Una sorpresiva velada
Decidió ir con su novio a cenar a la casa de unos tíos de él sin saber que seria el postre.
Una sorpresiva velada
Fido era un chico muy bueno y amable, yo lo amaba sinceramente lo que no me gustaba de él era su falta de carácter, que cualquiera se lo llevara por delante, le dijeran sartas de cosas tuvieran o no razón y cediera, así, sin oponer una mínima resistencia.
Era mi último año de secundaria, compartíamos no sólo las ilusiones de la nueva vida que nos aguardaba sino también secretos encuentros furtivos, ya fuera en su casa o bien en la mía, rara veces por algún lugar algo discreto.
Su tía Luisa nos invitó cierta noche a cenar, fuimos, era un jueves. Para sorpresa de Fido estaba su primo Rubén, un tipo diez años mayor que vivía en la Capital, de entrada comenzó a hacerle bromas pesadas pero no subidas de tono, y casi al instante Fido dejó que hicieran de él lo que quisieran muy a pesar que su tía Luisa no sólo lo defendía sino que cada tanto le ordenaba a su hijo que dejara de comportarse de una manera ruda con su primo.
Pero Rubén hacia como sí nada y continuaba avasallando a Fido que no hacía nada para defenderse, ni siquiera contestar o insultar. Fuera de eso la cena estuvo excelente, la tía amable, Fido cariñoso y Rubén muy educado conmigo aunque, cada tanto, no dejaba de darle zarpazos a su alelado primo.
Rubén era un tipo muy elegante, amable y en otras circunstancias hasta diría que me podría haberme caído muy bien sino fuera porque una y otra vez jugaba con Fido, y no es que me molestara que lo hiciera sino que asumía esa postura genuflexa que molestaba. Rubén tenía una sonrisa muy linda, le brillaban más los ojos cuando sonreía, sus manos eran huesudas y largas, las uñas muy bien cortadas, esa noche llevaba jean y una camisa, Fido en cambio lucían una remera y bermudas de vestir en cambio yo llevaba una solera con un bretel que me cruzaba la nuca, sandalias y debajo solo bragas.
Durante la sobremesa Rubén hacia chistes sexuales, la tía Luisa de vez en cuando agregaba alguno de su propia cosecha y Fido, por ahí, soltaba uno. Yo disfrutaba la velada en tanto comenzaba a sentir deseos de irme con Fido para aprovechar la salida y hacer algo más que visitas sociales.
Fue Rubén quien sugirío que viéramos una película, Fido encantado aceptó y pronto los cuatro estábamos delante de la TV, video mediante, viendo a Chuck Norris haciendo de policía golpeador. La tía Luisa se despidió media hora antes del final, nosotros continuamos mirando la película hasta que de pronto Rubén dijo, aprovechando que nos habíamos quedado los tres solos, que bien podíamos ver una porno.
A esa altura a mí me daba lo mismo, pero como sabía que Fido se calentaba mucho viéndolas no puse reparo, y por supuesto él ni protesto a pesar de estar más que entusiasmado con la película del celebre Ranger de Texas.
Los tres mirábamos en silencio la pobre historia de unas camareras de hotel que se sometían a la voluntad de sus pasajeros o encargados de turnos, en aquellas escenas de mucho voltaje intercambiamos sonrisas picaras, cada tanto Rubén me miraba con cierta insistencia en tanto hacía bromas a Fido. En el momento que una de las mucamas era sodomizada con una terrible verga Rubén dijo que debíamos disculparlo, pues ese tipo de escena lo excitaban mucho y que necesitaba descargar su tensión, yo pensé que iba a levantarse, ir al baño, hacerse una paja y luego regresaría a su lugar. Pero no, ahí mismo se bajó el cierre desnudando luego su erección delante de nosotros, a pocos metros de mí en tanto hacia bromas con Fido acerca del tamaño y esta vez, ni con buena voluntad, podía decir nada a favor de mi amado novio pues aquella cosa que Rubén sostenía en su mano derecha y masajeaba lentamente para asegurarse la erección, era mucho más grande.
No pude evitar sonreír, en tanto me mordía el labio inferior, cuando vi ese pene erecto, con su glande al descubierto, en tanto la mano de su amo subía y bajaba pausadamente. Me sorprendió que Fido se le permitiera delante de mí, que seguía callado, respondiendo con evasivas las bromas de su primo en tanto este me miraba, sin disimular, más lascivamente.
Sin darle demasiada vuelta me preguntó cuál de las dos pijas me parecía más bonita, si la suya o la de Fido, fue cuando lo retó a una especie de duelo donde mi novio debía sacar a relucir lo suyo pero este se negó aduciendo vergüenza.
Rubén se acerco a mí, se detuvo a centímetros de mi cara sin dejar de masajear su erección. Confieso que esperaba que Fido le dijera algo, pero era en vano, Rubén quiso saber qué opinaba de lo suyo, antes de responder miré a Fido que miraba pero sin moverse ni decir nada, le dije que era lindo -mentí, pues a mi los penes no me parecen bellos-, entonces tomó mi mano, esta vez me resistí pero su fuerza era mayor a la mía, y sin remedio me dijo que se lo acariciara. Sin soltar mi muñeca llevó mi mano a su orgullosa erección, insistió en que se la agarrara, mire a Fido quien seguía sin decir ni hacer nada, entonces agarré aquella cosa y corría mi mano hacia atrás desnudando más aún ese glande que daba la impresión de palpitar.
No sé como es con las demás mujeres, pero a mi ver no me excita tanto como tocar, y el hecho de estar tocando un pene ajeno a mi novio y practicamente en su cara despertó en mi un hambre salvaje que hizo que se me mojara mi braguita azul. Rubén le pregunto a Fido que tal la chupaba, con una voz apagada respondió que bien, fue cuando las manos de Rubén se detuvieron en mi nuca y soltó un "a ver si es cierto" obligándome a meterme ese enorme pene en mi boca. De haber podido lo hubiera evitado, pero no podía, estaba demasiado caliente como para negarme; mi novio estaba a la par mía en tanto yo saboreaba la rica pija de su primo, mientras lo hacía lo miraba a él que parecía indiferente y cada tanto levantaba mis ojos para encontrarme con los de Rubén quien gozaba en serio de mis masajéos linguales.
Rubén se movía siguiendo mi ritmo, yo me aferraba de sus caderas para continuar con mi desenfrenada felación. Mis braguitas eran agua ya, cuando sentí que iba a terminarme en mi boca quise hacerme a un lado pero Rubén no me lo permitió, le pregunto a Fido si yo era de esa clase de chicas que escupían una acabada, no respondió, pero no se hizo problema porque ahí mismo quiso comprobarlo por el mismo mientras me agarraba con una mano de los cabellos e inundaba la boca con sendos chorros de su tibia y dulzona leche.
No tuve mas remedio que tragar, nunca me hubiera soltado sino lo hubiera hecho, y luego de su tremenda acabada quiso que siguiera con la felacio para dejarlo bien limpio, según dijo. Yo estaba en el séptimo cielo, ahí mismo me abalance sobre Fido para besarlo y mientras lo hacia pude sentir una de las manos de Rubén perderse debajo de mi solera para comenzar a masajearme mi clítoris por encima de mis bragas; tuve una acaba tan intensa que creí que me había vuelto epiléptica en tanto me aferraba de Fido quien no me soltaba de sus brazos.
Fido y yo nos habíamos acomodado en el sofá largo, en cambio Rubén lo había hecho en uno de los individuales cuando comenzamos a ver las películas, ahora los tres estábamos en el mismo sofá, yo recostada sobre la falda de Fido que me acurrucaba como si estuviera helada y Rubén en el otro extremo, sólo que ahora había puesto una de mis piernas en su regazo dejando la otra caer al suelo mientras me metía los dedos en mi conchita luego de correrme, a penas, mis mojadas bragas. Le preguntó a su primo si me hacía ese tipo de cosas, le respondió que sí, entonces dijo que iba a enseñarle una variante y sin más trámite comenzó con su mano libre, en particular con su pulgar, a acariciarme el clítoris en forma circular en tanto con la otra mano hundía uno a uno sus dedos para mi mayor goce. Para no gritar besaba a Fido, no puedo describir ahora con exactitud todas aquellas emociones juntas, sí dire a favor que me volvían loca de placer y ni hablar cuando los dedos se dividieron para entrar en pares uno por mi dilatadísimia vagina y el otro por si palpitante culo. En ese momento deseaba que Fido me chupara las tetas, en tanto las desnudaba por encima del escote de mi solera; cuando sentí sus labios en mis paradísimos pezones casi defallesco y hubiera estado bien que así fuera para no sentir como toda la mano de Rubén insistía, ahora, hundirse dentro de mi vagina. El borde de mis bragas se lo impedían, así que su mano sólo entraban hasta sus nudillos por más esfuerzo que hacía provocandome terribles dolores; sólo desistió de su intento cuando le rogué por tercera o cuarta vez.
Los dos a la vez me soltaron, Rubén dijo para sí en voz alta que quería ver que tal era como hembra, le pidió a Fido que saliera del sofá, se bajo sus pantalones hasta las rodillas en tanto yo me acomodaba mejor entre los almohadones, separaba mis piernas y sin mayores tramites Rubén se ubicó entre mis piernas las cuales hizo que pusiera sobre sus hombros. Apenas me corrí las bragas a un costado sentí la penetración limpia y hasta el fondo de Rubén en menos tiempo que un suspiro, dicen que el tamaño no hace la diferencia, puede ser, pero la dote del primo de Fido sé hacia notar. Mientras su pariente me daba profundas y terribles embestida Fido me miraba, como si nada estuviera pasando, el olor a sexo dominaba el lugar y había veces que creí que el ruido de mi vagina mojada con aquel monstruo viril moviéndose dentro de mí despertaría a la tía Luisa, cosa que creo -nunca se puede estar segura- no paso.
Me excitaba el lugar, lo que me hacían, delante de quien y sobre todo el hecho mismo de no haberme quitado ni una sola de mis prendas ni calzado. Acabé de modo tal que a pesar de la posición arqueé mi cuerpo mientras Rubén me daba aliento y decía guarradas que más me calentaban, pero él también quería soltar lo suyo, me molestó que no me le preguntara a mi sino a Fido si podía descargar su leche dentro de mí, como si le importara la posible respuesta de mi novio siguió esperando mientras se movía, entonces Fido, quien no había dejado de mirar todo el tiempo, le dijo que lo soltara adentro cosa que hizo a pesar de mis futíles intentos por evitarlos, pues temía quedar embarazada.
Los tres permanecimos quietos, después Rubén se salió de mí con su absoluta flacidés aún goteando esperma con lo cual me levanté para acomodarme la ropa antes de ir al baño a lavarme. Me fui dejándolos a los dos solos, supuse que algo tendrían que decirse pero no esperaba demasiado de Rubén que seguía tumbado en el suelo con la cabeza apoyada en el sillón ni mucho menos de Fido que permanecía en la misma posición como si fuera una replica del pensador de Rodín.
Sentía la leche, mientras caminaba, correrme por los muslos mientras caminaba. Esta vez si me quite las bragas para lavarme bien profundamente en el bidet, incluso me metía los dedos para abrir mi concha y dejar que el agua entrara en mí así completaba el lavado quitándome todo el esperma posible. Como me molestaba la solera para esa tarea me la saque dejándola colgada del toallero de mano, en eso estaba cuando entro Rubén al lugar, quise protestar pero ya estaba orinando cerca de mí, como si yo no existiera. No era la primera vez que veía a un hombre orinar, pero si a un hombre que me había hecho gozar como nadie hasta entonces lo cual me pareció excitante y grandioso, me parecía extraño que esa cosa, ahora empequeñecida, pudiera prodigar tanto goce.
Cuando termino con lo suyo y mientras lo guardaba me pregunto si necesitaba ayuda. Le dije que no pero no me hizo caso, tomo un jabón para luego comenzar a lavarme entre mis piernas que yo separé un poco más para dejarle hacer, en tanto me decía cosas agradables y a la vez soeces después de eso me enjuagó, secó y ayudó a vestirme. Cuando regresamos al living Fido continuaba mirando los últimos minutos de película de Chuck Norris en tanto Rubén y yo ocupamos las mismas posiciones iniciales. Sin decirme nada, Fido cruzó su brazo sobre mi hombro, los tres, en silencio, vimos el final donde al Ranger de Texas lo venían a buscar para que resolviera otro caso más.-