Una segunda oportunidad para amar! (4)

Rebeca de repente comenzó a sentirse mareada no pudo evitar un estremecimiento, Leonardo quien aún la tenía en sus brazos, lo sintió. --“Te sientes mal, Rebeca?”—le pregunto al sentarse en la cama con ella en brazos aún. Ella se había puesto increíblemente pálida...

Una segunda oportunidad para amar… Capítulo #4

Ya sentados ambos de camino a la hacienda, Leonardo fija su vista en el espejo retrovisor viendo una vez más el hombre vestido de negro en la motora, y fue aquí que comenzó a sospechar. Podría ser una simple coincidencia, pero la preparación que recibió cuando estuvo en la fuerza policial no fue una perdida de tiempo, el agente secreto que una vez fue, no le permitió dar esto por sentado. Inmediatamente tomo un giro a la izquierda y cambio su dirección, viendo que el motorista un tanto sorprendido hacia lo mismo, Rebeca mientras dormitaba ajena por completo a todo. Acelero y tomo varios atajos hasta que al mirar por el espejo retrovisor ya no vio más al misterioso motorista, Leonardo logro dejarlo perdido. Después de asegurarse bien que nadie los seguía una vez más Leonardo retomo el rumbo a la hacienda.

Rebeca despertaba de su sueño cuando ellos entraban por los portones de la propiedad. Una gran verja blanca bordeaba todo el camino finalizando en una bella estructura de dos plantas, rodeada de balcones, y ventanas blancas todo en perfecta armonía con la verja, la hacienda de un suave color marrón. Cada dormitorio de la planta superior contaba con un balcón privado para poder asomarse a disfrutar de la bella vista campirana. La casa no ostentaba lujos, más bien se sentía varonil, se respiraba un aire libre, seguro, Rebeca no entendía bien el porque, pero sentía paz, tranquilidad. En el frente de la misma, una gran escalera invitaba a subir; en fin la propiedad era de una forma muy singular hermosa, y al contemplarla Rebeca no pudo evitar un suspiro.

Leonardo, quien ya en más de una ocasión se había refugiado en su cabaña, siempre presintió que Rebeca podría tener una buena recuperación en ella, más bien intuyo que ella estaría muy a gusto ahí.

Al llegar al frente de la cabaña, él estaciono el auto, bajando prontamente para ayudar a Rebeca quien aún estaba muy lastimada, y el viaje en auto requirió de ella un gran esfuerzo. –--"Vamos que ya te tenemos todo listo para que a nuestro arribo te pudieses recostar a descansar"—al decirle esto la tomo del codo y con gran paciencia la guió dentro de la propiedad. Ella se encontraba demasiado débil aún como para fijarse en los detalles, y apoyándose en Leonardo lo siguió. No bien habían pasado las puertas de entrada, cuando ella sintió como un par de musculosos brazos la levantaron en el aire con gran gentileza, no le dio tiempo ni de protestar, cuando Leonardo con ella en brazos, subió las escaleras y la llevo a la segunda planta. --"Leonardo no tienes que cargarme," –quiso protestar, pero fue inútil, ya que en esos precisos momentos él empujaba la puerta de un dormitorio y entraba con ella. Rebeca de repente comenzó a sentirse mareada no pudo evitar un estremecimiento, Leonardo quien aún la tenía en sus brazos, lo sintió.

--"Te sientes mal, Rebeca?"—le pregunto al sentarse en la cama con ella en brazos aún. Ella se había puesto increíblemente pálida, Leonardo la acomodo en la cama, dirigiéndose de inmediato al baño, humedeció una toallita y veloz volvió a humedecerle la frente.

--"Rebeca quieres que llame al médico?" – le pregunto, desconociendo porque sentía esta angustia tan honda al verla así.

--"No, ya va pasando… creo que fue el esfuerzo, no sé pero ya va pasando." – le dijo ella con voz incierta. --"Quieres un vaso de agua?" – tomo el teléfono que estaba en la mesita de noche, marco un número y de inmediato dijo: "Mercedes por favor me puedes traer un vaso de agua, acabo de llegar con Rebeca y se ha sentido un poco indispuesta." No bien había pasado dos minutos cuando suavemente tocaron a la puerta. --"Adelante Mercedes" – una dama de aproximadamente unos cincuenta y cinco años, con una cálida sonrisa dibujada en su rostro, regordeta, entro con un vaso de agua y hielo, ofreciendo una cordial bienvenida a la chica. --"Que bueno ver que ya estas fuera del hospital Rebeca, discúlpame que no pude ir a verte al hospital, fue que estuve con una gripe bien fuerte, pero me alegra verla en casa nuevamente" – al decir esto miro con disimulo a Leonardo, quien con un leve, casi imperceptible movimiento de la cabeza, le agradeció que lo ayudara tal y como él le solicito, aunque él bien sabía que con Mercedes siempre podría contar, pues desde hacía más de diez años ella trabajaba para él, ella volcaba en él todo el cariño de madre que guardaba en su pecho, ya que nunca tuvo hijos. Rebeca le devolvió la sonrisa a Mercedes, un poco tímida pues no tenía recuerdo alguno de esta dama que parecía ser muy gentil. -- "Quieres algo de comer niña, ¿Quizás un caldito de pollo del que siempre te hace sentir mejor cuando estas enferma?" – la verdad que Leonardo se estaba maravillando ante la perfecta actuación de Mercedes. --"Rebeca, segura que no necesitas que llame al médico? – ella negó con la cabeza y le dijo "No, ya..., ya me voy asentando, gracias." – Leonardo la miro, y por un momento ella sostuvo su mirada, sintiendo ambos una extraña sensación sin saber qué exactamente era aquello, que perturbaba sus pensamientos. -- "Bueno de ser así, le pediré a Mercedes que se quede contigo ayudándote en lo que necesites, y haciéndote compañía, pues debo salir a hacer unas cuantas llamadas, te parece bien mi niña? -- y dirigiéndose a Mercedes le dijo: "Quédate con Rebeca, no la dejes sola ni un momento esta bien? Tengo que hacer varias llamadas, regresare en unas horas. Trata de que descanse y no dudes ni un segundo llamarme al móvil si pasa cualquier cosa, entendido?" --"Vaya usted sin preocupación alguna, joven Leonardo, estaré aquí cuidándola, vaya sin temor que no la dejaré cometer ninguna tontería." – le contesto Mercedes sonriente. Leonardo mirando a Rebeca no pudo contenerse, dando dos pasos llego hasta la cama, tomándole la mano le dio un beso muy suave, a la vez que sus ojos buscaron los suyos. Rebeca no supo que hacer ni menos que decir, y él con un --"Nos vemos luego" partió.

*Que pasará con la bella joven que ahora que esta amnésica, quien será el misterioso personaje de negro...