Una salida pasada por agua
Un relato un poco más 'light' que otros que he tenido. Pero mis fantasías no siempre tienen la misma intensidad.
No es fácil construir una relación de Dominación/sumisión. Sobre todo si se busca que vaya más allá de los juegos sexuales y que el control se extienda hasta realmente controlar a la sumisa.
Últimamente casi que vivíamos juntos. Pasaba en su casa mucho más tiempo que en la mía, y eso nos había hecho acostumbrarnos cada vez más a la manera especial en que funcionaba nuestra relación. Supongo que por eso a mi Amo le molestaba cada vez más asistir a reuniones sociales en que no pudiéramos actuar libremente y nos viéramos obligados a tratarnos de una manera que los demás consideraran aceptable. No porque no hubiera ternura en nuestra relación. Al contrario. No siempre estaba yo en un orgasmo tras otro. A veces estábamos simplemente abrazados viendo la tele o Él me mimaba y hablaba suavemente cuando así lo quería o cuando veía en mí mucha necesidad de eso. Pero dependía de nosotros (bueno, sobre todo de Él) cuándo eran esos momentos, mientras que en reuniones con otros que no conocían la naturaleza de nuestra relación era mucho más restringido, habría problemas obvios si Él llegaba a llamarme 'puta', por mucho que a mí me gustara.
Así que me costó mucho trabajo convencerlo de que me acompañara a una reunión con mis amigos. Desde el principio me dijo que podía ir yo si quisiera, pero que a Él no le apetecía. Pero yo me estaba volviendo cada vez más dependiente y le rogué hasta que aceptó. Así que salimos para la casa de uno de mis amigos, yo llevaba un collar discreto, hecho 'para la calle', que consistía en una cinta azul oscuro alrededor del cuello. Al salir estaba yo muy contenta, y cuando cerró la puerta me dijo:
'una condición: si hoy quieres orinar en un baño, sólo puede ser en mi casa, ¿entendido?
'sí, Amo'
La reunión fue agradable, conversamos con varias personas, pero con más frecuencia de la que yo hubiera deseado, mi Amo me pasaba vasos de agua, de jugo, de lo que estuvieran sirviendo, no mucho alcohol, no creo que quisiera emborracharme. Con un suave 'tómatelo, preciosa' me ponía en la mano un vaso lleno casi al instante de haberme acabado el anterior. Entendí su mensaje. Ya que yo había insistido en que me acompañara a pesar de su negativa inicial, ahora sería yo misma la que pediría irnos pronto a casa, si no quería que se me reventara la vejiga.
'Amo, podemos irnos ya ¿por favor?' le dije en un susurro, sintiendo ya urgencia de orinar.
'¿La estás pasando mal? Pero si tú misma insististe en que viniéramos, y ¿ya te quieres ir?'
'Por favor, Amo, perdóneme por insistir, por favor, por favor, vámonos ya, se lo suplico'
Me tuvo ahí todavía un rato más. Varios de mis amigos, al verme la cara, me preguntaron si estaba bien. Tuve que decirles que me sentía un poco mal. Al fin mi Amo pidió que nos llamaran un taxi y nos fuimos de ahí hacia su casa. En el trayecto sentía que iba a explotar, mi Amo me hablaba y yo no era capaz de contestarle bien, necesitaba toda la concentración posible para controlar mi vejiga. Al fin llegamos, se me hizo eterno el viaje de regreso. Cuando nos bajamos del taxi, frente a la reja de su casa, empezó a fingir que no era capaz de meter la llave en el candado, excusándose en la oscuridad de la calle. Yo hasta temblaba de las ganas que tenía de orinar. No aguanté más, físicamente no pude. Sentí cómo salía el líquido caliente y bajaba por mis piernas, mojando mis panties y el jean. No puedo describir el alivio que sentí, fue como si me hubieran estado aprisionando y me soltaran de repente. Después de la primera salida ya no tenía sentido parar, dejé que saliera todo, no sé cuánto fue ni cuánto duró, sólo necesitaba que saliera de mí. Ni siquiera me di cuenta que mi Amo ya había abierto la reja y la estaba sosteniendo para que yo pasara.
- 'Qué pasa, cachorra, ¿no tenías afán? - Me dijo en un tono entre cariñoso y burlón
Yo bajé la mirada al piso. Ya no sabía qué decir. Mi desesperación había pasado, pero ahora estaba yo en la acera, orinada, mojada hasta los zapatos.
'No me aguanté, Amo'
'No te entiendo, zorra, ¿entras o no?'
'Es que me oriné, Amo, no me aguanté más, no pude'
'Espera ahí' - me dijo.
Sentí que cambiaba su tono de voz. No creo que esto estuviera en sus planes. Creo que su intención era sólo que nos devolviéramos pronto de la reunión, pero ahora las circunstancias le daban una oportunidad para humillarme, y Él no la iba a desaprovechar. Yo sentía cómo se iba enfriando mi ropa, mientras mi Amo abrió la puerta de la casa, entró, y salió poco después. Llevaba la manguera de regar el jardín, que conectó a una toma de agua y abrió, dirigiéndola hacia mis pies, rodeados por un charco. Iba a moverme para que no me mojara cuando dijo:
- 'Quieta y no hagas ruido, que es tarde, a menos que quieras despertar a los vecinos y que te vean así'
Dispersó el charco de mis pies y empezó a subir por mis piernas, mojándome aún más, luego apagó la manguera y me extendió la mano con una bolsa plástica.
- 'Quítate lo que tienes mojado y ponlo en esta bolsa, entra a la casa y échalo a la lavadora de una vez. ¡Rápido!'
Mire alrededor, cuidando que no hubiera nadie, la calle se veía desierta. Nunca había hecho algo así, pero ya no era la única cosa que lograba hacer por Él. Aún dudando, desapunté mi pantalón y no pude desvestirme. Me quedé quieta.
- 'No quieres obedecer, perra, a lo mejor sea más fácil si te saco desnuda al jardín mañana en el día, así te vas acostumbrando ¿no crees?'
No sabía si sería capaz de hacer eso, pero preferí no arriesgarme. Me quité los zapatos y las medias, y me bajé el jean y los panties de una sola vez y metí todo en la bolsa y entré en la casa corriendo. Aún hoy no sé si alguien me vio, espero que no. Entré al cuarto donde estaba la lavadora y eché toda la ropa ahí, algo de jabón y la encendí. Mi Amo entró y agarró una toalla que se secaba en las cuerdas y empezó a pasaármela por las nalgas y las piernas.
- 'No quiero que te quedes mojada. No me gusta que te enfermes. Mientras la lavadora acaba, sube a bañarte.'
Mientras decía esto seguía frotando la toalla contra mis piernas, y yo apoyaba las manos sobre la lavadora. De repente la toalla desapareció y con sus manos me apretaba las nalgas, me la metía entre las piernas, me sobaba la concha. Apenas sintió que yo empezaba a mojarme se puso atrás de mí y me clavó la verga en la concha, agarrándome salvaje, fuerte, halando mi pelo hacia atrás, diciéndome que soy su propiedad, que soy suya y que hace conmigo lo que se le antoja, que me puede clavar cuando quiera y como quiera. Y entre su verga y que me diga que le pertenezco, empecé a calentarme. Sin embargo, esta vez Él no está preocupado ni le importa mi placer. Me está usando como a su puta, como a un agujero disponible, sin siquiera calentarme un poco antes, apenas lo necesario para la lubricación. Al final, suelta un bufido fuerte y siento que me llena la concha con su leche. Me la saca y agarrándome del pelo tira de mi cabeza hacia abajo y me dice 'límpiala', lo que obedezco de inmediato. Luego mi Amo guarda la verga en su pantalón y me dice
- 'sube a bañarte, te espero en el cuarto'
Yo subí al segundo piso siguiéndolo y me metí al baño mientras Él se quedaba en la cama. Abrí el agua caliente y la dejé rodar un rato. Pensé en lo que había pasado. Me había orinado encima. Me había semidesnudado en la calle. Había permitido que me clavara sin que yo le importara. Y, sin embargo, yo no me sentía agredida ni indignada ni maltratada. Era su propiedad. Con todo lo que eso implicaba. Lo bueno, lo que me llenaba de placer, y lo otro, lo que era más difícil de manejar. Mientras reflexionaba sobre todo esto, me enjaboné, me lavé y salí en dirección al cuarto. Allí me puse, como correspondía cuando estábamos solos, el collar, las muñequeras y las tobilleras, y me quedé de pie al lado de la cama, esperando que Él me dijera lo que debía hacer. Él se levantó, agarró un labial y escribió sobre mi pecho 'PERRA MEONA'. Luego agarró una mordaza pequeña y la puso bien apretada en mi boca, haciendo que me quedara abierta.
- 'súbete, putita, en 4, con la cabeza hacia los pies de la cama'.
Me puse en la posición que me indicó. Él agarró una cadena corta, la pasó por unos agujeros hechos estratégicamente en la madera que quedaba hacia los pies de la cama y los extremos los puso en mis muñequeras. Luego se sentó con la espalda recostada en la cabecera de la cama, con mi culo y mi concha al alcance de su mano. Puso la mano sobre mi concha y empezó a acariciarme despacio, apenas rozando la raja, metiendo sólo la punta del dedo para pasarla despacio sobre mi clítoris y volviéndola a sacar.
- 'Así que ahora eres una perra meona. No sé si debería volver a dejarte dormir en la cama o si sea mejor que lo hagas en el piso de la cocina. ¿Te das cuenta de lo que hiciste? Te orinaste encima. No sólo eso, te orinaste en la calle. ¿Habías pensado que llegarías a eso? ¿Que serías tan sucia y tan viciosa? Te desnudaste en la calle. Sacaste tu concha y tu culo al aire en plena calle y no te importó. Eso es lo que querías ¿no? Que te guiaran para ser más perra y más puta...
Todo esto lo decía sin dejar de tocarme la concha, sobándome el clit, metiendo los dedos. Mi Amo sabía cómo llevarme al éxtasis. La humillación, estar babeándome, lo que me decía, y tener las manos atadas mientras me follaba con la mano era inmanejable. Perdí el control. Ya no sabía si babeaba más mi boca o mi concha. Mi saliva se deslizaba hacia abajo por la imposibilidad de cerrar la boca y mover la lengua, me mojaba los antebrazos, caía a la sábana, al tiempo que la mano de mi Amo se mojaba más y más con los jugos de su puta. De repente se puso de rodillas en la cama, me quitó la mordaza y me dijo:
- 'Date la vuelta, bocarriba'
La cadena se torció sobre sí misma cuando yo me di la vuelta para quedar apoyada sobre mi espalda. Mi Amo se me echó encima, besándome en la boca, besándome la cara sin importar que estuviera llena de mi saliva. Bajaba por mi cuello, me besaba, me lamía, me mordía despacio, volvía a mi boca, luego bajaba un poco más. Parecía que tuviera 10 manos. Las sentía sobre mis pechos, acariciando, pellizcando, apretando, tocando, en mi estómago, en mis piernas. Con su boca lamía y chupaba mis pezones. mi estómago, mi obligo, mis muslos. Llegó a mi concha con su boca, la disfrutaba despacio, cada labio, el clítoris y alrededor, mi agujero. Yo no paraba de gemir, de gritar, de bramar. Se me nublaba todo con cada orgasmo nuevo. Mi Amo se levantó y clavó su verga en mi concha. Esta vez despacio, haciéndome disfrutar cada milímetro, como para demostrarme que podía hacer lo que quisiera conmigo. Usarme como a un pedazo de carne o tenerme ahí rendida a todo el placer que me provocaba. Me clavaba de rodillas entre mis pernas, con el torso levantado, y mientras me metía la verga en la concha, con el pulgar de su mano derecha me sobaba el clítoris. Sólo cuando vio que yo estaba rendida, que me había exprimido toda, mi Amo sacó su verga y apuntó a mis tetas para echarme su leche. Me temblaban las piernas y los brazos, no hubiera sido capaz de ponerme de pie en ese momento ni si mi vida hubiera dependido de ello. Mi Amo se recostó de nuevo contra la cabecera de la cama y me dejó a mí ahí en esa posición un rato. Al cabo de un tiempo me dijo:
- 'Ven, putita, mueve tu cadera hacia acá'
Me movi un poco. El seguía sentado, y se acomodó con las piernas estiradas a lado y lado de mi cadera. Mis rodillas flexionadas con cada pie por fuera de sus piernas. Supuse que quería jugar con mi concha otro rato. Yo ya no quería más. Quería descansar. Habían sido muchos orgasmos y muy intensos. Pero no dependía de mí lo que pasara conmigo. Mi Amo empezó a acariciár mi concha de nuevo, con una mano. A pasar sus dedos alrededor de mi clit, despacio, apretando a veces un poco. Aún a mi pesar, no pude evitar excitarme otra vez. Él siguió sin detenerse, aumentando un poco el ritmo, y también mi excitación. Cerré los ojos y me dejé llevar, dejando que mi excitación aumentara. En pocos minutos ya estaba jadeando y deseando un orgasmo más, sentía que ya venía. ¡Zas! El Ardor. No supe que pasaba. Solté un grito. Mi Amo me conoce bien. Sabe cuál es mi reacción, cómo funciona mi cuerpo cuando me acerco a un orgasmo. Y justo en ese momento dejó caer sobre mi concha un azote con una regla de plástico flexible, y luego otro, y otro más. Luego siguió acariciándome.
Yo ya no quería excitarme otra vez. No sabía lo que pasaba. Pero mi cuerpo ya no respondía a mis deseos, sino a sus dedos. Otra vez metía y sacaba los dedos, luego sobre el clit, luego jugaba en la entrada del agujero vaginal. Otra vez. Maldita sea. Mi excitación crecía de nuevo. ¿Y si había sido sólo un juego? ¿Y si esta vez me dejaba llegar al orgasmo? Me dejé llevar de nuevo. A mi Amo le gustaba que me corriera, le gustaba que le diera mi placer. Cerré los ojos y estaba a punto de llegar. ¡Otro azote!. Mis gritos. El ardor. El dolor.
- 'Amo, por favor, no más'
Otro más. Y otro. Y otro. Esta vez fueron 4.
- 'Por favor, por favor ¡no más! se lo suplico. Amo, por favor.'
Fue como si le hablara a la pared. Volvió a acariciarme. Me ardía la concha.
'Te quiero caliente, zorra'
'No puedo, Amo, por favor no siga, se lo imploro, me duele, me arde, por favor'
'Te quiero caliente o el castigo se dobla. Ya sólo te falta una tanda'
¿Castigo? ¿Por qué me estaba castigando? ¿Qué había hecho? Traté de tranquilizarme y de obedecerle, pero me daba miedo excitarme de nuevo. Me azotaría otra vez. Pero si no lo hacía, entonces los azotes se doblarían. Intenté no pensar en nada, sólo en sus dedos, que se movían de nuevo en mi concha. Ni siquiera con los azotes dejaba yo de excitarme por sus movimientos. Metía dos dedos, los movía dentro, los volvía a sacar, los movía despacio, luego volvía al clit, luego adentro otra vez. Ya no me acordaba del castigo. Arqueé la espalda cuando llegaba el orgasmo y ¡Zas! Un azote más fuerte que los anteriores, igual que mi grito. Otros 3 azotes más. Esos últimos 4 fueron los más fuertes. Se me salieron algunas lágrimas.
- 'Ya acabó el castigo, mi pequeña, tranquila. Esto es para que lo pienses mejor la próxima vez que yo te diga que no a algo, a ver si vuelves a insistir luego que yo ya he tomado una decisión'.
Las lágrimas se me salían. Cada vez avanzábamos un poco más. Nunca me había azotado tan fuerte. Nunca hasta el punto de hacerme llorar por el dolor de un castigo físico. Esto se volvía más serio para ambos. Mi Amo me protegería, me cuidaría, me mimaría. Pero también quedaba claro que Él era quien mandaba en la relación. Así lo quería yo, no sólo Él. Su poder sobre mí se afianzaba, se sentía más seguro de mí, de tenerme para Él.
Se quitó de entre mis piernas y se levantó para soltar la cadena de mis muñecas. Me acarició y sobó las articulaciones de los hombros. Me levantó y me movió hacia el otro lado de la cama. Luego se acostó a mi lado y me atrajo hacia Él.
'Eres una muy buena perra. Me tienes complacido y quiero tenerte a mi lado. Sin embargo, a veces cometes errores y es mi deber corregirte. Entiendes eso ¿no?'
'Sí, Amo'
'¿Es esto lo que quieres? ¿Estás segura? ¿Estás decidida a ser mi perra, a permitirme que te cuide y te domestique?
'Sí, Amo. Es lo que deseo.'
'Muy bien, perra, ahora baja y cuelga la ropa que echaste a la lavadora y vente a dormir conmigo.'
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