos momentos vividos.

Hasta luego, gracias por haberme leído. Espero sus comentarios. Besos.