Una semana de reunión
En una semana de reunión de empresa pueden pasar cosas totalmente inesperadas
Tenía una reunión de trabajo en un hotel a las afueras de Barcelona. Iban a ser cinco días de reuniones y trabajo intenso. Llevaba muy poco tiempo en la empresa y prácticamente no conocía a nadie. Eran ya las ocho de la tarde, llegué a la habitación el primero, el compañero con el que compartía habitación era de otra provincia y no le conocía. Me duché y me cambié en una hora empezaba la cena. Me senté con unos compañeros al lado de una compañera de proyecto. La cena fue animada hicimos una pequeña sobrmesa y nos fuimos a descansar.
Cuando llegué a la habitación ya estaba mi compañero. -Hola! Soy Fernando, tu debes ser Juan Carlos -Si, Cómo lo sabes? Me confundieron contigo en recepción. -Ahhhh... Bueno pues entonces ya nos damos por presentados. Fernando tenía unos cuarenta años alto, atlético, con la cabeza rapada, vestía con gusto y a la moda, no muy clásico era de la delegación de Valencia. Yo tenía treinta y cinco años y era alguien muy normal que pasaba inadvertido la mayor parte de las veces. Tenía novia desde hacía tres años y mi vida era muy anodina. Físicamente uno ochenta, de tez blanca, pelo castaño, ojos azules, atlético, ancho de espaldas...
Nada más empezar a hablar Fernando me dijo que se iba a la ducha estaba cansado del viaje. Cuando salió me dijo: -Tengo que decirte una cosa Juan Carlos. Dentro de dos semanas me operan de un tumor en el riñón, no te asustes no es nada mortal, no me voy a morir pero no he dicho nada. Soy nuevo como tú y no quiero empezar diciendo que me tengo que operar, no se enterará nadie. Pero hay algo que tengo que decirte ya que vamos a convivir una semana entera. El tumor me aumenta la testosterona y me provoca una continua excitación que debo controlar. -Pero te pasa algo? -Tengo erecciones muy prolongadas y seguidas -No podrías masturbarte? -Si y hago el amor con mi mujer también pero el médico me ha dicho que no me masturbe más de cinco veces al día podría ser peor – Pero Fernando... qué me dices -No sabía que compartiría habitación y no quiero contar mi problema. Lo que quiero es que si me ves desnudo y con una erección sepas qué ocurre que no soy un pervertido desnudo es como me relajo más. Menos mal que en dos semanas esta pesadilla terminará, este estado de continua excitación sexual es muy incómoda sobretodo conviviendo con un extraño, y no te ofendas... Juan Carlos por favor. -No te preocupes, creo que podré resistirlo, te ayudaré en lo que pueda.
Me duché yo también y cuando salí Fernando estaba completamente empalmado paseando desnudo por la habitación. -Esto es lo que te decía Juan Carlos, lo siento... pero... espero no te sientas demasiado incómodo. -Sabiendo lo que me has explicado estoy más relajado y tranquilo. Yo me puse unos calzoncillos y una camiseta pues así es como suelo dormir. Me tumbé en mi cama y puse la televisión, Fernando se sentaba en un confortable sillón encima de su toalla y se levantaba de vez en cuando y daba una vuelta. Todavía seguía con la polla como un mastil y le dije -No te puedes hacer una paja? - Ya me he hecho cuatro quiero hacerme una antes de acostarnos para poder dormir tranquilamente es lo que me dijo el médico. Hablamos amigablemente hasta darnos una mutua confianza sobre todo teniendo en cuenta que lo tenía desnudo y completamente empalmado. Su polla tenía unos veinte centímetros, tenía los huevos grandes y rasurados, circuncidado, con el vello púbico bien recortado. El glande era algo más grueso que la base del pene y cuando estaba en erección su miembro se curvaba hacia arriba dando la sensación de ser aún más grande y con un capullo enorme.
Al rato antes de irnos a dormir, Fernando me preguntó. -Te importa que me la pele en la cama? -Por supuesto, no tengo inconveniente. Le contesté. Cogió un tubo de lubricante se echó un poco en el cipote y empezó a acariciarse la verga. Arriba y abajo, suavemente con un ritmo lento, cuando llegaba arriba se acariciaba el capullo con la mano y bajaba otra vez. En un momento parecía tener la polla congestionada con ese enorme capullo a punto de estallar. Sus testículos subieron a la base de su rabo. Tenía los ojos cerrados y se movía de forma erratica, su respiración se aceleraba, yo le observaba, no le quitaba ojo estaba como hipnotizado viendo cómo se daba placer con sus dos manos una en el pene y otra en sus pelotas, sin avergonzarse lo más mínimo, delante de mi, un extraño. Oí cómo emitía un pequeño alarido o gemido tras el cual observé como su verga convulsionaba y un chorro de semen salía de su polla. Fernando fue al baño a limpiarse, cuando regresó apagó la luz, yo me di media vuelta y dormimos a pierna suelta. Pero un pensamiento me inquietó un instante. Por qué no apagaría la luz, habría tenido mayor privacidad...No??
A la mañana siguiente, cuando me desperté Fernando estaba en el baño. Oí el sonido de la ducha y al rato salió vestido. -Buenos días Compañero. Me bajo a desayunar, tienes tiempo de sobra por eso no te desperté. -Ok, nos vemos. El día transcurrió de reunión en reunión a penas vi a Fernando cada uno se reunía con grupos diferentes.
Al acabar la comida fui descansar un poco a la habitación y coincidí en el ascensor con Fernando. -Hola! Cómo te ha ido? -Bien, cansado de tanta reunión. Entramos en la habitación, me eché directamente en la cama y puse la tele, Fernando se desnudó delante de mi, estaba totalmente empalmado y parecía nervioso. -Sólo he podido hacerme una paja y estoy fatal necesito correrme. -Bueno ahora puedes desahogarte. Se tumbó en la cama y me dijo. - Juan Carlos me puedes pasar el lubricante por favor, está en aquel cajón... Se echó una buena cantidad en la polla y empezó a sobarsela... arriba y abajo y enseguida pareció relajarse, al verle me dieron ganas de hacerme otra y pensé por qué no voy a hacerlo y me desnudé, cogí el lubricante y me eché en el rabo. Empecé a pajearme, al rato oí los gemidos de Fernando y le vi correrse lo que me excitó y aceleró mi corrida. Me corrí al poco rato y quede totalmente relajado, adormilado.
-Despierta Juan Carlos, tenemos que irnos. Me alegro que te hayas masturbado, así me resulta más cómodo. -Me has visto? -Como para no verte... Te he visto pajearte y correrte además tu no te oyes pero gimes un montón... Ja,ja,ja,ja -Tu si que gimes cuando te corres... Cabrón Ja, ja,ja,ja.
Las reuniones del lunes por la tarde empezaron y parecían no tener fin. Cuando acabaron a penas tuvimos tiempo para descansar y empalmamos con la cena. No vi a Fernando hasta que nos fuimos a dormir. Yo llegué primero, me duche y me metí en la cama. Puse la tele y al rato entró Fernando. -Acabo de dejar a mi jefe... Nos ha tenido todo el rato hablando de trabajo no ha habido una sola pausa. -Cómo estás? -Pues imaginaté... me voy a duchar y me voy a hacer un pajote.
Salió desnudo del baño totalmente empalmado y se tumbó en su cama. Yo me había quitado la ropa y estaba desnudo también. -Buscas esto? -Ahhh si pásame un poco. Le pasé el tubo de lubricante, yo ya me había echado y me la estaba cascando. Nos estábamos pajeando tranquilamente y empezamos a charlar. -Y cuando te empalmas en las reuniones qué haces? -Pues si puedo me voy al baño pero no siempre puedo. Estoy mucho tiempo con la polla dura me haría muchas más pajas pero no me conviene podría ser peor. Me alegro que te pajees conmigo, gracias para mi es importante, no podría estar así con muchas personas. - No te preocupes a mi me gusta pajearme en las reuniones y poderlo hacer con libertad ha sido genial. -Vamos, vamos concentremonos en el pajote. Ponemos algo de porno en la tablet? -Bueno, vale. Pusimos algo de porno hetero salía una mujer con grandes tetas y un chocho muy peludo follada por varios tíos. Creo que al rato dejamos de ver la pantalla, no la hicimos mucho caso pues yo miraba su polla y él la mía y así nos corrimos casi a la vez excitadísimos. Apagamos la luz y dormimos.
Hacia las tres de la mañana me desperté, Fernando estaba despierto masturbándose. Se dio cuenta que estaba despierto. -Perdona pero no puedo más estoy fatal. Su voz le temblaba estaba mal. -Espera Fernando, relájate no te agobies, tranquilo... déjame a mí tu relajate. Cogí el lubricante y le eché una buena cantidad en la verga. Se la extendí suavemente, estaba tan dura como una piedra y le empecé a masajear arriba y abajo. -Así mejor verdad? Tranquilo... relájate. Le estaba haciendo una paja, le acariciaba los huevos y el pubis ya parecía más tranquilo.
Mientras tenía aquel rabo entre mis manos y oía el jadeo de mi compañero me di cuenta que yo estaba desnudo completamente empalmado pajeando a otro hombre y no me importó es más, sentí el deseo de ir un poco más allá y me incliné hacia él metiéndome su polla en la boca haciéndole una felación. -Qué tal así Fernando? Hacía muchos años que no hacía esto... Casi no me acordaba de cómo sabía una polla y me gustó recordarlo. Seguí chupándole todo el rabo y los cojones suavemente pero con intensidad. -Esto es como montar en bici no se olvida nunca, Juan Carlos. Se movió hacia mi sexo colocándose frente a él, e hicimos un sesenta y nueve extraordinario. Nos comimos el cipote, los huevos y el culo y nos metimos los dedos en el ano.
-Nos corremos Fernando? -Vale, venga. Los gemidos y las respiraciones entrecortadas se intensificaron al chupar nuestros miembros con más fuerza, hasta que noté que me llegaba el orgasmo y me corría sin remisión, noté a la vez cómo los músculos de su miembro de forma pulsátil se contraían y de ese glande enorme salía semen a raudales inundando mi boca. No recordaba el sabor del semen hasta que volvi a tragarlo en aquel momento, ese sabor acre y seco se apoderó de mis papilas. Me corrí entero, como hacía tiempo no me corría, dejándome llevar. Noté cómo le había llenado de semen a Fernando, le vi la cara y seguía chupándome y tragándose mi leche. Yo hacía lo mismo me tragué todo lo que pude. Estaba como flotando y apenas entendía que había pasado. No nos duchamos y seguimos durmiendo hasta el amanecer. (continuará)