Una sensación casi olvidada
Dos desconocidos se encuentran en un centro comercial. Por diversos azares traban amistad e incluso intiman lo suficiente como para recordar juntos sus primeras experiencias homosexuales.
Esta historia que voy a contarles ocurrió hace una par de años. Antes de iniciar debo aclarar dos cosas, primero siempre me consideré heterosexual hasta ese día, y dos tenía mucho tiempo que no había tenido una experiencia igual.
Soy de la Ciudad de México, tengo 31 años y como dije según yo, muy heterosexual, era la navidad del 98 y me encontraba haciendo las últimas compras antes de las fiestas, paseaba por un centro comercial del sur de la Ciudad muy conocido, estando entre el calor de las ofertas y de la gran cantidad de gente comencé a resentir los estragos de ese sofocante calor producto del tumulto, y decidí ir a comprar una soda, llegué a la fuente de sodas de una tienda y como no tenían cambio tuve que pedir una soda grande.
Después de terminarme esa súper-soda, evidentemente tuve muchas ganas de ir al baño, me dirigí hacia los baños públicos del centro comercial, estando en el baño, descargué los paquetes que traía en los brazos, para poder ocupar un lugar y poder desaguar a gusto y a todo placer.
He de reconocer que si bien no tengo un gran miembro, mide aproximadamente unos 16 cm bastante buenos, mismos que contemplaba mientras desaguaba con tranquilidad. Terminando de satisfacer mis necesidades, noté que alguien pasaba por mi espalda y se colocaba en el retrete contiguo al mío, subí mi zipper, sin mirar a la persona que se había acomodado en el retrete, tomé mis compras y me encaminé al lavamanos, nuevamente sentí la presencia de alguien junto a mí en el lavamanos esta vez miré a mi lado y era el mismo amigo que se había apostado a mi lado en el retrete. Esta vez cruzamos miradas y sonrisas, y por un momento me percaté de que me había guiñado un ojo, esto me puso un tanto nervioso, pero no le di importancia alguna, así que salí al pasillo del centro comercial a continuar mis compras, terminé cargando una gran cantidad de bolsas y cajas.
Una vez que terminé con la lista de dichas compras, me dirigí al estacionamiento, para subir a mi auto y regresar a casa, entre tantas compras y bolsas no podía ver y no tenía la facilidad para poder sacar las llaves del vehículo, por lo que al intentar hacerlo todo sin bajar bolsas ni nada, perdí el equilibrio y todas las bolsas cayeron al suelo. Mientras recogía todas las cosas una amable voz me interrumpió " necesitas ayuda", miré de reojo y encontré el rostro de aquel hombre que me había guiñado el ojo en el baño del centro comercial, le agradecí su ayuda y entre los dos cargamos todas las bolsas en el maletero del coche.
Le agradecí su ayuda, y él se dirigió a su automóvil que se encontraba a unos cuantos más allá del mío, al intentar echarlo andar, el auto de mi ayudante no arrancaba, por lo que decidí ahora ayudarlo yo, nos percatamos que su acumulador se había descargado, por lo que con unos cables pasa corriente lo recargamos, le dio marcha y éste arrancó, como un gesto amistoso le sugerí acompañarlo hasta su casa para que no volviera a fallarle, a lo cual él aceptó gustoso, en ese momento se soltó una gran tormenta que dificultó el camino, afortunadamente vivía muy cerca del centro comercial.
Al llegar a su casa, metimos el automóvil en su garaje y me agradeció mucho la ayuda, me pidió que si quería acompañarlo a que tomáramos un café como un gesto de agradecimiento, acepté gustoso, así que subimos a mi vehículo y nos dirigimos al café más cercano, en el camino me dijo que su nombre era Armando, tenía unos 28 años, era de cabello castaño claro, ojos verdes y una gran sonrisa, por la ropa de invierno no se apreciaba mucho su cuerpo pero parecía delgado y un tanto atlético, nunca me había pasado por la mente fijarme en un hombre, pero que en el fondo no me sentía tan mal acompañado de otro hombre, lo tomé como dos buenos amigos platicando de cosas triviales.
Entramos al café, pero en lugar de pedir algo obvio de una cafetería, pedimos un par de cervezas, la plática tomó diferentes rumbos, y las cervezas se acumularon, llegamos a darnos cuenta de que teníamos varias cosas en común, los dos teníamos novia de las mismas características físicas, gustábamos del mismo tipo de música entre otras cosas.
Al calor de las cervezas la plática pasó al terreno sexual, platicábamos de cosas triviales sobre sexo, hasta que tocamos un punto en el que también coincidimos bastante, ese punto eran los transexuales, lejos de incomodarme esa plática, llegué a la conclusión de que me agradaba tocar ese tema con él. A los dos nos fascinaban esas esbeltas damas rubias de grandes pechos y grandes penes.
Al calor de las copas decidimos ir juntos al baño, al terminar y encaminarnos al lavamanos, giré bruscamente para tomar mi chaqueta que olvidaba, y sin querer golpeé levemente su paquete, sentí algo duro lo cual me excitó un poco pero me incomodó, le pedí disculpas y él sólo sonrió y nuevamente guiño su ojo.
Ya en el auto, platicamos de varias cosas, incluido el asunto de los transexuales o shemales (en inglés) principalmente sobre qué era lo que más nos excitaba de esos seres; hasta que soltó una pregunta que me dejó paralizado, ¿En el baño me tocaste intencionalmente, verdad?, me puse de mil colores, inmediatamente respondí, "claro que no", lo que me dijo después me dejó aún más frío, "porque no me molestó en lo más mínimo", le pregunté si alguna vez había tenido relaciones con otro hombre, respondió que una vez con un primo cuando tenía como 13 años, en ese momento pensé que teníamos otra cosa en común, yo también había tenido un contacto homosexual con un amigo como a las 14 años.
Inmediatamente sentí un cosquilleo entre mis piernas, casi simultáneamente nos miramos y él preguntó ¿Te gustaría recordar esa sensación casi olvidada?, por un momento dudé, pero no sé si fueron las cervezas o que, pero acepté más con morbo que con inseguridad.
Inmediatamente me dijo que doblara en la siguiente esquina, entramos en una calle llena de árboles, lo que la hacía más obscura, seguía lloviendo a cántaros y ya casi era de noche, por lo que prácticamente no se veía nada del interior de mi vehículo, además los cristales son obscuros para evitar los destellos del sol. Nos aparcamos bajo un frondoso árbol y comenzamos a establecer las reglas del juego.
Me dijo "Nunca me han penetrado por detrás y quiero seguir así" yo pensé, que eso era razonable y entonces dijo algo que aún hoy recuerdo claramente, "soy fanático del sexo oral" inmediatamente contesté, "yo también, me encanta sentir un buen pedazo de carne en mi boca, y hace mucho no lo hago".
Brincamos a las parte de atrás de mi vehículo que es una camioneta de esas 4X4, bajé los asientos traseros, quedando un espacio muy cómodo para los dos, sin más ni más nos desnudamos y comenzamos a besarnos, su lengua era suave y cálida, jugaba con la mía, sus labios eran tiernos y levemente carnosos; mientras nuestras manos tocaban nuestros miembros, cada quien tomaba el miembro del otro, hasta subir y bajar logrando un gran placer y excitarnos al máximo.
Pero llegó lo mejor, haciendo un giro, logró poner su pene a la altura de mi boca, haciendo un 69, lo cual aproveché para acomodarme y meterme su pedazo de carne en la boca, bien adentro, el pene de Armando tendrá unos 18 deliciosos cm., los cuales devoré como profesional. Mientras tanto pensaba en el súper cuerpo de mi amigo, musculoso, ligeramente marcado, vientre plano, bíceps fuertes, piernas fuertes y lampiño.
Seguía gozando de ese manjar, mientras yo disfrutaba de una mamada de campeonato, él sacaba mi pene de su boca y lamía toda la cabeza, bajando por los lados y llegando hasta los testículos lo cuales lamió uno por uno, al mismo tiempo trataba de prodigar el mismo placer lamiendo cada centímetro de carne metiendo hasta el fono de mi boca esa ricura de pene, de color rosa, con una cabeza grande y bien descubierto. El ambiente se tornaba más excitante, rompimos el 69 y el se puso entre mis piernas, tomo mi pene y nuevamente lo engulló completo, subía y baja su cabeza con rapidez, mi excitación era mayor y mi respiración era rápida, él presentía lo que se aproximaba, por lo que inmediatamente sacó mi pene de su boca, y me dijo "me caíste muy bien y me gustas, así que dispárame toda tu leche" eso me excitó aún más, volvió a tragarse todo mi pene y siguió con ese sube y baja, lamiendo cada centímetro, hasta que mis espasmos fueron mayores, y le disparé un chorro de leche en la boca, el cual tragó sin mayor dificultad, he de reconocer que ni mi novia me ha dado una mamada como esa.
Llegó mi turno él se sentó frente a mí y separó sus piernas, tomé esos maravillosos 18 cm y lo tragué hasta el fondo de mi boca, creo ser bastante bueno en eso de las mamadas, mi otro amigo me lo ha había dicho, el caso es que lamí esa dulce barra desde los testículos hasta la punta, sentí su respiración agitada y sus piernas temblorosas, por lo que insistí en subir y bajar la cabeza con esa carne en mi boca, era deliciosa, grande no muy ancha y venuda, tal como me gustan, entonces escuché un gemido y un gran río de semen me llenó la boca, tragué bastante líquido, lejos de darme asco, me gustó el sabor, aún con restos de semen, en la lengua, nos dimos un beso, en el que él probó su semen, y me dijo "sabe rico, creo que te gustó" mi respuesta fue un mmhhh, al tiempo que me pasaba mi lengua por los labios.
Nos vestimos y lo dejé en su casa, antes de bajarse se volteó hacia mí y me preguntó ¿Podemos hacerlo más seguido? Inmediatamente respondí, "claro", desde entonces nos vemos muy seguido, para nuestras novias hoy nuestras esposas, somos dos grandes amigos, que cuando estamos solos damos rienda suelta a nuestra pasión por el sexo oral, incluso en un viaje que hicimos a la playa nos la pasamos súper, pero eso es motivo de otro relato.
A todos los que quieran compartir conmigo sus experiencias bisexuales o relatos escríbanme a: retastrigo@hotmail.com