Una super orgia desenfrenada y sin control

Les voy a contar otras cositas muy excitantes y más recientes, cuando fuimos mis papis adoptivos y yo de vacaciones a Florianópolis, contando yo en esos momentos con un poco más de experiencia...

Hola a todos. En mi relato anterior prometí relatarles todo lo que pasó durante la noche en la que fui al departamento de Lydia para coger yo solita con Raúl, Néstor y Richard, los tres negros que conocí cuando junto con mis papis adoptivos hicimos una sensacional fiestita. Pero voy a romper mi promesa y creo que me lo van a perdonar porque les voy a contar otras cositas muy excitantes y más recientes, cuando fuimos mis papis adoptivos y yo de vacaciones a Florianópolis, contando yo en esos momentos con un poco más de experiencia.

Mis papis conocían a una chica a la que voy a llamar Tamara que desde hace cuatro años está casada con un brasilero, al que voy a llamar Gonzalo y viven en Florianópolis. Les informo que ese matrimonio forma parte del círculo íntimo de mis papis. Las personas que leyeron mis relatos anteriores ya se imaginarán la clase de relación que los unía. Lo cierto es que ese matrimonio nos invitó a pasar un par de semanas en la hermosa casa que tienen en el barrio Trindade, en la isla, en el estado de Santa Catalina. Ese barrio queda, me pareció, casi en el centro de la isla y cerca de la playa Joaquina y de un lago de cuyo nombre no me acuerdo. Entre el lago y el domicilio de Tamara hay un cerro que Roberto atravesó sólo una vez en nuestro coche, dado que se asustó y luego íbamos a la playa dando un rodeo o íbamos en el coche de Gonzalo.

Llegamos a la casa un jueves casi al anochecer. Bueno, Tamara es una rubia de 24 años, espectacular, para que se hagan una idea es una réplica casi exacta, un tipo de mujer como Cameron D. Cuando nos invitaron a ir de vacaciones Roberto quedó enloquecido ante la posibilidad de volver a encamarse con ella. Mariana no es celosa, y además le encanta el marido de Tamara, un hombre blanco, de más de 1,80 musculoso, cabello negro, muy buen mozo y que según ella no sólo dispone de una buena herramienta sino que además la sabe usar muy bien. Yo también cuando los vi eché a volar mi imaginación y mi conchita o mejor toda yo, me puse inquieta.

Pero esa noche no pasó nada. Tamara estaba asombrada de los cambios que se habían operado en mí a partir del momento en que nos habíamos dejado de ver. Notaba que sus miradas y la de su marido no eran muy santas. Mariana ya les había informado de las cosas que habían sucedido y sabían que habíamos venido no sólo a disfrutar del sol y de las playas, sino que, casi expresamente habíamos venido..... a coger. Quedamos en ir a la mañana siguiente a la playa Joaquina en donde nos presentarían a unos amigos.

Al otro día de mañana, después de desayunar fuimos Tamara, Mariana y yo a comprar ropa de playa, algún short para Roberto, remeras, gorros y unas tanguitas para lucir nosotras en la playa. Las tangas eran escandalosas!! y es poco decir!!. Eran triangulitos diminutos para tapar apenas los labios genitales y una tira que se metía entre los glúteos. La pieza de arriba tanto a Tamara y a Mariana les iba a dejar las tetas prácticamente a la vista dado que ambas las tienen grandes y paradas, las mías pobrecitas, son chiquitas, tanto que tengo ganas de que me den hormonas para ver si me crecen un poco aunque todos dicen que son muy sabrosas y con unos pezones grandes que son una delicia. Bueno, no sé que voy a hacer!!!!

Todavía no había visto a Tamara desnuda y estaba deseando verla en tanga porque debía de estar buenísima. Lo pude hacer un rato después cuando volvimos a la casa y nos preparamos para ir a la playa. Me puse una tanguita roja, que es mi color preferido, mientras que la de Mariana era amarilla y la de Tamara celeste. Qué cuerpazos!!! ¡Las dos!!! Qué caderas y que nalgas las de Tamara!!!Desde ese momento no dejaba de mirarla y de esperar con ansiedad la llegada de la noche, dado que estaba segura de que era cuando íbamos a romper el fuego. Al verla comprendí perfectamente la alegría demostrada por Roberto. Llegamos a la playa y, modestia aparte, no puedo dejar de decirles que llamábamos la atención. Mariana y Tamara tienen dos cuerpos espectaculares y si bien son más tetonas que yo en el resto creo que no tengo nada que envidiarles, son muy lindas de cara, pero tengo entendido que el contraste de mi cuerpo con mi cara de nena es algo que a los hombres aparte de gustarles los calienta mucho.

Nos dijo Tamara que sus amigos nos estarían esperando y se me había dado por pensar que serían uno o dos matrimonios pero..... eran cinco hombres, sí… ¡¡cinco!!! ¡¡Y qué pedazos de hombres!!! Con Mariana nos miramos un poco asombradas. Dos eran unos negros grandotes como de 1.90 dado que eran más altos que Roberto, había para elegir, porque otro era un mulato, una mezcla de blanco con negro, también alto y musculoso, de pelo enrulado, los otros dos eran blancos, tostados por el sol, uno de cabello rubio y otro de cabello negro. Se ve que eran machos seleccionados por Tamara ya que los cinco eran muy atractivos a mis ojos.

Todos lucían trajes de baño muy ajustados. Sus bultos eran impresionantes!!!! ¡¡Sus vergas debían de ser inmensas!!! Estaba un poco nerviosa porque ellos sabían el motivo por el cual Tamara se había encargado de que entraran en contacto con nosotras, es decir Mariana y yo. Hechas las presentaciones del caso y después de charlar un rato sobre temas varios, elecciones, Lula, crisis, etc. las mujeres nos fuimos a mojar un poco. Mientras que los siete hombres, ¡¡SIETE!!!! se quedaron charlando tirados en la arena. El agua estaba tibia, verde como las esmeraldas, transparente, con el agua a la cintura me podía ver los pies.

-Y... ¿qué opinan de mis amigos? ¿Les gustan? -nos preguntó Tamara

-¡¡Están buenísimos y Gonzalo está mejor que nunca!!!! -respondió Mariana.

-Ya sé que Uds. dos siempre se gustaron mucho y ahora después de tanto tiempo se deben de tener unas ganas bárbaras... bueno Gonzalo no ve la hora de acostarse contigo, lo tienes recaliente!!! Y a vos Gabriela ¿te gustan mis amigos?

-Sí, opino lo mismo que Mariana y..... Tú también me gustas.

-¿Tienes ganas de acostarte conmigo? -sonriendo la miré a los ojos y con todo desparpajo le respondí:

-¡¡Sí... me encantaría!!!

-¡¡¡Ayyy... Mariana!!! ¡¡Qué bien!! ¡Cómo evolucionó esta chiquilina!!! ¡Y qué cuerpo ha desarrollado! ¡Está buenísima!!! Bueno decidan... con cuáles de ellos se quedan para esta noche. Mariana te aviso que esta noche agarro a Roberto y lo quiero para mi solita, ya que para los muchachos dispongo de otros momentos... -Mariana y yo nos miramos.

-Bueno....-respondió Mariana- a mi me gustan todos y a vos Gabriela?

-¡A mi también!!!

-Y bueno...Tamara invítalos a todos -le respondió Mariana.

-¿A todos? Mira que con Gonzalo van a tener que aguantar a seis tipos entre las dos. A vos, Mariana, te tengo fe porque eres como yo pero... Gabriela.... ¿están seguras???

-Recién esta noche te vas a dar cuenta de qué manera evolucionó Gabriela -respondió Mariana riéndose.

-Me va a encantar verla en acción. Gabriela me tienes que prometer que antes de ir al ruedo con ellos estés un ratito conmigo. ¡Eres preciosa!!

-Es lo primero que podemos hacer y de paso los dejamos bien recalientes.

-¡Guau! Esta chiquilina sale a vos, Mariana. Fuiste una buena maestra ¡¡me encanta!!! Bueno esta noche vamos a ir a la casa de uno de ellos y hacemos una linda fiestita; se van a poner contentos sabiendo que ninguno va a quedar afuera. Todavía no hablé con ellos pero estoy segura que están desesperados por cogérselas a las dos. Alcanza con verlas, vos Mariana, estás mejor que nunca! Me encantaría uno de estos días mandar a pasear a nuestros maridos y hacer una reunión entre nosotras tres solitas. ¡Sería fabuloso!!

-Tenemos que encontrar el momento, -respondió Mariana- o les traes algunas chicas para ellos y nosotros nos tiramos con lista propia. ¿Qué te parece?

-Bueno... podríamos hacer eso -respondió Tamara.

Volvimos donde estaban los hombres. Entre los dos negros había una esterilla y me hicieron una seña para que me acostara en ella.

-Esperen que me seque un poco -les contesté.

A los pocos minutos el sol que estaba alto me secó el cuerpo y la fina tela de la tanga y me acosté entre los dos. Había poco espacio, tanto es así que mis muslos se rozaban con los de ellos. Su piel, color habano, lustrosa y caliente brillaba al sol. El contacto me estremeció. Uno de ellos acercó sus labios, gruesos como los de todos los negros y me dijo al oído:

-¿Van a coger con nosotros?

-Sí.... -les respondí

-¿Cuándo?

-Dijo Tamara que esta noche en la casa de uno de Uds.

-¿Van a ir las tres?

-Sí

-¿Podemos ir los cinco?

-Sí, todos Uds. y ellos dos con Tamara y Mariana.

-¿Tienen muchas ganas de coger?

-A Mariana y a mi nos gusta mucho, nos pasamos cogiendo y a las dos nos gustan mucho los hombres como ustedes. Tenemos varios amigos que son negros.

-¡Bárbaro! ¿Y por qué te gustamos?

-Por el color de la piel, porque son grandes y.....

-¿Por qué más?

Me daba cuenta que los negros estaban calientes por la cara que ponían cuando me miraban. Se calentaban al oírme hablar. Para calentarlo más al que estaba hablando conmigo le puse uno de mis muslos encima.

-¿Por qué más? -me volvió a preguntar.

-¡Porque tienen pijas grandes!!! -le respondí descaradamente.

El diálogo que estaba manteniendo también estaba calentándome. Mariana estaba sentada al lado de Gonzalo, él con el brazo sobre los hombros de ella y hablándole al oído mientras que Tamara estaba haciendo rueda, sentada, con Roberto y los otros tres muchachos.

-¿Con qué esas tenemos, eh? Esta noche van disfrutar como locas, no saben lo que les espera!!!

-Vamos a ver....vamos a ver -le respondí riéndome.

Estuvimos un rato más y nos despedimos de los cinco con un beso en la mejilla y un.... hasta luego! Ya en el coche, Tamara nos dijo que los cinco habían quedado recontentos, que tanto a mí como a Mariana nos encontraban rebuenas y que no veían la hora de reunirse con nosotras. Nos duchamos y después del almuerzo nos fuimos a los dormitorios, Tamara y su marido al de ellos y nosotros tres a otro. Habíamos decidido no tener relaciones sexuales para estar en forma para la noche, aunque yo me moría por disfrutar un rato con Tamara. Nos acostamos, Mariana y yo casi desnudas, sólo de tanga. Roberto, salió del baño completamente desnudo con su linda pija al aire y se acostó entre ambas.

-Gabriela, prendé el aire acondicionado, que hace un calor bárbaro -me pidió.

El aparato estaba en la pared al lado de la cama, como no entendía bien como se prendía me arrodillé para verlo más de cerca y ver como tenía que hacer. Sin pretenderlo quedé con el culo en pompa lo que hizo que Roberto me dijera:

-Por favor Gabriela!!! Apúrate que con ese culo así me estás matando!!! -encontré la perilla que lo prendía y volví a la cama.

-Mira como me dejaste!!! -me dijo Roberto mostrándome la pija hecha un garrote. Me acosté al lado y le dije:

-¡Pobrecito!! -Mariana me miraba sonriéndose.

-¿Por qué no me la chupas un poquito, sí?

-Esta noche le pedís a Tamara que te la chupe -tenía ganas de chupársela pero lo quería hacer desear un poco.

-Y tu Mariana no me la chupas un poquito? -le hice una seña a ella para que dijera que no.

-No tengo ganas, pídele a Gabriela.

-Dale Gabriela, no te hagas rogar!!

-¿Qué hago Mariana, se la chupo?

-Sí, pero que no acabe, porque si no esta noche va a pasar vergüenza y no quiero que Tamara diga que mi marido es un impotente.

Lo empecé a pajear corriendo su prepucio hacia atrás muy suavemente, su glande me tentó y me lo metí en la boca, dejando caer chorros de saliva para mojarla bien, al quedar empapada y pajearlo rápidamente apretándole la pija comenzó a hacer ese ruido que me excita de una manera inconcebible. Estaba con ganas de hacerlo acabar y tragarme toda la leche cuando Mariana ordenó detenerme.

-Ven Gabriela vamos a chuparnos un poquito -y se sacó la tanga- Que se haga la paja él si quiere y que esta noche a Tamara se la cojan los otros.

-Tienes razón Mariana, diviértanse ustedes, me voy a dar un baño en la pileta así se me pasa, chau!

Se fue sonriendo, desnudo como estaba. Yo ya estaba encima de Mariana abrazada a sus maravillosos muslos y con mi conchita al alcance de su boca. Le dijimos adiós y comenzamos a lamernos la concha y dar vueltas en la cama sin detenernos en nuestra lamida. Estuvimos casi tres cuartos de hora y luego de dos orgasmos, por lo menos de mi parte, fuimos a bañarnos junto con Roberto. Tamara con tanga y Gonzalo completamente desnudo estaban con él. Su pija, aún flácida era grandota. Con razón a Mariana le gustaba tanto y yo la entendía. Gonzalo estaba buenísimo, peludo y con un lindo culo además.

-Gabriela, me dijo Roberto que me estabas engañando con Mariana, ¡sos mala, eh!!

-Bueno si quieres vamos -le respondí.

-No, era una broma, vamos a esperar hasta esta noche y hacemos lo que me dijiste en la playa.

Y llegó la noche. Para darle más calor a la reunión nos pusimos unos vestidos de fiesta tan escandalosos, transparentes y provocativos que servían únicamente para encender las pasiones cómo prólogo a una noche de sexo. Fuimos en coche. Si nos hubiera visto alguien en la calle hubiera pensado la verdad: que éramos tres putas buscando machos. Era una mansión muy lujosa propiedad de uno de los cinco hombres. Un inmenso y hermoso jardín, un porche con columnas al que se llegaba luego de subir algunos escalones. Un salón inmenso no tengo habilidad para describirlo, pero todo era muy grande, lujoso, alfombrado, con grandes y mullidos sillones. Todo daba a entender la existencia de muy buen gusto y también de mucho dinero. Los cinco hombres estaban sentados, charlando, dos en un sofá y los otros tres en otro. Nos vieron llegar, nos saludamos con un beso en la mejilla y un hola; cuando nos sentamos el tamaño de sus bultos en los pantalones era evidente.

Se formaron los mismos grupos que en la playa. Me senté entre los dos negros, Mariana con Gonzalo en otro que estaba enfrente y Tamara con Roberto, el mulato y los dos blancos en el mismo que estaban ellos pero en la otra punta. El sofá era inmenso, muy largo y muy ancho. En ambos costados de los sofás estaban ubicadas mesitas ratonas sobre las cuales se encontraban varias copas servidas, posiblemente whisky. En el espacio entre los sofás el piso estaba cubierto con alfombras muy mullidas de color borra de vino. Se escuchaba una música tropical, suave y cadenciosa. El ambiente era el ideal para concretar nuestras intenciones de protagonizar actos de lujuria que alcanzaran niveles espectaculares.

Mi vestido al igual que los de Mariana y Tamara eran de gasa muy transparente que permitían ver nuestra escasa ropa interior. El mío era de color verde y mi única ropa interior eran un par de medias color carne, auto ajustables y con una ancha liga negra, calada y mi clásica y diminuta tanga roja, aparte de mis sandalias de taco alto. Los negros apenas me senté entre ellos intentaron manosearme, pero a lo largo de los meses transcurridos y asesorada por Mariana me gusta utilizar ciertas técnicas para hacernos desear, llevar a nuestros machos a un estado máximo de calentura y después, sí, dejar que se desahoguen haciéndonos lo que se les ocurra, siempre que lo que quieran hacer esté dentro de lo que nuestra propia lujuria nos reclama. Me puse de pie, para entonarme, tomé un buen trago de whisky que era lo que contenían las copas y comencé a contonear mi cuerpo al compás de la música que estaba escuchando. Estuve unos pocos minutos bailando delante de ellos, girando a veces mi cuerpo a efectos de mostrarles mis nalgas a través de la fina tela del vestido.

Luego sin dejar de bailar me dirigí lentamente hacia donde se encontraba Tamara con Roberto. Su cuerpo ya estaba desnudo hasta la cintura, ya que la parte superior de su vestido se encontraba arrollada sobre su falda. Me impactaba la belleza de sus senos, grandes como melones, de formas exquisitas, su piel ligeramente tostada no mostraba las marcas más blancas de una exposición al sol con determinadas prendas. Al llegar frente a ellos estaban enfrascados en un beso de lengua mientras que sus senos eran manoseados por Roberto. Mi mirada se cruzó con la de Tamara, estiré mi brazo como invitándola a bailar. Se puso de pie, la tomé por la cintura puso sus brazos sobre mis hombros y comenzamos a bailar lentamente al compás de la música, apretaditas, sentía el calor y la morbidez de su cuerpo a través de la fina tela, mi boca buscó ansiosamente uno de sus pezones, succioné un seno, como para tragármelo, y comencé a frotar mi lengua sobre su pezón mientras que mis manos se aferraban a sus glúteos. Mariana, ya sin su vestido, sólo de tanga, de medias color humo, de tacos altos, con su sostén corrido y una de sus tetas al aire, se contoneaba de pié, delante del marido de Tamara, del mulato y de los dos tipos blancos.

Los cuatro estaban con sus pijas totalmente erectas fuera del pantalón, manoseándoselas. Mis dos negros estaban más avanzados en el proceso, estaban completamente en bolas. Pude notar con alegría que las pijas de los negros eran descomunales como las de Richard y Néstor, pero la del rubio se notaba a simple vista alcanzaba las medidas de la de Raúl, más larga y más gruesa que la de todos los demás. La del mulato y la del morocho no desentonaban eran muy grandes y muy gruesas también. Se ve que Tamara tenía los mismos gustos que Mariana y yo. Tenía ganas de tirarme en la alfombra y comenzar un 69 con Tamara ya que su cuerpo y la expresión de su cara me enloquecían de deseo, pero eso se tuvo que postergar, pero no tuve motivos para contrariarme dado que la causa de esa postergación fue el hecho de que los dos negros no pudieron aguantarse; nos separaron y se ubicaron uno delante de mi y otro detrás.

Sentí el calor y el bulto de sus pijas en mi vientre y en mis caderas. Sus brazos rodearon mi cuerpo como tentáculos. Abracé al que tenía enfrente y hundí mi lengua en su jeta, sentí que mi lengua se estiró dado lo fuerte de la succión que le propinó. El negro que estaba detrás de mí, de quien sentía su aliento cálido y sus labios en mi nuca y en mi cuello comenzó a decirme indecencias que hacían que mi calentura y que mis ganas de chupar y ser chupada y penetrada aumentara cada vez más.

-¡Qué puta que eres!! -sentí que me decía.

-¡Sí, soy puta! ¿Te gusta? -le contesté desafiante al mismo tiempo que agarraba su pija. A la mayoría de los hombres les gusta que las mujeres, por lo menos en la cama, nos pongamos sueltas de boca.

-¡¡¡Quiero ver qué tan puta que eres, chupámela!!!

(Quiero aclararles que me hablaban en portugués, yo lo traduzco ya que entendía lo que me decían. Sigo...)

Después de decir esto, se acostó sobre la alfombra boca arriba, sacudiendo su enorme verga. Lo que me proponía era demasiado tentador como para resistirme. El negro que tenía detrás, de dos tirones, uno en la tira de la tanga que tenía entre mis nalga y otro en el fino elástico que la sostenía en mi cintura me dejó desnuda. No me hice esperar, sin más me arrodillé encima del cuerpo del otro negro, me abrí de piernas y le puse mi concha delante de la cara. Sentí su lengua mojada y caliente lamerme los labios genitales y hundirse en mi vagina.

En esos momentos la lujuria se apodera de mi cuerpo y de mi mente. Me siento puta y actúo como una depravada, me siento depravada y gozo... gozo... al ver que me están mirando cuando hago lo que hago, cuando sacudo la pija del negro en mi cara, cuando lanzo dos o tres escupitajos para dejarla empapada con mi saliva, cuando lo masturbo, cuando recorro con mi lengua toda su extensión, cuando ni siquiera sus bolas se escapan a mis lamidas y a mis succiones. Miré al otro negro.

-Acuéstate acá!!! -le ordené- ahí delante mío, échate para atrás, arrímate más.

Después que el negro siguió mis instrucciones quedó con las piernas a mis costados encima de las del negro que tenía debajo, de tal manera que al alcance de mis manos y de mi boca me encontraba con dos suculentos pedazos de carne negra a las que me dediqué golosamente a chupar y a masturbar. Creí enloquecer de placer haciendo eso, mientras que al mismo tiempo disfrutaba de la deliciosa mamada que uno de ellos me estaba haciendo.

Frente a mi estaban Tamara y Roberto cogiendo como animales. Ella boca arriba abrazada a su cuello con los talones enganchados en la espalda de él. Su rostro desfigurado por la lujuria. Los dientes apretados, los labios entreabiertos, los ojos entrecerrados, su cuerpo sacudido por las violentas embestidas de Roberto. No sabía exactamente lo que hacía Mariana ya que estaba detrás de mí, sólo sentía los gruñidos de placer de los hombres y los gemidos de ella, ahogados, posiblemente por tener alguna pija dentro de su boca. Sentí de pronto un deseo inmenso de ser penetrada. Me di vuelta. Me arrodillé con las piernas abiertas encima del negro que me estaba chupando la concha. Tomé con mi mano derecha su enorme pija, friccioné su glande a la entrada de mi vagina y me dejé caer lentamente mientras que con los ojos cerrados sentí como centímetro a centímetro aquella pija deliciosa terminó enterrándose totalmente en mi vagina hasta sentir su glande rozar mi útero.

-¡Quédate quieto que yo te cojo!!! -le dije

Comencé a contonearme un poco en forma circular lentamente, otro poco hacia delante y hacia atrás, me levantaba unos centímetros y me dejaba caer nuevamente a efectos de sentir aquella pija en todos los rincones de mis entrañas. El negro tenía sus manos apoyadas en la curva de mis caderas. ¡¡Qué placeeeeer!!! Sentir esas sensaciones y ver de qué manera hacía gozar a aquel negro. El otro se había parado delante de mí y su pija no pudo escapar a mis deseos de seguir mamándosela. Tiré de ella hacia mi boca y continué mamándosela. Pero yo quería más!!! En las orgías que mantuve antes había conocido el placer inconcebible que proporciona la doble penetración. Miré al otro negro:

-Chúpame el culito y después métemela.

El negro obedeció inmediatamente. Ahora podía ver a Mariana. ¡¡Qué linda que estaba!! Qué gozadora!! ¡¡Qué puta!!! pensaba. Estaba en el sofá, completamente desnuda sentada encima del rubio y con su pija larga y más gruesa que la de un caballo metida en el culo, apenas la pude ver porque en ese momento el morocho se arrodilló delante de ella para chuparle la concha, a su derecha el mulato con la pija en su boca y a su izquierda su mano pajeaba la pija de Gonzalo que estaba esperando su turno. Esto que les describo es el fruto de una rápida mirada porque enseguida me volví a concentrar en mi propio placer.

Estuve un par de veces por llegar al orgasmo, mi cuerpo me lo pedía, pero quería seguir refocilándome con aquella estaca en mi concha y detenía mis movimientos cuando el mismo se hacía inminente. La boca del negro, ora chupándome, ora lamiéndome, ora introduciendo su lengua y los dedos en mi ano hacían que mi placer estuviera a punto de hacerme llorar. El negro alcanzó a meterme tres dedos. Pasé mis dedos para ver el estado de mi esfínter y noté que estaba bastante dilatado y lubricado.

-¡Dale, métemela! -le dije girando mi cabeza y mirándolo a los ojos.

Puse mi culo bien respingado hacia atrás. Apoyando mi pecho sobre el tórax del macho que tenía abajo, aferré mis nalgas con ambas manos, arrimé los dedos a los bordes de mi ano y lo abrí lo más posible para facilitar la tarea de penetración. Sentí su glande en la entrada .¡Soy adicta al sexo anal, y mi ano ya está adaptado a dilatarse fácilmente y recibir en mi recto pijas de grandes proporciones. Actualmente resisto con mucho placer la pija de Raúl que me la mete siempre que nos vemos, por lo menos dos o tres veces al mes. Y pensaba para mis adentros que esa noche mi culito tenía que saborear, sí o sí la verga del rubio que ahora se la estaba metiendo a Mariana. Sentí como centímetro a centímetro la linda y sabrosa verga del negro penetraba en mi recto hasta sentir su bolas en entre mis nalgas y sus muslos bien pegados a los míos. ¡Cómo se goza en esos momentos!!!

-¡¡¡Ayyy qué bien que me están cogiendo!!!¡¡Por la concha y por el culo!!! Así.... negrito... revuélveme bien el culo ¡¡¡qué delicia!!! -movía mi cuerpo, ondulando lentamente, logrando entre los tres el ritmo adecuado.

Cuando yo embestía lentamente hacia adelante el negro que tenía atrás la retiraba dejando sólo el glande en mi recto, cuando yo retrocedía sentía que la pija que tenía en el culo se deslizaba hacia adentro y me llegaba al alma. Miré a Mariana y le mostré mi lengua. Ella le dijo algo al mulato el que vino hacia mí con su vergota preciosa balanceándose, me la acercó a la boca, la abrí y me la engullí sin necesidad de que yo la tomara con mis manos que estaban apoyadas a ambos lados del negro que me tenía ensartada por la concha.

-¡No me acaben adentro, quiero tragarles la leche! ¿Me oyen?

-Sí... puta!!! Te vamos a ahogar en leche. ¡¡Qué puta divina que eres, y con esa carita!!! ¡¡Quién puede pensar eso!!! ¡¡Tan linda y tan puta!!!

No lo digo por mi, personas que están leyendo, si es que hay alguna que esté leyendo este relato, pero a lo largo de estos meses en que me hice una hembrita a la que le gusta disfrutar del sexo he podido observar que casi todas las mujeres lindas son putas. Debe haber mujeres lindas que son algo bobitas, muy santurronas o muy tímidas y que no han descubierto las delicias del sexo pero deben de ser las menos. Yo creo que las mujeres lindas se ven muy acosadas por los hombres e incluso por algunas mujeres y tal vez ese acoso constante termina por excitarlas o al menos llegan al sexo por curiosidad y después que lo prueban, si son normales, les termina gustando. Tal vez esté equivocada pero yo lo veo de esa manera. Bueno me desvié un poco del verdadero motivo de mi relato.

En la situación en que estaba en ese momento con una pija en cada uno de mis orificios, era imposible mantenerme sin llegar al orgasmo. A medida que nuestros movimientos eran más violentos y rápidos mi placer aumentó hasta volverme una hembra en celo sin ninguna clase de pudor.

-¡¡¡Ahhhhh esta noche me voy a pasar cogiendo sin parar, chupando, cogiendo y tragando leche como una puta de quilombo!!! ¡Quiero que me acaben en la cara un atrás del otro, me oyen putos de mierda!!! ¡Quiero pija hasta al fondo!! ¡¡Así...! ¡Así...!! ¡¡Fuerte!!..¡¡¡Fuerte!!! ¡¡¡Así...! ¡Así...!! ¡Qué lindos machos!!!¡Quiero que me rompan toda!! ¡¡Aaayyy...!!! ¡Acabo!!! ¡¡Acabo...!!!

Disfruté de un orgasmo brutal, sacudida por violentas embestidas por parte de ambos mientras mi cuerpo como sucede en cada orgasmo queda agarrotado mientras que mi esfínter y mi vagina aprietan, como ordeñándolas a las pijas que están en mis entrañas. Me tiré boca arriba al costado del negro que estaba debajo de mí. El que me estaba cogiendo por el culo me la metió de un solo empujón en la concha. Los otros dos se arrodillaron a mi costado haciéndose la paja con sus pijas a pocos centímetros de mi cara. Esperé ansiosa sus chorros de leche con la boca abierta y sacando la lengua. Comenzaron a salir de las dos pijas a la vez. Los chorros del mulato cayeron casi todos dentro de mi boca y me la tragué casi toda; al tragar la leche cerré la boca y dos o tres chorros pegaron en mis labios, se deslizaron por mi mentón y de ahí siguieron por mi cuello. En cambio los del negro que yo me había cogido por la concha se distribuyeron en su totalidad en mi cara dejándomela bañada en semen.

El negro que me estaba cogiendo y que antes me la había dado por la cola al estar a punto de acabar de un salto se ubicó con las piernas abiertas y de rodillas encima de mi pecho y comenzó la masturbación final mientras que el mulato se ubicó en su lugar y procedió a meterme los dedos en el culo y a chuparme la conchita. El negro que estaba por acabar me metió la pija en la boca, la tomé ya que era suficientemente larga como para quedar una buena porción, más de la mitad, fuera de ella y comencé a terminar de pajearla sin dejar de succionarla. El negro gozaba como un animal, más que quejidos eran alaridos de placer. Sentí que la boca se me llenaba de semen, tuve que sacarme la pija de la boca para no atorarme y poder tragarlo, como en las dos acabadas anteriores una parte también terminó en mi cara. Se pueden imaginar que mi cara estaba inundada, tapada completamente de semen. Comencé con el glande del negro a acercar los grumos de semen a mi boca para poder tragármelos. Tamara que ya había terminado de coger con Roberto se acostó encima de mí y me lamió la cara.

-Mi amor esta noche no vamos a tener tiempo pero mañana en mi casa quiero que te acuestes conmigo.¿Sí?

-Bueno -le respondí.

Me levante y creo que me tambaleé un poco debido quizá al esfuerzo realizado. Sentí la voz de Mariana que me llamaba y me dirigí al sofá en donde estaba ella, completamente desnuda. Tenía grumos de semen en el cabello, en el cuello y en los senos. Me senté al lado de ella.

-Te miraba mi amor. ¡¡Qué manera de coger!!! ¡¡¡Eres divina!! Apróntate. Todos tienen ganas de coger contigo. Viste la pija que tiene el rubio? Te animas con él?

-Tu sabes que sí, con todos y con él sobre todo!

-Cómo te dejaron, Mariana, estás llena de leche!!!

-Sí todos, menos el mulato

-¿Viste que te lo mandé? me di cuenta de que te estaba faltando algo en la boca -no tuve más remedio que reírme.

-Tienes razón, no me vino nada mal!!!

Los hombres se quedaron bebiendo y nosotras fuimos al baño a higienizarnos un poco y a vestirnos. El vestirse de ellas fue volver a ponerse las tangas y acomodarse las medias y ponerse las sandalias. Yo me ajusté las medias y me puse las sandalias ya que mi tanga había sido destrozada por el negro. Tamara preguntó por ella, le dije lo que pasó y fue hasta su bolso donde tenía sus enseres de maquillaje y me dio una linda tanguita, rosada, diminuta y transparente.

-Soy muy precavida para estos casos -me dijo sonriéndose. Me la puse.

-Te queda muy linda -me dijo Mariana- prepárate porque el marido de Tamara y los otros dos que cogieron conmigo se te van a tirar encima como lobos hambrientos. Son terribles machos pero son muy cariñosos, hacen lo que vos les pidas, no vas a tener problemas.

-No te enojes, Mariana pero yo voy a seguir con tu marido y después a lo mejor cojo con algún otro, pero el peso de la batalla es para Uds. dos.

-Eso nos suena a gloría tanto a mi como a Gabriela.

-¡¡Ahhhhh ¡!! ¿y qué me cuentas? ¿Cómo se portó Gabriela, tu que tenías algunas dudas?

-Si hubiera sabido exactamente de lo que es capaz hubiera invitado a algún tipo más, -le contestó con una hermosa sonrisa en los labios sin dejar de mirarme.

-¡No.... con los que hay alcanza!! -le respondí y lo que dije era lo que pensaba.

Volvimos al salón. Me dirigí hacia donde estaban el rubio, el morocho y el marido de Tamara, que se llama Gonzalo. Me senté en la falda del rubio. Como siempre el primer contacto de mi piel con la de un macho me estremece .Pero el quería compartirme con el marido de Tamara que estaba a su lado.

-Siéntate en el medio -me dijo y dejé resbalar mi cuerpo sobre su muslo y quedé entre ambos.

Comenzaron a manosearme. Tamara y Mariana salieron como fieras en celo dispuestas a coger de inmediato. Mariana como yo había previsto se había dirigido en busca de los negros y en ese momento ya estaba acostada en la alfombra de costado con un negro a cada lado, mientras ella le chupaba la pija a uno, al mismo tiempo su ano y su concha eran lamidos por los dos. Tamara más bien hacia la izquierda delante de nosotros a lo largo del sofá estaba encima de Roberto cabalgándolo y era ella la que lo cogía imprimiendo movimientos ondulatorios a sus caderas.

El mulato por un momento estuvo indeciso sin saber a donde dirigirse y optó por sentarse al lado del marido de Tamara y comenzó a manosearse su delicioso pedazo. ¡Todas las pijas eran sabrosas! La de Roberto ya la conocía pero el marido de Tamara estaba muy bien y estaba pronto para cogerme y la de los tipos que trajo ella, ni hablar, los había elegido muy bien, sus vergas eran enormes, largas, gruesas y de todos los colores!!!! Tamara mientras se cogía a mi papi "adoptivo" nos daba la espalda. De esa manera yo y los que estaban conmigo veíamos muy de cerca las caderas de Tamara, sus movimientos ondulantes y veíamos como la verga de Roberto entraba y salía de su concha.

El espectáculo que ofrecían esas dos mujeres cogiendo a destajo, suspirando, gimiendo de placer, el ruido de la palmadas que daba uno de los negros en las nalgas de Mariana, palabras indecentes dichas por uno y por otro contribuían a recalentarnos más y más. Tenía una pija en cada mano y las masturbaba suavemente mientras miraba alucinada el espectáculo. El rubio y el marido de Mariana tenían mis tetitas dentro de sus bocas y sentía sus lenguas friccionar mis pezones, que es lo único grande de mis tetas. Para completar, el mulato, que se ve me seguía teniendo ganas después de la mamada que le había hecho se arrodilló entre mis piernas, deslizó mi tanga a lo largo de ellas y comenzó a pasarme la lengua y a chuparme la concha con desesperación. Tenía ganas de lanzarme sobre el tentador culo de Mariana que estaba a poco más de un metro y chupárselo pero tampoco quería abandonar a los tipos que con sus manoseos y sus lenguas me estaban haciendo gozar como una puta. Miré al rubio a los ojos y le pregunté:

-¿Me la vas a meter por el culo, como se la metiste a Mariana?

-¿Te gusta que te cojan por el culo?

-¡Me encanta!

-¿Y por la concha?

-Sí, también...por todos lados!!!! -el mulato dejó de chuparme, levantó la cabeza y me dijo:

-¡Tenemos ganas de comerte el culito, te vamos a coger por todos lados ¿Quieres? -había perdido el control de mis actos, lo degenerado que hay en mí y que en esos momentos se muestra tal cual, sin ninguna clase de pudor me hizo decirles:

-¡Sí...! ¡Sí..! ¡Quiero que me den por todos lados! ¡Que me rompan toda! ¡Que me llenen de leche! ¡Quiero chuparles la pija a todos y que me cojan bien cogida!

Mis palabras hicieron que ellos también perdieran el control. El morocho viendo que Tamara lo mira provocativamente se arrodilló detrás de ella y sin ninguna clase se miramientos y en instantes ya se la había enterrado toda en el ano. Los próximos movimientos fueron muy rápidos. Con mi terrible calentura deseaba chupar, ser chupada y penetrada urgentemente y se notaba que a ellos le pasaba lo mismo. El rubio se acostó en la alfombra con su enorme estaca que parecía la torre de Pisa. Se acostó paralelo al lado de Roberto.

-Tamara, escúpemela!!! exclamó con ansiedad.

A ella no le costó mucho tomar su verga, reclinarse sobre ella y dejar que de su boca salieran algunos chorros de saliva, le hizo una rápida y corta masturbación para empapar totalmente aquel hermoso pijón, grueso, largo y bien duro. Luego siguió disfrutando sometida a una doble penetración. Sin perder tiempo, ya que mi concha estaba bien lubricada por mis jugos y la saliva del pardo, me abrí de piernas, mi mirada se cruzó con la de Tamara, su cara era una mueca que reflejaba placer y lujuria, nos sonreímos rápidamente.

Tomé la verga del rubio, la friccioné a la entrada de mi concha, el roce de su glande me estremeció y me dejé caer, ensartándome lenta pero inexorablemente hasta que sentí que su glande, después de deslizarse deliciosamente a lo largo de mi dilatada vagina se encontraba con mi útero llenando mis entrañas de un placer que me es imposible describir con palabras. Sentí que una mano me acariciaba las nalgas, miré hacia donde estaba Tamara y era ella la que lo estaba haciendo mientras miraba a su marido arrodillado atrás mío pronto a meterme su estaca en el culo.

-¡Córrete para atrás un poquito ,Marquinho! -dijo Tamara y ahí me enteré que al rubio le decían Marquinho.

El corrió sus nalgas hacia atrás y yo me desplacé un poco con mis rodillas, siempre con la pija de Marquinho, enterrada hasta el fondo en mi hambrienta conchita. Tamara pidió eso para tener mi ano al alcance de su lengua. Por unos instantes sentí el viboreo en mi esfínter y enseguida la sentí introducirse en mi ano.¡¡¡Lo estaba preparando para su marido!!!! Dejó de hacerlo para que él pudiera meterme los dedos. No estoy segura pero me pareció que alcanzó a introducirme tres.

A efectos de colaborar, aferré mis propias nalgas y con la punta de los dedos al costado de mi esfínter empujé mis carnes hacia fuera para dejar mi ano lo más abierto posible. A continuación sentí la tibieza del glande de Gonzalo a la entrada de mi recto, presionó un poco y seguidamente embistió, sentí solamente un ligero pinchazo y una buena porción de su verga se deslizó por mi recto, dos embestidas más y completó la penetración. Al lograr él que su verga me entrara totalmente, dio una embestida final de tal manera que prácticamente me levantó en vilo.¡¡¡¡Qué placer!!!!!!!¡De qué manera gozaba yo en esa posición, con el culo para arriba, bien a lo puta y con aquellas dos vergas inmensas dentro de mis entrañas!!! El mulato sacudía su pedazo delante de mi cara esperando que se lo mamara, pero yo con los ojos cerrados, concentrada en el placer que me proporcionaban aquellas vergas lo tenía un poco abandonado.

-¿Chúpame la pija, puta, que me muero!!!

Abrí la boca y él se encargó de metérmela. Seguí con los ojos cerrados, y el placer llegó a límites inconcebibles. Una mujer tiene que ser muy ardiente y muy puta, con muchos deseos de gozar para estar en esa situación con tres machos sólo para ella . Únicamente de esa manera una mujer puede llegar al máximo de placer. Tal vez algunas no estén de acuerdo y no quieran o no se animen a hacerlo. Pero si lo hicieran creo que me darían la razón. Todos los hombres habían tenido un orgasmo lo que les permitía tener sus vergas en estado de erección por un buen rato haciéndome gozar y a su vez mantenerse disfrutando de mi cuerpo. Pero para mí fue imposible retener el orgasmo, el roce de sus vergas dentro de mí me llevaron a un orgasmo espectacular.

Ellos siguieron embistiéndome y disfrutando. Sus quejidos lo demostraban. El marido de Tamara me la dio por el culo por un buen rato, pero tanto el rubio como el mulato tenían ganas de comérmelo también. ¿Cambiamos? dijo Marquinho. Bueno, respondió Gonzalo y un vacío, algo desagradable, se produjo dentro de mí cuando retiró su pija de mi recto. Llevé una mano hacia mi ano y noté que ya tenía un boquete de tan dilatado que estaba. No era para menos ya que la pija de Gonzalo era sumamente gruesa, como todas, y había permanecido muy dura mientras la tenía metida en mi culito. Con movimientos rápidos el mulato ocupó el lugar de Gonzalo ganándole de mano a Marquinho y de un saque me la enterró hasta el fondo.

Hice lugar para que Gonzalo se acostara debajo y yo misma hice que su linda pija se me enterrara toda hasta el fondo. El lugar que le quedó a Marquinho fue frente a mi boca, de pie. Se la comencé a lamer y a chuparle el glande que era lo único que con esfuerzo podía abarcar mi boca. A todo esto los otros integrantes de la "reunión" habían detenido sus actividades habiendo logrado todos sus orgasmos y estaban en los sofás mirando extasiados el espectáculo de verdaderos animales que yo con los tres machos les estábamos ofreciendo.

Me sentía en la gloria porque el exhibicionismo es otro de mis placeres o mejor dicho hace que mi placer sea más intenso. ¡Me encanta que me miren mientras estoy cogiendo!! Se entiende que es en orgías privadas. Gocé de un segundo orgasmo con la pija del mulato en mi ano, la del rubio en mi boca y la del marido de Tamara en mi conchita. Y los tipos seguían dándome con alma y vida, gozando como animales, quejándose y suspirando pero sin acabar.

-Vamos a cambiar que quiero comerle el culo -exclamó Marquinho, desesperado

-!!!Ya va!!! Ya va!! -casi gritó el mulato- voy a acabar!!! ¡aaghhhhhh!!

Una serie de embestidas violentísimas que sacudieron mi cuerpo y enseguida sentí sus calientes chorros de semen en mis entrañas. Me encantó pero me hubiera gustado poder retardar mi segundo orgasmo y que fuera simultáneo al de él.

Otra vez llevé mi mano a mi ano, estaba a punto para la pija de Marquinho. Me hubiera gustado tener un espejo para ver como estaba y poder ver el boquete que tenía. Mi raja entre las nalgas estaba empapada de sudor y del semen del mulato que brotaba de mi ano. Mire a Marquinho a la cara y con mis dedos abrí más aún mi ano, ofreciéndoselo. Qué delicia sentir aquella pija a la que hace rato quería sentir dentro de mi. Me la metió hasta la mitad despacio, centímetro a centímetro, no sentí nada de dolor, sólo un placer intenso, glorioso!!!

-¡Rómpeme!! -sólo atiné a decir. Me la enterró toda hasta el fondo con un sólo empujón. No me rompió ni mucho menos.¡Qué va!- ¡Dale....! ¡Así...! ¡Fuerte! ¡Más fuerte! ¡Mátame!!! ¡Reviéntame toda!!¡Eso...! ¡Así...!

Yo daba alternadamente empujones hacia delante para sentir hasta el fondo la pija de Gonzalo, Marquinho retiraba el glande hasta la entrada de mi recto, luego volteaba mi cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos, mientras ponía mi culo en pompa y era el momento en que tácitamente, ya sin pedírselo, él, con un violento empujón me la enterraba hasta el alma. Estuvimos haciendo eso por un buen rato, gozando y gozando a más no poder. Cada embestida de cualquiera de ellos me transportaba al cielo. Casi llegué a sollozar de placer!!Parecíamos animales entregados a una lucha a muerte!! El me daba fuertes palmadas en las nalgas, que me dolían un poco pero parecía que ponían más en evidencia mi placer.

-¡Sí.. pégame... pégame... que me gusta!!

Las embestidas se hicieron cada vez más rápidas y violentas si es que esto último era posible y acabé. Un orgasmo espectacular, echando hacia atrás mis caderas en fuertes enviones. Mis nalgas resonaban contra el cuerpo de Marquinho. Quedé envarada por varios segundos con los ojos cerrados en una especie de éxtasis sublime, de vértigo, de delirio!!Una sensación de agotamiento inmensa se apoderó de todo mi cuerpo. Me sentí empujada por ellos y quedé boca arriba tirada en la alfombra

Abrí los ojos y vi las dos pijas, la de Gonzalo y la de Marquinho a escasos centímetros de mi rostro… Se estaban masturbando con la rapidez previa al orgasmo. Casi instintivamente, a esta altura, abrí la boca y sentí que una cantidad de chorros de semen caían dentro de ella, la cerré para tragarla toda y otros chorros me inundaron la cara. Estaba en una especie de embriaguez y agotamiento, creía que todo había terminado pero vi otras pijas al abrir los ojos, no se de quiénes eran ya que no podía ver casi porque goteaba semen hasta por mis pestañas, lo cierto es que otros abundantes chorros de leche chocaron contra mi cara y mis tetitas.

Tamara amorosamente se acostó a mi lado, me lamió la cara, el cuello, los senos y terminamos con un dulce beso de lengua. Ayudó a levantarme. Las piernas me temblaban lo que hizo que me tambaleara un poco, Tamara me acompañó hasta un sofá donde mi sirvió un whisky. Todos me miraban sonriendo, no sé si agradecidos por el placer que yo les había proporcionado o asombrados de ver que una chiquilina de aspecto tan de nenita ingenua había podido hacer lo que había hecho.

-Mi amor -dijo Tamara- todos nos recalentamos mirándote, casi todos se hicieron la paja y te acabaron arriba.

Demás está decirles que luego de un tiempo reparador hubo nuevas batallas dado que los hombres eran muy vigorosos y nosotras, está mal que lo diga, los teníamos recalientes y eran... siete y nosotras sólo tres!!!! Detallar todo lo que hicimos llevaría muchas páginas más pero no cuesta mucho imaginárselo.

Estuvimos tres semanas en Florianópolis. En compañía de Tamara y Gonzalo conocimos lindos lugares y lindas personas que nos hicieron pasar momentos inolvidables. Tal vez, en próximos relatos les cuente algunas de las muchas cosas que tendría para contarles.

Tengo miedo de haber sido reiterativa y que mi relato los hayan aburrido pero de cualquier manera, les haya gustado o no les ruego me lo hagan saber.

Mi e-mail pretty.gaby@yahoo.com Besos a todos.