Una semana extraña

Me infiltro en un grupo de "outsiders", me gusta como viven y sobre todo me gusta ella.

Enfrente de mi casa hay un parque donde la ciudad busca deshogo. Hasta aquí vienen jubilados a tomar el sol, madres a pasear sus bebes, niños a jugar, jóvenes a retozar con sus parejas y últimamente un grupo de jóvenes contestatarios que se pasan buena parte del día en “estado contemplativo”, esto es, tumbados sobre la hierba charlando, disfrutando de la inactividad total y de la “hierba”.

Los observo con cierto desden, pero también con un poco de envidia. Sus prioridades en la vida son otras muy distintas a las de la mayoría, pero ¿Quién tiene razón?¿Quién es más feliz?¿Deberíamos ser todos un poco más “relajados”?

En el grupo hay una chica muy guapa. La he observado y he llegado a la conclusión que arreglada y vestida de forma más convencional seria como una muñequita, bonita y simpática. Viste una especie de leotardos ajustados que envuelven como una segunda piel sus bien torneadas piernas, que también dibujan su culo de forma magistral. Como debe llevar tanga, sus cachetes se mueven de forma exquisita y dan ganas de ir a sobarlos.

Una camiseta multicolor, se acaba por encima del ombligo. En su cadera se apoya un cinturón estrafalario y sus pies están embutidos en unas enormes botas. El pelo lo tiene recogido en tres colas asimétricamente distribuidas que le dan un aspecto entre infantil y rebelde.

Después de unos días observando el grupo, decido que me voy a tomar unas cortas vacaciones y voy a experimentar en primera persona lo que se siente viviendo de esta forma tan despreocupada. Me voy a hacer pasar por uno de ellos infiltrándome en el grupo.

Después de pasar por la transformación preceptiva de imagen, comprando la indumentaria en una tienda especializada y revolviendo un cajón donde guardo ropa que no uso, u tras pasar por las manos de una peluquera amiga mía, me sorprendo al verme en el espejo.

Tras la de transformación apenas me reconozco. Solo me falta ajustar el tono de voz y la conversación. Como esto es lo mas difícil mantendré  la boca cerrada el mayor tiempo posible.

En el parque me voy directo hacia el grupo y los saludo con un vago gesto. Busco un sitio y me siento entre ellos como si fuese lo mas normal. Sin conocernos de nada me dan la acogida y me tratan como un igual.

Les digo que acabo de llegar a la ciudad, a mi padre lo han trasladado en su trabajo y estoy buscando colegas para seguir a mi rollo. Me miran con cierto recelo y reserva, me han recibido bien pero todavía no soy de ellos.

Saco del bolsillo unas cuantas piedras de chocolate y les invito a servirse. Todos aceptan encantados la generosa oferta. Después de un rato de fumar todos juntos nuestras caras  reflejan la placida situación a la que hemos llegado.

Las distancias han desaparecido y parecemos colegas de toda la vida. Uno de ellos, quizás el mas exaltado llama a una chica gordita, con el pelo rojo fuego cortado a mordiscos y una indumentaria dura a la vista.

—   Dale la bienvenida al grupo— le dice cuando ella se pone enfrente con gesto despectivo.

—   Vale colega… luego me das lo que me corresponde ¿no? —

—   Creo que te lo voy a dar ahora mismo— dice mientras le agarra el paquete haciendo ostentación del bulto.

—   Vamos muñeco… que se nos hace tarde— me dice mientras me coge de la mano y estira para que me ponga en pie.

Le sigo la corriente sin saber que pasa. No quiero llamar demasiado la atención en el grupo, aunque algunos me observan con atención, el resto no hace el menor caso  a lo que sucede. Acto seguido me lleva detrás de un seto.

El tío que la ha llamado también viene dándole apretones y palmada en las gordas nalgas. Enseguida que quedamos a cubierto de miradas indiscretas (más o menos), la chica se arrodilla delante de mí, en un santiamén me baja los pantalones, el slip y me saca la polla pequeña y morcillona.

Sin pedir ninguna clase de permiso se pone a chuparme la polla, llenarla de saliva y frotarla para que se me ponga dura. Al principio me resisto, no era esto lo que yo pretendía ni esperaba conseguir, una mamada rápida, sin calentamiento previo y realizada por una chica que no me atrae lo más mínimo.

Sin embargo han conseguido que me deje llevar,  la tía sabe muy bien como succionar y como dar los apretones adecuados para ponerme el instrumento cada vez mas duro. Al final consigue ponérmela dura como una piedra. La engulle en la boca hasta que el capullo llega hasta  su garganta. La conclusión parece clara: es la artista del grupo chupando pollas, sabe cómo hacerlo para que nadie se le resista, obteniendo con esta habilidad el reconocimiento del grupo.

Cuando ya me tiene a tope, un tanto tembloroso y esperando que en cualquier momento mis huevos estallen en una gran corrida, un tercero en la escena toma protagonismo. Se pone detrás de ella, le baja el leotardo y le da un par de palmadas en las nalgas.

Acto seguido se saca la polla, bastante mas pequeña que la mía, y se pone a bombear sobre la vulva de la chica. Ella se acomoda para permitir que la folle por detrás y poder continuar con su eficiente felación. Es sorprendente, en un momento hemos pasado de una felación improvisada, a que la chica quede completa de pollas, por delante y por detrás.

Así estamos otros cinco minutos, no puedo aguantar más y me corro sobre sus morros. La chica recoge con la lengua todo el semen y lo paladea. Luego se agarra fuerte a mi, abrazándome a la altura del culo. Se coloca con  el culo bien paradito para que nuestro acompañante pueda hacer mejor su trabajo.

Ella ondula el cuerpo y aprieta las nalgas para favorecer el roce. Pronto el tío empieza a gemir como un cerdo y ella a resoplar como una ballena. Creo que se corren casi al mismo tiempo, e inmediatamente me dejan solo, apoyado sobre la rama de un árbol, con los pantalones en los tobillos y la polla flácida entre las piernas. Ellos dos ellos vuelven donde está el resto del grupo como si no hubiese pasado nada.

Regreso con un cierto tembleque en las piernas, todos me miran. Algunas chicas me sonríen, (algún chico también). Por lo visto les ha faltado tiempo para dar noticia de mis atributos. La chica que me interesa también me mira de una manera muy especial e interpreto que he despertado su interés.

Después de sestear un largo rato tumbado en el parque, llega el momento de ir a comer algo. Yo no sé cómo se lo montan ellos, pero mi estomago hace rato que no deja de rugir pidiendo que le meta algo sólido.

Nos vamos en grupo hacia una casa en apariencia abandonada. Dentro está completamente rehabilitada para vivir cómodamente y al estilo de una comuna. Cada cual parece tener su sitio reservado, por lo que me quedo un poco descolocado.

Una mano amiga me coge y me estira hacia atrás. Al volverme descubro con sumo placer que es la chica que me gusta quién me atrae hacia su zona. Adopta el papel de anfitriona aunque se muestras un poco distante.

Durante un buen rato trata de sonsacar cualquier información sobre mi vida, como si dudase de mi identidad. Al final no consigue desenmascararme y se da por vencida.

—   ¿quieres darte una ducha? — pregunta cambiando de tema—Hay que aprovechar cuando venimos al local para asearnos—

—   Si, gracias....¿dónde está el cuarto de baño? — le pregunto inocentemente.

Ella se echa a reír, busca una toalla entre sus cosas y me indica el camino hasta la ducha. Resulta estar en una esquina del patio interior de la casa, una cortina medio rota de plástico, una alcachofa colgada con un alambre y una manguera colgando es lo que llaman ducha.

Para que llegue el agua uno tiene que estar sujetando la manguera mientras el otro se ducha. Me desnudo y con cierto pudor por su presencia me pongo debajo del frio chorro de agua. Se que me está mirando y no me atrevo a volverme.

Cuando acabo salgo de detrás de la corina con las manos tapándome discretamente mis partes. Me siento avergonzado pues se me ha quedado ridículamente encogida por el agua tan fría de la ducha. Busco con la mirada donde está la toalla y descubro que esta junto a Anna.

Ella cierra el grifo y me la da. Mientras me voy secando ella se desnuda con la mayor naturalidad para bañarse también. Antes que termine de quitarse toda la ropa noto como la sangre afluye a mi pene e intenta levantarlo.

Ella no se da cuenta y termina de desnudarse a mi lado como si tal cosa. Deja la ropa sobre una silla y se encamina hacia el rincón donde está la ducha.

—   Aquí nos debemos duchar por parejas. Ahora te toca a ti cuidarte de la manguera— me dice volviendo la cara y sonriendo.

Mientras la veo alejarse experimento un subidón tremendo. Anna tiene un cuerpo maravilloso, bien bronceado y que mueve con una gracia especial.

Pongo la manguera en el sitio y abro el grifo. Cuando miro para ver como sale el agua veo como Anna no ha corrido la cortina, está completamente desnuda y se está bañando delante de mi sin ningún pudor.

Tiene una figura excepcional, sus pechos son medianos con un pezón pequeño y oscuro. Sus caderas son discretamente redondeadas, las piernas bien torneadas y el culo parece esculpido en mármol.

La toalla que me puse atada a la cintura no va a poder contener la erección. Mientras se enjabona canturrea una canción de moda. La espuma se detiene en su pubis bien poblado de pelitos rizados quedando decorado con blancas burbujas de jabon.

Hasta hace un instante podía ver un intenso y poblado triangulo de pelitos negros que contrasta con el color del pelo de la cabeza.

Ella se da cuenta de mi alteración y se recrea pasando la mano por sus curvas con claro animo de provocar aún más mi desazón. Tengo claro que persigue mi excitación para luego disfrutar de una buena sesión de sexo en algún rincón discreto del local.

Cuando termina, me hace señas para que cierre el agua y vaya a acercarle la toalla. Yo no  puedo desprenderme de la única protección que tengo y lo que hago es acercarme a ella para que vea que no se la puedo dar.

Anna lo que hace es quitármela de un tirón haciéndome ver que aquí las cosas comunes se comparten entre todos. A continuación se seca los hombros, la nuca y debajo de los brazos. Una vez hecho esto deja la toalla en el suelo y enrosca una pierna sobre mi cintura.

—   Ya veo que lo que ha dicho Tino de ti es cierto. Quiero comprobar si además sabes usarlo— dice pasando la mano por mi pecho mientras que con la otra me aplasta una nalga.

—   ¿aquí? ¿ahora?¿delante de todo el mundo? — pregunto inseguro y dudando que sea verdad lo que está pasando.

No me responde con palabras, sus manos hablan por ella y su boca busca la mía para comunicar la pasión y el deseo sin emitir sonido alguno.

La cojo en volandas y la elevo hasta que se puede enroscar con ambas piernas alrededor de mi cintura.

La punta de mi pene queda bien encaminado hacia su vulva. La aplasto contra la pared y empujo con mi polla hasta que esta se abre camino. Se abraza a mi cuello y sus piernas se ciñen a mi cuerpo.

Sus bonitas tetas se pasean delante de mi cara, unas veces le chupo los pezones, otras las mordisqueo o froto con la cabeza entre ambos pechos.

Más abajo me ondulo y muevo las caderas de forma rápida e intensa. Son movimientos casi instintivos, salvajes... sin que al cerebro le de tiempo a organizarlos de manera coherente.

Anna empieza a resoplar en mis oídos. Con voz entrecortada me pide más y más. Me susurra  al oído palabras y expresiones guarras que encuentro impropias en ella, pero que me encabritan todavía más y hacen que mis movimientos se hagan casi violentos.

—   ­Follame mas fuerte…métemela toda…así…así…venga cabrón…dámela toda—

—   No pares…no pares…sigue…dámela…fuerte..rompeme el coño…no me dejes ahora….sigue…me voy a correr como una perraaaa—

—   ¡Que gusto me da!...asiiii….damela….fuerte…dale..dale…daleeeee! — insiste

Después de follar con ritmo frenético durante varios minutos, siento como me corro y como ella se tensa y destensa varias veces como las cuerdas de una guitarra.

Tengo las piernas agotadas por sujetar en vilo a Anna, experimento un temblor imparable, por la espalda noto como corren varias gotas de sudor.

Después de unos instantes de pausa para recobrar el aliento y reordenar las ideas, oimos como un grupo de colegas nos aplaude satisfechos del espectáculo presenciado. Hay otro que se preocupa de abrir el grifo, poner la manguera y nos dedica una nueva ducha que nos viene de maravilla.

Deverano.