Una sorpresa agradable

Después de un fin de semana con David en el que el sexo fue el motivo principal, me permitió descubrir que a su lado, además del sexo, me faltaría algo más.

Después de un fin de semana con David en el que el sexo fue el motivo principal, me permitió descubrir que a su lado, además del sexo, me faltaría algo más. Este relato tiene continuidad con los anteriores publicados. Agradeceré vuestros comentarios para mejorar en relatos posteriores.

Pasaron los días a los que siguieron las semanas sin tener noticias de David. No nos veíamos, ninguna llamada por su parte ni por la mía, así que poco a poco fui mentalizándome que lo mejor sería olvidarlo y seguir adelante sin él. La decisión fue difícil pero necesaria ya que tenía claro que no sería feliz estando a su lado, tan solo podría tener sexo pero nunca volvería a ser lo mismo.

La universidad me ayudó a no pensar tanto en él, estaba muy ocupado con las clases y además conocí gente nueva con los que fui formando un grupito. Salíamos los fines de semana de fiesta hasta altas horas de la madrugada pero no acababa de sentirme cómodo. Tan solo había un chico bastante mono pero era hetero y ni siquiera intenté insinuarme. Desde que lo dejé con David no había tenido ninguna relación, alguna paja aislada para bajarme el calentón y nada más. Decidí centrarme en los estudios y si algún día surgía algo…ya me lo plantearía.

Lo cierto es que cuando no lo buscas, antes te lo encuentras. Y eso me ocurrió una tarde que fui de compras. Había estado andando por la ciudad de tienda en tienda y aún tenía previsto pasar por alguna otra más. Me faltaba un buen rato para llegar a casa, me estaba meando vivo y al pasar junto a una estación de autobuses me apresuré para ir a los servicios. Entré con rapidez y justo traspasar la puerta me encontré delante de los urinarios a un chaval arrodillado que le estaba mamando la polla a un tío que parecía tener unos treinta y pico. Me quedé tan sorprendido que no pude avanzar, quedándome inmóvil viendo la escena. El chaval estaba de espaldas y el otro tenía la cabeza mirando al techo con los ojos cerrados, estaban tan entregados que no se percataron de mi presencia. Dudé unos segundos pero decidí salir, acabé entrando en un bar cercano, me tomé un refresco y tras pasar por los servicios me quedé un rato analizando lo que acababa de ver. Reconozco que cuanto más lo pensaba más cachondo me ponía hasta que me armé de valor y regresé a la estación de autobuses a ver si aun estaban y me podía añadir a la fiesta. Cuando entré me encontré al chaval en uno de los urinarios, concretamente en el del centro de los cinco que había. Lo reconocí por la ropa que llevaba, una sudadera de color blanco y unos pantalones de chándal a juego, ajustados y que le marcaban un culo respingón. Su altura era aproximadamente de 1,70 m, tenía el pelo corto de color castaño y su cara aún no se la había podido ver así que me acerqué a los urinarios y me situé a su lado izquierdo. Su cara aparentaba tener unos 18 años más o menos, nos cruzamos una intensa mirada y pude ver que tenía unos preciosos ojos verdes que me cautivaron al instante. Pronto mi vista bajó hacia su miembro que tenía cogido con su mano derecha y que lo estaba masajeando con un ritmo lento y suave. Para que lo pudiera ver con claridad se separó un poco del urinario y me miró para ver mi reacción. Obviamente se lo miré y pude ver como su polla estaba morcillona, descapullaba lentamente su glande dejándolo a ratos libre de ese pellejo que movía arriba y abajo. Cuando se volvió a acercar al urinario hice el gesto de tocarle la polla pero justo en ese instante oí unas voces y rápidamente aparté mi mano para abrirme la cremallera del pantalón y simular que estaba meando. Llegaron un par de tipos que se situaron a la derecha del chaval, que disimulaba estar meando al igual que yo. Ni a uno ni al otro nos estaba saliendo nada pero creo que no se percataron y de la misma manera que llegaron se fueron. De nuevo estábamos solos, ambos con una mano en nuestra polla masajeándola para que cogiera cuerpo. Esta vez fue él quien acercó su mano para acariciarla, no tardó mucho en quedar bien dura. Hice lo mismo y noté como la suya también iba cambiando de tamaño hasta ponerse como un auténtico mástil con una rosada cabezota en la punta. La situación era morbosa y justo acababa de empezar pero en mi cabeza aún tenía la imagen de aquel chaval chupándole la polla al otro tipo y no quería que me pillaran en una situación similar así que lo cogí por la cintura.

-Ven, aquí estaremos más tranquilos —dije, mientras lo encaminaba hacia una de las cabinas.

-Ok, si insistes….—me sugirió con una sonrisa en sus labios.

Una vez dentro en la intimidad de aquel pequeño espacio, nos acercamos el uno al otro para juntar nuestras bocas en un apasionado beso. No nos conocíamos de nada y sin embargo aquel beso parecía que nos uniera algo más que una simple sesión de satisfacer nuestros deseos carnales. Mi cuerpo se estremeció, aquel beso me transportó a las experiencias que tuve con David pero ahora estaba con otra persona que acababa de conocer, que ni siquiera sabía su nombre y que había conseguido que mi apatía empezara a quedarse atrás. Volví a sentir sensaciones que mi cuerpo había aparcado hacia tiempo y que deseaba volver a sentirlas. Nuestros miembros erectos se rozaban por encima de nuestra ropa interior que pronto nos apresuramos a bajar hasta la altura de nuestros tobillos. Volvimos a juntar las bocas, esta vez más abiertas para que nuestras lenguas se juntaran. Bajé el brazo para coger nuestros penes y masajearlos para que no perdieran consistencia.

-Por cierto… ¿Cómo te llamas? —le pregunté.

-Gabriel, pero todos me llaman Gabi, me gusta más.

-Yo me llamo Juan, estoy gratamente satisfecho de haberte reencontrado, y eso que un poco más y lo dejo correr.

-¿Reencontrado? —dijo con cara de sorpresa.

-Si, aunque no me llegaste a ver, hace un rato entré para mear y estabas entretenido chupándole a un tipo.

-Sí, algo así —dijo sonriendo—. Y ahora te va a tocar a ti.

Se quitó la sudadera, la camiseta y pude apreciar su delgado cuerpo con unos pectorales perfectos, estaba completamente depilado excepto en su zona púbica que tenía un poco de vello en la base del pene. El chaval estaba buenísimo, me quité la camiseta que dejé encima de la cisterna del wáter y le empecé a lamer los pezones que se endurecían con rapidez. El me iba pajeando lentamente hasta que no tardó en bajar hasta colocarse en frente de mi miembro, dejando el glande al descubierto y empezó a lamerlo. Pasaba su lengua por todo el capullo, el miembro y terminó por los huevos que estaban duros como piedras. Volvió a recorrer el trayecto en sentido inverso y lentamente se la metió en su boca, lo hacía con maestría y se notaba que no era su primera polla que chupaba. De hecho sabía que no era la primera pero sin lugar a dudas que era la mejor mamada que me habían hecho nunca. Mi cabeza se echó para atrás, cerré los ojos y me dejé llevar a unas sensaciones que jamás había sentido hasta aquel día. Cuando estaba llegando al límite de mi aguante y como si Gabi lo estuviera notando, se separó y me dejó helado con su propuesta.

-Quiero que me folles para dejar de ser virgen —dijo con voz determinante.

Estuve unos segundos en los que de nuevo no supe cómo reaccionar. Aquel chaval que me estaba haciendo gozar cómo nunca con una maestría sin igual, me estaba pidiendo que le diera por culo, que lo desvirgara!

-Que pasa…, ¿acaso tu también lo eres? —me preguntó.

-No…no.. lo que pasa es que me has dejado sin palabras, no me lo esperaba. Suponía que nos la chuparíamos y tan contentos. Sin duda me apetece follar contigo pero creo que este no es el mejor sitio para hacerlo tranquilamente.

-Pero es que me muero de ganas de ser follado de una puta vez!!!  Tú me gustas y me encantaría hacerlo contigo —me confesó.

-Me halaga lo que dices pero repito que es mejor buscar un sitio más adecuado para tal fin. Y yo lo tengo —afirmé.

Efectivamente, podíamos seguir aquella sesión en un lugar más cómodo, sin prisas, sin ser interrumpidos por la gente que pudiera entrar en aquellos servicios… el único problema era el sitio. Le había dicho a Gabi que lo tenía para salir del paso pero las únicas opciones eran ir a un hostal o bien intentar si en mi casa no estaban ni mis padres ni mi hermano. Normalmente llegaban bastante tarde pero no siempre a la misma hora. No me apetecía dejar aquella oportunidad pese a que mi polla ya había perdido toda su erección, no así la de Gabi que permanecía tiesa como si nada. Tenía que arriesgarme y siempre podía decir que era un compañero de la universidad que había venido para hacer un trabajo.

-Vamos a vestirnos, seguiremos en mi casa…si es que te sigue apeteciendo, claro.

-¿De verdad?....joder!!!, ¡Genial! —y me dio un beso en la boca que volvió a dejarme sin palabras.

Aquel chaval era tan extrovertido que me inquietaba. Si tenía tantas ganas de ser follado me extrañaba que no lo hubiera intentado con otro, ¿o es que tan solo se había dedicado a hacer pajas y mamadas a la gente? De todas formas me era indiferente si era o no virgen, el chaval me molaba un montón y podíamos aparcar nuestra calentura aunque fuese unos cuantos minutos.

Al salir lo hicimos con cautela para que no nos viera nadie pero seguíamos estando solos. Dejé pendiente lo que pretendía hacer antes de entrar en aquellos servicios para otro día y nos dirigimos andando hacia mi casa. Casualmente, mientras estábamos hablando nos cruzamos con David, al que no había vuelto a ver y que no perdió la oportunidad de dar un buen repaso a mi compañero. Nos saludamos pero rápidamente cada cual siguió por su camino. Cuando llegamos a casa fui mirando por todas las habitaciones para asegurarme  que estuviéramos solos. No perdí el tiempo en enseñarle la casa a Gabi, ambos habíamos venido con un solo fin y a ese fin nos queríamos dedicar. Entramos en mi habitación y cerré el pestillo de la puerta para no ser sorprendidos en caso de que llegara alguien. Nos acercamos el uno al otro mientras nos despojábamos de nuestras prendas superiores y tumbé a Gabi encima de la cama. Lentamente le fui quitando los pantalones del chándal dejando para el final sus ajustados bóxers blancos CK que le marcaban un prominente paquete. Con la palma de la mano se lo iba refregando, notaba como iba cogiendo textura y se le iba marcando el capullo bajo la tela. Me acerqué para sobarle la polla por encima de los bóxers pero no pude resistirme por más tiempo y le acabé de quitar la única prenda que le quedaba encima dejando al descubierto una bonita polla erecta, de unos 19 cm y con un prominente y reluciente capullo listo para ser engullido. Se lo empecé a lamer como si de una piruleta se tratase mientras le estrujaba los huevos con una mano hasta que me la fui tragando centímetro a centímetro. Me costó trabajo comérmela entera pero tras varios intentos lo conseguí, mientras notaba como Gabi se retorcía de placer. Estuve un buen rato chupándosela, se lo merecía pero yo también lo estaba deseando, tanto o más que él. Mientras me dedicaba a su polla, le empecé a tocar el ano para que lo fuese dilatando, rondando con uno de mis dedos e introduciéndoselo lenta y suavemente. Gabi se incorporó y procedió a desvestirme, ya que aún permanecía con toda mi ropa puesta. Una vez desnudo nos deleitamos con un largo 69 en el que cada cual jugaba con el miembro ajeno. La temperatura subía, nuestros sudorosos cuerpos se fundían en abrazos, caricias, besos….hacia tanto tiempo!!! Situé a Gabi en una posición cómoda para lamerle el culo, ese culito respingón y duro que fue lo primero que me cautivó cuando lo vi en aquellos servicios. Lo ensalivé con delicadeza, su duro esfínter se fue relajando y poco a poco se fue dilatando, le volví a meter un dedo, al que siguió otro, ambos disfrutábamos del momento hasta que Gabi no pudo evitar volver a comentar aquello que tanto le inquietaba:

-No aguanto más!!!, métemela de una vez!.

-¿Estás completamente seguro? —le pregunté aunque intuía su respuesta.

-Nunca antes había tenido tan claro lo que quiero. Me apetece follar contigo y estoy seguro que tu también lo quieres.

Puse a Gabi arrodillado encima de la cama, levantando el culo y yo detrás de él, esperando fuese la mejor posición para que la penetración fuera lo más suave e indolora posible. Lentamente acerqué mi polla a su agujero y la fui introduciendo con suavidad, no quería que su primera experiencia anal fuese dolorosa. Al principio costó que entrara pero una vez entró el capullo, lo demás fue entrando con más facilidad. Lo penetraba con sumo cuidado hasta que él mismo fue el que me rogó que incrementara el ritmo y que se la metiera toda dentro. Así lo hice mientras lo agarraba por las caderas, la polla entraba y salía provocando los típicos gemidos de placer que ambos proferíamos. Cambié de postura, lo estiré en la cama boca arriba, le levanté las piernas y lo volví a penetrar, esta vez con más facilidad que antes. Después de muchos días estaba volviendo a follar y lo estaba haciendo con un chico que acababa de conocer aquel mismo día pero que me cautivó desde el primer momento. Gabi aprovechó para irse masturbando mientras yo lo penetraba, cada vez con movimientos más fuertes, sus jadeos se intensificaron pero no me atreví a pedirle que no gritara tanto, estaba disfrutando y no quería cortarle el rollo.

-¿Te duele? —le pregunté, aunque sus gemidos más bien parecían ser de placer que no de dolor.

-No te preocupes por mí, por favor…no te pares…¡quiero recordar este momento toda mi vida!

Obedecí sus deseos, mi polla entraba y salía de aquel agujero a toda velocidad, intenté alargar el momento todo lo que pude hasta que noté que me iba a correr. Saqué la verga y me situé en frente de la cara de Gabi, que instintivamente abrió la boca para recibir todo el semen que tenía retenido de varios días. El primer trallazo le dio en la ceja derecha, los otros fueron mejor dirigidos y alguno alcanzó su objetivo que no era otro que llenar su boca con mi espeso y blanquecino semen.

-¡Joder!!!!, ¡que pedazo corrida te has marcado! —dijo mientras se iba limpiando la lefa que le resbalaba por la cara.

Tras un breve descanso, dediqué todo mi empeño para que Gabi alcanzara su orgasmo. Volví a introducirme aquella polla en la boca con la clara intención de no sacarlo hasta que eyaculara. Sus jadeos eran constantes, cada vez más seguidos hasta notar como su polla se endurecía aún más,  instante previo a la eyaculación. Me la saqué de la boca justo cuando empezaba a eyacular con una potencia bestial, me pringó el pelo, los ojos, la boca e incluso la cama quedó impregnada de aquel líquido viscoso, menos espeso que el mío pero igual de abundante y con ese típico olor ácido que tanto me gustaba.

-Tampoco te has quedado corto cabrón, me has manchado hasta la cama!!! —le comenté con una sonrisa en los labios.

-Lo siento de veras pero estas cosas no se pueden controlar. Has conseguido que tuviera el orgasmo más intenso de mi vida y te lo agradezco. Me la han mamado algunas veces pero nunca había logrado llegar a tener estas sensaciones tan…tan intensas.

-No me tienes que agradecer nada, nos apetecía a los dos y ya has visto el resultado. Al revés, soy yo el que agradezco haberte conocido, hacía mucho tiempo que no follaba con nadie y me ha encantado hacerlo contigo.

Tras limpiarnos un poco nos fuimos directamente a la ducha, estábamos empapados de sudor y restos de semen. Nos duchamos los dos juntos y al acabar le presté el albornoz de mi hermano mayor. Justo al abrir la puerta del baño me topé con la presencia de mi madre que acababa de llegar. Su cara de sorpresa cuando nos vio salir juntos del baño no auguraba buenas sensaciones. Fue prudente y no dijo nada, nosotros tampoco salvo saludarla y nos dirigimos directamente a mi habitación, nos vestimos y despedí a mi amigo, no sin antes intercambiarnos nuestros números de teléfono. Ahora tocaba darle una explicación a mi madre, había llegado el momento de decirle que su hijo menor era gay.