Una Tarde (2: final)

Llegamos al apartamento y en la puerta nos plantamos un beso, un gran beso que nos despierta las ansias (¡qué calentonas somos!), Melissa posa sus manos debajo de mi falda y mueve mi tanga hacia adelante, presionando con el hilo mi micha y yo con una mano en su cuello y otra en su culo se lo aprieto y en eso abre la puerta su novio...

Llegamos al apartamento y en la puerta nos plantamos un beso, un gran beso que nos despierta las ansias (¡qué calentonas somos!), Melissa posa sus manos debajo de mi falda y mueve mi tanga hacia adelante, presionando con el hilo mi micha y yo con una mano en su cuello y otra en su culo se lo aprieto y en eso abre la puerta su novio...

¡Pero qué lindas! – dijo el joven mientras sonreía impresionado.

Dani, él es Juan José – dice Melissa, a la vez que éste me planta un beso cerca de la comisura de mis labios (me calienta demasiado esa clase de besos, con sensualidad e incitación); me puedes llamar Juanjo, contesta el nuevo integrante.

Muy amablemente Juanjo nos invita a pasar. Melissa está algo cansada por lo que se despide de mí con un beso tierno y le dice a Juanjo que me muestre el apartamento.

Primero la sala-comedor, estaba bastante iluminada con pequeñas luces incrustadas en el cielorraso, sillones de cuero color negro, paredes blancas donde colgaban cuadros de gente desnuda con colores fuertes, el piso lo adornaba una alfombra de cebra; el comedor era de 4 puestos; la cocina tenía lo esencial, con electrodomésticos pequeños, baño con jacuzzi (tina) y cuartos un poco pequeños pero bastante cómodos (solo habían 2) y lo mejor de todo es que frente a la sala había un balcón con vista a la ciudad y al edificio de al lado.

Cada vez que me paseaba por los rincones del apartamento, Juanjo posaba sus manos en mi cintura con delicadeza, lo que al principio pensé que solo era amable, pero recordaba el incidente del colectivo y asumí que ese gesto tenía otro significado.

Aún manteniendo sus manos en mi cintura, bajó hasta mis caderas, mientras me hablaba al oído mostrándome el baño; acto seguido me giré hacia él mirándolo de frente; éste bajó su rostro hacia mí, sacó su lengua y con la punta me rozó los labios, mi respiración era muy agitada y con los ojos trataba de comunicarle a Juanjo que estaba a sus pies

Juanjo parece que supo leer muy bien mi mirada, por lo que acto seguido, con una mano en mi cintura y otra en la pared me besó y me atrajo más hacia él para inundarme en su pasión, sentí como su bulto estaba a punto de explotar, me empujaba contra la pared donde no tenía escapatoria, sentía su aliento y su respiración en mi cuello, como temblaba mientras me acariciaba con sus grandes manos mis brazos, mi cintura hasta mis caderas, mientras me decía al oído lo mucho que lo atraía, que lo tenía loco…Me encantas Daniela, mmm me fascinas, estás tan rica –decía Juanjo-; estaba loca, loca por él…mi pierna ya estaba subiendo por su muslo, mientras él me acariciaba con delicadeza y morbo, él estaba tratando de volverme realmente loca y lo estaba logrando, estaba seduciéndome, provocándome, con sus caricias suaves y a veces fuertes hacía que deseara que estuviera dentro de mí, pero no, él jugaba conmigo, me provocaba más y más, pasaba sus dedos por mi muslo hasta llegar a mi ingle y luego apartaba su mano, luego me besaba el cuello hasta el comienzo de mis pechos y después paraba, pasaba sus manos por mis caderas debajo de mi falda hasta llegar a mis nalgas pero sin llegar a apretarlas solo las manoseaba lentamente, posó sus manos en mis pechos y los manoseaba suavemente y con poca fuerza me apretaba los pezones que era suficiente para hacerme gemir; sentía su verga durísima palpitante, la imaginaba ya con la punta brillante deseosa de penetrarme; en un momento pasó nuevamente sus dedos por mi ingle hasta llegar a mi panty mojado mientras gemía y me abría más para recibir más placer, presionó sus dedos en él y luego los quitó, yo moría porque me hiciera suya y él solo me provocaba, estaba perdida; mi cuerpo temblaba más que de costumbre, mi respiración era entrecortada, sentía su corazón palpitar, su aroma y sus manos recorriéndome, haciendo que cada segundo lo deseara más, hasta que no pude soportar tantas ganas y me liberé de sus brazos, como pude desabroché su correa, luego su pantalón y saqué esa pinga tan deseada, sin siquiera verla me la metí toda a mi boca, la sentía hasta mi garganta, pero Juanjo me puso de pie agarrándome por los cabellos y me dijo: No puta, aún no, es cuando yo diga (con un tono suave, serio y a la vez sensual); me sorprendí y tomándome del brazo me metió al baño, me dijo que me desvistiera y así lo hice, me quité la ropa lentamente mientras él me observaba con mucha atención, primero me desabroché la falda y ésta rodó por mis piernas, luego dándole la espalda me quité la camisa y por último me bajé el panty lentamente mostrándole así mi culo abierto, después de esto me nalgueó duro dejando mi culito rojo y a la vez dejando escapar un gemido.

Le bajé los pantalones y pude notar que estaba rasurado, su pinga era rosada, venosa y un poco larga, luego lo hice sentar en la tapa del inodoro y sentada sobre él le quité la camisa, por fin pude admirar y tocar ese pecho exquisito muy marcado, sin pensarlo bese su boca, su cuello, jugué con sus orejas mordisqueándolas levemente, hasta bajar a su pecho, lamí sus pezones mientras él me agarraba fuerte de las caderas para no caerme; pasaba mi lengua y besaba todo su pecho, sentí como se alteraba cada vez que mordisqueaba sus pezones, acariciaba sus brazos de hombre con sus vellos lacios, olía su cuello y me excitaba, lo tomaba por la nuca y lo besaba más apasionada en el mismo momento en el que él apretaba mi culo fuertemente, besaba mis tetas hasta poner más duro mis pezones hasta que me dolieran y yo gemía cada vez más alto, rozaba su verga contra mi raja, quise metérmela pero me dolió y se lo dije: Juanjo me duele un poco, es que hace un rato me cogieron –le dije- bueno amor entonces te tendrás que aguantar –dijo Juanjo-; aún yo sentada en sus piernas se levantó y me cargó hasta la tina, con una mano abrió el grifo de agua caliente y un poco de agua fría, rápidamente el agua se fue calentando, y él no me bajaba de su cuerpo, nos mojamos y yo contra la pared enrollada mis piernas a su cintura y mis brazos a su cuello, tomó su verga y poco a poco la metió en mi coño y yo le decía: No…por favor no, me duele, ayyy suavecito, no Juanjo no…ahhhhhh no…mmmm no…hhhh; hasta que me rendí al placer, era más mi disfrute que el dolor, sentía como esa verga me cogía, por momentos miraba hacia abajo y veía como entraba y salía de mí, miraba su rostro con el cabello mojado, sus ojos y una sonrisa casi diabólica disfrutando como yo me dejaba hacer, estuvimos así unos escasos tres minutos; luego por tremenda cogida quise chupársela, ya en el piso de la tina en cuatro y él sentado frente a mí, me metí esa pinga en la boca por segunda vez, la disfrutaba, la mamaba con los ojos cerrados, a veces los miraba y me decía: Chupa más perra; y yo se la mamaba con más fuerza, de pronto él estiró su brazo y empezó a hurgar mi ano y con otra mano me pegaba en el culo, me fascina que me domen, porque así me sentía dominada, esclavizada…lamía ese pene con mucho deseo, lo apretaba, lo escupía, me lo metía hasta la garganta, lo succionaba todo para darle placer a ese hombre que me tenía enloquecida, mi culo se fue abriendo poco a poco, hasta que él apartó su verga de mi boca y me dijo que me mantuviera en cuatro pero que lo hiciera al revés dándole la espalda, aún con la regadera abierta, apuntó su verga contra mi culo y de un tirón lo metió hasta la mitad, grité tanto que creo que me escuchó toda ciudad, sentí como me partía, estaba segura que estaba sangrando a pesar de que no veía sangre, le supliqué que me dejara, pero él no quiso, comenzó a masturbarme el coño para calmarme mientras decía lo puta que era, que tenía que pagar por ser tan zorra y lo logró, logró excitarme y así olvidar el dolor y después poco a poco me fue metiendo toda esa verga, cerró el grifo y sentí que untaba algo en mi culo para luego penetrarme más duro, ya sentía que mi culo se iba abriendo cada vez más y que no me dolía tanto, ya empezaba a gustarme, al mismo tiempo que nuevamente empezó a joderme el clítoris, me encantaba sentir esa verga en mi culo, mmmm era tan rica y más aún pues me masturbaba al mismo tiempo; ¿Te gusta perra? –preguntaba Juanjo-, Sí sí sí me encanta ahhh…dame más –le respondí- sacaba más mi culo, me arqueaba, de vez en cuando me nalgueaba y gemía muy alto, no me importaba que alguien se diera cuenta, estaba en pleno deleite y quería explotar, mis piernas y mis brazos empezaron a rendirse, se me hacía difícil respirar, temblaba como nunca, y me excitaba aún más escuchando los gemidos de Juanjo, hasta que no pude más y descargué todo mi placer en un largo gemido al sentir como Juanjo me inundaba el culo de leche, caí rendida al piso de la tina, no podía levantarme, mi cuerpo aún temblaba y Juanjo exhausto se sentó detrás de mí, pasaron 10 minutos para que nos repusiéramos, hasta que de rodillas uno frente al otro nos abrazamos y nos besamos.

Para sorpresa de los dos, Melissa estaba tirada en el piso frente al baño junto con un vibrador en la mano, se había masturbado viéndonos hasta que tuvo un orgasmo.

Ese día dormimos los 3 juntos bastante cansados pero con ganas de repetirlo otro día y así fue.

Gracias por leerme.

Besitos!

Dani.

Pd: Chicas y parejas espero que me agreguen a su msn para compartir historias o algo más