¿Una ruptura, o el inicio de algo nuevo? 5

Quedamos con nuestra nueva amiga la camarera, y nos encontramos una grata sorpresa

  • No te preocupes – me pidió Rosa – dales tiempo y verás como poco a poco cada uno responde de forma muy distinta a como hicieron el viernes: algunos seguirán igual, otros volverán a ser los de siempre y otros intentarán sacar beneficio de esta situación, pero todos necesitan cierto margen, así que dáselo.

Era domingo, el sábado no habíamos salido y llevábamos casi todo el fin de semana dándole vueltas a lo que ocurrió el viernes. A mi la situación me sobrepasaba, pero Rosa mucho más templada que yo en estos lances me tranquilizaba, y hay que decir que lo estaba consiguiendo.

Respecto a cómo se lió Rosa con el chico del pub, resultó de lo más sencillo: "me acerqué a él, le hablé como si le estuviera confundiendo con otra persona y cuando me sacó de mi error, le piropeé; A los 5 minutos ya nos estábamos metiendo el morro, muy fácil", descripción breve y sin posibilidad de malentendidos de Rosa.

  • En fin yo me marcho – puntualizó Rosa – mi hermana viene este domingo desde el pueblo y toca comida familiar en casa de mis padres. Y yo necesito urgentemente pasar por boxes – en estos días Rosa se había traído material de aseo y algo de ropa a mi casa, pero no lo suficiente como para arreglarse en condiciones. Así que me esperaba un largo domingo de aburrimiento.

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Lunes por la tarde, estábamos tomando café en casa de Rosa medio desnudos con un fuerte olor a semen y a sexo que se mezclaba con el olor de la cafetera, los dos mostrábamos la cara risueña del que acaba de follar, sabiéndose afortunado por dar y recibir placer de la forma más desinhibida posible; Cuando sonó mi teléfono móvil, de forma autómata miré la pantalla y descolgué sin reconocer el número que vi.

  • Buenas tardes, ¿quién es?

  • Hola ¿Raúl?, soy Ester... la camarera del viernes – no hacía falta esta última aclaración, nada más oír su voz ya la había identificado – me da mucha vergüenza hacer esta llamada, en frío no es lo mismo que la otra noche en caliente.

  • No te apures y cuéntanos lo que quieras – hay estaba yo: la sutileza personalizada, parecía más nervioso que ella.

  • ¿Es la camarera? – me preguntó en susurros Rosa y sin darme tiempo a responder me arrebató el móvil de las manos – hola soy Rosa, ¿qué tal estás?

A esta primera pregunta siguieron cinco minutos de diálogo, en la que yo sólo oía a Rosa y donde no apareció ninguna mención a lo que había pasado en nuestra "miniconversación" del viernes, ni ningún comentario con doble sentido, Rosa quería darle confianza y tranquilidad a su interlocutora y debió conseguirlo porque lo siguiente que escuché fue:

  • No lo siento, no podemos ni hoy ni mañana, te parece que quedemos el miércoles – espera – entonces estupendo, a la cinco y media en la cafetería Balzac. ¿El número de teléfono por el que nos acabas de llamar es el tuyo?, o ¿tienes algún otro?, ah bien pues entonces pasado mañana nos vemos. Adiós Ester, estoy impaciente por conocerte más despacio.

  • ¿Cómo que no podemos quedar hoy?, si no tenemos nada que hacer – le recordé.

  • Te quiero mucho Raúl, pero hay que ver lo tonto que llegas a ser a veces – me insultó de forma jocosa – para que las cosas tengan su valor hay que desearlas, y que mejor para fortalecer ese deseo que la espera. No te preocupes, tengo un plan – y volvió a reír. Definitivamente, Rosa cada día me gustaba más.

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Miércoles a las seis menos cuarto (menos mal que esta vez si que me había puesto al corriente de su plan, porque si no a mi me da un infarto), estamos los dos en el sofá de mi casa, Rosa coge el teléfono y llama a nuestra nueva amiga.

  • ¿Ester?, hola perdona por el plantón – interpretaba Rosa – lo siento, pero hemos tenido visita y no hemos podido librarnos de ella hasta ahora mismo, ¿donde estás? - ......... – claro, lo siento. Se me ocurre una cosa, ¿por qué no vienes a nuestra casa?, vivimos muy cerca del Balzac, te doy la dirección – le dio nuestras señas y acto seguido añadió – aunque quizás estés más cómoda en terreno neutral - ...... – no te importa, bien estupendo, pues nos vemos en cinco minutos, adiós.

  • Jajaja, la pobre estaba ya atacada de los nervios, cuando creía que la habíamos dejado tirada hacemos acto de presencia y con la guardia baja nos la traemos a nuestro terreno – explicó Rosa más para si misma que para mí.

  • Que gran estratega, si Napoleon te hubiera tenido a su lado, no habría perdido en Waterloo – me burlé de ella y mi castigo fue un beso.

  • Vamos cielo, debe estar a punto de llegar – para ser sinceros he de decir que nuestro magnífico plan terminaba aquí, a partir de ahora simplemente la recibiríamos y esperaríamos acontecimientos. ¿Qué esperábamos?, pues tanto Rosa como yo creíamos que Ester quería hacer un trío con nosotros y poco más; Que equivocados estábamos, pero no adelantaré acontecimientos.

  • Hola Ester, pasa – dije mientras le abría la puerta – ve hacia el comedor, Rosa está allí.

Más tranquilo que el viernes, la pude observar con detenimiento: tendría veintiséis años, mediría un metro sesenta, una cara muy bonita y el culo como pude apreciar el viernes no era muy allá: era un poco plano, pero sin dudar sus dos puntos fuertes eran: su pelo, una bonita melena morena que le llegaba hasta la mitad de la espalda y su pecho, como ya conté, Ester era la propietaria de un buen par de tetas, grandes redondas, firmes y con un gran pezón como dejaba adivinar la blusa escotada que traía.

Al cerrar, me dirigí al salón donde Rosa y Ester tras el saludo inicial ya habían comenzado una conversación. En cuanto me senté junto a Rosa, está dejó la bebida que tenía en la mano y se dirigió sonriendo a Ester.

  • Te vuelvo a pedir perdón por el plantón y para compensarte te dejaré que nos formules ya tu pregunta para no marearte más con diálogos intrascendentes – disparó a bocajarro Rosa.

Este ataque tan directo pilló desprevenida a Ester, que a pesar de trabajar en el mundo de la noche y tener experiencia en lidiar con clientes impertinentes día si y día también, se puso colorada y de forma casi imperceptible bajó la mirada unas centésimas de segundo. Se atoró en la respuesta, la interrumpió, cogió aire y lentamente, casi arrastrando las palabras, empezó a contarnos:

  • Os vi el otro día cuando los dos os liasteis con aquél chico, no se si me visteis – asentí con la cabeza para reforzar su discurso – y he de deciros que nunca había mojado unas bragas como hice esa noche, estaba cachondísima – Rosa sonreía complacida por lo que estábamos oyendo y yo estaba encantado de saber como había reaccionado esta chica ante la misma experiencia que había cambiado mi mundo – imaginé que no os vería más, estoy acostumbrada a que las cosas pasen en el bar delante de mis narices de forma fugaz y luego desaparezcan sin más. Pero cuando volvisteis este viernes para representar otro capítulo igual de morboso, creía que me moría de los calores que me entraron. Por eso hice lo que en circunstancias normales no me habría atrevido, que fue ponerme en contacto con vosotros.

Se tomó un respiro antes de continuar, nosotros respetamos ese descanso, pero ante las dudas de Ester de como continuar Rosa decidió ayudarla:

  • Y supongo que quieres formar parte de esta historia – dijo sensualmente Rosa, para hacerle ver que era bienvenida en un trío. Pero la respuesta de Ester no nos la esperábamos ninguno de los dos.

  • Sí, pero dejad que os siga contando. Tengo novio, Jaime se llama, tiene veintiocho años, llevamos juntos más de tres, tenemos una sexualidad muy activa pero bastante rutinaria, por mi horario de trabajo y el suyo no nos vemos tanto como quisiéramos... – hizo una pausa – y quisiera hacer con él lo mismo que vosotros: me gustaría verle con otro hombre, que se den un morreo mientras yo le acarició, ver como se agacha para comerle la polla, como se pone a cuatro patas para recibir una enculada y como la da él después, quiero ser testigo de todo eso, y me gustaría que me ayudarais a conseguirlo.

Rosa y yo estábamos con la boca abierta, no nos esperábamos esa respuesta, pero a decir verdad a mí me gustó y por lo que conocía a Rosa sé que a ella también. Fue ella la que tomó la iniciativa:

  • Pero tu novio, Jaime creo que has dicho, ¿está de acuerdo?

  • Él no sabe nada todavía. Es muy abierto en muchos temas, pero respecto a bisexualidad, homo y demás francamente no estoy muy segura de como iba a responder, pero mis deseos son más fuertes que cualquier sana prudencia, puede que mi relación se vaya al traste después de intentar esta locura, pero aún así quiero correr ese riesgo.

  • Eso está muy bien, pero y tú, ¿que piensas de ti?, ¿vas a participar de forma activa, o no?, ¿te vas a poner límites?, ¿crees que estás preparada para soportar cualquier reacción de Jaime? éstas pueden ser de rechazo o por el contrario de "demasiada" aceptación. ¿Qué me dices? – la interrogó Rosa.

  • Estoy dispuesta a todo y de asumir, como ya dije, los riesgos que sean necesarios. Recurro a vosotros porque sois los que habéis despertado en mí este deseo y para ser sincera porque yo no tengo ni idea de como planteárselo a Jaime.

Rosa me miró y me interrogó con la mirada, yo asentí con la cabeza y una sonrisa, ante lo cual se giró de nuevo hacia Ester y le dijo:

  • Los tres sabemos desde el principio de la conversación que puedes contar con nosotros, ahora sólo falta establecer unas bases, un conocimiento previo se podría decir, para ver como afrontamos la cuestión. Te voy a hacer unas preguntas, no puedes negarte a responderlas, no en este punto, si quieres que estemos los tres en esto nos tienes que entregar tu confianza.

  • Estoy de acuerdo, dispara.

  • Define de forma breve vuestra vida sexual.

  • Follamos bastante a menudo siempre que nuestro tiempo libre lo permite, Jaime vive sólo, yo lo hago con mi hermana, y suelo pasar bastantes días en casa de Jaime. Probamos bastantes posturas, no tenemos inconveniente en el sexo oral ni en el anal, éste no es muy frecuente pero de vez en cuando lo hacemos por el culo – contaba todo esto de forma que pareciese resuelta, pero se veía que Ester estaba algo nerviosa, era normal, le estaba contando sus secretos de cama a dos desconocidos.

  • Ahora que mencionas el sexo anal, ¿le has metido alguna vez un objeto o algún dedo por el culo a tu chico?

  • No, pero si que juego con su periné y también le he hecho algún que otro beso negro.

  • ¿Cómo respondía ante el beso negro?

  • Bien, lo disfrutó, pero no intentamos nada más, imagino que los dos teníamos miedo de seguir por ese camino ante lo que pudiera decir el otro.

  • ¿Qué nos dices de ti? – intervine yo - ¿Le has sido infiel alguna vez? – Rosa me miró sorprendida ante tan buena pregunta.

  • Sí en dos ocasiones, la primera me lié con un cliente al cerrar el pub, pero no llegamos a acostarnos, la segunda fue con el hermano de mi jefe, con el que si me acosté.

  • ¿Crees que Jaime te ha sido infiel alguna vez?

  • No lo sé, hace un tiempo unos amigos comunes me dijeron que creían haberle visto con otra chica, pero otros amigos lo desmentían, parecía un bulo destinado a hacer daño, lo curioso fue que ante la posibilidad de la infidelidad no me importó, nunca le di mucha importancia a mi reacción.

  • ¿Has tenido alguna vez una relación lésbica? – Rosa quería superarme.

  • Con diecisiete años en el instituto me lié con una amiga, pero fue tan sólo por probar, ninguna de las dos buscamos nada más, y hace un par de años una compañera del bar me tiró los trastos, pero yo no estaba interesada.

  • ¿No te sientes atraída por las mujeres?

  • Hasta hace unos días ni me lo había planteado, pero desde que os vi a vosotros la otra noche mi perspectiva ha cambiado.

  • ¿Por qué? – aunque la respuesta parecía obvia, me pareció interesante conocer los matices.

  • Llevo varios días que me pongo muy caliente cada vez que pienso en mi novio con otro hombre, así que no me costó mucho darle la vuelta a la situación dentro de mi mente, y me imaginé a mi con otra chica, desde el proceso de seducción, hasta llegar a la cama y tener sexo del bueno, y he de reconocer, incluso a mi misma, que me excitó mucho.

La mano derecha de Rosa se posó en mi rodilla izquierda, la apretó sensualmente mientras la bajaba por la cara interna del muslo, y estando así, buscando ese contacto que le sirviera de apoyo, le dijo a nuestra amiga.

  • Lo haremos Ester, puedes estar tranquila que entre los tres buscaremos la forma de meter a Jaime en nuestra cama y ver como se comen la polla nuestros chicos – al decir esto último, apreciamos un ligero escalofrío que recorrió el cuello de Ester – pero antes de que acabe la velada, he de añadir algo: tu propuesta nos ha sorprendido mucho, no nos la esperábamos y aunque nos gusta la idea he de reconocer que para esta tarde, estábamos preparados para otra cosa.

  • ¿Cual? – preguntó Ester, aunque por la delatora sonrisa que mostraba deduje que ya lo sabía.

Rosa hizo como que no se daba cuenta de la reacción de nuestra amiga, y siguió con su discurso, aparentando un gran dominio de la situación:

  • Esta tarde creíamos que querías follar con nosotros y estábamos dispuestos a complacerte – se sinceró – así que sería una lástima no cumplir tan nobles expectativas.

  • Me imaginaba que era eso... Y sí, yo también he venido con la misma idea.

Se produjo un pesado silencio, miré a Rosa y pude ver esa actitud suya tan característica que adoptaba cuando la situación entraba en su terreno, se encontraba cómoda porque en ese juego era la mejor. Se recostó contra el respaldo del sofá y con la mano que tenía en mi pierna me empujó hacia atrás para que la imitara y con voz firme dijo:

  • Desnúdate.

Ester nos miró tan sólo unos instantes, no sé que mar de dudas tendría en la cabeza en ese momento, pero si había llegado hasta el punto de confesarle a dos desconocidos sus fantasías más ocultas y encima pedirles que le ayudaran a cumplirlas, no podía echarse atrás, además su cuerpo delataba que tampoco era un sacrificio para ella.

Se puso de pie y lentamente se fue desprendiendo de la ropa, los zapatos, las medias tipo calcetín, los pantalones, la blusa, el tanga... las prendas iban quedando desperdigadas a su alrededor, faltaba una, la que había dejado para el final consciente del valor de sus atributos: el sujetador. Echó sus brazos a la espalda, desabrochó los cierres y dejó caer la prenda. Sus fabulosas tetas aparecieron frente a nosotros, a pesar de no contar con la tela que hasta ahora les hacía de soporte apenas se descolgaron, lo que mostraba la firmeza que tenían a pesar de su gran tamaño. Los pezones estaban hinchados y enrojecidos, prueba de que Rosa y yo no éramos los únicos que estábamos disfrutando con la situación.

  • Quédate hay, de pie, ahora mandamos nosotros – cuando Rosa decía nosotros solía referirse a ella misma – y tú cielo, desnúdate también y quédate en el sofá, enseguida vuelvo.

Cumplí sus órdenes y esperé a que volviese, mientras mi erecto miembro y yo disfrutábamos de la visión de esa chica, mitad avergonzada, mitad excitada que teníamos delante completamente desnuda.

Regresó Rosa desnuda, solamente con el arnés como único adorno y una bufanda que cogió de uno de mis armarios. Al verla así me quedé con la boca abierta, al ver mi reacción, Ester que hasta ahora estaba de espaldas a la puerta por la que había entrado Rosa se giró, y atónita ante esa visión exclamo:

  • ¡joder!, esto no me lo esperaba yo.

  • Y todo lo que te espera aún. Gírate hacia Raúl, dame la espalda – según decía esto, le pasó los brazos por la espalda y con la bufanda comenzó a atarle las muñecas.

Con esta postura sus hombros se echaban hacia atrás resaltando aún más si cabe sus tetas. Rosa dio una vuelta despacio alrededor de ella, acariciando su piel, pasando su mano por detrás de su oreja, jugando con su pelo, dedicándole miradas lascivas y caricias lujuriosas, cuando llegó a su espalda la agarró desde atrás apoyando el falo de plástico del arnés en su culo, y cogiéndole con ambas manos sus tetas. A Ester se le escapó un gemido al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás, por su pubis empezaba a verse un brillo que delataba la gran lubricación que estaba produciendo.

  • ¡La ostia!, estás tetas son las mejores que he tenido nunca en mis manos – dijo Rosa, sacándome de mi trance – tendrás que probarlas, cielo – y pegando su boca a la oreja de Ester dijo muy bajito – ahora arrodíllate entre las piernas de mi chico y cómele la polla hasta que se corra, quiero ver como te lo tragas todo, ¿algún problema con eso? – Ester negó con la cabeza, sus ojos no se apartaban del objetivo que le había marcado Rosa.

Ester se arrodilló ayudada por mi chica y con una más que difícil postura empezó a lamer mi polla. Al tener los brazos atados, tenía que forzar mucho la espalda para no perder el equilibrio, lo que hacía que sobresaliese su culo. Para lo difícil que se lo había puesto Rosa, hay que decir que lo estaba haciendo muy bien, así que viendo que la situación la quería manejar mi chica, me limité a relajarme y a disfrutar de la mamada más morbosa de mi vida.

Mientras tanto Rosa se colocó detrás de Ester aprovechando para acariciarle la espalda, el culo, los muslos, caricias todas ellas que provocaban escalofríos de placer en nuestra amiga, haciendo más complicado su precario equilibrio. Enseguida Rosa no se pudo contener más y sujetando el arnés con fuerza, apoyó la cabeza de la polla de plástico y la introdujo en la lubricada vagina de Ester. Entró sin esfuerzo, pero la sensación hizo que la camarera arquease la espalda y se enderezase, pero enseguida volvió a colocarse en su posición facilitando de nuevo la entrada del pene en su coño y retornando a su tarea de comerme la polla.

En cuanto Rosa se aseguró de que Ester estaba más o menos cómoda, comenzó un mete-saca no demasiado fuerte ni rápido, pero si profundo en cada embestida y al poco de coger soltura con el movimiento echó su cuerpo hacia delante hasta apoyarse en la espalda de Ester, y poder coger así sus grandes tetas.

Rosa me miraba y me mostraba una mirada de felicidad y lujuria, ni en nuestros mejores sueños habríamos imaginado situaciones tan morbosas como las que estábamos viviendo. De pronto sacó la polla de plástico del coño de nuestra amiga y subiéndose de pie en el sofá, puso a la altura de mi cara el falo que estaba follando hasta hace un segundo a Ester.

  • Raúl, prueba los jugos de esta zorrita, están para chuparse los dedos – y dicho esto movió la cadera acercándome el arnés.

Sin dudarlo me lo metí en la boca y le hice una mamada a esa polla, como la que me estaba haciendo a mi, la dueña de los jugos. Ester no apartaba la vista de esa escena, se notaba que se estaba poniendo muy cachonda. Rosa, que no había dejado de mirarla lo notó y quiso aprovechar esa situación.

  • ¿Te gusta, zorra?, ¿te gusta ver como chupa este comepollas? – me quitó el arnés de golpe y bajándose de un salto del sofá se volvió a colocar en la posición de antes, y esta vez de la forma más brusca que pudo le metió esa polla en la vagina. Con unos movimientos más potentes que antes, le hacía una follada de película, mientras acercaba su cara a su nuca y le decía – esta polla que tienes dentro, se ha follado también el culo de mi novio, no veas como disfrutaba cuando se la metía por el culo – Ester estaba a punto de explotar al oir esas cosas, sin sacar mi polla de su boca emitía unos gemidos guturales prefacio de lo que se estaba acercando, mientras Rosa seguía a lo suyo – y dentro de poco esta misma polla de plástico se va a follar el culo de tu querido Jaime mientras se la chupa a mi novio.

No hubo tiempo para decir más, al oir esto Ester se corrió, arqueó otra vez su espalda sacando de su boca mi polla, pero sin llegar a escapar del arnés de Rosa. Sin darle apenas tiempo para disfrutar tan tremendo orgasmo, Rosa empujó su cabeza de nuevo hacia mi entrepierna cosa que yo agradecí pues estaba a punto de correrme. Los nuevos trabajos de Ester, ayudada ahora por Rosa que me acariciaba los huevos hicieron que me corriera de forma brutal, eché gran cantidad de leche, que como había prometido, Ester se bebió sin dejar escapar ni una gota.

Rosa premió a nuestra amiga desatándole para que descansasen sus brazos, momento que aproveché para abrazar a mi "mamadora" favorita y darle un morreo, compartiendo con ella mi propio semen. Nos sacó de ese trance las palabras de Rosa dichas al oído de nuestra amiga:

  • ¿Te atreves a comerme el coño?

  • Lo estoy deseando – fue toda la respuesta y tumbó a Rosa sobre la alfombra tendiéndose ella entre sus piernas.

A esas alturas, plenamente desinhibida, Ester estaba haciendo un estupendo cunnilingus, compensaba su falta de experiencia con un deseo y un ansia por complacer como pocas veces he visto. Exigiendo mi ración, me coloqué detrás de Ester y mientras con las manos le acariciaba el clítoris y los labios (estupendamente lubricados) con mi boca empecé a realizar un beso negro, por el gemido que oí proveniente de Ester deduje que le estaba gustando. Esto hizo que intensificara el ritmo de su lengua. Rosa que llevaba mucho tiempo al borde del orgasmo no pudo aguantar este cambio de ritmo y se corrió como una loca. Nuestra camarera se quedó un rato más con su boca pegada al coño de mi chica, como nos dijo más tarde: "si me comí todo el semen de Raúl, porque no iba a hacer lo mismo con Rosa".

  • Ha sido maravilloso – dijo Rosa transcurrido un tiempo de feliz descanso, en el que los tres nos demoramos disfrutando nuestros orgasmos – pero no os durmáis tenemos que planificar como vamos a entrarle a Jaime.

Ester y yo nos reímos, ni en esos momentos podía Rosa relajarse, ya estaba pensando en un nuevo polvo.

CONTINUARÁ....