Una segunda oportunidad para amar! (9)

Leonardo ya no pudo mantenerse quieto, sentía la sangre corriendo por sus venas… Sus labios se apoderaron de los de ella, sus brazos la rodearon acercándola tanto a sí, que parecían ser uno solo. Ella también lo abrazo, sus manos sintieron su ancha espalda, la espalda de un hombre fuerte, y trabajador. Las manos de Leonardo enredadas en su cabellera, acercaban su boca más a la de él. Aquello era increíble, ella no entendía, solo sentía y aquello que vivía junto a Leonardo era hermoso, era delicioso, era el cielo.

Capítulo #9… Una segunda oportunidad para amar

Al salir de la hacienda por vez primera Rebeca miro todo a su alrededor, a la izquierda de la propiedad se veía como a unos cien metros de la casa, un camino de escalones por el cual al bajar te encontrabas la más bella pérgola que cualquiera pudiera imaginar. Romántica como nunca pensó otra, era toda en madera vieja crema con unas áreas para sentarse hermosas decoradas al gusto victoriano encajaba perfecto en aquel campo donde las flores sencillamente eran exquisitas, habían rojas, lilas, cremas, naranjas era sencillamente impactante aquel hermoso escenario y aún no había visto el hermoso lago que había junto al pérgola. Un lago que invitaba al romance, un escenario digno de una pareja de amantes.

Y fue allí donde Leonardo la vió, era como un sueño, más bien como una bella alucinación. Rebeca sin darse cuenta que era observada, se había arrodillado entre las flores como la más inocente de las criaturas, aspirando su delicioso aroma, feliz de estar ahí, rodeada de tanta belleza. Al ir a levantarse, se hubiera caído sin remedio, cuando al ir a ponerse de pie nuevamente, se olvido de sus todavía recientes fracturas y de no haber sido por la ligereza de Leonardo, quien pronto se dio cuenta y sin perder un segundo la agarro por la cintura, justo cuando ella perdía el equilibrio. De los labios de Rebeca escapo un: "Oh, Leonardo eres tú!" –le dijo sorprendida, pues no lo escucho llegar. --"Si mi niña" – le dijo con ella aún entre sus brazos, levantando una mano le quito un mechón de cabello que había caído sobre su frente. Al apartarle el cabello, sintió como ella tembló entre sus brazos. Su mente le decía que actuara con prudencia, pero algo más fuerte que él le hizo bajar la mirada, hasta posarla nuevamente en los suaves labios de ella. Rebeca sintió la vista de él sobre su boca, e involuntariamente sus labios se entreabrieron quizás, insinuantes, la verdad ella misma no entendía, sólo era muy consciente de que algo pasaba, de que una extraña excitación corría por su cuerpo cada vez que Leonardo estaba cerca. De que la noche anterior cuando él la beso se sintió como transportada al cielo, y era ahí donde quería volver, al cielo, ella inconscientemente había estado deseando que este momento llegara, por esto fue que se había esmerado tanto en su arreglo hoy, en verse bella pues quería impresionar a Leonardo.

Leonardo se sorprendió cuando ella, de una forma tan sublime, tan inocente busco la boca de él. Alzándose, mirándolo a los ojos, toco sus labios. El se quedo muy quieto, dejándola a ella hacer, ella sentía todas las mariposas del mundo, pero no echo atrás, y suave le beso, subió sus brazos para enmarcar el rostro de Leonardo, y aunque temblaba como una hoja sacudida por los vientos feroces de un huracán, no cedió. Mirándole, como un ciego acostumbra ver, con sus manos dibujo su rostro, sus dedos muy suaves tocaron sus fuertes pómulos, recorrieron sus varoniles cejas, sus ojos no dejaban de verlo, como buscando en él alguna reacción. Leonardo a duras penas se contenía, pues aquella hermosa criatura lo dominaba, como ninguna mujer lo había dominado antes. Rebeca busco su mirada cuando sus dedos rozaron los labios de él, y fue aquí que ella también lo sintió, sintió como un escalofrío lo recorría y fue ahí donde una vez más le entrego sus labios.

Leonardo ya no pudo mantenerse quieto, sentía la sangre corriendo por sus venas… Sus labios se apoderaron de los de ella, sus brazos la rodearon acercándola tanto a sí, que parecían ser uno solo. Ella también lo abrazo, sus manos sintieron su ancha espalda, la espalda de un hombre fuerte, y trabajador. Las manos de Leonardo enredadas en su cabellera, acercaban su boca más a la de él. Aquello era increíble, ella no entendía, solo sentía y aquello que vivía junto a Leonardo era hermoso, era delicioso, era el cielo. Leonardo la llevaba hasta el cielo con solo tocarla, y besarla. El por su parte sentía que una fiebre lo hacía su presa, y ya no era responsable. Aquella chiquita, aquel hermoso ángel enviado por Dios, le devolvía la vida. Ella se entregaba a él, con aquella dulce frescura como solo sabe hacerlo quien se entrega de corazón, quien ofrece lo mejor de si, aquel que se entrega por completo y brinda su corazón. Unos pasos se escuchaban a lo lejos, y el suave cantar de Mercedes comenzó a acercarse, Leonardo supo que ella les estaba brindando la oportunidad de que la vieran llegar, así que muy pronto él separo a Rebeca y haciéndole una señal le mostró a Mercedes. Rebeca se sentó pues las piernas le temblaban, aquello que acababan de compartir fue intenso. Leonardo dio varios pasos hacia Mercedes para gentilmente ayudarla por las escaleras. --"Le traje una limonada, Rebeca, pues pensé que quizás estaría sedienta…" – al decir esto la miro al rostro, viendo como se sonrojaba, lo que sin lugar a dudas le indicaba lo que acababa de interrumpir. "Es que sentí que hacía mucho calor, y me dije, creo que es un buen momento para llevar algo refrescante." – diciendo esto miro a Leonardo, quien la observaba divertido. "Si necesitan algo más, se lo puedo traer de inmediato." –se ofreció Mercedes. --"No, Mercedes ya es suficiente con la limonada, esta rica, estamos bien."—desde donde estaba sentado él observaba a Rebeca, estaba hermosa, ya sabía que ella era muy linda, lo vio desde el principio, aún cuando estuvo ensangrentada. Pero hoy, estaba espectacular, tan hermosa que le entraban ganas de tomarla entre sus brazos, y llenarla una vez más de besos. Mercedes con un gesto se marcho dejándolos nuevamente a solas. --"Rebeca como te has sentido en el día de hoy." – le pregunto tratando de hacer conversación, y romper aquel silencio. La miro al hablar, y una vez más sintió intensos deseos de besarla recorriéndole. Ella a su vez, levanto su mirada hacia él, quien al hablarle se le había aproximado, y estaba justo ante ella. --"La verdad me voy sintiendo mejor, los cuidados de Mercedes, las horas de sueño, y la deliciosa brisa del campo me han hecho mucho bien. Me siento mejor y poco a poco las fuerzas vuelven. Lo único que me desespera un poco es esta sensación, el no saber claramente como son las cosas. A veces me pongo a pensar y ni tan siquiera recuerdo… -- al decir esto se sonrojo un poco "no recuerdo nada, entre nosotros, como era todo." Leonardo no quería seguir con las mentiras, pero hasta llegar al fondo de su situación y solo por protegerla debía seguir. Así que de la manera más natural le contesto: "Supe que debía cuidarte desde el instante en que pose mis ojos sobre ti, desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron, me dije: "Leonardo esta hermosa chica necesita cuidados y quien mejor que tú para brindárselos." Al decir esto la observo, lo dijo tan casualmente que nadie hubiera dudado que aquello fuese verdad y pensando para si mismo se dijo, que realmente así fue.