Una Señal muy lejana: Instinto materno. (2)

¿ A caso una madre no pelearía con el mundo entero si se trata de la vida de un hijo? . La respuesta a esta pregunta, podría resultar algo confusa , pero....

De nuevo la luz de una nueva mañana de domingo atravesó la pequeña ventana de la cocina. Era tarde para alguien acostumbrado a levantarse cada día a las 4 , por ello ese raro privilegio le parecía algo extraordinario en cada mañana de Domingo . Llevaba cerca de 2 horas despierta, acurrucada en silencio mientras la luz otoñal inundaba poco a poco el apartamento . En su único día libre, el tiempo se le antojaba asombrosamente lento.

Con especial cuidado se coloco la bata, calzo sus zapatillas y se levanto dispuesta a considerar ese domingo como un perfecto día especial. Encendió la cafetera, olvidándose de las preocupaciones mundanas.

Llegar a fin de mes , cuadrar los cheques , pagar facturas pendientes, y aceptar la loca propuesta de Edna ocupaban cada uno de sus pensamientos en los últimos tiempos. El resto, parecían minucias sin importancia en la gran debacle que era su nueva vida.

Recuerda lo mas importante Brenda, eso nunca va a cambiar ...-- , recordó de la incombustible Edna Follson; su nueva amiga.

Mientras el café se derramaba en la jarra, dejaría reposando la mezcla de las tortitas en el refrigerador , para en un ultimo momento agregar las chispas de chocolate. Si se daba prisa, podía tener todo dispuesto antes de 40 minutos. Entonces, fue consciente de como sin pretenderlo el reloj y las prisas de nuevo parecían marcarla hasta en su día libre.

La ironía la hizo solar un lamento nada femenino , de imprevisto la añoranza volvió a sorprenderla a traición.

El mero hecho de recordar la época de antes de, siempre la enfurecía despertando el maldito resentimiento. Siempre era igual, a pesar de los consejos, en aquellos “otros tiempos” , cuanto conocía se reducía a un mundo confortablemente rutinario. Unos donde no vivía pendiente de facturas, ni de reparaciones de calderas y por supuesto del maldito pago del alquiler mensual. Algo que jamas hubiera imaginado trescientos sesenta y cinco días atrás en su preciosa casita de tres plantas .

“Antes de aquello” , su vida era casi perfecta, despues, un autentico desastre de proporciones bíblicas. Aquella mujer, la de antes, se llamaba Amber y residida en uno de los mejores barrios residenciales en las afueras del condado de Reensaler en el estado de nueva york . En su remodelada casita de pizarra gris de tres plantas. En una cocina muy distinta en la de donde ahora preparaba café . Aquella Amber también estaría preparando otra cafetera, una mezcla de torrefacto colombiano , en su perfecta cafetera exprés . En aquella otra mañana tan irreal , no se extraño al escuchar el ronroneo de coche saliendo del garaje doble. Henry , su esposo desde final de el instituto debía unas horas extras a la empresa, se lo había recordado el día anterior, debía acudir a una importante almuerzo. ¿ A caso hubiera debido desconfiar? , nunca en casi dos décadas de casados le había dado pie a ello . Así que, cuando el ford de su esposo se puso en movimiento ese primer lunes de marzo, tampoco sospecho nada extraño.

Ni su acostumbrada despedida desde la ventana doble de la cocina , llego a hacerla fantasear con el que habría de convertirse en el ultimo contacto con un marido a la fuga.

Luego supo que su único equipaje había sido el eterno maletín de piel de vaca. Eso si, cargado con la agenda del cartel Salaco y el efectivo del ultimo intercambio de cocaína . No titubeo al robar cerca de 4 millones de dolares , poseía una póliza de vida en la agenda robada al traficante . Un arma demasiado peligrosa para negociar con el cabecilla de estos ; Gaspar Salaco.

Aquella Amber seguía sin dar crédito, acosada por las preguntas en la cocina donde lo había visualizado por ultima vez. Para ella, se trataba de aburrido trabajo de otro contable mas. Algo muy alejado de la vida secreta de Henry H. Froller.

Lo supo despues. Por lo visto, El FBI poseía un historial abultadísimo de cada uno de los trabajadores a sueldo fijo del cartel ; y para su mas absoluta sorpresa, su esposo se encontraba entre ellos.

Fue entonces , cuando descubrió esa doble cara en Henry Froller , aquella que ocultaba al mentiroso con el que había estado casada todos esos años .

Ella seguía en estado de shock al escuchar la multitud de cargos que poco a poco fueron desgranando los agentes encargados del caso. ¿Su esposo relacionado con ese tipo de gente? . – No..., no podía ser – se repetía cada vez mas aterrada-- su aburrido esposo era contable, en una de las empresas informáticas mas importantes del país. No podía ser cierto..., metido en droga..., ¡ no ! , era del todo imposible.

La deuda, las represalias , todas aquellas palabras en las bocas de los agentes gubernamentales resonaban en sus oídos como una letanía interminable. La cabeza de Henry tenia precio y si no se marchaban de nueva york no tardarían en seguir su misma suerte. No era tan inocente para entender que los antiguos socios de su esposo pagarían lo que fuera para dar con el seguro de vida de Henry : La maldita agenda. Era aquel maldito seguro de vida lo que acabaría convirtiéndolos en daños colaterales sin en verdad no desaparecían. Amber no estaba muy convencida de ello, si en verdad no le importaba largarse que le impediría iniciar una nueva vida sin ellos como lastre. .

Los agentes eran de otra opinión, y a ello se aferraban convencidos de un posible arrepentimiento.

Conforme la fachada intachable de su esposo se desmoronaba en cada registro, fue consciente del terrible destino al que habían sido condenados por la avaricia de Henry.

Con la casa patas arriba y con la acusación firme de blanqueo de capital , por fin pudo salir del estado de estupor. No había sido ascendido dentro de la empresa, solo se había dedicado a blanquear el capital de estos individuos en diversos paraísos fiscales. Los bienes , la casa , incluso el fondo de la universidad de su hijo habían sido la recompensa por un trabajo excepcional de ocultación y desvió de capitales de la droga.

Todo ello fue liquidado solo un mes despues de la huida, cuando el primer aviso de embargo la convenció de aceptar la oferta apaciguadora del FBI. Antes de finalizar el plazo previsto estaban dentro del programa de protección de testigos y camino del exilio voluntario en que habría de convertirse Montana.

Tanto Amber como Eric Froller habían muerto calcinados en el incendio declarado en la que había sido su hogar en nueva york, y renacían en las nuevas identidades de Brenda y Hank Jellisek , otra familia monoparental recién llegada a Greymountain, Montana.

Amber seguía sin habituarse a su nuevo nombre, ni que decir de la pésima adaptación de su hijo Eric, cuyos amigos adolescentes , estudios y vida se ponía patas arriba con la fuga apresurada. Debía ser así, sin rastros que pudiera conectarlos a los Froller, en eso el el FBI había sido tajante. A pesar de no haber cometido ningún delito, tanto a Amber como su hijo sufrieron las consecuencias de pertenecer al circulo de un fiambre andante. La expresión seguía asaltando su cabeza al recordar la amarga discusión con Eric la noche antes de la desaparición, la misma en la que sus bienes mas preciados ardieron tras un falso robo con asalto.

Luego , en un área de servicio en mitad de la nada. Amber había visto desaparecer su oscura cabellera negra , abandonada junto a su carnet y tarjetas . Desde ese día, lucia un afilado corte masculino rubio platino y vestía con la horrenda ropa de supermercado de área de servicio .

Eric no le hablaba desde entonces, enfurruñado en sus propio mundo , ahora lucia un horrendo corte de pelo a cepillo, gafas gruesas de pasta y vestía aquel tipo de uniforme asociado a los empollones . El perfecto disfraz para el atleta fugitivo mas prometedor del instituto de Reensaler.

Con estas nuevas identidades, habían llegado a Greymountain. Un lugar donde un turista de la gran manzana jamas osaría detenerse , con la apariencia de pueblo fantasma y 2490 habitantes. Su única calle con tiendas la aterrizo de un batacazo a una realidad descorazonadora. Deberían permanecer ocultos entre ellos quien sabe cuanto, hasta que su esposo apareciera con el dinero robado y la mercancía, o hasta que lo hiciera su cadáver .

Quizá nunca los dejaran en paz.

El FBI había sido concienzudo en dar con un destino seguro, el perfecto escondite al amparo de una base de las fuerzas armadas. Incluso les proporcionaron un minúsculo apartamento sobre un garaje, de tal manera que Brenda Jellisek era para todos la prima sin dinero y divorciada de Edna Follson; su casera y contacto con el FBI.

Pasaron a ocupar el apartamento encima del garaje propiedad de esta, un espacio reducido con el que habrían de contentarse hasta tiempos futuros.

Ante los habitantes de Greymountain la prima de la señora Follson había abandonado Cheyenne para procurarse una nueva vida lejos de los viejos problemas.

Así fue como la presento en el pequeño circulo de Greymountain, “su desgraciada prima Brenda”, y completo el ultimo paso para convertir a la sofisticada Amber a la atolondrada Brenda. Luego , se limito a ser aceptada por la hermética población sin demasiado suspicacias . El trabajo en las cocinas de la Base, había sido la ultima cortesía del Agente Rooker , capaz de arreglar un trabajo aburrido y rutinario para el que sabia no estar capacitada. A pesar de las protestas, de las quejas le fue entregada su tarjeta de identificación de la base , las llaves de una camioneta casi deshecha y un pequeño fajo con 200 dolares en efectivo. Y sin mas, se largaron en la auto-caravana de alquiler donde llegaron.

Amber no tardo en lamentarlo, la señora Follson era la cocinera de la base , ¿casualidad? , no lo creía.

Invariablemente del clima del día, ambas marchaban en el autobús de empleados civiles a las 4:45 de cada mañana. Atravesaban la verja de la entrada cuando el sol aun no había salido , y se ponían a cocinar en la gran cocina industrial . Por lo visto, el único hijo caído en combate de Edna permanecía acuartelado en la base despues de volver de Afganistán. Por él, vendió su rentable restaurante en Billings y marcho hacia Greymountain ofreciéndose a ser cocinera en la base donde este se recuperaba.

Apreciaba la paciencia de Edna , la infinita tranquilidad con la que enseñaba a una novata como ella, no solo a cocinar , también a lidiar con todos en aquel estricto entorno militar. Manejarse entre esa jungla de ollas y sartenes era algo natural para ella, toda una chef con mas de una década de experiencia . Sin su saber hacer habría enloquecido, o cometido una imprudencia ,estaba segura. Solo a ella podía confiarse al finalizar la maratonianas jornadas . De ahí que pudiera entender su desesperación en la falta de noticias en el estado de su hijo. Ya fuera para manejar la amasadora industrial o para lidiar con un hijo imposible, Edna comprendía.

¿De verdad se atrevería a llevar a cabo el alocado plan que tenia en mente?

Al principio todo le parecía un loco delirio de alguien desesperado, ¿ A caso una madre no pelearía con el mundo entero si se trata de la vida de un hijo? .

Durante esas seis horas diarias , seis días a la semana el plan fue urdiéndose atropelladamente . Hasta que los días y los meses acabaron convirtiendo los delirios lunáticos, en toda una estrategia bien definida.

Ahora tras un año de buena planificación, Edna y Amber esperaban el momento preciso en el que llevar a cabo el único modo de poder conocer el verdadero estado del cabo Ryan Follson .

A Amber dejo de molestarle la avinagrada expresión de Eric, confiaba en que el tiempo y alguna chica de la base hiciera olvidar el enfurruñamiento en el que vivía desde su traslado. Pero aquello no pareció llegar , el mutismo con el que comían los domingos sentados en las dos únicas sillas del apartamento era la clara señal de ello . Aun estando agotada, los domingos eran sagrados, adecentaba el pequeñísimo salón y se preparaba para hacer la limpieza a fondo antes de acudir a la iglesia .

Como en ese día.

El café llenaba ya la jarra de la cafetera cuando volvió a la realidad de manera brusca, no quedaba ni un solo analgésico en el botiquín y de nuevo volvía a notar las punzadas de la jaqueca. Eran ya dos las semanas en las que el maldito dolor de cabeza extendía sus tentáculos hasta asaltarla en sus sueños. Aquello que creyó enterrado volvía a ella al posar su cabeza sobre la almohada, atormentándola cruelmente

La falta de sueño no le importaba, era el irascible carácter asociado con su antiguo Yo, esa adolescente de metro setenta , con algo de sobrepeso , pelo graso, gafas graduadas y hormonas revolucionadas. La asustadiza adolescente impopular que solía esconderse de todos , encerrada en los lavabos de las chicas mientras escuchaba a las animadoras cotorreando sobre la variada vida sexual que ella no tenia.

Aquella Amber las odiaba casi con la misma intensidad que las envidaba, eran tiempos horrendos para alguien abocado a una tímida relación con H.H, su novio desde la primaria. Ese futuro casi trazado desde su nacimiento solía provocar una reacción extraña en ella , una rara angustia al imaginarse con una licenciatura en medicina, una casita en la nueva urbanización de Valley Falls y una ceremonia con 100 invitados en la misma iglesia donde sus padres se casaron.

El maldito zumbido en sus oídos la obligo a tragar el ultimo analgésico del bolso con preocupación. De nuevo, en el presente el reflejo de su polvera parecía burlarse de ella, como entonces .

La solitaria Amber solía surgir del cubículo donde espiaba a las animadoras, cabreada con el destino de ese ultimo año , cuyo chiste cósmico había jugado con ella de mala manera.

Ese maldito año agito algo en ella, una maldita revolución hormonal que había disparado el crecimiento desmesurado de su tetas y descontrolado una lívido demasiado imaginativa. Nunca habría imaginado la explosión en alguien como ella, siempre frustrada por la insatisfacción permanente.

Ir caliente solo le procuraba problemas , calentones y un par de necesarios cambios de bragas que solía solucionar en sus necesarias escapadas a los lavabos. Donde a toda prisa guardaba sus bragas pendiente de cada una de las palabras de Kim o Jessica. Luego al verlas marcharse sabia que la humedad en su coño volvería a obligarla a cambiarse a llegar a su casa. Temía haberse convertido en una ninfómana , atemorizada por las palabras leídas en la enciclopedia medica de su padre.

Si Jessica o Kim supieran, su vida se convertiría en un infierno se decía frente al mismo espejo donde estas retocaran sus labios. Ella, que si se deshacía del jersey deforme , desanudaba la estudiantil camisa blanca y enderezaba los tirantes contemplaba aquellos horribles sujetadores reductores y quería echarse a llorar. Se sentía como un maldito basilisco con cabeza doble, Amber “la grasienta” sudaba de lo lindo escondiendo al mundo entero que la copa 58 B de sus desproporcionadas tetas. Aquellas que perversamente conseguirían acallar a todas aquellas animadoras calientapollas. Ni que decir del futuro rey del baile de graduación ; Tanque Carlton .

Fantaseaba con la imagen de este arrinconandola en el excusado y montadoselo mientras chupaba una de sus tetas... y entonces notaba el agradabilísimo anhelo vibrando en su coño.

Siempre finalizaba ahí, en fantasías... estrujándose una de aquellas ubres mientras su otra mano trabajaba su coño con la imagen de sus tetas rebotando sobre el rostro excitado de Brian Tanque Carlton , y el orgasmo terminaba con otra riada de flujo mientras salia disparada hacia la siguiente clase .

Eran aquellos malditos recuerdos los que acudían a atormentarla cada noche, despertando algunas cosas ocultas que jamas reconocería sobria. Demasiados días en los que el leve rastro de la voz susurrándole en la vigilia empezaba a desequilibrarla, a devolverla a ese torbellino casi extinguido.

La maldita migraña tenia la culpa de su irascible humor, eso y las horas de vigilia intentando cerrar su cabeza a la imágenes casi sepultadas dos décadas atrás. Si se apuraba podía tomar del botiquín de Edna dos analgésicos mas , al menos hasta que pudiera hacer la compra semanal. – Si, seria lo mejor-- si se entretenía, luego arrastraría el resto de tareas.

Se mordió el labio de nuevo enfadada, sujeto la cesta de la colada y se preparo a hacer la ronda de todos los domingos a la velocidad del sonido , el apartamento enano tenia sus ventajas. Si se daba prisa, Eric comería sus tortitas con chocolate recién hechas y ella podría suplicarle por centésima vez que la acompañara al sermón de media mañana.

Lo que fuera con tal de volver a tener a su hijo junto a ella, como antes del desastre.

Mordiéndose el labio suspiro nostálgica, eran muchos los sacrificios a los que había renunciado este. Su futura entrada en la facultad de Rochester, la cuantiosa beca en atletismo y un numeroso grupo de buenos amigos. Entendía su eterno malhumor, sus broncas constantes . Era difícil para ambos, pero para Eric abandonar una extensa red social llena de amigos, chicas y vida nocturna era aun mas complicado. Entendía lo aburrido que debía ser un pueblo con un único cine, acostumbrado a salir todos los fines de semana en una ciudad donde ninguna distracción faltaba. Aquí , en Montana el único lugar donde tomar unas copas, era el deprimente bar de veteranos de la segunda guerra mundial . Un lugar donde un joven jamas osaría acercarse voluntariamente. Amber estaba harta de escucharlo criticar todo, ya desistía en intentar animarlo.

Perdía la cuenta de cuantas veces había mencionado el peligro de ponerse en contacto con su antigua vida.

Las normas eran las normas – menciono el agente Rooker un año atrás – Todo contacto , seria una pista para ellos --, si adivinan algo relacionado con antes de.... – dejo en suspenso – no dudarían en mandar sicarios- Por eso debéis romper cualquier vinculo--

Retomo su limpieza recordando las palabras del agente. Era duro adaptarse , cambiar viejos hábitos estúpidos y transformarse en otra persona, lo había sido para ella aun despues de todos esos meses. Entendía lo que podía costar adaptarse a algo tan sencillo como subirse al autobús del trabajo sin dormirse , por eso procuraba no enfadarse demasiado con él.

Pero a veces, era tan difícil – frunció el ceño.

Eric por el contrario seguía sin aceptar todos aquellos cambios. El antiguo atleta tenia dificultades para ponerse al día en los estudios , sin ayuda de profesores y tutores de refuerzo era difícil pasar la criba del instituto de la base. No ayudaba saber que ella si disponía de un móvil de emergencia, aunque este no poseyera Internet era del todo injusto. – Se removió en la cama incomodo-- .

Era una herramienta de trabajo, – intento explicarle Amber-- . Si la necesitaban para el trabajo podían localizar tanto a la señora Follson como a ella en un instante. Tal y como sucedió ese ultima semana , la afluencia de visitantes se duplico y hubo de realizar horas extras. Mas personas significaba, mas cubiertos y un dinero extra que no estaba por rechazar. – razono inútilmente con un cabreado hijo.

La odiaba por todo; por arrastrarlo al culo del mundo, por alejarlo de sus amigos y de su beca , en definitiva por aislarlo en mitad de la nada sin nada que hacer salvo el matarse a pajas.

No congeniaba con ninguno de aquello “palurdos paletos”, como los llamaba, ni tenia afición alguna salvo la de jugar con la videoconsola antigua. El no tener móvil, ni conexión a Internet avinagraba la tirante relación madre-hijo. No entendía , que la sencilla acción de acceder desde la biblioteca a una pagina en concreto podría condenarlos a un final violento. Búscale un trabajo por horas, ya veras como se espabila - resonó el estúpido consejo de su entrometida casera--

Amber estaba cansada de explicárselo , incapaz de lograr el entendimiento de este. Le dolía ese muro de aislamiento donde él había elegido esconderse. Entristecida por la terquedad , siguió adecentando su minúsculo vestuario . Tardo solo diez minutos en doblar y colocar sus prendas baratas , guardar su catre tras la puerta del armario y caminar con pies de plomo hacia el área dividida con el biombo .

Se disponía a intentar poner algo de orden cuando la antigualla de móvil vibro en la encimera, con el fru-fru de su falda plisada de domingo se apresuro a contestar . Casi al vuelo, lo atrapo , temiéndose el peor de los finales para su mañana de domingo.

  • Si...? – torció el gesto ante la engolada voz del intendente – De acuerdo, si. Dentro de 1 hora y media..., acordó volviéndose hacia la casa de Edna-- ningún problema señor. – colgó la llamada desilusionada.

Edna sin duda habría recibido un llamada similar, seria el día escogido para llevar a cabo lo que tantas veces habían trazado ? . El hilo de sudor helado comenzó a descender entre sus omóplatos, se trataba entonces del día ?.

Quiso quitárselo de la cabeza, desecharlo. Se trataría de trabajo, aburrido y rutinario trabajo – seco las sudorosas palmas sobre la sedosa tela negra plisada . – Nada mas--

Volvió a deprimirse al contemplar el desaguisado campando justo al otro lado de la división territorial. El desbarajuste se extendía allí donde mirase, justo como si una bomba nuclear hubiera explotado en el basurero donde habitaba, convirtiendo la zona de Eric en un estercolero. Consentía en lo de la comida rápida, no le gustaba , pero lo aceptaba en días agotadores entre fogones. Otra muy distinta era limpiar toda la basura que su hijo jamas recogía.

Era como si de dos apartamentos se tratase. La suya junto a la minúscula cocina , y la de él , el único espacio donde el arquitecto había colocado un único plato de ducha y un lavabo liliputiense.

Cada tarde a su llegada de la base debía sortear las cajas de pizza, los envoltorios de comida rápida, la pilas de ropa sucia tirada por todos lados y ducharse con el ruido atronador llegando desde el otro lado de la cortina de ducha. Sabiendo que Eric, estaría jugando en el sofá cama con la consola hasta que los ojos casi se le fundieran.

La Sra Follson había comprado la casa a una pareja de ancianos, estos jubilados poco habían cambiado de los robustos muebles propios de los 50 , solo habían añadido un cuarto de baño al apartamento. Con lo que el reducido espacio se veía repleto cuando del interior del armario surgía la ruidosa cama desplegada como en el molesto rechinar de muelles. Ese era el único cometido de Eric, ese, y el de apagar aquel maldito ruido una vez saliera de la ducha. Y lo cumplía, al menos hasta que empezó su trabajo por horas en el servicio de limpieza y mantenimiento de la base. ¿ El primer signo de responsabilidad ? Aquello era una mejoría. ¿ No? – quiso convencerse.

¿ podría albergar alguna esperanza? , creería con todas sus fuerzas. Y atravesando esa ultima barrera en la habitación , se apresuro a recoger las prendas desperdigadas por todos lados.

Camisas, camisetas, pantalones arrugados yacían junto a calzoncillos y calcetines desparejados. Los aguijonazos en su cabeza volvieron a recrudecerse , y decidió apresurarse .

Eric babeaba gozando del magnifico sueño. La buenorra de Tiffany se despelotaba en el jacuzzi de casa de sus padres y lo animaba a introducirse en las aguas burbujeantes. No iba a desaprovecharlo... – sonrió en mitad de la cálido abrazo acuático . Jadeo al sentir su cuerpo colocándose encima dispuesto para una cabalgada , en verdad se atrevería a follárselo en el santuario del estirado Cameron Sanderson .

Amber procuro no torcer el gesto ante el aroma a tigre enjaulado que salia de cada rincón del otro lado del biombo . A saber cuanto hacia que no limpiaba bajo el sofá plegable ,ni pasaba el aspirador por la moqueta. Con la cesta casi llena y haciendo algo de equilibrio se apresuro a recuperar el botín bajo la cama. Con el máximo sigilo se arrodillo dispuesta a encontrar hasta la ultima cochambrosa prenda bajo la cama. Ayudada por las primeras luces de la mañana , pesco hasta seis acartonados calcetines , incapaz de eludir ni un solo instante del fortísimo aroma masculino.

No era tan mojigata para no adivinar de donde provenía ese inconfundible olor . Divorciada o no, comprendía demasiado tarde que quizás despues de todo la recogida de la colada podría dejarse para mas tarde.

Cohibida , se descubrió a a sus 38 años embobada por el contorno de la monumental mancha sobre sus preciosas sabanas de algodón celeste , no pudo evitar contemplar el tenso alzamiento en la entrepierna de Eric. Trago saliva de forma involuntaria, jamas hubiera sospechado semejante tamaño en alguien tan joven , menos aun en su único hijo. La involuntaria revelación enrojeció las mejillas hasta casi incendiar el rostro. Debía apartar la mirada , al menos procurar intentar desviar su atención de los apetitos sexuales en su perfecto hijo. Aun adormilado , el alzamiento se hizo desproporcionado , algo que Amber no dejo de observar ni aun cuando el gran suspiro acompaño a otra colosal mancha delatora.

Sus preciosas sabanas no dejaban nada a la imaginación .

Esa segunda descarga pareció no disminuir demasiado el tamaño del alzamiento de la sabana azul , solo un claro jadeo y la respiración aliviada . Amber seguía asombrada por la facilidad con la que este recuperaba las fuerzas, aun despues de soltar toda aquella inmensa cantidad de semen . La fortaleza de la juventud volvía a enderezar insolente aquella impresionante viga de carne y musculo. Sin poder remediarlo se mordió el labio, acalorada al imaginarla sin barreras de por medio . Trago una bocanada de aire , sintiendo ese familiar hormigueo entre sus piernas al calar el tejido de algodón de sus bragas. Imperceptiblemente aleteo sus fosas nasales impregnándose del aroma, se relamió imperceptiblemente regodeándose del intenso aroma viril .

Eric , por su parte gozaba de ese corto alivio, el instante en que como cada mañana se despertaba envuelto en semen y sabanas sucias. Al menos hasta que sus ojos aun pegados a los parpados se lo permitieran . Los fines de semana no tenia clase, así que.. a vaguear matándose a pajas hasta empezar el turno en la base.

El patético sustituto le servia para capear los días en “Paletolandia”, cuando ninguna Tiffany o Tracy se le abriera de piernas bajo las gradas de atletismo . Nunca antes su muñeca había trabajo tanto dándole, pero así estaban las cosas. Aun medio dormido , podía sentir el dolor de su polla bajo las sabanas , a la mierda todo pensó librándose de odiosa sabana.

Con todo al aire comenzó a magrearse el tronco con una habilidad despertada por la necesidad . Sabia que tras esa paja le seguiría otra en la ducha , puede que un par de ellas mas hasta que finalmente sus huevos se sintieran libres de frustración y semen. Luego, descansado recogería las sabanas diarias sin desear estrangular a Brenda Jellisek.

Si despues de arrasar la nevera sacaba las sabanas del la lavadora y las ponía en la secadora podría jugar una partida al Halo. Eso estaba bien – se tapo la cara con el brazo--, menearsela siempre conseguía calmarlo hasta volver a enfrentarse al eterno ceño fruncido de su madre. Aun a pesar de procurar esquivarla, siempre se las arreglaba para pillarlo antes de largarse a su empleo por horas en la base.

Y estaba empezando a hartarse.

Con suerte, con ocho o nueve mensualidades podría pillarse una habitación en la base. Así había quedado con Ramón, su colega de turno. El bueno de Ramón, gruño engrasando el tronco con el esperma anterior-- entre confidencias al pasar la regona y vaciar papeleras había exagerado en algo su situación para arrancarle un contacto para largarse cuanto antes. Le daba igual llevar los cascos , antenas o un maldito chip de perro. Aguantaría ese odioso pitido o lo que fuese con tal de no soportar ni un solo instante mas a una madre insoportable. Ese era el propósito con el que se levantaba cada mañana , eso , o ceder al inquietante movimiento de su puño aturdíendola con un gancho de de derechas. .

La migraña siempre cedía al engullir tres aspirinas , cuando los restos de la ultima y explosiva corrida lo devolvían a la realidad, alejado de sus fantasías nocturnas con folla-amigas todo marchaba sobre ruedas . Cuando dejaba atrás todo aquello, podía hasta medio olvidarse de las explosivas corridas que transformaban el rostro de Tiffany, Tory u otra en el rostro de su entrometida y buenorra madre. . Cualquier cosa con tal de alejar esa ultima imagen del rostro de Amber jodiéndolo a pelo mientras sus lenguas jugueteaban enredadas y el se corría en la mas atómica explosión de la historia.

-- Si, debía acordarse de comprar un paquete de analgésicos en la estación de servicio , o de lo contrario... – pajeo sabiéndose cerca del final. .

Amber sintió seca su boca, si se movía podía delatarse, si decía algo, a saber que sucedería con el tremendo asunto entre las manos. Se cubrió la sonrojada mejilla aun incapaz de creérselo. ¡ solo le faltaba eso ! .

Confusa y nerviosa, se mordió otra vez el labio inferior atendiendo los fluidos movimientos de la habilidosa mano sobre el grueso tronco de carne. Desde donde estaba , el olor a semen saturaba sus fosas nasales ,y de nuevo, sus mejillas volvieron a ruborizarse. Contra su voluntad , solo por un instante fantaseo como seria cabalgar algo de semejante tamaño.

El bochorno le hizo desviar los ojos hacia abajo, a sus reveladoras bragas húmedas . Se sintió vergonzosamente culpable , casi igual que en su alocada juventud cuando engendro a su pequeño.

De nuevo, volvió a verse tal y como era hacia tanto, en el instituto. La perfecta delegada de curso, capitana del club de debates, integrante del club de ajedrez y astronomía ; la inadaptada empollona con el futuro mas prometedor y pareja del capitán del club de matemáticas ; H.H. Froller.

Y casi volvió a sentir la soledad, aquel triste recordatorio de lo que quedaba cuando el timbre del final de las clases la catapultaba a la pequeña habitación del material deportivo . Justo en el ultimo lugar donde H.H , su novio o cualquier estudiante esperaría encontrarla. En el interior de este pequeño habitáculo, Brian Carlton y Caleb Norman la esperarían con los pantalones bajados y sus pollas a punto.

Aquella chica solitaria se lanzaría como loca a comérsela a Brizan y Caleb , confiando en poder engullir el esperma de ambos cuando lo escupieran en su garganta en el primer asalto.

Nadie osaría imaginarla cabalgando a Caleb mientras Brian de rodillas empujaba a tragarse sus casi 30 cm de polla . Solo despues de estar bien lubricada con el esperma de Caleb podría intentar introducirse el pollon del capitán de lucha del instituto ; Brian “ Tanque” Carlton .

No le molestaba el dolor inicial, Cuando entre empujones y resoplidos los 97 kilos musculosos del capitán de lucha la aplastasen contra la colchoneta y se lanzase a joderla como si el mundo se acabase.

Un Caleb de nuevo entonado se dedicaría a encularla acompañándolos en el inmenso esfuerzo follador de albergar aquel vergajo descomunal . Amber jadearía, rechinaría sus dientes y se encomendaría apretando las mandíbulas ante el doble asalto, cuando entre gruñidos sujetarse al cuello de Brian seria su mayor aspiración mientras aspiraba las riadas calientes invadiendo sus entrañas. Solo entonces, al percibir las oleadas de semen , tras un rifi-rafe interminable, Caleb desfallecido dejara al capitán en un ultimo y pegajoso polvo , que acabaría con el capitán de lucha tumbado encima de ella con sus partes rezumando semen y su boca enganchada en su teta.

.

Aunque despues se escabullera entre los agotados luchadores con la penosa intención de no volver a verlos en aquellas citas semanales clandestinas. Podía regodearse secretamente al pasear junto a Kimberly Andrews , novia de Brian y capitana de las animadoras , sabiendo que su frígida belleza era incapaz de arrancar hasta los cuatro pegajosos polvos que ella si había gozado con Tanque. Se apresuraría a subir al autobús escolar con la secreta satisfacción. Viajaría hacia su casa , subiría las escaleras hacia el piso superior , saludando a los pacientes de su padre a toda prisa y se escabulliría a su habitación .

Dolorida y muy satisfecha se ocuparía en desechar las compresas empapadas que contenía medianamente la riada de semen desde que empezaran los encuentros , y eliminaría todo rastro en la bañera de patas doradas .

Luego , emergería con su acostumbrada personificación de buena chica , se sentaría a realizar las tareas diarias con aun la tibieza de Brian llenándola .

Durante el resto de semana, los vería en los pasillos, del brazo de sus novias, riendo en la cafetería , conociendo perfectamente donde dirigirían las miradas furtivas cuando estas parlotearan , o se mofasen de “la grasienta Amber”. Ella con sus libros como barrera se sentaría en mesa de los empollones sabiendo perfectamente que el duro contorno en los vaqueros de sus dos amigos era debido al contoneo algo exagerado con el que solía sentarse ignorándolos.

Amber jugaba con fuego, un peligroso y furtivo pasatiempo que podía dar al traste con todo el futuro idílico que otros habían trazado para ella.

Y que muy a su pesar ahora rememoraba al olisquear el poderoso semen de su hijo , comprendiendo demasiado tarde lo caprichoso del destino al otorgar los genes gigantescos del que ahora entendía verdadero progenitor de Eric ; Brian Carlton .

El sonido , aquel cadencioso soniquete tan estimulante era tan similar, dolorosamente provocativo, casi como un leve susurro junto al oído apremiándola a cometer locuras. Las mismas que por primera vez hacia tanto, la habían llevado a preñarla en ese ultimo curso del instituto, quizás en el mismo cuarto de baño donde la había pillado aquella primera tarde perdida en el tiempo.

Incluso los gruñidos se asemejaban, ¿ a caso el sabor seria parecido? . Escuchaba perfectamente los sonidos de Eric acariciándose mas duramente.

Su hijo, su mayor orgullo estaba llegando al final , se lo veía en la rigidez de ese miembro descomunal.

Eric apuro una ultima tallada, consiguiendo arrastrar el semen para lubricar el empujón instintivo de su caderas y escupir esa liberadora corrida mañanera . Con calma , ordeño su polla con esmero hasta que finalmente sus parpados se volvieron a sumir en ese duermevela antes del inicio de otra aburrida mañana de domingo.

En esos atontados instantes en el que estado casi comatoso lo sumieron, algo delicioso volvió a apoderar se del empuje con el que su polla se erguio dispuesta . Se removió encantado sobre las sabanas, ofreciéndose a Tiffany a una riquísima mamada de buenos días. Tan pronto como sus labios lamieron la punta de la polla punteandola, Eric levanto las caderas empujándola a clavársela en el interior de su boca. Casi sin detenerse, Tiff utilizo sus dientes para enloquecer su hipersensible glande y tragarse de un solo movimiento la mitad de su polla. La ronca carcajada broto del pecho de Eric ante la osadía de la buena de Tiff. Jadeo animándola en su mejoradisima mamada de domingo. Agarro la sabana hasta palidecer los nudillos, dispuesto a soltar la abundante riada en la insaciable garganta, cuando sin esperarlo Tiff se embutió todo el tronco en su húmedo encierro bucal.

Clavo los talones en el colchón incapaz de permanecer impasible ante la estupendisima mamada. Algo desmañado se apresuro a colocar sus manos alrededor de la cabeza de su increíble folla-amiga. Y fue al percibir el suave cabello, cuando entre espasmo y espasmo eyaculatorio empujo su semen al interior de aquella enloquecedora garganta . Se corrió como nunca antes en su vida , gruñendo y bufando , como si una virgencilla ruborosa se tratase. Suspiro aliviado, sujetando la corta cabellera a la vez que escuchaba los perfectos sonidos femeninos al embucharse la descarga garganta abajo .

Seguía sujetándola fundido, encantado y muy satisfecho cuando reparo en el desajuste que suponía acariciar los mechones cortos y no la larga melena ondulada que tan bien conocía. Despacio, casi involuntariamente consiguió enfocar los ojos hasta ahora cerrados y enfocar la sombra cada vez mas nítida de la corta melena platino . La conocidamente cabeza seguía acunada entre sus manos cuando sus ojos comprendieron con quien se correspondía la realidad.

  • Jooodeeer mamaaaa... Grito soltando la cabeza de esta como si se tratase de una boa constrictor-- salto retrocediendo espantado-- Pero que demonios... – se apresuro a dar un bote del sofá y escabullirse en el interior del cuarto de baño.
  • Yoo, yooo, la colada...-- murmuraba casi como en trance-- tu ropaaa...
  • Valeee..., Jooodeeer , Mierda, mieeeerda... – estallo en una risa histerica-- Esto no puede estar sucediendo – repitió ante el reflejo del espejo.

Tan nervioso estaba que apenas pudo ducharse sin que todo se le resbalara de las manos, era una puta locura, una ida de olla total. Incluso despierto seguía sin asimilar que fuera su madre quien le prodigase la mejor mamada de su vida. Maldita entrometida de la limpieza!-- joder, si siempre hacia mas ruido que un elefante, encima uno no podía ni pajearse sin su entrometida presencia.

Bajo el agua tibia , recordó su semblante vicioso, su ensanchada boca liberando su polla ,y de nuevo su traicionera polla volvió a escupir un par de cortos caños. Que se dice ante algo así? – se deshizo del culpable rastro seminal.

Era de risa y también para echarse a temblar de puro espanto, porque una cosa eran tus sueños privados y otra la realidad de esa mañana, porque estaba claro que había sucedido, su madre le había prodigado una gloriosa mamada.

Hubiera seguido riéndose a gusto si cierto apéndice culpable no hubiera pedido su atención, y cada vez mas cachondo pelarsela con la imagen de Amber tragándose toda esa cantidad de semen .

Para cuando esa confusa imagen se difumino , una ultima ilusión se colo en su patética mente. Si la boca de su madre podría tragase su rabo, como seria balancearse a toda caña dentro y fuera de su coño ? – la mera ilusión volvió arrancarle otra carcajada de las de época y cierto dolor en la entrepierna.

Desde luego estaba algo mas que salido, se apresuro a salir al desierto apartamento. Por suerte , cierta limpiadora compulsiva había huido despavorida. Por un instante Eric respiro aliviado, o estaba en la iglesia encerrada con otros palurdos o en compañía de la loca señora Follson. – Mejor así – se apresuro a prepararse para iniciar su turno en la base.

Una cosa era dar alegría al cuerpo en la intimidad de tu casita, otra muy distinta era mantener esa recalcitrante boca ocupada en algo que no fuera cabrearle.

Como siempre parte de su ropa estaba sucia, por lo que no dudo en calzarse los pantalones del uniforme de limpieza ,a pelo. La camiseta con restos de ketchup bastarían si se colocaba la camisa beige por encima, colgó la credencial en el bolsillo y se apresuro a beber el café ya frio.

Con desgana y salio a la brumosa mañana , desprendió el candado de la bicicleta subiendo a esta con un molesto dolor en la polla. Si pedaleaba hasta la base y hacia otro tipo de ejercicio aquella tontorrona ilusión dejaría de taladrarle el cerebro. Eso era, se incorporo al escaso trafico.

No tardo en llegar a la caseta de control de acceso a las mercaderías, la puerta trasera de la base. El rostro cansado de Marvin lo saludo , dándole paso.

Apoyo la bici en el desangelado parking, despues con desgana se dirigió hacia el habitáculo de empleados de servicio. Colgó la mochila en su taquilla, contento al tener algo de tiempo antes de agarrar el carrito con los productos de limpieza. Inmediatamente el extraño pitido pareció surgir algo mas amortiguado entre los conductos de ventilación. Ajusto los cascos en sus orejas sabiendo que aun así, ese extraño zumbido seguiría sonando al deshacerse de la protección en los oídos. Pero era joven , podía soportar algo de migraña. Lo lleva haciendo desde que empezara en aquel lugar. Siempre que pudiera aliviar la tensión con una paja, no habría problema alguno – se alejo silbando con su carrito--

COMEDOR DE LA BASE...

Amber parecía no dar ni una esa mañana, y sabia a ciencia cierta a que se debía. Las cosas parecían descontrolarse por minutos, el sabor algo amargo de semen filial seguía perdurando en su paladar al huir despavorida del apartamento. A la fuga, así era como había recorrido el confuso trayecto hacia la camioneta , su cabeza no dejaba de procesar las imágenes una y otra vez al sentarse en el asiento del acompañante y permanecer en silencio. De nuevo las manos volvieron a temblar sobre sus piernas, procurando serenar los latidos descompensados en su pecho , lucho para no perder la poca cordura que le quedaba. Desde la cabina de la camioneta pudo ver las escaleras por donde había bajado casi en tromba con las piernas aun flojas, sin tiempo a asimilar lo sucedido , el espacio vació tras el volante pronto se vio ocupado por la aparición de su compañera de fatigas , Edna Follson.

Esta ignorante de lo sucedido, continuo su habitual cháchara sedante con la que cada jornada dominical solían encontrarse antes de marchar hacia la parroquia . Esa vez, la interminable cháchara consiguió alejar de su cabeza a un rincón de su mente, el mismo donde guardaba el resto de equivocaciones , justo en el lugar mas alejado del riquisimo regusto a semen .

  • Brenda, volvió a repetir Edna ? – en serio, estas segura? – No se si entiendes que todo coincide en el mejor momento para hacerlo, no? – aferro angustiada el volante-- Si sale bien, tendré acceso... – es lo único importante-- termino deteniendo la camioneta.
  • Si claro, – apago el motor , sonriendo-- Solo que.., bueno, supongo que tengo miedo , calcula bien, por lo que mas quieras … – Si algo sale mal …, o te excedes Edna-! -- confeso angustiada –
  • Se despedazar una ternera, un cerdo, descuartizar pollos en un periquete-- Crees que no se hasta donde debo pinchar? – Es por mi hijo Amber, sabes que no lo haría si no fuera por él.
  • Entiendo Edna,--se rindió a la determinación de esta-- Hazlo ...--

Ambas mujeres maduras atenazaron sus manos cómplices, sabiendo el precio que habrían de pagar cada una de ellas seria muy difícil de asimilar a cualquier observador ajeno al “Trato”.

Luego todo comenzó a descontrolarse, con una bola de nieve que arrastra todo al paso , gota a gota la paciencia de Amber amenazaba con desbordarse cada vez que algo se le escapaba de las manos. La proposición la hacía ponerse frenética, no sabia en que momento llegaría pero lo haría y aquello mas la culpabilidad de albergar en su estomago el semen de su hijo , la estaba convirtiendo en un manojo de nervios.

Nunca había sido torpe, pero en ese día en concreto todos parecían contagiados por esa caótica atmósfera de desastre. Un extraño embrujo parecía dominar cada uno de los movimiento del personal en esa mañana , contagiados quizá del ambiente claustrofobia del comedor principal; claramente hostil.

El pollo para servir estaba demasiado salado, el puré de patatas demasiado liquido, los guisantes y las mazorcas parecían recién arrancadas de la mata. La discusiones a gritos empezaron a formarse cuando la amasadora dejo de funcionar y los panecillos hubieron de eliminarse del menú. A pesar de todo, la actividad en la atareada cocina no bajo su ritmo durante el tenso segundo turno del servicio. Eso, unido al incesante rumor de voces , los estaba poniendo frenéticos .

Edna parecía resoplar bajo su gorro de redecilla, determinada a solucionar problema con su incombustible fortaleza de animo . Cierto era que el rumor de la amplia sala no era el murmullo de siempre, convirtiendo el habitual rumor de charlas en sonoros abucheos que finalmente se transformaron en los primeros gritos furiosos.

Asomada tras el aparador de guarniciones vio algo que la dejo helada; el inicio de una pelea entre tres muchachos uniformados. Los gritos de dos de ellos eran suficientemente claros para adivinar que a puñetazo limpio cada uno de los presentes iban implicando a cada uno de los alterados espectadores . Estos no tardaron en sumarse a la pelea hasta que la discusión se convirtió una trifulca en toda regla. Sillas, bandejas, cualquier objeto arrojable volaba por el comedor convertido en arma ,como si cada objeto pudiera servir para infligir el mayor daño posible.

Algo demencial asomaba en cada rostro desfigurado , sin importar que solo unos minutos antes aquellos muchachos fueran compañeros de armas , y ahora estuvieran dispuestos a despedazarse unos a otros.

Contemplar el aterrador crujido de nudillos golpeando articulaciones, astillando huesos debió ponerla sobre aviso y advertirla que todo parecía alinearse de manera grotesca. El impulso inicial de protegerse solo llego al escuchar la ráfaga de disparos , cuando resonó con suficiente fuerza para poner a todos los combatientes con el cuerpo a tierra. Al Igual que ella , todos quedaron tendidos o agazapados allí donde se encontrasen, quizás esperando el tiro de gracia.

Para Amber llego demasiado tarde, cuando comprendió que el pellizco en el antebrazo surcaba el espacio entre los soldados y le atravesaba la parte blanda del brazo. Fue entonces cuando con estruendo el expositor de guarniciones se derrumbo sobre ella con el peso de uno de los soldados muertos. Escucho el grito de su garganta , el aturdimiento de su cabeza al golpear el puntiagudo canto de la estructura metálica, y la ingravidez de su cuerpo al desplomarse sobre el suelo.

Percibía el caótico ruido alrededor amortiguado, sabiendo que estaba a punto de perder el conocimiento, movió su brazo, ardía. El tobillo entumecido podía molerlo vagamente pero estaba atrapada bajo un enorme peso.

Y luego todo y nada, un espasmo de tensión al escuchar el ajetreo de las voces acercándose. Escucha algún gemido alrededor , nada en comparación al desbarajuste de antes, ¿ Habrá finalizado la reyerta? El estupor la invade ante la viscosidad de la sangre, la misma que la rodea cubriéndola. El charco de sangre fluye sobre ella goteando sobre su rostro , como si de melaza roja y espesa se tratase .

La macabra mancha la enmarca allí tirada sobre el suelo, nada puede hacer por moverse, esta atrapada por el peso del cadáver . Es ahí, donde el dolor vence al pánico y recorre cada terminación nerviosa. Angustiada grita pidiendo ayuda , sus manos vuelven a temblar durante los minutos en que grita y llora. Su cuerpo no deja de temblar , aun despues de escuchar el inconfundible chirrido de los zuecos blancos de Edna aproximarse con un gran cuchillo en la mano.

  • Ayúdame Edna. – consigue pronunciar antes de notar el fogonazo de dolor prendiendo en su muslo derecho. Demasiado incrédula, aúlla ante la concentración con la que la cocinera marca la hoja del cuchillo sobre su pierna y la levanta dispuesta a clavarla . Amber solo alcanza a cerrar los ojos, confiando en su amiga y queriendo creer ciegamente que esta no se haya contagiado de la locura colectiva del comedor. .

Todo importa y deja de tener tener transcendencia en ese punto muerto , en es instante donde el susurro de una voz olvidada hacia mucho vuelve a resonar en la inconsciencia; –Quédate conmigo , no te dejare... parece susurrar entre el momento en el que reducen a la señora Follson y le anudan un trapo en el muslo. – Si , seras tan perfecta como las demás – susurra la melodiosa voz antes de desmayarse.

Después poco recordaba , el rumor de los zuecos de los sanitarios, alguna que otra conversación casi apagada difuminándose en un frio lugar donde finalmente se hunde.

Todo alrededor pareció amortiguarse hasta casi desaparecer, convirtiendo su realidad en un fundido en negro . Es en esa rara calma en la que flota donde percibe de nuevo la voz susurrándole ; – No dejes que otra se adelante, lo sabes; siempre lo has sabido, es tuyo, solo tuyo... – susurra la melodiosa voz junto a su odio. No sabe quien es, aunque la reconforta. Es casi como una presencia física en la oscuridad, ella es quien la anima cuando siente la presencia física tomando su mano. – Es él – susurra de nuevo la voz, mujer de poca fe... – le reprocha regañando-- permanecerá a tu lado, por que te ama..., y esta tan cerca de perderle. Cualquier zorra sin escrúpulos puede llevárselo, y entonces a quien tendrías? – Vamos , sabes que puedes hacerlo.. , en el fondo siempre lo has sabido. – sentencia la voz diluyéndose-- Hazlo tuyo...., acéptalo... me darás las gracias-- estalla en carcajadas.

El dulzor amargo fue lo primero noto en el paladar, el sabor del anestésico abandonando el organismo , no sabe cuanto tiempo lleva inconsciente , poco a poco su entumecido cuerpo va despertando y se descubre en una cama de hospital. Casi de inmediato percibe su pierna cubierta por un vendaje elástico, justo allí donde el cuchillo marcara su piel – La cuchillada de Edna-- advierte con pasmosa claridad. En verdad había sucedido..., lo había logrado..., o por el contrario... , ¿ Estaría muerta? . Con cuidado giro la cabeza hasta distinguir lo que aquella voz había insinuado, Eric agarraba su mano con ternura, su cabeza dormida reposaba a solos unos milímetros . Algo parecido a una rendición venció la resistencia cansada en su interior. Casi con temor, poso la mano sobre la cabeza en reposo de este, acariciando el corto cabello hasta despertarlo de un sueño profundo.

Era tan apuesto, fuerte , respiro algo indecisa , en verdad puede que … , la voz tuviera razón en lo de ceder al instinto.