Una segunda oportunidad para amar!

Mientras él, aquel psicópata enfermo solo pensaba en dominar, en lograr sus más lujuriosos pensamientos con aquella bella dama que lo desprecio. De un solo intento la agarro por el camisón y se lo arranco de un solo tiro, dejándole sus bellos senos al aire, ella de inmediato trato de taparse y tiro mil patadas tratando de quitárselo de encima. De repente su olor le provoco un horrible malestar, casi no logro contener las ganas de vomitar.

Rebeca no pudo detenerse, era tanto el horror que sentía por lo que había presenciado, que solo pensaba en huir. No lo pensó un segundo y se volteo de prisa y corrió,… corrió sin detenerse un momento. En su apuro por huir de aquello tan terrible que ella vio, que ni siquiera tomo el elevador, y huyo escaleras abajo. Iba tan envuelta en sus oscuros recuerdos que no paro un momento, bajo los 4 pisos de escaleras que tuvo subir para llegar allí, ni siquiera pensó en el elevador y solo corrió hasta llegar a su auto, donde inmediatamente entro, lo encendió y partió en una carrera veloz. Tan absorta en lo que vio que casi no veía, todo fue como un impulso y ella tomo la autopista y se dirigió al campo. A la cabaña que siempre la albergaba, la recibía brindándole el calor de una bienvenida donde solo puede haber amor.

Aquella cabaña donde sus padres siempre la llevaban a visitar a su tía Consuelo, quien antes de morir le lego la misma a Rebeca, su sobrina favorita. Sus padres muchas veces la dejaron al cuidado de su tía, ya que la tía solterona nunca llego a tener hijos. Como los padres de Rebeca viajaban mucho por cuestiones de empleo, fue más lo que la niña vivió con su tía que con sus padres. Al morir su tía Rebeca se sintió muy triste, se sintió muy sola.

Aquella hermosa cabaña se encontraba en Aguada, sentada en el centro de un gran terreno bordeado por un lago que en las tardes ofrecía la más hermosa vista al caer el sol. En el frente de la misma un gran árbol de Cedro embellecía la entrada, un pequeño, pero muy bien cuidado jardín hacían suspirar a más de uno, ante la belleza de sus hermosas plantas. La tía Consuelo siempre pensó que nada más bello que plantas florecidas en la entrada de tu hogar, para dar al mismo ese toquecito de calor. Así que a nadie le extrañaba ver el jardín lleno de rosas de varios colores, de hermosas petunias, de Ave del Paraíso, y muchas, muchas más.

Llevaba cerca de media hora conduciendo y estaba muy cerca de llegar cuando las condiciones del tiempo comenzaron a tornase un poco violentas, primero lluvia, luego viento y más lluvia.

Ella conducía casi por instinto, verdaderamente no tenía la mente en el camino. Y fue así como a muy poco de su preciada cabaña, cuando tomo una curva muy cerrada, Rebeca no vio la enorme camioneta que venía y que ocupaba casi todo el camino. Como en sueños escucho de muy lejos un gran estallido, tan terrible como en la más sangrienta de las películas de horror. Sintió que se sacudía con violencia al recibir el impacto del accidente, sintió un profundo dolor en su cabeza, ni el cinturón de seguridad pudo evitar que esta se diera contra el cristal. Cayendo estos de forma estrepitosa al explotar con el terrible golpe.

El conductor del camión controlo de inmediato su vehículo, pero el daño ya estaba hecho. Al mirar hacia el auto que tan irresponsablemente le invadió el camino, pensó, "Dios, permiteque no haya muerto." – pues viendo la escena, parecía imposible que cualquiera estuviera vivo dentro del mismo. Inmediatamente el camión se detuvo, él salto y corrió hacia el otro auto. "Dios, permite que este vivo," – suplicaba en una silenciosa oración.

Al llegar pudo ver todo el daño causado. El otro ya no servía para nada, mucho menos para medio de transporte. De inmediato abrió la portezuela del conductor y cuál no sería su sorpresa al ver que el conductor era una conductora. Ella tenía sangre en todo el rostro, su pelo largo estaba todo alborotado, tal vez con el golpe del camión. No pudo dejar de observar a la joven, pues aún llena de sangre y con una gran cortadura en la cara, era increíblemente bella. Tenía una piel tan blanca, como la más exquisita porcelana. Tenía el cabello muy fino, muy largo de un suave color castaño.

Ella se movió y él no lo pudo creer, "Esta viva, Dios gracias, esta viva." - pensó y puso sus dedos de inmediato en el cuello buscando su pulso. Al cabo de un segundo lo sintió, pero verdaderamente era casi imperceptible, por lo que Leonardo de inmediato saco su celular y marco el 911. Rápidamente reporto el accidente, dio detalles de todo y exigió que avanzaran ya que la joven aún tenía vida. Le indicaron que una ambulancia salía de inmediato para el lugar y colgó.

Ella no dejaba de gemir muy suavemente, apenas se le podía escuchar pero Leonardo estaba muy pendiente como para perder un solo detalle, y mientras llegaban los expertos de emergencias médicas él procuro que ella estuviera lo más cómoda posible. Al llegar estos de inmediato abrieron el auto, tomaron el pulso vieron las críticas condiciones del accidente y de la joven, y mirando a Leonardo le dijeron que no sabían si ella sobreviviría, llevándosela de inmediato al hospital más cercano. Los policías que habían llegado también le pidieron los detalles del accidente y después de lo que a él le pareció una eternidad lo dejaron marchar. De inmediato él se encamino al hospital, quería saber como estaba ella. Por todo el camino, iba orando y pidiendo a Dios que aquella hermosa joven no muriera.

Al llegar se dirigió de inmediato a información donde le indicaron que la joven había sido llevada de urgencia a cirugía, suponiendo que él era un familiar. El aprovecho esto y pidió detalles del estado de la paciente. Le indicaron una sala donde podría esperar noticias. Ya allí se sentó, al pasar el tiempo se levanto, caminó, dio varias vueltas... el tiempo iba pasando y él cada vez más impaciente. Al mirar su reloj en una de las mil veces que se había ya levantado y sentado se asombro al ver que llevaba ya dos horas ahí. Pasando una mano por su rostro pensó , "Dios permite que esté bien, señor no dejes que se muera." - al decir esto vio una enferma y pronto se le acerco.

--"Señorita, espero por la joven del accidente, podría indicarme en que condiciones esta?"--pregunto tomando ligeramente del brazo, a la enfermera.

--"La cirugía ya finalizo, pronto la llevaran a una habitación, el doctor vendrá en unos minutos para dialogar con usted." --le indico la enfermera con un gesto de comprensión, y al decir esto marcho.

Los minutos comenzaron nuevamente a pasar, "Que desesperante es esto, no saber nada aciencia cierta, esta acabando con mis nervios." -- pensaba Leonardo. Cuando vio entrar al médico a la salita buscando, obviamente algún familiar de la chica.

--"Buenas tardes, pariente de la enferma Rebeca Bécquer?"--pregunto el galeno dándole la mano en saludo al entrar. Leonardo que no era una persona de decir mentiras, pero en esta situación donde necesitaba saber el estado de la joven, no pudo evitar contestar; "Suprometido, Leonardo Lorenzana"-- le contesto sin temblarle la voz ni un ápice, por lo que hasta él se sorprendió, estrechando la mano del doctor al contestarle.

--"Dr. Uribe, pudimos detenerle la hemorragia interna, tiene varias costillas rotas, en su rostro quedara una cicatriz, pero de momento el peligro real ya paso, ahora observación, reposo, medicamentos, muchos cuidados de momento no es recomendable que haga nada de esfuerzos físicos, mucho reposo para que su cuerpo sane."-- le indico el galeno. "Dentro de un rato la bajaran a su habitación, pero dormirá por horas antes de despertar, por la anestesia. Si gusta ir a su casa y regresar en la mañana, ella estará muy bien atendida y seguramente dormirá toda la noche." -- y diciendo esto el médico partió.

Leonardo no quiso irse hasta no verla, tan pronto la instalaron en su cuarto, él entro. Las enfermeras, después de acomodarla, e indicarle que no debía molestarla, salieron dejándolo a solas con la bella joven a la que sin querer por poco le quita la vida. "Gracias Dios"- fue su primer pensamiento. Luego acercándose a la cama por vez primera la observo bien, vio su piel tan blanca, sus lacios cabellos todos esparcidos sobre su almohada... se veían tan suaves, de un color castaño con mechones rubios casi dorados... aún así, durmiendo, toda maltrecha por el accidente viéndose tan frágil... parecía un hermoso ángel caído, sin saber ni porque sintió que debía ayudarla.

Viéndola así, tan indefensa, no pudo resistir un impulso tomándole de la mano le susurro: "Perdóname chiquita, no te dejare sola."— al decir esto, una de las enfermeras se asomo y le indico que ya era hora de dejarla descansar, que seguramente ella no despertaría en toda la noche que mejor volviera en la mañana. El la miro una vez más, y salio de su habitación. De inmediato se acerco al área de las enfermeras y como si fuera lo más normal del mundo, luciendo su sonrisa más sensual le pregunto: "Han podido localizar asus parientes?"— la enfermera casi como hipnotizada con aquel par de ojos oscuros y aquella sonrisa que abrumaba le contesto : "No hemos podido localizarlos aún, aparentemente andan deviaje por Europa." –a la vez que le miraba curiosa, pues aquel caballero se supone que fuera "el prometido" debía saber como localizarlos… Así que sin pensar una vez más mentíó, pidiéndole a Dios que la causa de dichas mentiras fuera tomadas en cuenta al momento de evaluarme: "Es que ellosnunca estuvieron de acuerdo con nuestra relación, por esto no hablamos." La joven enfermera aún impactada con Leonardo le sonrió comprendiendo de inmediato. Y al decir esto él se encamino a la salida de la clínica.

Pensativo Leonardo salió de la clínica encaminándose a su hacienda. En todo el camino no pudo dejar de recordar a la bella dama, aquel hermoso ángel que había entrado en su vida. "No puedo dejarla sola,no mientras este indefensa, convaleciente. Es mi deber velar por ella." –pensó. Al llegar a su casa buscaba muy dentro de si, como poder ayudarla, asegurarse de que la joven tuviera sus medicamentos, que no hiciera esfuerzos físicos para que su cuerpo sanara, que pudiera descansar según las indicaciones del galeno. Así fue como Leonardo poco a poco fue trazando un plan para poder cuidar, ayudar y reparar de alguna manera el daño ocasionado. El estaba consciente que no había sido culpa suya, pero desde el mismo instante en que la vio supo, que no podría abandonarla a su suerte y menos aún sabiendo que ella estaba sola.

Fue de esta manera que al día siguiente muy temprano, después de dejar en orden todo en su hacienda, que Leonardo se encamino hacia el hospital. En su viaje se detuvo en una tienda de damas, donde compro todo lo que la joven podría necesitar. Con todo en en una maleta, siguió su camino.

Al entrar, no pudo evitar sentir el fuerte olor tan peculiar en los hospitales, invadir sus sentidos. Pasó delante de la estación de las enfermeras y apurando el paso se dirigió al cuarto de Rebeca. Abrió la puerta muy suave, la expectación hacia que la adrenalina corriera por sus venas, al no saber como reaccionaria ella. Al pasar, cerró tras si muy despacio tratando de no despertarla, pero ella lentamente comenzaba a abrir sus ojos, unos ojos tan azules como el océano mas bello, o como el cielo mas despejado

Ella parpadeo varias veces, fijando su mirada, en Leonardo. Lentamente alzo su mano sintiendo como poco a poco el dolor le invadía, mientras ella intentaba llevar su mano al áre

a

adolorida, a la vez que trataba en vano de incorporarse. "Ahhhh que dolor" —el gemido escapo de sus labios. Leonardo se acerco a ella apresuradamente, "No te toques ote causaras más daño." –le dijo con una voz que le llego muy potente. "Tienes una cortadasobre tú ojo bastante grande."— le explico, mientras ella luchaba por incorporarse, rindiéndose ante lo inevitable de su situación actual, él vio como ella se dejaba caer una vez más sobre sus almohadas.

--"Quien eres?" – pregunto Rebeca. Leonardo buscaba que decir, mientras se acercaba a su cama muy lentamente . "Quien soy, que me pasa, como me llamo? Dios no recuerdo nada, nimi nombre, ni si le conozco, de donde señor. Porque estoy así, dígame, porqueestoy aquí en este hospital?" - la mirada de Rebeca en esos momentos era una mirada angustiada, no saber ni tú identidad debe ser algo horrible. Así que de inmediato, él pens

ó

"Está amnésica, al menos temporalmente esta amnésica ." El no sabía bien ni que hacer mientras, intentaba en vano de tranquilizarla. Ya a su lado, la abrigo en el refugio calido que brindaba en sus hombros, sus brazos que intentaban de alguna manera tranquilizarla, pero al ver que nada daba resultado ya opto por tocar el timbre de las enfermeras.

Pensando en esta situación, viendo como las enfermeras se hacían cargo de administrarle a Rebeca los medicamentos, Leonardo no sabia si sentir pena por la bella joven, o estar agradecido porque de esta manera ya nadie sabría la verdad, mientras ella estuviera amnésica, él podría ayudarles sin ninguna preocupación.

--"Como me llamo, quien soy?"—la voz angustiada de la bella joven lo saco de sus pensamientos. Una de las enfermeras salio presurosa a notificar al médico. Este llego de inmediato y después de hacerle un examen a la chica, le explico: "En accidentes como el que tuviste, donde hubo grandes heridas, y sobre todo un gran impacto psicológico, a veces pasan estas cosas, no sabemos porque hay momentos en donde el paciente pierde la memoria temporalmente, o tamb **ién

hemos tenido quienes no la han recuperado jamás. En algunos casos ha pasado pronto, en otros no tan pronto, hay casos donde el paciente comienza a ver pedazos de su pasado, de sus memorias ante sus ojos cuando menos lo esperan. También hay ocasiones donde otro gran impacto psicológico es el que podría devolverle la totalidad de sus recuerdos, o sea su memoria, pero esto es algo por completo impredecible. Por lo pronto la dejare varios días en observación y muy pronto le daremos el alta. Pues después que su cuerpo tome el descanso necesario podrá comenzar a curar. No podemos apurar la situación, ni menos aún forzar que tus recuerdos regresen Rebeca, eventualmente ellos regresaran por si solos. Pero debes darte tiempo, sobre todo para tambi

én sanar tu cuerpo."**

--"Gracias Dr. Uribe por todo."

–se estrecharon una vez más las manos en señal de saludo, de inmediato el médico partió, dejando a Leonardo sumido en sus pensamientos. Al voltearse a observar a Rebeca, pudo ver que el medicamento había hecho su efecto pues dormía, aunque él no pudo dejar de notar que se sentía intranquila, aún en sueños. Como ya sabia que el efecto de los tranquilizantes, mantendrían a Rebeca dormida por mucho tiempo, salio a resolver varias cosas y sobre todo para pensar en lo que estaba haciendo. Al salir del hospital, rumbo a su hacienda Leonardo observo un hombre todo vestido de negro, en una motora fuera del hospital, más no le dio importancia y partió.

Al día siguiente, Leonardo regreso a la clínica muy temprano, con paso firme avanzo a la habitación de la joven, entrando a ella sin dudas de cómo ayudaría a su ángel caído. Aquel ángel que misteriosamente se cruzo en su camino. Tan pronto él entro, ella levanto la vista buscándolo, y Leonardo no pudo dejar de notar su ansiedad, su temor, tal vez una terrible angustia de no saber nada, verdaderamente debía ser una situación muy difícil aún para el más fuerte de espíritu.

--"Buenos días Rebeca, Saludos cordiales,"- le dijo tratando de parecer casual se acerco a ella y le dio un beso en la frente. Ella no pudo evitar mirarle sorprendida.

--"Buenos días, perdona que no te recuerde, ni a ti, ni a tú nombre, menos aún que seamos novios, o nuestras vivencias juntos." – al decirle esto ella lo miro con una gran incertidumbre dibujada en su rostro.

Leonardo se sintió incomodo, no le gustaba mentir, pero solo lo hacía por el bien de ella, pues en estos momentos ella no tenía a nadie, y sospechaba que si le decía la verdad en aquellos momentos, ella lo despediría y no le permitiría ayudarla más. En el fondo él no estaba de acuerdo con eso, pues aunque entendía que no tuvo la culpa del accidente, algo muy fuerte no lo dejaba seguir su camino, su vida, viéndola a ella en tales condiciones, por esto, después de analizar bien la situación supo que debía continuar con su plan de ayudarla hasta que ella este 100% bien o haya recuperado su memoria.

--"Rebeca soy tú prometido, mira te dire me llamo Leonardo Lorenzana, no te acuerdas de eso?—ella lo miro, buscando en lo profundo de sus ojos la verdad. Como era posible que este bello, y varonil hombre fuese su prometido y ella no lo recordara. No recordaba ni un beso, una caricia, nada. Una vez más la angustia volvió a su rostro, no podía disimular aquella terrible ansiedad de no saber.

--"No te preocupes, mi ángel,"- le dijo Leonardo tomándola de las manos, sentándose junto a ella en la cama . "No quiero que te obligues a recordar, menos que te sientas presionada. Solo quiero que sepas que estoy aquí y que cuidare de ti, jamás te dejare sola, lo entiendes? Quiero que sepas que puedes contar conmigo, y mi ángel por favor, solo una cosa quiero que me prometas, eh? Solo quiero saber si necesita cualquier cosa, lo que sea, solo tienes que decirlo, te parece? Me lo prometes mi bello ángel caído." Ella no pudo evitar sentirse muy protegida, tener la certeza de que aquel guapo caballero la cuidaría, y pensándolo bien, esto le gusto. Esa sensación de seguridad que él no tan solo le ofrecía, sino también le demostraba, poco a poco iba calando muy hondo en ella.

--"Rebeca hay algo que debo decirte," – él aún con las manos de ella entre sus manos, tratando de infundirle calor, seguridad, tranquilidad . "El médico dice, que lo que tenía que hacer el hospital y él ya esta hecho, por lo mismo hoy te dará de alta e iremos a casa." El pudo sentir como ella se tenso, esto no iba a ser fácil.

--"Vivo contigo?—pregunto temblorosa.

--"Si." –respondió él sin vacilar ni un segundo . "Pero hagamos algo, un trato a ver que te parece? Hasta que no recuperes la memoria, no tratare de obligarte a nada, no te exigiré nada que no quieras ofrecerme, así que no te angusties por favor, te preparamos ya una habitación para ti en la hacienda para que estés lo más cómoda posible. De veras que lo único que quiero es que estés bien atendida y en mi hacienda los empleados te mimaran como siempre, pues siempre te quisieron mucho." – al decirle esto, recordó la reunión que tuvo en la mañana con sus dos empleados de confianza, a los que le explico el porque estaba haciendo esto.

Una vez más la miro a los ojos tratando de infundir en ella la confianza que tanto ella parecía necesitar. "Ahora a vestirte, mi bello ángel caído que ya nos vamos." -- diciéndole esto, le entrego una maleta, la que había surtido con todo lo que él entendió que ella necesitaría al ser dada de alta, incluso se había tomado la molestia de parar en una tienda de damas y comprar un conjunto de falda para cuando al fin pudiera salir de la clinica . Tomándola de la mano la ayudo a llegar al baño, le pregunto amablemente si quería que él buscara una enfermera, pero ella desistió, poco a poco ella quería comenzar ha hacer sus cosas por sí sola. Después de asegurarse que ella estaba bien, Leonardo salio veloz a admisiones donde liquidaría la deuda contraída.

Al salir del cuarto de Rebeca, casi choco con un hombre de chaqueta y pantalones negros que aparentaba estar buscando algo, pero al ver a Leonardo de inmediato se alejo. En ese momento Leonardo no se percato del suceso en si, y siguió su camino a terminar la documentación necesaria para poder llevarse al fin a Rebeca a su hacienda. Mientras tramitaba todo, el recuerdo del bello rostro de Rebeca se le aparecía una y otra vez, la veía toda ensangrentada en el momento del accidente, luego veía su rostro llenarse de angustias, y también llegaba a sus recuerdos verla durmiendo un poco perturbada, aún en sueños.

Ya sentados ambos de camino a la hacienda, Leonardo fija su vista en el espejo retrovisor viendo una vez más el hombre vestido de negro en la motora, y fue aquí que comenzó a sospechar. Podría ser una simple coincidencia, pero la preparación que recibió cuando estuvo en la fuerza policial no fue una perdida de tiempo, el agente secreto que una vez fue, no le permitió dar esto por sentado. Inmediatamente tomo un giro a la izquierda y cambio su dirección, viendo que el motorista un tanto sorprendido hacia lo mismo, Rebeca mientras dormitaba ajena por completo a todo. Acelero y tomo varios atajos hasta que al mirar por el espejo retrovisor ya no vio más al misterioso motorista, Leonardo logro dejarlo perdido. Después de asegurarse bien que nadie los seguía una vez más Leonardo retomo el rumbo a la hacienda.

Rebeca despertaba de su sueño cuando ellos entraban por los portones de la propiedad. Una gran verja blanca bordeaba todo el camino finalizando en una bella estructura de dos plantas, rodeada de balcones, y ventanas blancas todo en perfecta armonía con la verja, la hacienda de un suave color marrón. Cada dormitorio de la planta superior contaba con un balcón privado para poder asomarse a disfrutar de la bella vista campirana. La casa no ostentaba lujos, más bien se sentía varonil, se respiraba un aire libre, seguro, Rebeca no entendía bien el porque, pero sentía paz, tranquilidad. En el frente de la misma, una gran escalera invitaba a subir; en fin la propiedad era de una forma muy singular hermosa, y al contemplarla Rebeca no pudo evitar un suspiro. Leonardo, quien ya en más de una ocasión se había refugiado en su cabaña, siempre presintió que Rebeca podría tener una buena recuperación en ella, más bien intuyo que ella estaría muy a gusto ahí.

Al llegar al frente de la cabaña, él estaciono el vehículo, bajando prontamente para ayudar a Rebeca quien aún estaba muy lastimada, y el viaje en auto requirió de ella un gran esfuerzo. –--"Vamos que ya te tenemos todo listo para que a nuestro arribo te pudieses recostar a descansar"— al decirle esto la tomo del codo y con gran paciencia la guió dentro de la propiedad. Ella se encontraba demasiado débil aún como para fijarse en los detalles, y apoyándose en Leonardo lo siguió. No bien habían pasado las puertas de entrada, cuando ella sintió como un par de musculosos brazos la levantaron en el aire con gran gentileza, no le dio tiempo ni de protestar, cuando Leonardo con ella en brazos, subió las escaleras y la llevo a la segunda planta.

--"Leonardo no tienes que cargarme," –quiso protestar, pero fue inútil, ya que en esos precisos momentos él empujaba la puerta de un dormitorio y entraba con ella. Rebeca de repente comenzó a sentirse mareada no pudo evitar un estremecimiento, Leonardo quien aún la tenía en sus brazos, lo sintió.

--"Te sientes mal, Rebeca?"—le pregunto al sentarse en la cama con ella en brazos aún. Ella se había puesto increíblemente pálida, Leonardo la acomodo en la cama, dirigiéndose de inmediato al baño, humedeció una toallita y veloz volvió a humedecerle la frente.

--"Rebeca quieres que llame al médico?" – le pregunto, desconociendo porque sentía esta angustia tan honda al verla así.

--"No, ya va pasando… creo que fue el esfuerzo, no sé pero ya va pasando." – le dijo ella con voz incierta.

--"Quieres un vaso de agua?" – tomo el teléfono que estaba en la mesita de noche, marco un número y de inmediato dijo: "Mercedes por favor me puedes traer un vaso de agua, acabo de llegar con Rebeca y se ha sentido un poco indispuesta ." No bien había pasado dos minutos cuando suavemente tocaron a la puerta.

--"Adelante Mercedes" – una dama de aproximadamente unos cincuenta y cinco años, con una cálida sonrisa dibujada en su rostro, regordeta, entro con un vaso de agua y hielo, ofreciendo una cordial bienvenida a la chica.

--"Que bueno ver que ya estas fuera del hospital Rebeca, discúlpame que no pude ir a verte al hospital, fue que estuve con una gripe bien fuerte, pero me alegra verla en casa nuevamente" – al decir esto miro con disimulo a Leonardo, quien con un leve, casi imperceptible movimiento de la cabeza, le agradeció que lo ayudara tal y como él le solicito, aunque él bien sabía que con Mercedes siempre podría contar, pues desde hacía más de diez años ella trabajaba para él, ella volcaba en él todo el cariño de madre que guardaba en su pecho, ya que nunca tuvo hijos. Rebeca le devolvió la sonrisa a Mercedes, un poco tímida pues no tenía recuerdo alguno de esta dama que parecía ser muy gentil.

-- "Quieres algo de comer niña, ¿Quizás un caldito de pollo del que siempre te hace sentir mejor cuando estas enferma?" – la verdad que Leonardo se estaba maravillando ante la perfecta actuación de Mercedes.

--"Rebeca, segura que no necesitas que llame al médico? – ella negó con la cabeza y le dijo "No, ya..., ya me voy asentando, gracias." – Leonardo la miro, y por un momento ella sostuvo su mirada, sintiendo ambos una extraña sensación sin saber qué exactamente era aquello, que perturbaba sus pensamientos.

-- "Bueno de ser así, le pediré a Mercedes que se quede contigo ayudándote en lo que necesites, y haciéndote compañía, pues debo salir a hacer unas cuantas llamadas, te parece bien mi niña? -- y dirigiéndose a Mercedes le dijo : "Quédate con Rebeca, no la dejes sola ni un momento esta bien? Tengo que hacer varias llamadas, regresare en unas horas. Trata de que descanse y no dudes ni un segundo llamarme al móvil si pasa cualquier cosa, entendido?"

--"Vaya usted sin preocupación alguna, joven Leonardo, estaré aquí cuidándola, vaya sin temor que no la dejaré cometer ninguna tontería." – le contesto Mercedes sonriente.

Leonardo mirando a Rebeca no pudo contenerse, dando dos pasos llego hasta la cama, tomándole la mano le dio un beso muy suave, a la vez que sus ojos buscaron los suyos. Rebeca no supo que hacer ni menos que decir, y él con un --" Nos vemos luego" partió.

Ella quedo temblorosa, no sabía si era por lo débil que aún se encontraba, o por algo que no sabría describir, pero que cada vez surgía con fuerza dentro de ella cuando él se acercaba, cuando sus miradas se encontraban, cuando él con tanta ternura le hablaba o quizás la acariciaba . "Bueno si somos novios no es raro que sienta cosas por él " –pensó para si. Mercedes a su alrededor vivaracha la distrajo con su alegre conversación, Rebeca apenas se dio cuenta que en un santiamén, Mercedes la había ayudado a bañarse y a cambiarse de ropa sin más ella estaba recostada en su cama, " Su cama? ‘Pero que rico se siente —pensó ella, ‘Terminaré acostumbrándome muy pronto, - al pensar esto recordó a Leonardo, su rostro, su mirada penetrante, la cual sentía cavando profundo dentro de ella, si bien no era el típico hombre guapo, era increíblemente varonil, su voz grave parec

ía una caricia… Rebeca no pudo evitar pensar que se sentiría teniéndolo murmurándole palabras de amor al oído, y al pensar esto se sonrojo.

Mientras Leonardo en su estudio, buscaba la agenda donde tenía importantes contactos de sus viejos tiempos, la misma que había pensado ya no tener que usar jamás. Reviso varios cajones hasta que la encontró y no pudo evitar al recorrerla, recordar las mil aventuras y experiencias que vivió siendo un agente secreto. Aquellas mismas que un día, le arrancaron lo que más amaba en la vida, y por lo que juro que no permitiría que eso ocurriera nunca más. Al cerrar un momento los ojos recordó el día que la asesinaron. El estaba trabajando en una importante misión, había logrado dar con un sujeto que llevaban años tras su pista. Un tipo asqueroso que violaba y mataba sin consideración ninguna. Cuando Leonardo fue asignado al caso al ver tantas mujeres violadas y muertas por este sujeto, juro que lo conseguiría y que lo encarcelaría.

Leonardo después de mucho tiempo tras de él, de haber trabajado hasta haber perdido la cuenta de las horas, de haber perdido mil horas de sueño, de recorrer las escenas del crimen una y mil veces hasta ya saberlas de memoria, después de extensas horas de puerta en puerta buscando el más mínimo detalle que lo llevara hasta el asesino, lo descubrió. El maniaco asesino trabajaba en un puesto de lavandería y planchado con entregas a domicilio, y fue en el puesto donde tuvo acceso a las direcciones de sus victimas. Al atenderlas día a día, escogía quien sería su próxima victima, estudiándolas con gran detenimiento, analizándolas, haciéndose pasar por un el gran conquistador ellas terminaban siempre dándole la información que él necesitaba para determinar quien era la presa más fácil. Tontas mujeres, que desconociendo el peligro en el que se ponen, muchas veces al dan información muy personal a cualquier completo desconocido y de esta manera se convierten en presas fáciles.

Por un momento revivió la terrible verdad, el pasado se dijo presente y le recordó el día que salio junto con un grupo especial, ya con toda la evidencia necesaria para poder detenerlo sin ningún problema. Durante el tiempo que lo estuvieron estudiando aprendieron que el asesino nunca abandonaba su residencia hasta las 10:00am pues entraba a sus labores en el trabajo a las 11:00am, con esta información el grupo partió a las 9:00 a.m. No se sorprendieron al entrar al apartamento y encontrar fotos de las mujeres, de cada una de las que asesino, todas sonriéndole a la cámara, lo que si les causo sorpresa fue el hecho de que no estuviera en el apartamento. Al revisar las fotos vieron que a excepción de una todas sonreían, había una foto que se notaba fue tomada sin que la persona lo supiera. Las poses, no eran poses de conciencia de saber que te fotografían, Leonardo quedo muy pálido a ver quien era ella, algo que traía en su mano cayo al suelo estrepitosamente y sus compañeros se voltearon a él, "Dios no puede ser, señor no permitas que sea verdad." – y diciendo esto corrió con el móvil en mano marcando su número, el jefe del grupo al ver la escena indico todos al la residencia de Leonardo, con el radio en mano dio un llamado de enviar apoyo a la dirección de su mejor hombre.

Mientras en la casa de Leonardo, Susana dormía tranquila, ajena a lo que el destino le aguardaba. Ese día Mercedes había solicitado su día libre, y prácticamente todos los chicos de la hacienda estaban llevando un ganado a otras áreas cosa muy normal en las haciendas de ganado. Un individuo vestido de negro por completo estudiaba el lugar, espero con gran paciencia viendo como el señor de la casa partía, luego de haber dialogado con sus hombres de la hacienda en lo que parecía ser unas instrucciones concisas. Así que desde el lugar donde observaba pudo ver como el grupo de empleados de la hacienda partían y también el dueño de la propiedad, quien sin duda debía ser el marido de aquella hermosa joven que lo desprecio de una manera directa.

El no se olvidaba de aquel día cuando al entrar ella en su lavandería, no pudo dejar de observar lo hermosa que era ella, la chica de una piel dorada parecía pasar mucho tiempo tomando el sol, tenia unos grandes ojos verdes, tan verdes como la más hermosa esmeralda, aquellos que miraban fijo y de forma directa. No era delgada, más bien era voluptuosa de anchas caderas y hermosas piernas largas, tenia una hermosa cabellera negra del más oscuro color azabache parecía una Diosa India con excepción de aquellos bellos ojos verdes. Ella entro al local para dejar un traje de fiesta, y él no lograba desviar su mirada lasciva, entrando de inmediato en su plan de conquistador.

--"Belleza, que grato fue Dios conmigo, al permitirme contemplar tan bella criatura."—le dijo labioso como siempre, cosa que por lo general atraía a muchas mujeres

--"Buenos días caballero, vengo a que le den un servicio completo a este vestido"—dijo ella ignorando su tonto comentario, el cual le pareció tan desagradable como el tipo mismo.

--"Bien su nombre es, -- el tipo pensó que debía obtener su información primero, ya que ella no fue receptiva a sus acostumbrados piropeos. Ella acostumbrada a que en estos lugares de entrega tenía que dar la información lo hizo, pero a regañadientes, pero al momento de dar el nombre dio el de Leonardo, quizás pensando que al hacerlo el tipo entendería que ella era casada y no andaba buscando aventuras. El pensó listo, ya te tengo, ya se donde vives, ahora no más desplantes y en su mente enferma ya maquinaba lo que le haría. Aquella no sería la primera en resistir sus galanteos, pero ninguna anterior había logrado que él no se saliera con la suya de todas formas, y luego de darse un buen gustazo, las mato por perras.

--"Belleza, todo esta perfecto, cuando necesitas la entrega? Algún otro servicio que necesite la señorita?" – le pregunto, con obvio doble sentido a la vez que sus ojos miraban directo a su escote sin ningún reparo. Ella prontamente le dio una fecha y salio de inmediato buscando alejarse de un ser tan endiabladamente malévolo. No pudo dejar de sentir, como él no despego su vista de ella, de su sinuoso caminar, del ritmo que adquirían sus caderas de una manera por completo natural. Jamás imaginaría ella lo que la mente de aquel depravado andaba maquinando en su enfermo interior.

Y fue así, como una gran coincidencia, que no imaginaría ni el más maquiavélico escritor, el mismo día, que Leonardo iba a apresar aquel personaje tan vil, que sólo obtenía placer de violar, sodomizar y luego matar indefensas mujeres, que éste llego hasta su casa. Aquel mismo abominable ser, tan matemáticamente exacto a la hora de cometer sus crímenes, tan innegablemente astuto en su cacería de mujeres, se había sentido menospreciado y herido en su estúpido orgullo propio cuando aquella hermosa dama lo desprecio, ignorando claramente sus galanteos. Ese mismo día se juro que aquella hermosa mujer tendría que ser suya, que la haría pagar bien caro su desprecio.

Sigilosamente entro a la propiedad buscando el acojo de los enormes árboles, los mismos que brindaban completa protección, veloz llego hasta el balcón y saltando ágil subió logrando acceso de una manera por completo imperceptible. Muy suave tanteo hasta encontrar una puerta abierta, entrando de inmediato. Ya dentro observo el lugar, buscando pero estaba seguro que la belleza estaba por completo sola, y a su entera merced. Así que muy suave comenzó a subir escalones. Muy suave, pues la sorpresa sería su mejor aliada y esto era algo que él jamás desaprovechaba.

Al llegar al piso superior vio una puerta entreabierta, vio una hermosa coqueta con espejos enormes, por los mismos pudo ver a su victima en un profundo sueño, ahí en la entrada de la habitación se dedico a observarla. Con los movimiento de la noche o de un inquieto sueño, la sabana se había rodado dejándole a el una vista exquisita de sus largas piernas, y el comienzo de sus bien torneadas nalgas. Con aquel deseo completamente perverso, él se daba gusto mirándola recostada en su cama, tan ajena a todo. Mojaba sus labios una y otra vez deleitándose de antemano en lo que le haría. Ya no aguantando más sus instintos, cerró la puerta y entro dirigiéndose a ella.

Sin más la agarro de las piernas y la jalo de un solo tiro. Susana sintió un violento tirar de ella y despertó por completo anonadada.

--"Que pasa? – pregunto cuando al abrir los ojos vio aquel completo desconocido, de inmediato sintió una manos recorriendo su cuerpo, tocándola toda sin contemplaciones, y se enfrasco en una lucha con aquel desconocido, sin poder pensar en nada que no fuera escapar de aquella horrible situación.

Mientras él, aquel psicópata enfermo solo pensaba en dominar, en lograr sus más lujuriosos pensamientos con aquella bella dama que lo desprecio. De un solo intento la agarro por el camisón y se lo arranco de un solo tiro, dejándole sus bellos senos al aire, ella de inmediato trato de taparse y tiro mil patadas tratando de quitárselo de encima. De repente su olor le provoco un horrible malestar, casi no logro contener las ganas de vomitar. Mientras que él le besuqueaba todo el rostro, se posesionaba de su boca de la manera más ruin, sus manos la estrujaban una y otra vez, mientras que Susana en vano trataba de escapar, de repente ella alzo una pierna y logro darle una patada por donde más le duele a un hombre, dejándolo completamente sin aire cayo de lado, ahí ella aprovecho y corrió buscando la puerta para huir de tan terrible pesadilla.

Al poner la mano en la puerta, sintió como el la atrapo nuevamente, ella no pudo evitar ya el llanto. –" Suéltame, por favor, por favor no me hagas daño."— imploraba a las vez que seguía peleando intentando escapar, y fue aquí que el le dio un puño sólido en el estomago que la tiro al piso sin más, no podía respirar, --" Ahh aggg "—balbuceaba Susana en el piso.

--"Vistes belleza, te lo quise dar a las buenas y no quisiste pues ahora lo tendrás a las malas. No te preocupes pues esto no lo olvidaras jamás te lo aseguro." – le decía a la vez que agarrándola por la cintura la tiro en la cama. Ahí en esa cama donde ella había conocido el amor, donde fue tan feliz tantas veces, ahí aquel ser depravado y asqueroso la tomo, la poseyó de una manera que no le dejo un ápice de dignidad, no solo tomo su cuerpo, sino que intento destruir su alma. No hubo gritos, llantos, ni forcejeos que la ayudaran. Ella sintió que había llegado al mismo infierno, cuando ya no soportaba más aquella terrible agonía se desmayo. Aun así aquel perverso hombre no la dejo, la violo una y otra vez… y cuando sacio sus oscuros instintos, se tiro junto a ella a esperar que despertara, pues aún en su mente enferma, quería seguir su castigo contra ella, pues no olvidaba como lo desprecio.

Después de un rato, él ya recuperando energías nuevamente la jalo, intentando levantarla quería verla sufrir, aún su ego estaba lastimado, --"Pobre infeliz, quiero que sufras, quiero verte suplicándome si pero suplicándome más vamos, vamos nena suplícame que te tome, vamos!" – al decir esto la jamaqueaba una y otra vez, sus manos nuevamente recorriendo su cuerpo.

-- "Susana, Susana, Susana donde estas?" – oyó una voz de repente entrar en la propiedad y sin pensar un segundo saco un enorme puñal que al verlo ella no pudo evitar un espeluznante grito. " Nooooooooooooooooooo, Leonardo, "- grito ella y no pudo gritar más, pues aquel ser tan despreciable le arrebato la vida sin pensarlo y de un solo tajo. La puerta se abrió de inmediato y entro Leonardo seguido por varios compañeros que le pisaban los talones. Leonardo no podía dar fe a lo que sus ojos veían su bella Susana, toda llena de sangre en el medio de la cama, yacía desnuda, sin vida.

Leonardo sacudió la cabeza, como queriendo apartar de si los terribles pensamientos, ya no quería recordar más, el dolor aún era muy fuerte. Rebeca, recordó a Rebeca y lo que lo había hecho buscar la agenda que pensó haber guardado para siempre. El debía hacer la llamada para averiguar algunas cosas, como el porque habría un misterioso motociclista siguiéndolos, definitivamente a él no era, así debían estar buscando a Rebeca y si esto era así el quería saber el porqué. Así después de una hora y varias llamadas, ya las investigaciones estaban a en trámite. Leonardo aún no entendía bien el porqué reaccionaba así con ella, sólo sabía que deseaba protegerla y que de alguna manera se sentía vivo junto a ella, tan vivo como hacía tiempo no se sentía.

Esa noche Mercedes le llevo de cenar a Rebeca, le dio los medicamentos y ella pronto siguió durmiendo.

--" Joven Leonardo, desea algo más? – le pregunto Mercedes, pues ya pensaba retirarse.

--"Pienso subir a hablar un poco con Rebeca, ya cenó? – le dijo a su pregunto a su vez él.

-- "La pobrecita esta muy débil aún, después de darle sus medicamentos y la cena, se ha vuelto a dormir, joven." – le indico Mercedes, no sin antes notar y agradecer en silencio, el hecho de que él joven Leonardo al fin parecía haber encontrado otro motivo para seguir viviendo. Ella sabía muy bien el gran sufrimiento que el joven Leonardo había vivido, y en más de una ocasión llego a temer por su vida. Susana fue el gran amor en su vida, pero desgraciadamente ya no estaba, y la vida debía continuar. Fue por todo esto que Mercedes estuvo muy de acuerdo en ayudarlo en aquella mentirita piadosa, y le rogaba a Dios cada noche que algo pasara.

-- "Joven Leonardo, ella se ve que es una joven muy delicada, además de decir que es muy hermosa." – le comento como por casualidad Mercedes, ya que buscaba que él le hablara.

--"Si Mercedes ella es muy linda, algo me dice que esta joven esta en aprietos, no te había comentado nada pues no había tenido la oportunidad, y frente a ella no quise hablar nada de esto, pero a nuestra salida del hospital un motociclista nos estaba persiguiendo. Mercedes no quiero que te preocupes, pues ya estoy en contactos con mis antiguos amigos, ellos me verificaran todo, pero esto puede tardar unas semanas en lo que me dan la información, así que en lo que esto ocurre, necesito que estes muy pendiente, con ojos hasta en la espalda estamos? Yo hablare con los muchachos, le daré instrucciones precisas, puede que no sea nada, pero aquel personaje nos estaba siguiendo y no voy a permitir que nada, NADA le pase!" – al decir esto miro a Mercedes, y no pudo evitar observar la sonrisa que iluminaba su rostro, dándose cuenta que al hablar fue un poco enérgico, y conociendo a Mercedes imaginaba que estaría tramando algo. Así que sin decir más que "Nos vemos mañana me iré a acostar" – huyo de aquella mirada inquisitiva.

Ya en su cama recostado, pensaba en los sucesos acontecidos desde que la conoció y llego a la conclusión de que algo raro estaba pasando. El no permitiría que nada malo pasara y llegaría hasta el fondo de todo esta situación. Ya pensando en todo esto el sueño lo atrapo, y aún en sueños le aparecía Rebeca una y otra vez sonriente frente a él. Sumergido en un placentero sueño, como hacía mucho no disfrutaba, poco a poco fue despertando. Al buscar cual fue el motivo por el cual desperto, no pudo evitar escuchar un quejido, y de inmediato salto de la cama. Su preocupación le impidio recordar que solo traia sus boxers y veloz salio de su habitación, y cruzo el pasillo que era lo único que lo separaba de la habitación que había destinado a Rebeca.

Tan pronto entro miro a todos lados buscando encontrar la razon por la que ella lloraba, no vío nada, nadie. De inmediato se sento junto a ella pasándole el brazo por la espalda le dijo:

--"Vamos Rebeca, tranquila mi ángel, creo que has tenido una pesadilla." – al decir esto la abrazo girándola hacia él. Ella no se contenía, lloraba sin cesar, algo temblorosa balbuceo:

--"Leo, Leonardo es que de repente... de repente vi algo, fue como un destello en mi mente... Leonardo te juro que no entendi bien... recuerdo, recuerdo haber visto un hombre de espaldas todo vestido de oscuro..." --sus hombros volvieron a sacudirse con el llanto. El la apreto contra su pecho, como quisiera aliviar de alguna manera aquello, de verás daría cualquier cosa por no verla así, tan vulnerable. Pero él no pudo dejar de escuchar cuando ella dijo: " hombre todo vestido de oscuro"...

--" Mamita recuerda lo que dijo el médico, poco a poco te llegaran recuerdos, no debes asustarte, se que debes sentirte como impotente ante esto, pero muy pronto tus recuerdos volverán, si ya te están llegando. Solo ten un poco de paciencia ante esto, pues aquí nada podemos hacer, y si te esfuerzas quizás sea peor. "—le dijo tratando de calmarla.

-- "Leonardo, creo que aquel hombre estaba haciendo algo malo, no sé porque te lo digo sólo sé lo que lo siento. Y esta terrible sensación..." – un nuevo escalofrío recorrió el cuerpo de la joven. Y fue en este momento que Leonardo sintio el suave aroma de su perfume, cuando al tenerla abrazada contra su pecho que sintio su pecho contra el de ella, que tomo consciencia de que Rebeca era una joven muy bella, muy hermosa y recordo cuanto tiempo había transcurrido desde que él abrazara por última vez a una mujer.

--"Leonardo, tengo una horrile sensación, por favor no te vayas," – al decir esto Rebeca levanto su rostro, mirándolo con aquellos enormes ojos brillosos por las lágrimas. Allí entre sus brazos, ella sentía tal protección que no pensó más alla. Al buscar su mirada, Rebeca se encontro muy cerca de la boca de Leonardo, de sus labios... aquellos labios que sabían decir lo justo en el momento adecuado. Y sin darse cuenta ella como, hipnotizada por aquellos bellos ojos de él se acerco más a su boca. Leonardo no pudo pensar, más bien no quiso pensar... Sólo miraba aquella boca tan apetecible ante él, aquellos labios que invitaban a ser besados, y con un suave murmullo: "Dios, Rebeca" – Leonardo bajo su boca apoderándose de la de ella en un beso suave, tierno, un beso tan intimo que a él mismo tomó por sorpresa, pero, el que no pudo evitar. Tan pronto sus labios se unieron parecían que no necesitaban más, era como si aquello fuera lo más normal entre ellos, y se dejaron llevar. Rebeca se aferró a Leonardo pasando sus brazos por su cuello, sin darse cuenta que con esto se acercaba más, si esto fuera posible a él. Leonardo tan pronto la sintió respondíendo y aferrándose a él la apreto fuerte. El beso se tornaba cada vez más apasionado, sus respiraciones agitadas, sus pechos subian y bajaban con cada suspiro que daban, las manos parecían haber adquirido vida propia, lanzándose en una exploración peligrosa. Leonardo se dio cuenta que aquello se estaba escapando de sus manos y necesito recurrir a toda su fuerza de voluntad para no seguir.

--"Rebeca, Rebeca escuchame mi niña, mi bello ángel caido, tenemos que detenernos ahora, te das cuenta? – al decir esto la separo un poco de si. Ella había abierto sus ojos, por ellos se escapaba aún el destello de la pasión que vivieron juntos. Parpadeo varias veces confundida, no logrando entender. Si ellos eran prometidos, si vivian juntos, porque se detuvo él? --" Rebeca recuerda lo que te prometi, si recuerda bien. Te dije que no te pediría nada que no estuvieras dispuesta a dar," – al decir esto ella abrió la boca, parecía a punto de protestar. –"Rebeca, lo que acaba de pasar, sólo sucedió por tú pesadilla, la realidad es que de no haber tenido la misma, no creo que hubiera pasado. Te digo mi niña soy un hombre de carne y hueso, no es fácil dejarte, apartarme de ti, pero debo hacerlo, pues no quiero que mañana te arrepientas, me entiendes? – ella asintió pues reconoció que lo que él decía, era la más absoluta verdad. "No quiero aprovecharme de ti y de la situación actual, esto no significa que no lo desee, pero cuando ocurra, si es que ocurre, mi reina quiero que estes muy clara de lo que haces, estamos?" -- al decirle esto, le dio un beso en la frente, le rodeo con su brazo recostándola entre los almohadones, le dijo como si fuera una niña de cinco añitos, -- "Ahora a dormir, me quedaré unos minutos en lo que te duermes, despues me iré a mi cuarto, te parece bien?" – ella asintió a la vez que agradecía al cielo por tener un hombre que la quisiera como la quería Leonardo.

Mientras tanto Leonardo se dio cuenta por primera vez, que aquella no sería fácil, su buena obra iba a resultar más díficil de lo que nunca pensó... Más bien estaba requiéndo de él más de lo que nunca imagino. Despues de un rato, y de asegurarse que Rebeca dormía profundamente Leonardo la miro una vez más y se fue a su habitación. Tardo un rato en volver a recuperar el sueño, pues cada vez que cerraba los ojos, recordaba sus labios... recordaba su respiración, sus estremecimientos, no fue hasta pasadas las 3:00am cuando al fin pudo caer agotado ya, en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente, en la Haciendo todo marchaba normal, Leonardo muy temprano bajo hasta donde sus empleados, dando instrucciones como todos los días, uniéndose también a las labores matutinas. De la cocina salía un delicioso aroma a café recién hecho, Mercedes se apresuraba en las faenas del desayuno, procurando que todos estuviesen bien alimentados, pues según ella, era la única manera de poder laborar bien en aquellos menesteres que exigían tanta fortaleza.

Una vez terminado todo subió de inmediato donde la joven Rebeca. Al subir las escaleras a la segunda planta, no pudo dejar de recordar como el joven Leonardo la miraba, quizás no dándose cuenta aún de lo que le estaba pasando, pero para sus ojos de águila y mujer muy sabia, estaba clarito…tan claro como el agua y solo le pedía a Dios que todo fuera para bien. Que la joven Rebeca se enamorara también de su niño Leonardo.

Al llegar a la habitación de ella, la encontró sentada, ya a punto de levantarse, y de inmediato se apresuro a ayudarla. "Rebeca, niña te dije que me esperaras que vendría muy pronto." – le dijo a la vez que la tomaba con gentileza del brazo y la miraba disimulando un poquito estar enfadada.

--"No te preocupes Mercedes, es que debo empezar yo también a hacer mis cositas sola, quiero fortalecerme… Mercedes… me podrías ayudar?" – al decir esto la miro, y la alegre dama se percato de que algo estaba pasando.

--"Claro que si, para eso es que estoy mi niña, vamos que deseas?" -- le pregunto con la paciencia y el cariño de una madre, pues Mercedes se volvía maternal con todos aquellos que su corazón les indicaba que eran buenos, y definitivamente su corazón hacía rato le había dicho que la niña Rebeca era muy buena.

--"Mercedes, es que llevo tanto tiempo enferma… que me siento toda descuidada, … me gustaría … ahhh Mercedes si pudieras ayudarme a verme linda, eso seguro me ayudaría." – le dijo un poco incierta, tratando de que Mercedes no percibiera en ella que su deseo real, deseo que aún no lograba entender, sólo sabía que quería verse hermosa para cuando viera a Leonardo nuevamente.

-- "No te preocupes, Rebeca vamos creo que un ratito sumergida en un baño de agua caliente, con mucha espuma y unas sales de rosa riquísimo. Luego buscare en su guardarropa algo que le favorezca, quizás un conjunto de faldas veraniego sería lo ideal… Uno nunca sabe quien se puede impresionar viéndonos, verdad?" – a la vez que hablaba iba haciendo, ya la bañera llena la llevo a sumergirse, "Repose un poco, no hay apuros, dentro de una hora subo a ayudarla a terminar, le parece bien?" – Rebeca le agradeció sus bondadosos cuidados y ya dentro del agua se sintió relajada.

Sentada frente al espejo, Rebeca se sentía muy agradecida de Mercedes. No tan sólo la ayudo con el baño, sino que cuando termino le había escogido un hermoso conjunto de falda blanco, luego ya vestida la sentó frente al espejo y de inmediato se dedico a peinarla. Su pelo quedo brillando de tanto cepillar, la ayudo hasta a aplicarse un discreto maquillaje, pues aunque no recordaba nada, sentía que no era amante de los maquillajes en exceso. Cuando al fin Mercedes terminó, ella estaba hermosa, exquisitamente femenina y mirándose al espejo no pudo evitar sonrojarse al pensar en la que reacción de Leonardo cuando la viera. Mercedes la observaba sigilosamente, y claro que se percato de su sonrojo, pero por supuesto, si todo marcha bien Leonardo quedara impactado… pues ya ella tenía un plan en mente.

--"Joven Rebeca, muy cerca de la hacienda hay un hermoso jardín, tiene muchas flores realmente bellas, en adición hay un área diseñado específicamente para sentarse y sentir la brisa del campo en el rostro. Un sitio muy lindo y con un buen libro podrías pasar un rato reconfortante, además de que el joven Leonardo todos los días pasa un rato ahí." – esto último lo dijo como al descuido, pues intuía que ella querría estar cerca de él. Ella asintió pues la verdad anhelaba sentir la brisa del campo en su rostro, pues dentro de sí sabía que esta sensación era rica, además, no podía negarse a sí misma que también quería verlo. Tenía las maripositas clásicas que produce el desear y a la misma vez temer, encontrarte con alguien.

Al salir de la hacienda por vez primera Rebeca miro todo a su alrededor, a la izquierda de la propiedad se veía como a unos cien metros de la casa, un camino de escalones por el cual al bajar te encontrabas la más bella pérgola que cualquiera pudiera imaginar. Romántica como nunca pensó otra, era toda en madera vieja crema con unas áreas para sentarse hermosas decoradas al gusto victoriano encajaba perfecto en aquel campo donde las flores sencillamente eran exquisitas, habían rojas, lilas, cremas, naranjas era sencillamente impactante aquel hermoso escenario y aún no había visto el hermoso lago que había junto al pérgola. Un lago que invitaba al romance, un escenario digno de una pareja de amantes.

Y fue allí donde Leonardo la vió, era como un sueño, más bien como una bella alucinación. Rebeca sin darse cuenta que era observada, se había arrodillado entre las flores como la más inocente de las criaturas, aspirando su delicioso aroma, feliz de estar ahí, rodeada de tanta belleza. Al ir a levantarse, se hubiera caído sin remedio, cuando al ir a ponerse de pie nuevamente, se olvido de sus todavía recientes fracturas y de no haber sido por la ligereza de Leonardo, quien pronto se dio cuenta y sin perder un segundo la agarro por la cintura, justo cuando ella perdía el equilibrio. De los labios de Rebeca escapo un: "Oh, Leonardo eres tú!" –le dijo sorprendida, pues no lo escucho llegar.

--"Si mi niña" – le dijo con ella aún entre sus brazos, levantando una mano le quito un mechón de cabello que había caído sobre su frente. Al apartarle el cabello, sintió como ella tembló entre sus brazos. Su mente le decía que actuara con prudencia, pero algo más fuerte que él le hizo bajar la mirada, hasta posarla nuevamente en los suaves labios de ella. Rebeca sintió la vista de él sobre su boca, e involuntariamente sus labios se entreabrieron quizás, insinuantes, la verdad ella misma no entendía, sólo era muy consciente de que algo pasaba, de que una extraña excitación corría por su cuerpo cada vez que Leonardo estaba cerca. De que la noche anterior cuando él la beso se sintió como transportada al cielo, y era ahí donde quería volver, al cielo, ella inconscientemente había estado deseando que este momento llegara, por esto fue que se había esmerado tanto en su arreglo hoy, en verse bella pues quería impresionar a Leonardo.

Leonardo se sorprendió cuando ella, de una forma tan sublime, tan inocente busco la boca de él. Alzándose, mirándolo a los ojos, toco sus labios. El se quedo muy quieto, dejándola a ella hacer, ella sentía todas las mariposas del mundo, pero no echo atrás, y suave le beso, subió sus brazos para enmarcar el rostro de Leonardo, y aunque temblaba como una hoja sacudida por los vientos feroces de un huracán, no cedió. Mirándole, como un ciego acostumbra ver, con sus manos dibujo su rostro, sus dedos muy suaves tocaron sus fuertes pómulos, recorrieron sus varoniles cejas, sus ojos no dejaban de verlo, como buscando en él alguna reacción. Leonardo a duras penas se contenía, pues aquella hermosa criatura lo dominaba, como ninguna mujer lo había dominado antes. Rebeca busco su mirada cuando sus dedos rozaron los labios de él, y fue aquí que ella también lo sintió, sintió como un escalofrío lo recorría y fue ahí donde una vez más le entrego sus labios.

Leonardo ya no pudo mantenerse quieto, sentía la sangre corriendo por sus venas… Sus labios se apoderaron de los de ella, sus brazos la rodearon acercándola tanto a sí, que parecían ser uno solo. Ella también lo abrazo, sus manos sintieron su ancha espalda, la espalda de un hombre fuerte, y trabajador. Las manos de Leonardo enredadas en su cabellera, acercaban su boca más a la de él. Aquello era increíble, ella no entendía, solo sentía y aquello que vivía junto a Leonardo era hermoso, era delicioso, era el cielo. Leonardo la llevaba hasta el cielo con solo tocarla, y besarla. El por su parte sentía que una fiebre lo hacía su presa, y ya no era responsable. Aquella chiquita, aquel hermoso ángel enviado por Dios, le devolvía la vida. Ella se entregaba a él, con aquella dulce frescura como solo sabe hacerlo quien se entrega de corazón, quien ofrece lo mejor de si, aquel que se entrega por completo y brinda su corazón.

Unos pasos se escuchaban a lo lejos, y el suave cantar de Mercedes comenzó a acercarse, Leonardo supo que ella les estaba brindando la oportunidad de que la vieran llegar, así que muy pronto él separo a Rebeca y haciéndole una señal le mostró a Mercedes. Rebeca se sentó pues las piernas le temblaban, aquello que acababan de compartir fue intenso. Leonardo dio varios pasos hacia Mercedes para gentilmente ayudarla por las escaleras.

--"Le traje una limonada, Rebeca, pues pensé que quizás estaría sedienta…" – al decir esto la miro al rostro, viendo como se sonrojaba, lo que sin lugar a dudas le indicaba lo que acababa de interrumpir. "Es que sentí que hacía mucho calor, y me dije, creo que es un buen momento para llevar algo refrescante." – diciendo esto miro a Leonardo, quien la observaba divertido. "Si necesitan algo más, se lo puedo traer de inmediato." –se ofreció Mercedes.

--"No, Mercedes ya es suficiente con la limonada, esta rica, estamos bien."—desde donde estaba sentado él observaba a Rebeca, estaba hermosa, ya sabía que ella era muy linda, lo vio desde el principio, aún cuando estuvo ensangrentada. Pero hoy, estaba espectacular, tan hermosa que le entraban ganas de tomarla entre sus brazos, y llenarla una vez más de besos. Mercedes con un gesto se marcho dejándolos nuevamente a solas.

--"Rebeca como te has sentido en el día de hoy." – le pregunto tratando de hacer conversación, y romper aquel silencio. La miro al hablar, y una vez más sintió intensos deseos de besarla recorriéndole. Ella a su vez, levanto su mirada hacia él, quien al hablarle se le había aproximado, y estaba justo ante ella.

--"La verdad me voy sintiendo mejor, los cuidados de Mercedes, las horas de sueño, y la deliciosa brisa del campo me han hecho mucho bien. Me siento mejor y poco a poco las fuerzas vuelven. Lo único que me desespera un poco es esta sensación, el no saber claramente como son las cosas. A veces me pongo a pensar y ni tan siquiera recuerdo… -- al decir esto se sonrojo un poco "no recuerdo nada, entre nosotros, como era todo."

Leonardo no quería seguir con las mentiras, pero hasta llegar al fondo de su situación y solo por protegerla debía seguir. Así que de la manera más natural le contesto: "Supe que debía cuidarte desde el instante en que pose mis ojos sobre ti, desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron, me dije: "Leonardo esta hermosa chica necesita cuidados y quien mejor que tú para brindárselos." Al decir esto la observo, lo dijo tan casualmente que nadie hubiera dudado que aquello fuese verdad y pensando para si mismo se dijo, que realmente así fue.

Ya buscando desviar la conversación de detalles muy personales, él comenzó ha hablarle sobre la hacienda, los animales, sobre las tareas que a diario realizaba. Cuando de pronto se cayo al observar como ella palidecía intensamente, todo el color abandonó su rostro y el temió que algo grave estuviera pasando.

--"Leonardo, Dios, ví otra vez, fue un destello, como una película, algo parecido a una terrible escena de horror…"—logro ella musitar muy suave, inaudible casi. De no ser porque él estaba sentado junto a ella, no la habría escuchado. "Recuerdo claramente, vi, te lo juro que vi, aquel hombre vestido de negro, y … Leonardo creo que lo vi, haciendo algo muy grave. No sé, crees que pueda ser alguna película que yo este recordando, es imposible que yo haya vivido algo tan horrible, verdad?" "Luego me veo corriendo, huyendo con un terrible sentimiento de miedo, Leonardo y no se de que huyo, o porque siento un absoluto terror que me impide tan siquiera mirar hacia atrás, solo se que debo huir de ahí lo más pronto posible." – al decir esto, Leonardo sintiendo y viendo como ella se desmoronaba, prontamente la abrazo. Muy fuerte la acerco a su pecho, intentando transmitirle a ella un poco de seguridad, un poco calor, como odiaba no poder eliminar de ella toda esta tristeza, toda esta incertidumbre.

--"Te juro aquí delante de Dios, Rebeca que nada te pasara, no permitiré que nadie jamás te toque ni un solo cabello, me crees? – al decirle esto, Leonardo la apretó fuerte contra su pecho, y levantando con un dedo su rostro, suavemente la beso. No como los besos anteriores, no, solo un beso que le transmitiera un poco de él. "Ahora mi niña creo que debemos subir, pues ya comienza a bajar la noche, y pronto será la hora de cenar." – al decir esto la ayudo a ponerse de pie, y pasando su brazo por sus hombros, partieron hacia la hacienda.

Ya en la noche después de haber cenado juntos, charlado un rato, y haberla acompañado hasta su dormitorio, que Leonardo se dirigió al estudio. Al acercarse a su escritorio, vio en la máquina de fax un documento. De dos pasos llego al mismo, y tomándolo con rapidez comenzó a leer. Allí estaba toda la información de ella, su vida, todo lo que él necesitaba saber, con avidez leía, pues un sexto sentido le decía que ella estaba en grave peligro. Una, dos, hasta tres veces leyó aquellos documentos, y solo había algo que no encajaba bien, su novio. Ella tenía un novio, más el aparecía de la nada, no existían detalles de su vida pasada, es como si hubiera caído en la vida siendo el novio de ella. Tendría que llamar nuevamente a su confidente, necesitaba que buscara más a fondo, él requería de más información. Algo le decía que el novio tenía algo que ver con las visiones o retazos de su pasado que poco a poco le estaban llegando, y que de aquella única manera, la aterrorizaban. Así que sin pensarlo de inmediato tomo el teléfono y marco el número de su amigo.

Mientras tanto, en el mismo pueblo, un misterioso personaje se había alojado en un motel en las afueras de la cuidad, discretamente trataba de conseguir el paradero o cualquier información sobre Rebeca Bequer, la que misteriosamente había desaparecido. Nadie en el pueblo sabía de ella, la busco en la cabaña de su tía, pero esta no había ido allí. La cabaña seguía cerrada. Fue por pura casualidad que estando en un colmado, escucho a unas personas comentando sobre el accidente de autos que hubo, y en que una joven salió gravemente herida. Al escuchar esto, de inmediato pensó que debía ser ella, Rebeca, tenía que ser, y sin esperar se dirigió al hospital. En dos ocasiones estuvo muy cerca de llegar a ella, pero aquel caballero desconocido, logro evitarlo ambas veces sin darse cuenta. El no tuvo tiempo de distinguir bien al individuo, pues buscaba ocultarse para que nadie pudiera reconocerlo. Y al final cuando buscaba seguirlos para saber donde poder conseguirla, y terminar con ella, el mismo hombre la salvo nuevamente al darse cuenta que los seguía logrando escapar cuando este estaba tras ellos. Pero él no se daría por vencido, tenía que conseguirla, tenía que acabar con toda evidencia que lo pudiera inculpar nuevamente, pues nada lo haría regresar a la prisión.

Hace muchos años que lograron encerrarlo cuando el mato a la mujer de un agente secreto. "Que ironía" -- pues él no sabía, ni tan siquiera sospechaba que aquella mujer que lo desprecio, fuera precisamente, la mujer del agente a cargo de su búsqueda. Pero a veces el destino tiene unas jugarretas que son algo caprichosas, y fue así como él, Nicanor, terminó con la vida de la mujer que más amaba, aquel, que juro atrapar al violador y asesino de mujeres que apodaban "El Destructor". Fue por ella, que a él lo atraparon, pues el desprecio que ella le hizo, lo cegó, lo enfureció de tal manera, que por vez primera, cometió una torpeza. Dejo de actuar con sangre fría y esto provoco que cometiera un error y de esta manera lograron atraparlo, enviándolo a prisión, no sin antes él, haber hecho con aquella mujer lo que le dio la gana y después haberla matado.

Un buen día estando en la cárcel fue notificado que por una de esas locas revisiones que a veces hacen en las cárceles y con la ayuda de su abogado, él saldría en libertad. Todavía no lo podía creer, la verdad, había llegado a pensar que pasaría el resto de sus días tras las oscuras rejas de aquella cárcel. Fue así como volvió a ver el sol, y después de esto, como un jaguar que nunca cambia sus manchas, pronto él volvió a sus andanzas. Se le hizo muy sencillo enamorar aquella joven romántica, soñadora, fue cuestión de estudiarla por varios días y pronto supo que ella no tenía familiares cercanos, ni grandes amistades, por lo que ella se convirtió en una presa fácil.

En esta ocasión el se había contratado en una sala de video alquileres, él siempre buscaba contratarse en lugares donde tuviera acceso a información personal de los clientes, buscando identificar su próxima victima y aquella joven tonta un buen día fue a alquilar una película. Como bien es sabido, en los video alquileres te fotocopian hasta tú identificación, cosa que no debería ser, pues uno nunca sabe en manos de quien ira a parar toda esta información, y fue así como él llego a ella. De día claro él tenia un trabajo lavando autos, para despistar a los que le hacían revisiones ocasionales, que verdaderamente no ponían gran empeño en verificar nada, total ellos eran simples empleados de gobierno.

La situación se le hizo fácil porque el video quedaba muy cerca de su apartamento, y no violaba el espacio nocturno que le asignaron. En este video alquileres él comenzó nuevamente sus andanzas, su plan de conquistador con aquellas chicas fáciles que le permitían a él lo que él quería, no contando ellas que tan pronto le permitieran calmar sus enfermos instintos, allí mismo las mataba, una vez las hubo violado. Ellas iban como mansos corderos, impresionadas que aquel hombre ya algo entrado en edad, pero muy bien conservado se estuviera fijando en ellas. Y fue así como pronto fue haciéndose público otra vez, la noticia que andaba un violador, asesinando damas en la oscuridad de la noche. Pero el tipo era muy astuto, no sabían nada, no lograban rastrearle ni el más mínimo error, solo sabían que el tipo siempre iba a los moteles vestido de negro, la única descripción que de él daban los empleados de los moteles, era un tipo vestido de negro.

Por ese tiempo Rebeca comenzó a ir a aquel video a tomar una que otra película, ya que había momentos donde se sentía tan sola que no sabía que hacer. Ella siempre había tenido la cabaña del campo y los amorosos brazos de su tía, pero desde que esta murió quedo prácticamente sola, y su trabajo no le permitía escapar al campo tanto como hubiera deseado. Y fue así como empezó a rondar el video alquileres buscando aliviar de alguna manera, la soledad en las noches. Allí conoció a Nicanor, este señor algo mayor, fuerte, que al verla a ella una joven sería a diferencia de la mayoría que entraba ahí, atrajo su inmediata atención.

Con ella no uso su acostumbrada coquetería, con ella más bien se fue por el lado paternal, protector hacia ella. Una vez estando en el video otro tipo se le insinuó, llegando hasta tocarla, y aquí entro Nicanor. Rebeca estaba algo acorralada por el tipo, cuando Nicanor llego hasta donde estaban y se lo quito de encima, ganándose con esto la atención y respeto de ella. Después de este incidente, cuando ella entraba al video el continuaba con la galantería pero de una manera más seria, hasta que hacía apenas un mes ella lo había aceptado, más por la soledad en la que se encontraba que otra cosa. Viendo en Nicanor una figura paterna, más que nada.

En esos tiempos por la televisión y en el periódico sonaba mucho la noticia del violador vestido de negro, que continuaba asesinando mujeres una y otra vez. Nicanor hab

ía estado insistiéndole en que su relación pasara a otra etapa, pero ella no se sentía preparada para esto. Ella pensaba que cuando decidiera dar ese paso tenía que esta más que segura del amor que le profesaban y del amor que ella sentía. Sin embargo él comenzaba a impacientarse, y buscaba la manera de convencerla, llegando incluso a decirles cosas que podrían ablandarle por medio de la pena… y fue así como un día ella iba camino a su apartamento. El no lo recordaba, pero una de las tantas veces que trato de ablandarla a ella para que cediera a sus instintos, para que terminara cediendo a sus deseos carnales, le dio su dirección pidiéndole en una conversación telefónica que fuera a él porque él ahora la necesitaba. En aquel entonces ella no cedió, más según pasaba el tiempo, se sentía más y más culpable por no complacerlo. Ella sabía que los hombres tenían unas necesidades, al menos eso escuchaba a sus compañeras de trabajo decir una y otra vez, y ella comenzaba a pensar que estaba fallando en aquella relación.

Ella realmente era bonita, pero era extremadamente seria, chapada a la antigua ya que fue su tía quien en ella inculco valores, y por esto no era tan atrayente a los jóvenes con quienes laboraba, ya que en el sitio de trabajo las chicas alegres, dominaban.

Y fue así como un día se encontró camino a su apartamento, ese día iba decidida. Pensaba que ya era hora de dejarse de tontos pensamientos románticos sobre el amor y realizar que aquello que ella tenía con Nicanor debía ser suficiente, y que sería quizás lo único que ella conocería acerca del amor, eso si ella no abandonaba pronto sus tontas ideas románticas y le cumplía como él tanto necesitaba. Hasta ese momento ella siempre le huyo en cada uno de sus avances, bueno le aceptaba besos, pero cuando las caricias se tornaban más intimas ella huía, dando por terminada cualquier cita que tuvieran. Pero ya lo había pensado mucho, mil veces y ella quería tener una familia, hijos a los que pudiera abrazar y brindar el amor que ella tenía en su corazón y por esto mismo se decidió a dar un paso hacia Nicanor. Haría lo que fuera necesario, soportaría cualquier cosa con tal de tener ya una familia.

Llego al edificio donde él vivía por primera vez desde que lo conocía, tomo el elevador para llegar al 4to piso, donde tenía su apartamento Nicanor. El elevador quedaba un poco lejos del mismo, así que este no escucho cuando el mismo llego, ella salio del elevador buscando los números de los apartamentos hasta que localizo el de él. " Señor si esto es lo correcto, permite que así sea, sino muéstrame el camino correcto" – rezaba ella, sintiendo como le temblaban las piernas, ya no tan segura como cuando salio de su apartamento. Al caminar hacia el apartamento de Nicanor pasó frente a la entrada hacia las escaleras, y ahí al pasar justo el apartamento de él.

Por un momento se detuvo, sus manos le temblaban, se alisó el abrigo, intentaba dominarse. De pronto escucho un sonido muy fuerte dentro del apartamento que indicaba ser el de Nicanor. Oyó algo que le pareció ser un quejido, de inmediato un sonido muy fuerte y oyó abrirse la puerta, dando ella inmediatamente un paso hacia atrás buscando un lugar donde poder ocultarse. La puerta se abrió, una joven salió por solo unos segundos porque un par de manos de inmediato la agarraron, una en la boca para evitar que ella gritara una vez más y otra por la cintura levantándola de inmediato del piso, la tiraron dentro del apartamento. Rebeca no podía creer aquello que sus ojos veían, de repente identifico la clásica ropa negra, inmediatamente tiraron la joven dentro del apartamento. Pero antes de que esto ocurriera llego a ver su rostro golpeado de una forma salvaje, sangre brotaba por varias de las heridas de la cara de ella. Rebeca no pudo evitar que un gemido de terror escapara de sus labios, y fue este gemido el que la delato, pues de inmediato Nicanor la vio.

Rebeca no pudo detenerse, era tanto el horror que sentía por lo que había presenciado que no pensó, solo reaccionó, y corriendo lo más rápido que pudo logro huir de la escena más horrible que había presenciado en su vida. Y fue así como el destino intervino una vez más, cuando en su apresurada y desesperada huida ella tuvo aquel accidente que la llevo directo a los brazos de Leonardo.

Los días pasaban rápidamente, desde que Leonardo trajo consigo a Rebeca después del accidente, ella mejoraba a pasos agigantados. Para ellos se había creado una especie de rutina, en las mañanas él salía a laborar, ella se quedaba recostada hasta entrada la tarde descansando para recuperarse de sus heridas, o leyendo un buen libro de la biblioteca de la hacienda. Ya en las tardes ella iba a lo que se había convertido en su nidito de amor, pues en el jardín donde estaba su santuario ellos estaban conociendo el amor. Se iban conociendo espiritualmente, tanto como se descubrían físicamente, pues a duras penas lograban contener la pasión que iba creciendo fuerte dentro de ellos, a la vez que entendían que el amor cada día era más fuerte. Solo había algo que Rebeca no lograba entender, en más de una ocasión se pregunto que pasaba, porque Leonardo cuando las cosas subían de tono, cuando les ganaba el amor, y se sumergían en fuertes corrientes de pasión, se detenía. Aunque ella sabía, aún en su inexperiencia lograba entender que para él, no era fácil, pero siempre lograba controlar la situación, y de una manera muy sutil lograba que ella también se controlara.

Leonardo había dejado sus faenas y se encontraba, recostado en una verja de la hacienda, dejando su pensamiento volar, una vez más su pensamiento llegaba a ella, Rebeca, aquella dulce chiquita que el destino puso en su camino. Rebeca con su inocente ternura, con su mirada aterrorizada, cuando le llegaban los recuerdos fugaces, con su manera tan cálida de entregarse a él, le había robado el corazón. Sí, se había enamorado y ahora tendría que buscar la manera de aclararle a ella toda aquella situación, solo esperaba que ella no terminara odiándole, pues lo que hizo, lo hizo por un impulso que tuvo y del cual no se arrepentía. Decidiendo en aquel instante que esta tarde, cuando ella estuviera entre sus brazos, como todas las tardes, él le diría la verdad. Esperaba sin duda que el amor que él sentía que había entre ellos pudiese más y que pudieran empezar una nueva vida ya sin mentiras.

Mercedes estaba preparando todo con rapidez, pues necesitaba ir al pueblo. Y mientras ella terminaba todo para partir, Rebeca bajo.

--"Joven Rebeca, bajo temprano hoy, necesita algo?" – le pregunto Mercedes.

--" No Mercedes, la realidad es que ando algo aburrida, y como francamente me siento mejor, no me apetec **í

a quedarme recostada." –**

le dijo Rebeca.

--"Pues yo tengo que ir a la cuidad a abastecernos de unos víveres que se nos agotaron, si gusta acompañarme." – la invito cordialmente Mercedes. Rebeca miro el reloj de la cocina y vio que aún era temprano para su acostumbrada cita con Leonardo en el jardín y gustosa acepto. Desde que llego a la hacienda luego del accidente no había salido ni una vez, por lo tanto esta salida le pareció emocionante.

--"Si Mercedes, te acompañaré, crees que deba decirle a Leonardo?" –pregunto algo tímida. Mercedes la miro un segundo, y negando con la cabeza le dijo: "No creo que eso sea necesario, pues solo iremos al colmado, y regresaremos de inmediato, a menos que usted señorita quiera hacer algo más. En adición el joven Leonardo hoy estaba muy ocupado según me comento en la mañana."

--"Esta bien Mercedes, pues cuando usted guste partiremos." – dijo Rebeca feliz, de poder hacer algo, hacía ya varias semanas que lo único que hacía era descansar, y ya esto le estaba alterando un poco. Así que tan pronto terminó Mercedes se encaminaron al pueblo para las compras.

Lo menos que pensaba Mercedes es que allá en el pueblo, el destino les aguardaba otra sorpresa. Luego de haber hecho las compras necesarias, Mercedes y Rebeca, dieron una vuelta por el pueblo, más por matar el tiempo y a la vez, para que Rebeca viera el mismo, que por otra cosa. Poco sabían ellas que un individuo las estaba observando, y siguiendo desde el mismo instante en que vio a Rebeca, a la que de inmediato identifico. Aquel perverso ser tan pronto la vio se dijo: "Ya te tengo, ahora si que no escaparas!" – con mucha cautela se dedico a seguirlas hasta que llegaron a donde estaba el auto estacionado. Tan pronto ellas partieron el inmediatamente las siguió, aunque en esta ocasión guardando distancia, pues no quería que lo descubrieran como la primera vez.

Mercedes y Rebeca iban charlando amenas, ajenas a todo lo que pasaba, al gran peligro que las rondaba. Pronto llegaron a la hacienda y tomaron la vereda que las llevaba hasta la propiedad. Leonardo esta fuera aguardándolas con gran impaciencia. No bien estacionaron el vehículo, se acerco a ellas de inmediato.

--"Mercedes, Rebeca están bien? – al observar que todo estaba en orden siguió ya dando rienda suelta a todo el nerviosismo que había acumulado al no saber si estaban bien o no. "Mercedes como se te ocurrió irte sin decirme nada, no sabes el riesgo que corrían, no puedo creer esto. Un poco más y me provocan un infarto." – al decir esto, dio dos pasos y agarro a Rebeca y la abrazo muy fuerte. Rebeca no entendía el porque de esta situación, el porque de esta escena de parte de Leonardo. Rodeada entre los brazos de Leonardo, ella de pronto tuvo otra visión, otro recuerdo asalto su mente. Leonardo de inmediato noto que algo le ocurría, "Rebeca, que pasa, Rebeca dime que te pasa, es acaso otra visión, un recuerdo?" – el la guió hasta un lugar de descanso, donde ella se pudo sentar, pues cada vez que llegaba a ella un recuerdo, no podía dejar de temblar.

-- "Dios, Dios noooo!!!, Leonardo nooo!, no puede ser, la va a matar, esa chica, esa pobre chica esta toda llena de sangre, él, ese hombre vestido de negro la esta lastimando, ella no logra escarpar… Leonardo por favor ayúdenla." --Rebeca no pudo evitar el llanto, los temblores sacudían su ser, la tristeza tan honda de que provocaba la impotencia de no poder hacer nada. Leonardo la abrazo muy fuerte, "Ya, ya mi niña, todo paso, Rebeca ya todo paso, tranquila si? Es el pasado mi ángel, yaaaa, no es más que un recuerdo es todo." – poco a poco la voz de él la iba aquietando. "Hay algo de lo que debemos hablar, Rebeca es sumamente importante para nosotros." – al decir esto, miro a Mercedes pidiéndole con la vista que los dejara a solas. "Vamos, vayamos a nuestro sitio especial," – y tomándola de la mano fueron a su rinconcito de amor.

Ahí, en aquel bello espacio que se había convertido en su Rincón de Amor, él podría sacar las fuerzas para contarle la verdad. Ella debía enterarse y debía ser él quien se lo contara todo.

--" Rebeca, quiero contarte algo que es muy importante para nosotros, algo que podría alterar en gran manera esto tan bello que tenemos y que vivimos día a día." –al decir esto él le busco la mirada, a la vez que le tomaba las manos. Rebeca de pronto sintió que algo terrible iba a pasar, y la angustia asomo a sus ojos. "Mi niña, mi bello ángel que has venido a traer alegría, a traer emociones, a recordarme que estoy vivo, quiero que sepas, quiero que no te queden dudas Rebeca es muy importante, Te amo, de veras, Rebeca te quiero y creo que te quiero desde el momento mismo en que mis ojos se posaron en ti. Quizás suene cursi, la verdad no me imagine nunca decirle esto a una mujer, pero es mi gran verdad, TE AMO." –al decir esto no pudo resistir su mirada y bajando la cabeza busco sus labios, aquellos labios que ya el conocía tan bien, aquella boca en la que el se podía sumergir una y otra vez, aquel manantial en el que Leonardo buscaba calmar su sed. Rebeca no pudo contener la emoción, le dijo que la amaba, y la besaba de nuevo transportándola una vez más al cielo, como solo él había logrado. Sus brazos la abrazaban, y su abrazo le decía " Aquí estoy, eres mía y yo soy tuyo, te amo y me amas y es todo lo que debe importar" –su abrazo, encerraba mil promesas de un futuro lleno de amor, de cariño de solo cosas buenas.

--"Rebeca, --dijo Leonardo, con algo de renuencia, pues a conciencia entendía que lo que estaba por decirle podría destruir lo que ellos tenían, aquel hermoso sentimiento que él después de haberlo descubierto no quería perder. "Rebeca, hay algo que debo confesarte, y quiero pedirte por favor, que antes de juzgarme, me escuches. Podrías prometerme tratar de hacerlo?" –al decirle esto la miro, suplicándole con los ojos que lo entendiera. "Yo no soy tú prometido, -- al decir esto ella abrió los ojos enormemente, "Queeee?" " Rebeca, dame la oportunidad de explicarme, me lo prometiste, si? Mira el día del accidente, fue la primera vez que te ví, ese día al verte toda ensangrentada, entre la vida y la muerte supe por cierto que no podía dejarte a tú suerte. Algo más fuerte que yo, me obligo a permanecer a tú lado. Ya en el hospital me confundieron con algún familiar tuyo, y como ví que ninguno aparecía preferí mentir, que dejarte sola. Rebeca tienes que disculparme, pero no podía dar la vuelta y seguir sabiéndote tan enferma y tan sola. Así que cuando se presento la oportunidad dije que eras mi prometida, y al darte de alta te traje a mi hacienda. Ahora te juro con la mano en el corazón que poco a poco según te fui conociendo, dentro de mí fue creciendo ese sentimiento. Nunca quise aprovecharme de ti, y si piensas bien, tuve la oportunidad de tomar, lo que con amor (creo) me ofrecías, más no lo hice. Y la razón de no hacerlo fue precisamente el amarte, y el hecho de querer que supieras la verdad antes de nada más. –Rebeca no sabía ni que pensar, estaba como anonadada, él no era su prometido… el hombre del que estaba perdidamente enamorada no era su prometido

--"Porque me trajiste a tú hacienda, Leonardo?" –pregunto con voz tenue.

--"La verdad, porque me partía el corazón dejarte sola, sabiendo que no había ningún familiar tuyo a tú lado. Y no me arrepiento, Rebeca ni tampoco me arrepentiré de lo que compartimos, es más tengo que ser honesto contigo. Rebeca quiero agradecerte el hecho de que haz traído la luz a mi vida, cuando me encontraba envuelto en las tinieblas, cuando estaba perdido en la total oscuridad. Te amo, y ahora quisiera pedirte que seas mi prometida. Leonardo la miro, intentando transmitirle lo que sentía por ella, aquel amor que nació de la nada, que germino y se fortaleció hasta convertirse en este amor profundo que él sentía por ella. Este amor, que no era el solo hecho de cómo despertaba en él aquel volcán que llego a pensar dormido para siempre, pero que también era deseos de protegerla, de cuidarla, de mimarla de complacer hasta los más pequeños deseos de esta chica tan especial que un día llego a su vida. Rebeca estaba sorprendida, pero emocionada a la vez, sorprendida con todo lo que él le dijo, pero emocionada porque aún así contra viento y marea el amor nació entre ellos, y no pudo dejar de sonreír feliz.

--"Leonardo, de verás me amas, aún sin conocerme? Estas seguro que no es otro arranque protector del cual luego te arrepentirás? – le pregunto, asaltándola de repente las dudas.

--"Ya se de ti, lo que necesito saber, eres una criatura increíblemente dulce, eres gentil, bondadosa, eres una dama sumamente apasionada, una joven que tan pronto la veo me invaden los deseos de abrazarla fuerte, de besarla, de protegerla. Una mujer muy especial y la que me gustaría se convirtiera en la madre de mis hijos" – al decir esto no pudo evitar una vez más acercarse y tomar sus labios, aquellos labios que siempre lo acogieron brindándole lo mejor de sí, aquella boca, donde el descubrió que la vida no había terminado y que él tenía derecho a vivir, pues muy en el fondo de sí, también sintió que Susana jamás hubiera querido que él dejara de vivir igual que ella.

Después de haber analizado bien, y hablando un día con Mercedes, llego a la conclusión que Susana descansaba en paz, y que ella no sería feliz de saber que él no pudo seguir adelante. Dios a veces obra de maneras misteriosas pues con aquel accidente, trajo a Rebeca a su vida. Y ya ella dentro de su vida, él no tuvo la fuerza de dejarla pasar, pues desde esa primera vez, algo dentro de el surgió.

Abrazándola tan fuerte como solo se abraza cuando se ama, Leonardo le dijo: "Te amo chiquita mía, pero todavía hay más que debes saber. Tengo que contarte algunas cosas más, te explico yo fui agente especial de la policía hace ya unos años que me retire, lo hice porque estando a cargo de una investigación, asesinaron a mi esposa." – Rebeca no pudo evitar un: " Ahhh", -- y un escalofrío al imaginar el dolor que debió haber sentido él, al perder a su esposa, al ser que indiscutiblemente amo de gran manera.

--"Si Rebeca deja de una vez contarte todo para que entiendas el porque estuve tanto tiempo muy encerrado en mi," – y ya allí rodeada de sus fuertes brazos Leonardo le explico todo a Rebeca, también le explico el porque recurrió nuevamente a sus antiguos colegas para saber sobre ella. Ella entendió, comprendiendo la angustia de él por saber que pasaba, con el personaje de negro. Cerraba los ojos en un vano esfuerzo por recordar algo más, algo que ella pudiera decirle a él y de alguna manera quizás ayudar. Pero por más que se esforzaba ningún recuerdo le asaltaba.

--"Rebeca por esto no quiero decir que Mercedes y tú no puedan salir, pero mi niña , mi reina, especialmente tú, si vas a salir quiero saberlo, necesito que entiendas por favor que haz de decirme. Fíjate te prometo que dejare lo que este haciendo, pues para mi nada es más importante que tú seguridad, les acompañare. Especialmente a ti Rebeca, pues algo me dice que alguien te quiere hacer daño, y aunque quizás no debería angustiarte, es mejor que estés precavida. Estoy de lleno tratando de averiguar algo sobre tú pasado que quizás nos de luz sobre esto, pero mientras tanto, quiero pedirte Rebeca que no salgas a ningún sitio sin mi. Crees que es mucho pedir mi amor?" – mientras le hablaba, una y otra vez la tocaba, le daba suaves besos realmente le aterraba la idea que le pudieran hacer algún daño.

--"Lo digo porque has notado tus visiones, o tus recuerdos, todo nos indica a pensar que algo muy grave ocurrió, por esto tenemos que tener mucho cuidado. Te prometo eso si, te prometo que nada te pasara, confías en mi? – ella asintió abrazándose a él, buscando una vez más sentir su seguridad, su fuerza, aquel calor en su pecho, allí donde encontró el amor. Y en aquel lugar tan maravilloso para ellos, El Rincón de Amor, donde más de una vez el amor y la pasión que los consumía los hacía su presa, allí ellos se entregaron a ese bello sentimiento de amor, que en ambos salía de lo más profundo de su corazón.

Rebeca no podía saber que nunca antes había amado, que en realidad era una joven bella, hermosa pero terriblemente sola, sin embargo algo dentro de ella le indicaba que nunca había sentido esto, que era la primera vez que de tan solo ver a una persona pudiera sentir que el sol brillaba más fuerte, sentir su corazón rebosar con el solo pensamiento de estar entre sus brazos. En cambio, Leonardo hacía tanto que la vida le había arrebatado lo más preciado que tenía que ahora no podía creer que la vida misma le estuviera regalando otra oportunidad de ser feliz. Al principio tuvo sus dudas, pensaba no tener derecho a aquella felicidad, pero aquello que nacía fuerte dentro de él, aquel deseo intenso de besarla, abrazarla cada momento que la veía, era mucho más fuerte que él y no había manera que aquel sentimiento no estuviera bendecido por Dios.

Mientras que en El Rincón del Amor, Rebeca y Leonardo daban rienda suelta a su amor recién descubierto por ellos. Muy cerca de la hacienda un personaje, guarecido por los árboles no podía creer lo que sus ojos veían.

-- "Vaya, vaya, vaya, el destino si que tiene cosas, ja quien lo iba a pensar, Lorenzana y yo encontrados una vez más" pensaba a la vez, que recordaba la última vez que estuvo en aquella propiedad. La lujuria invadió lo ojos de aquel ser enfermizo, cuando recordaba como había violado una y otra vez a la esposa de aquel agente secreto, recordaba cuanto gusto se dio y luego como la mato, justo cuando el agente Lorenzana entraba en la habitación, sin poder hacer más.

-- " Pues bien Lorenzana ya el destino una vez te demostró que soy más hábil que tú, y ahora veras una vez más que, soy el mejor." En la mente de aquel perverso ser, ya marchaba a cien pensando como acabaría con Rebeca, como haría sufrir una vez más a aquel agente secreto que logro que lo apresaran, enviándolo a la cárcel por muchos años.

Leonardo y Rebeca estaban felices, cada día que pasaba, el amor entre ellos se fortalecía, solo existía una nube que impedía la más completa felicidad y era el misterioso personaje que perseguía a Rebeca. Leonardo trabajaba desesperadamente tratando de conseguir información, de hallar la identidad de aquel individuo, aunque sospechaba que era el novio de Rebeca y algo le decía que aquel ser hasta ahora anónimo, tenía que ver en forma directa con todas las visiones y recuerdos que hasta ahora asaltaban a Rebeca.

La noche libre de Mercedes esta partió quedando Rebeca y Leonardo solos en la hacienda. Disfrutaron la cena, estaban viendo una película acurrucados en el sofá disfrutando de su amor, y su compañía, cuando Leonardo escucho un gran estruendo. Levantándose ambos de inmediato se asomaron al balcón al área norte de la finca un gran incendió se divisaba surcando los cielos.

-- "Rebeca algo ha pasado, tengo que ir a investigar. Uff no quiero dejarte sola." – tomándole ambas manos, las llevo a su rostro, sintiéndola, besándole ambas, a la vez que buscaba sus ojos.

--"Leonardo no pasara nada, anda, apúrate, vamos tienes que ver que esta pasando, no vaya haber alguien herido. Vamos apúrate, corre." – al decirle esto, lo empujo suavemente. "Vamos que alguien puede necesitar tú ayuda, pronto, avanza."

El miro hacia el incendio, volteo a ver a Rebeca, dio dos pasos hacia ella dándole un beso muy suave, le dijo: "Volveré de inmediato, solo me aseguraré que no haya nadie herido," – diciendo esto, le dio la espalda y de prisa corrió hacia el jeep que tenía estacionado frente a la propiedad, saltando en su interior lo prendió y salió muy de prisa en dirección al incendió. Ella se quedo observándolo partir, mirando hacia el fuego y rogándole a Dios que no hubieran heridos. De inmediato corrió hacia el teléfono y marco el 911(emergencias) notificando sobre el incendió, suplicando que llegaran a tiempo. Al rato no pudiendo contener más la ansiedad que la consumía encerrada en la propiedad, Rebeca salio al balcón.

No bien puso los pies en el balcón cuando un par de brazos la sujetaron con gran fuerza, logrando inmovilizarla por completo. Ella no pudo reprimir un grito de terror, "Ahhhhhhhhh" – de inmediato aquel par de brazos la levantaron como si fuera un saco de papas, y se la echaron sobre su hombro. Ella jadeaba sorprendida, luchando a ciegas pues no sabía quien la llevaba escaleras arriba. Pateaba sin cesar, intentando vanamente de que la soltara, de escapar de alguna manera de aquel individuo fuera quien fuera. "Auxiliooooooooo, Leonardo, ayúdame, auxiliooooo"-- gritaba con desesperación Rebeca.

Mientras, Nicanor se reía, burlándose de sus intentos por escapar, subió hasta llegar a los dormitorios, abriendo la primera puerta que encontró de una patada. Con ella en brazos entro en la habitación tirándola en la cama.

--"Quien es usted? Que quiere, por favor dígame que desea, se lo daremos, Leonardo esta por llegar y le dará lo que Usted desee." – Rebeca le hablaba a duras penas, conteniendo el terror que le embargaba.

-- "Vamos chiquita, quiero pasar un buen rato, vamos que disfrutaremos lo que no me distes antes." – le dijo Nicanor a la vez que se le acercaba a Rebeca.

--"Antes? Antes cuando, quien es usted?" –preguntaba ella, buscando de alguna manera distraerlo de su intención primordial.

-- "Que pasa nenita, no te acuerdas de mi? -- la miraba con curiosidad. "No te acuerdas lo que vivimos juntos? Cuantas veces entre mis brazos pedías más? – le dijo reconociendo que ella parecía sufrir amnesia. "Que rayos, ven acerca tú hermoso cuerpo a mi, y deja la tontería, ya no quiero hablar! – diciéndole esto la agarro fuerte, una mano en la cintura acercándola tanto a él que ella podía sentir su respiración en su cuello, la otra mano comenzaba una vez más a recorrer su cuerpo. De repente todo se aclaro en su mente, todos los recuerdos llegaron a ella como un gran golpe. Ella vio mil imágenes, específicamente desde que conoció a Nicanor, pero sobretodo, aquella horrible escena cuando vio como él golpeaba a la joven quien estaba toda llena de sangre la última vez que Rebeca la vio. Era claro que aquella joven necesitaba ayuda, y Nicanor no estaba precisamente ayudándola sino todo lo contrario. Ya con todo claro en su mente Rebeca sabía que debería luchar si quería salir con vida de eso.

Mientras, Leonardo llegaba al área del incendio, buscando heridos en los inmediatos, observo bien todo el sitio y pronto se dio cuenta de algo. Aquel incendio fue planificado, fue preparado con alguna mano maquiavélica, y de inmediato Leonardo supo que Rebeca estaba en un grave peligro. Corrió como si su vida dependiera de ello, saltando en el jeep, partió chillando sus neumáticos en una veloz carrera. "Señor no permitas que pase por segunda vez, por favor Dios permíteme llegar a tiempo. Que tonto fui, como no lo sospeche." Turbios pensamientos atormentaban a Leonardo, quien sintiendo un gran dolor en su pecho, recordó una vez más la trágica muerte de su esposa Susana. "Señor si me distes esta segunda oportunidad para amar, por favor no me la arrebates." – oraba, mientras iba lo más velozmente que aquel todo camino le permitía, en una carrera desenfrenada.

Nicanor luchaba intensamente con Rebeca, pues esta fiera como una leona luchaba aunque sabía que no tenía muchas oportunidades frente aquel ser tan malvado. "Leonardo por favor, regresa, Leonardo te necesito" – pensaba mientras seguía en una batalla contra Nicanor, quien luchaba por dominarla. " Ahhh, dejáme"-- gritando logro asestarle una patada justo en sus testículos, pegando Nicanor un grito: "Ahhh mujerzuela de los mil demonios, vas a pagar por esto," -- mientras encogido sobre si aullaba con profundo dolor. Rebeca corrió pasando muy cerca de él y fue aquí que Nicanor le echo mano, pero ella rápida se volteo y le dio un terrible puntapié en la espinilla derecha de Nicanor. "Ahhh aggg mujerzuela del demonio ahhhh, vuelve, vuelve ya veras." – gritaba desenfrenado Nicanor, mientras Rebeca ya había abierto la puerta y corría escalera abajo. Viendo como aquella presa, lo había burlado Nicanor se sintió encolerizado, y como un desquiciado se olvido del dolor y corrió tras de su presa.

Rebeca sintiendo que él recuperaba el terreno ganado por ella intento correr más fuerte, pero se enredo con sus tacones y cayo. Ella cayendo al suelo, Nicanor llegando hasta ella, se arrodillo y le pego sin ninguna misericordia en el rostro, agarrándole las manos fuertemente, comenzaba a dominarla, con las rodillas le separo las piernas y Rebeca no pudo evitar un gran grito aterrorizada: "Noooooooooo, Nooooooo." -- a la vez que trataba de hacer algo, de evitar lo inevitable. "Leonardo, Leonardooooo, ayúdame." -- gritaba ya casi sin fuerzas, viendo como Nicanor ganaba esta batalla, sintiéndose terriblemente asustada, llena de un inmenso pavor, del pánico que sacude tú ser y no te deja reaccionar. Nicanor besándola toda, lamiéndola de una manera asquerosa, intentando terminar con aquello que no solo buscaba violentar su cuerpo, sino que perseguía también quebrantar su espíritu, cuando ya parecía completamente inevitable, y Rebeca casi sentía desfallecer, en ese mismo momento que pensó en Leonardo por última vez, de repente sintió una sensación de liberación, ya no estaba presionada por aquel cuerpo que la ofendía. Ella abrió los ojos y vio a Leonardo enfrascarse en una lucha cuerpo a cuerpo con Nicanor. Leonardo lo había agarrado por el cuello, de un solo jalón se lo quito de encima y peleaban como dos leones enfurecidos que marcaban su territorio, que señalaban cual es su hembra y de nadie más.

Rebeca sintiéndose liberada se levanto, sus ropas estaban todas rasgadas, su rostro ensangrentado. Leonardo fiero seguía luchando, "Lorenzana, llegaste antes de que la matara, pero no lo impedirá, como quiera la matare, pero eso si, primero terminaré contigo, luego seguiré con ella, y le haré más que a la otra mujerzuela que tuviste." – esto fue lo que Leonardo necesito escuchar para que la adrenalina corriera aún más veloz por sus venas, y enfurecido le dio un gancho con la derecha que le movió con violencia la mandíbula, cayendo Nicanor sin más de rodillas, aprovechando esto Leonardo le asesto otro golpe más con igual fuerza, dejándolo en el suelo achocado. Leonardo salto sobre Nicanor de prisa dirigiéndose hacia Rebeca, muy preocupado viéndole el rostro ensangrentado.

-- "Rebeca mi amor, te llego a hacer más daño? – le pregunto temiendo que lo peor hubiera pasado y él no haber llegado a tiempo. Ella lloraba en silencio, atemorizada aún, sintiendo todavía en su piel las manos de Nicanor. Leonardo la abrazo fuerte, tratando de que se calmara, buscando brindarle un poco de seguridad, la seguridad que ella tanto necesita. De pronto él sintió como el cuerpo de Rebeca se tensaba, viendo ella como Nicanor se levantaba y con un gran puñal hacia ellos avanzaba. Percatándose del cuerpo tenso de Rebeca, Leonardo entendió lo que sucedía, girando desenfundo el arma un Mágnum 3.57 de 9 pulgadas que tenía en la funda debajo del brazo izquierdo a la vez que disparaba, volteándose rápidamente enviando a Nicanor un segundo disparo directo al pecho terminando así con la vida de aquel malvado ser enfermizo. Un: "Aahhh ahhh" –escapo de su boca, a la vez que su cuerpo caía sin vida.

No hubo tiempo para una segunda oportunidad, aquel perverso criminal tampoco merecía la misma, aquel ser tan malvado no dudo un solo momento cuando atrapo a todas y cada una de las mujeres que sin ninguna pena violo y asesino en tantas ocasiones, incluyendo a Susana.

-- "Esto fue por Susana"-- le dijo Leonardo mirándole a los ojos, unos ojos que no ocultaban su mirada desquiciada, una mirada llena de un odio inconfundible, la mirada que le dijo a Leonardo que si no daba él, el primer golpe ya no sería capaz de dar ninguno.

Rebeca grito, Leonardo lo miró fijamente a los ojos, Nicanor tenía la mirada desquiciada, la mirada de un asesino que no sedería hasta no haber culminado con sus más bajos instintos. Viendo los ojos que le arrebataron a lo que más quiso alguna vez, opacándose quedando sin vida, observo como aquella mueca se desdibujo de aquel maquiavélico rostro, viendo como lentamente aquel cuerpo soltaba el puñal y como en una película a velocidad lenta, el cuerpo ya sin vida de Nicanor cayo hasta quedar tendido en el suelo, con un solo y certero agujero en el centro de los ojos.

--"Susana, ahora puedes descansar en paz" – dijo Leonardo a la vez que se volteo abrazando muy fuerte a Rebeca. Estremeciéndose ambos al darse cuenta lo cerca que estuvieron de morir ambos.

Tres meses más tarde el Rincón del Amor se había preparado de una manera hermosa, bellamente adornado con lo que parecían ser más de mil flores todas blancas, habían tulipanes, orquídeas y rosas blancas cual más bella que la anterior. La pérgola donde ellos encontraron el amor, decorada con la más exquisita belleza. Leonardo se encontraba ya con el ministro que los casaría, junto con el padrino y su sequito. Rebeca aún en la hacienda dándose los toques finales, pues ella como toda novia quería lucir radiante para él, para Leonardo, el amor de su vida. Ese día había sido muy ajetreado, de muchas tensiones, pero ya cada cosa estaba en su lugar y el momento tan ansiado al fin llegaba. Mercedes junto a ella pendiente a todo, le avisaba que ya tenía que salir pues la esperaba el ansioso novio.

Leonardo junto al ministro y el padrino aguardaba nervioso, pareciera ser su primera vez, pero la amaba tanto que no podía dominar el sentimiento tan grande que por ella sentía. Desde que la vio por vez primera llena de sangre en el lugar del accidente, algo dentro de si, lo obligo a permanecer junto a ella, quien sabe… a lo mejor fue amor a primera vista. De repente la música comenzó anticipando la entrada de la novia. Leonardo levanto la mirada hacia el área por donde Rebeca venía bajando "Dios que hermosa esta," – fue lo primero que pensó al verla bajando los escalones, sencillamente no habían palabras para poder describir su belleza. Definitivamente parecía un ángel, el más bello, el más hermoso. Su vestido de la más fina seda un blanco virginal, que junto a su piel se veía divino. Su pelo rubio rizado en un hermoso arreglo, tenía un maquillaje suave, que sencillamente realzaban su belleza natural. Leonardo no pudo evitar abrir la boca, sorprendido ante el cuadro tan bello ante sus ojos, viéndola bajar lentamente las escaleras acercándose por el camino adornado de tantas cintas, flores y hermosos arreglos.

Rebeca mientras bajaba, lo miraba a los ojos. Bajaba uno a uno los escalones, sin apartar su mirada de él. Sus ojos le decían claramente, "Aquí estoy, me ofrezco a ti. Hoy seré tuya y tú serás para mí. Te amo Leonardo, con todas las fuerzas de mi ser. Ella le sonrió llegando ante el empezó la ceremonia. El ministro con sus palabras acostumbradas:

--"Leonardo, recibe usted esta mujer para ser su esposa, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad durante el tiempo que duren sus vidas?"

--"Si quiero." – le dijo Leonardo mirándola a los ojos, e intentando llegar hasta su alma. El ministro se voltea hacia Rebeca.

--"Rebeca, recibe usted este hombre para ser su esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarlo, honrarlo, consolarlo y cuidarlo, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?"

--" Si quiero" – contesto ella buscando en él, en sus ojos el amor que tantas veces encontró.

La ceremonia fue hermosa, los votos, el vals, el brindis en fin, una ceremonia de ensueño, la ceremonia que cualquier novia soñaría. Más tarde Leonardo se la llevo, tenía ya arreglado todo el viaje de Luna de Miel, hacia la bella isla de Puerto Rico, la hermosa isla del encanto.

Allí Rebeca aprendió lo que es ser amada, y venerada, lo que es ser dar y recibir. Aprendió entre los brazos de Leonardo lo hermoso que es el amor. Entre sus besos, sus abrazos ella llego hasta el cielo.

--"Rebeca te amo, sabes que desde el momento en que llegaste a mi, supe que no te podía dejar ir." – Leonardo le susurraba al oído a la vez que la mantenía muy pegada a él, contemplando el bello atardecer sobre la isla del encanto.

-- "Leonardo, te amo, gracias mi amor, por darme tanto. Por enseñarme lo que significa amar y ser amado." Diciendo esto ella se volteó quedando frente a él, alzando su vista mirando sus labios… aquellos labios que ella no se cansaba de explorar. Paso sus brazos por la cintura, subiendo por la espalda de Leonardo pegándose a él todavía más.

--"Vaya, vaya… con que tímida ella no?’ – le dijo Leonardo a la vez que el también la abrazaba, pegándola a su cuerpo que despertaba en un torrente de sensaciones imposibles de dominar. El todavía se sorprendía, pero era muy agradable sentir a su mujercita echa un volcán en erupción, jamás lo hubiera imaginado, cosa que agradecía tanto como haber encontrado en ella tan bellos sentimientos. "Ahora si, mi reina, mi hermosa Rebeca, aquí y ahora te demostrare cuanto te amo." -- diciendo esto, la levanto y la tiro en la cama, tirándose luego el, agarrándola una vez más, se posesiono de sus labios demostrándole lo que ella provocaba en él. Aquel mar de sensaciones, de instintos, aquel mar de emociones que solo se dan cuando se ama en cuerpo, espíritu y alma. Ella se reía bajo él, disfrutando una vez más el sentirse protegida, valorada y sobre todo sentirse amada.

Varios años después, Leonardo se encontraba en el patio haciendo el jardín, más bien complaciendo una vez más a su bella mujercita, que estaba empeñada en que el le hiciera a los niños un área de columpios y arena. El niño ellos reía anticipando el gozo del que pronto dispondría. Enredado en las piernas de papá reían sin parar.

--"Leonardo ven pronto…" lo llamo Rebeca, con voz algo entrecortada…Leonardo dejo todo y subió corriendo las escaleras, para encontrar a Rebeca algo pálida.

--" Rebeca, te pasa algo? – pregunto veloz, a la vez que se acercaba.

--"Mi amor no pasa nada, o más bien si, es que nuestro segundo hijo ya llega… Debemos partir al hospital, la niña dice que ya no aguanta más. Leonardo abrió grande los ojos, y luego sonrió, raudo la beso en los labios y corrió escaleras arriba gritando.

-- Mercedessssss, Mercedes hazte cargo del niño, que Rebeca dice que ya llega la niña, y nos tenemos que ir al hospital, corre Mercedes…" – gritando como un loquito, corría a buscar la maleta de Rebeca para recibir su preciada hija… Sonriendo un segundo no pudo dejar de pensar y dar gracias a Dios por brindarle UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA AMAR!