Una sesión real (2)

Sin dudarlo un instante se despojo de la diminuta prenda roja, aún a riesgo de que alguien pudiese verla. Abrió sus piernas todo lo que pudo, levanto el vestido y enterró literalmente el tanga en su vagina.

II

Al salir por la puerta de la cafetería aproveché, caballerosamente, a cederle el paso, sin otra intención que apoyar mi mano suavemente en su espalda, bajarla lentamente hasta encontrar su tanga y estirar hacía arriba con decisión. Un gemido escapó de sus labios y volvió a mirarme como si se le fuese la vida.

  • A partir de ahora no vuelvas a mirarme si no te lo pido expresamente.

  • Perdone, Amo - Contestó clavando su mirada en el suelo.

  • Primera regla, perrita. La primera corrección es "gratis", tiene función "docente". La segunda lleva castigo. Alguna duda al respecto?

  • No, Amo.

  • Entonces vamos - Apostillé mientras mi mano palmeo su nalga, apenas cubierta con el liviano vestido.

El azote la sobresaltó. Tengo la experiencia suficiente para saber que no le había producido apenas dolor, pero había conseguido que se pusiese roja como un tomate. Sin pronunciar palabra la tomé de la cintura y caminamos hasta el coche como cualquier pareja.

Al sentarse en el asiento del pasajero volvió a sorprenderme pues se levanto el vestido para que su culo tomara contacto directamente con la tapicería de cuero.

  • Veo que nuestras cyber-sesiones no han sido infructuosas.

  • Gracias Amo, procuro portarme como es debido.

  • Eso esta bien, perrita... como está tu tanga?

  • Bastante mojado, Amo.

  • Quítatelo y mételo en tu coño, quiero que chorree.

  • Si, Amo.

Sin dudarlo un instante se despojo de la diminuta prenda roja, aún a riesgo de que alguien pudiese verla. Abrió sus piernas todo lo que pudo, levanto el vestido y enterró literalmente el tanga en su vagina. Repitió la operación hasta que consideré que estaba completamente mojado con sus jugos.

  • Sácatelo y metelo en tu boca.

  • No sé si podré, Amo. Me da un poco de asco.

  • Al menos lo intentarás?

  • Claro, Amo.

  • Entonces tienes medio camino andado.

Con un par de dedos, saco el tanga de su coño. La verdad es que estaba completamente empapado y desprendía un fuerte olor a hembra. No obstante se lo introdujo en la boca. Hizo una mueca que me decía que la situación no era nada agradable para ella. Acaricié su pelo a la vez que unas lágrimas resbalaban por sus mejillas.

  • Tranquila perrita, lo estas haciendo muy bien. Ahora coge tus pezones, por encima del vestido.

Obedeció de manera inmediata

-Pellízcalos con fuerza - su rostro me informo de que lo estaba haciendo - Retuerce y pellizca a la vez, fuerte!!!! Quiero que me duela a mi!!!!

Su carita reflejaba el dolor que se estaba auto-inflingiendo, pero a la vez una gran excitación. Estaba magnífica. Llevé dos dedos a su coño. Estaba mojada, muy mojada y estos dedos entraron en ella sin ningún impedimento. La follé con saña, alentándola a que se apretase fuerte los pezones. Sus mejillas volvieron a mojarse con sus lágrimas. Se estaba comportando como una auténtica sumisa, me gustaba. Acaricié su clítoris con fuerza y casi de forma inmediata comenzó a sacudirse en un orgasmo que duró más de un minuto.

La apreté contra mi pecho, mientras la besaba la cabeza. Su respiración comenzaba a volverse más pausada.

  • Vuelve a ponerte el tanga

Obedeció de manera inmediata.

  • Nada que decirme?

  • Gracias, Amo

Arranqué el coche y me dirigí a mi casa en las afueras. La tarde se planteaba francamente interesante

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