Una sumisa puta y zorra, ofrecido y expuesta

Ella me obliga a que la trate como una puta zorra sumisa e incluso quiere que la lleve a un club de carretera para que pueda sentirse puta, junto a sus colegas. Son sus deseos, es una dictadora, pero todo tiene un límite.

Una puta zorra ofrecida y expuesta

Me dices:

  • Tengo que obligarte a ser malo; eres un chico demasiado bueno

Y es verdad. Tienes razón.

  • No soy tu vecina, ni tu novia, ni tu amante, ni tu esposa -añades insolente.

  • ¿No?

  • No, joder; soy tu puta, y has de meterte eso en la cabeza –concluyes muy farruca.

Y tienes razón, porque yo nunca he tenido puta, cariño. Había conocido a chicas que te pedían que las atarás a la cama y las poseyeras. O que te pedían que las doblaras sobre tus muslos y les dieras unos azotes en su culito, como si fueras su padre mientras ella se metían el dedo gordo en la boca como un chupete. Eso sí. Cosas propias de los juegos de pareja. O alguna que me había suplicado que mientras las follaba, mientras estaban debajo de mí, les diera unas de bofetadas.

  • Dame de hostias, por favor, lo necesito

Y tú les dabas algunos guantazos mientras ellas se corrían como burras. Sólo eso. Pero tú juegas más fuerte, muy fuerte, porque un día me obligaste incluso a que te llevara a un club de putas de carretera, ¿te acuerdas?, y allí, en la barra, pediste por mí y cuando trajeron la copa, me pusiste una servilleta debajo del brazo y te ofreciste a mí levantándote la falda.

  • Soy tu puta, tu zorra. Así que no seas maricón y haz uso de mí, sírvete de mí como la perra salida que soy.

Me provocabas y te cogí de la mano, te llevé al coche del aparcamiento, abrí la puerta, me senté en el asiento, te arrodillé delante de mí y metí mi polla en tu boca para follármela con fuerza y hasta el fondo, hasta que te atragantaras de polla. Pero tú no te atragantabas, ni mucho menos, y sacabas mi polla de tu boca y decías que querías te la follara más fuerte y con más profundidad.

  • Fóllate mi boca, maricón. Fóllate la boca de tu puta.

Y me follé tu boca una y otra vez, hasta que me corrí en borbotón en ella y mi leche te caía sobre la comisura de los labios, mientras tú la relamías y me mirabas con esa cara de putón verbenero que pones cuando quieres que te trate como una puta zorra. Que es casi siempre, para que nos vamos a engañar.

Te has puesto a cuatro patas delante de mí y has movido tu culito de perrita sumisa ante mis ojos llamándome con el movimiento en círculos de tu culo. Me llamas, me incitas, me dices qué quieres moviendo tu culito en círculos para que acuda a ti.

¿A cubrirte? ¿A que me folle tu boca como a ti tanto te gusta?

No te lo preguntó porque me lo cuentas cuando me miras, sonríes cuca y sigues moviendo tu culo den putita en círculos, mostrándome la rajita de tu coñito húmedo que te aparece bajo las nalgas que sigues moviendo en círculos, invitándome al ágape de tu cuerpo sometido, entregado y ofrecido como una perrita en celo que me llama, me incita y me suplica con el movimiento de su culo que acuda hacia ti para cubrirte, para follarte, si me permites la expresión tan grosera, cariño. Aunque a ti lo que más te gusta es que use palabras groseras, que al follar lo llame follar, al coño coño y al culo culo. Y así lo haremos. Te lo prometí y te lo prometo.

Pero has de esperar. Todavía no me has provocado lo suficiente y tu invitación me parece poco. Quiero que me incites más, mucho más, y que lo muevas aún más para atraerme hacia ti, hacia tu culo, hacia tu coño que sigues moviendo en círculos mientras giras tu cabeza para mirarme, para asentir, para decirme que sí, que vaya, que acuda prestó a montarte como una perra en celo; como la perrita sumisa que ya deja escapar los jugos de su excitación por los muslos y me llama para que la cubra, para que te monte, para que te folle golpeando mis huevos contra tu vulva una y otra vez, hasta que los golpes en tu clítoris te haga correrte a la pata abajo, perdón, por los muslos abajo. Sueles hacerlo, porque eres multiorgásmica y a veces te corres tu sola sin apenar tocarte. Eres así de fácil.

Pero has de esperar. Sigue moviéndote como una perrita en celo, mueve tu culo de perrita en círculos y ya veremos si mereces que te preste atención. Y que te monte como la perra salida que eres. Ya veremos si te lo ganas a pulso, digo, a coño.